Disclaimer: Twiligth no me pertenece, las locas ideas sí.
Capítulo 23
Amar de la manera equivocada
EPOV
Hace dos días mi vida era perfecta. Lo más perfecta que se puede esperar para alguien como yo.
Miro hacia atrás y pienso cuan satisfecho me sentía sólo con acariciar su cabello mientras dormía, cuanto me gustaba cada vez que arrugaba la nariz, mirar su expresión enfurecida cuando la molestaba y poder besarla y besarla sin que importe nada más. Porque ella era Bella, porque ella había prometido quedarse y sobre todo porque era mi amiga, porque los dos sabíamos qué esperar de esto, porque yo estaba seguro de que no había nada más. Que estábamos bien, que ella estaba bien.
Pero nada es para siempre… ella dice que me ama.
¿Qué hago?
No quiero perderla, no quiero que se vaya, pero no puedo mentirle. No puedo decirle que todo va a estar bien, que podemos seguir como si nada y tampoco puedo decirle que siento lo mismo, porque no es así. No hay ninguna manera de que yo la ame, porque eso sólo la destruiría, ya no la tendría nunca más y no puedo soportarlo.
¿Cómo ella puede quedarse?
¿Cómo después de todo sigue aquí?
Porque siempre se lo pides, idiota
Paso las manos por mi cabello nerviosamente. Sé que debo irme y dejarla sola, pero es tan difícil hacerlo. Sonrío cuando veo que está arrugando la nariz, me pregunto que está soñando. Ella gira en la cama y se aleja de mí, tomo la manta que ha tirado de la cama y la coloco de nuevo sobre ella. Salgo de la cama y me acerco a su lado. Bella está sonriendo.
– Eres un idiota – susurra entre sueños, sonrío y alejo un mechón que ha caído sobre su frente – pero te amo – vuelve a sonreír y aferra la manta hacia ella.
Mi alma está por los suelos, no soporto que diga las palabras. No cuando esas palabras nunca han significado algo bueno para mí.
Salgo de su cuarto aterrado, como el cobarde que soy.
Me juro a mí mismo que esta es la última vez que voy a entrar, que aunque no quiera debo dejar ir a Bella. Ella se merece algo mejor, ella merece alguien que la ame.
Bajo hasta mi apartamento y abro con un portazo, no me importa si Joseph se despierta, sólo quiero desquitarme con algo.
Tomo una cerveza de la cocina y me siento en el sofá. Por la ventana puedo ver que aún es temprano en la madrugada, tal vez las dos o tres de la mañana. Apuro mi cerveza y cuando voy por otra Joseph sale de la cocina con dos Heineken en su mano.
– ¿Te importa si te acompaño?
Niego con la cabeza y regreso hacia el sofá tomando la cerveza que me ofrece.
Joseph se sienta en el sillón lateral y mira hacia la noche igual que yo.
– El cielo no es tan claro como en el desierto, supongo que por eso no me gustan mucho las ciudades – dice en voz baja, asiento porque principalmente no me importa lo que está diciendo.
– Pero un hombre siempre debe conocer sus raíces ¿cierto?
No sé si espera que responda la pregunta. Él puede responder sus malditas preguntas por sí mismo. Dios sabe que yo tengo suficiente con las mías.
– Estás cogido de las bolas Edward.
– ¿Uh? – respondo más por sorpresa que por nada.
– Así que sí me estás escuchando – su voz serena.
Odio cada vez que me trata con condescendencia.
– Sólo estoy siendo educado Joseph.
– Yo sólo me preocupo por ti.
Miro hacia Joseph e inmediatamente me arrepiento, porque por alguna razón el hombre sólo con mirarme sabe todo lo que quiero ocultar.
– Lo sé – retiro mi mirada y tomo mi cerveza.
– ¿Vienes del apartamento de Bella?
– Sí
– No pareces muy feliz.
– No
Joseph suelta una risa y llama mi atención.
– Así que ella no te perdonó lo que sea que hayas hecho.
Gruño un poco porque no se me ocurre nada más.
– Déjala ir, muchacho – dice con su voz paternal.
No puedo soportar cuando me habla así.
Permanezco en silencio esperando que él olvide el tema.
– Sabes de quien estoy hablando – dice después de un momento.
Aprieto mis manos en puños porque ya no puedo intentar ignorar esta conversación.
Joseph habla de Victoria.
