Para toda la Vida.
Por Alisse.
Aclaración: Martín Mystery no me pertenece. Este fic es sin fines de lucro y producto de un intento de entretención.
Espero les guste a ustedes también
Uno.
Abrió los ojos sin siquiera dar un pequeño indicio del sueño que había tenido momentos atrás, o bien podía llamarse pesadilla, según desde el punto de vista que lo viera. Martín Mystery, tratando de olvidar, se acercó a la persona que lo acompañaba en su cama, abrazándola por la espalda y escondiendo su rostro en su cabello. Era una manera de borrar de su cabeza aquella pesadilla que de vez en cuando lo invadía, recordándole, además, la manera en que todo había cambiado en su vida, de un momento a otro y de forma tan brusca.
Ella, que por supuesto ignoraba todo, sonrió entre sueños y tomó su mano. Martín se sintió culpable, como cada vez, al tener que utilizarla a ella en sus infructuosos intentos de querer borrar lo que había hecho durante su época de colegio, cuando ni siquiera cumplía los veinte años. Aunque quizás sí sospechaba que había algo que Martín siempre evadía, un tema que tenía que ver con su familia, y que siempre lo ponía de un pésimo humor: lo referente a su hermanastra, Diana, y a su muerte hacía unos cuantos años.
Leonor, la novia de Martín, sabía que el tema de Diana estaba estrictamente prohibido para ellos. En realidad, lo estaba para todos aquellos que deseaban tener una conversación amena con el rubio. La chica, lo único que sabía del tema, era gracias a las conversaciones que había tenido con una amiga de Martín, que según tenía entendido, había sido la mejor amiga de Diana, llamada Jenny.
Según lo que Jenny le había explicado, Martín y Diana tenían la misma edad e iban en el mismo nivel en la escuela, los dos eran como hermanos normales: a pesar de estar discutiendo casi todo el día, los dos se apreciaban mucho, y al parecer todos lo notaban menos ellos dos. Después del accidente de automóvil en el que Diana había muerto, Martín resultó muy afectado: a partir de ese momento, se volvió el chico serio y un poco frío del que se había enamorado, en la universidad.
Lo que aquella vez Jenny le había contado le hacía sentido, pero a pesar de ello, Leonor estaba segura que habían muchas cosas sobre ese tema que no sabía, y que si deseaba una explicación tendría que aguantársela, porque Martín no se la iba a dar.
Conoció a Martín Mystery cuando éste estudiaba Arqueología en la universidad. Ella, que era sólo un año menor que él, estudiaba enfermería en el mismo campus, y ambos se encontraron por primera vez gracias a un amigo en común, llamado Harry. Leonor nunca negaría que le pareció guapo desde el primer momento en que lo había visto, y que después de una pequeña conversación en la cafetería durante un receso, había quedado encantada del muchacho, a pesar de no notarse del todo interesado en ella. Muy pronto se hicieron más cercanos, y ella fue lo bastante insistente como para convencerlo de que intentaran algo.
De eso habían pasado casi tres años, quizás los mejores de ella... a pesar de las constantes inseguridades respecto a lo que ambos tenían.
Con el tiempo de conocerlo, comprendió que habían ciertos temas que con él no podía tocar, y uno de ellos era justamente lo ocurrido con su hermana Diana, y todo lo referente a ella. Siemrpe se había preguntado los reales motivos de toda esa resistencia, consciente que la muerte de la muchacha tenía que tener más para haber marcado de esa manera al muchacho. O al menos eso era lo que ella pensaba.
Martín sabía que después de haber tenido ese sueño, difícilmente podría volver a dormirse, pero prefería quedarse en cama, con los ojos cerrados y aparentando tener un agradable dormir, a levantarse y tener que evadir de alguna manera el interrogatorio que Leonor iniciaría. Cualquier cosa era mejor que tener que hablar sobre ese tema.
Cualquier cosa era mejor para él, que tener que hablar de Diana Lombard.
Martín lo único que deseaba en momentos así, era que amaneciera, para que la rutina por fin lograra que pensara en otra cosa, y no constantemente en ella, y en lo que había ocurrido. De esa manera, estando ocupado, le era mucho más fácil no recordarla.
Unas horas después, se levantó, cuando comenzaba a amanecer. Era inútil que continuara de esa manera, aparentando estar tranquilo, cuando la verdad era todo lo contrario. Se metió a bañar y se quedó un buen rato bajo el agua, tratando de borrar de su cabeza el sueño de la noche anterior, que se repetía una y otra vez, sobre todo cuando cerraba los ojos.
