DISCLAIMER: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son del genial Kishimoto-Baka-Sempai~ La nueva generación sí, es mía

Advertencias: Ninguna~

Dedicado a: Uchiha Tamatsuki, Bella-Chan y CocodriloDeLaCaleta, por sus maravillosos dibujos! *^*

Capítulo 24

Ami alzó la cabeza, desafiante, el pelo le rozó la cintura que la camiseta dejaba desnuda al hacerlo, provocándole unas leves cosquillas que ignoró mientras cruzaba los brazos bajo el pecho. El hombre encapuchado hizo una mueca de asco.

—¿Qué?

—Que lo dejo.—Repitió ella, decidida y lanzando el dinero sobre la mesa como si quemara. —Aquí está tu sucia recompensa, no haré nada contra Itachi Uchiha o Naomi Akira.

—¡Lo prometiste, zorra!

Ami sonrió. Zorra, sí, pero con principios, se dijo mientras cruzaba las piernas, orgullosa. El hombre se levantó, furioso, y por lo alto que era, ella podría afirmar sin miedo que no era el mismo de la última vez. Ladeó la cabeza, llena de curiosidad, mas ningún comentario salió de entre los voluptuosos labios cerrados.

—¡No puedes dejarlo, te arrepentirás de eso!—Amenazó.

Ami, siendo como era, se levantó también, en un grácil movimiento de bailarina se recolocó el pelo y sonrió, de forma coqueta, mientras guiñaba un ojo.

—Me arrepentiré más—afirmó.—si les hago algo a ellos.

Y, sin añadir nada, salió de allí. Ella no lo vio, pero el hombre sonrió tras las sombras que cubrían su rostro, los ojos le brillaron de aceptación mientras se relamía los labios.

Todo iba como se esperaba. Ami no viviría más allá de aquella semana.

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Kasumi había llegado justo a donde quería. Y Kokoro estaba asustada.

La Nara miró a su amiga, mordisqueándose el labio inferior en un gesto de nerviosismo y sin atreverse a preguntarle si aquello iba en serio, si aquel había sido su destino. La primogénita de Naruto tenía la mirada plateada decidida mientras corría, y la barbilla alta denotaba un orgullo inusual en esa chica tan tranquila. Tras un breve titubeo, Kokoro la siguió.

—¿Estás segura de esto?—Le murmuró, agachándose para esquivar un golpe enemigo y haciendo un sello. Su sombra atravesó limpiamente el estómago del hombre que había intentado matarla, salpicando a la chica y consiguiendo en ésta una mueca de asco. Otra vida que se llevaba.

—No.—Reconoció Kasumi, suspirando.—Pero es todo lo que se me ocurre.

El cuartel general enemigo, el lugar desde donde controlaban a todos los ninjas que peleaban en ese momento. Kasumi no lo sabía, pero Natsuki había estado allí unos meses antes, buscando una forma de destruír a aquellos hombres sin chakra. Kokoro se pegó a su compañera para cubrirla.

—No será fácil entrar. —Afirmó.

Kasumi se rió, era un sonido sarcástico, tan distinto al habitual dulce y suave de ella, que Nara se sintió levemente sorprendida. Miró a su compañera, con los labios entreabiertos, como si quisiera decir algo pero no tuviera muy claro el qué.

La rubia acarició su collar, tratando de serenarse con el tacto del cristal azulado, y respiró hondo para conseguirlo. Dos enemigos se les echaron encima, y a una, las dos muchachas les esquivaron con algo que debía ser sencillez.

—Por favor, Kokoro.—Respondió al fin Uzumaki, llena de sarcasmo. —¿Algo que nosotras hagamos es fácil?

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Natsuki chilló y se revolvió para escabullirse de un nuevo golpe, los músculos le dolían, aún resentidos, y estaba débil. No por nada no había vuelto a la lucha, y sin embargo, se debatía con uñas y dientes contra los enemigos que se afanaban en dejarla fuera de combate, defendiendo a Obito con la vida, literalmente.

