Bueno, la gente que leyó mi one-shot de "Dilo" (se agradecen los comentarios, muchísimas gracias ^-^) me pidieron que subiera este fic. Bueno, pues, lo subo! Espero que os guste, es un intento de comedia, no sé si sirvo para eso. Como tengo ya otro fica llamado Cambio drástico tengo que llamar a este Cambio rotundo, me gusta ese nombre, pero el otro es un NaruHina, este fic intentaré que tenga muy pocas semejanzas con el otro, de hecho, este capi no se parece mucho al del otro fic. Sin más el fic. Tranquilos ya dejo de parlotear XD.
1. ¡Tú! ¡Maldito adivino!
Sus ojos grises se movían de un lado a otro, inquietos. Miraban al profesor y después el reloj… esperando a que la última clase (y por encima historia) acabara antes de que su asombrosa e increíblemente calmada paciencia se esfumara y empezara a tirar todos los libros por la ventana que estaba a su lado…
Pero bueno, eso no era propio de él, de Fubuki Shirou, quien tenía una paciencia extraordinariamente tolerante (algo totalmente normal después de lidiar desde que tiene memoria con el carácter explosivo, y a veces insoportable, de su hermano pequeño Fubuki Atsuya). Aunque parecía que este profesor y esta asignatura conjuntadas eran más insoportables que Atsuya.
Volvió a mirar el reloj, aún faltaba clase… ¡Maldita sea! Shirou maldijo una y otra vez a la "estrella" que se le ocurrió poner un reloj en clase. Vamos a ver… ¿es normal acaso? ¿Poner un reloj? ¿Qué pasaba ahí? ¿Acaso querían ver como todos los alumnos tenían caras de desesperación mientras se preguntaban que habían hecho de malo para que no se acabara la clase de una vez? ¡Sí, querían ver eso! ¡No había duda!
Por su parte, Goenji estaba empezando tener pensamientos asesinos hacia su profesor de historia. Pensó en un principio que las cuerdas vocales del educador pronto empezarían a tener un grave problema pero… ¡El tío seguía hablando! ¡Era como uno de esos conejos que salían en los anuncios de las pilas duracell! ¡Y duran, y duran y… duran!
Sinceramente, el peliblanco estaba pensando en coger su libro, tirárselo al profesor en toda la cara mientras le gritaba que le importaba un comino lo que pasó en la Primera Guerra Mundial. Pero no podía permitirse hacer tal escándalo, ya que estaba seguro de que muchos estaban en su situación, y si él tiraba un libro eso serviría como detonante para que los demás también le tiraran el libro al profesor.
Kazemaru estaba realmente aburrido mientras hacía un dibujo en la libreta, cuando lo acabó vio que era un chibi Endo. Se ruborizó al ver eso… inconscientemente había dibujado a su capitán. Suspiró con resignación y empezó a pintar de nuevo, lo primero que se le ocurriera. Se sorprendió al ver como Endo, que estaba a su lado, le pasaba una nota.
¡Hey! ¿Qué haces Kazemaru? ¡Me aburro tanto! ¡Me voy a dormir en mi pupitre!
El peli azul sonrió mientras miraba la nota, miró hacia delante para comprobar que el profesor no le miraba y se puso a escribir. Cuando acabó le pasó la nota a su capitán.
Te dibujo. ¿Quieres que te enseñe mis obras maestras?
Endo se sonrojó al leer eso, pero luego le dedicó una sonrisa luminosa al chico, quien se ruborizó al verle sonreír de esa manera.
Ambos siguieron pasándose notitas mientras la clase pasaba lenta y tortuosamente.
Shirou suspiró desesperación. ¿Por qué no se acababa? ¡Se estaba volviendo loco! ¡¿Acaso no podía acabarse la maldita clase de una vez? ¡Cinco minutos! ¡Solo faltaba eso para que acabara la clase! Pero las manijas del reloj pasaban muy lentas… ¡En realidad le importaba un carajo la Primera Guerra Mundial! ¡Tan sólo habían matado a un tipo y después para resolver eso empezó una guerra, después al ver el escándalo que habían armado, firmaron tratados de paz y ya está! ¿Era tan difícil? ¿Es que acaso el profesor estaba diciendo que fue lo que pasó a cada minuto o qué?
