TITULO: La Prueba

Capítulo: 3/3

Libro: Harry Potter

Pairing: T/N

Category: Clasificándose como Sweet, Angs, Romántico y quizá algo más.

Raiting/Warning: PG-13, corazones rotos, Celos (bastantes) antecesor de El Trato (vamos, que si ya lo leíste sabes lo que habrá)

Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de Harry Potter, pertenecen a su Creadora J. K. Rowling y a sus respectivos socios comerciales. Ésta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos. Lo único mío son la historia, las ideas y OCC (Personajes originales). De todas maneras si te gusta la historia y quieres publicarla, te pediría que antes lo consultes conmigo.

CAMPAÑA LE FAY : No permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo, así que si conoces una historia Robada, por favor denúnciala a sus respectivos dueños. No es justo que nuestras horas de dedicación se vayan a la basura y se vean inmiscuidas en una total falta de respeto para el Autor y los lectores. Entre más luchemos, más saldremos adelante. ALZA LA VOZ, NO TE QUEDES CALLADO ANTE EL PLAGIO.

Tiempo: Anterior a El Trato

En calidad de Universo Alterno.

FEEDBACK: katrinna_le_fay arroba .mx ó katrinna_le_fay arroba

MSN:shania_xs arroba

FACEBOOK:katrinna_le_fay arroba

Nota:Esta historia, por ser lo que es contiene OCC en los personajes (creo que eso está claro desde el momento en que se llama: FanFiction) y Slash. Si no te agrada esta temática, entonces no lo leas. De esa manera te ahorrarías algún sentimiento de contrariedad. Pero si te da curiosidad, entonces adelante. Recuerda que yo no me hago responsable de nada ya que es tu decisión. Gracias.


Noah Hobbs tenía algunos años ejerciendo como abogado. Era alrededor de tres años mayor que él y por tanto conocía perfectamente bien los movimientos legales y ministeriales. Había obtenido sobresaliente en todos los cursos del ministerio y en la actualidad trabajaba en una firma independiente que también hacía "Pro-Bono".

Según los informes, muy pocas personas tenían queja sobre él y en esos se incluían algunas personas que habían tenido la desafortunada gracia de perder alguna apelación o juicio.

En otras palabras, era un abogado competente y muy capaz de hacer que todo funcionara.

Theodore arrojó sobre su escritorio la carpeta verde con la información del abogado y se recargó en su silla. No había resistido la tentación de investigar más a ese hombre que permanecía al lado de su esposo como su abogado. Mucho menos y después de ver cómo se comía a Neville con la mirada.

Podía soportar la competencia laboral, estaba listo para ganar a como diera lugar, pero algo que no toleraba era que se metieran con lo suyo y en eso se incluía su esposo.

-¿Theo?

Elevó la mirada, encontrándose la figura enfundada en verde de Adiel Dubois.

-¿Acabas de llegar?

-Más o menos.-Señaló el francés, sentándose frente al abogado.-Luces preocupado, Theo.

El aludido negó.

-Cosas sin importancia. ¿Qué es lo que dijo el ministro?

El francés había tenido una reunión privada con el ministro en dónde se aclararon los puntos que había ido a buscar a Gran Bretaña. Solo restaban algunas pequeñas cosas para que su labor en el país concluyera.

-Bastante bien.-Sonrió Adiel.-Mejor de lo que creí.

-¿Ah sí?

-Shacklebolt está contento.

-Me imagino que será por la finalización de la alianza.-Señaló el abogado, mirando atentamente los ojos grises que chispeaban.

-Quisiera decir que así es, querido, pero me temo que todo se debe a otra cosa.

Theodore no supo cómo interpretar la sonrisa del otro.

-Al parecer tú esposo es el culpable de su felicidad. No me ha dicho todo, claro, pero lo poco que me ha dicho ha sido…fascinante.

Nott enarcó una ceja y prestó total atención al que hablaba.

-Al parecer tú esposo ha hecho algunas apelaciones sobre algo referente a sus investigaciones y el ministro ha quedado tan fascinado que está, en este mismo momento, decretando alguna ley. Con Shacklebolt tan ocupado, no creo que sea muy difícil que la alianza se forme de una vez.