Notó la piel de uno de ellos ceder bajo sus uñas, abriéndose desagradablemente en cinco largos surcos, un rugido de dolor mientras se alejaba de ella a trompicones, con una mano en la zona de la cara afectada. Los tres pararon un momento, con la mirada fija en la chica, la cual respiró hondo y alzó la barbilla, tratando de parecer segura de sí misma. A su lado, su clon se tambaleó un poco antes de desaparecer con un sonoro "puff", denotando la falta de chakra de ella.

Los tres enemigos sonrieron, los ojos les brillaban de forma semejante a la de un gato que va a atrapar entre sus garras a un ratón. Dieron un primer paso amenazante justo cuando Natsuki retrocedía, su cadera rozó la camilla donde Obito seguía en coma y ella frunció el ceño con disgusto antes de estirar los brazos de forma perpendicular a su cuerpo, dando a entender que no les dejaría acercarse.

—¡Marchaos!—Si bien sus frases solían estar llenas de ´ttebayos, esta vez su tono no es nervioso, trata de sonar segura pese al fondo histérico que se nota tras su voz. No puede dejar que hagan daño a su mejor amigo mientras su seguridad depende de ella, se dice, apretando los puños.

—¿Y quién nos va a obligar, tú?—La burla patente en su voz logró enervar a la Uzumaki. Apretó los dientes con fuerza y estuvo tentada de gruñir.

—Ella no.—Una voz logró congelar a la chica. Giró la cabeza hacia la cortina y tragó fuerte, él no estaba recuperado, él… —Pero si la rozáis, me temo que yo sí.

—¡Haru-Kun, puedo con esto!

Tarde, el chico había abierto la cortina que les separaba, la mano se alzó con seguridad, mas un gesto de dolor se marcaba en sus facciones, Natsuki soltó un jadeo ahogado al notar que las heridas inflingidas por abrazarla anteriormente seguían allí en su mayor parte. La arena comenzó a subir por las piernas de los enemigos, aprisionándolos.

—¡Haru-Kun…!

—¡Natsu, ve a por alguien! ¡Ahora!—El tono de voz autoritario, los ojos seguros, las cejas fruncidas en un gesto de dolor. La Uzumaki notó un escalofrío en su espina dorsal.

Salió corriendo, buscando ayuda. Después interrogaría a esos cabrones para saber cómo se habían colado.

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Cuando Obito pudo incorporarse, ya llevaba quince minutos despierto y, de ellos, catorce en brazos de su madre.

Al parecer, Sakura había ido junto a dos shinobis más para comprobar la situación casi crítica que se había dado al colarse tres enemigos en las carpas médicas, justo en el momento en el que su hijo abrió los ojos y tomó una fuerte bocanada de aire por él mismo, los ninjas de Konoha se llevaban a los infiltrados.

La mujer de pelo rosa no se había separado de su hijo desde ese instante, colgada del cuello de Obito, le había contado lo ocurrido en su ausencia: No se sabía nada de su hermano mayor, Itachi. Hikaru estaba ayudándola, al estar sin reservas de chakra suficientes para volver a la truculenta batalla, y Hanami debía continuar con Haruto, entreteniéndole en la "misión señuelo" que Naruto le había impuesto. Cuando el chico preguntó por su padre, Sakura suspiró y afirmó que seguiría junto al Hokage, como guardaespaldas que era.

—Yo soy su guardaespaldas también.—Replicó el chico.

—Y has estado en coma.—Rebatió su madre.—Estás loco si realmente crees que voy a dejarte salir de nuevo tan rápido, te vas a quedar aquí.—Ante la cara de su hijo, el ceño de Sakura se frunció.—¡Ni una réplica!

El tono enfadado de su madre logró callar a Obito, que compuso una mueca de molestia, él quería seguir luchando. ¡Demonios!

—¿Natsuki está bien?—Dijo al fin. Sabía que la chica le había defendido, nada más.

—Se encuentra con su madre, Hinata le ha pedido que no se arriesgue tanto.—Él abrió la boca y Sakura le cortó.—Con ella fue Haru, no está sola, iba a preguntar quién se encargaría de los interrogatorios, quería estar presente.