Goenji observó a lo lejos como Kazemaru y Endo se pasaban notitas y como sonreían divertidos ante algunos comentarios que ponía en los papeles… seguramente estaban haciendo comentarios irónicos sobre la clase de historia, que se le estaba resultando de lo peor… seguramente suspendería el examen de la Primera Guerra Mundial pero, ¡si eso significaba que eso acabaría con esta tortura, se alegraría de suspender!
*¡RING!*
Eso fue como un detonante para que los alumnos empezaran a gritar:
—¡Por fin!
—¡Se acabó!
—¡Tengo hambre!
—¡He perdido mi goma!
—¿Eh? ¿Ya es de día?
Fubuki pensó el soltar lágrimas de alegría mientras guardaba sus libros en la cartera. Realmente había sido algo realmente increíble que no se hubiera descontrolado, si hubiera sido Atsuya, el profesor de historia ya estaría tres metros bajo tierra totalmente hecho pedazos.
Suspiró con resignación y antes de salir de clase oyó la voz de Goenji:
—Eh… ¿Ya te vas Shirou?
El pequeño se ruborizó y dijo:
—Pues sí… si paso un segundo más aquí me voy a volver loco.
Ambos se rieron por ese comentario. El peliblanco miró al menor y dijo:
—Si quieres te acompaño, mi casa queda en la misma dirección.
—En todo caso nos acompañarás —se oyó una voz algo divertida detrás de ellos. Ambos se dieron la vuelta, sobresaltados, y vieron a un chico de cabello rosa pálido y ojos grises, muy parecidos a los de Shirou—. Yo también voy Goenji, ¿sabes? No sabía que tenías tantas ganas de estar a solas con Shirou…
Ambos se ruborizaron ante eso y el chico de ojos castaños gruñó:
—Atsuya… ¡cállate!
—No miento, tan solo digo la verdad… —afirmó el chico mientras avanzaba hacia la salida del instituto—. Venga, vámonos ya… he tenido clase de filosofía y ha sido una tortura.
A Atsuya le salió una enorme gota en la cabeza al ver como Shirou y Goenji empezaban a poner una cara de asco y desesperación. Ambos se deprimieron un poco y pensaron al mismo tiempo:
—Una clase de historia… ¡Eso sí que es una tortura!
—No sé qué demonios habéis tenido a última hora, pero por vuestras caras prefiero no saberlo… —susurró el pequeño de los Fubuki algo sorprendido al ver el aura negra que estaba envolviendo a los dos chicos.
Ambos despertaron de su estupor cuando sintieron que alguien les daba un golpe amistoso en la espalda. Los dos giraron sus cabezas y allí estaban tanto Endo como Kazemaru, mirándolos con una sonrisa animada.
—Vamos chicos… ¡animaos! ¡Qué hoy viene la feria! —dijo un Endo emocionado—. ¡Lo pasaremos bien! ¡Y yo voy a poder comer ramen!
Una gota resbaló de la cabeza de los presentes mientras pensaban:
—No tiene remedio…
—Endo… esto… ¿sólo vas a la feria para comer ramen? —preguntó Goenji algo confundido. Endo puso una cara de decisión y exclamó:
—¡Claro que no! ¡También comeré otras cosas!
Gotita de nuevo en la cabeza de todos. Goenji suspiró resignado, para qué molestarse en explicarle lo que en realidad quería decir.
—Suena bien… —mustió Atsuya con una sonrisa. El chico de cabello castaño sonrió y dijo:
—Lo sé, el ramen está muy bueno… y también las bolas de arroz.
—¡Deja ya la comida! ¡Me refería a la feria! —gritó Atsuya poniendo cara asesina a su capitán. Kazemaru sonrió con diversión ante eso y negó con la cabeza al ver esa escena.
Shirou se quedó pensativo y dijo:
—No sé si será buena idea ir, recordad que tenemos examen… de historia.
Todos, a excepción de Atsuya, se deprimieron. El menor de los cinco los miró con algo de asombro y dijo:
—¿Historia? ¿Qué pasa con ella? Mañana tengo clase con el nuevo profesor de historia, ¿tan malo es?
