Los personajes no me pertenecen, son obra y gracia de Stephenie Meyer y la historia es de una escritora que me gusta mucho, yo solo estoy jugando con ellas para ver que me sale y voy a añadir ciertas cosas mías, espero les guste.

LOS MEJORES AMIGOSCAPÍTULO 1

Edward cullen observaba mientras su mejor amiga bebía un sorbo de vino blanco y depositaba la copa sobre la mesa.

- Y bien- comentó Bella animada-, ¿por qué no tenemos sexo?

Edward parpadeó, luego miró alrededor del restaurante algo pomposo de Manhatan.

- Probablemente porque nos encontramos en la zona casta. Pero seguro que podemos cambiar de mesa.

- No me refiero a este momento, por el amor del cielo- Bella suspiró-. Hablo en general.

Edward volvió a suspirar. Bella siempre tenía la tendencia de sorprenderlo, pero eso era inesperado, incluso para ella.

- Supongo que porque ninguno de los dos tiene una pareja de peso. ¿O me he perdido algo?

- Tampoco me refería a eso.

- Muy bien

- Me refiero a porqué tú y yo no tenemos sexo- meneó la cabeza como si hablara con un niño obtuso.

La frase colgó en el aire como la burbuja de diálogo de una viñeta. Durante un momento él olvidó cómo respirar. Alguien tiró un vaso y Edward se sobresaltó, volviéndose de forma automática para comprobar los daños. Al mirar otra vez a Bella vio que ella no sonreía. Tenía el rostro serio. No se trataba de una broma.

- Primero- trató de razonar con lógica cuando todo gritaba que saliera corriendo-. Debo saber si se trata de una cuestión retórica. Porque de lo contrario la respuesta es distinta.

- No- lo observó con el ceño fruncido- No es retórica- él aguardó un segundo-. Sí- suspiró Bella-. Podría ser.

Aún no había terminado. Edward lo supo por el modo en que se mordisqueaba el labio inferior. Después de ocho años había aprendido a reconocer las señales.

- No estoy segura- reconoció ella-. Tal vez.

- Muy bien. Ahora que eso ha quedado claro, no tengo ni idea de por qué no tenemos sexo. ¿Quieres explicarme este pequeño viaje a la zona de los Cuentos Asombrosos?

Bella tomó su cuchara, luego volvió a dejarla y decidió beber otro sorbo de vino. Considerando que había dejado su postre favorito, Edward supo que estaba ansiosa. Pensó en pedir un coñac, pero llegó a la conclusión de que era mejor tener la cabeza despejada. Hasta donde llegaba la amistad, Bella figuraba entre los dos primeros lugares. No, en el primero. Pero a veces...

Bebió café y esperó. La explicación llegaría a su debido momento. Como siempre. El truco radicaba en no sentir pánico.

- He estado pensando.

- Es obvio.

- No empieces.

- Ni se me ocurriría.

- De acuerdo. He estado pensando. Tengo veintisiete años, la profesión que deseo, la casa que quiero. Me encantan mis gatos. Me gusta mi intimidad. Siempre he sido un desastre en el amor, pero, según recuerdo, era bastante buena en el sexo.

- No estamos en un programa de televisión, ¿verdad?

- Tú tampoco eres un niño- continuó, como si él no hubiera hablado.

- Sólo soy seis meses mayor que tú. Aún me falta para jubilarme.

- Y eres feliz con la vida que llevas, ¿no?

- ¿Debo contestarte ahora?- ella asintió-. Sí. Soy feliz con mi vida.

- ¿Lo ves? De modo que te gusta dónde estás, y a mí me gusta dónde estoy, pero ninguno de los dos se acuesta con nadie. Al menos, yo no. ¿Y tú?

De haber estado bebiendo, se habría atragantado y escupido sobre la mesa.

- Lo siento, pero debes ser una de esas alienígenas de las que siempre estoy leyendo, que se apodera de los cuerpos de agentes de bolsa inocentes cuando duermen. ¿Cuándo regresará Bella?

- Contéstame.

Meneó la cabeza. No tenía sentido luchar, nunca servía con Bella.

- No, cariño. No me acuesto con nadie, como tan delicadamente lo has expuesto.

- Y bien, ¿por qué no tenemos sexo?- ni siquiera sonrió-. El uno con el otro, quiero decir.

