PARTE UNO:
La miro a poca distancia, a unos cuantos pasos de su pupitre. Ella se encuentra sentada en su lugar, oyendo música por su celular, escribiendo alguna cosa en una hoja blanca semi rota, pasando el rato. En su rostro puedo adivinar una melancolía de desconocía procedencia. Su belleza se encuentra marchita por una extraña mueca de desanimo dibujada en su rostro. Sus parpados están casi abiertos, su boca se encuentra quieta como una roca y su mano derecha se mueve monótonamente sobre la página que había arrancado previamente de su cuaderno de apuntes. No puedo darme cuenta de lo que escribe, pero juzgando a lo lejos, puedo ver que dibuja con delicadeza unas enormes letras de redondos contornos.
Es demasiada tristeza para un ser tan kinestesico como ella. A pesar de haber alegría a su alrededor, esa chica pelirrosa no abandona por ningún rato su porte pasivo, como si le gustara estar así. Sin embargo, en el fondo yo puedo adivinar que eso no es cierto. Se que ella se siente vacía. Se siente tan sola en medio de la bulliciosa multitud que conforma mi salón de clase. Experimenta una sensación solo comparable con el de un ave apresada en contra de su voluntad en el frio y desolado ambiente de una jaula.
¿Por qué no va y platica con sus pocas pero fieles amigas, las cuales están hablando a unos cuantos pupitres de su lugar? ¿Por qué prefiere sentarse de tal manera y poner un gesto apático que me entristece a mí también? ¿Cuál es la razón de su postura, la cual refleja un arduo deseo de ser apreciada por un sujeto en especial? Si ella tiene el don de la sociabilidad (la habilidad de la que yo carezco) ¿Por qué no va y platica con alguien para interrumpir su soledad?
Varios tipos de interrogantes invaden mi cabeza. Yo, Sonic The hedgehog, el muchacho que se encuentra ocupando el primer asiento de la cuarta fila de mi clase, no comprendo el motivo de su visible aislamiento. Las demás compañeras de salón pasan a su lado como si nada, platicando sobre temas vanos y sin utilidad alguna. Algunas de esas chicas se intercambian información sobre cierto fulano que es el mas codiciado dentro del colegio, y otras, en cambio, se dedican a llevar a cabo una terea que olvidaron hacer el día anterior.
No obstante, ella sigue allí, silenciosa y casi invisible.
Desconozco cual es la canción que suena en estos momentos por medio de sus audífonos, pero creo que se trata una de tristeza, por que la música muchas veces transmite sentimientos por medio de las vibraciones que causa en el aire y que llegan a nuestros sistema auditivo. Aunque mirándolo bien, si no estuviera sonando esa canción dentro de sus orejas, igualmente ella seguiría en su actual estado.
Las voces a nuestro alrededor continúan con su ensordecedora cháchara, la cual de segura desorientarían ajeno a nuestro ambiente estudiantil. Aun así, yo no presto atención a esto. Solo la observo sin pestañear siquiera, y así, yo no presto atención a esto, intentando descubrir el motivo de su estado.
Me desespero al darme cuenta de lo que le pasa; no se cuales serán sus razones, pero mi conciencia sufre un tremendo escozor al no poder encontrar la manera de ayudarla. Y es que esa chica de perfectas fracciones es muy importante para mí. Al principio no supe asimilarlo muy bien, pero pronto me percaté que, desde el primer día en que ella puso sus pies en el piso cerámico de mi salón de clase, creo en mi mente una sensación que no ha desaparecido aun.
Recuerdo muy bien ese día, sintiendo como si se tratara del día de ayer. Nosotros, los alumnos de quinto bachillerato en la escuela "High Diamond" de la ciudad de Station Square, ya llevábamos un par de semanas de haber iniciado clases, y aparentemente no iba a pasar algún percance que hiciera mas interesante tal jornada. Nos encontrábamos en el tercer periodo, el cual correspondía al profesor Big The Cat, un señor bonachón que nos impartía la clase de Física Fundamental.
Él nos explicaba un tema del cual ya no me acuerdo, pero que seguro era aburridísimo, ya que el maestro no se desenvolvía muy bien aun con los estudiantes de mi carrera. Sin embargo, tal monotonía fue rota cuando alguien llamó a la puerta. Todos volteamos a ver hacia tal dirección, y esperamos que nuestro catedrático hiciera algo al respecto.