Theodore lo sabía. Aprobar cualquier cosa únicamente para dedicar su atención a lo que era importante en ese momento para el ministro, sería prácticamente un obsequio.

-Vaya, pensé que estarías brincando de felicidad.

-Como si yo fuera a hacer eso.-Masculló Nott.

-¿Pero qué te sucede? ¿Amaneciste de mal humor? No recuerdo que te pasara eso tan a menudo.

-Las cosas cambian, Adiel. Ya no soy aquel muchacho inquieto que pretendía comerse al mundo.

-No.-Negó el francés sin perder su coqueta sonrisa.-Porque ya te lo has comido. Ahora solo queda un hombre sumamente interesante y…casado. Aun escucho la palabra y no lo creo.

El abogado enarcó una ceja.

-¿Por qué?

Ambos se miraron intensamente un momento antes de que el Francés volviera a sonreír.

-Creo que no es necesario que responda a eso, ¿verdad, Theo?

Él lo sabía pero aun así…

-¿Qué te parece si almorzamos juntos?

-Lo siento.-Negó, sorprendiendo al otro.-Tengo que ir a los juzgados.

-¿Para qué?

-Debo concluir un caso y hoy es la fecha del juicio.

-Oh. Entiendo.-Murmuró el francés con algo de decepción.- ¿Entonces la cena?

Theodore se levantó de la silla y lo miró con bastante intensidad.

-No lo sé, Adiel. Aun debemos solucionar algunas cosas y aunque no nos llevará mucho tiempo, son los aspectos finales.

-Estoy consciente de todo eso pero ten en cuenta de que en breve regresaré a Francia y ya no nos veremos.

Algo dentro de Nott se removió con inquietud. Mucho tiempo atrás, cuando él y el francés tuvieron algo y este se despidió de esa raquítica manera, toda su vida cambió drásticamente.

Adiel Dubois era un remolino lleno de sensualidad y cadencia, listo para encender fuego en un segundo. Era consciente que sus coqueteos aun surtían cierto efecto en él, pero ya no era el mismo cuyas sensaciones lo habían hecho meditar alguna vez sobre dejar todo y seguir al que continuaba sonriendo.

-Nos veremos más tarde.-Señaló, desapareciendo en las flamas verdes de la chimenea.

El francés por su parte se recargó en la silla. En el pasado las cosas habían resultado mucho más entretenidas con Theodore, en la actualidad estaba sujetos a muchas ataduras y una de ellas se llamaba Neville Longbottom.

No era que creyese que el medimago era malo, solo un poco aburrido comparado a las locuras que Theodore y él habían llegado a hacer.

Definitivamente el hombre que había conocido alguna vez y el que acababa de irse eran muy diferentes, casi como polos opuestos. Antes de viajar a Londres, se emocionó con la posibilidad de encontrarse con Nott y revivir un poco de lo que habían dejado inconcluso. Ciertamente podía ver que aun causaba conmoción en el apuesto abogado, incluso sus convivencias, sus charlas, sus recuerdos y la noche en que habían dormido juntos fue sensacional, pero ya nada era igual.

-Quizá no debí dejar las cosas así cuando me fui.-Se dijo, pensando detenidamente sobre lo que estaba intentando hacer con el abogado.

Por su parte, en los juzgados, Theodore saludó a la mujer que le sonrió agradecida.

-¿Cree que logremos ganar?

-Por supuesto.-Aseguró el abogado con cierta arrogancia.-Verá que para esta misma noche tiene de regreso a su hijo.

Un caso de custodia. El ex esposo de su clienta demandaba la custodia total de un niño de nueve años que por el momento permanecía bajo vigilancia del ministerio. Con las nuevas leyes, asuntos triviales como ese se habían vuelto bastante delicados, sobre todo con el número de huérfanos tras la guerra. Para el ministerio no había cosa más delicada e importante que un niño, por tal motivo casos como ese eran tratados minuciosamente.

-Mi ex esposo no comprende que yo puedo darle la estabilidad que Richard requiere. Él se empeña en…

-Lo tengo presente, señora. Pero si deseamos ganar, es necesario que siga al pie de la letra lo que hemos pactado.

La mujer asintió. Ciertamente su divorcio había sido complicado y ese tramo resultaba bastante amargo. Lo único que deseaba era tener de regreso a su hijo.