Los cinco salieron del instituto, y cuando iban por la calle, Goenji soltó secamente:
—De lo peor.
Eso dejó de piedra al pobre Atsuya, que solo abrió los ojos, impresionado, y siguió caminando junto a sus amigos.
—En todo caso el examen no es dentro de una semana… así que no estaría nada mal ir a la feria ¿no? —propuso Kazemaru—. Además, se nota que Endo tiene muchas ganas de ir.
—Ya claro —ironizó Atsuya con una sonrisa burlona—. Vamos, admítelo, no vas a la feria porque crees que lo pasarás bien, vas porque también irá Endo… tan sólo para estar con él.
Kazemaru y Endo se ruborizaron ante eso y Atsuya empezó a reírse de sus caras. Shirou se molestó con su hermano al ver lo insensible que era y gruñó:
—Atsuya… te ríes demasiado.
El chico de cabello rosa pálido paró de reírse y miró a su hermano algo confundido, solo cuando estaba molesto le hablaba así.
—En todo caso los que se deberían molestar son Endo y Kazemaru, no tú hermano. Eres tan raro Shirou —susurró Atsuya con conformismo. Shirou suspiró con resignación y puso una mano en su frente en señal de paciencia, total, ¿qué más daba ya?
—En cierto modo —carraspeó Endo aún algo ruborizado—, me parece que será divertido ir a la feria ¿no os parece? Venga Shirou, eres el único que se ha negado.
—Oye, ¿y yo cuando te he dicho que iba a ir? —preguntó Goenji asombrado. Increíble, ahora resulta que Endo decide por él. Endo lo miró con ojos de cachorro a punto de ser degollado y exclamó:
—¡Pe-Pero Goenji!
—¡Vale! ¡Vale! ¡Iré solo si no empiezas a armar un escándalo!
—Lo que dije Shirou… eres el único que se ha negado —siguió el capitán mirando al peli plateado. Al delantero de fuego le salió una gota en la cabeza y pensó:
—¿Por qué siempre se saldrá con la suya?
—Está bien, ya no puedo negarme —dijo el defensa aceptando con una sonrisa. Atsuya sonrió y le dijo a Goenji:
—Qué bien ¿verdad? Ahora podrás ver a Shirou también por la noche.
Un sonrojo cubrió las mejillas del chico pero no dijo nada, Atsuya pasaría de él, lo que le dijera le entraría por un oído y le saldría por el otro. Aunque, en cierto modo tenía razón. En su interior sabía que sentía algo por el mayor de los Fubuki pero… no podía ser que lo quisiera ¿no? Es decir, Shirou era su mejor amigo, era imposible que sintiera algo así por él.
Goenji lo miró. Se veía tan lindo mientras sonreía y se reía por las tonterías que decía Endo… se ruborizó al pensar así de él, era su amigo, nada más.
Atsuya tan solo rodó los ojos, entre divertido y fastidiado (divertido porque Goenji no paraba de comerse la cabeza y fastidiado porque estaba cansado de que ninguno de los dos se declarara). Vamos a ver, Shirou sentía lo mismo, ¿por qué no hacer las cosas más fáciles y se decían lo que sentían el uno por el otro? Acabarían las cosas mucho mejor de lo que esperaban, eso era seguro.
La primera parada fue la casa de los Fubuki, donde ambos hermanos se despidieron y prometieron a sus amigos que irían a la feria y se verían en el lugar acordado.
Qué bien ¿verdad? Ahora podrás ver a Shirou también por la noche.
Goenji se ruborizó al recordar esa frase. Gruñó molesto y Atsuya quedó apuntado mentalmente en su lista negra, ocupando el segundo puesto (el primer puesto lo ocupaba el profesor de historia).
—Bueno, pues… al final vendrás ¿no Goenji? —preguntó Endo emocionado de nuevo. El peliblanco suspiró con pesadez y refunfuñó:
—Qué sí… pesado…
—¡Bien! ¡Iremos todos a la feria! —se lanzó Endo a abrazar a Kazemaru. El peli azul se quedó estático y un enorme rubor cubrió sus mejillas.