Y justo cuando él atendió a nuestro inesperado visitante, unos ojos verdes como la savia aparecieron en el acto. Yo miré al invitado con interés, y estirando el cuello, me di cuenta de que se trataba de una chica de piel y cabello color algodón de azúcar. Ella estaba vestida con ropa oscura, seguramente para no llamar demasiadamente la atención, y de su hombro colgaba un bolsón color marrón lleno de estampas, las cuales recordaban los nombres de varias bandas de Rock famosas para estos tiempos. Se le notaba un poco incomoda al haber interrumpido tan inesperadamente una clase, y al percatarse de que todas nuestras miradas estaban puestas sobre ella, su molestia creció hasta llegar a reflejarse en su fino rostro.
Aun así se repuso, y con cortesía, preguntó si es que podía pasar.
-Con que tú eres la nueva de la que me hablaron hoy ¿Eh?-dijo el profesor Big examinando interesado el aspecto de su recién integrada alumna-Pues bienvenida. A ver, pasa…
La chica hizo caso sin rechistar siquiera. Con pasos vacilantes avanzó hacia las filas de pupitres en donde estábamos sentados nosotros, y al notar que había un escritorio sin ocupar al fondo del salón, se apresuró a tomarlo. Yo la seguí con la mirada, y no se la quité por ningún momento. En verdad, hacia bastante tiempo que no miraba chicas tan apenadas como ella.
Después de esto, todos comenzamos a intercambiar información, ya sea con la mirada, y en algunos pocos casos, con palabras suaves, casi susurrantes.
-Bien, muchachos…-dijo el profesor mientras tomaba otra vez su puesto, que en esta ocasión se encontraba a la par de la pizarra-Espero que sean buenos con su nueva compañera, y que la reciban como alguien más en nuestra gran familia. Y tu, querida Amy, siéntete como en casa. Aquí no le hacemos daño a nadie, y somos tan hospitalarios como en tu anterior colegio. Si tienes alguna cosa que decirme, no dudes en hacerlo ¿Esta bien?
Ella afirmó con la cabeza tímidamente. En cuanto a mi, dejé de mirarla, y viendo la superficie garabateada de mi pupitre, recordé su nombre.
"Amy…" repetí en mi mente, como sacerdote a punto de iniciar una letanía.
Ese sustantivo propio era nuevo en mi vocabulario personal. Nunca antes había conocido a alguna otra persona con ese nombre, y al procesarlo mejor en mi cerebro, por una extraña razón supe que encajaba perfectamente con su persona. Era raro, puesto que nunca antes en mi vida la había visto.
Para mi era una perfecta desconocida, eran tan nueva en mi corta existencia, pero aun así continúe considerándola como una reencarnación de mística índole.
"Rayos…" fue lo único que pude susurrar, percatándome de la imprevista atracción que me generaba esa chica de oscuro vestuario.
Me sentí ridículo y cursi, y debido a esto, traté de cualquier manera olvidarme de su existencia, como había hecho con mis demás compañeros.
A decir verdad, yo era una especia de antisocial que solo platicaba con sus semejantes cuando hay necesidad de hacerlo. La mayoría de tiempo me encontraba solitario, pensando en cualquier tontería tan solo para pasar el rato. Me causaba miedo las chicas sin alguna razón coherente, aun si mis compañeras de grado habían intentado varias veces convencerme de que ninguna de ellas "mordía".
Yo las comprendía, pero aun así continuaba con mi aislamiento, tanto, que hasta mis compañeros varones terminaron rechazándome al considerarme raro. Debido a esto, en el colegio nadie me importaba ni llamaba la atención, por lo que terminé aferrándome a una ideología ego centrista que no me favorecía, ni me perjudicaba.
No obstante, por un instante dejé de centrar mi atención en mis intereses, y vi a la nueva como solía hacerlo antes, cuando tenía una buena cantidad de amistades a mi alrededor. No supe comprender tal sensación en el acto, pero preferí ignorarla convencido de que eso no me traía beneficio alguno.
Pasó el tiempo, y miraba atentamente al profesor Big, que no interrumpía sus enseñanzas por ningún motivo. Sin embargo, las chicas que se sentaban a la par de mí comenzaron a intercambiarse comentarios, los cuales estaban centrados exclusivamente en la existencia de Amy. En cuanto a ella, miraba al catedrático con una aparente importancia similar a la mía, pero yo podía intuir que no era así. Podía percibir un aura de inseguridad surgiendo de ella, y como yo, intentaba no relacionarse con nadie para no crear una inminente desilusión dentro de ella.
