Naruto y sus personajes pertenecen al gran Masashi Kishimoto.

Reservado todos los derechos.

Esta historia es de ficción, cualquier parecido con la realidad son pura coincidencia.


Capitulo 10

La tarde se le hizo eterna.

Sakura no hacía más que dar vueltas por toda la casa como un gato encerrado. En un ataque de energía, se había limpiado la casa de arriba a abajo, después de haber ido al supermercado por comida.

Tendría que comer algo. Aunque la sola idea de cenar sola se le antojo desagradable. ¿Por qué?

Pensó en Sasuke. Estaría metiendo al pequeño Suske en la cama.

Se dejó caer sobre un sillón.

¿Cómo pasaría el resto de la noche? ¿Acaso su mente no podía dejar de rememorar cada instante que paso junto a esos dos hombres?

Era curioso, pero no tenía ni idea de lo que hacía él cuando ella no estaba.

Bueno, seguramente, rara vez estaba solo. La idea le provocó aún más angustia. Miró la pared, mucho menos blanca que la de él. De pronto ya no le gustaba tanto su apartamento.

Tenía que empezar a hacer planes para su futuro. Tal vez, debería solicitar un trabajo fuera de Tokio, en algún lugar donde no corriera el peligro constante de toparse con él.

Esperaba que no la obligara a respetar el mes de aviso… ¡Ya se preocuparía de eso más tarde!

Al fin y al cabo, la oficina estaba cerrada el día de Navidad.

Cerró los ojos. Lo que debía hacer era meterse en la cama. Las cosas siempre se veían mejor después de haber dormido.

Pero, al día siguiente, se sentía todavía peor. Nunca la soledad le había afectado tanto. Pensó en como Suske debía de estar reclamando por su biberón y en como Sasuke lo atendería con una tierna sonrisa en su rostro. Suspiro con desgana.

Se dijo a sí misma que un poco de aire fresco y de ejercicio la ayudaría.

Así que optó por dar un paseo…

No sirvió de nada. No sabía por qué, pero todo el mundo parecía ir emparejado o en familia. Si tan solo hubiese aceptado la oferta de matrimonio, ella podría disfrutar al igual que aquellas personas, aunque claro… no abría amor. ¿Por qué no la amaba?

Gruño al darse cuenta del rumbo de sus pensamientos, no valía la pena atormentarse.

Terminó por meterse en un café, donde pidió una taza del preciado brebaje, que realmente no le apetecía. Estaba claro que lo único que trataba de hacer era retrasar al máximo el regreso a su apartamento.

.

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—¡Sakura!

Al salir del café, una voz familiar llamó su atención.

Era Sai con un montón de coloridos paquetes. Seguro que eran las compras de última hora.

—Hola —Sakura forzó una sonrisa.

La miró extrañado frunciendo levemente el ceño.

—¿Estás bien? ¿No te habrás pillado una de esas gripes?

Ella negó con la cabeza.

Aquélla era la confirmación de que tenía un aspecto lamentable.

—Iba a ir a ver a mis padres esta tarde. Pero si te apetece salir, podría ir a su casa mañana.

Estuvo tentada de decir que sí. Nada habría sido tan estupendo como poder pasar un buen rato en compañía de alguien y así poder alejar el fantasma de sus recuerdos.

Pero, por algún motivo, no le pareció justo.

—Lo siento, Sai, pero hoy no puedo.

—De acuerdo. Pues tal vez después de Navidad.

Sakura hizo un gesto ambiguo. Le gustaba Sai, era agradable y apuesto… quizás una vez que se hubiera podido librar del recuerdo de Sasuke…

—Feliz Navidad —Sai se detuvo y le besó la mejilla a modo de despedida.

¿Cuánto tiempo iba a tardar en librarse del recuerdo de Sasuke?

Continuó caminando hasta llegar a su hogar. Buscó las llaves y entró en el portal.

¿Meses? ¿Años?

Desde luego, no estaba dispuesta a pasarse el resto de su vida enamorada de un hombre que no la correspondía. Tampoco estaba dispuesta a pasarse el resto de su vida sintiéndose tan desgraciada.

Sin embargo, en cuanto entró en su piso vacío, se derrumbó de nuevo.

¿Qué estaría haciendo Sasuke en aquel instante?

No hacía más de veinticuatro horas que se habían separado y ya le dolía su ausencia.