Cierro mis ojos y me fuerzo a no recordar, a no sentir las punzadas que me queman el estómago cada vez que escucho las palabras claras en mi mente.
Te amo.
Y no es la voz dulce de Bella quien las dice, es la voz profunda de Victoria quien me tortura.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que lo dijo. ¿Fue cuando la encontré con James? ¿O la noche anterior a eso cuando lastimó mi rostro en un arranque de furia?
Cuando alguien dijo que la mente de Victoria navegaba en mares tormentosos tenía la razón completamente.
Siempre fue… diferente, desde que la conocí, hace ya tanto tiempo y ella cambiaba a cada momento.
Cuando teníamos diez años se volvió violenta. Me golpeó al pensar que había lastimado a su amigo imaginario Finny. No lo tomé muy en serio, sólo fue un moretón en un juego de niños y yo estaba tan desesperado por tener su atención que no me importó.
A los trece años ella golpeó a una niña hasta romperle la nariz porque había puesto los dedos sobre su violín. Sus padres intervinieron y el asunto quedó olvidado. Yo nunca quise pensar en por qué lo hacía.
A los quince años algo cambió, dejó las actitudes extrañas y se convirtió en una persona casi normal. Su amistad con Alice empezó por esa época y vi como la relación entre los dos avanzaba, pero todo empeoró dos años después.
Cuando teníamos diecisiete le pedí que estuviera conmigo, que la amaba y quería hacerla feliz, con toda la ilusión y optimismo del primer amor, porque si algo ha sido verdadero en todo lo que pasó entre nosotros fue eso. Las cosas parecían ir bien durante el primer mes hasta que de repente ella enloqueció de nuevo. Me asfixiaba con su presencia y me hería constantemente. No sólo en la moral, ella me lastimaba físicamente. Peleaba conmigo por cualquier cosa, un día estaba feliz y otro ni siquiera quería salir de la cama. Un día me amaba y otro día no. Nunca quise ver la seriedad en la situación porque no deseaba pensar que estaba frente a algo más grave que una personalidad extremista, pero estaba equivocado.
Estamos preparados para afrontar una enfermedad física, porque tenemos las armas para hacerlo, los médicos pueden manejar la fisiología humana y la mayor parte del camino es certero, pero cuando se trata de una enfermedad mental siempre estamos en el terreno de la conjetura.
Cuatro meses después de que iniciara nuestra relación Victoria trató de suicidarse, fue en ese momento cuando la alarma se encendió.
Las enfermedades mentales afectan la conducta de las personas, su tono afectivo y su forma de comunicarse con otros individuos, pero no siempre son visibles. Los padres de Victoria nunca quisieron ver más allá de una niña hiperactiva, de una niña genio en el violín y yo nunca quise ver más allá de mi propio amor por ella.
Victoria era esquizofrénica.
Las señales estaban ahí, pero nadie quiso verlas. No era una posibilidad aceptable después de todo.
Cuando su enfermedad fue diagnosticada no pude abandonarla. Ella parecía mejorar, pero a veces los medicamentos no eran suficientes. Había días en los que llegaba a casa con rasguños, moretones e incluso una vez con el tobillo dislocado. Sus arranques de furia no eran fáciles de controlar.
Cada vez que me decía que me amaba las palabras estaban teñidas de sangre. De mi sangre. Me quería cada vez que era lastimado y herido, cuando sólo estaba allí para refrenar su violencia. Ella me amaba de esa manera.
Esa es la única forma que conozco de amar.
No quiero eso para Bella.
Yo no sé manejar las relaciones, no pude hacerlo con Victoria y es más que seguro que no puedo hacerlo con Bella.
Ella no merece ser lastimada.
Me levanto del sillón y dejo a Joseph solo en la sala. No puedo hablar de esto con él. No ahora.
Trato de dormir, pero es imposible. Me levanto a cada momento con los gritos de Victoria en mi mente diciéndome que le fallé. Aprieto mi rostro contra las almohadas tratando de ahogar mis propios gritos, porque es cierto.
A la mañana siguiente el tiempo se vuelve aún peor, encuentro a Bella en cada rincón, la veo en todas partes y ella se ve tan triste, tan desolada que no puedo soportarlo. Cada vez que la ignoro me digo a mí mismo que es por su bien.
Más tarde cuando voy al ensayo con la orquesta Bella está allí, no sé qué hacer y menos cuando siento la mirada de Victoria fija en la mía. Tengo miedo por Bella, tengo miedo que ella le haga daño.