Nott ni siquiera se preocupaba por el caso, sabía que lo tenían prácticamente ganado por eso en cuanto entraron a la sala de juicios, se dedicó a explicarle a su cliente una vez más el plan a seguir.

Sin embargo cuando la contraparte hizo acto de presencia, Theodore Nott se tensó. Del otro lado, saludando a algunos presentes y como abogado del ex esposo de su clienta, Noah Hobbs.

Nott sintió repentinamente que todo su cuerpo se llenaba de odio desmedido y se juró hacerlo trizas sin piedad alguna.

-Caso 4578 A-32 da inicio.

Noah había aceptado ese caso únicamente porque su pobre cliente se encontraba desesperado. No tenía ni un Knut, su cuenta en Gringotts fue retenida después de que el divorcio comenzó y desde entonces vivía de caridades por parte de sus amigos. El caso había conmovido su corazón y por tal había decidido ayudarle. Tenía plena confianza en que ganarían, sin embargo cuando miró a su contrincante supo que la pelea sería a muerte.

-Señoría.-Señaló Theodore con convicción.-No creo necesario todo esto. Mi cliente está consciente de que el divorcio fue inminente y se encuentra preocupada por el estado de salud de su hijo.

-El niño está siendo cuidado de la mejor manera, no tiene razón de preocuparse.-Señaló la jueza, una mujer dura y poco sentimentalista.

-Lo sabemos.-Asintió Nott medio sonriendo.-Pero siendo ella madre no podrá…

-Mi cliente exige por lo menos la mitad de lo que exige la demandante.-Protestó Noah, mirando directamente a los ojos negros de la juez.-O al menos la totalidad de la custodia.

-Lo tengo en cuenta.-Señaló la juez.-Y está siendo un caso difícil a pesar de los probables y obvios resultados.

Noah lo sabía. Por lo regular las madres solían ganar las custodias, no había mucho que decir al respecto, pero confiaba en que esa vez diferiría.

-Pero mi cliente exige investigaciones más profundas para que sea él quien pueda quedarse con su hijo.

-¡Maldito petulante!-Gritó la mujer, mirando fijamente a su ex esposo que ni siquiera se movió.

-Tenga paciencia.-Recomendó Nott, cuando la juez lo miró con advertencia.-Si no sigue el plan, podría echar a perder las cosas.

La mujer bufó y se cruzó de brazos.

-De acurdo.-Señaló la juez después de un momento.-Esto será tardado y es mejor comenzar. Sus casos, caballeros.

De ese momento en adelante, ambos abogados se esmeraron en demostrar que sus respectivos clientes eran los más indicados para quedarse con el infante.

Noah pudo sentir una presión incomparable, Theodore Nott estaba imponiendo bastante con las pruebas circunstanciales y él no podía rendirse. Cualquier paso en falso sería su perdición.

Theodore se dio cuenta de lo buen rival que Hobbs resultaba, pero no iba a permitirle ganar. Ante todo estaba su reputación y también cierta afrenta que no estaba dispuesto a perder.

-Lo que el abogado del señor Sharrow señala, son factores sin relevancia. Yo estoy demostrando que mi clienta es la más adecuada para…

-Quizá lo digan de esa forma porque es mujer.-Interrumpió Noah con rapidez.-Pero yo voy a demostrarles que no únicamente por eso es digna de criar a un niño que necesita toda la estabilidad del mundo.

Y sin que nadie pudiera preverlo, Noah Hobbs presentó un pensadero donde bastó agregar algunos recuerdos provenientes de su cliente para mostrar lo que deseaba.

En esas circunstancias, por lo menos la juez, los abogados e implicados debían de entrar a los recuerdos, así que de manera rápida y formal lo hicieron. Pero Theodore nunca imaginó que lo que encontraría fuera razón suficiente para que el fallo se diera a su contrincante.

"Excesivo uso de pociones relajantes, libertinos encuentros sexuales con hombres y mujeres de dudosa reputación y avaricia encubierta para obtener la herencia que la abuela del niño le había dejado"

Ante eso, Nott no podía ganar y se vio así mismo perdiendo por tercera vez en su vida.

-Hizo un buen trabajo.-Señaló una voz a su espalda, una vez que su clienta se retiró del recinto por la fuerza.

