Disclaimer: Los siguientes personajes no son míos, pertenecen a Stephanie Meyer. Solo la trama es mía.

Summary: Bella decide cambiar de vida e irse a vivir a casa de su amiga Alice a San Francisco. Al conocer a su hermano, cae rendida a sus pies. El problema es que está comprometido ¿Podrá darse cuenta Edward de que su prometida no es quien dice ser y fijarse en Bella?


Prólogo

- No te habrás arrepentido a última hora ¿verdad? -se oyó una voz entre triste y expectante al otro lado del teléfono.

- Hola Alice, yo también me alegro de hablar contigo -dijo Bella.

- Entonces ¿vienes o no vienes? Si no vas a venir y con ello vas a destruir mis ilusiones, dímelo cuanto antes; estoy preparada para cualquier cosa -respondió Alice melodramáticamente.

- Si, Alice, por supuesto que voy a ir, acabo de subir al avión -a lo lejos se veía como se acercaba una azafata para indicarle que no estaba permitido hablar por teléfono allí.

- ¡Ay amiga, no sabes las ganas que tengo de verte! -contestó ella eufóricamente.

- Y yo, no veo la hora de llegar. Pero sigo sin estar segura de que sea buena idea irme a vivir a tu casa.

- No digas tonterías, mis tíos tienen unas ganas enormes de conocerte. Verás como les vas a caer genial. Además, es solo por una temporada. Claro que si no quieres estar conmigo... -Alice dejó de hablar y ella se imaginó que estaba haciendo uno de sus famosos pucheros a sabiendas de que de esa forma Bella se lo imaginaría y no se negaría.

- Bueno, vale... pero solo por una temporada-. Bella oyó un grito de victoria por parte de su amiga- te dejo que no puedo hablar aquí. Nos vemos en unas horas. ¡Un beso!-. Se despidió y colgó el teléfono.

San Francisco: sol, playas, arena... y Alice. Tenía tantas ganas de ver la ciudad y de reencontrarse con su amiga, que por un momento pensó que estaba haciendo un viaje, más por diversión que por cambiar de vida. Eso sí, pensaba disfrutar todo lo que pudiera; obligatoriamente tenía que pasear por el Golden Gate y montar en tranvía. Es más, no le importaría nada ir por ese medio de transporte todos los días a su nuevo trabajo, si es que encontraba uno.

Bella estaba buscando trabajo como secretaría, ya que había dejado su antiguo puesto cansada del agobio constante de su jefe, el cual parecía que en su vocabulario no existía el vocablo "no". Mike era guapo, sí, pero tan arrogante y manipulador que ni siquiera le hubiera hecho falta darse la oportunidad de acudir a una de las tantas cenas a las que él la invitaba para "conocerle mejor". Él se había inventado infinitas excusas para que aceptara, pero ella no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer.

¿Para qué? Ya sufrió bastante con Jacob. Arrogante y manipulador como Mike, pensó que podía cambiarle si estaba tan enamorado de ella como decía. Le estará cambiando Leah... pensó. Tras tres años de noviazgo y uno de prometidos, Bella descubrió que Jacob le estaba engañando con su mejor amiga. Un día que salió antes del trabajo, fue a su casa para darle una sorpresa y pasar esa noche juntos. Pero todas esas ilusiones se esfumaron al verle en el sofá de su salón desnudo, encima de su mejor amiga. Ese sofá donde habían pasado tantas tardes haciendo que veían películas cuando en realidad se pasaban todo el tiempo besándose y diciéndose lo afortunados que eran de tenerse el uno al otro.

Bells, soy hombre. Tengo ciertas necesidades. El muy capullo... esa fue su única excusa. Patética. ¿Cómo podía haber estado tan ciega y no darse cuenta? Todos esos días que Jacob la decía que tenía que viajar por negocios o que su amiga decía que iba a Tacoma a cuidar de su pobre abuela enferma... al final acabó alegrándose de no entregarle su virginidad. No es que eso fuera para Bella tan importante, pero siempre quería entregarse por completo a alguien del que estuviera totalmente enamorada.

Y descubrió que de él no lo estaba. Tal vez seguía por rutina, o porque era lo que debía hacer. Eso y que su padre adoraba a la familia de su ex-novio. Siempre se había mostrado muy reticente a que Bella fuera a su casa con algún chico. No es que hubiera tenido muchos novios, pero su padre siempre pensaba que era demasiado joven para estar con un chico, que ahora lo que tenía que hacer era estudiar. Ya tendría toda la vida por delante para enamorarse. Seguramente era por el miedo de que no le pasara a ella lo mismo que le pasó a él, pensó Bella desde un principio. Sus padres se habían casado cuando acabaron el instituto y se divorciaron un año más tarde, cuando ella solo contaba con meses.

