Disclaimer: Ni Dragon Ball ni sus personajes me pertenecen...

De mal en peor

(From bad to worse)

Un fic de DarkeAngelus

Traducción por Apolonia


Capítulo Diecinueve - Cierre

Tenía que admitir que las cosas estaban bastante tranquilas alrededor de la Corporación Cápsula, el Dr. Briefs se reflejaba sobre su café de la tarde. Extendido sobre la mesa del comedor había suficientes postres para alimentar a un ejército. En el otro extremo su encantadora esposa estaba sentada con la barbilla en sus manos inquietas sobre cuan vacía estaba la gran casa ahora.

"Deberíamos haber tenido más hijos," suspiró con tristeza. "No estoy TAN vieja, sabes, querido. Tal vez podríamos intentar de nuevo..."

El Dr. Briefs tosió en su taza y trató de hacer caso omiso de ella. Él tenía sesenta y cinco años y había comenzado a esperar la jubilación sin jugar el papel de padre de nuevo. Era en momentos como estos que los dieciséis años de diferencia entre él y su rubia esposa se volvían irritantes. Ellos no tenían absolutamente nada en común, ninguna afición e interés similar pero el Dr. Briefs se contentaba con quedarse con ella para el resto de su vida. Mientras no comenzara a molestar con bebés, eso sí.

"¿No oyes eso?" le preguntó.

Ella parpadeó. "¿Escuchar qué?

"Mi punto exactamente," dijo, sonriendo. Él se recostó en su asiento y cerró sus ojos y disfrutó de la paz y tranquilidad de su entorno.

"¡VIEJO!"

Liberando un chillido ahogado, el Dr. Briefs casi se cayó de la silla por la voz ronca gritando desde el balcón. Se volvió y vio que Vegeta estaba de pie en la puerta del patio abierta, y lo miraba con angostados ojos. Por alguna razón el otro estaba vendado.

"¡Oh! ¡Bienvenido de vuelta, Vegeta! Te he extrañado taaanto. Cómo es-" El teléfono comenzó a sonar y ella se volvió hacia la pared, casi bailando en su alegría ante la vista familiar. "¡Volveré enseguida!"

Ignorándola a propósito, Vegeta se concentró en el Dr. Briefs. "Me han dicho que has hecho mejoras en el simulador de gravedad. Me las mostrarás. Ahora," gruñó y se marchó de nuevo hacia el balcón y saltó al suelo. Desde afuera los sonidos de las alarmas de fuego y sirenas de policía habían comenzado a llorar, rompiendo el silencio que había sido tan relajante sólo treinta segundos atrás.

El Dr. Briefs estaba luchando para absorber la repentina aparición del Saiyajin, cuando su esposa volvió del teléfono y anunció alegremente, "¡Estoy hablando con Bulma! ¡Ella y Vegeta están regresando a casa! ¿No es maravilloso?"

El científico de edad dejó caer sus hombros cuando se dirigió a la escalera para salir. "Allí viene el vecindario," murmuró entre dientes.

Una vez que había regresado a su hogar, sus bolsillos cargados de objetos encapsulados, Bulma descubrió que Vegeta había entrado a la Cápsula Tres en el local que albergaba el simulador de gravedad y cerró la puerta tras de sí. Eso no la había sorprendido, sabía que tenía un montón de tiempo de entrenamiento para compensar pero que sólo podía esperar que no exagerase. El resto del día lo pasó con sus padres dando luego una cuenta de todas las cosas que habían sucedido desde que ambos se habían ido del edificio de la Sede. Por la noche, llegó una carta por correo para ella. Reconoció la letra de inmediato y casi la rompió en el acto. Era de Yamcha.

No fue sino hasta la noche mientras estaba en su propia cama y no podía dormir que de mala gana que rompió el sello y sacó las páginas. Había tres hojas en total, en la escritura casi ilegible del luchador. Los dos primeras eran previsibles; lamentaciones sobre la pérdida de ella y reflexiones sobre sus pasadas aventuras juntos. No hace mucho tiempo, Bulma se hubiera reducido a lágrimas por la emoción que se vertía en las palabras que leía pero ahora sus ojos estaban secos. La tercera hoja despertó su interés mientras Yamcha le contaba lo que había sucedido en el campo de batalla;

"-un Regalo', dijo. Juro, Bulma, si no hubiera sido justo frente a mí, nunca lo hubiera creído. Me puso en la mira cuando lanzó su Galaxy Gun, o como diablos llame a esa cosa, pero él salvó mi vida. No por alguna preocupación sobre mí. Y ciertamente no porque le tuviera miedo a las consecuencias. No, él lo hizo por TI. Fue la cosa más maldita que he visto. No sé lo que sucedió en esa habitación de hotel entre ustedes dos (¡y no quiero saberlo!) pero lo que fuera, puedo ver que Vegeta es diferente del alienígena loco que trató de apoderarse de la Tierra. Él realmente se preocupa por ti pero conociendo a ese arrogante, egoísta bastardo, apuesto a que nunca te dijo lo que me dijo, ¿no? Lo supuse. Muestra lo buen muchacho que soy por escribir esto en una carta, ¿no es cierto?"

