DISCLAIMER: Los personajes son de Stephenie Meyer y de nadie más que de ella (Salvo mis enanitos xD).
Hola a todas! como lo prometí pues aquí lo tienen, el primer outtake de 3 o 4... aún no lo decido. Muchas gracias por sus apoyo en mi primer fic, la verdad no pensé que me divertiría tanto seguir escribiendo una historia que ya daba por terminada, pero lo hice. Extrañé a mis enanitos que ya hasta quiero meterlos en todos mis fics jaja...
Bueno ya, entrando en materia, los primeros dos outtakes serán en tiempo continuo, los restantes tendrán lugar en diferentes periodos de tiempo. Espero que los disfruten y ahora sí con esto me despido de life's changes, fue un placer este fic y los outtakes más.
Recomiendo que antes de leer vayan a mi profile a escuchar la canción que elegí: Someone like you de Van Morrison, el video fue hecho por una servidora así que si lo ven medio rascuacho ahí tienen la explicación jaja... también hay mucho vestuario que puden checar. Y mis agradecimientos a Celestini que fue la que me ayudó con unas ideas para este capítulo.
Próxima actualización yo creo que después de que pase todo el relajo de las fiestas, si puedo antes aquí lo tendrán.
OUTTAKE 1
BPOV.
"Estoy muy nerviosa, creo que voy a vomitar"
Volteé a ver a mi hermana con cara de preocupación y miedo.
"Aléjate de mi vestido entonces" – le advertí
Alice me sacó la lengua y me siguió acomodando los rizos que caían artísticamente en uno de mis hombros.
"No entiendo por qué estás nerviosa Alice, no eres tú la que se casa" – comentó Rose, quien estaba sentada en el sillón que había en la habitación, su expresión era de completa diversión mientras seguía con los ojos a la duendecillo que revoloteaba a mi alrededor. Sólo le faltaban las palomitas.
"No, pero es la primera boda que organizo, gracias a que alguien no me dejó hacer la suya" – recriminó entre triste, indignada e insultada. Se quedó parada un momento con los brazos en las caderas y viendo fijamente a Rose, esperando su contestación.
"Otra vez con lo mismo, yo quería hacerlo sola!"
"Era la boda de mi hermano!"
"Y mía! Tenía derecho de hacer lo que quería"
"Qué clase de escusa es esa ¿Me crees imbécil?"
"Y si se callan las dos y terminan de arreglarme" – ofrecí, lo menos que quería es que mis damas de honor caminaran por el altar con cara de pocos amigos y odiándose la una a la otra.
"Discúlpala, Bells, está celosa porque esta fiesta va a ser mejor que la suya" – dijo Alice volviendo a su trabajo.
"Yo también ayudé a organizarla, querida cuñada" – replicó Rosalie con tono entretenido.
"Como sea" – murmuró derrotada mi hermana mientras se agachaba para ayudarme a ponerme las zapatillas.
Rodeé los ojos.
Durante los pasados tres meses está discusión era cosa de todos los días. Si no hubiera sido porque en verdad habían hecho un trabajo estupendo arreglando mi boda, porque su ayuda era gratis y porque no había manera de que yo hubiera hecho todo esto sola; ya las hubiera corrido.
Por fin el día había llegado.
4 de Agosto.
El día en el que Edward y yo prometeríamos ante Dios permanecer juntos toda nuestra vida.
Y por extraño que parezca no me sentía nerviosa como todas las novias parecen estarlo. Yo me sentía ansiosa y más que lista para caminar hacia al altar y estar al lado del hombre que amo.
Edward y yo habíamos platicado bastante sobre este día, los dos queríamos casarnos en Yosemite, ese lugar guardaba un recuerdo preciado en nosotros y nos pareció una buena idea hacer la ceremonia ahí. Pero eso nos iba a costar una fortuna y cuando tienes una casa, muebles y colegiaturas que pagar, resultaba difícil poder costear algo como eso. Sin mencionar que Edward estaba determinado en darme una luna de miel 'digna' de mí, así que del dinero que habíamos destinado para la boda, la mayor parte había quedado en nuestro próximo viaje.
Aunque Carlisle y Esme estaban más que dispuestos a pagar por los gastos del lugar ni Edward ni yo lo permitimos, en cambio conseguimos otro espacio igual de hermoso y más barato, además no tendríamos que viajar ya que estaba en San Francisco. El 'Shakespeare Garden' un lugar precioso y casi mágico localizado en el parque Golden Gate. El lugar era perfecto para nosotros, elegante pero simple. Una sola mirada al jardín y sus alrededores fue lo que bastó para que los dos nos enamoráramos del lugar y quisiéramos hacer nuestra boda ahí.
Además el clima era perfecto para que pudiéramos realizar la ceremonia al aire libre, estábamos a pleno verano y en el ambiente el aire era cálido, sin mencionar que esta estación le daba un panorama al espacio muchísimo mejor ya que estaba cubierto de hermosas flores de diversos colores y el pasto tenía un verde deslumbrante. Así que gracias a la naturaleza nos hemos ahorrado una buena cantidad en decoración.
Jamás, durante toda mi corta vida, me había imaginado mi boda o siquiera pensado en ella como muchas mujeres sueñan desde niñas. Sabía que quería casarme pero mi mente nunca se vio alentada a recrearme envuelta en un vestido blanco con toda la parafernalia propia de una fiesta como ésta. Tal vez porque nunca hubo un estímulo para ello hasta que Edward llegó en mi vida.
Por eso está medio descabellado decir que mi boda había salido como si la hubieran sacado de mis sueños. Pero por alguna razón así lo sentía. Todo lo habíamos preparado pensando en los gustos de los dos, nada extravagante, llamativo, o gigantesco sino todo lo contrario. Si alguna vez hubiera soñado con este día estaba segura que hubiera sido algo muy cercano a lo que actualmente tenía.
Todo era simple pero no por eso carecía de belleza, desde la forma en la que la asamblea fue armada hasta el banquete que íbamos a servir y el pastel, eran sencillos, únicos y muy acorde con nuestras personalidades.
Incluso el hermoso vestido que había diseñado Alice para mí era perfecto e iba en sintonía con todo el ambiente. Todo estaba hecho de un precioso y elegante encaje, la parte de arriba era Strapless y justo debajo de donde termina mi busto había una finísima línea de cristales que apenas y se notaban pero que le daba brillo y delicadeza a todo el conjunto. El vestido estaba ligeramente entallado hasta la altura de mis rodillas, de ahí se abría para caer en una falda de forma circular hasta mis pies y que formaba una pequeñísima cola en la parte de atrás. Justo lo que una persona con problemas de coordinación necesita: nada pesado ni estorboso.
