Hola a todos, soy Clara y les presento Volviendo a Encontrarte. Si quieren que la continúe subiría un nuevo capítulo todos los martes sin falta. Muchas gracias, espero que disfruten…
Siempre que hacemos algo mal, siempre que nos confundimos, siempre que perdimos esa oportunidad, queremos volver el tiempo atrás para cambiarlo o repararlo. Para muchos resultará imposible creerme, hasta para mí lo es… pero la vida me dio una segunda oportunidad. Conozco mis límites, no me tropezaré dos veces con la misma piedra…
1
"¿Está bien?" preguntó una voz familiar.
"Sí, sólo necesita descansar" contestó la voz de Carlisle.
"¿Pa… pá?" pregunté con dificultad. Me sorprendió aquello, ¿por qué me resultaba difícil hablar? ¿Por qué me dolía todo el cuerpo? ¿Por qué me sentía tan débil?
Hice un esfuerzo para ponerme de pie pero fue en vano.
"¿Dónde estoy?" pregunté confundido. No podía ver nada, estaba cegado, moví la cabeza inspeccionando el lugar, pero sólo veía una intensa luz amarilla. Absolutamente nada.
"Tranquilo" aconsejó la voz de Carlisle. "Estás en el hospital de Forks, no te preocupes todo estará bien, estás bien."
"¿Qué me pasó? ¿Por qué estoy acá?" pregunté, nadie me respondió. "Papá, ¿qué hago acá? ¿Dónde está ella?"
"Necesitas descansar, luego prometo contarte todo" me dijo. Decidí creerle para poder dormir, estaba muy cansado.
Abrí los ojos para encontrarme en una camilla. Inspeccioné el lugar con la mirada, un hospital. Era la habitación 53, o tal vez la 32, las únicas con un pequeño televisor colgando del techo.
Me puse de pie sin dificultad, ya nada me dolía, lo que trajo una pregunta ¿qué hacia en el hospital? Revisé la habitación en busca de un celular, ropa, billetera, de algo mío, pero no había absolutamente nada.
No me molestó el hecho de estar tan sólo con el pijama del hospital al salir por la puerta de mi habitación. No me topé con nadie hasta abrir la puerta de la administración, donde una enfermera apenas me vio corrió hacia donde yo estaba, la reconocí al instante.
"Hola" me saludó. "No deberías estar de pie"
"Me siento bien" le dije. "¿Sabes dónde está mi padre, Zara?"
Me miró confundida.
"¿Cómo sabes…?" miró su playera. "Ya veo, la placa" soltó una risita.
"Su padre no está acá" me informó. "¿Nos puede dar un número así lo llamamos?"
"¿Qué?" pregunté. "¿No tienes su número? Igualmente hoy está aquí."
"Perdone Señor… "
¿Por qué Zara que me conocía de toda la vida me preguntaba mi nombre?
"Edward" dije frunciendo el ceño.
"Bien, Edward, no he visto a su padre y no tenemos su apellido tampoco, así que vamos a tener que preguntarle sus datos."
"¿Ah?" pregunté totalmente confundido. "¿Zara, algo anda mal? ¿Te encuentras bien?"
Frunció el ceño, estaba por contestar en cuanto mi papá apareció por detrás de ella.
"Zara yo me ocupo " le dijo, ella me miró, luego a él.
"Sólo sé que se llama Edward – le dijo a mi papá. Él asintió, ella se marchó.
– Ven – me dijo y comenzó a caminar. Quería caminar a su lado, pero cada vez que me acercaba él caminaba más rápido y ponía una mirada incomoda. Algo andaba mal, muy mal.
-Bien – me dijo mientras abría la puerta de su oficina y hacía un ademán para que yo entrara. – Pasa.
Entré más que confundido a su oficina que tanto conocía y me senté frente a su escritorio, el tomó asiento detrás de este.
-Déjame presentarme, soy Carlisle Cullen – me dijo. – ¿Edward? ¿Apellido?
-¿Esto es un chiste? – le pregunté sin gracia.
-¿Perdón?
Me puse de pie.
-Papá, ¿me vas a decir que hago en el hospital? ¿Por qué desperté en una camilla? ¿Qué me sucedió? No recuerdo nada… estoy confundido.
