Supongo que os sorprenderá un poco, pero al final he decidido hacer una segunda historia. Para más información, esta historia es independiente a la de Harry Potter y la venganza final y transcurre varios años después de los sucesos del quinto libro.

PRÓLOGO

Siete años habían pasado desde los sucesos del Ministerio. Siete años en los que el mundo mágico de Inglaterra cambió drásticamente. Todo empezó con la muerte de Sírius Black en el Ministerio de Magia. Todo había empezado en 2008. Voldemort empezó a atacar y a causar muertos a diestra y siniestra mientras el ministro de Magia Fudge negaba la realidad bajo una máscara de que se hacía todo lo posible para evitar la expansión mortífaga y que todo iba bien. Muchas personas murieron en ese año, algunas de ellas, como los señores Arthur y Molly Weasley, cercanas a uno de los protagonistas.

Harry Potter

Desde que llegó a Privet Drive tras la muerte de Sírius, todo él empezó a cambiar. Para empezar, Dumbledore, en un intento de que "estuviera mejor protegido", cortó el correo con sus amigos y le prohibió salir de ese abominable lugar hasta el inicio de las clases. Además, sus amigos, en vez de darle su apoyo, decidieron "darle espacio", dejándolo aún más solo. Claro que Dumbledore nunca supo que realizó varias "escapadas" donde se enteró de que, al morir su padrino, que era su último guardián legal en el mundo mágico, pasaba a ser automáticamente mayor de edad y consiguió varios libros. En esos momentos, Harry había encontrado consuelo en la lectura y en el ejercicio físico, pero lentamente fue internándose en el desconocido mundo de la magia negra. Pronto sus ojos perdieron la vitalidad y el brillo que tenían antes, pasando a tener un tono algo más… negro.

Por otra parte, sus estudios empezaron a subir como la espuma. Se pasaba fines de semana enteros encerrado en la biblioteca haciendo sus deberes o leyendo libros de magia negra. Había aprendido que los conocimientos eran poder, y poder necesitaba si quería derrotar a Voldemort, si quería que la Orden lo tomara en serio. Y hablando de la Orden, cerca de finales de su sexto curso, oyó una conversación entre sus "amigos".

-Maldito Potter –oyó decir a Ron – se la tengo jurada desde que casi nos lleva a la muerte por lo del chucho ese. No se como puedo seguir haciendo esto.

-Es verdad –dijo una voz que Harry identificó como Ginny –además este año actúa muy raro, como si nos evitara.

-Tranquilos –dijo otra voz femenina, esta vez de Hermione –Dumbledore nos está pagando muy bien por este "trabajito"

-Es verdad –dijo Ron –gracia a eso tengo tanta pasta solo para mí.

-Y cuando Potter me de un heredero –anunció Ginny –acabaremos con él sin que se de cuenta.

-Realmente Dumbledore es un genio –dijo Hermione –Potter no debe enterarse de todas sus propiedades. Sería demasiado influyente.

Harry decidió no escuchar más y separó su oreja de la puerta, tornándose sus ojos un pelín más amarillentos de lo habitual. Cuando estuvo seguro de que nadie lo vería, cerró sus ojos y una leve aura de oscuridad empezó a rodearle y, tras insonorizar la puerta para que nadie oyera que pasaba dentro, gritó con toda su rabia. Cuando terminó su grito, se notó bastante más calmado. Lo entendió todo: sin más palabras, le habían traicionado.

Pero sin duda lo peor fue el siguiente año. Tan solo acabar Hogwarts, Harry fue a Gringotts y, tras enterarse de todas sus propiedades y poner a salvo sus cuentas, desapareció misteriosamente de la faz de la tierra. Justo el día antes de que Fudge revelara su verdadera cara, ya que en realidad Fudge había estado actuando para Voldemort y, cuando se reveló su auténtico bando, el mundo mágico inglés cambió.

Para empezar, Voldemort logró tomar el control de Hogwarts, convirtiéndola en una escuela de magia negra para formar a futuros mortífagos. Los nuevos magos estaban obligados a estudiar allí y tenían que tener un estatus de sangre (simplemente demostrar que al menos uno de sus padres tenía ascendencia de sangre pura). El nuevo director era, justamente, Voldemort.

Con el tiempo, la Orden del Fénix se fue desintegrando, ya fuera por conveniencia con el otro bando o por miedo. Lo que había ahora era un simple remanente de lo que llegó a ser la Orden en tiempos antiguos, con frecuentes discusiones internas y ataques no previstos, ya que los mortífagos tenían vía libre para matar y torturar a sus anchas.

