Resumen:

¿Y si Bella hubiera cogido el teléfono, en lugar de Jacob, en Luna Nueva? ¿Y si Edward al oírla hubiera decidido, sin que ella lo supiera, volver a Forks? ¿Y si Jacob le hubiera propuesto un trato imposible de rechazar?

Bella

Sin apartar los ojos de los míos, Jacob comenzó a inclinar su rostro hacia mí. Yo todavía no había tomado ninguna decisión.

El repiqueteo del teléfono nos hizo pegar un bote a los dos. Yo reaccioné más rápido y corrí a descolgarlo. Así eludía una situación a la que no sabía cómo enfrentarme. Era demasiado pronto para mí.

-Casa de la familia Swan –dije.

Hubo unos segundos de silencio.

-Diga, ¿quién está ahí? –volví a preguntar.

-¿Bella? ¿Eres tú?

-¿Edward? –Mi voz se quebró al decir su nombre. Todas las emociones del día, todo el dolor acumulado durante meses de ausencia, se agolpó en mi garganta. Comencé a sollozar con violencia.

-Bella, estás bien–dijo. Detecté un inmenso alivio en su voz-. Creí que…, creí que habías saltado.

Intenté dominar mis sollozos. Él no debía verme así. No debía sentirse culpable. Yo en realidad, no quería matarme, sólo verle.

-Me estaba divirtiendo –dije entre hipidos.

-¿Divirtiéndote? –Su tono era de extrañeza.

Yo había dominado casi por completo mis lágrimas.

-Te he echado de menos –dije. Traté de que mi voz sonara lo más normal posible, pero no puede evitar que se quebrara un poco al final.

Hubo una pausa al otro lado.

-Yo también te he echado de menos –suspiró, su voz casi tan afectada como la mía. Como si fuera verdad, como si me amara y le hubiera sido tan imposible sobrevivir a mi ausencia como yo a la suya.

No. Él sólo quería que dejara de hacer locuras, que cuidara de mi misma.

Mis labios estaban a punto de suplicar "Vuelve, Edward". Necesitaba verle, aunque fuera de lejos, aunque me ignorara y siguiera con su vida, pero que no me apartara por completo de él. Pero Jacob se me adelantó:

-Escúchame, Cullen –gritó, acercando su boca al teléfono-. Déjala en paz, ¿me oyes? Te largaste y la dejaste echa una piltrafa así que no vuelvas, ya le has hecho bastante daño, ¿no te parece?

-Bella, tengo que colgar –dijo Edward. Parecía costarle un enorme esfuerzo decirlo. Su voz se quebró como si el alma le doliera tanto como a mí al separarnos. Pero eso no era posible. Yo había sido una simple distracción. Yo ya no le importaba. Aun así, no quería que colgara el teléfono. No quería dejar de escuchar su voz, no podía soportar perderle otra vez.

-No, Edward, no te cuelgues. –Sentí como las lágrimas se agolpaban de nuevo en mis ojos-. Te amo, no puedo vivir sin ti. Edward, vuelve, por favor…

Pero Edward ya no estaba allí para escucharme. Grité, sollocé, lo llamé… inútilmente.

-Bella, no llores, yo estoy aquí. Él te dejó y no merece que llores por él.

Jacob me abrazó.

-Bella, saldrás de ésta. Te ayudaré, estaré a tu lado. Yo no te dejaré jamás. Te lo prometo.

El grito salió de lo más hondo de mi alma.

-¡No! –Comencé a dar puñetazos en su pecho, pero él me abrazó más fuerte y yo dejé que lo hiciera. Y lloré hasta que caí agotada y me quedé dormida en sus brazos.

Algunas horas después, desperté en el sofá. Jacob estaba junto a mí.

-Hola, bella durmiente.

-Hola –Traté de sonreír, sin lograrlo-. ¿Y Alice?

-No ha vuelto.

-Quizás no vuelva hasta que no te vayas.

-Es posible. Pero no voy a abandonarte. No así. Además, me preocupa Victoria.

Escondí la cabeza en el respaldo del sofá. Quería estar sola.

-¿Puedes vigilar fuera y decirle a Alice que venga a verme? Estaré en mi habitación.

Pasé el día intentando estudiar, pero una y otra vez, mis pensamientos iban a él. Sentí que mi vida era ahora más feliz. Había oído su voz. Eso era algo. ¿Qué estaría haciendo? ¿Tan culpable se sentía para llamarme? Consulté mi correo ¡Qué triste era no tener nunca mensajes de él! Había uno de mi madre. Respondí. Me dije que, ahora que Alice estaba de vuelta, no la dejaría marchar sin solicitar su nuevo email. No iba a consentir que la familia Cullen desapareciera otra vez de mi vida. Alice no podía marcharse, al menos a ella tenía que verla. Y quizás, antes o después, volvería a verle a él.

Charli regresó y comimos. Me contó sobre el funeral. Volví a subir a mi habitación. Poco después volvió Alice. Había una bonita sonrisa en su cara. Como si se sintiera satisfecha por algo. Le pedí su nuevo email y me lo dio.

-Bella, tengo que marcharme.

La miré angustiada.

-Pero volveré a la noche.

Estuve esperándola, pero me quedé dormida sin que hubiera regresado.

Edward

-Te amo, no puedo vivir sin ti –Esas fueron las últimas palabras que escuché de su boca-. Yo tampoco puedo vivir sin ti –susurré, ya solo para mí, puesto que acababa de colgar el teléfono. ¿Qué había hecho? No debería haber respondido al escuchar su voz pero ¿cómo? Quería asegurarme de que era ella, de que no era un sueño, de que estaba viva. Saber cómo estaba. Oh, Dios, ella aún me amaba y sufría por mí. Debía volver, quería volver, pero era tan peligroso para ella…

Mi teléfono sonó. Era Alice.