Nott ni siquiera lo miró.

-Lamento que las cosas se hayan dado de esta forma, pero de no haber sido por los recuerdos suprimidos por un Obliviate y recuperados con bastante esfuerzo, jamás habríamos podido obtener la victoria.

Theodore se giró para mirar el rostro sereno del otro abogado. Se le antojó insoportable.

-No hace falta que me explique la acción que ha tomado, abogado.

-Noah, Noah Hobbs.

Por supuesto que sabía quién era, así que decidió dejarlo en claro.

-Quiero asegurarle que esta es la tercera vez que pierdo un caso y ante usted, sobre mi honor y mi vida juro, que será la última vez. La próxima vez que nos encontremos lo destrozaré vivo.

-No lo dudo.-Asintió Noah con firmeza.-Y me alegra que se tome esta derrota de esa manera.

Nott no dijo más, simplemente se giró y salió del lugar. Su orgullo se encontraba herido y nada más y nada menos que por el abogado de su esposo.

Más le valía a Noah Hobbs no aparecerse frente a él en un largo, largo tiempo y si era nunca, sería mucho mejor pues no estaba seguro de poder alegar demencia si le lanzaba un Avada.

Pero los deseos casi nunca se hacen realidad, por lo que un par de días después volvió a toparse con el abogadillo en su propia casa.

-...después de eso, la pócima fue un desastre.

-¿Y te riñeron?

-Eso es tonto preguntarlo.-Señaló el medimago con una inmensa sonrisa. -Snape era terrible. Cada vez que entraba al aula yo sudaba a mares y rogaba por no cometer un error ese día.

-Claro que era todo lo contrario, ¿cierto?

-Llegué a perder la cuenta de los castigos a los que me sometió…Snape era terrible pero creo que lo hacía por nuestro bien.-Señaló Neville con cierta nostalgia.

-Debemos agradecérselo entonces pues gracias a él, eres el genio que eres.

-Ah, tonterías.-Negó el medimago, pero la mirada firme del abogado lo abochornó un poco.

-Nunca he hablado más enserio en mi vida. Eres una persona maravillosa, Neville. En verdad me habría gustado conocerte antes.

El aludido se sonrojó, mirando que el hombre sujetaba una de sus manos con firmeza.

-Si pudieras permitirme.

-¿Qué?

El momento repentinamente había pasado de amistoso a íntimo y Neville tembló ante la caricia que estaban realizándole en la mano. Noah se acercaba a él y no estaba seguro de saber cuánto deseaba esa aproximación.

Pero no tuvo tiempo de saberlo, pues la firme voz de su esposo interrumpió lo que el abogado iba a decir.

-Buenas noches, ¿divirtiéndose?

Neville se soltó rápidamente del agarre de Noah y se levantó del sofá.

-Llegas temprano.-Anunció el medimago, mirando el reloj.

-Al parecer no tan temprano.-Objetó su esposo, mirando atentamente al hombre que se levantó del sofá y le extendió la mano.

-Un gusto saludarle nuevamente.

Pero Theodore ignoró el gesto del otro abogado quien terminó por bajar el brazo.

-¿Qué haces aquí?-Demandó, fulminando a Noah con la mirada.

-Estoy…

-Es mi abogado, ¿ya se te ha olvidado?

La interrupción de Neville solo provocó que el entrecejo de su consorte se frunciera más.

-No, ¿cómo podría hacerlo?-Señaló en tono mordaz.- ¿No es un poco tarde para arreglar asuntos del trabajo?

-Lamento la irrupción.-Dijo Hobss en tono paciente.-No me había percatado de la hora.

-Qué casualidad.-Dejó salir Nott, mirándolo con cierta sorna.-No me esperaba eso de un buen abogado que respeta el tiempo de sus clientes. Yo esperaría, al menos, un poco de prudencia para que entendiera las ocupaciones de su cliente después de sus asuntos laborales.

-¿Cómo cuales?-Indagó un poco impaciente el que estaba sintiéndose agredido.

-La cena, por ejemplo. Es un rito sagrado entre MI esposo y yo.

Ambos se miraron en un segundo de rivalidad que casi podía pasar desapercibido.

-Lo he invitado a cenar, Theodore.-Intervino el medimago.-Creo que estoy en mi derecho dado que es mi abogado y amigo.

