Disclaimer: Naruto NO me pertenece.
Relato de un Taxista
Encuentro
Parecía ser un día común y corriente en la abarrotada ciudad de Nueva York: la gente paseaba o se apuraba para ir al trabajo, muchas de las veces la gente prefería ir a pie ya que el tráfico masivo que abarcaba la ciudad era bastante sofocante y mucho más para quien tuviera su auto y se aventuraba en llegar a tiempo en él; si no existía un estacionamiento cerca de su trabajo era casi imposible encontrar un lugar decente para dejar el carro.
Era por eso que mucha gente tomaba el medio de transporte más colorido y más convencional: los taxis.
Para la joven Hinata, que a pesar de tener un fondo económico realmente bueno, siempre prefirió tomar este tipo de transporte y con muchísima más razón pues ya hacía más de un año en el cual un día en particular se encontró con un conductor que le dejó sin aliento y con una amigable sonrisa le robó el corazón, mientras su alma se perdía en sus hermosos ojos azules. Inconscientemente tenía la necesidad de estar en las calles, tratando de hallar, disimuladamente, a aquel muchacho, y aunque jamás se sentiría capaz de si quiera dirigirle la palabra; se conformaría con sólo volver a ver esa cabellera, esos ojos y grabarlos en su memoria para siempre.
La mayoría de las veces se reprochaba, se volvía realista, casi cayendo en la negatividad, pero su subconsciente siempre le alimentaba esa esperanza en volver a encontrarlo.
Era Lunes cuando Hinata tomó uno de los primeros taxis que divisó, casi sintiendo dolor al no encontrar al conductor deseado, se subió al auto. Muchas veces los conductores nunca cooperaban con sus deseos e iban demasiado despacio para su gusto en particular y más con un día como aquél cuando tenía un poco de prisa. Incontables veces quiso alzar la voz y pedirle que acelerara un poco, pero la vergüenza le invadía el habla y resignándose se quedaba callada.
Para su suerte comenzaba a verse la Gran Manzana, y removiéndose en su lugar se perdió mirando los carteles y la publicidad mientras pensaba en él.
Mientras tanto, el joven conductor Naruto Uzumaki conducía distraído por la Gran Manzana, mientras llevaba a una viejecilla que comenzaba a quedarse dormida. Siempre que conducía por esa zona de Nueva York su mete divagaba e inconscientemente echaba una ojeada al edificio donde vio a aquella joven de hermosos ojos y fina personalidad.
Se sorprendió volviendo a pensar en ella. Debía ser realista, ¡ya había pasado un año! Le dolió pensarlo si quiera y se acomodó en el asiento mirando por espejo retrovisor a la viejita que ya estaba dormida. Rió con ganas acentuando sus facciones.
—Señora —llamó mientras la viejecilla abría sus ojos sorprendida— ya casi llegamos, ¡de veras! —comentó con su típico tono de voz sacándole una sonrisa a la anciana.
—Muchas gracias, jovencito. —dijo la señora mientras iba sacando su decrépito monedero para pagarle.
Naruto volvió a reír. Los viejitos siempre le habían caído bien, incluso si le pegaban con su periódico por conducir "rápido".
Volvió su vista al frente cuando muchos "colegas" se le encimaron casi raspándole los espejos del auto. Ya estaba acostumbrado a ira vuelta de rueda por aquella calle, dejó de acelerar y aflojó los brazos.
Volteó a su derecha y divisó a un par de taxistas que pitaban para poder avanzar. Resopló divertido, ya sabía que nunca funcionaba, él prefería gritar. Volteó a su izquierda y su vista se posó en otro taxi… casi no podía ver bien por el reflejo del sol en los vidrios, pero la persona que iba ahí parecía alguien irreal, el sedoso cabello se le amoldaba al rostro y su piel relucía con los rayos solares… su respiración le falló por unos segundos cuando enfocó su visión. ¡Ahí estaba! Sentada en la parte trasera del coche… ¡Después de un año y muchos suspiros la volvía a ver! Sentía que el corazón le daba un vuelco.
En ese momento no supo muy bien qué hacer, el corazón de latía desbocado y tan sonoramente que le costaba escuchar otra cosa que no fuera éste. Sólo vio cómo el coche donde estaba la muchacha comenzaba a arrancar; esta vez no la dejaría ir. Pisó el acelerador y avanzó rápidamente.
—Señora, juro que este viaje no se lo cobro, ¡así que agárrese bien! —comentó sin dejar que la viejecilla le pudiera contestar porque incrementó la velocidad y la señora chocó de espaldas contra el asiento.
Hinata agradeció al cielo que el embotellamiento se estuviera disipando, ya llevaba más de media hora en el ese auto y necesitaba con urgencia llegar su despacho.
El conductor parecía saber qué hacía, ya que conducía y se escabullía por los huecos más estrechos entre los coches, logrando ponerle los nervios de punta a pesar de que se le notaba experiencia. Se sujetó al asiento y se sintió aliviada cuando vio el edificio.