Aun así, logró conseguir un par de amigas en un lapso relativamente corto de tiempo. A pesar de haber rechazado la amistad de varias de mis compañeras (tal vez por considerarlas extrañas y de repulsivas costumbres), pudo entablar conversación con un par de chicas que aparentaban estar en la misma situación. Bueno, al menos no terminó estando sola como yo, pero constantemente se peleaban entre las integrantes de su pequeño clan, causando así ciertos momentos de distanciamiento que se disolvía de un día para el otro.
¿Por qué lo hacían? No lo sé con exactitud, pero en el fondo, adivino de que se trata de una "falsa amistad". Es decir, se hablaban, se saludaban y todo, pero en el subconsciente sabían de que no se agradaban con la intensidad considerada "normal" dentro de un circulo de amigas. Es raro, aun si constantemente las veía apartadas de los demás grupos de compañeras, arrinconándose para no ser molestadas en sus sustanciosas conversaciones.
No me pregunten por que, pero en los primeros días de su estancia yo cubría grandes cantidades de tiempo mirándola, espiándola a lo lejos por grandes lapsos de tiempo. Aunque hacia un gran esfuerzo por olvidarme de ella, su físico atraía como un imán las pupilas de mis ojos, obligándolos a girar siempre en dirección a su pupitre. Pronto, dejé de centrar mi atención en las cosas que surgían en mi cabeza para desviarla a la existencia de esa muchacha, que por cierto, empezaba a hablar más frecuentemente con las de mi alrededor.
Yo, en breve, me di cuenta de que no podía evitarlo; me hacia avergonzarme de mi mismo, pero al mismo tiempo y por una extraña razón, se sentía muy bien. Observar sus fracciones, su pelo lustroso, sus finos labios, sus ojazos que se asemejaban a dos preciosos jades… todo eso generaba en mi una emocionante situación que, con el pasar del tiempo, dejé de tratar de evitar. Ella reía, se enojaba, se ponía seria, discutía con mis compañeras sobre temas que no lograba escuchar, sonreía felizmente… hacia cientos de actividades, y yo trataba de no perderme ningún pormenor proveniente de su persona.
Me enfurecía conmigo mismo al notar esto. Me sentía estúpido, y renegaba mi antigua ley de frialdad jurada en relación a mi prójimo, pero pronto esta regla ya no tuvo validez alguna en mi vida.
Mi corazón palpitaba rápidamente cuando Amy pasaba a unos cuantos centímetros de mi lugar, me sentía realmente importante cada vez que ella pronunciaba mi nombre (cuando tenia la necesidad, claro esta), sonreía con ganas cuando de su boca salían unas ocurrencias que alegraban la jornada de sus amigas, me estremecía cuando algo la molestaba y la hacia poner un gesto serio. Un sinfín de cosas motivaron mi estado de animo en esos días, y yo no sabia que pensar. Si hacia lo correcto al verla pero no relacionarme con ella, o si me equivocaba al hacerlo.
"A lo mejor ya tiene novio…" pensé una vez, cuando la vigilaba en mi prolongada hipnosis. Ahora que lo recuerdo, no se por que la palabra "novio" se me ocurrió primero. Pude decir cualquier otro dato, pero lo único que pude recalcar fue algo sobre su estado sentimental. Hasta ahora se que mi subconsciente había hablado por mi. Había dejado al descubierto sobre mi apasionado interés dedicado a ella. Es en estos tiempos que me doy cuenta de que no quería que ella fuese tan solo una amiga. Yo quería ser algo en su vida…
Sin embargo, esto era poco probable, ya que ni le hablaba. Las pocas veces en que habíamos intercambiado palabras fueron cuando una maestra o profesor nos dejaba un trabajo grupal (en los que, para resumir todo, no decía ni "pio") o cuando ella quería prestarme un sacapuntas. Cuando me pedía permiso al pasar por algún sitio estrecho donde yo estorbaba, o cuando me decía "Gracias" al realizar a cabo una actividad que la beneficiaba.
Nunca antes le he saludado, o me he despedido de ella. Mi ser se muere por hacerlo, pero mi timidez es más. Esta maldición consigue que guarde silencio, y desperdicie las oportunidades para dirigirle la palabra.