Obito se quedó callado unos instantes, con la mirada perdida en la nada. Recordaba vagamente lo ocurrido, como si fuera un sueño: El instinto de sobreprotección, los músculos tensándose mientras se lanzaba hacia delante, el grito que iba a ser su nombre pero murió en sus labios cuando la técnica le golpeó, con una fuerza que le dejó sin respiración, y luego todo borroso, los miembros ardiendo de dolor, el cuerpo entumecido, las lágrimas de Natsuki…Y Obito Uchiha, el primero, el héroe del cual recibió su nombre.

—Tengo hambre.—Gruñó al fin el chico, incómodo ante el simple recuerdo de su tocayo, el cual relacionaba inmediatamente con su encuentro con su parte oscura. Su madre le miró, confundida, antes de asentir.

—Entiendo, veré qué puedo hacer.

Sakura le apartó el pelo de la frente y sonrió una última vez, sus ojos brillaron al mirarle, y Obito pudo adivinar lo que pensaba: Él estaba vivo, por poco, pero había sobrevivido, el chico devolvió el gesto a su progenitora sin tapujos justo cuando ésta salía de la tienda.

Se quedó solo, en silencio, con la mirada perdida y los puños apretados en el regazo, respiró hondo antes de bajar la mirada a sus ropas, rasgadas y llenas de sangre donde mirara, obviamente, éstas no habían sido cambiadas. Tras unos instantes, sus ojos viajaron al lado de su almohada, donde reposaba la bandana de Konoha, quitada para trabajar mejor. El chico la tomó con casi reverencia antes de atársela a la frente. Volvía a sentirse completo.

Lentamente, se atrevió a apoyar los pies en el suelo. Comprobó que las piernas aguantaban su peso antes de terminar de ponerse en pie, inseguro. Se estiró lentamente, los músculos agarrotados se le quejaron de forma inmediata por el desuso, y el muchacho formó una mueca de disgusto mientras buscaba su katana, encontrándola al lado del camastro, volvió a colocarla en su lugar.

En ese instante, el sonido de las cortinas descorriéndose llamó su atención. Obito se giró, más lento de lo habitual, casi esperando tener que desenvainar el arma para defenderse, sin embargo la mano se le paró a medio camino cuando sus ojos (Verde oscuro, rozando el negro) se encontraron con unos azules, tan claros que parecían fundirse con el plateado.

Ella formó su nombre con los labios, mas éste no salió de su garganta, en su lugar dejó escapar un sonidito ahogado. Obito no añadió nada, simplemente la miró largamente, hecha polvo, con el pelo desarreglado, la cara manchada, los ojos enrojecidos y la sangre adornando su cuerpo.

Sin embargo, no se parecía en nada a lo que él había visto de sí, a su parte oscura. No había furia asesina en su mirada, ni mueca de resentimiento en sus labios.

Y, pese a que el Uchiha sabía que posiblemente estuviera horrible para cualquier otro, él nunca la había visto más guapa. Porque creyó (realmente lo hizo) que nunca volvería a ver a Natsuki Uzumaki.

—O…Obi…to.—Murmuró al fin, llevándose ambas manos a la boca para ahogar un chillidito emocionado. Los ojos se le iluminaron, y él supo lo que iba a hacer antes de notarla tensar los músculos.

—¡H-Hey, espera, yo no…!

Pero era tarde, la muchacha se le tiró encima antes de que pudiera evitarlo, casi provocando que cayeran al suelo. Le echó los brazos al cuello, riendo y llorando a la vez, porque estaba ahí, con ella, cuando creyó que moriría, que la dejaría, ese idiota le demostraba que era más fuerte de lo que parecía.

—¡Si me vuelves a dar un susto como ese, juro que te asesino yo, teme!—Chilló, con la voz aguda por el llanto de felicidad contenido.

Obito rió suavemente, enterrando la cara en el hueco de su cuello. Olía a humo, a sangre, a sudor y a muerte, pero no borró la sonrisa de su cara en ningún momento.