-Lo sé, estas confundido – dijo con tono tranquilo. – Siéntate, por favor.
Le hice caso.
-¿Por qué me llamas papá?
Suspiré.
-¿Ahora quieres que te diga Carlisle? Estuve toda mi vida llamándote así y sé lo mucho que te duele. Pero si quieres que vuelva a llamarte por tu nombre está bien, pero no enfrente de Esme.
-¿Conoces a mi esposa?
-¡Papá! – le grité enojado. – Carlisle, ¿vas a contestar mi pregunta? Por favor.
Habló con cautela.
-Te encontraron perdido en el bosque, desmayado. Estuviste tres semanas en coma, y hoy, gracias a dios, te despertaste y pareces estar bien… a excepción de tu memoria, pero puede deberse a la confusión. Vas a estar del todo bien dentro de poco….
FLASH BACK
Frené y luego crucé mis brazos sobre mi pecho, mirando por mi hombro para asegurarme que nadie me haya seguido. Al no ver a nadie me relajé, conté hasta diez mentalmente y eché a correr, adentrándome más y más al interior del bosque.
END FLASH BACK
-Oh, Carlisle lo siento, no debí irme sin avisar. Necesitaba pensar, ya sabes con todo lo que sucedió… por ella. Debía alejarme y estar solo. Nunca pensé que iba a terminar acá, perdón.
Me evaluó con la mirada.
-¿Me podrías dar tus datos personales?
Mi rostro reflejó mi confusión.
-Nombre y apellido, edad, un teléfono al que podamos llamar. Tus padres deben estar preocupados.
-Carlisle, no quiero volver a ver a mis padres – dije entre dientes. – además, estoy cien por ciento seguro que no están preocupados por mí. No lo estuvieron por 17 años, no lo van a estar por un mes.
-¿Eres menor de edad? – preguntó.
-Sabes que lo soy, pero ¿por qué preguntas?
-Entonces voy a necesitar que me digas el número de tus padres, o donde los puedo localizar.
-No tengo un número – le dije. – Creo que viven en Australia, no lo sé.
-¿No lo sabes? ¿Con quien estás viviendo?
-¡Contigo! – le grité enojado. – Sabes, me voy de aquí, ¿tienes mis llaves?
-No tienes auto… te encontramos en el bosque.
-¡Adiós Carlisle! – grité poniéndome de pie.
Estaba por irme cuando una fotografía llamó mi atención. Se me nubló la vista, me quedé sin aire y casi me caí al suelo, pero me sujeté con el escritorio.
-¿Edward? – preguntó alarmado Carlisle.
-¿Q-qué es esto? – pregunté señalando con la mirada el portarretratos con una fotografía familiar en Italia. Yo la recordaba con todos mis hermanos y yo sentados levantando nuestras copas en una mesa. En esta estaban Rose, Emmett, Jasper y Alice, sólo ellos. Era imposible. Me acordaba perfectamente cuando tomaron esa fotografía. Yo estaba en ella.
-¡¿Qué es esto? – le grité.
-Una foto de mi familia, Edward debes tranquilizarte acabas de despertar y...
Lo interrumpí.
-¡Yo estaba en esa foto! En Italia, hace dos años, Mamá se sentía mal y se volvió al hotel, tú te quedaste con todos nosotros, Emmett pidió bebida con alcohol para todos y nunca te vi tan enojado como aquella vez. ¿Cómo? ¡¿Por qué me sacaste de allí?
-¿Cómo sabes todo eso?
-¡Porque soy tu hijo! ¡Soy tu hijo! ¡Ves! – volví a su escritorio y tomé entre mis manos otra fotografía, en está estaba Alice con Carlisle… pero yo la recordaba con que yo también estaba allí.
-Es mi hija…
-¡Alice! – le grité. - ¿Por qué no estoy ahí? ¡¿Por qué no estoy ahí? Fui tu primer hijo, papá, ¿por qué me haces esto?
Una parte de mí creía que él no había sido, creía que en verdad algo andaba muy mal.
Revisé las paredes con la mirada. Nuestros diplomas de graduados de primaria.
-Emmett, Rosalie – dije mientras lo leía. – Jasper, Alice… ¿Dónde estoy yo?