- Hmmm, no sabía que fuera una opción- sintió la necesidad de limpiarse la frente, pero resistió.

- No te sientes atraído por mí, ¿es eso?

- No es lo que yo he dicho.

- Bueno, ¿lo estás?

- Cielos, Bella. Muestra algo de piedad.

- Si no podemos ser sinceros el uno con el otro después de todos estas años, entonces, ¿qué sentido tiene?

- La sinceridad es una cosa. Esto es algo salido de Kafka.

- Contéstame.

Estudió sus ojos castaños, los labios sensuales y el modo en que se echaba el pelo detrás de las orejas, y se dio cuenta de que a lo largo de los años había memorizado su rostro. En algunas cosas le resultaba más familiar que el suyo propio.

- Si, me siento atraído por ti. ¿Estás contenta?- Edward intentó conjeturar qué podía haber provocado esa conversación. Quizás la cita que ella había tenido el viernes. Según Bella, no había sucedido gran cosa. Había pensado que el chico era agradable, pero sin oír campanas ni silbatos.

Quizás el grupo la había sometido a tortura. Alice, quien no podía evitar dar consejos, en particular porque lo único que parecía hacer era leer libros de autoayuda. O Jasper, el marido de Alice, quien no ofrecía muchos consejos, aunque sentía la necesidad de arreglarle a bella citas a ciegas. Podría haber sido Jessica, aunque no parecía factible. Desde su divorcio había jurado que se olvidaría de los hombres. Por último, aunque no menos importante, podría haber sido Mike, el único del grupo que era más romántico que Bella.

Por otro lado, la locura de la idea era típica de Bella.

- ¿Lo dices por cortesía?- inquirió ella.

- ¿Decir qué?

Bella le apuntó con la cuchara

- Acabas de decir que estabas atraído por mí. Te he preguntado si era por cortesía.

- ¿Cortesía?- rió con ganas-. ¿Contigo? No reconocerías la cortesía aunque te mordiera el trasero.

- De acuerdo. Eso está bien. Yo también me siento atraída por ti.

Vaya. No había esperado eso. Sintió una oleada de placer en el pecho. ¿Se sentía atraída por él? ¿Y porqué habría de importarle? ¿Qué diablos estaba sucediendo? ¿Quién era esa mujer?

- ¿Podemos aminorar un poco? Intento encontrar el equilibrio en el torbellino de tu vida.

Ella asintió, luego comió un poco de postre, como si la conversación no fuera la más extraña en la historia de su relación.

- Claro. Solo digo... en realidad no tiene mucho sentido, ¿verdad? Que los dos vivamos como monjas. No hay nada que prohíba que una persona tenga sexo con un amigo, ¿no? Ya sabes. Sin ataduras. Seguiríamos siendo amigos, como siempre.

- Con la diferencia de que compartiríamos secretos íntimos.

- Sí.

- Y partes corporales

- Bueno, no las intercambiaríamos. Pero quizás pudieran mezclarse.

- Hmm- lo tenía confundido de verdad. Conocía a Bella desde el primer año en la Universidad de Nueva York. Había estado a su lado durante tres relaciones terribles. Era el tipo al que recurría cuando las cosas se estropeaban. También ella había estado a su lado.

No había nadie en el mundo que le importara más que Bella y el resto del grupo, que desde el primer día de la universidad viajaban juntos por la vida. Alice, Jasper, Jessica y Mike. Los seis eran uña y carne. Se habían contado los detalles más íntimos. Sus amigos eran la alegría de su vida. Pero Bella era especial. Era la roca a la que se agarraba. ¿Y en ese momento quería cambiar todo eso? Carecía de sentido.

- No pareces entusiasmado- ella frunció el ceño.

- Quizás se deba a que he perdido el poder del pensamiento coherente.

- ¿Porqué?

- Oh, por nada- manifestó, mientras la sangre rica en oxígeno abandonaba su cerebro y emigraba al sur-. ¿Es por los hijos? ¿Tu reloj biológico se acerca a la medianoche o algo parecido?

- No- repuso tras observarlo un momento-. Al menos no lo creo. No he tenido ningún sueño con bebés. Creo que se trata solo de sexo.

- Bien, entonces. De acuerdo.

- ¿Qué te parece?