El de ojos azules miró con cierto enfado a su consorte quien le sostuvo la mirada con altivez y molestia.

-¿Verdad, Theo?

Neville estaba insinuando muchas cosas con la mirada y no tuvo más opción que darse por enterado. Así que sujetando con fuerza la capa de viaje que se había retirado, volvió a mirar al intruso.

-No tengo hambre.

Y desapareció de la sala.

-Lo lamento.-Señaló Noah, una vez su cliente suspiró sonoramente.-No quiero causarte problemas con…

-No, está bien.-Dijo, medio sonriendo.-Han sido días difíciles para ambos.

-¿En verdad?

-Sí, bastante. Estamos atravesando una pequeña diferencia, es todo.

Noah no lo suponía así pero prefirió no agregar nada. La sonrisa bonita de Neville quedaba mejor en su rostro que la tristeza o el enfado.

-Entonces, ¿listo para cenar?

El abogado asintió y siguió al medimago hasta el comedor, dónde les aguardaba una exquisita cena.

En su despacho y a punto de hechizar cualquier cosa que se moviera, Nott maldecía su suerte, a la vida, los días nefastos desde aquel juicio y sobre todo al hombre que estaba en ese momento cenando con su esposo.

Algo no estaba bien, algo estaba saliéndose de control y pronto llegaría a un punto sin retorno en el cual no deseaba pensar.

Se dejó caer en el sofá frente a su chimenea. Odiaba a ese tipo, lo detestaba como no había hecho con nadie en su vida. En primer lugar por haberle ganado y en segunda, y más importante, por permanecer con Neville. No hacía falta que nadie se lo dijera, el tipo ese babeaba por su esposo y a este parecía agradarle.

"Me gusta y pienso conservarlo"

Había dicho Neville aquella noche. La sola memoria le causaba tensión, pero sobre todo deseos de salir y aniquilar a su contrincante.

¿Qué sucedía ahí?

No entendía muy bien las cosas, solo deseaba que todo regresara a lo que era antes. A Neville y a él, nada más.

De pronto se sintió terriblemente desesperado y la sola sensación, el solo pensamiento de que Neville siguiera distante hasta el punto de poder abandonarlo, le causó terror.

Se había enfrentado a millones de cosas en su vida, había aprendido otras tantas para protegerse a sí mismo y crecer en su trabajo. Había conocido a muchas personas y perdido a otras, pero nada lo hizo sentir como en ese momento en que la posibilidad de perder a su esposo se encontraba tan clara y cercana.

No podía permitir eso, simplemente no podía y debía hacer algo que no requiriera de infringir leyes o utilizar maldiciones.

Así que se levantó del sofá y pretendió dirigirse al comedor, pero la oportuna aparición de cierta persona se lo impidió.

-Hola, Theo.

El abogado miró al francés que acababa de salir de su chimenea privada.

-Adiel.-Saludó con una inclinación de cabeza.- ¿Sucede algo?

El muchacho negó, sacudiéndose el hollín.

-Solo me apeteció venir, espero no molestar.-Sonrió, con ese toque coqueto que lo caracterizaba.

-Lo siento, Adiel, pero no es buen momento.

-¿Por qué? Te noto tenso, ¿de nuevo problemas legales?-Indagó el francés, acercándose al abogado, pero apenas elevar los brazos para posarlos en el cuello del otro, este lo detuvo.

-Creo que debemos terminar aquí, Adiel.

El aludido parpadeó confundido.

-¿Disculpa?

Theodore se alejó un paso, enfrentando los ojos grises que lo observaban detenidamente.

-Hemos terminado con los asuntos que te trajeron hasta mí y dejando eso de lado, no creo que tengamos nada más que ver.

-Oh, Theo.-Rió el francés, acercándose a quien volvió a alejarse.-Eres un tontito. Claro que tenemos qué ver, y mucho.

Pero el abogado nuevamente impidió que el francés lo abrazara. Hasta ese momento, hasta ese segundo fue consciente de que todo ese caos era causado por él. Era tiempo de terminarlo.

-Fuiste importante para mí.-Señaló Theodore, mirando fijamente a quien repentinamente se enserió.-Tú sabes que lo fuiste pero no puedes esperar que después de años siga poniéndote en primer lugar.

