¡Hola!

Me tardé un poquito más de lo que tenía planeado con este capítulo porque tuve problemas para escribir, ya que mi PC se dañó, aunque ya logré repararla, jajaja. Espero que les guste el episodio, no es la gran cosa, pero estará sentando las bases para lo que viene, digamos que es un poco más relajado que el anterior.

Disclaimer: Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto.

Advertencia: Ya mi mano está mejor, pero nunca faltan los dedazos, jajaja.

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Capítulo 19: Rival

El viento en la azotea del edificio de las empresas Namikaze soplaba con fuerza, meciendo los cabellos de ambos jóvenes que se encontraban observando hacia el vacío con la mayor atención posible, mientras el silencio entre ellos se hacía escuchar.

El suspiro de Hinata hizo que Naruto volteara a verla. Ya había pasado casi una hora desde que sus padres les habían anunciado que la fecha de su boda fue decidida y ninguno de los dos estaba seguro sobre cómo actuar ahora.

—¿Qué se supone que hagamos? –preguntó entonces Naruto, mirando hacia el azul cielo que los abrazaba a ambos, un azul muy parecido al de sus ojos.

—¿Cómo podría saberlo? –la ojiperla volvió a soltar un hondo suspiro, estaba demasiado confundida en estos momentos, apenas y lograba admitir que tenía sentimientos por Naruto y así sin más le echaban en la cara la responsabilidad de tener que casarse—. Mi padre se ha vuelto loco.

—¡Los míos siempre lo han estado! –exclamó el rubio, revolviéndose los cabellos con ambas manos.

Hinata lo miró y no pudo evitar reírse ante su gesto de desesperación.

—Sobre lo que pasó en la oficina… –ella intentó hablar, pero Naruto rápidamente cortó sus palabras.

—No digas nada sobre eso… me siento avergonzado… –dijo él, con la mirada desviada hacia un costado, mientras se cubría los labios con una de sus manos. Hinata estaba sorprendida al notar que él estaba sonrojado; no podía evitar pensar en que lucía muy apuesto con aquella expresión, eso la hizo sonrojar a ella también.

—Y-yo sólo… –la Hyûga bajó la mirada, su cara ardía furiosamente, no recordaba haberse sentido de ese modo nunca antes en su vida—. Quisiera aclarar que no fue mentira lo que dije –mientras mantenía la vista fija en el suelo, sus manos parecían inquietas, entrelazando sus dedos una y otra vez—, aunque nuestros padres estén dementes y nos obliguen a casarnos yo… yo sí siento cosas por ti… –se mordió el labio inferior, sin atreverse a ver al rubio, no sabía si es que acaso estaba haciendo el ridículo de su vida al decir esas palabras, pero pensaba que no debía contenerse en un momento como aquel.

Naruto, por su parte, estaba algo sorprendido, al principio había pensado que Hinata se retractaría de sus palabras apenas tuviera la oportunidad, pero parecía que no iba a ser así, parecía que ella estaba hablando en serio esta vez y, al igual que él, sentía cosas que no lograba descifrar.

—Entiendo –dijo el rubio, luego de estar en silencio por un par de segundos—. Yo también estaba hablando en serio –añadió—. Lamento que nuestros padres actúen así, de verdad me gustaría tener más tiempo para que las cosas entre nosotros fueran de forma natural…

—Naruto… –Hinata alzó la cabeza, encontrándose con la mirada oceánica de Naruto que, a diferencia de otras veces, mostraba seriedad y no parecía estarse burlando.

—Hinata, escucha –el Namikaze apoyó ambas manos sobre los hombros de la chica, teniendo que curvar un poco su espalda para poder igualar su estatura más baja—. Desde que sucedió lo de mi ex, lo que tú ya sabes… jamás volví a tomar a otra mujer en serio, a decir verdad, tenía miedo de salir lastimado como aquella vez –la chica no sabía qué decir, así que sólo se mantuvo callada, escuchando las palabras del rubio—. Sé que quizás no soy el hombre con el que esperabas casarte, pero… también sé que no eres una mujer para tomar a la ligera, sólo quiero que sepas que me gustas y que incluso si nos obligan a casarnos, haré mi mejor esfuerzo para que ya no me odies.