-Te he visto volver –dijo.

-O quieres provocar mi vuelta.

-Ambas cosas. Tenemos problemas. Victoria está aquí, en Forks.

Si tenía alguna duda sobre mi regreso, se disipó en ese instante.

-¿Qué? –rugí-. Voy ahora mismo, pero ¿Alice?

-¿Qué?

-No le digas nada a ella.

Llegué por la noche. Alice me vio llegar.

-Está destrozada –Me mostró retazos de su conversación con Bella y yo sentí un agudo dolor en mi alma-. Espero que ahora rectifiques y comprendas que ella debe ser uno de los nuestros.

"No, eso sí que no", pensé, mientras de un salto entraba por la ventana de su habitación.

Abrazada a su almohada, Bella dormía. La ternura y el deseo me invadieron al tiempo. Dios, cuánto la había echado de menos. La contemplé en silencio. Luego me acerqué a ella y deposité un beso en su frente.

-Edward, no te vayas.

Mi primera impresión fue que estaba despierta, pero no era así. Soñaba conmigo. Me amaba más de lo que yo creía cuando la abandoné. Me maldije a mí mismo por el daño que le había hecho.

-Tenemos que hablar –me dijo Alice desde la ventana.

Miré a Bella durante unos instantes. Quería grabar a fuego en mi mente cada imagen suya. Luego salté al exterior.

-¿Qué ha pasado? –pregunté.

-Victoria –dijo Alice. Al tiempo que hablaba, me mostró todo lo que había averiguado.

-No –dije.

-La hubiera matado ya de no ser por ese Jacob Black y sus amigos. Hizo una breve señal hacia el bosque. Descubrí allí la silueta de tres lobos.

-Licántropos.

-Sí. ¿Comprendes ahora el grave error que cometimos al marcharnos?

-Llama a Carlisle y a los otros. Hemos de acabar con Victoria.

-Ya los he llamado. No tardarán.

-Hablaré con los lobos, no quiero verlos alrededor de Bella.

-Quizás sea demasiado tarde –dijo Alice.

Los pensamientos insultantes de Jacob me golpearon en cuanto estuve a su alcance. Quise saltar sobre él y sé que Alice me hubiera seguido y, entre los dos, hubiéramos humillado a los tres lobos, pero Jacob descubrió un arma muy poderosa contra mí.

"¿Así que te metes en mi cabeza? Pues lo que vas a ver, no te gustará".

Su mente comenzó a mostrarme a Bella durante los meses en que yo había estado lejos.

"¿A qué vuelves, chupasangres? ¿A hacerla sufrir más?"

-¿Qué quieres de mí, Black? –susurré con dolor, atenazado por remordimientos que un ser humano normal no hubiera podido soportar.

"Quiero que te vayas. Aún sufre, pero ya está sanando. No vuelvas a abrir la herida que le hiciste".

Mi corazón detenido protestó. Ahora que la había visto de nuevo, no quería separarse de ella otra vez. Tenía que ganar tiempo. Quizás volver a su lado. Ya encontraría la forma de no transformarla. Suspiré. Ese camino no existía para ella. Me había engañado a mismo creyendo que sí, pero si no la transformaba, antes o después, alguien cometería un error, un simple fallo y ella moriría.

"Márchate –volvió a repetir Black-. Ella puede ser feliz sin ti. Dale una oportunidad".

Ahora Jacob Black me mostraba lo que había estado a punto de suceder antes de que Bella cogiera el teléfono. El intento de beso al que Bella casi había respondido. Rugí, devorado por los celos y por el miedo. Si mi cercanía era peligrosa para Bella, la de un impulsivo licántropo también lo era. Necesité todo mi autocontrol para no saltar a su cuello.

-Aléjate de ella –gruñí.

"No. Vete. Sabes que vuestro amor es imposible sin matarla. Conmigo, en cambio, tiene una oportunidad".

Un rugido violento se escapó de mi garganta.

-Contigo está menos segura que conmigo. La matarás un día, con tu pobre control sobre tus instintos de lobo.

"¿Y qué quieres? ¿Transformarla en uno de vosotros?"

-Eso es lo último que quiero para ella.

Jacob me miró calculadoramente.

-De momento –terció Alice-, debemos concentrarnos en Victoria.

-Nosotros la protegeremos –dijo Jacob-. Marchaos.

-Ni hablar –dije.

La mente de Jacob volvió a mostrarme su casi beso con Bella. Ardí de celos otra vez. Intenté controlarme pero un rugido sordo se escapó de mis labios.

"Te propongo un trato, vampiro. Trabajemos juntos para acabar con Victoria, pero que Bella no sepa que has vuelto. Observa nuestra relación y mira si soy o no capaz de controlarme y cuidar de ella. Tú sabes que conmigo, Bella podrá seguir siendo ella misma, sin cambios".

No podía haber trato más doloroso para mí que cederla a otro. Pero había de reconocer que la propuesta de Jacob tenía sentido. Asentí lentamente, como si me costara un esfuerzo enorme hacerlo.

-No puedo creerlo, Edward ¿Vas a confiar en un licántropo? ¿Tanto te repugna transformarla?–dijo Alice. Acababa de adivinar mi decisión.

-Lucharé hasta el final para que ella conserve su alma, Alice. Quiero que tenga la vida que yo no le puedo dar.