-Edward, por favor, tienes que calmarte.
-¡¿Qué me calme? ¡Dime por qué no estoy! – grité. - ¡¿Qué haz hecho? ¡¿Por qué actúas como si no me conocieras?
-Edward si no te tranquilizas voy a tener que llamar a seguridad.
-¡Soy tu hijo! ¡Mierda, Carlisle! ¿¡Qué pasa?
Tiré la foto de Alice al piso con fuerzas.
-¡¿Qué pasa? ¡¿Qué hiciste mientras estaba en coma? ¡Me mataste! ¡Carlisle, me mataste!
Volteé cuando escuché como la puerta se abría con fuerza, entraron dos hombres. Me sujetaron por los brazos.
-¡¿Qué creen que están haciendo? – grité. - ¡Suéltenme! ¡No!
Luché pero ellos me sujetaron con más fuerza, arrastrándome de la oficina de mi… del Doctor Carlisle Cullen.
-¿Cómo te llamas? – me preguntó de nuevo el oficial.
-Ya se lo he dicho, Edward Anthony Cullen.
Le pegó al escritorio con fuerza.
-¡No eres el hijo de Carlisle Cullen! Si no estas dispuesto a cooperar vamos a tener que encerrarte en prisión, hasta que decidas hablar.
-Soy Edward Anthony Cullen, tengo 17 años, mis padres son Carlisle y Esme, mis hermanos son Emmett, Rose, Jasper y Alice. Estudio en el instituto de Forks, voy a segundo año y no sé que más quiere saber.
-¡La verdad! – gritó y me pegó un puñetazo en el rostro. - ¿Ahora, estás dispuesto a hablar?
Me limpié la sangre que caía de mi labio con mi hombro,
-Ya le he dicho todo.
-¡Mierda! ¡Habla porque te juro por dios…! – lo interrumpió la puerta que se abrió.
-Rod, déjalo y ven – le ordenó otro oficial.
Levanté la vista y no me sorprendió en lo más mínimo ver al padre de Bella esquivando mi mirada, acaba de entrar.
-Ya hablarás – me susurró y se juntó con el oficial.
-Hoy es tu día de suerte, – me dijo Rod cuando volvió conmigo. – Al parecer el señor Cullen, el verdadero, no va a presentar cargos en contra tuyo.
-Por supuesto que no, si es mi padre – le dije en la cara, volvió a golpearme.
Carlisle estaba a la salida de la policía.
-Hola, Edward – me saludó con una sonrisa que desapareció al verme con claridad. - ¿Qué te hicieron?
-Nada – murmuré.
-Dicen… dijeron que tú crees ser mi hijo.
Suspiré.
-No importa Carlisle, lo siento. No sé que está sucediendo pero si quieres que me vaya, me iré.
-Por eso, no sabemos que está sucediendo, lo mejor que puedo hacer es dejarte venir a mi casa, ya que no tienes donde ir, hasta que tu memoria vuelva.
-Tengo toda mi memoria – le dije secadamente.
-Hasta que pienses con claridad – me dijo. – Vamos a casa.
Asentí y caminamos sin hablar hasta su auto.
-¿Conoces a mis hijos? – me preguntó a mitad del recorrido.
-Sí.
-Qué raro, nunca te mencionaron, y yo nunca te vi.
Sólo asentí con la cabeza.
-Necesitas hacer memoria.
Silencio.
-Para saber que hacías en el bosque. ¿O sabes?
-No, no sé…
El resto del recorrido fue en silencio.
Llegamos a nuestra casa, mejor dicho a su casa porque parecía no ser más mía, y casi se me salé el corazón al ver estacionada la camioneta de Bella.
-¿Por qué está la camioneta de Bella? – pregunté.
-¿La conoces? Es la mejor amiga de mi hija, Alice.
-Era… - dije.
Frunció el ceño.
-No era, es la mejor amiga, está siempre en nuestra casa. Es como de la familia.
Abrí los ojos como platos.
-¿Está siempre? – pregunté. - ¿Está viva?
-Sí… ¿por qué no iba a estarlo?
-¿Está viva? – volví a preguntar.
-Por supuesto que está viva.