¿Habría pensado en ella durante aquel tiempo? ¿La habría echado de menos, aunque sólo fuera un poco? ¿Habría llamando a otra? ¿A Karin tal vez?

«¡Ya está bien, Sakura!», se dijo a sí misma. «Deja de mortificarte así».

De pronto se sentía demasiado cansada de todo. Fue a la cocina y se preparó un emparedado que no pudo terminar.

Por fin, se dejó caer exhausta en el sofá y se quedó dormida.

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Sakura se despertó sobresaltada. Extendió la mano para apagar el despertador, pero no lo encontró.

¿Dónde demonios estaba?

Completamente desorientada, se puso de pie y se chocó contra una mesa.

No estaba en la habitación… ¿qué hora era?

Lo que sonaba era el teléfono.

Entró en el dormitorio y agarró el auricular.

—¿Sakura? —era una voz familiar… demasiado familiar.

—¿Sabes qué hora…? —protestó ella medio dormida.

—Sí, son las cuatro y media —respondió Sasuke—. Suske te echa mucho de menos.

—¿A esta hora? —sin pensárselo dos veces, colgó el teléfono.

Inmediatamente, volvió a sonar.

—Soy yo el que te echa de menos, Sakura —dijo una voz suplicante.

—¡Ya basta! —colgó el teléfono.

Uno, dos, tres… volvió a sonar.

—¡Podrias dejar de…!

Estaba a punto de colgar el teléfono nuevamente cuando las palabras que más había añorado resonaron por el auricular.

—Te quiero, Sakura Haruno —dijo Sasuke de pronto—. Te necesito, te deseo y te amo.

Sakura no pudo contenerse y comenzó a llorar. ¡Gracias, Señor! Si no fuera por el incesante martilleo de su corazón habría pensado que se trataba de un sueño.

—¿Sakura? ¿Estás ahí?

—Lo siento, pero no he oído bien — sonrió, era una buena oportunidad de fastidiarlo.

—Lo has oído perfectamente. Dentro de diez minutos tendrás un taxi ahí.

¡Vaya, hombre! ¡Volver a empezar!

—Oye Uchiha, si piensas que no tienes nada más que dar dos palmaditas para que haga lo que tú quieres…

—En diez minutos —Sasuke colgó.

—…pues tienes toda la razón… —Sakura colgó el auricular con una sonrisa idiota dibujada en la cara.

Tan pronto como salió de su ensoñación, corrió por la habitación buscando su bolso. No lo podía creer aquel hombre la amaba. El solo pensar en volver a verlo le produjo un profundo nudo en el estomago.

Y como Sasuke había dictado, el taxi apareció allí.

El camino se le hizo eterno, las mariposas en su estomago no dejaban de golpearse unas a otras. ¿Qué haría Sasuke en cuanto la viera?

El solo pensar en sus labios hizo que se sonrojara.

.

.

—¿Te quieres casar conmigo, Sakura Haruno? — Sasuke le acarició suavemente la cara, mientras sus ojos no dejaban de observarla.

—¿Por qué quieres que me case contigo? —le preguntó ella, con la mirada grande e inocente.

Aquella situación era más parecida a la que ella había imaginado. Una escena tierna y romántica.

Él la besó suave y largamente.

—Porque te quiero —la abrazó contra su pecho, mientras aspiraba el aroma de su cabello.

—Lo sé —le aseguró ella, con los ojos llenos de alegría. ¿Cómo podía dudarlo si sus ojos hablaban por él?—. Y, sí, claro que quiero.

—He sido un verdadero idiota —le dijo—. Llevo meses enamorado de ti, pero me negaba a aceptarlo. Estaba aterrado.

—De que te hicieran daño de nuevo —dijo Sakura.

—No. Fui completamente sincero cuando te dije que no había estado realmente enamorado de Kira —respondió él—. Cometí un error y me daba pánico volver a cometerlo. No estaba seguro de poder confiar en mis sentimientos. Me gustaste desde el primer momento que te vi entrar en mi despacho.

—¿De verdad? —no se lo podía creer—. ¿Durante todo este tiempo te has sentido atraído por mí y yo no me había dado cuenta?

Aquello le sonaba imposible, Sasuke nunca demostró ni el más mínimo interés en ella, al menos no uno platónico.

—No quería que se me notara — murmuro—. Pero déjame decirte que muchas veces estuve a punto de perder el control.