Bebió un sorbo de café. Hablaba en serio, hasta ahí no había dudas. Además, estaba loca. Pero quería una respuesta, y a él no se le ocurría ninguna.

La idea de acostarse con Bella ya se le había ocurrido con anterioridad, desde luego. No era ciego. Se trataba de una mujer hermosa. Pero, ¿sexo con ella?¿Desnudos?

- ¿Y bien?

- No lo sé- dijo al final-. En realidad no lo he considerado.

- ¿De verdad?¿Nunca has pensado en ello? ¿Ni siquiera una vez?

- Claro que he pensado en ello. Pero somos amigos.

- Exacto.

- Amigos, como colegas. Camaradas. Compadres.

- Yo he pensado en ello.

- ¿Oh?- se irguió un poco más.

Bella asintió. Un mechón de su pelo castaño rojizo se soltó de la cinta que lo recogía y le rozó la sien. Estuvo a punto de alargar la mano para retirárselo, pero de pronto ese movimiento al que minutos atrás no le habría prestado atención, le pareció lleno de matices sexuales. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Soslayarlo? ¿Mencionarlo como al descuido? ¿Meterse debajo de la mesa y ocultar la cabeza?

- Me gustas más que cualquier otra persona en el planeta- dijo ella-. Te conozco. Conozco tus hábitos y tus caprichos. Me siento cómoda a tu lado en cualquier parte. Creo que es perfectamente lógico.

- Quizás nos sintamos cómodos porque no tenemos sexo. Tal vez el sexo lo estropee todo.

- Si, lo he pensado. Existe la posibilidad, pero no lo creo.

- ¿Por qué no?

- Porque entraríamos con los ojos bien abiertos. No tendremos que cambiar lo que sentimos por el otro. Yo te quiero, y sé que tú me quieres. Ninguno de los dos desea jugar con eso. No quiero casarme y tu tampoco. De modo que no habría nada oculto. Mira a Jasper y Alice. Primero fueron muy amigos.

- Se casaron tres semanas después.

- Vale, no ha sido un buen ejemplo.

- No lo sé, Bella- meneó la cabeza-. Esto tiene pinta de desastre.

- Dijiste lo mismo cuando compramos los abonos para los partidos de los Yankees.

- De acuerdo, eso funcionó. Aquí hay más riesgos.

- No veo por qué. O nos gusta, y seguimos haciéndolo, lo cual ayudaría a que los dos dejáramos de estar tan irritables, o no nos gusta, por lo que nos estrecharíamos las manos y volveríamos a lo que conocemos ahora. ¿Cuál es el riesgo?

- Hay un pequeño detalle que omites. La intimidad. Tiene un modo de cambiar las relaciones. ¿O es que lo has olvidado?

- Esto es distinto- manifestó con seguridad-. Ya tengo intimidad contigo.

- No, no es verdad.

- ¿Me ducho o no me ducho en tu casa todos los domingos por la mañana?

- Si, pero yo no te lavo la espalda. Además no es el tipo de intimidad a la que me refería.

- Oh, te refieres a la intimidad emocional.

- Hmm. La que duele. Lo recuerdas.

Una sombra de dolor nubló los ojos de ella y Edward retorció la servilleta en su regazo. Sabía dónde vivía su ex novio. Bella jamás se enteraría si le hacía una visita a ese mal nacido.

- No creo que eso sea problema- observó con labios firmes.

- ¿No?

- No- sacudió la cabeza-. Te quiero. Pero no estoy enamorada de ti. Tener sexo no modificará eso.

- ¿Y cómo lo sabes?

- Deja que te haga una pregunta. ¿Has mantenido una intimidad emocional con todas las mujeres con las que te has acostados?

- Claro.

- Mentiroso.

- ¡Eh!- exclamó dolido.

- Sé que no la has mantenido. ¿Recuerdas a Tanya no sé qué? ¿De Tenneck? Ni siquiera te gustaba mucho. Y esa otra rubia con esas cejas. Tú mismo me contaste que lo único que había entre los dos era sexo.

- Cierto. Pero fueron excepciones- dijo con severidad.

- Bueno, pues yo también lo seré.

- No eran mis mejores amigas.