—E-Endo… es-esto…
Endo se dio cuenta de que estaba haciendo y se ruborizó al máximo. Se separó de Kazemaru completamente avergonzado y susurró:
—Ah… lo siento, Kazemaru no… no quería hacer eso.
El chico de ojos rojizos se deprimió algo por lo dicho por Endo, pero después se forzó a sonreír y dijo algo triste:
—No importa.
Goenji miró con fastidio a Endo y pensó:
—Será idiota.
…
—¿A la feria? —preguntó un chico pelirrojo acompañado de un chico de cabello verdoso. Endo asintió energéticamente y dijo entusiasmado:
—Vamos Hiroto, Midorikawa… ¡lo pasaremos bien!
—No sé —dudó Midorikawa poniendo cara pensativa. Endo lo miró con emoción y exclamó:
—¡Vamos chicos! ¡No os neguéis! ¡Iremos todos! ¡Y yo podré comer ramen!
—¿Ramen? ¡Tenemos que ir! —dijo inmediatamente el chico de ojos negros. Hiroto se sorprendió y preguntó:
—¿Y por qué tendría que ir yo también?
Ambos chicos pusieron caras de cachorrito degollado y Hiroto suspiró:
—Está bien iré.
—¡Bien! —dijo Midorikawa ilusionado de su amigo le acompañara. Endo sonrió y dijo mientras se iba:
—Recordad, quedamos en el lugar que dije antes.
Midorikawa y Hiroto se despidieron de él con la mano. Cuando Endo ya no estaba, Midorikawa miró al pelirrojo algo ofendido y soltó:
—¿Así que no querías ir? ¿Acaso poco te importa lo que le guste hacer a tu novio?
Hiroto sonrió mientras lo agarraba por la cintura y lo apegaba a su cuerpo, haciendo que las mejillas del chico de ojos negros se ruborizaran. El pelirrojo se acercó a la cara de su novio y juntó sus labios con los de él, un beso algo fogoso.
Midorikawa movió sus labios en busca de más contacto con los labios de su chico y él correspondió, introduciendo su lengua dentro de la boca de su compañero; quien gimió ante el contacto. Sus lenguas juguetearon por un largo rato hasta que el oxígeno empezaba a faltarles.
Se separaron jadeantes y se miraron a los ojos, ambos estaban ruborizados por el beso anterior. Hiroto iba a besarle de nuevo, pero Midorikawa giró el rostro, dejando a su novio sorprendido.
—Mido-chan… —llamó confundido el pelirrojo. El peli verde se ruborizó y dijo:
—Hiro-chan, estamos en medio de la calle.
El chico se rió ante la timidez de su novio y lo cogió de la mano. Midorikawa lo miró confundido e interrogante. El pelirrojo tiró de él y le susurró al oído con un tono pervertido:
—Entonces vayamos a tu casa… me dijiste que hoy no había nadie.
Midorikawa se sonrojó al máximo y dijo:
—¡Solo besarnos! ¡Pervertido!
…
—¿Iréis? —preguntó Endo alto jadeante, estaba cansado ya que los estuvo buscando por todos los lados.
—Vale.
—Paso.
Tanto a Nagumo como a Endo les salieron una gota enorme en la cabeza ante la cortante respuesta de Suzuno.
—Ne… Suzuno —llamó Nagumo ante la frialdad de su novio. El peliblanco lo miró con fastidio y gruñó:
—No iré… habrá demasiado ruido.
—Normal, habrá mucha gente, es una feria —dijo Endo con una sonrisa, ya estaba deseando que fuera de noche. Suzuno arqueó una ceja y después suspiró con pesadez.
—Vamos Suzuno, lo pasaremos bien.
—He dicho que no.
El chico de ojos dorados sonrió y cogió al chico por la cintura, haciendo que Suzuno se sorprendiera y se ruborizara algo. Nagumo acercó su boca al oído del chico y susurró:
—Vamos… lo pasaremos muy bien.
Suzuno se sonrojó más ante el susurro y ante el aliento del chico golpeando su piel. El chico de ojos azules se tranquilizó algo y musitó:
—Bu-Bueno… iré.