En verdad, cuanto me odio por eso. Quiero agradarle, hacerle saber que yo no la considero como una compañera más en la clase, pero mi valor para hablarle se esfuma al darme cuenta que tal vez ni le agrado. Mi negatividad puede contra mis deseos de llamar su atención, y me obliga a guardar silencio y a mirarla desde lejos.
Me siento solo en este colegio, y cuantas ganas tengo que ella lo comprendiera. Que no me observara solo como un conocido, y de que se acercara tan solo para conocerme ante la imposibilidad de que yo sea el de la iniciativa. Pero, ahora, me percato de que mis ilusiones son inútiles. De nada vale que sueñe despierto. Solo consigo despertarme, y darme cuenta de que soy un tonto al anhelar cosas que nunca van a suceder.
Aun así, noto que ella sigue escribiendo con aparente aburrimiento sobre aquel papel. Ya han pasado cinco minutos, y todo sigue igual. Ella continua triste, y yo me trago mis ansias por hablarle.
A la semana de haber ingresado al colegio, ella empezó a faltar a clases. Lunes, miércoles, jueves o viernes. Por una desconocida razón dejó de frecuentar al salón. El profesor Big, el cual era nuestro maestro guía, preguntaba frecuentemente a sus amigas sobre su paradero, pero estas siempre tenían la misma respuesta. Nunca variaba ni una letra, fuera consonante o vocal.
"Esta enferma, y fue con el doctor…"
Luego de repetir esto, ellas seguían platicando como si nada, dejando a nuestro catedrático confundido, y sin una oración que satisficiera sus dudas. Yo también oía esto, y también formaba en mi rostro una mueca de incertidumbre. Aunque, al pasar del tiempo, me di cuenta de que se trataba.
Lo comprendí rápidamente, al darme cuenta de que Amy llegaba al colegio constantemente con una cara de hastío. Como si le pesara poner una vez mas los pies en esta habitación. La miraba así, y a mi mente llegaba una rápida respuesta que contestaba mis preguntas.
Como yo, ella se sentía vacía por dentro. Sentía como si las personas que la rodeaban fueran unos terribles verdugos. Como si fuesen fantasmas, seres que sabes que están allí, pero que son intocables e invisibles a la vez. Yo sabia muy bien lo que pasaba. Es como si una horrible sensación se adueñara de tu cuerpo, de tu ser, y te daba a entender que todos a tu alrededor son felices, pero tu no.
Todos platican, todos sonríen, todos miran a los demás como un amigo que resolverá tus problemas o contestaran tus preguntas. Pero, cruelmente, tu no perteneces al mundo donde estas parado. Tus compañeros de clase quisieron moldearte según como ellos consideraban "Correcto", pero al ver que tu no compartías sus intereses ni añoranzas, decidieron segregarte, arrinconarte como la lacra de la clase. Aun te saludan, ríen con tus chistes, responden tus interrogantes, pero lo hacen de una forma solapada, sin sinceridad. Esconden sus verdaderas intenciones bajo un mantón sutil de falsedad, y aunque tu no te das cuenta rápidamente, la importancia que tiene tu persona en relación a ellos es relativamente nula.
Te sientes tan abandonado en esa celda con pizarrón y amplias ventanas. Te sientes raro, como si fueses un extraterrestre fuera de su orbita, de su universo, de su área. Pasas a ser como una pared: todos saben que estas allí, pero no les importa en lo mas mínimo. Pasan frente a ti, hablan junto a tu cuerpo como si nada, pero sin que se den cuenta, tú los observas silencioso.
Sabía como se sentía ella. Lo había experimentado con cada célula de mi joven cuerpo, y por eso, sentí que éramos como un espejo: cada uno miraba su reflejo a través del otro. Al menos yo lo sentía así, y al verla faltando a clase con regularidad, mi vacio fue expandiéndose, hasta peligrar a tragarme entero.
La diferencia era que ella tenía amigas cerca. Podía demostrar cierta semejanza a mi situación, pero cuando quería escapar de ella, únicamente caminaba algunos para integrarse, y sentirse identificada bajo una sola idea. Yo, en cambio, solamente tenía a mi cerebro, y a mi consciencia, un alter ego que me comprendía a la perfección, debido en parte por que completaba mi persona. Ella sugería, y yo cumplía al pie de la letra cada palabra salida de su "boca". Estaba tan lleno, y vacío a la vez. Ahora que lo pienso, es por que uno nunca se basta. Necesita otra pieza, la cual es idénticamente diferente a ti. Yo no sabía si esto era cierto, pero creía, y creo que he encontrado esa pieza por fin.