Quise que mi vestido fuera el accesorio principal en mí por lo que las únicas joyas que traía eran unas delicadas gotitas de diamantes como aretes y mi anillo de compromiso. Alice mantuvo un maquillaje ligero y usó tonos naturales que lo único que hizo fue resaltar mis facciones sin ser demasiado evidentes. Entre ella y Rosalie se encargaron de mi peinado, de nuevo, nada ostentoso: un simple recogido en mi cabello usando unas peinetas que estaban artísticamente decoradas con pequeñas flores blancas y cristales, y que sostenían el tul blanco de mi velo; haciendo que todo mi cabello cayera en rizos en uno de mis hombros.
No es que quiera sonar ególatra, pero me veía salida de una portada para revistas de novias.
"Creo que ya estás lista" – anunció Alice cuando terminó de retocar el brillo en mis labios.
"Lo estoy" – dije y no sólo me estaba refiriendo a mi arreglo físico.
"Eso significa cero lágrimas a partir de ahora, Bells" – me advirtió entre seria y bromeando.
La volteé a ver y con cuidado de no estropear ninguno de los vestidos, la abracé. Mi hermana envolvió sus pequeños brazos en mí con la misma precaución y después se separó, poniendo sus manos en mis hombros para poder verme a la cara. Alice me sonreía con cariño y orgullo. Se veía encantadora como siempre en su vestido corto Strapless color turquesa, la parte de arriba era como si tuviera un moño cubriendo sus pechos y después venía entallado hasta la cintura. La falda tenía unos pliegues en la banda de la cintura que le daban realce y volumen al resto del vestido.
"Hey yo también quiero estar en el momento cursi" – dijo Rosalie, parándose de su asiento y dirigiéndose hacia nosotros con una sonrisa cariñosa.
Rose también traía un vestido azul de diferente tono del de Alice, Strapless en forma de corazón en la parte de arriba y ahí donde terminaba su busto la tela caía con un cruzado enfrente hasta un poco más arriba de sus rodillas.
Hicimos un extraño abrazo grupal entre las tres. Mis ojos empezaron a picarme y sabía que las prohibidas lágrimas- arruina- maquillaje estaban a punto de salir. Pero es que no podía evitarlo, ahí estaba con dos de las mujeres que más amaba en la vida compartiendo ese momento tan único y especial. Alcé mis ojos al techo con la esperanza de controlar los goterones que ya sentía en el borde de mis ojos. Respiré hondo y volví a bajar la mirada hacia a ellas un poco más controlada, sólo para encontrarme a una Rosalie con cara de diversión viendo a Alice quien estaba llorando en silencio.
"Oh Alice, no lo hagas que me harás llorar a mí también" – casi rogué, esa imagen no ayudaba a mi precaria resistencia – "qué pasó con eso de 'cero lágrimas'?"
"Mi hermana se va a casar, tengo derecho a soltar algunas" – se defendió con voz entrecortada mientras sacaba un pañuelos, de quien sabe dónde, y se empezó a limpiar las mejillas con mucho cuidado.
"Eso no cambia nada entre nosotras, enana, seguiremos haciendo las mismas cosas" – le dije con tono de consolación mientras acariciaba su brazo para calmarla.
"Si eso ya lo sé, no es por eso que estoy triste" – dijo hipeando.
"Entonces ¿Por qué lloras? Pensé que eran lágrimas de alegría" – comentó Rose, quien me volteó a ver como buscando que yo le explicara su comportamiento. Negué con la cabeza y volví mi vista hacia Alice.
Ella se volvió a limpiar las lágrimas que salían descontroladas de sus ojos y tomó aire lo mejor que pudo, teniendo en cuenta su condición.
"Son momentos como estos en los que me doy cuenta…" – volvió a hipear y un sollozo desolado salió de su garganta – "me doy cuenta…" – retomó lo que estaba diciendo – "lo viejas que nos estamos haciendo" – terminó con otro sollozo ahogado.
Rose y yo nos le quedamos viendo incrédulas, después soltamos la carcajada al mismo tiempo casi como si lo hubiéramos ensayado.
"De todas las cosas, Alice, por las que uno puede llorar en una boda y tu motivo es ése" – se burló Rosalie entre risas. Alice se encogió de hombros y una tímida sonrisita apareció en sus labios.
"Cada quien y su corazoncito" – murmuró en voz baja.
Le sonreí y besé su mejilla. Rose seguía riendo quedamente. Me incorporé y estaba a punto de decirles que las quería cuando la puerta del cuarto se abrió lentamente.
"Mami?" – preguntó la voz de Lizzy. Observé aparecer su cabecita entre la abertura de la puerta y cómo sus ojos recorrían la habitación, buscándome. En cuanto reparó en nuestras figuras, sonrió tan alegre como siempre y caminó hacia nosotras, seguida de Esme. – "que dice mi tío Emmy que ya está todo listo y que … te ves tan bonita mami"
"Gracias, princesita, tú también estás preciosa" – le respondí, suprimiendo la risa por su cambio tan abrupto de conversación.
Mi angelito me sonrió y bajó su mirada para ver su vestidito. Era color perla la parte de arriba era cuello redondo y sin mangas, su faldita era circular y ligeramente esponjada. Tanto en la cintura como al final de la falda tenía unas cintas de satín color palo de rosa. Sus zapatos eran unas sandalias bien coquetas, al frente tenían tres tiras cruzadas, la tira de en medio tenía pedrería incrustada y un moñito rectangular igual de piedras, la parte del talón era como unas chanclitas normales salvo su hebilla que también tenía aplicaciones en cristales. Su cabello estaba suelto en su mayoría y sus rizos hasta parecían rebotar cada que movía su cabecita. Alice le había hecho unas diminutas trencitas y entrecruzados para sostener la parte de enfrente como si fuera media cola y tenía un hermoso arreglo con pequeñas flores.
"Oh! Eso me recuerda que debo rescatar a mi niñita de las garras de mi esposo" – comentó Rose con falso miedo, se dirigió al espejo para retocar los últimos detalles, como si no estuviera de por si despampanante, tomó su pequeña cartera y se dirigió a la puerta – "las veo en unos minutos chicas, suerte Bella, te quiero!"
"Bueno, retomando el mensaje que venía a entregar Lizzy" – dijo Esme con amabilidad – "el sacerdote acaba de llegar y Carlisle está afuera, sólo estamos esperando por ustedes ¿ya terminaron?"
Sentí mi corazón emprender una carrera descontrolada ante la realización de que todo estaba listo, todo era un hecho: el sacerdote en su lugar, mi familia y amigos sentados, mi Edward estaba esperándome… en el altar. Lo único que tenía que hacer era salir de esta habitación.
Apenas y me podía esperar.
"Creo que es hora de convertirme en una Masen" – en mi voz se podía delatar el regocijo que ese pensamiento me provocó.
"Siiiiiiiiii!" – exclamó Liz emocionada, haciendo movimientos graciosos en lo que parecía su particular y muy innovador baile de la victoria.
"Qué emoción! Y pensar que te creíamos quedada" – dijo Alice otra vez en su acostumbrado humor jovial.
