Bus Stop

Marmalade Fever

Primera parte


Nota: Harry Potter no me pertenece, todo es de JK Rowling. La historia es Marmalade Fever, esto es solo una traducción autorizada.

Era un día lluvioso, y Hermione corría a través de la lluvia; sus tacones haciendo un ruido mecánico al pasar por las aceras. Casi sin aliento, llegó a una parada, temblando por el frío. El hombre a su lado no volteó a verla, pero si le permitió compartir su paraguas. Ella se lo agradeció brevemente, antes de que él pudiera voltear; su paraguas negro abrigándola de la lluvia torrencial. La pequeña sonrisa con la que le iba a agradecer su gesto, al momento de ver su cara, desapareció.

"¿Malfoy?" preguntó, sorprendida de ver a una persona de la que no había sabido en casi diez años.

"¿Granger?" preguntó indignado. Su miraba bajó a la mano con la que sostenía el paraguas, pero no la retiró. "Qué casualidad el verte por aquí."

"Si, podría decir lo mismo de ti," replicó ella. "¿Estás esperando el autobús?"

"No, que va," dijo con sarcasmo. "Es que a mí me gusta estar parado en las aceras a la mitad de la nada mientras llueve. Es refrescante ¿no crees?" Usaba un abrigo verde oliva, con un sombrero que le daba un aire a los detectives de las películas de los años cincuenta. "Y tu Granger, ¿También esperas el autobús?"

"No más que tu," replicó. Ella lo miró, perpleja. "Lo que no entiendo es el porqué. ¿Por qué tienes que tomar un autobús?"

Él la miró complacido. "Por mi LC," dijo, simplemente.

"¿LC?" preguntó Hermione, confundida.

Él asintió con la cabeza y acto seguido se levanto un poco los pantalones para dejar ver una pequeña cinta de metal atada a su tobillo. "Libertad Condicional, mi oficial de hecho," explicó. "Tengo prohibido usar la magia" añadió, susurrando.

"Ah," dijo Hermione, sonrosándose. "No sabía."

Él la examinó con detenimiento. "¿Y cuál es tu historia? ¿Por qué tienes que tomar un autobús?"

Ella suspiró. "Mi tía vive bajando la calle. Y ella no sabe acerca de…" bajó la voz, "mis habilidades. Como se que siempre me ve por la ventana, no puedo simplemente aparecerme." Pausó. "Está muy enferma," explicó.

"Ya veo," replicó. Estuvieron en silencio por un rato, Hermione dándole una mirada a su reloj de vez en cuando.

"Es un paraguas muy bonito," dijo, al final.

Por un momento pareció que él se reiría de ella. "Claro que lo es. Me costó cincuenta galeones en Burgleman's."

"¿Por un paraguas?" preguntó, sorprendida.

Él asintió con la cabeza. "Solo lo mejor," le dijo, sonriéndole con arrogancia. "Nunca salgo de casa sin él."

Hermione arrugó el ceño. "No tendrás una varita escondida dentro ¿o si?" preguntó. Una pareja que se encontraba cerca de ellos los miraban como si estuvieran locos.

Él le volteó los ojos. "Por favor, ¿Tú crees que si así fuera te lo diría?"

"Por tu tono, creo que no." Hermione cruzó los brazos, mirando la acera.

"¿Tienes frío?" preguntó Draco.

"Un poco," admitió. "¿Por qué? ¿Me ofrecerás tu abrigo?"

Él se echó a reír. "No. Aunque creo que esa sería una buena historia para contar en la cena de los Weasley." Hizo una pausa. "Dime Granger, ¿terminaron juntos tu y la comadreja?"

Hermione no volteó a verlo. "No es que sea de tu incumbencia, pero no."

"¿No?" preguntó. "Eso si me sorprende. ¿Sabes que esto significa que Goyle me debe diez galeones?"

Ella volteó a verlo con una mirada incrédula. "¿Has estado apostando sobre mi relación con Ron?"

Él se encogió de hombros. "Era una victoria fácil."

Ella abrió la boca incrédula. "¿Fácil? ¿Qué tratas de decir con eso?"

Él le dirigió una sonrisa arrogante. "Por primera vez, Granger, te voy a dar un cumplido. No te lo creas mucho. Eres muy buena para él. Así de simple."

Estaba atónita. "¿Tú crees? El es sangre pura," le recordó.

"Y muy estúpido como para saber que si metes el dedo en un toma corriente, te electrocutas," dijo, con voz aburrida.

"Como sabes que…"

"Y después de todo Granger, tu eres mucho más guapa que él."

"Oho, cumplido número dos," dijo, divertida "¿Qué me dirás ahora? ¿Qué soy muy buena para ti también?"

Él no respondió. "Ese es mi autobús," dijo, señalando al final de la calle. "El cincuenta y dos. Mi numero de la suerte."