Bella siempre ha sido sensible al tema de Victoria, me ha pedido que me aleje de ella, pero no puedo. Es mi deuda que debo pagar por haber fallado, pero si algo puedo ofrecerle a Bella, es mi talento.
Esa tarde cuando toco mi concierto favorito de Rachmaninov, me prometo a mí mismo que aunque Bella se vaya, toda mi música la dedicaré siempre a ella. Sólo a ella.
La noche que sigue es más difícil que la anterior. Los gritos son más fuertes, la voz oscura y demente de Victoria contra la dulce voz de Bella. Victoria es más fuerte.
Ahora que Bella ha roto el dique ya no sé cómo lidiar con los recuerdos y con el presente. Todo por las simples palabras.
Te amo.
…
Joseph luce preocupado, ha tratado que coma, pero sé que cualquier cosa que pase por mi estómago la vomitaré en el baño, o en cualquier parte para el caso.
Cuando Alice golpea mi puerta esa mañana simplemente me descontrolo, ver a Bella tan cerca me pone peor. No me importa haberle cerrado la puerta en la cara a mi hermana, pero me preocupa la expresión de Bella, ella se ve realmente mal. Esa es la razón por la que no debe estar conmigo. Yo le hago eso.
Al caminar por el pasillo en dirección a mi examen de armonía no espero encontrar lo que veo. Bella tiene su puño apoyado contra su costado, una mujer de cabellera roja está tirada en el suelo. Me acerco corriendo y veo que es Victoria y tiene la nariz sangrante.
Veo la furia en sus ojos y la demencia. Siento miedo por Bella.
– Ella me atacó – dice Victoria con voz afectada.
¿Cómo es tan estúpida de atacar a alguien tan violento?
¿No sabe que Victoria es capaz de matarla?
Miro reprobatoriamente a Bella.
Entonces recuerdo que ella y casi nadie en realidad, sabe sobre la enfermedad de Victoria.
Lo único que puedo pensar es que debo sacarla de aquí antes de que tenga algunos de sus ataques de histeria y ataque a mi B… a Bella.
Llevo a Victoria fuera de la academia, me sorprende su calma y su silencio, en otro tiempo ya hubiera sacado un poco de mi sangre. Logro llevarla hasta las afueras de la Academia y por fin hablo.
– ¿Estás bien? – pregunto recordando la táctica de siempre ser amable, de siempre darle la razón para evitar su furia. Aún no he olvidado todo lo que tuve que aprender en el pasado para mantenerla en el mundo real.
– Sí – dice y entonces me sonríe.
Me estremezco al ver esa sonrisa. Nunca ha significado nada bueno.
Saco un pañuelo de mi bolsillo y se lo entrego para que detenga la hemorragia. Es irónico ver que ahora la sangre que está siendo desperdiciada es la de ella y no la mía.
Victoria obedece y aprieta la tela contra su rostro.
– Debo llevarte al hospital – digo distraído mientras busco la llave del auto.
Victoria empieza a reírse. Es inquietante. Me recuerda demasiado nuestro tiempo juntos.
– Puedes llevarme donde quieras. Eddie.
Asiento con la cabeza y me dirijo hacia el estacionamiento. Victoria toma mi mano. Se siente extraño, antinatural, no como cuando la mano de Bella toma la mía.
Abro la puerta del auto y la ayudo a entrar. Estoy preocupado por su calma, eso sólo me indica que estoy en el ojo de la tormenta.
No puedo tenerla sola conmigo, necesito a otra persona aquí. Recuerdo al hijo de puta de James. Él debería estar aquí y no yo.
– ¿Dónde está James? – pregunto.
Victoria se encoje de hombros
– Terminamos
Un frío helado me recorre, su voz es como un siseo. Algo en el fondo de mi mente me dice que estoy en peligro.
Continúo en silencio y manejo lo más rápido que puedo hacia el hospital. Necesito el número de sus padres.
– ¿No me vas a preguntar por qué? – dice ella después de un momento.
Trago en seco y giro en una esquina.
– ¿Por qué?
– Porque me di cuenta que ya no lo amaba – pienso en que seguramente se cansó de él, así como se cansó de mi – que nunca lo amé.
Freno bruscamente frente al semáforo, estuve a punto de pasarme un rojo. Suspiro de alivio cuando vislumbro el hospital a lo lejos.
– Edward, no quiero ir al hospital – dice con calma.