Pero ahora vayamos al presente. Estamos lejos de Inglaterra. Más concretamente en los callejones de una ciudad llamada Trondheim. Un joven alto y un poco fornido, de pelo largo y rojo sangre con raíz negra, una ligera barba del mismo color del cabello y ojos amarillos estaba paseando por esa zona. El joven, que llevaba puestas unas botas militares junto con unos tejanos negros, una cazadora tejana del mismo color de manga larga y una camiseta negra por debajo, llevaba una vara de un metro y setenta y cinco centímetros en su espalda. Los transeúntes que veían al joven parecían ignorarlo, como si el hecho de llevar una vara en la espalda fuera de lo más común. La pura realidad es que en Noruega, al contrario que en Inglaterra, el mundo mágico y el muggle convivían entre sí sin problema alguno.

Mientras, cerca de donde paseaba el joven descrito, una bella muchacha alta, con melena rubia recogida en una coleta y ojos azules iba por los callejones cuando cuatro figuras la rodearon.

-Vaya, mirad lo que tenemos aquí –dijo uno de los hombres.

-Una auténtica preciosidad, colega –contestó otro hombre. De repente, cinco hombres más aparecieron rodeando a la chica.

-Vamos, nena, ven con nosotros y no te haremos nada –dijo el que estaba en frente. La chica desenvainó una espada (pensad en una espada Dao china pero de acero) y atacó al hombre partiéndolo por la mitad con su corte. Se dispuso a atacar de nuevo cuando un fortísimo dolor la tumbó al suelo. Empezó a retorcerse y a gritar cuando otro hombre la cogió de las muñecas y colocó su peso encima suyo, impidiéndole moverse.

Mientras, el joven del que hablamos antes notó algo extraño, como si algo malo pasara cerca de él. Nervioso, saltó hacia el tejado de uno de los edificios cuando vio algo que le asqueó un poco. Nueve figuras encapuchadas (el joven supuso que eran Mortífagos) estaban intentando abusar de una joven. Mientras se dirigía velozmente hacia la zona donde estaban los implicados, sacó una SAA de calibre .44 Magnum explosiva y soltó un disparo acabando con dos encapuchados. Cayó cerca de donde estaban los encapuchados.

-Menudos cobardes –mencionó -¿Nueve hombres contra una sola chica?

-¿Pero quién te piensas que eres? –gritó uno de los encapuchados.

-Aunque… era de esperar. Siendo nueve asquerosos Mortífagos… -filosofó el joven.

-¿Por qué nos haces esto? –Dijo uno de los Mortífagos –No es de tu incumbencia.

-No conozco a esta muchacha, cierto –razonó el pelirrojo –pero ya habéis hecho demasiado mal en este mundo para existir. Soy el alfa de vuestro omega –dicho esto, cogió la espada que empuñaba la chica hace poco y atacó de frente a los Mortífagos.

-No debiste cruzarte en nuestro camino, chaval –chuleó uno de ellos -¡Avada Kedavra!

Un rayo verde salió de su varita. El joven se limitó a esquivarlo para cortar a su atacante por la mitad. Pivotó sobre su pie izquierdo y aprovechó la inercia para cortar a dos Mortífagos. Sacó su revólver y lo cambió a modo normal y empezó a disparar a diestra y siniestra. Al cabo de unos pocos segundos, todos los Mortífagos estaban en el suelo, en el mejor de los casos moribundos. Guardó el arma y dejó la espada cerca de la chica, que abrió los ojos. Se asustó al ver a otro chico cerca.

-¿Qué… qué quieres? –preguntó con la voz temblorosa.

-No te preocupes –dijo el joven –No voy a hacerte daño. -Una vez dicho esto, levantó sus manos con las palmas abiertas mirando a la chica.

-Gracias –dijo la chavala –me has salvado la vida. ¿Quién eres?

-Mi nombre es Drake Jacobsen –dijo el pelirrojo.

-Brunilda Grindheim –respondió la rubia -¿Eres mago?

-Sí –respondió Drake -¿Qué te ha pasado con estos Mortífagos?

-Estaba caminando por aquí cuando me los encontré –dijo Brunilda –entonces uno de ellos empezó a insinuarme y lo corté con mi espada hasta que me alcanzaron con una cruciatus e intentaron…

-Lo entiendo –cortó el pelirrojo –por su culpa he perdido a mis seres queridos… ahora estoy solo.

-Si no te importa puedo ir contigo, Drake –propuso la chica.

-Vale, ¿Por qué no? –Respondió Drake –Además, aprovecharé para enseñarte algunas cosas. Ya que nuestro viaje será peligroso.

-¿De acuerdo? ¡Gracias! –contestó Brunilda radiante de felicidad.

Bueno, primer capítulo de esta historia terminada. Puede que esta vez me tarde más en ir subiendo debido a que me cuesta un poco más pillar inspiración. Además, este proyecto es paralelo a la traducción de mi primera historia. Probablemente cuando la termine me ponga a traducir esta también.