"Nunca voy a decir que Vegeta NUNCA será capaz de amarte tanto como yo, Bulma. Siempre lo he hecho y siempre lo haré. Pero Puar me dijo algunas cosas que no eran de mi incumbencia y me ayuda a entender el situación entre ustedes dos. Él te necesita. Yo respeto eso y por ello me comprometo a mantener mi distancia. Sólo recuerda que sólo estoy a una llamada si alguna vez necesitas alguien con quien hablar. Siempre seré tu amigo, no importa qué pase."

Estaba firmado con sólo su primera inicial. Bulma leyó los dos últimos párrafos una y otra vez antes de poner las páginas en el sobre y colocarlo en un cajón. Ella sólo podía esperar que la aceptación de Yamcha no fuera demasiado poca, demasiado tarde.

El tiempo pasó y en su ritmo inexorable, Bulma trató de creer que las cosas en su vida finalmente habían vuelto a la normalidad pero no podía hacerse aceptar eso. En el lapso de sólo unas pocas semanas todo había cambiado; su relación con sus padres, su trabajo, y sus propias ambiciones personales. Nada era el mismo. Las cosas que la habían llenado y dado sentido a su vida ya no importaban. Ella volvió a su anterior puesto como Directora de Investigación y Desarrollo en la Corporación Cápsula pero ninguno de los diseños que había dejado de lado antes de su renuncia significaban nada para ella, a excepción de uno. Llamando de nuevo a un repentinamente recuperado Charles McNeal, reanudó el estudio y diseño del chip de comunicaciones que su padre había meditado mucho en destruir y tomó el control del laboratorio de todo su personal para desarrollarlo. Esto empezó una lucha de poder sutil entre los dos que finalmente conducirían al Dr. Briefs a entregar el control y la Presidencia del conglomerado de empresa a su única hija en los próximos tres años y retirarse en silencio. Las ofertas anteriores volvieron corriendo cuando se corrió la voz de que ella había gobernado sobre su padre sobre el tema del chip y autorizaría la aplicación. Hizo babear más bocas con la sugerencia de un sistema de escape revolucionario que estaba revisando los planos de responsabilidad. Tenía sólo la mitad del diseño cuidadosamente pegado en un laboratorio de redacción pero ella estaba decidida a obtener el resto si podía.

Le hubiera gustado reanudar la rutina de correr por la mañana con Vegeta ahora que ya no tenía que preocuparse por correr con la Super Perra de la Capital del Oeste; la famosa Dorothy Pereaux. A raíz de la devastación de su casa, la prensa sensacionalista había tenido un día de campo con varias especulaciones mientras los investigadores de seguros y jefes de bomberos realizaban una investigación sobre la explosión. Los tres pisos de la casa urbana inmaculada habían sido reducidos a un montón de escombros humeantes irreconocibles. La pérdida era una colección de arte de litografías raras, pinturas originales y finas estatuas. Sumándose a las pérdidas estaban incalculables armarios de varias películas y joyas carbonizadas, por no mencionar el diseñador de muebles originales. Lo único que parecía haberse salvado fue la impresionante colección de juguetes sexuales de la actriz, muy a pesar de un bombero muy avergonzado.

Bulma estaba menos que indefensa cuando una pareja de detectives se presentó en su puerta. Aparentemente, la Sra. Pereaux había hecho algunas denuncias fantásticas contra un inmigrante italiano de nombre Vegeta que se alojaba en la Corporación Cápsula. Bulma no sabía de dónde vino la confusión de la nacionalidad pero ella proporcionó una coartada para la cortesía del Saiyajin del Hammorski Plaza para el día de la explosión. Claro, sabía que él había salido temprano y estaba bastante segura de que había sido el responsable de los daños, ¿pero quiénes eran las autoridades más propensas a creer? ¿A la heredera de millones de dólares o alguna prostituta de películas de serie B? Escuchando a su explicación racional sobre el café, los detectives nunca siquiera se molestaron en entrevistar a Vegeta. La explosión fue gobernada como no concluyente sin la presencia de agentes de acelerador. También fue poco dado a entender que la actriz pudiera haber comenzado el fuego ella misma después de haber sido rechazado recientemente para un papel en una película por el exceso de peso. El hecho de que estaba en deuda y brutalmente contradictorio durante la investigación no había ayudado a su credibilidad alguna. Su ama de llaves, la única otra testigo, había resultado ser una inmigrante ilegal y fue llevada por Asuntos Exteriores y regresó a México. En el lapso de menos de una semana de Dorothy fue reducida a un hazmerreír de la industria del entretenimiento. Finalmente, decidió mudarse a la costa opuesta para llegar lo más lejos del bicho raro en la Capital como pudo. Nadie realmente la extrañaba.

