Primero que nada, Me presento; Mi nombre es Arika, vengo de los foros Dz y Cz de hacer fic's y finalmente creé mi cuenta en FanFiction. Disfruten, sean amables conmigo pues… e-es mi primera vez escribiendo Hetalia.

NOTA: He puesto a Italia como niña de una vez, ya que, aunque me guste el yaoi, se me hace extraño tener que estar escribiendo sobre un niño que se creía niña ewe –cofcoftravesticof- (?)

Sin mas nada que decir~Adelante!

Capitulo siguiente la otra semana -3-

Advertencias: Fragmentos del manga y algo de la serie. Inspirado en el video "Por más que estemos separados" e "Hilo rojo" ambos subtitulados por las chicas de AinoFansub.

Disclaimer: Hetalia no me pertenece, tooodos son del todopoderoso Himaruya que me los prestó para hacer esta babosada :B


[Por más que estemos Separados]

- Italia, te prometo que volveré!

Fueron esas las últimas palabras del Sacro Imperio Romano, antes de adentrarse en lo que hoy, forma parte del presente.

La guerra De los 30 Años.

Yacía en el suelo, sin fuerzas, para poder mover siquiera sus pequeñas manos.

Con una espada clavada en el pecho, el Sacro Imperio no resistiría por mucho. Una sonrisa victoriosa y una mirada de lamento se reflejaron en los rostros de Francia y Austria.

- Es tu fin, Sacro Imperio Romano... - Murmuró Francia, cerca de la oreja de su oponente.

. . .

- Italia, Hablando en serio, ¿No quieres formar conmigo el Imperio Romano?.- Sacro Imperio le miró a los ojos, ofreciendole su mano.

La pequeña solo logró asentir.

- ¡No quiero que termines como el Abuelo Roma! Por favor... ¡No lo hagas, Sacro Imperio!.- Le suplicó. El pequeño optó por huir de ahí, corriendo a otra dirección.

. . .

El rubio despertó bajo un techo de madera, muy hogareño. Alzó su mirada para visualisar mejor. Divisó una chimenea hacia la sala, también unas cuántas latas de cervezas vacías regadas por el suelo.

- Ah, ¡pero qué de-! .-Llevó una de sus manos a su adolorido pecho, curiosamente, vendado.- ¿Qué me... Pasó?

- ¡El Awesome de mi persona ter halló medio muerto cerca del campo de guerra! .- Le gritó esa persona que se oía desde la cocina.

- ¿Guerra?¡ Ah, I-Italia! ¡Ya ha acabado todo, me debo ir!.-

- No puedes moverte chico.- Se rió, yendo hacia donde se encontraba aquél niño.- ¿Italia? ¿Y esa quién es?

- ¡Yo...! .- Se mostró seguro por unos segundos. Su expresión fué reemplazada por confusión.- N-No lo recuerdo.-

El otro joven, escupió la cerveza en el acto.

- ¿No te... Acuerdas?.- Se mostró serio, se agachó justo frente al ojiazul.- No pareces un niño. ¿Como te llamas?

El pequeño se quedó pensante. No recordaba nada, ni a nadie.

- ¿No sabes tu nombre?.- Le siguió mirando el albino, mientras le quitaba su capa y veía la bandera- ¿Sacro Imperio?.- Murmuró para sí.

No sé si deba... Después de todo, ha sido un trato con Austria.

- ¡N-No importa! Kesesesese, ¡desde hoy serás mi hermano! Y te llamarás... Ehm..-

- ¿Alemania?.- Soltó el chico de una.

- ¡Te diré West! Kesese~.-

El niño le sonrió. Aquél que se hacía llamar Sacro Imperio, tendría otra vida a partir de ahí.

. . .

- Sacro Imperio... -Murmuró la Italiana.

-¿Sucede algo, Italia?.-

- Si... Si de verdad irás a la guerra, ¿no me olvidarás por tanto tiempo lejos?.-

-¡Pero claro que no!.- Afirmó, tomándole las manos de forma inconsiente.- Italia, ¡Yo jamás te olvidaría!.-

- ¿Me lo prometes?.- Le sonrió al rubio, mostrando su meñique.

- ... Te lo prometo.- Le devolvió la sonrisa.

. . .

Sacro Imperio revisaba sus pertenencias. Entre ellas se encontraba un viejo álbum de fotografías de él y la pequeña Italia. Lo abrió con cuidado y lo ojeó. Una leve presión enla cabeza apareció conforme recorría las páginas.

- ¡P-Prusia! Me duele la cabeza.- Chilló, cerrando un ojo.

- Ya, ya. Eres bastante mole- ¿Qué es eso?.- Señaló el álbum que el niño anteriormente miraba.

- Un... Álbum. Llévatelo, me ha dado jaqueca.

El prusiano tomó el álbum entre sus manos y dejó la bolsa de hielo en la mesa e irse a su habitación.

Ojeó con cuidado el álbum. Una mirada de sorpresa invadió el rostro del albino.

- Esta debe ser esa Italia.- Pensó para sí.- Si le ha dado ese dolor por ver unas simples fotos, no me imagino que la viera en persona.

Vió cada foto, cada nombre y cada fecha.

Era responsabilidad del Reino de Prusia criar a Alemania.

. . .

La italiana corría felizmente por el campo, hacia el pequeño de negro.

-¡Buenos días, Sacro Imperio!.- Gritó contenta.

- ¡Q-Quieta ahí!.- Dictó, nerviosa. La niña se detuvo a unos cuántos frente a él.- Siempre que te busco, te escondes. Y cuando yo trato de huir, ¡me persigues! No te comprendo.

La joven lo miró confundida.

- Mira, Italia, me iré a la guerra... Así que ya podrás estar tranquila.- Dijo, con la cabeza gacha.

-¿Guerra? ¡Pero-!.-

- No hay peros.- Concluyó fríamente.- ¿Esperarás por mí?

Ella sonrió triste, sin embargo asintió. El la tomó de las manos.

- No importa cuánto me tarde, yo volveré por tí.

"Sin importarme nada más, Italia, volveré por tí..."