Ella alzó una ceja. "¿No es el siete el número de la suerte?"

Él negó con la cabeza. "No todos los números son de la suerte para todos."

"¿Y por qué el cincuenta y dos es tu número de la suerte?" preguntó apartando el cabello mojado de su cara.

Él pareció considerarlo por un momento. "Porque ese autobús todavía no ha explotado," respondió.

"Bueno para mí el cincuenta y dos no es el número de mi suerte."

"Oh," dijo "¿Por qué será?" El autobús ya estaba en la parada.

"Por qué ese también es mi autobús, lo que quiere decir que me voy a tener que montar contigo," Hermione trató de parecer molesta, pero era difícil con Malfoy riéndose.

"No creo que eso te moleste tanto, Granger," comentó, mientras los pasajeros salían del autobús. Se unieron a la multitud que subía, cada uno mostrándole al chofer su pase.

"Oh, no," murmuró Hermione, viendo a todos lados.

"¿Qué pasa?" preguntó.

"Solo hay un asiento disponible," dijo ella señalándolo. "Ahora me tengo que sentar a tu lado."

Él le sonrió con arrogancia, aunque ella solo podía verle la mitad de su rostro. Él tomó el asiento al lado de la ventana, mientras ella tomaba el contiguo. "¿No es cómodo?" le preguntó, divertido.

"Solo si olvidas nuestra enemistad," le dijo, sin mirarlo a la cara.

"Oh, no te preocupes Granger, no lo he olvidado," le aseguró.

El autobús comenzó a moverse y los dos se sentaron en sus asientos. Hermione buscó dentro de su cartera y sacó un paquetito de goma de mascar. "¿Quieres?"

Él negó con la cabeza. "Nah, no me gusta mucho," dijo.

Ella pestañeó sorprendida. "¿No te gusta la goma de mascar?"

Él volvió a negar con la cabeza "Corrijo. No me gusta la goma de mascar muggle. Mucha azúcar artificial para mi gusto."

Ella sacó un pedacito y empezó a desenvolverlo. "Es mejor eso a que se te caigan los dientes," le dijo.

Él se encogió de hombros. "Yo prefiero la calidad, así sea a expensas de mis dientes," dijo quitándose el sombrero y haciéndolo girar sobre su dedo.

"Sabes," le dijo ella en voz baja, "no toda la goma de mascar muggle tiene azúcar artificial."

"Lo que sea, las de Honey Dukes son mejores," le señaló. "Además ¿Cual es el punto de masticar algo que al final no vas a comer?"

"Sabor y textura," le respondió.

Él se echó a reír. "¿Si? Déjame adivinar que más… ¿Un ejercicio para tu mandíbula?"

"¿Qué te parece tan gracioso?" preguntó Hermione.

"¿Sabes que el comer también ejercita tu mandíbula y además te da nutrientes? ¿Qué te parece?"

"Bueno con la goma de mascar, no engordas," le señaló "Siempre y cuando sea…"

"Con azúcar artificial, lo sé," dijo. "De todos modos, la azúcar en la goma de mascar no te haría engordar, artificial o no." Dejó de girar el sombrero y volvió a colocárselo en la cabeza. "¿Para dónde vas?"

"A casa," le dijo, encogiéndose de hombros.

"¿Vives todavía con tus padres?" le preguntó.

"Malfoy, tengo veintiocho años. Claro que no."

"Nunca se sabe," le replicó, mirando por la ventana. "¿Vives sola?"

Ella frunció el ceño. "No sé si debería decírtelo."

"Solo es curiosidad. No pienso robarte ni nada por estilo," le dijo, volteando a verla "Puede que sea un criminal, pero no uno mezquino."

"Bueno, algo menos por lo que preocuparse." El autobús comenzó a detenerse. "Esta es mi parada," le dijo.

"Diviértete, viviendo sola o no," le dijo, con una sonrisa de suficiencia.

"Adiós, Malfoy," le dijo, bajándose del autobús.

Segunda parte

La mañana siguiente estaba nublado, y Hermione decidió usar un cardigan. Ese día había jugado cartas con su tía. Le había dicho, que si hubieran tenido dos jugadores más, podrían haber formado su propio club. Su tía le había agradecido el haber pasado, dándole un húmedo beso en la frente.

Después de quitarse los restos de pintura de labios, Hermione comenzó a caminar hacia la parada de autobús. Había estado esperando por dos minutos, cuando divisó a alguien desde el final de la calle caminando hacia a ella.

"Hola, otra vez," Hermione dijo sin mucho entusiasmo.

"Hola a ti también, Granger," dijo Malfoy. Tenía el paraguas negro en su mano. Para sorpresa de Hermione, lo abrió y se colocó a su lado; el paraguas tapándolos a los dos.

"Sabes que no está lloviendo ¿verdad?" preguntó ella.