Bulma enmarcó la cuestión del National Enquirer que tenía la cara de Dorothy en él con el lema: 'Actriz Atacada por Alienígena' en la tapa. Lo colgó en su archivador y obtuvo una merecida risa cada vez que lo miraba. A veces había cosas que podían llegar a una pelea buena y eso estaba agobiando a un vengativo buen Saiyajin. Ella no le había dado a Vegeta ningún pésame por el incidente, en privado complacida de que hubiera perdonado su vida. Dos almas manipuladoras en un día cuando se incluía a Yamcha. Tal vez el Saiyajin no Ouji que había regresado a la habitación del hotel se había permitido ser un poco atemperado, después de todo.

Una vez que Vegeta había regresado al edificio de la Sede, le permitió a su padre informarle de las mejoras que había hecho en el diseño y se trasladó a su interior. Había una zona de estar en el nivel inferior de la cámara principal de entrenamiento que consistía en un catre, una pequeña cocina y un baño. Eran sólo los elementos esenciales para una existencia personal, sobre todo teniendo en cuenta la opulencia que habían disfrutado en el Plaza, pero al Saiyajin no parecía importarle. Al permanecer allí podía estar expuesto a una mayor densidad de gravedad alrededor del reloj para acelerar el tiempo de aclimatación preciado que había perdido durante su enfermedad.

Permaneció allí por períodos de hasta una semana antes de agotar las reservas de alimentos y agua y no tener más remedio que abandonar la Cápsula y reponer los suministros. La familia Briefs se había acostumbrado a la furgoneta de la tienda del vecindario rodeado la dependencia circular y descargando cajas de alimentos enlatados, kilos de carne, hogazas de pan y varios otros artículos que durarían para una gran familia un mes. Para un Saiyajin de duro entrenamiento, la enorme orden de alimentos generalmente duraba ocho días y el Dr. Briefs sin pronunciar palabra aceptó la enorme cuenta sin ningún comentario. Por ahora, Vegeta había abandonado la determinación orgullosa de trabajar para su manutención y calculó que la vieja cabra le debía el infierno por el que lo había hecho pasar.

Fue durante esos días raros en que el Saiyajin realmente salía del simulador que Bulma dejaba su trabajo por el día para estar cerca de él. Ella siempre daba la excusa de tener que entrar e inspeccionar la consola y proyectores de gravedad por signos de desgaste y siempre encontraba algo que necesitaba reparar. En el primer mes después de su regreso del Plaza, Vegeta deliberadamente mantuvo su distancia de ella. Mientras las semanas pasaban él eventualmente comenzó a verla como mientras ella hacía algunos re-cableados o soldaduras. Era esa curiosidad Saiyajin tecnológica imperiosa de inquietud que ahora sentía a su alrededor, ella lo sabía. Era paciente y hablaba en voz alta para sí misma de los detalles involucrados en sus reparaciones a sabiendas de que él estaba en silencio escuchando a cada palabra intentando no ser demasiado obvio. A menudo ella trataba de acercarse a él pero él sólo se apartaba de ella. Ella no lo necesitaba para erigir una relación entre ellos para escuchar su pregunta no formulada; '¿Todavía tienes pena de mí?'

Mirando hacia sus ojos oscuros y obsesionados sintió ese dolor abrumador apantanarse en todo su ser. La idea de que el poderoso príncipe ante ella fuera reducido a un juguete huérfano a merced de un tirano enloquecido estaba casi más allá de su capacidad de soportar. No podía mirarlo sin tragar las lágrimas derramadas y él tomaría su dolor con sus sentidos arcanos y se apartaba de ella en frustración.

Bulma sabía él aceptaría su contacto si podía olvidar el terrible conocimiento que había ganado y acudir a él sin sentir lástima por él. Era tentador intentarlo pero para ello sería darle la espalda a las mismas cosas que conformaban al orgulloso Saiyajin en el ser que era hoy y perder su valiosa visión de su alma dañada. Ella no podía, no quería, hacer que sus visitas al simulador siempre terminaran de la misma manera que empezaban; Con una mirada larga de evaluación entre ellos que no podía disimular su desesperación mutua.

Su danza torpe continuó durante algunos meses más. La llegada de la camioneta de reparto de comestibles se había vuelto tan común que la vista de ella era desechada tan pronto como era atestiguada. En esta ocasión sin embargo, Bulma miró hacia atrás de su posición estratégica en el solárium y observó a Vegeta pasar al conductor que le entregó un portapapeles. El Saiyajin inspeccionó a fondo las páginas antes de que asintiera y le entregara de nuevo la placa. Como si ese cambio no fuera confuso, lo que siguió lo fue aún más. El repartidor abrió la puerta trasera de la camioneta y procedió a descargar caja tras caja en el césped. Después de cada ocho, Vegeta encapsulaba la pila y esperaba a que el hombre sudando siguiera la descarga. El Saiyajin repitió esta muestra extraña nueve veces más antes de dejar el patio.

