Importante:
Esto es sólo un anticipo del sexto capítulo. Espero que les guste.
Avisos:
- Ranma pertenece a Rumiko Takahashi.
- Esta historia está hecha sin ánimo de lucro y para el disfrute de los fans.
- Acepto todo tipo de comentarios, sugerencias y críticas.
- Por otra parte me gustaría tener ilustraciones de mis historias. Por lo que si hay alguien interesado, por favor contactar conmigo.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - Capitulo 06: Una Reunión Inesperada.
El ritmico golpetéo de las zapatillas de deporte contra el asfalto, resonaba en la quietud de las primeras horas del amanecer.
Enfundada en un pantalón corto de color oscuro y una camiseta blanca sin mangas, Akane recorría las calles de Nerima en su rutina matutina.
Tenía la nariz helada de aspirar el frio aire nocturno, que el naciente sol no había tenido tiempo de calentar. Su pelo negro azulado colgaba sobre la cinta de su frente en humedos mechones apelmazados por el sudor, y sus musculos empezaban a protestar debilmente por el continuo esfuerzo.
Sin embargo la joven se sentía feliz. Sus preocupaciones se encontraban a un mundo de distancia. En ese momento todos sus pensamientos se centraban en el ritmo de su respiración y en la proxima zancada.
Inmersa en el placer que le proporcionaba el ejercicio fisico, Akane casi se pasó de largo su casa. Al reconocer el familiar portalón de entrada, su ceño se frunció.
La joven se sentía renuente a dejar atrás la paz que disfrutaba en las solitarias calles, para volver a su vida normal. Determinada a retrasar lo más posible su vuelta a casa, y aprovechando que ese día no tenían clases, Akane decidió dar una vuelta más.
Apenas había dejado el Dojo atrás, cuando le asaltó la certeza que la estaban siguiendo.
No había oido nada, ni había visto nada; pero su sexto sentido, aguzado tras su experiencia cercana a la muerte, lo sabía: La estaban siguiendo.
Hacía menos de un mes desde su último secruesto y ya había alguien tras ella. ¡Esto debía ser todo un nuevo record personal!
Akane continuó corriendo finjiendo total ignorancia, al mismo tiempo que forzaba sus oidos en busca de cualquier ruido delator, sobre el telón de fondo formado por el omnipresente murmullo de la ciudad mezclado con el sonido de sus zancadas y el silbido de su respiración.
Sin atreverse a volverse, la joven continuó devorando metros a la espera de una confirmación que no llegaba.
¿Podía ser que se hubiera equivocado?¿Que se estuviera volviendo paranoica?
Antes que la duda hiciera mella en su determinación y justo cuando estaba llegando a un parque, se oyó el pesado aterrizaje de un cuerpo detras de ella.
Akane calculó rapidamente la distancia, apoyó fuertemente su pierna izquierda y, girando sobre su eje, lanzó una fuerte patada con la derecha. Patada que Ranma no tuvo ninguna dificultad en bloquear con su brazo izquierdo.
Confusa y sorprendida por la inesperada aparición, la joven quedó paralizada con la pierna en alto, mientras su prometido la saludaba despreocupadamente levantando la mano derecha.
"Hola."
Superado el shock inicial, la joven bajó la pierna y clavó inquisitivamente sus ojos marrones en su prometido.
"¿Que quieres?" preguntó la joven, molesta por la interrupción de su momento de calma.
"Hablar contigo. Creo que ayer hubo un malentendido."
Akane tardó un momento en recordar a que se refería Ranma, y con los recuerdos también volvió la ira.
"No hubo ningún malentendido," la joven dijó alzando poco a poco la voz según se iba acalorando. "Tu madre mintió y tú te lo creiste."
"¡No!" le cortó su prometido ahogando su voz. "¡No hablamos de lo que piensas!"
Lo cierto era que Ranma no estaba seguro que pensaba Akane, pero si sabía que no podía ser lo que había ocurrido en realidad.
"¿Ah, sí?" replicó la joven casi gritando. "¿Entonces de que hablasteis?¡A ver!¡Dime!"
Akane se le quedo mirando desafiante con los brazos en jarras, mientras esperaba una respuesta. Su prometido ni siquiera consiguió abrir la boca para responder. Ante el intenso escrutinio, apartó la mirada hacía el suelo mientras movía las manos tratando de decidir que hacer con ellas.
Sabía lo que quería decir. La respuesta estaba clara en su mente, pero era incapaz de pronunciarla.
El joven levantó los ojos y los posó en el cuerpo de la joven, antes de apartarlos por miedo a parecer un pervertido.
Lo que le retenía eran sus propios pensamientos. El miedo al que dira y al que pensara, el miedo al abandono y, sobre todo, el miedo a la soledad.
Akane se cruzó de brazos y empezó a golpear el suelo con su pie.
"¿Y bien?"
Nada. No podía. Era incapaz de decirlo. Su cerebro se bloqueaba y no conseguía reunir las fuerzas suficientes para superarlo.
Ranma volvió a dirigir su mirada hacía el suelo, mientras sus brazos colgaban a los lados de su cuerpo.
Harta de esperar, su prometida lanzó un desdeñoso bufido.
"La proxima vez que me quieras contar una mentira, piensatela antes de hacerme perder el tiempo."
Y descruzando los brazos, comenzó andar hacía el Dojo.
Al pasar a su lado, Ranma se giró y la siguió con la mirada según se alejaba.
Sus mayores temores se estaban haciendo realidad y todo por un estupido malentendido. Si no hacía algo en ese momento, perdería cualquier posible futuro.