—Ah… bien —murmuró Endo algo ruborizado por la escena que acababa de presenciar, pero después meneo la cabeza y exclamó—. ¡Bien! ¡Pues ya nos veremos en donde os dije!
—¡Está bien! —se despidió Nagumo con una sonrisa. Suzuno frunció el ceño y gruñó:
—Te odio.
—Oh vamos, ¿me vas a negar acaso que te gustó?
—Me-Mentira, no me gustó —negó el chico de ojos azules algo molesto. El pelirrojo sonrió y se acercó a él, Suzuno se puso alerta y gritó—. ¡No te acerques! ¡Pervertido!
—¿Pervertido? —se carcajeó Nagumo—. ¿Tan sólo te susurré algo al oído y ya soy un pervertido?
—Ca-Cállate…
…
Shirou tan solo miró con aburrimiento el libro de historia y después lo cerró. Bostezó un poco al acordarse de la "movida" clase de historia que habían tenido ese día… tan solo acordarse ya le daba pereza, fue una experiencia que le traumó. Miró el reloj que había en su habitación, solo faltaban unos veinte minutos para ir a la feria con su hermano.
Hasta ahora estuvo estudiando historia, aunque era muy raro, ya que después de la clase que hubo ese día juraría que fue el único que cogió ese libro de esa asignatura maldita.
Shirou se estiró y decidió cambiarse para ir a la feria. No es que tuviera tampoco muchas ganas de ir, pero no tenía nada mejor que hacer. Aunque no quería ir porque no le apeteciera… tampoco para no ver a Goenji. Shirou estaba enamorado de él y no le importaría reconocerlo a quien fuera… excepto al mismo Goenji. Tenía tanto miedo de que si se le confesaba dejaría de hablarle, se acabara su amistad o le odiara, que prefería callarse y seguir con la faceta de mejor amigo.
El chico de cabello plateado suspiró con resignación y se cambió de ropa rápidamente, le había pasado el tiempo volando mientras pensaba en Goenji, ahora faltaban diez minutos, seguramente Atsuya ya estará impaciente por ir a la feria, de eso no había duda.
—Bueno Shirou… ¡ánimo! —se dijo mentalmente el mayor de los Fubuki con decisión, tendría que ver a Goenji pero, eso no quitaría que no pudiera divertirse con los demás ¿no?
Salió de la habitación y prefirió esperar en el salón a la hora para ir con sus amigos, si pasaba un minuto más dentro de la habitación encerrado, pronto le parecería la clase de historia que habían tenido.
—Creo que debería eliminar esa clase del disco duro de mi memoria —susurró el tranquilo chico de ojos grises. Alguien, sin que Shirou lo notara, se acercaba sigilosamente por detrás de él, cuando estuvo justo detrás gritó:
—¡DESPIERTA SHIROU!
—¡AH!
Shirou sintió como si su corazón fuera a salir de su pecho de lo rápido que latía por culpa del "pequeño e insignificante" grito que su "querido" hermano pequeño había lanzado. Atsuya estaba casi en el suelo de tanto que se reía.
—¿Acaso te pareció gracioso? ¡Casi me matas del susto! —protestó al mayor mientras le miraba con el ceño fruncido. Atsuya se tranquilizó y dijo:
—Esto tenía que haberlo grabado.
—¡Atsuya!
—Bueno, vamos a la feria. ¡Venga! —se entusiasmo el chico de pelo rosa. Shirou arqueó una ceja y suspiró:
—Pero si aún faltan diez minutos.
—¡Bah! ¡Seguro que ya están allí!
Shirou suspiró con pesadez y siguió a su hermano, que ya salía de casa completamente feliz como unas pascuas. Atsuya parecía demasiado entusiasmado, y a Shirou no le extrañó mucho… ahora que se acordaba, a Atsuya siempre le gustaron las ferias, y disfrutaba como un pequeño de 5 años cuando estaba en ellas.
Cuando llegaron al lugar donde Endo les había dicho que quedarían, allí estaban Kazemaru, Endo, Goenji, Suzuno, Nagumo, Someoka, Midorikawa, Hiroto, Tsunami, Tachimukai, Sakuma y Kido.