-¿Por qué no? Siempre lo has hecho. Siempre me has antepuesto a cualquier cosa, incluso al ministerio, a tú trabajo que es lo que más te importa.-Repeló el otro, frunciendo el entrecejo.

-Quizá lo hice, pero ya no más Adiel.-Dijo Nott, mirando con firmeza al que continuaba observándolo con cierta impaciencia.-Te dije que no era el mismo de antes y por consiguiente mis prioridades han cambiado.

-No puede…

-¿A caso pretendías que todo fuera igual que antes?, ¿Qué efectivamente, dejara todo por ti? Si es lo que pensaste, déjame decirte que estás muy equivocado, Adiel. Hay cosas, personas que son importantes para mí. Mucho.

-¿Cómo tú esposo?-Indagó el francés con mofa.

-Sí, él.

Dubois entonces rió con ironía.

-Por favor, Theodore. Si fuera importante para ti no habrías permitido el coqueteo. Sigues siendo el mismo que conocí y así serás siempre.

Nott frunció el entrecejo.

-Quizá soy más idiota, voy a admitirlo.-Señaló, cruzándose de brazos.-Pero no pongas en tela de juicio la importancia que tiene Neville para mí. Él es mi todo y no pienso olvidarlo jamás.

-Eso quiero verlo.-Murmuró el otro con desdén.

-No me interesa si lo ves o no, solo quería decirte esto.

Pero el francés no se daría por vencido tan pronto, así que se acercó al abogado, con agilidad lo abrazó y entonces lo besó.

La primera reacción de Nott fue de sorpresa pero al segundo siguiente se separó bruscamente del que sonrió.

-¿Lo ves? Aun hay algo.

Pero Theodore se alejó de él.

-Nada.

-Lo hay.

-Por favor, Adiel, ¿qué crees que hay?

-Aun no me has olvidado. Puedo sentirlo cuando me miras, cuando me sonríes, cuando ríes, cuando me tocas. Sé que aun sientes algo por mí.-Señaló, hablando con seducción.

Theodore lo miró y efectivamente aceptó que algo dentro de sí aun se estremecía cuando miraba al francés. Pero ese algo, el recuerdo de la persona que alguna vez se interesó más que bastante en el francés, había quedado atrás. Quizá lo que experimentaba eran secuelas del pasado, algo que tal vez cualquiera podía tener. Sin embargo él lo había dicho, era otra persona y así se lo dejaría claro.

-Te fuiste sin que te importara nada. Regresaste a Francia aun cuando teníamos algo que yo consideraba importante, lo más importante hasta ese momento para mí. Solo te largaste con unas cuantas palabras y una sonrisa, ¿creíste que después de eso seguiría albergando algo por ti?

-Ibas a dejar todo para irme a buscar.-Defendió el otro, temblando un poco ante la sonrisa irónica del abogado.

-Iba, tú lo has dicho. Pero nunca lo hice.

Adiel siempre se había preguntado la razón de eso y aun así…

-¿Quieres saber la razón?

Su ego se lo exigía, claro que sí. Por eso afirmó con la cabeza.

Theodore solo sonrió, relajando sus facciones.

-Por Neville.

El francés enarcó una ceja.

-¿Qué?

-Fue por Neville, porque lo conocí.

Adiel Dubois siempre había gustado de divertirse y buscar a alguien adecuado para hacerlo. Cuando años atrás fue invitado a estudiar en Gran Bretaña, se sintió extasiado con la idea de conocer a personas interesantes que compartiera un buen momento con él. Supo, desde que su mirada se cruzó con la decidida de Nott, que ambos pasarían más que un buen momento. Así había sido, naciendo una especie de extraña relación entre los dos que finalizó con su regreso a Francia.

Jamás le dio la importancia a eso que tenía con Nott e incluso a sus oídos llegó el rumor de que el abogado estaba pensando seriamente en ir a buscarlo. Eso había acrecentado su orgullo y esperó por él pues a pesar de todo, lo habría disfrutado.

Pero el tiempo siguió avanzando y Theodore jamás se presentó a su puerta buscándolo, todo lo contrario. Fue, unos años después que se enteró de su enlace con la sensación médica del momento y algo dentro de él se encendió.