Sacando fuerzas de flaqueza, apretó los puños y, con la cabeza baja, consiguió pronunciar las dos palabras malditas.
A pesar de ser demasiado debil para poder entender algo, la voz de Ranma fue suficiente para detener a Akane.
"¿Que has dicho?" preguntó la joven volviendose a mirarlo.
"Mi adopción. Estuvimos hablando de mi adopción."
"¿Adopción?" Akane preguntó incredula.
Ranma asintió con la cabeza sin levantar la mirada.
"Anteayer, después que te fueras corriendo, mi madre me explicó que ninguno de nuestros padres eran los verdaderos."
"¡Eso es mentira!" su prometida exclamó vehementemente.
"En tú caso tal vez," admitió el joven, "pero si yo fuera hijo de Nodoka, ¿no crees que ella lo sabría?"
La logica de Ranma dejó por un momento sin palabras a la joven.
"¿Y que importa eso?" Akane consiguió preguntar finalmente, con la pura inocencia de la más completa ignorancia.
"¿Que que importa?"
El sarcasmo de la amarga carcajada que lanzó su prometido, hizo que se le erizara el pelo.
"¿No lo entiendes verdad?¿No tienes ni la más jodida idea?"
Ranma levantó la cara y la miró directamente. Su rictus contraido por la ira y sus ojos enrojecidos, hicieron que Akane diera involuntariamente un paso atrás.
"Dime, ¿quien soy?" le ordenó su prometido furioso.
La joven pensó que era una pregunta estupida, pero aún así comenzó a contestarla.
"Eres Ranma, hijo de..."
"¡No!¡No lo soy!" le cortó bruscamente con un grito. "La mayor parte de mi vida sólo he conocido a mi padre. Cuando encontré a mi madre, me tuve que esconder de ella. Y ahora, ahora que por fin podemos ser una familia. ¡Resulta que todo es mentira!"
Su voz fue perdiendo potencia, a la vez que la amargura y la desesperación anidaban en ella, y volvió a bajar la cabeza presionado por el peso de los recuerdos.
"Cuando mi madre me dijo que nuestros padres no eran los verdaderos, no lo entendí. Esa noche caí en la cuenta. ¡Ella debía saberlo! No era su hijo. Mis padres me habían abandonado. No me querían. Nadie me quería."
Ranma parecía estar a punto de echarse a llorar, pero ninguna lagrima salió de sus ojos. A Akane le dolía el corazón viendo al confiado artista marcial que le había salvado hacía menos de un mes, en un estado tan lamentable.
"No podía más. Me estaba volviendo loco. El pecho me dolía como si tuviera un agujero," continuó el joven llevandose una mano al sitio indicado. "Fuí al Dojo. Sólo quería practicar hasta caer inconsciente y olvidarme de todo."
En algún lugar del parque saltó un temporizador y el sistema de riego comenzó a funcionar, dejando a Ranma completamente calado en pocos segundos.
El cambio de sexo desbloqueó las inhibiciones martilleadas en su subconsciente por las enseñanzas de Genma, haciendo que las lagrimas manaran libremente y se mezclaran con el agua que le goteaba del pelo y le corría por la cara. Todo ello contrastaba con la sonrisa de felicidad que comenzó a dibujarse en sus labios y que se fue agrandando según hablaba.
"Allí me encontró mi madre y me contó lo que había ocurrido la noche de mi adopción. El dolor de mi madre al tener que dejarme y su amor hacía mi. Mi madre dijo que yo era lo mejor que les había pasado en la vida." Ranma volvió a mirar a su prometida a la vez que levantaba los brazos hacía ella, suplicando comprensión. "¡Lo entiendes Akane!¡Mi madre me quería!¡Me quería!"
La joven lo entendía, entendía lo que había pasado y el dolor que sus palabras debían haber causado a su prometido.
Sabiendo que ambos siempre malinterpretaban las palabras, entró en la lluvia artificial y abrazó a la joven pelirroja en la que se había convertido su prometido. Completamente agotada emocionalmente, Ranma devolvió agradecida el abrazo y continuó llorando en su hombro. Incapaz de determinar si eran lagrimas de pena o felicidad, Akane trató de reconfortarla con el calor que emanaba de su cuerpo a traves de su ropa y con suaves palmaditas en la espalda.
Los rayos del sol, interceptados por las gotas de los aspersores, formaban hermosos arco iris que bailaban a su alrededor.
Ambos jovenes emprendieron el camino de vuelta al Dojo andando a paso ligero para no coger un resfriado.
Akane quería preguntarle si él realmente pensaba que eran hermanos. Sin embargo estaba claro que ni el estado emocional de Ranma, ni el suyo propio, eran los adecuados.
Pero si había algo que podía hacer.
Durante un instante, Ranma notó como algo le rozaba los dedos. La primera vez no le dió importancia, la segunda vez se extraño, pero la tercera vez ya se encontraba preparado. Al volverlo a sentir se movió con rapidez y terminó con los dedos de Akane cogidos a los suyos.
La sorpresa hizo que apartara rapidamente la mano, mientras su cara enrojecía.
¿Podría ser que no hubiera sido una ocurriencia?¿Podría ser que...?
Animado por el recuerdo del viaje de vuelta desde Ryugenzawa, Ranma volvió a extender el brazo.
Sus esperanzas se hicieron realidad, cuando las llemas de sus dedos rozaron la suave y calida piel de su prometida. La joven, sonriente al ver que Ranma había comprendido sus intenciones, extendió su mano. Los dedos de ambos adolescentes juguetearon y se entrelazaron hasta terminar fuertemente cogidos de la mano. Y de esa manera continuaron su camino de vuelta al Dojo.
Continuara...