Él simplemente se encogió de hombros, con cierto brillo en los ojos. "Pensaba que era nuestra pequeña tradición," dijo en tono jovial.

"No se puede tener una tradición después de un solo día."

Él le hizo un gesto de desaprobación. "Claro que se puede. Cada tradición comienza después de una primera vez, solo que hay que seguir con ella," le explicó, guiñándole el ojo.

Hermione alzó una ceja. "¿Quién eres tú y que has hecho con Draco Malfoy?"

Él se echó a reír. "Granger, Granger, Granger…dame un respiro."

Hermione rodó los ojos. "¿Y que haces por esta parte de Londres, de todos modos?"

Él lo pensó unos segundos. "No mucho, solo estoy parado, sosteniendo un paraguas y hablando contigo."

"Sabes que a eso no era a lo que me refería," le dijo Hermione dándole un golpecito en el hombro.

Él suspiró. "Si te interesa saber, voy al trabajo."

"¿Al trabajo?" le preguntó.

Él asintió con la cabeza. "El autobús me deja cerca del Caldero Chorreante. Desde ahí puedo caminar."

Hermione frunció la nariz. "¿Y por que estás aquí de todos modos?" le preguntó.

Él le sonrió con arrogancia. "¿Supongo que nunca has estado en el callejón al lado de la zapatería?" Ella negó con la cabeza. "La mansión está encantada para que ningún muggle pueda acercarse después de dos tiendas más adelante. Es increíble como no notan algo que tiene casi medio kilómetro de ancho."

Hemione contuvo el aliento. "¿Tu propiedad es de casi medio kilómetro de ancho?"

"Y quince de largo."

"¿Quin-en medio del Londres muggle?" preguntó, sorprendida.

Él asintió con la cabeza. "Granger, la Mansión fue construida antes que la ciudad fuese industrializada," añadió.

"Así que dime," añadió ella, después de una pausa. "¿Cómo es que alguien millonario como tu tiene que trabajar?"

Él sonrió con arrogancia y se subió un poco los pantalones para dejar ver la cinta metálica atada a su tobillo. "LC me obliga," explicó. "O trabajo o me sale una estadía en Azzy."

"Oh," replicó ella.

"Sé que te mueres por saber," le dijo.

"¿Por saber qué?"

"Quieres saber lo que hice," replicó. "Quieres saber porque tengo Libertad Condicional."

Ella negó con la cabeza. "Conociéndote creo que puedo adivinar."

"¿Y tú me conoces? Probablemente pienses eso por lo que paso en sexto año ¿no es así?" preguntó con aire casual, colocando el paraguas en su otra mano.

"Creo que eso tiene algo que ver," le respondió.

"Ya pague un año por eso," le dijo. "Obtuve la LC por otra razón."

"¿Y cuál es esa razón?" le preguntó, alzando una ceja.

"Malversación," dijo.

"¿Malversación?" le preguntó, frunciendo el ceño.

"Así es," le dijo. "Nada más y nada menos."

"¿Qué tipo de malversación?" preguntó Hermione.

Él sonrió con arrogancia. "Solo unos cambios en el testamento de mi Papá," le dijo.

Ella alzó una ceja "¿Qué? ¿Nada mas te dio el noventa y ocho por ciento del dinero en vez de toda la fortuna?" le preguntó.

Él rodó los ojos. "Solo me dio la Mansión," le dijo. "Solo lo arreglé para gastar un poco mas de dinero eso es todo."

"¿Estás en bancarrota entonces?" preguntó ella, con la incredulidad marcada en sus cejas alzadas.

Él se echó a reír. "No. Solo vendí un jarrón por diez mil galeones. Se puede decir que no estoy en 'bancarrota'."

Ella le pestañeó, notando como las nubes dejaban caer unas cuantas gotas. "Eso explica el precio del paraguas," remarcó, acercándose un poco más a él para evitar la lluvia.

"Entonces ¿No tienes nada con Weasley después de todo?" preguntó Malfoy.

Ella negó con la cabeza. "Hace años que terminamos."

"¿Y con Potter?"

Ella frunció el ceño. "Eww, no."

Malfoy se echó a reír. "¿No es tu tipo?"

Ella negó con la cabeza. "Somos muy buenos amigos como para pensar en eso. No me imagino siendo algo más con el."

Él movió su pie hacia un charco. "Estaba pensando en él el otro día. Me di cuenta que su nombre rima con 'fairy water'. Podría haber aprovechado eso…"

"Creo que ahí viene el autobús," Hermione comentó, observando la calle.

"No," dijo. "Ese es el número cincuenta. Da la vuelta en la esquina de allá," dijo, señalando.

"Eres una fuente de conocimientos ¿No es así?" preguntó ella.

"¿De la misma manera que tu eres una fuente de inútiles conocimientos?" preguntó el, con sarcasmo.