—Vaya, sí que habéis llegado rápido —dijo Atsuya llegando junto a ellos con su hermano mayor pisándole los talones. Kido sonrió y dijo:
—Sí, teníamos ganas de venir. Hacía tiempo que no venía a una feria.
—¡Mamá mira! ¡Hay dos niños con el pelo rosa! —gritó una niña de pelo negro mientras señalaba a Atsuya y a Someoka.
—Grrr… —gruñó Atsuya mirando a la niña con intenciones asesinas, esta se puso a temblar y se agarró a su madre, quien se la llevó de allí al ver la cara psicópata que puso el chico pelirrosa.
Atsuya oyó unas risitas y se giró, vio a los chicos de su equipo (incluyendo a su hermano y a su amigo Someoka) tratando de contener la risa que estaba a punto de escapárseles. Tsunami estaba detrás de Tachimukai, así que la niña no le había visto.
—¡¿De qué demonios os reís?
—Bueno… de nada. ¡Jaja! —empezó a reírse Endo, seguido por los demás, incluso Suzuno se reía. Atsuya se puso rojo de la furia, y en cuanto vio que Someoka seguía riéndose, le gritó:
—¡Tú! ¡Maldito engendro! ¡¿Se puede saber de qué demonios te ríes?
—¡¿A quién llamas engendro? —berreó el delantero mirando con intenciones asesinas al pequeño.
—¡¿Ves algún engendro más por aquí aparte de ti?
—¿A lo mejor tú?
—Vamos chicos ¡tranquilos, tranquilos! —intentó apaciguar Endo la situación. Shirou se puso tenso y agarró a su hermano al ver que tenía intención de matar a Someoka.
—¡Parad quietos!
—¡Ya basta! —gritó Midorikawa enfadado—. ¡Cuánto más peleéis no solucionaréis nada! ¡Además, yo tardaré más tiempo en comer!
A todos les salió una enorme gota en la cabeza (a excepción de Endo, que se había entusiasmado al recordar que había ido allí principalmente para comer ramen) y suspiraron con resignación al ver que ninguno de los dos (Endo y Midorikawa) tenían remedio.
Cuando se pusieron a ir por la feria todos notaron un ambiente algo tenso, tendiendo como culpables a Atsuya y a Someoka, que no paraban de lanzarse rayitos con la mirada.
—Venga chicos, tranquilos, tranquilos, buen rollo. ¿Vale? —intentó Tsunami tranquilizar el ambiente, pero lo único que recibió fue una fría y dura mirada por parte de los dos delanteros. Tsunami se deprimió y empezó a hacer circulitos en el suelo en una esquina. Tachimukai se rió nerviosamente y puso una mano en la espalda del ex surfista para subirle el ánimo, cosa que consiguió.
Atsuya, que ya estaba cansado de batallar con Someoka con la mirada, decidió hacer algo más productivo… intentar que Goenji se le declarara a Shirou. Puso una sonrisa maligna y a Shirou le salió una gota en cuanto lo vio… parecía una sonrisa de Kogure justo antes de hacer una de sus muchas y raras travesuras.
—Esto… Atsuya ¿qué ocurre? —preguntó su hermano mayor desconfiado. Atsuya lo miró y dijo con una sonrisa un poco más confiable:
—Ummm… No pasa nada, tranquilo.
El mayor arqueó una ceja, señal de que no confiaba mucho en su palabra, pero prefirió dejarlo estar. Dentro de unos minutos, Atsuya arrastró a Goenji con él y gritó:
—¡Me lo llevo un momento! ¡Ahora volvemos!
Los chicos los miraron incrédulos y después se miraron entre sí algo confundidos. Shirou miró con sorpresa esa reacción de su hermano… ¿para qué querría él hablar a solas con Goenji?
…
—¿Y bien? —preguntó Goenji aún algo sorprendido al ser arrastrado por el menor. El rudo chico de ojos grises lo fulminó con la mirada y gruñó:
—Dile a Shirou lo que sientes por él.