Durante el desayuno de esa mañana, Leonor desviaba de vez en cuando sus ojos hacia él. Ella estaba leyendo una revista de modas mientras se tomaba el café, y él, miraba el vacío, completamente ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor. O al menos eso era lo que ella pensaba.
-¿Por qué me miras tanto?- le preguntó Martín, después de beber un poco de su café cargado. La pregunta tomó con tanta sorpresa a Leonor, que se demoró un poco en contestar, mirando con cierta vergüenza al hombre, al sentir completamente pillada.
-No te vez muy bien- le dijo, después de unos momentos de pensar muy bien en las palabras que tenía que decir -¿dormiste bien anoche?
-Hum... sí...- murmuró Martín, desviando sus ojos hacia cualquier otro sitio -no ocurrió nada espectacular...
-Martín...- ella se detuvo, dudosa, y se sintió más nerviosa aún cuando él la quedó mirando, esperando que continuara hablando -sé que me estás mintiendo... hay algo que no está bien contigo... y la verdad, ya no aguanto la idea de tener que verte así siempre...- la detuvo el gesto de Martín, que dejó la taza sobre el mesón y se ponía de pie, seguramente para dejar la cocina -Martín...
-Escucha- dijo, deteniéndose -no tengo idea de qué me estás hablando...
-Vamos, si tú lo sabes muy bien- replicó ella, hablando con cierto tono de sarcasmo que hizo que Martín se pusiera a la defensiva -siempre que sale el tema reaccionas de la misma manera, y ya estoy cansada de tener que tratar de comprender... ¿por qué no me cuentas de una vez qué fue lo que pasó con tú hermana?
-Diana no tiene nada que ver...- comenzó a decir él, pero la risa de Leonor lo detuvo.
-No soy tonta, ¿sabes?- dijo ella, con brusquedad -te conozco hace más de tres años, y sé que por tu carácter sólo reaccionas de esa manera por una persona: por Diana, no tienes que hacerte el tonto conmigo, sabes muy bien que no funciona.
Martín se quedó en silencio unos momentos, mirándola de hito en hito. Después, con la misma seriedad de siempre, dio media vuelta, siguiendo su intención de irse de ahí.
-Nos vemos en la noche- dijo, aunque bien pudo ser un murmullo, y se fue, dejando a Leonor sola nuevamente, con sus dudas y miedos acerca de lo que estaba pasando entre ella y Martín. ¿Cómo se suponía que sería una buena compañera para él, si seguía escondiendo secreto tras secreto? Por algunos momentos le dieron deseos de lanzar algo, cualquier objeto, contra la pared, pero sólo se conformó con sentarse nuevamente y tomar su café, tragándose la rabia y el miedo.
Esa mañana Martín tenía cita con su profesor guía para la realización de su tesis, y después había quedado de almorzar con su padre. Después de la pequeña reunión, y cuando estaba listo para ir al restaurante de costumbre, se encontró en el campus con alguien que no veía hacía bastante tiempo.
-Hola, Martín- dijo Mom, acercándose. Aún con el ceño fruncido, y sin responder al saludo, el muchacho no fue capaz de contestar, tan sorprendido estaba -te esperaba.
Por algunos momentos le dieron deseos de largarse a correr. Todo eso podía significar una cosa: el Centro. ¿Por qué otra razón Mom querría hablar con él? Después de todo los desastres que había logrado en su oficina, Martín estaba seguro que ella lo único que deseaba era que él no volviera a entrar a ese lugar.
-¿Se supone que debo alegrarme, o algo así?- contestó, una vez que fue capaz de armar una frase relativamente decente -¿qué se supone que haces aquí?, sabes que renuncié al Centro hace años...
-Lo sé- contestó Mom, sin inmutarse por la brusquedad del rubio -si estoy aquí es por un tema que tiene que ver con ello...
-Mom- antes que continuara hablando, Martín se había encargado de detenerla -escucha, no quiero ser grocero ni mucho menos, pero sabes que renuncié al Centro, y lamentablemente mi decisión no va a cambiar, por mucho que vengas tú a hablar conmigo.
-Lo sé- suspiró la mujer, haciendo ojos al cielo -sólo deseo conversar contigo, nada más.
-Lo siento, estoy atrasado- replicó Martín, continuando su camino y dejando a Mom atrás -lamento no poder quedarme contigo mucho rato más, espero volver a verte pronto- ese deseo era lo último que deseaba, en realidad -saludos a Billy y a Java.