Era cierta su cercanía con la ministra de su país, pero para las negociaciones con Inglaterra se había elegido a una persona con muchos más conocimientos que los suyos sobre relaciones internacionales, pero el deseo de volver a mirar a Theodore Nott había podido más, permitiéndole filtrarse en un terreno que lo llevó directo a Londres.

Mirarlo después de tanto tiempo había sido un shock emocional terrible pues si antes, el abogado había sido apuesto, nada se comparaba con lo que la experiencia y unos pocos años más le habían regalado. Entonces lo quiso de nuevo para él y a pesar de su esposo y de todo lo demás, por un momento lo logró. Momento que al parecer había sido solo un espejismo.

-Antes de ti no me había interesado en nadie, solo mi futuro, pero contigo experimenté cosas que me cambiaron por completo. Cuando te fuiste pensé que debía ir a tú lado para retenerte, sin embargo la vida me puso en el momento y situación indicada para conocer a Neville. Un hombre famoso por sus logros revolucionarios, pero tan sencillo como nadie que hubiese conocido. Estaba acostumbrado a tratar con escoria y prepotencia, incluso a luchar por la supervivencia, pero solo una charla, una charla tranquila y trivial que se dio en el jardín de la mansión del ministro me hizo ver las cosas de diferente manera. Neville era un ser único y tan diferente a todo que no pude más que caer ante él sin remedio, y juro que por él puedo caer tan bajo que no me arrepentiría. Por su mirada, por su sonrisa, por un solo roce de sus labios puedo matar sin contemplación o suicidarme sin buscar una razón. Neville me cambió, se convirtió en mi mundo y nadie podrá jamás hacérmelo olvidar ni arrebatármelo.

Adiel le sostuvo la mirada al otro hombre y un momento después, cuando supo que no podía refutar ese argumento, suspiró.

-Comprendo.-Dijo.-Creo que…será mejor que me retire.

Nott asintió, mirando al francés caminar hasta la chimenea. Pero antes de que desapareciera, habló.

-Si él…se fuera de repente, tú… ¿irías a buscarlo?

Theodore respondió al instante.

-Nada me detendría.

Adiel sonrió y con una inclinación de cabeza desapareció.

Nott cerró los ojos. Las negociaciones estaban concluidas así que no tenían más que tratar. Pensó en ceder su lugar como intermediario entre Francia e Inglaterra a alguien más. No por evitar ver al hombre que acababa de marcharse, sino porque sabía que no tenía caso continuar así.

Las cosas debían seguir como se habían escrito y no se arrepintió de ello. Algo mucho más importante esperaba por él, una persona que jamás apartarían de su lado, nadie, ni siquiera él y sus estupideces. Debía ir a recuperarlo.

Neville escuchaba a medias a Noah, la realidad era que continuaba pensando en su esposo.

No podía dejar de pensar sobre la situación en la que se encontraban y el no hablar los estaba llevando a alejarse como nunca antes.

Su relación se basaba en el respeto mutuo, en la comunicación y en la aceptación. Jamás habían violado eso hasta ese momento, y ese hecho lo estaba volviendo loco. Necesitaba hablar con Theodore sobre lo que sucedía y solucionar las cosas antes de que pateara al francesito tan fuerte y en lugares poco dignos de recuperación rápida.

-¿Neville?

-¿Eh?...Lo lamento, Noah, ¿qué me decías?

El hombre sonrió, dejando la servilleta en la mesa y levantándose de su lugar para caminar hasta el que por instinto hizo lo mismo.

-Lo lamento, es solo que estaba pensando en lo que el ministro nos dijo sobre…

-Me gustas.-Reveló el abogado, dejando muy sorprendido al medimago que comenzó a tartamudear.

-Yo...no, no, no…Noah….el traba…trabajo, tú…yo…mi…

Noah sonrió y detuvo su palabrería con un beso en su frente.

-Me gustas, no puedo decirte con exactitud la razón pero me gustas. Eres una persona increíble que lamentablemente no será jamás para mí.-Indicó, mirando atentamente los ojos sorprendidos del otro.- ¿Por qué no vas y solucionas esto?

-Pero…

-Es algo que te molesta, que te inquieta y te resta concentración. Además es tú esposo, no puedes dejarlo así o alguien más se interpondrá entre ustedes y los separará.