Setenta y dos cajas de alimentos, Bulma contó mientras se ponía de pie en la ventana. En el exterior, Vegeta tomaba la manguera y volvía a llenar los tanques de agua, tanto los auxiliares y los de reserva. La mujer aún estaba completamente desconcertada por las extrañas tareas de mantenimiento del alienígena hasta que vio al camión de la empresa de combustible detenerse junto a la Cápsula.

"Hijo de puta," murmuró en realización.

La clave de la transformación, Vegeta llegó a la conclusión, era la RABIA.

Era una emoción que pensaba que tenía una superabundancia pero estaba descubriendo que había diferentes facetas de esa violencia. Al igual que las capas expuestas de una excavación arqueológica; mientras más profundo se excava, más oscura es la tierra y más primordial del hallazgo. Vegeta sabía que siempre estaba en la cúspide de una rabieta o de otra y encontró que su ira le servía bien. Había comenzado como un hábito que desarrolló como una clave para la auto supervivencia y lo había metido en muchos líos como le había servido para sacarlo de los últimos años. Esa actitud era quien era ahora; la fachada se había convertido en la persona y ahora era la encarnación viva de la cruda violencia.

Durante sus intensas sesiones en el simulador era fácil perderse en que el ritmo de destrucción hasta que sus acciones fueron instintivas y sin dirección consciente. Su mente se volvía una vacía, negra pizarra y no quería salir de ella hasta que estuviera herido o agotado o ambos, que era común. Se dio cuenta de que había tocado techo en su entrenamiento pero no supo qué hacer nada más que mantener el aumento de la gravedad que castigaba. Esa frustración añadida a su creciente ansiedad lo hacía perder su concentración.

Cada vez más se encontraba viviendo los acontecimientos que condujeron a la etapa casi fatal de la V'Nhar; El shock de ser despedido como un trabajador común. La depresión hizo a la razón que querer estar muerto pareciera lógico. La divertida sala de espejos de Kami sabía más de él que él mismo. Esa burlona, perra amazona que había logrado reducirlo a una prostituta desesperada. Añadiendo a Radditz y Nappa en la mezcla y no era de extrañar que quisiera borrar las dos últimas semanas de su memoria. Sus recuerdos de esa preciosa intimidad con Bulma deberían haber sido suficientes para mantener su brillo y su estado de ánimo pero simplemente no estaba en su naturaleza. Todo lo que podía detenerlo en cuánto de sí mismo él había traicionado por ella. Él no era un hombre que voluntariamente compartía los detalles de su duro pasado a débiles humanos o mostraba compasión pero por Bulma había hecho ambos. Más que eso, había empezado a... preocuparse por ella. Era lo más inquietante de todo.

Estaba en medio de una sesión de entrenamiento en contra de los cinco robots de combate cuando su mente caducó y pensó en cómo la mujer ahora tenía compasión de él. ¡ÉL! Gritando de rabia, atacó hacia el exterior con todo su poder y por sólo un fracción de segundo algo más profundo cedió un poco. La liberación de energía se parecía a nada que jamás hubiera experimentado antes; era cruda y cegadora y realmente dolorosa. Cada célula de su cuerpo retrocedía ante la sensación de ardor y se desplomó en el suelo, cubierto de sudor y temblando al mismo tiempo.

La muestra de energía era una cosa que había ostentado desde que era un niño pequeño. Se creía acostumbrados al acto pero esta vez... la sensación era totalmente indescriptible; como un ciego describiendo los colores de una puesta de sol. El poder había sido primordial, sin explotar y, oh dioses, enorme más allá de toda comprensión posible. No fue hasta que Vegeta se puso de pie que cayó en la cuenta de que los robots de ataque habían desaparecido. Al continuar la inspección se descubrió que no sólo lo había dañado o desarmado con su puesta liberación salvaje, los había eliminado. Sosteniendo los restos carbonizados de una carcasa que casi respeto religioso que el poder que había sufrido tenía que haber sido un precursor de ascender al nivel del Super Saiyajin. La idea de lo cerca que había llegado hacía que toda la humedad en su boca se secara en anticipación. Su sueño de toda la vida; el destino que su padre le había elogiado que algún día llegaría a él. Tan cerca...

Como un poseso se lanzó de nuevo a su entrenamiento con un vigor renovado, deliberadamente enojándose, o hiriéndose- nada que pudiera causar esa pausa emocional en su pared interna y traer ese poder como un Dios. Nada funcionaba. No fue hasta durante una de las inspecciones de Bulma que empezó a sospechar de por qué el poder se negaba a revelarse. El simulador estaba al lado del edificio de la Sede donde la mujer vivía. Se había sumado la Cápsula en un comunicado a destiempo de poder. La descarga que sería el presagio de la transformación del Super Saiyajin sería cien veces más destructiva. Tal vez un millar.

Con una mezcla de exasperación y consternación, se dio cuenta que estaba frenándose inconscientemente porque no quería que ella se lastimara.

El camión de combustible de la empresa sólo se alejaba de la Cápsula 3 cuando Bulma avanzó al solitario Saiyajin mientras inspeccionaba el exterior de la nave circular. "¡Vegeta! ¿Qué crees que estás haciendo?"