Despierto un rato a la realidad. Desvió la mirada, y noto que Amy continúa allí sentada. Sigue dibujando con lentitud sobre la hoja, y aparenta una profunda concentración en lo que hace, lo cual no es novedad. Yo la examino con la mirada curiosamente. En verdad que su físico da de que hablar.
No solamente su cara me es bello: el resto de su cuerpo parece sacado del cincel del más experimentado escultor griego, de esos que trabajando en mármol hacían honor a las hermosas diosas de su cultura.
Cuando está de pie, cuando está de frente o de espaldas, cuando está sentada, cuando presta atención a las explicaciones de los maestros… En cualquier ocasión ella me parece perfecta. No solo un sentimiento amoroso le profeso a esa chica, sino que también por ratos mi mente divaga, y crea las más extravagantes ideas jamás antes imaginadas en relación a la chica que observo de lejos.
No voy a negar que por momentos la testosterona de mi cuerpo adolescente se adueña de mis pensamientos, pero en verdad, por ratos me sonrojo inevitablemente al generar en mi bóveda craneal situaciones que, en la vida real, serian imposibles. No se si por dentro estoy mas retorcido que una enredadera, y por el momento no me interesa averiguarlo. Si esto es amor, no le culpo por sus singulares efectos. A veces sueño con ella, me desenchufo de mi realidad, veo las cosas por encima de lo considerado lógico, y aun así, me siento feliz.
No me importa si esto es malo, ya que nadie más lo sabe, o al menos eso supongo. Hemos venido a este mundo para ser felices, y al no hacerle daño a ella, creo que tengo el derecho de experimentar el raro mundo de la fantasía. Si el ser que nos creo nos dio la bendición (o la maldición, quien sabe) de la imaginación, no es pecado utilizarlo. Por esta poderosa herramienta nuestra raza ha prevalecido a los años, y siendo un arma de doble filo, también nos recuerda que la felicidad es efímera como una nube.
Mi tristeza, mis desilusiones, mi terrible ansia generada por los sentimientos que llenan mi ser son tan solo un indicador enviado por Eros para darme a entender que tengo un corazón que palpita debajo de mis costillas y me da vida, una vida cuyo único fin es encontrar la paz.
Entonces, mi creciente infelicidad es producto de mi soledad. Pero ese sufrimiento se alivia por ratos al mirarla, y ver que ella no es uno de los tantos fantasmas que recorren bulliciosamente a mi alrededor. Supongo que no se da cuenta que la miro, pero en realidad es por que yo no me he dado a conocer.
Tal vez puedo demostrarle que estoy vivo, y que la comprendo a la perfección. Hacerle saber que no esta sola, y una tímida avecilla comparte junto a ella el espacio incomodo de nuestra jaula de frió metal.
Esta sola, escuchando una canción por medio de su reproductor de música. De repente se mueve, y cambia un poco su posición, poniéndose en una más cómoda para seguir con su repetitiva actividad. Sigue mirando su papel con melancolía en sus parpados. Sigue sin decir nada, sin dar a entender lo que piensa, lo que siente, lo que experimenta.
Me muerdo el labio inferior al mirarla así. Mi corazón late con mas fuerza ante las recién surgidas ideas que llenan mi cabeza, y una gota de sudor frió se desliza por mi nuca, sintiendo como deja su helado rastro por mi piel.
"Rayos…"
Repito otra vez la misma palabra, con la que doy a entender mi creciente inquietud. Yo, Sonic The Hedgehog, no estoy muy seguro si pienso lo correcto. Ella no me conoce, y juro que ni siquiera le intereso. Claro que no le intereso. Es tan obvio, que lo podría apostar. Pero, por ratos, me convenzo de que tengo cierta posibilidad. No se por que, pero un as bajo la manga rasca mi muñeca derecha. Tan solo debo utilizarlo sabiamente. No desperdiciarlo, o de lo contrario seria el torpe mas estúpido de la historia de ese colegio.
Pienso un poco más. De pronto, logro ordenar mis pensamientos de una sola vez.
Me he decidido por fin. Una recia convicción se ha formado dentro de mi cavidad cerebral, y ahora siento como el valor que se ha creado en el acto recorre cada rincón de mi ser.