—¿ A qué te refieres? —pregunto Sakura desconcertada.

—¿Recuerdas aquella vez en la que trabajamos un Viernes hasta tarde?

—Como olvidarlo —respondió Sakura rodando los ojos.

—Pues aquella tarde llevabas una falda demasiado corta, y dios, tus piernas… —Sasuke la acaricio con lentitud desde la pantorrilla hasta el muslo—. Tuve realmente que contenerme para no hacerte el amor sobre mi escritorio.

—Pervertido.

Sakura suspiró complacida, hundió los dedos en su espesa mata de pelo y lo besó.

—Te adoro, Sasuke Uchiha.

Sasuke la abrazó con fuerza.

—Todavía no me puedo creer que haya sido tan idiota. ¡He estado a punto de estropearlo todo! —dijo él realmente arrepentido—. Comencé a echarte de menos los fines de semana, así que me inventé todo tipo de excusas para que tuvieras que trabajar conmigo los fines de semana.

—¡Sasuke, eres increíble!

Muchas veces se había preguntado que cosa podría ser tan urgente como para trabajar en horario extra. Nunca imagino que la razón seria que él la extrañara.

—También aprovechaba de tenerte alejada de algunos idiotas, solo podías ser mía —el ronco gruñido hizo patente lo celoso que era. —Pero me negaba a aceptar la verdad. Incluso utilicé a mi sobrino para que te vinieras a vivir conmigo.

—Realmente deplorable —dijo ella con una carcajada, mientras jugaba con su cabello.

—Podría haber contratado a una niñera, pero quería que te quedaras conmigo… Y tenerte en casa ha sido un verdadero placer. Me gustaba pensar que estabas en la misma casa, en una habitación al otro lado del pasillo. Me hacía desear tenerte a mi lado para siempre.

Lentamente, la besó y sus cuerpos se unieron cálidamente.

—Sakura… —pronunció su nombre en un susurro y la abrazó.

De nuevo sus bocas se encontraron, el deseo crecía, las caricias recorrían dos cuerpos llenos de pasión.

.

.

—¡Suske! —Sakura se apartó del cuerpo que la rodeaba en un cálido abrazo. Se levanto mientras envolvía su cuerpo desnudo en la blanca sabana.

—¿Por qué está llorando ya? —Sasuke se incorporo y le dedico una larga y libidinosa mirada.

Sakura miró el reloj.

—¡Son las siete de la mañana!

—Estamos en Navidad —dijo Sasuke. Se puso de pie y tiro de ella hacia la cama.

—Feliz Navidad, Sakura —alargo la mano y la metió en el bolsillo de su pantalón, el cual estaba regado junto a la demás ropa de ambos, sacó una pequeña cajita.

Con las manos temblorosas, Sakura la abrió.

—¡Sasuke, es precioso!

Sakura tenía los ojos cristalinos. Sacó el anillo de la caja y Sasuke le puso el diamante en el dedo.

—Suske y yo lo elegimos ayer —dijo él.

—Tengo que reconocer que Suske tiene un gusto excelente —se rió entre lágrimas—. ¿Y por qué has esperado a las cuatro y media de la mañana para llamarme?

—La verdad es que fuimos a buscarte ayer por la tarde…

—¿Y?

—Te vi caminando por la calle con el tipo de administración y me puse tan celoso que me volví a casa.

—¡Sasuke! Nunca ha habido nada entre Sai y yo. Tú eres el único que me importa y el que me ha importado jamás.

Se quedaron en silencio, mirándose embobados.

—Sakura…

—Lo siento —respondió ella—. No te he comprado ningún regalo.

—¿No hay calcetines?

—Ni perfume.

—Me da igual. Éste es el mejor regalo de Navidad, tenerte conmigo y para siempre.

¡Suske! Los dos recordaron a la vez que el pequeño los esperaba.

—Voy a prepararle el biberón —dijo Sasuke.

—Yo le cambiaré el pañal.

Sakura salió en dirección a la habitación del pequeño.

Al llegar, lo tomó en brazos y lo besó tiernamente.

—Buenos días, campeón. Tengo noticias frescas. Tu tío y yo nos vamos a casar. Eres el primero en saberlo.

Y el pequeño Suske sonrió mientas aplaudía.

Fin


Muchas gracias a todas aquellas personas que apoyaron este fic.

Sin ustedes no habría sido lo mismo.

Gracias.

Atte. QueenBooks