Seguro que se quedaría tranquilo si fuera una solterona para toda la vida, le recriminaba Bella cada vez que sacaban ese tema en conversación. Sabía que no era eso pero a veces se sentía tan impotente cuando intentaba algo con un chico y las amenazas de su padre le hacía huir despavorido... por suerte todo eso cambió cuando decidió dar una oportunidad a Jacob. Él siempre había dejado claro que estaba interesada en ella, pero Bella pensaba que no era su tipo. Y no se equivocaba. Siempre había esperado tanto de ella, y Bella se pasaba los días tratando de hacer que se sintiera orgulloso de tenerla como novia.

Ahora comprendía que lo que le pasaba a Jacob es que estaba obsesionado con ella por haberle rechazado. No es que fuera realmente hermoso, pero su atractivo unido a su dinero, le hacían un gran partido en ese pequeño pueblo. Pero a Bella no le interesaba ni la belleza exterior ni su dinero Tan solo estar con alguien que compartiera sus mismos sentimientos, compartir una vida juntos, ver crecer a sus hijos... tal vez era demasiado idealista. Era joven, tenía 25 años, pero sabía lo que quería.

Tras descubrir a Jacob con Leah decidió marcharse de Forks. Las noticias corrían rápido en ese pequeño pueblo y bastante dolida se sentía como para soportar comentarios y miradas de aquellas personas. A su padre le molestó bastante que se marchara, y el engaño de Jacob... se prometió a sí mismo que la próxima vez que conociera a algún chico que estuviera saliendo con Bella trataría de conocerle en vez de sacar conclusiones apresuradas, como hizo con Jacob. Le caía demasiado bien su padre y nada le hubiera gustado más que ver al hijo de Billy con su hija. Claro que no después de esto.

Al llegar a Washington, Bella encontró rápido un trabajo como secretaria para Mike. Ahora se preguntaba si realmente la había contratado por su eficiencia o porque se había sentido atraído por ella. Aunque, no tenía sentido seguir dándole vueltas a la cabeza. Se prometió que únicamente se iba a centrar en su trabajo y las relaciones sentimentales las dejaría aparcadas durante unos años y que si alguna vez se volvía a encontrar un tipo como Mike o Jacob le dejaría las cosas bien claras desde un principio. Después de todo, parece que al final su padre tenía razón, no pasaba nada por esperar un tiempo.

Bella no sabía muy bien a dónde iba a ir pero se acordó de Alice y se dijo que qué mejor lugar para olvidar que San Francisco. Estaba a la otra punta del país y necesitaba tomar distancia y empezar de cero. Lo cierto es que tenía muchas ganas de ir y conocer la ciudad, y ver a Alice. Hacía mucho tiempo que no la veía. Se habían conocido cuando ella estudiaba literatura en la universidad de Georgetown, ya que las dos compartían habitación, y desde el primer día se habían hecho grandes amigas. Alice era de California y había ido allí para estudiar su carrera, pero al terminarla se volvió a marchar a San Francisco. Siempre habían mantenido contacto, por lo que le pareció buena idea ir a California y reencontrarse con ella.

Por supuesto, cuando la llamó, Alice se puso muy contenta. Pasó casi dos horas explicándola todo lo que iban a hacer y a todos los sitios a los que la iba a llevar. La ofreció quedarse en su casa; pero Bella no aceptó, por supuesto. De todas formas parece mentira que no conociera a Alice. Al final la convenció para que se quedara hasta que encontrara trabajo y una buena casa donde quedarse. Bella no quería molestar, pero Alice le aseguró de que sus tíos estarían encantados de que estuviera allí; les había hablado tanto de ella que tenían muchas ganas de conocerla, y no les importaba en absoluto que se fuera a vivir con ellos. Tenían casa de sobra y siempre era bueno conocer a amigos de sus hijos, pues la mayoría de la gente que se acercaba a ellos lo hacía por su dinero. Pero Bella era distinta, se dio cuenta de ello a los cinco minutos de conocerla.

Le hubiera gustado para su hermano Edward. Era perfecta. El problema es que él ya estaba prometido. Era demasiado bueno y confiado; Alice sabía que todas las chicas que se le acercaban lo hacían, aparte de por su innegable belleza, por su cuenta bancaria. Y Tanya, su prometida, no era distinta. Pero Edward siempre lograba justificarlas de un modo u otro. Tampoco había tenido muchas mujeres a lo largo de su vida. Con 27 años vivía centrado en su trabajo. Mucha gente piensa en aquello de trabajar para vivir, pero él hacía todo lo contrario: vivir para trabajar. Se licenció hace unos años como abogado y con la ayuda de su tío abrió su propio despacho en el que trabajaba con Emmet, su cuñado y mejor amigo.