Reconoció el timbre de su voz penetrante de una vez. "Mujer estúpida, ¿qué parece?"

"¿Te vas?" le preguntó consternada.

"Quizá me retractara de mi anterior sentencia sobre ti. Sí, me voy."

"¿Por qué? ¿Por cuánto tiempo? ¿Adónde vas a ir? Cuándo-"

Se volvió hacia ella, frunciendo el ceño. "No tengo tiempo para jugar a las veinte preguntas contigo. No me puedo concentrar aquí. Hay demasiadas distracciones. Planeo ir a algún lugar aislado para continuar mi entrenamiento en privado. ¿Satisfecha?"

No, definitivamente NO estaba satisfecha si la mirada de indignación en su rostro era alguna indicación. Obviamente no iba una rápida evacuación en la Cápsula como lo había hecho la primera vez que se la robó. "No puedes irte," afirmó con dureza.

"¿Es eso verdad? ¿¡Por qué diablos no!"

"No hemos resuelto nuestra relación."

"¡No tenemos una relación!" le gritó.

"¿Cómo llamas a lo que pasó en la habitación del hotel?"

Él alzó los brazos con disgusto y se marchó a una corta distancia. Ahí estaba; lo mismo que sabía que le mordería en el trasero tarde o temprano y sólo porque había sido demasiado débil en el momento de resistirse. Tendría que haberla abandonado después de la primera vez que fornicaron pero oh no, había optado por quedarse. La había complacido, tratado con cariño y ahora la mujer idiota esperaba que le prometiera su vida con ella. Había habido una etiqueta de precio adjunta a su abnegación después de todo.

"Un error," dijo en respuesta a su voz, al igual que su actitud era tan fría como lo hubiera visto jamás.

"Un error..." susurró ella en voz baja, su ira mermando. "No quieres decir eso, Vegeta."

Él sólo le devolvió la mirada mientras trataba de llegar a una defensa por detrás de su respuesta concisa. Las preguntas y las acusaciones estaban a punto de volar y él iba a estar listo para ellas.

En su lugar, Bulma respiró hondo y trasladó su mirada hacia la Cápsula. "Supongo que debería darte una información de sistema y verificar la Cápsula una última vez antes de irte."

"Eso no será necesario. Sé que todo lo que hay saber sobre esta nave."

Ella había estado en el proceso de regresar al edificio principal para recuperar sus herramientas cuando se dio la vuelta y dijo, "Si ese fuera el caso, no te hubieras estrellado en el patio la última vez que la tomaste para un paseo."

"¡Se me acabó el combustible!"

"¡Había un tanque de reserva, señor asistente!" Ella vio su boca cerrarse por completo y presumió la extraña mirada de sorpresa en el rostro del Saiyajin. "Tú te quedas ahí y no vas a ninguna parte. Volveré enseguida."

Vegeta gruñó por lo bajo en su garganta pero se cruzó de brazos y no lo dijo nada hasta que ella regresó.

Bulma fácilmente empujó las declaraciones anteriores de Vegeta a un lado mientras ella se centraba en un examen minucioso de los sistemas de toda la Cápsula. La mayoría de las veces las bravatas de Vegeta eran precisamente eso; humo que se utilizaba como tapadera para evitar la exposición de las cosas más sensibles. No había estado buscando una garantía de amor eterno y gratitud del Saiyajin, sólo la admisión de que había sido algo más para él que un polvo conveniente. Como de costumbre, sus expectativas no se tranquilizaron por su despido ordinario. De regreso en el Plaza, casi había sido capaz de anticipar sus estados de ánimo y comportamiento pero el tiempo reciente ha erosionado su visión. Era tan imprevisible como lo había sido el primer día que se habían encontrado cara a cara en Namek. Ahora ella sólo podía especular sobre sus motivaciones y ambiciones en silencio, sabiendo que no iba a compartir esa información voluntariamente con ella. Su desconfianza la hería pero no tenía manera de evitarlo. Todo lo que podía hacer ahora era darle su espacio y rezar para que volvería por su cuenta.

Para su crédito, Vegeta dejó de lado su arrogancia el tiempo suficiente para prestar atención a lo que la mujer le mostraba. Había algunos comandos más de viaje y pequeños dispositivos adjuntos a la consola que nunca había sabido antes que existían. Simplemente los había ignorado porque no tenían nada que ver con los proyectores de gravedad. En el caso de toparse con uno de los viejos grupos de Freezer itinerantes de soldados, esta información sólo podía ser útil por lo que prestó gran atención. Él estaba justo a su lado mientras ella le mostraba algunos atajos de re-cableado y trataba de no distraerse con el olor de su cabello o los movimientos de su cuerpo. Ella estaba en su elemento, explicando detalles tecnológicos complejos mientras que sus dedos se movían por su propia voluntad y su inteligencia siempre sería la mayor emoción para él. Tetas había a montones pero una mente genial era un descubrimiento muy poco frecuente.