—¿Qué? —preguntó el chico incrédulo, eso lo había pillado con la guarida baja. Atsuya puso cara asesina y susurró de manera siniestra:
—Si no lo haces te disecaré…
Una gota resbaló por la cabeza de un miedoso y nervioso Goenji mientras lo miraba incrédulo, el menor de los hermanos Fubuki no siempre era precisamente amable… ¡pero eso era pasarse!
—¿Cómo puedes ser tan violento? —preguntó el mayor con algo de molestia ante la amenaza. Atsuya se encogió de hombros restándole importancia y dijo:
—Es mi naturaleza…
Gotita de nuevo en la cabeza de Goenji, parecía que el chico que tenía delante no decía más que tonterías… como lo de declarársele a Shirou.
—Bueno, si no quieres nada más…
—Lo harás, ¿no? —preguntó amenazante—. Las disecaciones están muy caras, no me gustaría gastarme dinero a lo tonto.
—¡Déjalo ya! —gruñó molesto Goenji. Atsuya suspiró con pesadez y miró hacia otro lado, pensativo… ¿qué podría hacer para convencer a Goenji para que se declarara a Shirou? Lo había estado pensando y la única conclusión a la que había llegado era la amenaza… pero no estaba funcionando.
Por su parte, Goenji estaba a punto de ahorcar a ese chico que estaba delante suyo… y eso que no era nada agresivo (bueno, eso si no se lo proponía).
—Bien, haz lo que te dé la gana… pero como Shirou sufra por tu culpa no te extrañes si hay intentos de asesinato dirigidos a ti.
Lo dicho por Atsuya hizo que Goenji abriera los ojos al máximo… Atsuya tenía la habilidad de dejar a todo el mundo, a excepción de su hermano acostumbrado a sus locuras, totalmente paralizado y temeroso al oír sus amenazas.
Cuando el peliblanco dio despertado de su estupor se dio cuenta de que Atsuya ya no estaba allí, seguramente habría vuelto con los otros. Suspiró con pesadez y se paseó por la feria para despejarse un poco… ¿por qué debería sentir algo por Shirou? Era cierto que era guapo, muy mono, y esa sonrisa inocente que le hace ver adorable, y sus ojos grises profundos…
—¡No! ¡Basta! —pensó el chico de ojos castaños completamente ruborizado, no podía creer que estuviera pensando así en Shirou.
—¡Eh tú! ¡Ven aquí! ¡El tío del pelo pincho! —gritó una voz. Goenji se paró de golpe y miró hacia el lado derecho, de dónde provino la voz. Allí había un chico que debería de tener la misma edad que Atsuya, era un poco más bajo que él, tenía el cabello de color rubio y largo hasta los hombros y sus ojos eran de un bonito color dorado, era un chico bastante atractivo. En su rostro tenía una sonrisa entre burlona y divertida.
Goenji arqueó una ceja y preguntó:
—¿Me llamabas a mí? —el chico asintió energéticamente—. ¿Y qué querías?
—Vaya… un amor correspondido pero negado, a veces puede resultar muy triste —informó el menor. Las mejillas del delantero de fuego adquirieron un color rojizo al escuchar eso y susurró:
—No sé de qué demonios estás hablando.
—Qué estás enamorado y no quieres reconocerlo, es triste —respondió el chico mientras aparecía una sonrisa divertida en la cara, seguidamente puso cara pensativa y se ruborizó levemente—. Vaya, no me extraña que te hayas enamorado de él… es tan guapo. Cabello plateado, ojos grises, sonrisa bonita… es un chico muy guapo.
Esa descripción… no era posible ¡era Shirou! ¿Por qué todos se empeñaban con convencerle de que estaba enamorado de Shirou? ¡No era posible!
—No estoy enamorado, ¡así que déjalo! —le cortó Goenji ya bastante avergonzado. El chico soltó una carcajada y suspiró divertido:
—Vamos, estás enamorado de Shirou, Goenji, admítelo. Te resistes a creer lo evidente.
—¡¿Cómo demonios sabes mi nombre y el de Shirou?
—Es obvio que soy un adivino, me llamo Hikaru Hotaru —se presentó el muchacho con una sonrisa de autosuficiencia en la cara—. Y bien, ¿te declararás?
—Otro como Atsuya, déjalo ya, ¿quieres? Déjame en paz.