La sola palabra hizo estremecer a Neville. ¿Separarse? No, él amaba a Theodore y ni siquiera podía concebir esa espantosa palabra.

-Yo podría fácilmente hacerlo. Tengo mis trucos.-Guiñó el abogado, sonrojando al medimago.-Sé que te agrado y que solo un empujón muy pequeño bastaría para llegar a donde quiero. Pero no lo haré. Creo que tú sonrisa depende de tú esposo y aunque no te conozco lo suficiente, se que él te hace falta.

No era necesario ni decirlo porque era evidente que Theodore le hacía falta hasta para respirar. Así que con una débil sonrisa asintió, permitiendo que el abogado lo besara esta vez en la mejilla para después mirarlo desaparecer por la chimenea.

Si, quizá no le era indiferente pero su esposo, Theo era su universo y esos días habían sido espantosos sin él.

Desde que se conocieron de aquella forma sencilla y poco peculiar, había sabido que el hombre de ojos azules era especial. Jamás había dudado de eso y ante las irregularidades de esos días no podía continuar indiferente ante la crisis que estaban viviendo, así que enfilando hacia el despacho de su esposo se propuso aclarar las cosas, como siempre. Habían olvidado la comunicación que era vital en su matrimonio.

Sin embargo cuando pretendía entrar en el despacho, la voz conocida de Adiel Dubois le hizo hervir la sangre. En primera instancia pensó en entrar y por fin darle su merecido al francesito, sin embargo escuchar la conversación entre él y Theodore lo llevó a enterarse de cosas que desconocía pero sobre todo a enamorarse, una vez más, del hombre que tuvo enfrente a los pocos minutos de que el francés se fuera.

-Hey.-Murmuró Theodore al toparse con su esposo en la puerta de su despacho.

-Hola.-Sonrió el medimago.

-Iba a buscarte.

-¿En serio?

-Si… ¿en dónde está…?

Neville no detuvo el impulso de abrazarse a su esposo y sentir después de días, su cuerpo contra el suyo. Lo había extrañado tanto.

Nott estrechó el cuerpo de su consorte y casi de inmediato buscó sus labios para volver a degustar lo que tanto había extrañado.

-Te amo.-Susurró Nott.

-Y yo a ti.-Agregó Neville, ocultando el rostro en el cuello de su esposo.

En ese momento no hablaron de nada, solo se dedicaron a sentirse mutuamente, a volverse a reconocer, a concebirse completos al fin.

Más tarde hablarían de todo y se jurarían nunca más volver a desconfiar o a olvidarse de hablar, porque el éxito de su matrimonio, de los cuchicheos, de las envidias, de amarse tanto sin agotar el amor radicaba precisamente en hablar, en confiar, en respetarse y en que Nott mantuviera alejado de su esposo a cualquier alimaña que deseara llevárselo.

Harry Potter nunca entendería la razón de ese perfecto matrimonio y Neville Longbotton jamás le hablaría de la prueba tan difícil a la que se habían enfrentado. Eso y que el secreto era encelar, solo un poquito y de vez en cuando, a su esposo quien no toleraba a nadie que se le acercara, lo mirara, le sonriera, retuviera su atención ni mucho menos que fuera Irlandés como su amigo Seamus quien, acostumbrado a la celotipia de Theodore Nott, gustan verlo correr a Hogwarts para llevarse a su esposo y recordarle, de esa forma loca que los Slytherin posesivos y celosos tenían, cómo y cuanto amaban a su inteligente Gryffindor.

Un recuerdo y un secreto que solo él, sabría.

FIN


Muchas gracias por volverme a acompañar en este recorrido. Sin ustedes esto jamás habría existido, así que no tengo cómo pagarles más que con esto.

Espero poder hacer un par de historias navideñas, así que estén atentos a eso ^^

Gracias por todo y recuerden que sus comentarios me hacen brillar.

Un saludo muy grande y que la vida nos vuelva a encontrar, su amiga:

Katrinna Le FaY

Diciembre 2010

PD1: Sigan apoyando la campaña Anti Plagio porque entre más seamos más podremos alzar la voz ^^

PD2: Derechos reservados. Todo lo que se encuentre escrito bajo el nombre de Katrinna Le Fay o KLF se encuentra registrado.