Encontré la razón de todas mis dudas. Aunque pareciera estupido y difícil de creer así lo era. Carlisle nunca me mentiría al respecto de Bella. ¿Podría ser que la vida me haya dado una segunda oportunidad? ¿Para hacer lo correcto? Era imposible de creer, pero una parte enorme de mí estaba seguro que era de verdad. Tenía una segunda oportunidad con Bella. Conozco mis límites, no me tropezaría dos veces con la misma piedra…..
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¿Está bien? – preguntó una voz familiar.
Sí, sólo necesita descansar – contestó la voz de Carlisle.
¿Pa… pá? – pregunté con dificultad. Me sorprendió aquello, ¿por qué me resultaba difícil hablar? ¿Por qué me dolía todo el cuerpo? ¿Por qué me sentía tan débil?
Hice un esfuerzo para ponerme de pie pero fue en vano.
¿Dónde estoy? – pregunté confundido. No podía ver nada, estaba cegado, moví la cabeza inspeccionando el lugar, pero sólo veía una intensa luz amarilla. Absolutamente nada.
Tranquilo – aconsejó la voz de Carlisle. – Estás en el hospital de Forks, no te preocupes todo estará bien, estás bien.
¿Qué me pasó? ¿Por qué estoy acá? – pregunté, nadie me respondió. – Papá, ¿qué hago acá? ¿Dónde está ella?
Necesitas descansar, luego prometo contarte todo – me dijo. Decidí creerle para poder dormir, estaba muy cansado.
Abrí los ojos para encontrarme en una camilla. Inspeccioné el lugar con la mirada, un hospital. Era la habitación 53, o tal vez la 32, las únicas con un pequeño televisor colgando del techo.
Me puse de pie sin dificultad, ya nada me dolía, lo que trajo una pregunta ¿qué hacia en el hospital? Revisé la habitación en busca de un celular, ropa, billetera, de algo mío, pero no había absolutamente nada.
No me molestó el hecho de estar tan sólo con el pijama del hospital al salir por la puerta de mi habitación. No me topé con nadie hasta abrir la puerta de la administración, donde una enfermera apenas me vio corrió hacia donde yo estaba, la reconocí al instante.
Hola – me saludó. – No deberías estar de pie.
Me siento bien – le dije. - ¿Sabes dónde está mi padre, Zara?
Me miró confundida.
¿Cómo sabes…? – miró su playera. – Ya veo – soltó una risita.
Su padre no está acá – me informó. - ¿Nos puede dar un número así lo llamamos?
¿Qué? – pregunté. - ¿No tienes su número? Igualmente hoy está aquí.
Perdone Señor…
¿Por qué Zara que me conocía de toda la vida me preguntaba mi nombre?
Edward – dije frunciendo el ceño.
Bien, Edward, no he visto a su padre y no tenemos su apellido tampoco, así que vamos a tener que preguntarle sus datos.
¿Ah? – pregunté totalmente confundido. - ¿Zara, algo anda mal? ¿Te encuentras bien?
Frunció el ceño, estaba por contestar en cuanto mi papá apareció por detrás de ella.
Zara yo me ocupo – le dijo, ella me miró, luego a él.
Sólo sé que se llama Edward – le dijo a mi papá. Él asintió, ella se marchó.
– Ven – me dijo y comenzó a caminar. Quería caminar a su lado, pero cada vez que me acercaba él caminaba más rápido y ponía una mirada incomoda. Algo andaba mal, muy mal.
Bien – me dijo mientras abría la puerta de su oficina y hacía un ademán para que yo entrara. – Pasa.
Entré más que confundido a su oficina que tanto conocía y me senté frente a su escritorio, el tomó asiento detrás de este.
Déjame presentarme, soy Carlisle Cullen – me dijo. – ¿Edward? ¿Apellido?
¿Esto es un chiste? – le pregunté sin gracia.
¿Perdón?
Me puse de pie.
Papá, ¿me vas a decir que hago en el hospital? ¿Por qué desperté en una camilla? ¿Qué me sucedió? No recuerdo nada… estoy confundido.
Lo sé, estas confundido – dijo con tono tranquilo. – Siéntate, por favor.
Le hice caso.