Hice un mohín y Esme se empezó a reír lo más discretamente posible antes de tomar mi mano. Mi segunda mamá se veía muy elegante con el vestido largo que traía. Era en su mayoría de color gris pero tenía aplicaciones con tela en color negro y arena, la parte de arriba del vestido tenía un corte en V más o menos profundo y con tirantes anchos, debajo de sus pechos caían las telas para crear la falda creando un efecto de ligereza y movilidad increíble.
"Vamos, cielo, ¿estás lista?"
A causa de la estúpida sonrisa que portaba me fue imposible mover los labios para articular palabra, así que atiné a asentir con la cabeza.
Alice tomó de la mano a Lizzy y salieron de la habitación no sin antes darme un beso y desearme suerte. Esme me jaló gentilmente hacia donde estaba Carlisle, portando con garbo un esmoquin color gris, unos cuantos metros más lejos de la asamblea. Podía ver las flores y la última fila de sillas pero nada más.
Carlisle besó mi mejilla y tomó la mano que no sostenía Esme.
"Bella, te ves radiante" – sonreí aún más, era el primero que no alababa mi vestido sino mi estado emocional – "Esme y yo queríamos hablar contigo antes de que todo empiece"
"De acuerdo"
"Dado a la característica de este evento, es de esperarse que los sentimientos sean más tangibles" – empezó a decir Carlisle con voz tranquila – "Bella, sé que lo sabes pero queremos recalcarlo. Te amamos como nuestra hija y estamos agradecidos contigo y con la vida por darnos la oportunidad de ser familia"
"Estamos orgullosos de ti, cielo" – continuó Esme – "te vas a unir a un hombre maravilloso, que te ama y respeta y eso es todo lo que una madre desea y sueña para sus hijos… y qué más quisiera yo que tus padres estuvieran contigo hoy, compartiendo este momento"
Lágrimas se acunaron en mis ojos inmediatamente. Estaba tratando de reprimir ese sentimiento todo el día. Carlisle tenía razón, un evento como una boda hace a las personas más sensibles y hoy más que nunca hubiera deseado tener a Charlie y Renée conmigo.
"No seremos ellos, Bella, pero estoy seguro que te amamos de la misma manera" – me reconfortó Carlisle – "y es un orgullo ser yo el que tenga el privilegio de llevarte hacia el altar"
Un pequeño sollozo eructó entre mis labios.
"Y aunque ellos no están físicamente lo están en espíritu" – murmuró Esme con voz apacible.
"Lo sé y yo también los amo" – logré decir entre mis intensos intentos de controlar el llanto – "Dios me ha bendecido no sólo con unos padres sino con dos y han sido los mejores que haya podido desear"
Carlisle y Esme acortaron la poca distancia que nos separaba y me abrazaron tiernamente, cada uno besó un lado de mi cabeza y me susurraron de nuevo lo mucho que me amaban. No pude controlar la imagen que saltó en mi cabeza recreando la misma sensación de estos brazos pero ahora pertenecientes a mis padres. Cuando se separaron yo era un desastre de sollozos, jadeos y lágrimas.
"Oh cielo, tranquila, no pretendíamos alterarte" – dijo Esme, quien acariciaba mi brazo.
"Estoy bien, sólo necesito un momento" – afirmé con voz débil.
Se quedaron a mi lado, reconfortándome mientras yo tomaba enormes bocanadas de aires y volvía a reprimir ese deje de tristeza por la ausencia de mis padres, en cambio me puse a pensar en la felicidad que sentía antes y en lo único importante de todo esto. Mi Edward.
Sentí la presencia de Alice, seguramente para inspeccionar si todo mi maquillaje estaba en orden. Al cabo de unos minutos me sentí capaz de sonreír auténticamente y las ansias por llegar a mi futuro marido regresaron.
"Estoy lista" – anuncié con determinación.
"Esa voz me agrada" – dijo emocionada mi hermana, les hizo señas a todo mi cortejo nupcial para que se acercara y cuando todos estuvimos juntos volvió a hablar – "Ok, ya hemos ensayado esto muchas veces"
Todos asentimos en silencio.
"Lizzy, pequeña, vas primero, recuerda avientas pétalos de un lado y después del otro" – instruyó mi hermana tanto con palabras como con acciones ya que hizo el movimiento de brazos y manos para indicarle la forma correcta de lanzar pétalos. Mi princesita asintió solemnemente.
"No es por presionarte, Lizzy, pero tu parte es la más importante, te equivocas y se arruina todo" – dijo Emmett haciéndose el serio y con tono preocupado.
Liz abrió los ojos enormemente y volteó a verme de inmediato, pude ver el temor en su mirada.
"Deja de payasear, Emmett" – lo regañé y no fui la única ya que todos le reprimieron y Rose, como siempre, terminó por golpearle la nuca – "No te preocupes, mi amor, lo harás muy bien y si te equivocas no pasa nada ¿de acuerdo?"
"Sip" – musitó quedamente.
"Y no se te olvide mostrar esa hermosa sonrisa tuya" – le dijo Alice para calmarla un poco. Funcionó, mi pequeña sonrió de nuevo y asintió con determinación. – "Muy bien, después de ella, Matt y Esme… digo mamá" – se corrigió en cuanto vio la mirada de reprobación de Carlisle.
"Oki doki" – aceptó Matt sonriente. Y es que llevaba ya varias semanas entusiasmado con este día, no por otra cosa sino porque sabía que era el paso necesario para que yo los pudiera adoptar legalmente como mis hijos. Se le había salido la palabra 'mamá' unas cuantas veces y siempre se sentía apenado. Yo no se lo discutí, sabía que él necesitaba pruebas fehacientes de todas las cosas.
Le sonreí a mi casi hijo ante la ley y él me regresó el gesto sin pensarlo. Se veía muy guapo en ese traje color beige que estaba usando, como era una boda de día Alice jugó un poco con el color de su camisa y le puso una de color anaranjado quemado que aunque tuve mis dudas, la verdad es que se le veía muy bien y resaltaba más el color de su cabello. También traía puesta una corbata crema con rayas diagonales en colores naranja y café.
Pronto, la enana terminó de repasar y afinar todos los detalles, después de Matt y Esme vendrían Rose y Em seguidos de Alice con Jazz para dejarnos a lo último a Carlisle y a mí.
Avanzamos lo más que pudimos sin que fuéramos detectados por la pequeña audiencia que nos acompañaba. La música empezó y Liz dejó salir todo el aire que contenía antes de hacer su entrada cargando su canastito con pétalos blancos, me estiré un poco con la esperanza de tener mejor visión hacia la parte delantera mientras avanzaba Esme con mi angelito por el pasillo que se había creado. Estaba perdida tratando de pensar por qué quise esa maldita mampara ahí cuando diseñamos la estructura de la asamblea. No podía ver nada más que las últimas filas de sillas. De repente la brillante idea de mantener mi presencia un misterio hasta el último minuto me parecía una reverenda estupidez, yo quería ver a Edward!
"Bella, es nuestro turno" – Carlisle me sacó de mi debate mental, jalándome levemente del codo.
