Con motivo retrasado de San Valentín viene este capítulo. ^^. Para las que estuvimos desplumando al pañaludo aquel, feliz día. Para las que la pasaron en pareja... que envidia, Na no es cierto, felicidades también.
Después de las horas de grabación de aquel día, Gilbert pudo ver otra vez al que siempre llevaría el apodo de "Señorito Podrido" para él. No había cambiado nada para él, salvo en el modo en que miraba a Elizabeta. Tal vez porque en la escuela debía disimular demasiado, pero ahora podía darle rienda suelta a todo su cariño por ella.
Tuvo que tragarse su orgullo para pedirle que si podían hablar a solas en el vestíbulo de la disquera. Él aceptó con mas o menos buen agrado.
-¿Qué es tan importante que no me lo puedes decir frente a ella?- le pidió saber.
-Gracias por entregarme la carta de mi madre. Es algo muy valioso para mí.- apenas pudo decir el albino, mirando al piso.- ¿Donde está? La buscaré.
Roderich cambió su postura aristocrática por otra mas afligida.
-Yo conversé con ella aquel día y le conté de mi trabajo. Estaba muy sola y pensé que le haría bien. Cuando supo en que colegio trabajaba me dio la carta para tí. Yo acepté entregártela, aunque no sabía como lo iba a hacer, considerando que me odiabas. La señora Hilda sonrió y se despidió muy agradecida de mí. Cuando fuí al día siguiente... las enfermeras estaban tendiendo la cama.
Gilbert sintió el corazón detenérsele por ese breve instante, el frío sudor que le recorrió la espalda.
-¿Por qué no...?
-Quise decírtelo muchas veces, pero tú me huías. Solo a través de Elizabeta pude entregárte la carta, tarde eso sí. Lo lamento.
Ambos pasaron saliva, sintiendo el golpe de tener que enfrentar años de rivalidad. Un silencio tenso que fue roto por la ídolo que entró para buscar a su prometido.
-¿Roderich? ¿Gilbert?- preguntó al verlos así. Gilbert volteó a verla, sonriendo con los ojos cerrados.
-Estamos bien.- respondió el señor grandiosidad- Gracias Roderich, de cualquier forma.
Casi a inicios de Febrero la banda y su integrante mas reciente viajaban a París para grabar el video promocional de su nuevo disco. Ahí Elizabeta tenía un pequeño compromiso de cantar para un concierto con varios artistas más para una buena causa.
-¡Enma, querida!- saludó a una de sus viejas amigas de colegio, que iban a visitarla al camerino. La muchacha también estaba felíz de verla.- ¿Como lograste pasar?
-Mi hermano es de ayuda.- sonrió feliz la rubia. Elizabeta entendió a lo que se refería- ¿Y como te va con el pianista?
-Ya sabes que nos casaremos el próximo junio. Espero puedas ser mi dama de honor. Bueno, tú y Mèi Mèi.
-¿Y el vocalista de la banda a la que te uniste, eh? Han discutido mucho en los foros en internet sobre su banda de lo bien que se verían. Y más desde que se descubrió que son muy viejos amigos.- añadió Enma, sentándose en un sillón.
-¿Como lo hicieron?
-... El poder de querer sonsacar el obsucro pasado de una ídolo que es mas blanca que una sábana. Y no encontraron nada más que eso, así que tu secreto de que eres una fujoshi está bien guardado.
-Menos mal.- suspiró de alivio- Enma si quieres ver el concierto desde primera fila...
-Claro que quiero. ¿A qué otra cosa vendría a París?
-A tramitar tus estudios, por ejemplo.
Entonces escucharon un aleteo por la ventana. Ambas muchachas miraron en esa dirección y vieron un punto amarillo y uno rojo. Este se hizo mas grande hasta que Gilbird II se posó en el tocador de Elizabeta. Traía un tulipán en el pico, con una nota "Suerte. Gilbert".
La muchacha estaba sorprendida al ver el pollito, no por el hecho de que supiera donde estaba, sino por la flor. Corrió a la ventana y encontró al albino, quien la saludó. Gilbird II volvió con su dueño y ambos desaparecieron luego entre la multitud.
-¿Fue Gil, verdad?- preguntó Enma, que ya estaba felizmente comiendo algunos de los dulces que había pedido Elizabeta como parte del "Contrato de Hospedaje"*. La susodicha seguía sorprendida por el detalle.- ¿Qué, acaso le gustas al egocéntrico de tu ex hermano y siempre mejor amigo?
-Yo lo sospechaba, pero en navidad me lo dijo al fin.- apenas pudo decir.
-¿Y eso te sorprende? Eres su confidente.
-No, no me sorprendió mucho que me lo dijera, lo que me sorprende es la flor, Enma.
-¿Porqué?
-Nunca le dije a nadie que me encantan los tulipanes.
Poco después de eso, Elizabeta le pidió a Gilbert que se vieran en un café bistro para conversar mas calmadamente sobre aquella navidad, el tulipán y otras cosas. Ella vestía una blusa blanca, una chamarra negra y unos pantalones deslavados. Gilbert siempre rebelde, con sus tenis y su chamarra roja, una camisa gris y pantalones negros. Esta vez llevaba todo un ramo de tulipanes.
-¿Como supiste que me encantan?- preguntó apenas se sentaron. No estaba alegre, estaba mas bien preocupada.
-No lo sé. Cuando los ví pensé en tí y que sería bonito darle un regalo por el día de San Valentín.
Silencio incómodo. Los dos se concentraron en sus respectivos pedidos, ella un café capuchino y él una cerveza. Siempre cerveza.
-¿Y que supones que haga con lo que sientes, Gilbert?- le preguntó- No puedo aceptarlo porque soy yo quien al fin de cuentas más daño te ha hecho, pero tampoco puedo quererte de otro modo que no sea el de un hermano, un buen amigo.
-Sólo acepta que existe y ya. No te estoy pidiendo matrimonio ni nada, pero sería lindo si pudieras...
-¡Es eso! ¡No puedo, jamás podré! Yo sé que siempre voy a amar a Roderich pero no quiero que te encadenes a mí.- le tomó las manos y le miró a los ojos.-Lo siento, realmente.
Se levantó para irse de ahí, cruzando la calle, sola. Algo un poco impensable, considerando que era la mujer mas famosa del mundo. Sentía el corazón en la garganta por tenerle que hacer eso a su mejor amigo, pero no tenía alternativa.
-¡Eli!- gritó Gilbert,- ¡Espera!
Ella no volteó, pero de repente algo la aventó contra la otra acera. Escuchó un chirrido de frenos y que algo chocaba contra un camión. Con pánico vió el momento en que pasó todo, resumiéndose en el grito desgarrador que brotó desde lo mas profundo de sí
-¡Gilbert!
Chan chan chan
NOTA
En los contratos que hacen algunos famosos, resulta que pueden pedir LO QUE QUIERAN (Así sea un tigre de siberia), es llamado "Contrato de agasajo".