"¡Hey!" objetó.

"¿En qué año los elfos de Sumeria se rebelaron contra sus amos rehusándose a pulir la plata?"

"En 1253," respondió. "Y esos no son conocimientos inútiles. Es información muy interesante la cual puedo usar para mi campaña por los derechos de los Elfos Domésticos."

"No puedo creer que sepas eso," le dijo "¿Cómo es posible que lo sepas?"

Ella se encogió de hombros. "Algunos de nosotros si le prestábamos atención al Profesor Binns," le explicó.

"Estoy seguro que el viejo loco ese estaría feliz-si es que todavía puede sentir, o prestar atención- de saber que alguien estaba pendiente de la clase. Probablemente seas la única. Si pasé mis TIMOS, fue porque me leí el libro."

"Ah ¿Pero es que tu puedes leer?" le preguntó ella, burlándose con incredulidad.

Él le volteó los ojos. "Ahora ese," dijo, "si es nuestro autobús." Señaló el autobús que se estaba acercando.

"Oh, nuestro número de la suerte, el cincuenta y dos ¿no?" preguntó ella, acercándose al autobús mientras este abría sus puertas. Un grupo de muggles empezó a formase en una línea y ellos no tardaron en unírseles.

"Todavía no ha explotado," dijo Malfoy con una sonrisa arrogante.

"Es lo que se puede esperar de un autobús, supongo," le comentó, subiendo y enseñándole su pase al conductor. Malfoy la siguió y se sentó a su lado. "¿Te das cuenta que hay otros asientos libres, verdad?"

Él se encogió de hombros, colocando el paraguas debajo de su asiento. "¿Y sentarme al lado de unos extraños? ¿Al lado de unos muggles? Prefiero sentarme contigo."

"Eres muy amable," le dijo, bufando.

Él se echó a reír. "No es nada," le dijo haciendo un gesto con la mano. "Entonces, ¿Me vas a decir si vives sola o no?"

Ella frunció la nariz. "¿Cuál es tu obsesión? ¿Y por que debería de decírtelo, de todos modos? Por lo que se, bien podrías…"

"¿Hacerte algo malo cuando estés sola en tu pequeño apartamento?" preguntó. "Ya te lo dije, puede que sea un criminal…"

"Pero no uno mezquino. Si lo sé," le indicó.

"Al menos dime si estás casada," le insistió.

Ella dirigió la mirada hacia el cielo. "No," le respondió.

"Interesante," dijo, rascándose la barbilla. "¿Prometido?"

Ella se echó a reír. "No."

"¿Novio?" insistió.

Ella alzó una ceja. "¿Qué tú crees?"

Él pareció pensarlo por un momento. "¿Novia?"

Ella lo golpeó en el hombro. "No. Eres muy curioso para ser alguien al cual ni siquiera le gusto," observó.

"Y tu eres muy odiosa al alejar al primer hombre que ha mostrado cierto interés hacia ti en lo que puede haber sido un muy largo tiempo," le señaló.

Ella resopló. "¿Interés? ¿Eso es, entonces?"

Él le mostró una muy apuesta sonrisa. "Imagínate Granger- tu, yo…y el paraguas ¿Eso nos hace tres?"

Ella lo observó por un momento. "¿Has estado bebiendo?"

Él le sacó la lengua. "Como se ve que no tienes sentido del humor."

"Ah," dijo ella, de repente un poco cabizbaja. "Ja ja."

"De todos modos, me alegra que hoy no estemos hablando de goma de mascar. Tu vida amorosa, aunque aburrida, es mucho más interesante que estar masticando goma," le remarcó.

"Gracias, supongo," dijo Hermione.

"No hay problema," le replicó, galante.

"¿Y tú?" le preguntó. "¿Algún romance?"

Él suspiró. "Me temo que he pasado mucho tiempo en Azzy como para establecer algún tipo de relación, y amorosa, menos. Aunque había un dementor muy bien parecido…" le dijo guiñándole el ojo.

Ella se echó a reír. "Entonces, no es justo que te burles de mi vida amorosa cuando la tuya es exactamente igual," le señaló.

"Justo o no, sigue siendo divertido." Él estiró los brazos. "¿Por qué estos asientos tienen que ser tan endemoniadamente pequeños? Apenas hay espacio para los dos."

Ella asintió con la cabeza en señal de acuerdo. "Ya vamos llegando a mi parada," le indicó.

"En ese caso, Fräulein, auf Wiedersehen."

"Sabes," le dijo, "creo que pasar tanto tiempo con los dementores te dejo un poquito loco."

"Es posible," dijo. "Nos vemos, Granger."

El autobús paró, y ella se acercó a la salida, volviéndose momentáneamente para verlo antes de irse. Ella podría haber jurado que él le guiñó el ojo.