Reaccioné y mi cuerpo volvió a la vida gracias a la descarga de emociones que esas simples palabras me produjeron. Moví la cabeza en forma afirmativa y tomé una respiración profunda.
Esto era.
El principio de mi por siempre jamás.
Escuché como la dulce melodía del piano cambiaba a la tradicional marcha nupcial. Estaba tan alerta de todo lo que pasaba a mí alrededor que hasta pude escuchar el sonido de las sillas moverse y personas ponerse de pie.
Carlisle me sonrió como para fundirme ánimos y dio el primer paso. Levanté mi mentón, enderecé mi espalda y recé para que mis piernas no me fallaran. Había caminado con tacones en lugares desnivelados a propósito como entrenamiento. Si me caía al menos sabría que hice todo lo posible para evitarlo… y tal vez que necesitaría ir al doctor, de una vez por todas, para ver si tenía algo distorsionado en la cabeza.
Sofoqué la risa que estaba por salir ante el rumbo de mis pensamientos y me volví a concentrar en mi lento avance hacia el hombre de mi vida, el que sería mi esposo en escasa una hora.
Quise disfrutar el ambiente que me rodeaba, así que mis ojos iban de lado a lado, viendo los finos lienzos que caían en los árboles que estaban cerca, los arreglos florales que se intercalaban entre la fila de asientos, las personas que estaban ahí para ser testigos de mi unión con Edward: la señora Kim, Maggie y otros ex compañeros míos, los colegas de Edward y amigos de Carlisle. Vi todo y a todos excepto a él. Por alguna extraña razón esa ansiedad por verlo era dominada por el misterio que embargaba el hecho de no habernos visto durante todo un día, quería que él fuera la última cosa en la que mis ojos se fijaran y una vez que lo hicieran, quería quedarme con esa visión por el resto de mi vida.
Después de medio percibir la decoración del altar, mis ojos se alzaron en busca de la figura que tanto anhelaba ver.
Mi aliento se me fue y mi corazón palpitó con fuerza.
Edward estaba en todo su esplendor, erguido junto al altar, con cabello revuelto y todo, viéndose más guapo que nunca. Su traje era de un color que no pude decidir si era gris claro, color arena, beige o crema. Pero no importaba, lo único que sabía era que mi Edward se veía increíble en él. El saco era más largo que los normales y tenía un pañuelo color perla doblado en la bolsa del pecho. Su camisa era blanca y el chaleco y corbata que usaba eran de una tela color perla y con un elegante estampado creado por líneas un poco más claras. A partir de ese momento me iba a resultar imposible apartar la vista de ese maravilloso espécimen.
Subí un poco más la vista y fui acogida por esos familiares y deslumbrantes ojos esmeraldas que parecían sonreír por cuenta propia, la emoción que percibí en ellos era uno de los motivos por los cuales sabía que esta era la decisión más acertada que jamás haya hecho.
Después de lo que me pareció una eternidad, llegamos a su lado. Carlisle depositó mi mano en la de Edward e instantáneamente fui envuelta en ese calor tan único de él acompañado de unas cosquillitas que recorrieron mi cuerpo sólo con ese simple toque.
"No necesito decirlo, pero lo haré de todos modos… Cuídala mucho" – dijo Carlisle, pero ni siquiera me molesté en voltear a verlo y tampoco lo hizo mi amor ya que sus ojos permanecieron conectados con los míos.
"Con mi vida" – respondió Edward en un susurró. Levantó nuestras manos unidas y dejó un solitario y dulce beso en mi dorso. Mi sonrisa se hizo aún más grande para después articular con mis labios un 'Te amo' que él no tardó en corresponder.
Carlisle se movió para colocarse a un lado de Edward. Sonreí divertida. Nuestra boda no podría catalogarse como ordinaria, no cualquiera puede decir que el padre de la novia resulta ser también el padrino del novio. Edward le guardaba un cariño especial a Carlisle, sabía que lo veía como un padre así como también sabía que de estar vivos, Edward Senior hubiera sido el que estuviera en este momento a su lado, así que era entendible que mi casi esposo se fuera por la persona que había sabido llenar ese hueco en la vida de mi prometido.
El sacerdote dio la bienvenida y empezó con la ceremonia. Traté de poner toda la atención posible, quería guardar y recordar cada palabra y acción dicha o hecha de este día, pero aún así me resultaba imposible no robarme miradas hacia Edward, quien tampoco estaba haciendo nada para ayudarme cuando casualmente me acariciaba la mano.
Todos los signos fueron realizados y por cada uno que completábamos mi corazón latía más fuerte. Cada vez estaba más cerca a convertirme la Sra. Masen.
Inevitablemente derramé lágrimas cuando Alice y Jasper nos pusieron el lazo, el símbolo de algo inseparable, de una unidad sin principio ni fin… uno solo. Pero fue cuando Edward pronunció sus votos que me convertí en un verdadero mar de lágrimas.
"Yo, Edward Anthony Masen, te tomo a ti, Isabella Marie Cullen, mi Bella, como mi esposa. Te amo más allá de lo que las palabras puedan expresar, eres mi complemento perfecto, contigo me siento pleno. Prometo serte fiel y honrarte y respetarte todos los días de nuestra vida, en lo prospero y en lo adverso, en la riqueza y en la pobreza tanto en la salud como en la enfermedad. Pero sobre todo prometo amarte sin reservas aún después de que deje esta tierra. Me entrego a ti como tu amigo, esposo, compañero y amante y te prometo que dedicaré mi vida entera en hacerte tan feliz como tú me has hecho sentir desde el día que nos conocimos."
Sorbí con fuerza, sin importarme lo muy poco decente o femenino que ese sonido se escuchaba y limpié mis lágrimas con el pañuelo que Rose me había proporcionado. Edward me veía con amor, sus ojos también parecían estar húmedos pero su temple permaneció intacta.
El sacerdote me dio la palabra y con voz temblorosa declaré mi amor hacia Edward ante Dios y nuestros acompañantes.
"Yo, Isabella Marie Cullen te acepto a ti, Edward Anthony Masen, como mi esposo, compañero, amigo y amante. Prometo honrarte y respetarte todos los días de mi vida, en la salud y enfermedad, en lo mucho como en lo poco, en las alegrías como en las tristezas. Te prometo completa fidelidad y amor incondicional. Prometo esforzarme para ser la esposa que mereces, quiero pasar el resto de mi existencia a tu lado y tener una familia contigo, el hombre al que le entregué mi corazón y supo protegerlo y te prometo que, con la misma dedicación y cuidado que me has brindado, yo cuidaré del tuyo, porque eres lo más importante que Dios me ha dado. Te amo, Edward, y te amaré por siempre y si hay una vida después de esta te seguiré amando entonces."
Cuando terminé, mis ojos estaban nublados y fue un milagro que las palabras se entendieran debido a mi estado actual de lloriqueo incontrolable. Vi las mejillas de Edward brillar y no necesité mucho tiempo para entender que también estaba llorando. Aunque él se veía increíblemente adorable y apuesto yo, en cambio, me debí haber visto como una completa idiota.