¿Por qué me llamas papá?
Suspiré.
¿Ahora quieres que te diga Carlisle? Estuve toda mi vida llamándote así y sé lo mucho que te duele. Pero si quieres que vuelva a llamarte por tu nombre está bien, pero no enfrente de Esme.
¿Conoces a mi esposa?
¡Papá! – le grité enojado. – Carlisle, ¿vas a contestar mi pregunta? Por favor.
Habló con cautela.
Te encontraron perdido en el bosque, desmayado. Estuviste tres semanas en coma, y hoy, gracias a dios, te despertaste y pareces estar bien… a excepción de tu memoria, pero puede deberse a la confusión. Vas a estar del todo bien dentro de poco….
FLASH BACK
Frené y luego crucé mis brazos sobre mi pecho, mirando por mi hombro para asegurarme que nadie me haya seguido. Al no ver a nadie me relajé, conté hasta diez mentalmente y eché a correr, adentrándome más y más al interior del bosque.
END FLASH BACK
Oh, Carlisle lo siento, no debí irme sin avisar. Necesitaba pensar, ya sabes con todo lo que sucedió… por ella. Debía alejarme y estar solo. Nunca pensé que iba a terminar acá, perdón.
Me evaluó con la mirada.
¿Me podrías dar tus datos personales?
Mi rostro reflejó mi confusión.
Nombre y apellido, edad, un teléfono al que podamos llamar. Tus padres deben estar preocupados.
Carlisle, no quiero volver a ver a mis padres – dije entre dientes. – además, estoy cien por ciento seguro que no están preocupados por mí. No lo estuvieron por 17 años, no lo van a estar por un mes.
¿Eres menor de edad? – preguntó.
Sabes que lo soy, pero ¿por qué preguntas?
Entonces voy a necesitar que me digas el número de tus padres, o donde los puedo localizar.
No tengo un número – le dije. – Creo que viven en Australia, no lo sé.
¿No lo sabes? ¿Con quien estás viviendo?
¡Contigo! – le grité enojado. – Sabes, me voy de aquí, ¿tienes mis llaves?
No tienes auto… te encontramos en el bosque.
¡Adiós Carlisle! – grité poniéndome de pie.
Estaba por irme cuando una fotografía llamó mi atención. Se me nubló la vista, me quedé sin aire y casi me caí al suelo, pero me sujeté con el escritorio.
¿Edward? – preguntó alarmado Carlisle.
¿Q-qué es esto? – pregunté señalando con la mirada el portarretratos con una fotografía familiar en Italia. Yo la recordaba con todos mis hermanos y yo sentados levantando nuestras copas en una mesa. En esta estaban Rose, Emmett, Jasper y Alice, sólo ellos. Era imposible. Me acordaba perfectamente cuando tomaron esa fotografía. Yo estaba en ella.
¡¿Qué es esto? – le grité.
Una foto de mi familia, Edward debes tranquilizarte acabas de despertar y...
Lo interrumpí.
¡Yo estaba en esa foto! En Italia, hace dos años, Mamá se sentía mal y se volvió al hotel, tú te quedaste con todos nosotros, Emmett pidió bebida con alcohol para todos y nunca te vi tan enojado como aquella vez. ¿Cómo? ¡¿Por qué me sacaste de allí?
¿Cómo sabes todo eso?
¡Porque soy tu hijo! ¡Soy tu hijo! ¡Ves! – volví a su escritorio y tomé entre mis manos otra fotografía, en está estaba Alice con Carlisle… pero yo la recordaba con que yo también estaba allí.
Es mi hija…
¡Alice! – le grité. - ¿Por qué no estoy ahí? ¡¿Por qué no estoy ahí? Fui tu primer hijo, papá, ¿por qué me haces esto?
Una parte de mí creía que él no había sido, creía que en verdad algo andaba muy mal.
Revisé las paredes con la mirada. Nuestros diplomas de graduados de primaria.
Emmett, Rosalie – dije mientras lo leía. – Jasper, Alice… ¿Dónde estoy yo?
Edward, por favor, tienes que calmarte.
¡¿Qué me calme? ¡Dime por qué no estoy! – grité. - ¡¿Qué haz hecho? ¡¿Por qué actúas como si no me conocieras?
