+ Disclaimer: KHR no me pertenece.

+ Advertencias: Spoilers de todo el Arco del Futuro. Ubicado cinco años en el futuro. H-hay un poco de frikismo por ahí :'D.

+ Claim: Fran/Chrome/Gokudera + Tsuna.

+ Notas: Responde al prompt "Libro" de una tabla de mision_insana. No me convence particularmente, debo admitirlo :'D. Prometo cosas más originales y mejores para las siguientes viñetas -w-. Por cierto, como no me sentía particularmente original y necesitaba una escena creepy para describir, el libro que anda leyendo el trío es uno de la saga The Dresden Files (en realidad es una historia corta de la saga, pero no importa demasiado -no hay spoilers y no cambia en nada que lo sepan xDU-).

Cinco años y una mudanza después.

II. Todos los ilusionistas son escalofriantes.

Si le había pedido a Chrome que vigilara a esos dos para que no se mataran entre ellos, no había sido por gusto, sino por mera necesidad. Sabía que no podría estar presente esa tarde, pero la idea de regresar a la Mansión y encontrarla hecha escombros (de nuevo) le aterrorizaba. Con lo cual, tuvo que tomar medidas desesperadas: pedirle un favor a alguien que sabía que no se negaría. Y se sentía mal por eso, pero ninguna otra persona en esa casa podía controlar a Fran, excepto ella.

Aún así, cuando regresó a la Mansión, lo hizo temblando y con la expectativa de encontrarla hecha escombros de todas formas.

Ver el edificio entero y sin humo saliendo de lugares inusuales no lo reconfortó tanto como creía. Con cautela abrió la puerta de entrada, para encontrar que todo estaba intacto. Le preguntó a un subordinado donde estaban Chrome y los demás, y luego de recibir la respuesta se dirigió a dicho lugar.

Cuando Tsuna entró en la biblioteca, lo último que esperó encontrarse fue eso.

Y probablemente, el chillido de espanto que soltó dejó bastante clara la impresión que la escena acababa de causar en él. Aunque el sonido quedó ahogado entre tantos otros más fuertes y más terroríficos que invadían la biblioteca.

Si es que eso era una biblioteca, porque todo lo que los ojos de Tsuna llegaban a divisar era un enorme galpón iluminado por pálidas luces verdes y azules. Dispuestos en círculos en las paredes y el techo del oscuro lugar, había bultos extraños, como parches llenos de una sustancia desagradable que no pudo reconocer. Aún más inusual fue el fuerte olor a pescado y agua de mar que golpeó su nariz apenas abrió la puerta.

Y aún más escalofriante que aquel lugar eran las enormes jaulas en las que yacían recostadas, como en un trance, varias personas, todas ellas con expresiones de sufrimiento en sus rostros.

Había algo hipnotizante en el lugar. Y posiblemente se hubiera fijado en eso, de no ser por la batalla que se estaba desatando allí. Una pequeña mujer rubia luchaba contra un montón de criaturas que Tsuna nunca había visto en su vida, similares a sapos gigantescos.

Si no hubiera sabido mejor, habría continuado mirando embobado la escena.

—¡Fran, detén esto ahora!

Y, para su sorpresa, inmediatamente después de decir esas palabras la ilusión desapareció, y la biblioteca regresó a su lugar, intacta.

—¿Jefe?

—No fui yo, Vongola idiota —reclamó Fran, levantando las manos en un gesto inocente.

—¡Háblale con respeto al Décimo, mocoso! —amenazó Gokudera con varios cartuchos de dinamita en sus manos.

¿Qué demonios…?

—L-lo siento, Jefe, fui yo —se disculpó Chrome, interponiéndose entre el Guardián de la Tormenta y el niño mientras tanto—. Estaba leyéndoles a Fran y al Hombre Tormenta.

¿Leyéndoles? ¿Desde cuándo leer incluía crear ilusiones escalofriantemente realistas?

Oh. Lo comprendió entonces, para su desgracia. Chrome había estado interpretando lo que leía en una ilusión, para darle más realismo a la historia.

Tsuna los observó en silencio. Normalmente le habría parecido una idea genial, pero…

—¿Qué demonios andan leyendo?

Ante su pregunta, Gokudera lo miró con una especie de mueca que mezclaba decepción con sorpresa, Fran resopló como diciendo "era de esperarse", y Chrome sencillamente guardó silencio.

—E-el Décimo no tiene por qué saber, es cierto —murmuró su "Mano Derecha", repentinamente rodeado de un aura un tanto deprimente.

—Te dije que tenía mal gusto.

Tsuna los observó en silencio, entre molesto y frustrado.

—Olvídenlo. Creo que es mejor no saber —dijo negando con la cabeza, antes de abandonar la biblioteca.

Ahora comprendía por qué Chrome lograba controlar a esos dos. No era por su personalidad tranquila y agradable, ni porque fuera tan adorable que nadie pudiera utilizar la violencia contra ella. Nada de eso; el principal motivo por el que lograba controlarlos era que tenía los mismos gustos excéntricos de esos dos.

¿Con qué clase de gente terminaba involucrándose?