Pero esta idiota era la más feliz del mundo, así que en realidad la apariencia que estaba reflejando me venía valiendo un despepitado cacahuate.
Rose y Emmett se acercaron con los anillos y el sacerdote le dio el mío a Edward. Él tomó mi mano y deslizó con suavidad la joya por mi dedo. Un simple pero hermoso aro de platino con tres diamantes incrustados separados por distancia iguales el uno del otro.
"Isabella recibe esta alianza como símbolo de mi amor y fidelidad eterna"
El párroco procedió a darme el anillo de Edward y con mano temblorosa lo coloqué en la punta de su dedo anular. Otra banda de platino sin más decoración que el grabado interno que le pusimos con la fecha de nuestra boda y la frase 'Eres mi vida ahora' que también tenía mi anillo.
"Edward recibe esta alianza como señal de mi amor y fidelidad eterna"
La ceremonia procedió normal a excepción de mis casuales lágrimas de felicidades que se negaban a parar, ya fue casi hasta el término de la misa que yo pude controlar mis emociones, pero en cuanto el padre pronunció la memorable frase "los declaro marido y mujer" no pude evitar derramar otro par de ellas. Estaba al borde de mis sentimientos, jamás me había sentido tan vulnerable emocionalmente hablando, pero simplemente era tanto lo que sentía que no encontraba otra forma de liberación en ese momento más que mi llanto.
"Les presento al Sr. Y la Sra. Masen" – proclamó el párroco, dando por concluida la celebración. Una ola de aplausos se dejó venir y sentí el cuerpo de mi esposo acercarse a mí hasta que sus brazos me rodearon con delicadeza la cintura. – "puede besar a la novia"
"Mi esposa" – susurró Edward quedamente mientras recargaba su frente sobre la mía, nuestros ojos permanecieron conectados, comunicándose con su propio lenguaje el amor que nos teníamos. Vi esa sonrisa picara aparecer en los labios de Edward y yo respondí de la misma manera – "Te amo, mi hermosa Bella"
No pude responderle ya que sus labios descendieron a los míos y me besó con la misma delicadeza con la que me abrazó. Mis ojos volvieron a cristalizarse en cuando me cruzó el pensamiento que este hombre que tenía en mis brazos y saboreando de sus cálidos labios era, a partir de ese momento, mío para siempre.
Edwards se separó ligeramente solo para secar mis mejillas con sus pulgares y después dejó un par de tiernos besos en cada una de ellas. Me volvió a sonreír antes de que otra ronda de aplausos y vítores se escucharan en la pequeña asamblea.
Sentí dos pares de bracitos en cada uno de mis lados y sonreí enormemente, bajé la mirada y mis dos angelitos estaban ahí paraditos, viendo hacia nosotros con sus caras angelicales y esa sonrisa perfecta que sólo ellos podían lograr.
"Ya somos una familia!" – chilló Lizzy emocionada
"Ya, preciosa" – contesté y sin pensar en mi vestido, me agaché a para estar a la altura de ellos y los abracé con toda la fuerza que pude aplicar sin terminar asfixiándolos – "los amo mucho"
Liz sonrió mientras Matt me abrazó por el cuello y recargó su cabecita en mi hombro, lo escuché y sentí suspirar antes de que se levantara y me susurrara el oído.
"Yo también te amo mamá"
Lágrimas de felicidad volvieron a formarse inmediatamente en mis ojos, pero luché con todo lo que tuve para no derramarlas, no quería que en mi día me la pasara lloriqueando y mucho menos cuando todo iba a quedar capturado en al menos veinte cámaras diferentes. Si llegara a ver una foto en donde la novia tiene los ojos rojos e hinchados y la nariz en peor estado mi primer pensamiento sería que estaba drogada y no quería que eso pensaran de mí las demás personas.
Abrazamos y nos fotografiamos con toda nuestra familia y amigos antes de que ellos se retiraran a la zona donde se iba a servir el banquete y llevar a cabo la fiesta mientras Edward y yo junto con nuestros testigos (Carlisle y Esme los de Edward y Alice y Jasper los míos) nos fuimos a firmar los papeles de la boda civil. Era un trámite que considerábamos aburrido así que mientras nosotros escuchábamos la lectura del juez nuestros invitados eran atendidos con bocadillos y la banda de música que se había contratado.
"Puedes creer que ya somos esposos" – le dije a Edward después de acabar con el papeleo y mientras esperábamos a que nos dieran la orden de hacer nuestra primera gran entrada.
"Mía" – fue lo único que dijo antes de capturar mis labios en un beso apasionado – "te ves divina por cierto, como mi pequeño y hermoso ángel personal"
"Tú también te ves muy guapo y también eres mío" – dije ruborizada pero sonriendo ampliamente, hasta que sentí mis mejillas doler.
"Por siempre"
"Por siempre"
"Damas y caballeros que nos han honrado con su presencia este día tan importante para los Cullen" – se escuchó la voz de Alice por el micrófono. Edward apretó mi mano y me dirigió hacia el final de la mampara que nos ocultaba de todos – "Es de mi tremendo agrado y orgullo presentarles a ustedes, recién saliditos del horno, a los nuevos… Sr. Y Sra. Edward y Bella Masen!"
Con aplausos y chiflidos, probablemente de Emmett, entramos a la otra sección del jardín donde estaban dispuestas las mesas. Todo era blanco salvo los pequeños centros de mesas rojos y otros arreglos que había distribuidos por el área. Había una pequeña tarima blanca que hacía la función de pista de baile y otra más en el fondo donde se encontraba la banda, y en esos momentos Alice con el micrófono.
Sonreímos y en mi caso me ruboricé mientras caminábamos a la mesa principal donde sólo había cuatro asientos, de los cuales dos de ellos ya estaban ocupados por Matt y Lizzy. En cuanto tomamos asiento se escuchó el ruido característico de una copa ser golpeada gentilmente. Alcé la vista para ver a Carlisle parado en el estrado con la flauta de Champagne en una de sus manos.
"mmhmm… como ustedes sabes no sólo soy el padre de la novia sino el padrino del novio" – sonreí divertida ante las risitas que se escucharon – "y como tal es mi deber hacer el brindis… A Edward lo conozco desde que llegó a la facultad de medicina cuando sólo tenía 18 años, desde aquel momento supe que era un chico bien educado y con buenos valores. Me tocó estar con él en sus victorias y logros profesionales pero también estuve con él en el momento más difícil que tuvo que vivir." – Edward suspiró y apretó mi mano con más fuerza. Me giré para verlo y pude notar el esfuerzo que estaba haciendo por mantenerse calmado y sonreírle amablemente a Carlisle. Alcé nuestras manos y besé la suya en lo que esperaba fuera un gesto reconfortante.