Antes que ella fuera capaz de replicar, Martín ya le llevaba una distancia decente. Soltando un suspiro de resignación, Mom buscó un lugar de contacto para volver al Centro.
A pesar que se había apresurado para llegar a una hora decente al restaurante, no le fue posible. A pesar que entró corriendo pudo distinguir en una de las mesas del fondo, no sólo a su padre, sino también su madre, aunque hablando estrictamente, ella era la madre de Diana... pero al cabo venía siendo lo mismo.
-Lamento la demora- dijo, a la vez que se sentaba y trataba de ordenar la gran cantidad de papeles que llevaba en sus manos -la conversación se demoró más de lo que pensaba.
-No te preocupes, hijo- sonrió Anne, la madre de Diana -nosotros también llegamos hace poco.
Martín sonrió levemente al ver a Anne. Aunque ella tenía el cabello más oscuro, podía notar perfectamente el parecido entre madre e hija.
-¿A qué se debe que vinieran los dos?- preguntó Martín, a la vez que se terminaba de acomodar y veía la carta -pensé que los martes tenías ocupado, mamá.
-Sí, pero pedí salir antes, para poder venir a hablar contigo- estas palabras hicieron que Martín comenzara a sospechar que algo no estaba del todo bien, al menos con sus padres.
-¿Y a qué se debe?
-Hijo, escucha...- comenzó a hablar Gerald, y el tono conciliador que utilizó terminó por convencerlo de que no todo estaba bien -entiende, necesitamos saber...
-No, no es así...- se estaba poniendo de pie, cuando una mano en su brazo lo detuvo. Era de Anne, que veía a Martín con ojos suplicantes.
-Por favor...- le dijo, bajito. Martín sintió que comenzaba a derrumbarse, tanto por el dolor de ella, como del propio -ha pasado mucho tiempo... lo necesitamos... tú también...
Derrotado, Martín volvió a sentarse, tapándose el rostro con sus manos y quedándose así por algunos momentos. Sentía que dentro de él, el miedo comenzaba a crecer.
-Martín...- comenzó su padre, después de unos momentos -quiero que sepas que esto no es sólo por nosotros, sino también por ti. Desde ese día cambiaste muchísimo, y por eso mismo sabemos que hay mucho más que lo que nos dijiste... ¿cómo fue realmente que Diana murió?
Un sollozo escapó de la garganta de Martín. La verdad era que no se había dado cuenta de en qué momento había comenzado a llorar. La petición de Anne lo habían rendido, pero a pesar del tiempo pasado, el dolor era aún tan fuerte, que el sólo recordar lo que había ocurrido lograban ese tipo de reacciones en él. Todo lo ocurrido ese día sólo lo había contado una vez, a Mom, después de la misión, cuando aún estaba demasiado shockeado como para desear olvidar...
-... Ese día teníamos una misión- comenzó, tratando de que las lágrimas se quedaran en sus ojos, no le apetecía del todo la posibilidad de llorar en un lugar público -en Centro nos había mandado a Irlanda, estábamos investigando unos fenómenos paranormales en un pequeño pueblo... toda la gente había desaparecido de un momento a otro, sin dejar rastros. La verdad es que yo pensé que sería una misión normal, solían pasar cosas así en otras que habíamos estado...- recién en ese momento, Martín notó un detalle: Anne no había preguntado nada sobre lo que él había dicho, así que la quedó mirando extrañado -¿cómo es que...?
-Yo se lo dije- contestó rápidamente Gerald, adivinando en parte la pregunta de su hijo -un poco después de lo de Diana... Anne nunca se notó convencida con eso del accidente de automóvil.
-¿Y lo creíste así nada más?- Martín enarcó una ceja, en parte recordando todo lo que había tenido que pasar su propio padre para que se diera cuenta de la verdad, y le creyera -¿de verdad?
-Bueno, yo no soy científica- sonrió levemente Anne -así que soy mucho más abierta de mente que tu padre...
-Yo mismo puedo dar cuenta de ello- sonrió Gerald -a mí también me sorprendió lo rápido que creyó todo... en fin, sigue contando...
-Bueno...- Martín guardó silencio unos momentos, tratando de ordenar sus recuerdos -aún no teníamos reunida demasiada información, cuando nos encontramos con el causante de todo... era un monstruo, y la verdad es que nunca supe qué era lo que hacía, menos ahora. Cuando estábamos luchando contra él, la situación estaba muy difícil, creo que pocas veces había tenido una misión como esa...- el rubio sintió que su garganta, por algunos momentos, se negaba a emitir sonido alguno, así que esperó un poco, hasta sentirlo mejor -... estábamos en una casa vieja, abandonada desde antes que comenzara todo. Para variar, con Di estábamos discutiendo... ya ni recuerdo qué era...