Naruto conducía como loco por las calles de Nueva York con una ancianita a punto de recibir un ataque cardiaco. Sentía que se le escapaba de las manos, e imprudente aceleraba más a pesar de los gritos ahogados de la señora. Muchas veces se le perdió el auto de vista y frustrado gritaba incoherencias para sumarle el susto a su pasajera.
—¡Maldita sea! ¡Vamos, muévanse! —gritaba frenético— ¡Tengo prisa, de veras!
Luchaba contra la corriente con tal desesperación y con tanto temor que le sudaban las manos. Por fin la divisó saliendo del auto y el corazón le palpitó furioso.
Hinata suspiró y se encaminó a hacia la puerta mientras buscaba sus llaves en el bolso que siempre cargaba.
Naruto estacionó bruscamente su auto lo más cerca que pudo a ella. Salió del carro sin apagar el motor y corrió, o más bien, le exigió a sus piernas correr lo más rápido que pudieran.
Hinata se puso nerviosa al notar que no entraba las laves, ¿qué haría si no las encontraba?
—¡Oye! —gritó Naruto mientras la adrenalina le invadía el cuerpo. Tiró a cuatro turistas que le tomaban fotos y casi se va de boca al pasar por encima de una barda que sobresalía en la acera— ¡Oye!
Hinata volteó confundida hacia los lados buscando al propietario de esos sonorosos gritos. Para su sorpresa se encontró con un muchacho de cabellera rubia que pedía disculpas a unos ejecutivos pues les había tirado todo el papeleo.
La joven sintió cómo la sangre se le acumulaba en las mejillas, quiso parecer como si no lo hubiera visto, pero el cuerpo no le reaccionó por lo que se quedó estática en ese mismo lugar. Rogaba porque sus piernas se mantuvieran firmes y no se desplomara en medio de la calle, y menos en ese preciso instante. Jamás pensó que lo volvería a ver y mucho menos que él estuviera corriendo como desquiciado hacia ella. Jamás.
Recordó de volver a respirar cuando los pulmones comenzaron a dolerle; inhaló precipitadamente un poco de aire mientras sus ojos seguían dando crédito a lo que veía.
Ya casi llegaba, sólo necesitaba apretar un poco el paso y la tendría frente a él. En poco tiempo el cerebro de Naruto formuló preguntas lógicas en consecuencia de sus acciones: ¿qué le iba a decir?, ¿cómo iría a explicar el por qué de su carrera sólo para verla? ¡¿Qué haría? Se abofeteó mentalmente por su imprudencia, pero ya no había vuelta atrás. En cuestión de segundos ya la tenía enfrente, jadeando miró su rostro y lo grabó en su mente.
Hinata estaba a punto de desmayarse, sentía las manos temblar y cómo se hacía más ruidoso el palpitar de su corazón.
—Yo… eh… bueno… ¡Hola! —dijo de repente Naruto. Hinata ni se inmutó— No qué estúpido, cómo "hola" —se reprochó en voz baja, pero para su desgracia Hinata le había escuchado todo— Eh… yo… ¡Mi nombre es Naruto Uzumaki y hace como un año te traje precisamente aquí! ¡El mejor conductor de taxis de Nueva York! —Muy bien, debía admitirlo, aquello fue totalmente innecesario, pero a Hinata le pareció sumamente tierno pues le sonrió a pesar de sentir que a cualquier movimiento se desplomaría ahí.
—Na-Naruto… Soy, Hinata Hyuuga, en-encantada de verte… otra vez —el hilo de voz que salió de las cuerdas vocales de Hinata fue suficiente para el alivio de Naruto. La sorpresa que le golpeó a Hinata al saber que sus palabras eran totalmente honestas, la desarmó. Ansiaba verlo, necesitaba verlo, y ahí estaba: presentándose de la manera más inesperada.
—¡Creí que no te alcanzaba, de veras! —Naruto pareció arrepentirse al momento en que gritó aquella frase, ya que el sonrojo que golpeó el rostro de Hinata le indicó que había quedado fuera de lugar.
—¡Jovencito! —gritó una ancianita que conducía un taxi— ¡Creo que ya he tenido suficiente aventura por el resto de mi vida! ¿Podría llevarme a mi reunión?
Naruto soltó una carcajada mientras se rascaba la nuca, secundado por la risita de Hinata quien volvió a suspirar mirando el costado de Naruto.
Ya lo que se avecinaba no importaba, tenían que vivir el presente y disfrutar de él. Porque gracias a él, volvieron a encontrarse y eso era todo lo que más deseaban. Aunque pasó todo un año, era cosa del destino llegar a verse, de grabar esos momentos y volver a sentir.
FIN
BUEH~ Ahí está (: ¿Final Abrupto? Creo que sí. Pero en fin, pobre viejecilla, se llevó la consecuencia de un deseo de amor (?) Espero que les haya gustado, esto fue hecho con mucho amor para todos los que me pidieron una continuación ;)
Recuerden que cualquier duda y/o aclaración me dejan un review, además, engordan a un autor y últimamente ando flaca D: ¿me dejan uno?
Muchas gracias por leer y no crean, no será el último NaruHina mío por acá ;)
Saludos