Cerca del final de su inspección descubrió dos portales de visualización que tenían fisuras en el vaso supuestamente indisoluble. "Estos van a tener que ser reemplazados," le dijo, sacando su destornillador de confianza. "Ayúdame."

Había estado siguiendo todo tras ella mientras ella inspeccionaba toda la Cápsula pero ahora se detuvo en seco. "Ve a buscar una escalera."

"¿Por qué molestarse? Tú estás aquí, ¿no? Ahora levántame," dijo malhumorada.

Él no hizo ningún movimiento hacia ella. Cuando se cruzó de brazos ella giró sus ojos en claro disgusto y salió de la Cápsula en búsqueda de una escalera de mano. Vegeta todavía seguía de pie en su lugar cuando ella finalmente regresó maldiciendo en voz alta y golpeando una escalera de aluminio a lo largo de su lado. "No sé cuál es tu maldito problema, Vegeta. Estoy tratando de hacerte un favor aquí, sabes."

"Yo también," replicó en voz baja pero todavía estaba murmurando para sí misma y no le oyó.

Quitó las dos ventanas circulares y pasó la mayor parte de la tarde buscando las cúpulas de almacenamiento en la propiedad para los reemplazos. Estaba sucia y desaliñada y de muy mal humor por la falta de cooperación del Saiyajin cuando finalmente encontró los portales de repuesto. Él era una sombra de lucha en el césped cuando salió de la cúpula y normalmente ella se dejaba distraer ante la vista de él con sus shorts de spandex. No esta vez.

"Tú," dijo alegremente, "Lleva estas. Allá." Ni siquiera miró hacia atrás para ver si la estaba siguiendo a la Cápsula 3 con las pesadas ventanas hasta que estuvo dentro. Efectivamente, el Saiyajin se le unió unos minutos más tarde, llevando los reemplazos y sin estar contento con recibir la orden de hacerlo. Los dejó caer donde ella estaba parada, errando por poco a los dedos de los pies y se retiró para ver su trabajo desde la distancia, frunciendo el ceño en disgusto.

Luchando con un tornillo particularmente desagradable, Bulma estaba apretando el último de los sellos cuando su llave se resbaló y ella cayó hacia delante fuera de la escalera. Moviéndose con velocidad no natural suya, Vegeta apareció y la atrapó. La pareja intercambió una mirada de sorpresa antes de que él se burlara, "Lo hiciste a propósito," y la dejó caer sin miramientos.

Afortunadamente, él había estado de pie en el suelo entonces y estaba relativamente a una caída corta desde atrás.

"¡Bastardo!" dijo entre dientes y le dio una patada en la espinilla.

Ni siquiera se inmutó. Se inclinó sobre ella con esa sonrisa condescendiente en su rostro, le dijo con picardía, "Mujercita débil. Vas a tener que hacer mejor que eso si esperas que-"

Gruñiendo de rabia, Bulma levantó su vista y lo golpeó directamente en la ingle. ESTA vez se estremeció. Más que eso, se tambaleó dos pasos hacia atrás y la miró con asombro cauteloso. "Perra..." tosió, enderezándose con dificultad.

Ágilmente poniéndose de pie, Bulma levantó sus puños en estilo de boxeador y bailó ágilmente alrededor de él y él visiblemente restó el efecto de su golpe inesperado. Se veía tan ridícula haciendo pavoneos como un hada decadente con la actitud que su indignación desinflaba y tuvo que traicionar una sonrisa a regañadientes.

Bajando sus brazos, Bulma lo miró herida de que no estuviera tomándola en serio. "¿Qué es tan gracioso, Vegeta? ¡Puedo cuidar de mí misma!"

Gruñó de acuerdo sin palabras y siguió mirándola, sus ojos suavizándose. "Ya no me compadeces más."

"Idiota egoísta. Por supuesto que no con toda esta mier- oh," confesó en aparente estado de shock. El conocimiento que había adquirido en la habitación del hotel por fin había disminuido lo suficiente para que ella no morara en él y traicionara su remordimiento en sus acciones hacia él. Estaba enojada con brillantez y esa ira había eclipsado todo lo demás. Ahora sólo podía mirarlo en confusión preguntándose si había hecho todo esto a propósito sólo para obtener una reacción de ella.

Sin una buena razón, él le ofreció un breve asentimiento. Su voz había perdido su borde áspero de costumbre cuando dijo, "Si ya has terminado, voy a ir a hacer los preparativos para despegar-"

"Sólo un minuto," dijo, subiendo al lado de él. Se quejó en disgusto que casi había hecho una escapada limpia pero no se alejó de ella como lo había hecho antes. Tampoco reaccionó cuando Bulma puso una mano sobre su pecho. "Vegeta, no quiero que nos separemos así."

"Nosotros no somos una pareja," le dijo rudamente. "¿Qué es lo que posiblemente puedas querer?"

Ella miró a su rostro y tocó el ángulo de su mandíbula. "Un cierre," susurró y se inclinó para besarlo.