Sé lo que viene ahora, si me niego a su petición enloquecerá y los dos podemos terminar muertos. Tal vez es lo que ella quiere.
– Está bien – digo y giro otra calle simulando que me alejo de mi objetivo. Debo ser cuidadoso, las manos me están sudando.
No sé cómo soporté esto tanto tiempo antes.
– ¿Qué hay entre esa chica Swan y tú? – dice suavemente y siento su mano fría pasando por mi brazo. El sudor en mis manos aumenta.
– Es mi amiga.
Victoria enreda su mano en mi brazo y aprieta ligeramente.
– ¿Qué dices Finny? ¿Qué él miente? – ha empezado a delirar.
Giro en una esquina y me acerco de nuevo al hospital. Sus uñas se empiezan a enterrar ligeramente en mi carne.
– Sabes que no me gusta que me mientas Edward.
– No te miento Victoria.
Ruego a Dios que no vea hacia donde nos dirigimos.
– Recuerda que eres mío Edward, no puedes estar con nadie más – ahora está rasgando mi carne, siempre le gustó hacer eso.
– Lo sé – respondo sólo para evitar esta conversación. Ya estoy cerca.
– Dame un beso Edward – dice con su voz infantil, es entonces cuando empiezo a temblar. El hospital está frente a mí.
Freno bruscamente y salgo del auto. Victoria ha empezado a gritar. Corro hacia su puerta y logro sacarla. Ella rasguña mi cara y jala mi cabello, pero no importa. Está en una crisis y debo hacer que la controlen antes de que empeore. Dos paramédicos vienen corriendo hacia mí y me la quitan de encima. Tengo varios rasguños en los brazos y un ligero corte en la cara.
– ¡Me mentiste! – grita ella mientras los paramédicos tratan de controlarla.
Esta es la razón por la que trato de evitar que Alice se enfrente a ella. Temo demasiado por mi hermana, ahora también temo por Bella.
Dos horas después llegan sus padres, su madre me ve y me abraza.
– Oh Edward, lo siento tanto – asiento y callo. No quiero extender la conversación.
– Ella no ha tenido estos ataques en mucho tiempo. La medicina la estaba controlando – vuelvo a asentir porque lo he visto.
La Victoria que encontré cuando volví a Inglaterra se parecía más un ser humano que la que dejé cuando me fui. Al parecer Bella la ha descontrolado.
Cuando sus padres se hacen cargo de la situación salgo pitando del lugar, ahora con algunos curitas en mi rostro debido a sus aruñazos.
Llego en la tarde a la academia y le explico la situación al profesor Ridge, es el único que conoce la condición de Victoria. Habla con el profesor de Armonía y me permite dar mi examen.
Regreso en la tarde al apartamento y Joseph se encuentra allí, parece triste, pero no dice nada al ver mis heridas. Voy hacia mi cama y trato de dormir. Necesito un somnífero. No quiero más sueños por hoy. He tenido suficiente.
…
Despierto y el cielo es oscuro, la cabeza me duele y las heridas me escosen un poco. Después de tomar un vaso de agua decido que necesito algo de aire fresco, así que tomo un abrigo y bajo al hall de la residencia. Cuando estoy saliendo veo a dos personas en la acera. Un chico y una chica presumiblemente, el primero parece un poco borracho y tiene un brazo alrededor de la chica. La postura de ella se me hace familiar, me acerco un poco en la escalera de salida de la residencia y la veo. Es Bella. Mi celular cae al piso, lo tomo rápidamente y me escondo en la oscuridad cuando ella mira en mi dirección. Vuelve su atención al chico y veo como lo ayuda a tomar un taxi.
Entro a la residencia de nuevo y siento como mi cuerpo tiembla. La rabia quemando cada parte de mi cuerpo. No entiendo esta reacción, pero la reconozco de otro momento. Cuando ella hablaba con un chico por teléfono sobre irse juntos en vacaciones.
¡Mierda! Ella va a pasar sus vacaciones con otro, me recuerdo.
Corro hacia el ascensor y entro a toda velocidad a mi apartamento. No estoy pensando, mi parte más elemental me está guiando y me dice que tome las llaves que tengo del apartamento de Bella y que exija una explicación. Así que lo hago.
Entro a su apartamento y me encierro en su habitación, oigo como un minuto después abre la puerta y se entretiene en la cocina, los celos haciéndose más fuertes con cada segundo, recordándome la imagen de otro chico con su brazo alrededor de ella, alrededor de MI Bella.