No puedo soportarlo, no un día mas. Mi corazón, henchido con melancolía, es una enorme carga que no puedo soportar en medio de mi joven pecho, y por eso una creciente necesidad me insta a realizar lo que siempre he añorado, lo que siempre desee cuando ví por primera vez a esa bella chica.
Ya se lo que quiero, y lo quiero ya. No puedo esperar ni un segundo más. Si lo hago, de seguro caeré victima de un ataque de locura. He soportado lo suficiente como para ser llegado a considerar un masoquista sin remedio. Se sobre los peligros de un posible rechazo, se lo mal que se siente cuando no corresponden el amor que posees, se los inconvenientes que trae el amor consigo, pero aun así, estoy dispuesto a desahogarme.
No me interesa en lo absoluto lo que los demás digan. Al final de cuentas, como lo he dicho, todo ser vivo en este mundo tiene derecho a ser feliz, a ser apreciado por otra figura además de la filial. En una parte de mí, muy escondida dentro de mi ser, siente un extraño nerviosismo que provoca un cosquilleo desagradable en mi corazón. Si, sin duda mi cerebro sabe que la acción que realizare implica cierto peligro.
No se trata de una inminente muerte, pero yo se muy bien que si ella me mira como un bicho raro y me responde con unas palabras amargas y no esperadas, mi conciencia se desmoronará como un castillo de naipes que costó un ojo construir. El lado lógico de la razón ahora me reprime, me dice que todo será en vano. Nunca antes le había hablado, y viendo las circunstancias, no lo hubiera hecho en lo que resta del año escolar.
Así que, ¿Quién era yo para dirigirle la palabra? ¿Por qué me dignaba a confesarle el cariño que le profeso, si ni siquiera le he saludado por las mañanas durante todo ese tiempo? Para llegar al noviazgo, al menos debe estar la amistad de por medio, por lo que…
¿Debía aventurarme a realizar tal proeza? ¿Valdría la pena tanto sacrificio? ¿El costo que implicaría romper la barrera invisible de timidez me seria recompensado con creces?
Una y otra vez me respondo a mi mismo "¡No se!". Aquí, sentado y aferrado a mi pupitre, sufro de una terrible ansiedad que peligra con hacerme perecer ahogado con mi propia respiración.
¡Maldita sea! Todo esto es, sin lugar a dudas, una especie de sesión de tortura que dedico despiadadamente a mi pobre persona. Desde hace ratos comencé a sudar como pollo rostizado en un horno, y por momentos ya no siento las puntas de los dedos. Siendo breve, debo resumir mi sufrimiento en una tremenda angustia que me retenía petrificado en mi lugar.
Suspiro un par de veces, ante la posibilidad de que no pueda llevar a cabo mi propósito, el único que me tiene como un loco en plena clase. Me rasco con prontitud la nuca, y la observo otra vez, a lo mejor para que su fina figura me de valor para dirigirle la palabra. Ella no se ha movido ni un poco durante todo ese lapso, y con los audífonos taponándole las orejas, de seguro ni se ha dado cuenta de que la miro a poca distancia.
Medito por un momento, como intentando poner en orden mis pensamientos. Lo que le profeso, lo que sufro por ella, no solamente se trata de la cursilería utilizado por Hollywood de "amor a primera vista", no. Es algo mucho mas que eso. Es una especie de conexión invisible que ella ha puesto en mí. Entiendo de que no se ha dado cuenta de ello, pero, en lo que me respecta, lo tonto y estúpido que me siento es el resultado de una extraña conexión, de una sobrenatural unión.
Como dije antes, ella es un espejo en el cual puedo verme reflejado yo, debido a que desde mi punto de vista, esa chica tiene relativamente los mismos problemas que yo. No se con exactitud lo que signifique, pero lo puedo averiguar. Puede que esté equivocado, pero hay la misma cantidad de posibilidades de que ocurra lo contrario. Con irle a hablar, puedo ver que es lo que piensa de mi. De una u otra manera, debe haber un resultado, ya que si me rechaza, me percataré de que tal vez el destino ha dicho de que ella no es la indicada, que puede ser que yo haya creado ilusiones erróneas al respecto de esta atracción que esta carcomiendo cada rincón de mi ser.
De que voy a aprender de mi error, voy a aprender. Pero, si afortunadamente ocurre todo lo contrario, a lo mejor tenga una oportunidad. Por que soy tímido, aunque reconozco que, según ciertas fuentes cercanas, también poseo cierta atracción que combina con mi físico.