- Lo cual me convertirá en una excepción excepcional. Podemos tenerlo todo. Ser mejores amigos y la mejor pareja. El único modo en que podemos estropearlo es si no contamos la verdad, que no será el caso, porque siempre nos hemos dicho la verdad.

Soltó la servilleta estrujada y alzó la taza de café.

- No lo sé. Me siento bastante satisfecho con la situación actual.

- Yo no, estoy insatisfecha- le hizo una seña al camarero para que le llevara un poco de café. Cuando lo tuvo delante, abrió dos bolsitas de azúcar artificial y las vació en el líquido-. Supongo que me he estado sintiendo un poco...

- ¿Lujuriosa?

- Eso también- rió-. Pero no es todo. No me siento sola... te juro que no. Me encanta mi vida tal como es. Pero es como ese pequeño mono y la muñeca de trapo.

- Oh. Me preguntaba cuándo lo ibas a sacar- comentó, esperando que captara el sarcasmo. No lo hizo, desde luego. Había alguna sinapsis en su cabeza que hacía que los monos pequeños tuvieran relevancia en su conversación, aunque era una sinapsis única de Bella.

Ella suspiró.

- Ese documental que vimos del National Geographic. El del bebé mono que no tenía madre, de modo que creó un vínculo con la muñeca que le fabricaron con la toalla.

- Lo recuerdo, pero no veo la relación.

- Creo que yo necesito establecer ese vínculo. Y preferiría hacerlo con un amigo en vez de con una toalla.

- Imagina lo contento que me siento de que me consideres como una toalla en tu vida.

- Para ya. Sabes lo que quiero decir.

- ¿Algo así como un sustituto de amante?

- Exacto- sonrió. Su mejor sonrisa, esa en que los ojos se le iluminaban y se le veían los hoyuelos-. Y bien, ¿qué te parece?

- Dudo de que sea capaz de pensar en alguna otra cosa el resto de mi vida.

- Eres tan guapo cuando estás confuso.

- Me alegro de poder complacerte.

Bella se inclinó y recogió el bolso del pie de la silla.

- Te toca pagar a ti.

- ¿Eso es todo? ¿Fin de la conversación?

- Necesitas tiempo para pensar en ello- asintió-. Y yo también.

- ¿Hay alguna fecha límite para la decisión?

- No. Tómate tu tiempo. Cuando te encuentres preparado, podemos retomarla. Sin presión.

- Gracias.

- Eh, ¿para qué están los amigos?

- Ya no estoy seguro.

- Si se trata de sexo o amistad, gana la amistad, ¿entendido?- alargó el brazo y tomó la mano de Edward en la suya.

Él asintió y bajó la vista a sus dedos entrelazados. Dios, tenía unos dedos finos. Esbeltos y largos, con uñas bien arregladas. Prácticamente pudo sentir esas uñas en su espalda. Tuvo la horrible sensación de que a pesar de la convicción exhibida por Bella, entre el sexo y la amistad, esta no tenía ni una sola posibilidad.

- ¿Sabias que una pareja en Phoenix fue a los tribunales para obtener una custodia compartida por una iguana?

- Eso es excitante, Jessica- dijo Bella-. En serio. Si quieres que hablemos de reptiles, podemos hacerlo.

- ¡Oh! Oh, Dios. ¡Lo había olvidado! ¿Lo hiciste?

Bella se acurrucó con las piernas dobladas y se cercioró de que la taza de capuchino quedaba a su alcance. Se reclinó en el sillón de piel, complacida por la luz difusa que daba su nueva lámpara halógena. Se ajustó el auricular en el hombro.

- Sí.

- ¿Y?

- Quedó sorprendido.

- Vale. Pero ¿qué dijo?

- Que lo pensaría

- Me tienes en ascuas. ¿Cómo sacaste el tema?

- Se lo pregunté mientras tomábamos café.

- ¿Así?- preguntó Jessica con voz chillona.

- Hmm.

- Oh, Dios, Bella, eres sorprendente. ¿Y qué dijo él?

- Le preocupa que se estropee nuestra amistad.

- ¿Le contaste que sólo querías su cuerpo?

- Jessica, no es así. Solo creo que podemos dar ese paso adicional, eso es todo.

- Cariñó, creo que es ideal, de esa manera podrás dejar de ir a esas ridículas expediciones de pesca.

- ¿De pesca? Se llaman citas.