Al fin y al cabo, volvían a estar juntos. Y se sintieron, de pronto, invencibles.

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Tsunade miró el cielo y frunció los labios con disgusto, justo cuando Naruko (Se negaba en rotundo a llamar a la pobre niña Naruto) se echaba a llorar. Kiseki, su hermano mellizo, no tardó ni cinco segundos en imitarla.

Y vaya con la fuerza que tenían en los pulmones esos críos.

La mujer se acercó cansinamente hacia ellos, con los músculos pesados por la edad y frotándose un ojo con la mano, eternamente joven pese a todo.

—Uchiha teníais que ser.—Gruñó. —No me puedo creer que Sakura me dejara al cuidado de estos dos críos.

Se apresuró a tomar a Naruko con un brazo mientras con el otro balanceaba la cuna de Kiseki. Sinceramente, no entendía por qué esa molestia de alumna que tenía no le había dejado a los bebés solo a ella en lugar de poner a tres mujeres a cuidar de los niños. Además, no estaba acostumbrada ya a pasar tanto fuera de su residencia, pese a que se habían instalado con la tal Akemi, al parecer, la mujer que había dado a luz a los hijos de Itachi Uchiha.

—¿Están bien? Naruto llora muy fuerte.—Y allí estaba la tercera molestia en su vida actualmente. La muchacha se apoyó en el marco de la puerta con un movimiento sinuoso, gatuno, arrebatador, y sonrió con naturalidad, emanando feminidad por los cuatro costados.

Ami, se decía llamar, y había insistido en unirse a ellas para cuidar a los pequeños Uchiha, diciendo ser amiga de Itachi. Tsunade no le veía razón de ser hasta que entendió los motivos de la chica: Akemi llevaba años sin pelear, y la enfermedad estaba consumiendo lentamente a la Sanin, quizá esa muchacha fuera la única capaz de salvar a los niños, así fuera huyendo, de ser necesario.

Y, pese a que nada debía ir mal, todos temían que Konoha fuera atacada aprovechando la falta de shinobis.

—Se encuentran perfectamente. Y digan lo que digan sus padres, es Naruko.—Saltó la rubia con seguridad. —Mejor preocúpate por el crío que siempre va contigo, ¿dónde estabas mientras te buscaba, ah?

Ami formó una mueca de incomodidad que a Tsunade se le hizo súbitamente sospechosa. Frunció levemente el ceño, tratando de adivinar algo más a través de su expresión, mas no halló nada.

—Solo…salí a dar una vuelta.—Mintió, sin que la voz le temblara, hasta el punto de que la antigua Hokage se preguntó si no se estaría imaginando nada raro. La chica no parecía nada. —Iré ahora mismo a ver a Yuto.—Aseguró rápidamente, saliendo de allí.

Naruto (Naruko, corrigió mentalmente) empezaba a serenarse, y como si estuvieran compenetrados, Kiseki la imitaba. La niña terminó por callarse gradualmente, mas sus manitas seguían buscando algo en el aire, hasta alcanzar un mechón de cabello rubio y tironear de él. Tsunade suspiró.

—Vamos, pequeña, duérmete.

La dejó de nuevo en su lugar, recolocándose el cabello, y se quedó mirándola de forma absorta. Kiseki, mucho más tranquilo que su hermana, dormitaba desde hacía rato cuando la niña seguía observándolo todo con una curiosidad que solamente un bebé puede poseer.

Tras casi veinte minutos, Tsunade se separó bruscamente de la madera de la cuna, tosiendo de forma aparatosa y llevándose una mano a la boca. El ataque la hizo doblarse sobre sí misma, cerrando los ojos con fuerza. Los pasos de Akemi no tardaron en llegar a su lado, la mujer le acarició la espalda, tratando de serenarla.

La Sannin se incorporó tras unos instantes, respirando agitadamente y con la cabeza alta, orgullosa.

Sin embargo, al separar al fin la mano de sus labios, un escalofrío la recorrió.

Sangre.