Sus labios suaves se sentían como rozando contra granito antes de que él la empujó hacia atrás, sacudiendo su cabeza. "No puede pasar."

"¿Por qué no?" le preguntó consternada. "¿Dame una razón lógica por la que no podamos hacer el amor por última vez?"

"Mira." Se acercó hacia la pared y puso su mano plana contra el acero reforzado de la Cápsula. Con una simple flexión de los dedos hizo que las puntas se hundieran en el metal hasta el primer nudillo antes de tirar los dedos libres. "He estado expuesto a la alta gravedad durante demasiado tiempo. Carezco de sutileza en mi fuerza y sólo te haría daño con mi tacto hasta que aprenda algo de control." Se volvió hacia ella. "Te hice una promesa, Bulma."

Mirando a la impresión clara de la mano grabada en el metal, Bulma entendió lo que estaba tratando de explicarle. Podía sentir la verdad bajo su propia palma. Su carne alienígena había sido compensada por la abrumadora presión de la gravedad a la que se había impuesto a sí mismo y ahora era tan duro y frío como el mármol. Llevando sus uñas suavemente por su pecho, emitieron un sonido ronco como si estuviera haciendo el acto contra una piedra. "Todavía hay una parte de ti que es suave. La golpeé, ¿recuerdas?"

Su rostro se endureció ante el recordatorio. "Mujer, una embestida equivocada y te desgarraré abierta hasta la garganta. ¿De verdad quieres eso?"

Hubo una expresión en su rostro que reconoció con una mezcla de inquietud y temor. Esos genios engranajes giraban en su mente, negándose a ser desviados de su objetivo. Tendría que haber sido halagada que ella lo quisiera tanto pero viniendo con excusas por su parte se estaba volviendo difícil. El también la quería.

Una idea se le ocurrió a Bulma por fin. Sonriendo, soltó su mano a la cintura de sus pantalones cortos y cortésmente le preguntó, "Entonces, Vegeta... ¿Cómo se ha estado sintiendo tu espalda últimamente?"

En el nivel inferior de la cámara principal de entrenamiento, Bulma descubrió otra parte del Saiyajin que era suave para sus sentidos de indagación. Su boca encontró la de Vegeta de nuevo y se besaron larga y grandilocuentemente, sus lenguas se mezclaban con la pasión ardiente mientras su respiración aumentaba y ella se retorcía y se movió sin problemas sobre él. Ella aceptó rápidamente y fácilmente la longitud de su palpitante largo de su existencia en su carne excitada, moviendo sus caderas a un ritmo mesurado que complació a ambos en un hechizo de euforia de pasión.

Lentamente, suavemente, con amor chupando la lengua de Vegeta, mantuvo sus manos con fuerza apoderándose alrededor de sus muñecas, recordándole en ese agarre solamente que él no se atrevía a tocarla. Se sometió a ella en su totalidad, dejándola marcar el ritmo para hacer el amor mientras se obligaba a permanecer inmóvil debajo de ella, sintiendo su vaina envuelta de vapor y acariciando su vara palpitante. La única restricción que alimentó su entusiasmo, cada nervio de su cuerpo con un cosquilleo de placer en la profundidad de su penetración, la cabeza de su virilidad hundiéndose contra la puerta de su vientre tembloroso.

No hubieron palabras entre ellos durante este acoplamiento lento, profundo, sólo la humedad de sonidos suaves mientras sus cuerpos se unían y se separaban. Sus pechos, siempre sensibles, se volvieron montones de carnes excitadas, los pezones presionando y masajeando su musculoso pecho mientras se deslizaba a lo largo de él. Poco a poco aumentó el ritmo mientras el primer delicado orgasmo comenzó a construir en su interior, el forro de seda de su condición de mujer aferrándose con amor en torno a todo el largo de él.

Todo el cuerpo de Vegeta tuvo espasmos debajo de ella y no pudo ahogar un grito estrangulado mientras su semilla estallaba como una explosión de fuego a través de su virilidad y se derramaba en su avidez de aceptar la carne de mujer. Bulma fue sacudida por un increíble éxtasis que se levantó como una bandada de palomas salvajes hacia el cielo azul. Sus húmedas, calientes paredes vaginales se sacudieron locamente, bebiendo en su espesa esencia y dejándola mezclarse con sus propios dulces fluidos con radiante bienvenida. Su climax siguió y siguió, sellando su recientemente despertada relación con placer y esperanza.

Finalmente, las maravillosas sensaciones comenzaron a desvanecerse lentamente mientras los dos amantes se miraron uno a otro y el éxtasis de su relación pasó sobre él como una dulce brisa de montaña. Con lágrimas en sus ojos, Bulma descansó su frente contra la de él y a través de una unión que él no había creado conscientemente, Vegeta la escuchó susurrar en su mente;

'...AHORA puedo decir adiós...'