Los Cullen no habían tenido una infancia muy fácil: sus padres murieron en un accidente de tráfico cuando Rosalie, la mayor y esposa de Emmet, contaba con tan solo ocho años. Fue un golpe muy duro para ellos, pero gracias a que sus tíos Carlise y Esme se ocuparon de ellos, lograron salir adelante. La parte más difícil llegó cuando todos fueron a visitarles al cementerio. Alice, con solo cuatro años, era tan pequeña que no paraba de llorar diciendo que casi no se acordaba de ellos.

Desde ese momento, Edward, se prometió que sacaría adelante a su familia. Aunque estuvieran sus tíos, sentía que era su responsabilidad, tenía que hacerse cargo de sus hermanas. Por eso siempre estaba pendiente de ellas, cualquier cosa que querían él se las daba. Sabía que así podría estar malcriándolas y convirtiéndolas en unas niñas caprichosas pero sabía que sufrían tanto por la muerte de sus padres... afortunadamente ninguna de las dos fue caprichosa. Siempre estaban los tres muy unidos y se ayudaban en lo que necesitaban.

Edward estudió mucho y no se permitió ningún tipo de distracción. Era muy estricto en cuando a los chicos que sus hermanas llevaran a su casa. Aunque Rosalie fuera mayor que ella, él siempre había actuado como su padre y cada vez que llevaba a un chico a su casa, ella o Alice, les decía que como las hicieran el mínimo daño se las tendrían que ver con él. La relación de Edward con sus tíos era muy buena; al principio se mantenía un poco distante porque aunque sabía que ellos le querían mucho a él y a sus hermanas y solo querían cuidarles, pensaba que estaban tratando de ser sustitutos de sus padres. Pero al darse cuenta Carlisle y Esme de lo que pensaban, un día les reunieron a los tres y les dijeron que su intención no era sustituirles sino darles todo el amor posible como sus tíos que eran y a partir de ese momento Edward empezó a acercarse más a ellos.

Cuando terminó los estudios en el instituto se matriculó en la escuela de Derecho de Harvard. Rosalie estaba estudiando Arquitectura y a Alice todavía le faltaban un par de años, por lo que cuando se marchó a Massachusetts se sintió un poco culpable por alejarse de ella. Quería a sus dos hermanas, pero tenía especial predilección por Alice; la veía tan frágil que pensaba que cualquier cosa podía dañarle. En Harvard conoció a Tanya, y puede decirse que fue un amor a primera vista. Iban juntos a la misma clase y él primer día ella se acercó a él, y desde entonces no se habían separado.

Tanto Alice como Rose no sabían qué había visto Edward en ella. Si, era guapa, pero demasiado frívola y muy caprichosa, y cada vez que la veían se lo recordaban. Edward disculpaba a sus hermanas con Tanya, pensaba que como había sido siempre tan protector con ellas, se sentirían celosas porque las había dejado un poco de lado. Pero no era así; Tanya siempre las trataba mal cuando Edward no estaba. Tampoco les caía bien a sus tíos, solo la aceptaban porque estaba con Edward. La gota que colmó el vaso fue cuando él les comunicó que se habían prometido.

Fue una de las pocas veces en las que Edward discutió con sus hermanas. Ellas decían que si se casaba con ella, ni pensara que iban a ir a la boda para ver como se arruinaba la vida. Edward las dijo que se hicieran a la idea de ver a Tanya continuamente porque no la iba a dejar. Pensó que con el tiempo las cosas se calmarían, y aunque no llegaran a llevarse bien, al menos podrían reunirse sin que saltaran chispas como lo hacían siempre que Alice y Rose la veían. Edward era muy chapado a la antigua, por lo que seguía viviendo en casa de sus tíos con su hermana, incluso ahora que estaba trabajando como abogado.

Llevaba toda la tarde escuchando a Alice que mañana llegaba su amiga Bella para quedarse unos días. Casi sentía que la conocía mejor que ella. Todo el rato estaba hablando de si Bella para aquí, Bella para allá... lo cierto es que tenía curiosidad de conocerla. Alice nunca se había mostrado tan entusiasta con una amiga. Le había pedido que fuera a buscarla al aeropuerto, ya que ella no podía porque tenía que hacer una cosa muy importante, negándose a decirle qué era esa cosa. Alice le dio una foto de Bella para que la reconociera. Es hermosa, pensó Edward. Tenía el cabello oscuro, ojos del color del chocolate y una piel tan pálida que pensó que le vendría bien el sol de San Francisco. Tenía unos labios... stop. Se prohibió continuar la frase. ¿Cómo podía siquiera pensar en eso? Estaba felizmente comprometido con Tanya, y solo con ver esa foto, estaba pensando en sus labios. No lo entendía. Dejó de darle vueltas a su cabeza y bajó al garaje; se subió a su volvo y se marchó al aeropuerto para buscarla.


Espero que os guste esta historia. De momento os dejo el prólogo. En el próximo capítulo se conocerán los dos.