- Yo tuve una de esas citas una vez y mira lo que pasó.

- Jessica, porque San resultara ser El Idiota Sin Conciencia no significa que todas las relaciones terminen en desastre. Mira a Alice y Jasper.

- Alice y Jasper son inexplicables. Mi teoría es que ambos salvaron a cientos de niños en una vida pasada, y por eso en esta se ven recompensados. Yo, por otra parte, debí ganarme la vida maltratando cachorritos.

- Jessica, tú tienes una vida maravillosa.

- El hecho de haber heredado dinero no significa que todo sea de color de rosa.

- No, pero es mejor eso a que te golpeen en el ojo con un palo.

- Sí, sí- cortó la letanía familiar.

- De todos modos- continuó Bella-, tendrías que haber visto su cara.

- ¿La de Edward?

- No, la del alcalde. Claro que la de Edward. Fue fantástico. Pensé que la mandíbula se le iba a caer en el café.

- Tendría que haber ido. Me podría haber disfrazado con una vieja gabardina.

- Eso habría sido muy sutil- convino Bella, incapaz de imaginar a la asquerosamente alta y hermosa rubia en cualquier cosa que ocultara incluso una de sus perfectas curvas-. El pánico sólo duró unos momentos. Luego creo que le pareció bien.

- Conociendo a Edward, no va a tomar una decisión rápida.

- Sí. Pero a mí no me corre prisa. Aunque ahora que hemos sacado el tema...

- El rinoceronte está sobre la mesa de la cocina.

- Quizás debiera decirle que lo olvidara. ¿Y si no logramos superarlo? ¿Y si el rinoceronte es tan grande que nos perdemos de vista?

- Dale más de cinco minutos, ¿quieres, Bella?

- No sé. Me siento... - oyó el sonido de otra llamada. Sabía quién era-. Escucha, creo que Alice está en la otra línea. Te volveré a llamar.

- De acuerdo. ¿Sigue en pie nuestro almuerzo de mañana?

- Sí.

Cuando sonó el teléfono, Edward quitó el sonido de la televisión con el mando a distancia. Podía ser Bella. O quizás fuera Jasper. A la quinta llamada contestó.

- ¿Hola?

- Eh, Edward. ¿Cómo te va?

Suspiró aliviado y se relajó en el sillón.

- Jasper, deja que te haga una pregunta.

- Vale.

- ¿Las mujeres están completamente locas?

- Sí, Edward. Lo están. Respira hondo y suéltalo. No hay nada que puedas hacer al respecto.

- De acuerdo, sólo quería cerciorarme.

- ¿Algo específico?

Debatió consigo mismo si decirle a Jasper la verdad. Pero Bella iba a contárselo a Alice, de modo que no tenía por qué preocuparse. Al día siguiente a primera hora Alice, Jasper, Jessica y Mike lo sabrían todo, hasta qué habían comido durante la cena. Puede que incluso Jasper ya estuviera al corriente de la situación.

- Bella- anunció al final.

- Así que lo ha hecho, ¿eh? Aguarda un segundo, ha llegado la pizza.

Edward gimió, Nunca cambiaba. Desde la universidad los seis habían sido así. Si a Jessica le picaba algo, Mike rascaba. Sus vidas se hallaban tan entrelazadas que era un milagro que alguno de ellos pudiera atarse por sí mismo los cordones de los zapatos. Aunque Bella y él siempre habían sido íntimos, Edward también sentía un lazo fuerte con Jasper. Al ser el otro nativo de California, Nueva York lo había dejado igual de perplejo. Jasper y él habían compartido cuarto desde el principio, hasta que se casó con Alice.

Siempre sonreía cuando pensaba en esa boda. El ayuntamiento, todos con vaqueros, incluyendo a la novia. Casi había perdido el anillo, aunque al final lo encontró en la cartera. Alice no había dejado de llorar en todo momento, en particular cuando Jessica apareció con un gran ramo de flores para ella.

Y entonces los amigos se habían convertido en una especie de familia. Edward se sentía más allegado a los cinco que a sus propios padres o hermanos. De hecho, Jasper y Bella fueron quienes lo habían animado a luchar con ahínco por conseguir el trabajo en la revista. Ser crítico de vinos con veinticinco años era algo prácticamente desconocido, pero sus amigos lo habían apoyado hasta que consiguió el trabajo. Desde luego, aún le quedaba camino por recorre hasta llegar a ser el crítico principal, pero no le importaba ser el segundo. Al menos todavía no.