Hinata le miró como quién mira a un niño pequeño que acababa de hacer una travesura, entonces comenzó a reírse, una dulce carcajada que Naruto no se esperaba ver en ella.

—¿Dije algo gracioso? –cuestionó con el ceño fruncido. Hinata negó con la cabeza.

—Creo que dijiste algo realmente adorable –la cara de Naruto volvió a ponerse roja cuando Hinata le sonrió, mientras los latidos de su corazón se disparaban como locos—. Yo no te odio –aseguró ella—. Sé que parece que sí, quizá he sido demasiado bruja contigo desde el momento en que nos conocimos, pero… no te odio, Naruto Namikaze.

Naruto la soltó, asintiendo con la cabeza, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios.

—Vamos a tratar de dar lo mejor de ahora en adelante, ¿sí? Si vamos a casarnos de todos modos… tan sólo intentemos llevarnos bien por ahora.

El rubio tan sólo asintió con la cabeza una vez más, no estaba muy seguro de poder llevar la fiesta en paz con ella y no era por el carácter explosivo de ambos, sino porque estaba comenzando a experimentar sentimientos que creyó que jamás volvería a tener. El solo hecho de ver a Hinata sonreírle estaba provocando que quisiera comerla a besos, pero no podía ser tan impulsivo o echaría por tierra la buena convivencia que ahora habían logrado. Ahora que por fin había dejado atrás todo el dolor que había guardado por años, se sentía finalmente libre, era como si pudiera hacer cualquier cosa, ahora por fin tenía la capacidad de volver a creer en una persona sin estar asustado, esa persona que a pesar de todo lo malo, había estado a su lado en su peor momento.

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Eran cerca de las dos de la tarde cuando Sasuke Uchiha se encontró en un restaurante con su -ahora- novia, Sakura. Habían quedado en almorzar juntos ese día, así que ahí estaban. Cuando Sasuke le pidió salir con él, al principio Sakura no podía creerlo, no entendía por qué un hombre como el azabache querría estar con ella, no podía dejar de preguntárselo, aún si aquello la hacía feliz.

—¿Te va bien en el trabajo? –preguntó el Uchiha, sacando de su estado de ensoñación a la chica, la cual asintió con la cabeza.

—Así es, ¿y a ti?

Sasuke le dio un sorbo a su refresco, no era un restaurante sumamente elegante, era un lugar casual, pues quedaba cerca del trabajo de ambos.

—Lo normal –respondió.

—Sasuke-kun… –le llamó la chica, mientras mantenía los ojos fijos en sus propias manos, las cuales arrugaban el extremo de su falda—. ¿De verdad te gusto? –cuestionó—. ¿Por qué me pediste salir contigo?

El azabache arqueó una ceja ante la extraña pregunta, que para él parecía tener una respuesta sumamente obvia, aunque para ella no fuera así. Era difícil para Sakura el siquiera asimilar que los sentimientos que había tenido por Sasuke durante años eran finalmente correspondidos, no podía confiarse al cien por ciento y entregarse sin más, porque debía admitir que estaba asustada de las consecuencias.

—¿No es obvio acaso? –finalmente habló Sasuke—. Te pedí salir conmigo porque me gustas, ni más ni menos.

—Pero… –antes de que ella pudiera replicar, él la interrumpió.

—Sakura –le llamó—. Sé que, viniendo de alguien como yo, con la fama que tengo, tal vez pienses que sólo quiero jugar contigo, pero… –los ojos de Sasuke se clavaron intensamente en la figura de Sakura, en su mirada color esmeralda, queriendo transmitirle la seguridad con la cual hablaba—. Pero en serio me gustas y quiero estar a tu lado.