Edward si no te tranquilizas voy a tener que llamar a seguridad.
¡Soy tu hijo! ¡Mierda, Carlisle! ¿¡Qué pasa?
Tiré la foto de Alice al piso con fuerzas.
¡¿Qué pasa? ¡¿Qué hiciste mientras estaba en coma? ¡Me mataste! ¡Carlisle, me mataste!
Volteé cuando escuché como la puerta se abría con fuerza, entraron dos hombres. Me sujetaron por los brazos.
¡¿Qué creen que están haciendo? – grité. - ¡Suéltenme! ¡No!
Luché pero ellos me sujetaron con más fuerza, arrastrándome de la oficina de mi… del Doctor Carlisle Cullen.
¿Cómo te llamas? – me preguntó de nuevo el oficial.
Ya se lo he dicho, Edward Anthony Cullen.
Le pegó al escritorio con fuerza.
¡No eres el hijo de Carlisle Cullen! Si no estas dispuesto a cooperar vamos a tener que encerrarte en prisión, hasta que decidas hablar.
Soy Edward Anthony Cullen, tengo 17 años, mis padres son Carlisle y Esme, mis hermanos son Emmett, Rose, Jasper y Alice. Estudio en el instituto de Forks, voy a segundo año y no sé que más quiere saber.
¡La verdad! – gritó y me pegó un puñetazo en el rostro. - ¿Ahora, estás dispuesto a hablar?
Me limpié la sangre que caía de mi labio con mi hombro,
Ya le he dicho todo.
¡Mierda! ¡Habla porque te juro por dios…! – lo interrumpió la puerta que se abrió.
Rod, déjalo y ven – le ordenó otro oficial.
Ya hablarás – me susurró y se juntó con el oficial.
Hoy es tu día de suerte, – me dijo Rod cuando volvió conmigo. – Al parecer el señor Cullen, el verdadero, no va a presentar cargos en contra tuyo.
Por supuesto que no, si es mi padre – le dije en la cara, volvió a golpearme.
Carlisle estaba a la salida de la policía.
Hola, Edward – me saludó con una sonrisa que desapareció al verme con claridad. - ¿Qué te hicieron?
Nada – murmuré.
Dicen… dijeron que tú crees ser mi hijo.
Suspiré.
No importa Carlisle, lo siento. No sé que está sucediendo pero si quieres que me vaya, me iré.
Por eso, no sabemos que está sucediendo, lo mejor que puedo hacer es dejarte venir a mi casa, ya que no tienes donde ir, hasta que tu memoria vuelva.
Tengo toda mi memoria – le dije secadamente.
Hasta que pienses con claridad – me dijo. – Vamos a casa.
Asentí y caminamos sin hablar hasta su auto.
¿Conoces a mis hijos? – me preguntó a mitad del recorrido.
Sí.
Que raro, nunca te mencionaron, y yo nunca te vi.
Sólo asentí con la cabeza.
Necesitas hacer memoria.
Silencio.
Para saber que hacías en el bosque. ¿O sabes?
No, no sé…
El resto del recorrido fue en silencio.
Llegamos a nuestra casa, mejor dicho a su casa porque parecía no ser más mía, y casi se me salé el corazón al ver estacionada la camioneta de Bella.
¿Por qué está la camioneta de Bella? – pregunté.
¿La conoces? Es la mejor amiga de mi hija, Alice.
Era… - dije.
Frunció el ceño.
No era, es la mejor amiga, está siempre en nuestra casa. Es como de la familia.
Abrí los ojos como platos.
¿Está siempre? – pregunté. - ¿Está viva?
Sí… ¿por qué no iba a estarlo?
¿Está viva? – volví a preguntar.
Por supuesto que está viva.
Encontré la razón de todas mis dudas. Aunque pareciera estupido y difícil de creer así lo era. Carlisle nunca me mentiría al respecto de Bella. ¿Podría ser que la vida me haya dado una segunda oportunidad? ¿Para hacer lo correcto? Era imposible de creer, pero una parte enorme de mí estaba seguro que era de verdad. Tenía una segunda oportunidad con Bella. Conozco mis límites, no me tropezaría dos veces con la misma piedra…..