¿Es con él con quien va a pasar sus vacaciones?
¿Debería golpearlo?
De repente la puerta de Bella se abre y enciende la luz, sus ojos se abren ampliamente cuando me ve y deja caer el vaso que traía en su mano. El golpe del cristal suena limpio contra el suelo en un la perfecto, como el sonido de la mayoría de las cosas. Es un la que resuena en mis oídos y marca microsegundo a microsegundo el momento en que ella se agacha a recoger los pedazos del vaso y corta su dedo. La sangre de Bella es derramada contra el cristal.
Mi mente está gritando, y me precipito a ayudarla.
No la sangre de ella. No la sangre de Bella.
Mi enojo simplemente se ve reducido por la preocupación.
– ¿Estás bien? – digo retirando los pedazos de vidrio ensangrentados de sus dedos, ella parece tan confundida, tan frágil. Sólo cierra sus ojos y calla. Odio el silencio de Bella.
Recojo todos los pedazos y los llevo hacia el basurero de la cocina. Voy hacia la sala y traigo el kit de primeros auxilios conmigo.
Entro a su habitación y la encuentro sentada en su cama con la cabeza agachada. Se ve tan perdida…
Tomo el asunto en mis manos y curo su dedo cuidadosamente, limpio la sangre y la envuelvo con un curita, salgo de la habitación llevándome el kit conmigo y vuelvo con un trapeador para limpiar el agua del piso.
Cuando todo está hecho regreso a ella, pero me mantengo alejado. No he sido precisamente el mejor amigo estos días, no me sorprendería que me odiara en estos momentos.
– ¿Estas mejor? – pregunto al ver que ha pasado un minuto entero y ella no me ha respondido.
Bella asiente con la cabeza, de repente gira el rostro hacia mí y su mirada es helada. Retrocedo un poco.
– ¿Qué haces aquí? – separa cada palabra peligrosamente. Trato de obtener fuerza de mis celos anteriores.
– ¿Qué hacías tú con ese chico? – intento mantener mi voz baja, pero creo que le he gritado. Me golpeo internamente por eso.
– ¿Qué? ¿Me estás haciendo una escena de celos?
Cierro los ojos porque no me gusta que me hable así. De esa forma tan desapegada.
– ¿El hombre que no me quiere no desea que salga con otros hombres? – me acerco a ella y veo como toma distancia pegándose contra el respaldo de su cama, lo más lejos de mí – ¿Sabes cómo se llama eso Edward?
Me acerco más y me siento. Bella está casi fuera de la cama cuando se aleja más.
– Déjame en paz Edward – dice cerrando los ojos.
No puedo dejarte en paz Bella. No puedo alejarme. Eres lo único bueno que tengo en mi vida.
Pero claro, no le voy a decir eso. No cuando eso significaría que ella va a tener esperanzas sobre esta relación.
– ¿Quién era ese chico? – repito, porque no podré estar en paz hasta saberlo.
Bella niega con la cabeza y me mira a los ojos. Soy hipnotizado por la belleza de su mirada.
– ¿Qué te importa? – se baja de la cama y se acerca a su ropero.
Ahora estoy ardiendo de rabia.
– Ahora es tu tiempo de contestar preguntas – digo levantándome de la cama para verla. Evito sisear.
Bella bufa y busca algo entre los cajones.
– Pues siente la frustración que yo siento constantemente contigo amigo.
Aprieto los dientes. Odio cuando toma esta actitud conmigo, me recuerda al primer día que la conocí. Sonrío un poco ante eso.
Permanezco en silencio esperando su próximo movimiento.
– ¿Por qué sigues aquí? – dice ella con una camiseta en su mano.
Algo golpea dentro de mí con esas palabras. Me duelen profundamente. Ella ya no me quiere cerca. Siento que la furia me toma.
– Responde a mi pregunta – casi grito.
Dios, lo estoy perdiendo.
– No quiero – grita de vuelta – No puedes venir aquí y decirme qué debo hacer. No cuando tú me rechazaste primero, no cuando eres tú el que no me quiere. ¿Te gusta pensar que puedes ignorarme y esperar que no pase nada? ¿Qué puedes siempre volver con Victoria porque la tonta de Bella siempre va a estar esperándote? – sus ojos están vidriados por el futuro llanto. Odio esto, trato de acercarme y hacer algo para que no llore, cualquier cosa, pero ella me apunta con su cepillo de cabello – no te acerques – dice con firmeza.
