Los personajes de Bleach no me pertenecen.

Tōshirō siente unas infames ganas de poder rodear su mano en ese cuello delgado y pálido, pero después una furia innecesaria se apodera de él y desea apretar ese cuello. Porque ella empieza a chillar.

Enano. Pervertido. ¿Capitán? ¡Ja!.

Sí, ella misma se busca la dificultad de tener como enemigo al capitán de la división diez. Intenta en vano bajar sus emociones, como el hielo, tenía que ser como el hielo, pero ella no se da por vencida, ya quizás por ver que él empezaba a perder curiosidad (No, más bien, él empieza a hacerle el vacío, no verá y ya está) y se acerca al enano cabrón y dice, no sin antes desafiarle con la mirada.

―¿En serio eres un Capitán?

Pregunta con tono serio y chispa de burla. Sus ojos relucen, lentamente la vena que mantenía a buen recaudo en su cabeza para no estallar se rompe y él aprieta, fuertemente, quizás con demasiada fuerza, sus hombros y apega su rostro a la de la chica.

—¡Tu eres más baja que yo! —gruñe al final, no sin antes asesinarle con la mirada. Ella se ruboriza primero, luego muerde el labio inferior con fuerza y él no deja de pensar que sería sumamente atractiva con ese rubor permanente, pero al final sale de su ensoñación cuando ella golpea con la punta de su pie su pierna, gime y suelta sus manos del cuerpo femenino.

—¡Pervertido! ¡Lisa, Lisa, este Capitán es un pervertido! ¡Me estaba metiendo mano!

Grita a todo pulmón, llamando la atención a más de uno, Tōshirō sintió la sangre subirle por el rostro y detenerse en sus mejillas pálidas.

—¡Oh…!

—¡Yo no te estaba metiendo mano!

Le chilla enfurecido. No se da cuenta y realmente hubiese preferido no darse cuenta de ello, que hasta Byakuya le mira, quizás con demasiada frialdad (bah, es habitual en él) y luego sacude la cabeza, y una parte de él piensa que Byakuya se esta riendo de él, que se burla y piensa que es demasiado niñato. Tōshirō siente más fuerte el rubor en su rostro y gira, clara muestra de que no quiere nada que ver con esa mujer enana sin pecho y con un diente de sable en la boca, porque sí, ese diente es un colmillo.

—¡Enano! —grita con más fuerza, casi todos los escuchan.

Mientras se marcha, poco a poco rehuyendo las miradas de los demás capitanes ella sigue insultando.

¡Qué poco respeto a un superior!