"Vi de primera mano su lucha para sacar a sus hermanos y carrera adelante, poniendo a un lado sus sentimientos por el amor que tiene hacia a ellos. Ofrecí muchas veces mi ayuda pero él determinado y testarudo como su ahora esposa, se negó… por cierto, suerte con eso, ustedes dos son por mucho, la pareja más necia que jamás haya conocido" – solté una risita nerviosa que fue acompaña por las carcajadas de los demás, sobresaliendo la risa estridente de Emmett – "Así que cuando llegó un día al hospital sonriendo como nunca por causa de su nueva vecina me alegre por él, ya era justo que algo bueno le pasara. Cuando me enteré que esa dulce vecina era mi hija quedé sorprendido pero agradecido con Dios de que sus caminos se hayan cruzado. Los dos han pasado por mucho y merecen la felicidad de la que ahora gozan y como padre puedo decir que no hubiera preferido mejor hombre para mi hija que Edward y como padrino digo que; Edward has hecho la mejor elección de tu vida. Salud y felicidades!"
Aplaudí y me levanté para ir a abrazar a Carlisle y agradecerle por sus palabras. Besó mi cabeza y me regresó el abrazo como sólo un padre puede hacerlo, mi esposo se acercó también pero antes de que otra cosa pasara el garraspeo de Alice por el micrófono nos interrumpió.
En la tarima ya estaban Alice y Rose sosteniendo su propia copia y sonriendo maliciosamente hacia mi dirección.
"Un momento, todos, que viene el brindis de las damas de honor. Así que Bella y compañía siéntense, después se abrazan lo que quieran" – hice un mohín pero cumplí sus ordenes entre risitas del público presente. Carlisle palmeó el brazo de Edward después de que él le haya dado unas gracias rápidas y se dirigió hacia la mesa donde estaba Esme cargando a Ibi y la demás familia esperando a que la enana siguiera hablando.
"Como Bella no pudo decidirse entre quien de las dos iba a ser su dama de honor, henos aquí, compartiendo el escenario" – comentó Alice con falso tono de molestia.
"Pero haber si fue pronta para elegir a Edward, ahí si no mostró ni rastro de indecisión" – continuó Rosalie con la broma
"Porque descubrió que Eddie boy podía satisfacer sus necesidades reprimidas durante años!" – gritó Emmett desde su asiento causando que todo mundo estallara en risas y yo hundiera mi cara en mis manos, avergonzada.
Edward entre risas nerviosas, apartó mi escudo protector de mi cara, besó mi mejilla y acarició con ternura mi espalda.
"Cállate, Emmett!" – gritaron al mismo tiempo Alice y Rosalie.
"Como íbamos diciendo" – prosiguió Rose – "nuestra Bella siempre fue tímida, reservada e indecisa en muchas cosas, le costaba trabajo demostrar sus sentimientos y dejar entrar en su vida a otras personas ajenas a la familia"
"Y miren que lo intenté hasta el cansancio, pero Bella siendo pues… Bella, siempre me la ponía complicada. Ningún hombre era perfecto para ella" – interrumpió Alice e hizo que casi soltara un gruñido al recordar las dolorosas e inútiles citas que tuve en el pasado – "si hubiera sabido que tenías una fijación por los hombres dedicados a la ciencia, nos hubiéramos ahorrado muchos problemas y discusiones" – comentó soltando risitas y sus ojos me veían con la picardía reflejada en ellos. Sacudí mi cabeza, incrédula.
"Pues claro, Bella se ha caracterizado por muchas cosas pero tonta no es una de ellas, sabía lo que le convenía" – intervino Rosalie, de mi boca salió un gemido de agonía mientras enterraba mi cabeza en el pecho de Edward. Esas dos diablillas se habían subido al estrado con la única intensión de hacerme pasar el ridículo más grande de la historia. Sentí el pecho de mi esposo vibrar a causa de la risa que estaba tratando de sofocar, su mano seguía acariciando tanto mi cabello como mi espalda.
"El punto es que" – retomó Rose – "Bells, te queremos y estamos contentas de que hayas encontrado a alguien que te quiera igual o más de lo que nosotros lo hacemos"
"Eres mi hermana y mejor amiga, el que hayas llegado a la familia ha sido lo mejor que nos pudo haber pasado. No creo que te lo haya dicho antes, pero gracias a ti y tu historia llegamos a San Francisco, dándonos el mejor regalo que nos hayas podido dar, Bella: El amor. Gracias a ti, Emmett y yo encontramos nuestras almas gemelas, era más que justo que tú también fueras retribuida de la misma manera… y hasta por partida triple" – dijo divertida Alice, señalando con su cabeza hacia donde estaban sentados mis niños. Le sonreí a mi hermana y asentí levemente con la cabeza. Ellos eran mi mayor regalo.
"Así que, brindemos por todo lo que nos hizo llegar a este día" – dijo Rose alzando su copa.
"Y por esta nueva etapa que están por comenzar, llena de dicha, amor y felicidad" – concluyó Alice.
"Salud!" – gritaron las dos al mismo tiempo. Todos respondimos y dimos un trago a nuestras bebidas.
Mis damas volvieron a sus lugares, no sin antes reclamar su abrazo de mi parte. Los meseros hicieron su aparición, colocaron rápidamente el resto de la comida en la barra de buffet que había en una de las laterales y la pronto los invitados estaban formados para servirse lo que estábamos ofreciendo.
Obviamente, ser el festejado tiene sus ventajas, ni los niños ni nosotros nos tuvimos que parar para nada, teníamos dos meseros que estaban atendiendo nuestra mesa, lo que nos dio mayor oportunidad de disfrutar nuestro momento juntos.
"Mami, yo cuando me case quiero que tú seas la novia" – comentó Lizzy entre bocados de su pollo. Todo pasó al miso tiempo; Edward casi avienta la champagne que estaba bebiendo y empezó a toser descontrolado; Matt dejó caer su tenedor dramáticamente y nada faltó para que se cayera de la silla, producto de sus carcajadas; yo simplemente me quedé parpadeando como idiota, sin dar crédito a las palabras que acaba de escuchar.
"¿Por qué, cielo?" – tuve que preguntar. Mi hermosa niñita sonreía divertida por las reacciones de su familia pero era evidente que no entendía el motivo de ellas.
"Porque te ves muy bonita con ese vestido" – contestó como si fuera la cosa más evidente del planeta.
"Así es, enana, Bella se ve hermosa en este vestido" – comentó Edward con lágrimas en los ojos que le produjo su ataque de tos.
"Si" – murmuró ya sin interés antes de volver a su comida
"Increíble" – susurró mi esposo mientras otra ronda de quedas risitas lo invadía.
Fruncí el ceño
"¿No crees que deberíamos explicarle cómo son las cosas?" – cuestioné confusa. Edward negó con la cabeza
"No, es mejor no meterle ideas antes de tiempo" – dijo con tono serio. Me le quedé viendo justo en la cara con la esperanza de detectar un deje de broma en ella pero todo lo que vi fue sinceridad pura.
"No me digas que me casé con un padre sobreprotector y celoso que no dejará ser feliz a su hija?"