Me mantengo quieto en mi posición.
– Baja ese cepillo
– No
– Bájalo
– No
– Te estás comportando como una niña
– ¿Y cómo te has comportado tú?
– ¿Quién era ese chico? – repito ya cansado de la situación y porque necesito saberlo.
– No te importa.
Bien, ha sido suficiente. Me muevo rápidamente sobre la cama y antes de pueda reaccionar la tengo cogida por la cintura y sostengo su cepillo asesino fuera de mi cara.
– ¡Suéltame! – grita
– No
– ¡Suéltame! ¡Idiota!
– No
– Ugh – Bella se sacude contra mí, lo que hace que su cepillo caiga al suelo y me empuja contra la cama, pierdo el equilibro y dejo mi peso sobre su manta. Ella está sobre mí, con su calor volviéndome loco.
– Te dije que me sueltes – su respiración es agitada al igual que la mía.
– ¿Quién era ese chico? – no voy a parar hasta saber quién es el imbécil que esta molestando a Bella.
– ¿No te cansas, cierto?
– ¿Quién era ese chico? – repito. Por última vez, si ella no responde la besaré. No soporto más con ella tan cerca. Necesito besarla.
– Ugh, su nombre es Jacob ¿contento?
Bella se baja de mí y se sienta en la cama, me levanto y me siento a su lado.
– ¿Es con él con quien vas a pasar tus vacaciones?
Ella asiente.
¡Mierda!
– De todas maneras ¿Qué te importa? Eres tú el que dijiste que me alejara. Eres tú el que no me quiere – dice amargamente.
Me cansé.
La tiro sobre la cama y la miro directamente a los ojos.
– ¿Te parece que no te quiero? – digo y estampo mis labios contra los suyos.
Al principio es reacia a responderme, pero no voy a dejarle otra opción más que besarme. Ella tiene que entender esto. Tiene que saber que no la quiero lejos, pero que debo hacerlo.
Al final Bella me responde y es tan apasionada como siempre. Esta pequeña mujer que sólo ha sido mía me vuelve loco. No puedo parar cuando estoy así con ella, cuando siento sus manos sobre mi cabello, cuando mis manos exploran su cuerpo, cuando es tan dulce y cálida en mi boca. Nunca puedo obtener descanso.
Bella empieza a gemir ligeramente y me aleja de ella.
– Basta. No puedes solucionar todo de esta manera – su voz es jadeante.
Trato de recuperar mi respiración y respondo.
– Entonces deja de decir eso. Sabes que no es verdad.
– Tú no me amas Edward – Bella baja su mirada.
Quiero responderle que tiene razón, que no la amo, pero algo en el fondo de mi ¿corazón? no deja salir las palabras.
Remuevo mi cabello nerviosamente.
¡Dios! Estoy tan confundido
– No quiero esto – dice ella después y se levanta de la cama. Alejándose de mí.
– No quiero hacerte daño – digo, porque es la verdad. Es todo lo que he tratado de hacer este tiempo, pero al parecer he fallado.
– Pues lo haces.
Vuelvo a jugar con mi cabello, ya no sé qué hacer para salvar esta situación.
Bella se mantiene.
– ¿Quieres que me vaya? – digo. No quiero irme. Quiero dormir contigo.
– Eso sería lo mejor – dice ella. Me levanto derrotado de la cama – pero eso no es lo que quiero – susurra al final cuando estoy cerca de la puerta.
Giro sobre mis talones abruptamente.
– ¿Quieres quedarte? – pregunta y casi instintivamente asiento con la cabeza.
Bella suspira y se acerca a mí.
– Espera un momento, voy a cambiarme – me indica su pijama y sale de la habitación.
En otro tiempo ella se hubiera cambiado delante de mí, o incluso mejor, hubiera dormido desnuda conmigo. Siento que la estoy perdiendo.
¡IDIOTA, SE SUPONE QUE DEBES ALEJARLA DE TI!
Me grita mi subconsciente, pero estoy cansado y necesito a Bella.
Me quito mi chaqueta y los pantalones y me quedo en camiseta y bóxer. Me meto a la cama y espero por Bella.
Ella regresa después de un momento puesta un sencillo pijama azul, sólo puedo pensar que luce más que hermosa.
Recoge su cabello en una coleta y mira la cama con indecisión, le ruedo los ojos y extiendo la manta para que se acueste a mi lado. Bella lo hace.