Pasaron unos segundos en silencio mirándose a los ojos, Goenji la miraba con algo de enfado y Hikaru lo miraba con diversión.
—Me parece que el hechizo no se romperá hasta que lo admitas —susurró Hikaru con una sonrisa maliciosa y pícara mientras se daba la vuelta para irse. Goenji se quedó estático y pensó:
—¿Qué hechizo? ¡Eh! ¡Oye espera!
Goenji intentó seguir a Hikaru, pero el chico se perdió entre la gente y le fue imposible localizarlo al haber tantas personas en la feria. Suspiró con resignación y se encaminó hacia donde estaban sus amigos, seguramente todo era una broma pesada de ese chico llamado Hikaru.
…
Al día siguiente, Goenji gruñó algo mientras se levantaba de la cama. La cabeza le dolía a horrores y tenía ganas de tumbarse un poco más, pero si no se levantaba llegaría tarde al instituto.
—Ah, me duele la cabeza… ¿Uh? —se preguntó Goenji extrañado… ¡esa no era su voz! Se quedó mirando a sí mismo y se dio cuenta de que su cuerpo era bastante más pequeño que antes, ¿qué demonios pasaba ahí?
Se sacudió un poco la cabeza y se dio cuenta de un detalle muy importante… ¡esa no era su habitación!
—¿Qué pasa aquí? ¿Dónde estoy? —preguntó en voz alta. La voz suave y tranquilizadora de una persona que Goenji conocía muy bien sonó, y es que esa voz con la que el chico hablaba se parecía mucho a la de…
Con algo de temor se acercó al espejo que había en esa habitación y se miró en el espejo. Cuando se miró, su mandíbula casi cae al suelo de la impresión y gritó sin poder creérselo:
—¡PERO SI ESTE ES SHIROU!
…
Shirou se revolvió en la cama, no tenía ganas de despertarse esa mañana, pero tenía que ir al instituto, que ya le estaba resultando insoportable…sobre todo por las clases de historia, menos mal que ese día no tenía historia.
—Shuu-niichan —sonó una dulce voz. Algo extrañado abrió los ojos y se levantó de la cama, miró hacia la puerta de la habitación y vio a una chica de unos 12 años mirándole con una sonrisa, era Yuka Goenji, la hermana pequeña de Shuuya.
—Am, ¿qué…? —preguntó Shirou impresionado, un momento, ¿qué hacía Yuka ahí? La chica de cabello castaño sonrió dulcemente y susurró:
—Shuu-niichan, el desayuno está listo…
Antes de que pudiera decir nada, Yuka salió de allí dejando a un Shirou solo y confuso. Parpadeó un par de veces sorprendido y después se preguntó en voz alta:
—¿Ah? ¿Shuu-niichan?
Espera un momento… su voz estaba mucho más ronca que antes, no era la misma, ¿qué pasaba ahí? Se levantó precipitadamente y se observó, estaba demasiado moreno, él tenía la piel muy blanca no tan morena. Se tocó el pecho y notó los pectorales marcados, se extrañó de sobre manera, ¿desde cuándo estaba tan musculoso?
Salió de esa habitación (que no tardó en darse cuenta de que no era suya) y miró hacia los lados… esa no era su casa. Algo asustado vio que una puerta estaba entre abierta y era el cuarto de baño. Abrió la puerta precipitadamente, menos mal que no había nadie, y se puso delante del espejo.
La cara de Shirou se desencajó por completo y un enorme rubor cubrió sus mejillas. Se tocó la cara como si no pudiera creer lo que estaba viendo y pensó:
—No lo entiendo… ¡¿qué estoy haciendo dentro del cuerpo de Goenji-kun?
Continuará…
¿Y bien? ¿Os gustó? Espero que sí, advierto que intentaré poner la conti pronto, pero no garantizo nada. Por eso quería compensar con un capi largo, así que espero que os haya gustado, que hayas reído y todo eso XD. Espero que me dejéis reviews, me pondría muy contenta y los exámenes que tengo (sí, es por lo exámenes por lo que no puedo actulizar ¬¬) los apruebe y así me libre de esa tortura XD. Bueno, espero de verdad que os gustara. Sayo y hakuna matata!