Edward volvió a reír y movió su cabeza negativamente.
"No, sólo no quiero pensar en eso ahora, ella es mi chiquita" – me digo casi con tono apenado.
Sonreí y le di un piquito en los labios.
"Te amo"
"Te amo, Sra. Masen"
Terminamos de comer y estuvimos platicando un poco más en lo que esperábamos a que todos los comensales estuvieran satisfechos. Debo decir, que aunque eran platillos sencillos y fáciles de hacer, estaban deliciosos y me dio la impresión de que todos los disfrutaron.
Muchas personas se acercaron a nosotros para felicitarnos y cuando menos me di cuenta el sol empezó a descender, dentro de muy poco tiempo se ocultaría. De repente se escuchó un micrófono ser encendido, volvimos la atención hacia el ruido y vi a la vocalista de la banda parada en medio, con el pedestal en mano.
"Como es la tradición, es hora del primer baile de los recién casados" – informó – "así que se solicita la presencia del Sr. y la Sra. Masen al centro de la pista."
Sonreí con nerviosismo y rogué por no hacer el ridículo allá enfrente. Edward se levantó de su asiento y me ofreció su mano e instintivamente la tomé.
"Vas a estar bien, mi amor" – me dijo con voz dulce, haciendo a un lado los temores que estaban comenzando a surgir. Le sonreí en respuesta y me dejé guiar por él hasta la plataforma de madera.
Una suave mezcla de piano con batería se escuchó en cuanto llegamos al centro de la pista, en un ritmo que pude identificar como Jazz o algo similar. Edward tomó mi mano izquierda y la acunó en la suya mientras que su mano libre se posaba suavemente en mi cintura. Actuando de nuevo por instinto, puse mi mano derecha en su hombro izquierdo y di un paso hacia él para quedar más cerca. Alcé la cara y me encontré inmediatamente con sus hermosos ojos puestos en los míos. Movió nuestras manos entrelazadas hasta que quedaran a la altura de su pecho, entre nuestros cuerpos, y bajó su cabeza hasta que su frente tocó la mía.
Y empezó a movernos al ritmo de la música, en cuanto la primera estrofa fue cantada, reconocí la canción inmediatamente. Someone like you de Van Morrinson. Le sonreí a mi esposo.
"Me encanta esta canción"
"Lo sé" – susurró – "a mí también y es perfecta ¿no crees?"
"Mmhmm" – musité antes de dejarme perder por el ritmo y la letra de la canción. Cerré los ojos y disfruté de ese momento en brazos de mi Edward.
"Someone like you makes it all worthwhile. Someone like you keeps me satisfied. Someone exactly like you.(1)" – la suave y cadenciosa voz de Edward cantó en mi oído. Suspiré contenta y liberé mi mano de la suya para poder rodear su cuello y atraerlo más a mí.
"Te amo" – susurré en respuesta en su oído.
Edward me apretó más y enterró su cabeza en mi cuello, todo sin siquiera perder un solo bit del ritmo. Moví una de mis manos para masajear su cabello mientras la otra permanecía firmemente en su hombro. Utilicé nuestra actual posición en mi ventaja y ladeé mi cabeza para que mi boca quedara justo en su oreja.
Ahora era mi turno, tal vez no tendría la mejor voz del mundo pero eso no me iba a impedir dedicarle las siguientes líneas al hombre que amo.
"I've been doin' some soul searching to find out where you're at. I've been up and down the highway in all kinds of foreign lands. Someone like you makes it all worthwhile. Someone like you keeps me satisfied. Someone exactly like you.(2)" – para cuando terminé, sentí los labios de Edward en mi cuello y lo escuché suspirar mi nombre.
Se incorporó y tomó nuestra posición inicial con su frente apoyada en la mía y con nuestros ojos conectados, transmitiéndonos todo lo que en ese momento sentíamos. No importaba la gente a nuestro alrededor, ni los flashes de las cámaras o incluso los chiflidos molestos de Emmett. Nada más que mi hombre de los ojos esmeralda más hermosos que jamás haya visto, donde con sólo una pequeña mirada podías ver el alma detrás de tan increíble ser humano.
"The best is yet to come… someone exactly like you…(3)" – nos cantamos mutuamente antes de que la canción llegara a su fin. Esas palabras que no podían ser más ciertas. La única persona que me imaginaba compartir mi vida era como él, alguien exactamente como él, sin más ni menos. Mi Edward era perfecto para mí.
"Mi Bells, mi esposa, te amo tanto" – susurraba Edward una y otra vez, las mismas veces que yo le decía también lo mucho que lo amaba. Aún cuando la canción había terminado nosotros seguíamos ahí parados, perdidos el uno con el otro. No fue hasta que alguien tocó mi hombro que me separé de mi esposo.
Carlisle y Esme estaban parados junto a nosotros y el primero tenía la mano extendida hacia mí.
"Sentimos mucho arruinar su momento, pero Alice nos trajo aquí casi a punta de navaja" – se rió Carlisle a la misma vez que negaba con la cabeza – "al parecer es tiempo del baile padres e hijos"
Edward y yo les sonreímos antes de que cada quien tomara su respectiva pareja. Pronto, los demás invitados nos acompañaron en la pista y la verdadera fiesta dio inicio.
Creo que pasé por los brazos de todos en esa pista y aunque mis pies me estaban punzando a causa de las zapatillas, me estaba divirtiendo como si no hubiera mañana. Hicimos algunos rituales como compartir el pastel y aventar el ramo, pero ninguno de los dos tenía deseos de llevar a cabo otros como la liga, así que decidimos prescindir de ellos, sólo nos enfocamos en las cosas que nos hacían sentir cómodos. Pasé mucho tiempo bailando con Matt y Lizzy, los quería disfrutar antes de que me separara de ellos durante semana y media.
"Mira quien quiere unirse a la fiesta" – escuché a mi marido decir. Volteé hacia el lugar donde provenía su voz y lo vi llegar con Ibi en sus brazos.
Sonreí y extendí mis brazos para que me la diera a cargar. La niñita tenía casi seis meses y era muy despierta y traviesa. Ibi aplaudió, o más bien lo intento, cuando me vio.
"Quieres bailar, preciosa" – le dije con tono infantil mientras me movía de un lado a otro para mecerla – "¿y sus padres?"
Edward se encogió de hombros
"Nadie sabe donde están, desaparecieron misteriosamente" – digo con tono de diversión.
No me pasó por alto lo que estaba insinuando y fruncí mi nariz. Muy típico de ellos.
"A qué familia has llegado, Ibi" – le dije con el mismo tono mientras la niña gritaba emocionada y empezaba a rebotar su traserito en mi brazo como queriendo bailar.
"Quiero bailar con ella!" – intervino Matt al ver el entusiasmo de la bebé.
Bajé a Ibi a la plataforma, se quedó sentadita y Matt se sentó con ella y le movía sus bracitos con delicadeza al ritmo de la música, ganándose más grititos agudos por parte de su prima.