- Ya estoy de vuelta- dijo Jasper con voz amortiguada de masticar-. ¿Me contabas que ella lo había hecho?

- Así es- volvió a centrarse en la conversación-. ¿Cuándo te enteraste? Podrías habérmelo advertido.

- No fue hasta ésta noche. Creo que Alice sabía que yo haría sonar el silbato.

- Alice es perceptiva.

- Por si te interesa, no cree que sea una buena idea.

- ¿No?- desvió la vista de la tele al ordenador e hizo una mueca al pensar en todo el trabajo que le quedaba esa noche. Al día siguiente debía entregar el artículo sobre los Merlot, y su editor no tenía sentido del humor con los retrasos.

- No- corroboró Jasper-. Eso según el libro de autoayuda que Bella en éste momento. Aunque mañana podría cambiar de idea.

- ¿Es que no sabe que también hay libros de ficción?

- Y bien, ¿qué has decidido hacer?- preguntó Jasper cuando dejó de reír.

- Nada. Me entró pánico.

- Comprendo.

- No sé- giró la cabeza para no tener que ver más el ordenador-. A mí tampoco me parece una buena idea. Salvo que...

- ¿Qué?

- Es Bella, por el amor de Dios.

- Lo sé.

- Ya lo había pensado antes- reconoció, preguntándose si no era mejor que mantuviera la boca cerrada.

- De lo contrario no habrías sido humano- Jasper rió entre dientes-. Personalmente, no sé por qué no lo intentaste en la universidad. Sabes que tuviste tu oportunidad.

- Elegí el camino elevado.

- Eras un gallina con tanto miedo al compromiso que habrías hiperventilado si una mujer te hubiera pedido que pasaras la noche con ella.

- Eso también- admitió.

- Pero, de verdad, la idea presenta algunos aspectos fascinantes.

- ¿Por ejemplo?

- Un sueño realizado. La compleción del círculo...

- ¿Alice ha olvidado alguno de sus libros en el cuarto de baño?

- No bromeo, Edward. Será mejor que lo pienses bien. Puede que sea lo que necesites. Quiero decir, ¿cuándo fue la última vez que asumiste un riesgo tan grande? Aparte de beber vino tinto con pescado. Enfréntate a ello, muchacho. A veces es necesario saltar desde lo más alto, aunque no sepas dónde vas a aterrizar.

Edward se levantó, demasiado nervioso para quedarse quieto. Sin soltar el teléfono se dirigió a la cocina y sacó una cerveza de la nevera.

- Alice y tú fuisteis amigos primero.

- Cierto.

- Y os salió muy bien.

- También cierto. Pero no intentamos cambiar de caballo a mitad de la carrera. Desde el primer día sabíamos que no íbamos a ser sólo amigos.

- Quizás Bella y yo solo debamos ser amigos- con el codo apagó la luz de la cocina y regresó al sillón.

- Puede que lo haya entendido mal, pero, ¿no es eso lo que ella quiere? ¿Ser sólo amigos con algunos privilegios?

Edward abrió la cerveza y bebió un trago largo.

- Sí.

- Es un campo de minas, amigo. Pero una que tal vez valga la pena atravesar.

- Bueno, eso me ayuda mucho.

Jasper rió otra vez.

- Alice está en la otra línea. Hablando con Bella.

- Lo imaginaba.

- Bien, ¿nos vemos el domingo?

- Sí.

- ¿Edward?

- ¿Hmm?

- Buena suerte

- Voy a necesitarla.

Colgó. Tenía puesto el canal de la CNN, pero eran las noticias del mundo del espectáculo.

Posó la vista en la foto que había justo al lado del descodificador de la televisión por cable. Era del grupo. Él tenía el brazo alrededor de los hombros de Bella.

Se echó hacia atrás y cerró los ojos. Resultaba muy fácil imaginarla sin ropa. En su cama. Con esos dedos largos acariciándole el torso. Porque lo había imaginado desde el día que la conoció.

Espero que les guste esta Fic espero sus Review y asi publicare el próximo capitulo, que lo mas probable es que sea mañana. besitossss