La encrucijada en donde me encuentro es de verdad incomoda. No me canso de recalcar que me siente como el idiota más grande en todo el hemisferio terrestre. No es que me falte mucha autoestima, pero es que visto desde otro ángulo, de seguro cualquiera diría que he caído en lo ridículo. Pero es que no estoy muy seguro de lo que me pasa. Pido la intercesión de algún ser divino que me preste su ayuda en esto, por que ciertamente me la estoy pasando muy mal.
Mi corazón quiere salirse de mi pecho. Rasguño con desesperación mi pupitre. La miro por breves lapsos, y dudo por momentos.
"¡Gulp…!"
Hasta que una pequeña cantidad de saliva se desliza por mi traquea, y refresca toda esa área en el trayecto. Y me percato que es la señal. Ya es hora de que venza de una vez por todos mis miedos.
Inseguro, me pongo de pie. Debo simular que voy a tirar algo en el basurero. No deseo de que alguien se de cuenta de mi estado.
Visualizo al objetivo, y planeo una rápida táctica dentro de mi cabeza.
Ella detiene por un rato lo que hace, y de pronto, se quita los audífonos de los oídos. Al parecer quiere quitarse la pereza, y piensa seguramente ir a platicar con una amiga suya. Entonces, comprendo que precisamente es el momento. No puedo desperdiciar esta oportunidad.
Pero…
"¿Qué haré cuando llegue a su lado? ¿Cómo captaré su atención…?"
No lo se, pero mientras lo pienso, camino directamente a su lugar. Si, de seguro luzco como un idiota. No puedo evitar ver al suelo, haciéndome el distraído. Mi vergüenza es tanta, que no logro crear contacto visual durante mi trayecto.
Aun así, a unos cuantos pasos, levanto la cabeza, y alzo la mirada al mismo tiempo. Y cuando me doy cuenta, sus preciosos ojos color verde jade se posan en los míos, como examinando ante mi repentina presencia.
Recapacito de inmediato. Estoy enfrente de su pupitre, y ella me mira intrigada.
"Rayos…"
Una sola palabra puedo pensar en esos momentos. Mi mundo se estremece, y me quedo en blanco por unos momentos.
Si, sin duda alguna saben a lo que me refiero. Pero, en esos instantes, me di cuenta que había metido la pata.
Ni siquiera "Hola…" le dije.
¡Diablos! Como me odio a mi mismo por la estupidez que el amor me ha causado…
¡Hola a todos! ¿Cómo se encuentran? Espero que bien. Aquí estoy yo, TIO GIL DJ, con una nueva historia basada en los personajes de la franquicia mas productiva de SEGA, Sonic The Hedgehog, siendo esta vez este y Amy, la eriza rosada, los protagonistas.
Disculpenme, queridos lectores, por la descontinuacion de todas las demas historias que son de mi autoria. Se que algunos pensaran que soy un desagradecido por sus atenciones, pero debo decir que pronto los seguiré. Algunos capitulos ya estan preparados, y aunque algunos fanfics me han presentado problemas (como cierta historia en donde el Silblaze es el predominante), espero actualizar pronto.
En cuanto a esta historia, debo decir que me base en hechos reales para recrearla. Son experiencias tratadas de ser plasmadas en un cuento, y al menos pienso que hice un buen trabajo. ¡Ah! Y disculpen por el OCC de Sonic, pero es que creo que es el unico personaje masculino, ademas de Silver, que merece ser utilizado como protagonista. Bueno, al menos espero que sea de su agrado este cambio de personalidad de un erizo hiperactivo y orgulloso a un muchacho timido y temeroso de sus sentimientos.
Espero que les haya gustado esta primera parte de este largo one shot (Pues tiene otro capitulo, el cual completa esta historia), y que, como ya les he dicho, tengan el deseo de dejarme un comentario aunque sea. Bueno, es que a cualquiera le gusta que hayan considerado su trabajo…
Si es que les gusto, y lo comentan asi, les aseguro que viene el capitulo de desenlace. Lo juro…
Sin nada mas que decir, me despido, y escuchando Welcome to Jamrock (de Damian Marley, el hijo de Bob, jeje!) TIO GIL DJ les desea unas felices vacaciones (si es que las inician como yo), y les manda saludos y abrazos, donde sea que se encuentren…
TIO GIL DJ, THE ORIGINAL BEAT…!