Así pasamos el resto de la velada, hasta que nos dieron las siete de la noche y Alice nos recordó, 'amablemente', que teníamos que abandonar la fiesta para que todos los invitados nos pudieran despedir.
Edward y yo queríamos estar tanto tiempo en la fiesta como nos fuera posible, pero sabíamos que tenía que llegar la hora en la que tendríamos que irnos, nuestro avión salía en la madrugada y necesitábamos cambiarnos antes y llegar a tiempo al aeropuerto. La vocalista de la banda anunció nuestra despedida y pronto todos los invitados que quedaban se reunieron en las afueras del jardín donde estaba el Volvo de Edward, adornado por Alice, esperándonos.
Nos tomamos nuestro tiempo despidiendo a nuestra familia, incluidos Emmett y Rosalie quienes reaparecieron al cabo de un rato. Al abrazar a cada uno de los miembros de dicha familia el nudo en mi garganta se me hacía más insoportable, y todavía fue más difícil cuando tuve que escuchar las palabras de cariño y aliento que recibía de cada uno de ellos. Pero logré salir victoriosa y aunque mi sonrisa era tensa y mis ojos se sentían incómodos, no derramé ni una sola gota.
Pero fue cuando me incliné para despedirme de mis angelitos que la sensación me estaba ahogando. Habíamos hablado con ellos y explicado nuestra separación muchas veces, ellos lo entendían y estaban contentos de que nos iban a ir a encontrar después. Pero al verlos ahí paraditos, con leves sonrisitas nerviosas y en sus ojos reflejando el entendimiento y la tristeza me estaba partiendo el alma. Los abracé a cada uno por separado y no me cansé de decirles lo mucho que los quería y los iba a extrañar.
Mi Lizz dejó caer una lágrima al entender que el momento de separarnos había llegado, pero rápido la limpió con su manita y volvió a sonreír. Edward se acuclilló a mi lado y la tomó en sus brazos. Pude ver lo mucho que a él le estaba constando todo esto también.
"No estés triste, mi princesita, nos vamos a ver muy pronto" – consoló mi marido. La niña movía su cabecita como forma de comprensión y nos volvió a abrazar.
"Cuiden mucho de los perritos, de acuerdo?" – les dije a los dos, en un intento desesperado de cambiar a un tema más agradable. Era inevitable la partida pero al menos quería asegurarme que los íbamos a dejar bien.
Los dos asintieron en silencio, sonriendo más genuinamente, como siempre lo hacían cada que nuestras mascotas eran mencionadas.
"Les hablaremos todos los días" – les recordó Edward dulcemente, mientras atraía a Matt hacia él para abrazarlo – "y ustedes pueden hablarnos cuando quieran"
"¿Cuánto tiempo para que estemos juntos tiene que pasar?" – dijo Lizzy con voz triste.
Tomé sus manitas y las extendí enfrente de ella para que quedaran a la vista sus diez deditos.
"Cada día que pase tú vas quitando uno de tus deditos" – le dije mientras le iba doblando gentilmente cada uno de ellos hasta que nada más quedó uno – "cuando nada más tengas un dedito eso quiere decir que ese día nos vamos a ver. ¿De acuerdo?"
"Sip" – murmuró manteniendo la vista en sus manitas.
"Diviértanse mucho pero háganle caso a sus abuelitos" – instruyó Edward. En esta ocasión los niños se iban a quedar al cuidado de Esme y Carlisle. Vi de reojo como los mencionados sonreían e inevitablemente yo también lo hice. Desde hoy ese título se había vuelto oficial. – "Nosotros nos vamos a adelantar pero los vamos a estar esperando"
"Y podemos hacer eso de la camarita un día?" – preguntó Matt quedamente.
Edward y yo reímos levemente y asentimos al mismo tiempo. Durante nuestras charlas preparatorias les habíamos enseñado a usar la cámara web de la laptop y les habíamos dicho que por ahí podíamos vernos e incluso enseñarles paisajes y algunas otras cosas.
"Lo haremos tan seguido como podamos" – prometió Edward – "los queremos mucho, enanos, y no los queremos tristes, así que ahorita que nos vayamos ustedes vuelvan a la fiesta y sigan bailando con sus tíos e Ibi"
"Nunca abrieron sus regalos" – dijo Lizzy de repente preocupada, después de que los dos prometieran divertirse.
Solté unas risitas. Besé los cabellos de mis dos hijitos y me incorporé con la ayuda de Edward.
"Tienen mi completo permiso para que ustedes los abran y después nos dice que cosa nos regalaron por teléfono" – les dije más animada aunque sintiendo una opresión en mi pecho sólo de verlos ahí paraditos.
A los dos se les iluminó la cara y me alegré de que al menos su humor pareciera haber mejorado. Sin poder resistirme los volví a abrazar y besar seguido de mi Edward antes de que este mismo me tomara de la mano.
"Se nos hace tarde amor" – me dijo con voz cariñosa y después besó mi sien consoladoramente.
Suspiré y con una mirada rápida hacia toda mi familia y amigos me dejé llevar por el hombre de mi vida hacia el Volvo, caminamos con pasó tranquilo lo que rápidamente se convirtió en un error debido a la agresión de granos de arroz que estábamos recibiendo. Me reí antes de que Edward me jalara y echara a correr, tratando de protegerme lo mejor que pudo.
Me escoltó hacia la puerta del pasajero y la abrió para mí, me detuve nuevamente y mis ojos volaron hacia mis pequeñas creaturitas, quienes estaban de lo más entretenidas aventando arroz a Jasper y Emmett.
Volví a suspirar.
"Todo va a estar bien, mi amor" – me susurró mi marido en el oído antes de besarlo tiernamente. Asentí y me metí al carro, creyendo plenamente en las palabras de mi esposo.
Edward tardó unos cuantos segundos en llegar al lado del conductor e introducirse al auto. Me sonrió con esa hermosa sonrisa característica de él y encendió el motor del coche. Los dos despedimos con la mano a la pequeña muchedumbre que nos contemplaba a lo lejos antes de que el Volvo empezara a andar. Una vez en la carretera, mi esposo se volteó hacia mí, me tomó de la mano y la besó dulcemente.
"Lista, Sra. Masen?"
"Contigo, siempre" – dije honestamente.
Estaba más que lista para empezar mi nueva vida. Junto a Edward como mi esposo y a mis angelitos como mis hijos. Justo en el lugar del mundo en donde pertenecía.
(1) Alguien como tú hace que todo valga la pena. Alguien como tú me mantiene contento (satisfecho). Alguien exactamente como tú.
(2) He estado haciendo una búsqueda de almas para descubrir dónde estás. He tenido altas y bajas durante el trayecto en toda clase de tierras extranjeras. Alguien como tú hace que todo valga la pena. Alguien como tú me mantiene contento (satisfecho). Alguien exactamente como tú.
(3) Lo mejor está aún por venir… Alguien exactamente como tú…
Nos leemos prontooo...