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Kasumi dejó que la cogieran de los brazos sin oponer resistencia, Kokoro soltó un chillidito ahogado, mirando a su amiga como si esperara órdenes. Ella era la líder en esta misión, se dijo la Nara para tranquilizarse, sin mucho éxito en ello. El corazón le galopaba en el pecho mientras observaba el rostro de la Uzumaki, tan sereno que parecía esculpido en mármol.

El primer kunai se alzó hacia el cuello de la primogénita de Naruto, Kokoro gritó y pataleó, furiosa y frustrada, ¿para eso la había arrastrado hacia allí, para suicidarse y provocarle la muerte? Por un instante, temió por su vida.

—¡Alto!—Exclamó Kasumi, y quizá fue el aplomo de la palabra pronunciada, o su mirada serena, pero el arma se frenó a escasos centímetros de su piel. —Quiero ver a vuestro líder.

El hombre soltó una carcajada, que se podía traducir a un "¿Estás loca?". Ella alzó la barbilla, desafiante.

—Decidle que Kasumi Uzumaki ha acudido a su llamado, y espero que me conceda audiencia. Dijo que acudiría a buscarme, mas mintió.

Los guardias se miraron entre sí. Podrían terminar con ellas ahí, en ese mismo instante, y Kokoro lo sabía, el miedo le apretaba el pecho como una garra, sudaba frío y no hacía más que suplicar mentalmente "Oh, aceptad, por favor, vamos, por favor…"

—Como estés mintiendo, niñata…

Dejaron la frase en el aire, pero la amenaza era clara. Kokoro se sintió estremecer cuando unas esposas les fueron impuestas, imposibilitándoles el hacer sellos, y las empujaron cruelmente hacia delante, Kasumi solo sonrió, sonrió con una frialdad que nunca habría imaginado en ella, y dejó que la condujeran, sin permitir que rozaran sus ropas manchadas.

Lentamente, la primogénita Nara la siguió, poniéndose a su lado.

—Kasumi, ¿qué crees que estás haciendo?—Le urgió en un susurro espantado, la aludida la miró de reojo y suspiró, por un instante la máscara se le cayó, dejando ver la preocupación que la carcomía por dentro.

—Una locura.—Reconoció al fin en un susurro. —Pero es lo único que puede salvarnos de este baño de sangre, Kokoro. Nuestra última esperanza.

Y, sin saber por qué, ella le creyó.

Sé que debería hacer capítulos más largos…sorry, solo no me salen xD

Aniway, nos acercamos al final de la primera parte del fic. Todo en este capítulo es bastante importante, desde el inicio hasta el final, pasando por el despertar de Obito.

Mizu: ¡Fans ObiNatsu, no podéis quejaros! XD

Por otra parte…Well, la enfermedad de Tsunade: Es MUY mayor, y pese a que presente el mismo aspecto, es obvio que no estará como una rosa ._.

Mmm…¿Qué más, qué mas? ¡Ah, sí! Creo que no lo dije: Los mellizos Uchiha serán MUY importantes para la trama poco a poco, y SIN EMBARGO, solamente los creé para este fic. Con eso os quiero decir que en mi resto de fic sobre la nueva generación, Naruko y Kiseki probablemente no aparezcan. Aunque no sé ._.

¡Oh! Ya hay varias imágenes de las Uzumaki y los Uchiha, tengo algunas en mi perfil, pero como está sin actualizar (debo hacerlo) y tal…mejor agregadme al face si queréis verlas, tengo el mismo nombre :3

¡Y lo último!

IMPORTANTE: ¡Los Omake vuelven! Pero de otra manera! ;3 Me hice un ASK donde podréis preguntar cosas, tanto a mí como a los personajes (claro, que solo tengo 300 caracteres para explicar las cosas…) La cosa es, que si me preguntais a mí quizá hasta caigan spoiler de cosas insignificantes, a ver qué os vais a creer, que solo malcrío a una chica y ella sabe quién es (?) XD Pero los personajes contestarán todo, como siempre n.n

El LINK está en mi perfil, de todas formas… ask. fm/ SabakuNoKuraii

Nos leemos~