* - * - * FLASH BACK * - * - *
-Te apuesto la mitad de la mesada, a que no logras tener una cita de aquí a una semana- decía Martín, con la voz socarrona de siempre. Diana sólo se limitaba a mirarlo con el ceño fruncido, tratando por todos los medios de no caer en su juego -vamos, Di, ¿o es que tienes miedo?
-¿De qué voy a tener miedo?- gruñó la chica de vuelta -¿cómo voy a tenerlo si voy a ganar más dinero?
-Sueña- decía Martín, riendo -el que se va a ganar el dinero, soy yo...
-No vas a ganar, de eso puedes estar seguro- dijo ella, por dentro retándose por haber caído en tan infantil jueguito. Lamentablemente las apuestas con Martín eran su perdición...
-En ese caso, trato hecho- el otro sonreía complacido -ya tengo que empezar a ver en qué me gastaré el dinero...
-¡Monstruo!
El grito de Java fue lo que los sacó de sus pensamientos, y los dos alcanzaron justo a evitar que sus largos brazos los dejaran prácticamente estampados en el suelo. Martín, por algunos minutos, se dedicó sólo a esquivarlo, tratando de darse cuenta de su punto débil.
La verdad era que no estaba seguro de cuánto habían luchado en contra de aquel ser. Sólo sabía que, en un pequeño momento de distracción, Martín iba a ser golpeado por él, sin poder hacer nada para evitarlo... eso, hasta que Diana lo sacó de un fuerte empujón, y fue ella la golpeada.
Sin poder reaccionar, vio con horror cómo el cuerpo de su hermanastra era lanzado con brutalidad hacia una de las paredes, y cuando esperaba que chocara contra él y cayera sobre el piso, lo atravesó, desapareciendo...
Para siempre...
* - * - * FIN FLASH BACK * - * - *
Cuando Martín terminó de relatar, tenía nuevamente el rostro escondido entre sus manos. Trataba de soportar de la mejor manera el nudo en la garganta, y también las lágrimas que luchaban por salir.
-El Centro no pudo encontrar en dónde estaba Diana, ni tampoco de la gente de ese pueblo... el monstruo tampoco fue encontrado... el caso nunca fue cerrado- respiró hondo, encarando a sus padres. Estaba muy pálido -después de eso... ya conocen el resto de la historia...
-Dejaste el Centro- murmuró Gerald, a lo que Martín asintió levemente.
-Ella por mi culpa desapareció, o murió...- dijo, con voz temblorosa -soy el causante de todo esto...
-No digas eso, Martín- dijo Anne, pasando un brazo por sus hombros -ella te quería, fue por eso que lo hizo... no quiero que sigas pensando de esa manera, porque si Diana decidió hacerlo, fue porque de verdad te quería. Piensa en eso, Martín...
El rubio asintió levemente, sin prestar demasiada atención a lo que Anne decía. El almuerzo pasó con lentitud, Gerald y Anne esforzándose en cambiar el tema de conversación, para lograr que Martín tratara de olvidar lo ocurrido. Les resultó sólo a medias.
-Lamento haber hecho que nos contaras todo- dijo Anne, cuando se estaban despidiendo -pero es algo que necesitaba saber...
-Lo sé...- murmuró Martín, desanimado -no te preocupes, mamá...
Anne lo abrazó con fuerza, y Martín podía sentir su apoyo. Estaba muy agradecido de que ellos no se hubieran enojado, ni que lo culparan por lo que había ocurrido (aunque él sí seguía culpándose). El haberlo contado nuevamente hizo que se sintiera mucho mejor que en bastante tiempo. Sentía que un peso que había sobre sus hombros lo había abandonado al fin al contar la verdad, sobre todo a sus padres.
Se despidió de ellos prometiendo que pronto iría a verlos a su casa. Después de eso, caminó perdidamente durante algunas horas, llegando a un pequeño parque en donde habían juegos para niños. Se sentó en una banca a observarlos detenidamente... recordando con nostalgia lo que tanto él como Diana hacían cuando eran niños, y en el fondo, deseando sin querer que todas esas situaciones las pudiera volver a vivir, junto con Diana. Se había dado cuenta que su felicidad definitivamente se debía a su presencia.