– No debería hacer esto – dice mientras nos cubre con las mantas.
Recuesto mi cabeza contra la almohada y giro mi cuerpo para estar frente a ella. Bella apaga la lámpara y se vuelve a acostar mirando hacia el techo.
– ¿Por qué te fuiste con Victoria? – pregunta después de unos minutos de silencio.
– ¿Por qué saliste con ese chico? – pregunto de vuelta.
Bella me gruñe un poco.
– Yo pregunté primero.
Asiento porque tiene razón, le debo algunas respuestas.
– Estaba lastimada, necesitaba un hospital
Ella asiente simplemente y algo me dice que debo extender mi respuesta sino perderé a Bella para siempre.
– Tampoco la quería cerca de ti.
Ella se ríe con amargura.
– Claro, no querías a tu dulce Victoria cerca de una bestia como yo ¿cierto? – me golpeo mentalmente por la forma en la que interpretó mis palabras.
¡Idiota!
– No fue así. No quiero que ella esté cerca de ti. Victoria puede ser peligrosa – Bella adopta una posición similar a la mía y me mira fijamente con el ceño fruncido en confusión.
– ¿De qué estás hablando?
Remuevo mi cerebro buscando una salida. ¿Cómo decirle esto sin revelar la enfermedad de Victoria?
– Lo sé por experiencia. Es violenta – no sé qué más decir.
Bella se mantiene en silencio y de repente extiende su mano y acaricia mi mejilla. Cierro mis ojos por el suave contacto.
– ¿Ella te hizo estos rasguños?
Asiento sin abrir los ojos, sólo disfrutando de su mano como si fuera su maldito perro.
– ¿Qué está pasando Edward?
– ¿Entre nosotros?
– No, ¿qué está pasando con Victoria? – no sé qué quiere decir su pregunta, abro mis ojos y la miro. Bella mueve su otra mano y empieza a acariciar mi cabello. Vuelvo a cerrar los ojos – ¿Todavía la amas?
Siento un yunque en el estómago.
¿Tengo la respuesta a esa pregunta?
No es la primera vez que la hace, pero ahora estoy seguro que no se va a echar para atrás. Hoy necesita una respuesta.
¿Quiero todavía a Victoria?
Y viene como un golpe directo a mi cara.
No, ya no la quiero.
Así de simple.
– No – le respondo.
Bella cierra los ojos y empieza a llorar.
La atraigo a mis brazos y beso su cabeza mientras ella esconde su rostro en mi pecho.
– Hey, no llores Bella. No me gusta cuando lloras.
Pero ella no para, su pecho se sacude ligeramente con los sollozos.
– ¿Quieres que me vaya? – le digo porque es la única idea que viene a mi mente.
Ella niega con la cabeza y sigue llorando.
La arrullo lo mejor que puedo hasta que para de llorar.
– ¿Estás bien?
Ella asiente y se limpia las lágrimas.
Pienso que es el momento de hablar.
– Siento todo esto Bella, no quería que resultara de esta manera.
Bella me mira y espero a que diga algo.
Ya no quiero hablar.
– Todo va a estar bien Edward – dice de repente y sonríe.
Quiero creerle.
Ella entierra su rostro de nuevo en mi pecho y suspira.
Ahora sé lo difícil que me es mantener mis promesas. Me juré que no volvería a entrar en su cuarto, que no volvería acercarme a ella de nuevo, pero al parecer Bella esquiva todo eso y me hace saltarme todas las reglas sólo para estar con ella de nuevo.
No sé lo que es este sentimiento, pero me gustaría descubrirlo.
Hola :D
Creo que esta es la actualización más rápida que he hecho, pero no podía soportar que todas odiaran a Edward. Sé que tienen sus razones, pero él también tiene las suyas. Ahora ya lo conocen un poco más, ya saben qué es lo que realmente pasaba con Victoria y cuál es el vínculo que tenía, aún faltan cosas por descubrir, pero poco a poco nos vamos acercando al final.
Gracias por leer y por sus lindos comentarios, me he dado cuenta que hay algunas chicas nuevas a las que agradezco mucho y que espero seguir viendo por aquí.
Me hacen muy feliz con sus comentarios y como ven me hacen actualizar más rápido XD
Mañana con todo gusto respondo sus reviews, porque aquí ya son las dos de la mañana y estoy cansada.
Las quiere, fer92