Epílogo

Tres meses después Bulma se sentó en el techo de la Sede del edificio y miró maravillada a las estrellas. Estando en el centro de la Capital fuertemente iluminada hizo que mirar a las estrellas fuera una tarea difícil pero esta noche el cielo estaba brillante con pequeños brillos de luz. Era difícil para ella creer que menos de un año atrás ella había estado viajando en medio de la vasta expansión de oscuridad, maravillada por su mero infinito y sintiendo el peso de la soledad y la falta de hogar empujar su alma. Si Krillin y Gohan no hubieran estado con ella podría haberse vuelto loca y ahora Vegeta estaba allí, en algún lugar, completamente solo. A veces, cuando dormía, podía ver los paisajes alienígenas y constelaciones extrañas hundirse en sus sueños como niebla, dejando una vaga imagen posterior en su memoria al despertar a la mañana siguiente. De seguro que no podía ser un resto de la unión que habían compartido en el Plaza, ¿o sí? ¿Podía algo como eso incluso existir cuando años luz los separaban mutuamente? Había demasiadas preguntas y el único que podía responderlas estaba muy lejos.

Cuando habían terminado de hacer el amor Bulma se había puesto su traje y juntado el resto de sus ropas y caminó hacia la escalera que la llevaba al nivel principal. Deteniéndose, volvió a mirar atrás y vio al Saiyajin sentado al borde de la cama mirando tristemente al suelo. Era una vista que nunca olvidaría y si él se atrevía a pedirle que fuera con ella en su viaje, hubiera aceptado la invitación sin vacilar. No dijo nada, sin embargo, y ella interpretó el solemne silencio como su única despedida. Se fue de la Cápsula sin otra palabra.

Para su sorpresa, él no se fue temprano en la mañana siguiente. Ella había envuelto un regalo para él esa noche y lo había deslizado en la Cápsula tarde en la noche cuando él había estado durmiendo. Había sido un estimulante del momento; un regalo que sólo ellos dos realmente entendería. Poniendo su prototipo de computadora portátil en una caja incluyó un trozo de papel con las palabras; 'En Caso de Aburrimiento Extremo, Romper el Sello:' y bajo de las palabras había puesto su alicate para las uñas de los pies. Se preguntó cuál sería la expresión en su rostro cuando desenvolviera el extraño regalo pero dudaba que estuviera tan sorprendido como ella había estado cuando volvió a su oficina después de ver su despegue. Apoyado en su escritorio estaba el plano final de diseños del exhausto sistema que él le había dicho cuando habían compartido su primer beso.

"Estaré maldita," dijo con una sonrisa de anhelo.

Más tarde ese día, se dio cuenta que el Saiyajin había reído al último cuando ella juntó su ropa del lavadero y no pudo encontrar las bragas que había usado cuando había revisado el simulador. Y a él. La realización la golpeó como una bofetada a través del rostro. La idea de Vegeta deambulando a través del cosmos con su ropa interior usada como almohada era suficiente para traer un sonroje mortificado a sus mejillas. Supuso que merecía alguna pequeña desviación para ayudar a la soledad pero todavía la asustaba. No pasó mucho antes que la mera idea de ello la tuviera estallando de risa mientras sus asombrados miraban en confusión. Tan cercana como era con sus amigos, ¡NUNCA les diría eso!

Estaba riendo ahora mientras alzaba la vista al centelleante, despejado cielo. "¿Dónde estás ahora, pequeño pervertido?" preguntó en voz alta mientras frotaba su estómago ausentemente. Él todavía tenía dos meses de suplementos si hacía raciones cuidadosas. Si no encontraba un planeta amigable para recargar y encontrar provisiones, volvería para entonces. ¿Cuál sería su reacción cuando la viera?

'Puedo entender el impulso de producir un heredero pero nunca sabré qué es. Ahora. Mi linaje termina aquí, conmigo,' le había dicho, su voz traicionando su verdadero remordimiento sobre las palabras.

Bulma bajó la vista a su estómago que se hinchaba suavemente y lo acarició con afecto mientras susurraba, "Ya no, no más."

Profundo dentro de su vientre yacía el infante que había predicho su propio nacimiento y maravillosa concepción. El producto de dos individuos completamente diferentes cuya unión inicial fue para alivianar los miedos del otro, aunque fuera sólo por un corto período de tiempo y encontraran consuelo en el abrazo del otro. El niño sería la creación más única en el universo; el producto de una mujer genio de la Tierra y el último príncipe Saiyajin. A pesar de cualquier línea temporal en la que existiera, el potencial del bebé no tenía límites y su destino era uno de poder, riqueza y grandeza.

Considerando su única herencia, era imposible ser algo menos mientras Bulma ahora cargaba al último heredero real de la Casa de Vegeta. No iban a haber perversiones o violencia asociada con su crianza. Nada que tomara una dulce inocente alma y lentamente lo torciera en una copia de pesadillas de su captor.

No. Estaba decidida que iba a ser criado en un hogar lleno de amor y que Dios ayudara a quien se pusiera en su camino...

Fin.

~Darke Angelus