Sakura asintió con la cabeza, bajando la mirada al mismo tiempo que una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios y sus mejillas tomaban un leve tono carmesí,

—Está bien, Sasuke-kun, yo te creo –aseguró—. Es sólo que realmente me hace feliz estar contigo y no puedo creer que esto sea verdad.

Durante un breve segundo, Uchiha Sasuke sintió como si algo lo sacudiera desde dentro y miró a Sakura como si ésta le provocara una enorme ternura, no pudo evitar sentirse estúpidamente feliz, era una sensación que no lograba describir del todo, pero le gustaba.

—Pues créelo, tonta –fue la única respuesta que dio.

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Minato y Kushina se encontraban en la oficina del presidente de las empresas Namikaze, es decir, el mismísimo Minato. La mujer de cabellera roja miraba a su esposo con cierto reproche, como si estuviera molesta con él por algo que había hecho.

—¿Vas a seguir con esa expresión en tu cara, cariño? –cuestionó el hombre, encogiéndose de hombros, pues no soportaba que su adorada esposa estuviera molesta con él.

—Es que me parece muy apresurado lo de la fecha de la boda, apenas Naruto pasó por la fecha de aniversario luctuoso de Sakuno-chan –dijo Kushina, quién parecía estar siempre de acuerdo con todo lo que su esposo y su socio Hiashi hacían, pero no era siempre así, aunque ella lucía feliz por la fecha de la boda, en realidad estaba preocupada por Naruto.

—No había mejor momento que este –aseguró Minato, tomando las dos manos de su esposa por encima de su escritorio—. Yo sé que él no está bien por el aniversario, pero precisamente por eso, necesitaba una distracción de todo aquello que lo estuvo aquejando.

—¿Y Hinata-chan?

—Hiashi estuvo de acuerdo en todo.

Kushina frunció ligeramente el ceño, a veces no podía evitar sospechar de la "excelente" disposición que mostraba Hiashi Hyûga respecto a todo aquello de la boda, parecía desesperado por casar a su hija, al menos para ella, porque Minato no les daba la menor importancia a esos asuntos irrelevantes, según él.

—Bueno, aunque esta vez ninguno de los dos sobre reaccionó como suelen hacerlo, creo que finalmente Naruto se ha enamorado de ella.

Minato tan sólo sonrió, a veces le era gracioso pensar en lo grandes que estaban sus hijos, pero ellos seguían intentando cuidarlos.

—Nuestro hijo no es bueno fingiendo, ¿sabes?

—Creo lo mismo –asintió la pelirroja, sonriéndole a su marido. Podía ser un loco y todo lo que quisieran, pero ella sabía que todo lo hacía por el bien de sus hijos.

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Hinata había estado ida durante toda la tarde en su trabajo, no estaba segura sobre cómo debía sentirse, por un lado, ya no le desagradaba Naruto como antes, pero tampoco quería casarse así como así, era todo demasiado apresurado, incluso si ella había estado "de acuerdo" con la boda desde el inicio, hipotéticamente hablando, claro, porque todos sabían que ella había sido timada por su padre y su primo.

Ya estaba atardeciendo cuando la ojiperla apagó su computadora y soltó un suspiro, el día había sido pesado, tenía mucho que revisar todavía el día siguiente y la tensión sobre el tema de la boda la estaba matando, aunque ella no tenía que hacer nada, aun así, era estresante.

—Realmente no sé qué hacer… –murmuró. Se puso de pie y tomó su bolso, ya venía siendo hora de irse a casa.

No había visto a Naruto desde la conversación que ambos habían tenido en la azotea y era mejor así, comenzaba a sentirse nerviosa y avergonzada cada vez que lo veía. Nunca creyó que alguna vez tendría una relación tan extraña, él era un hombre totalmente diferente de todo lo que ella siempre había soñado como su "príncipe azul" y, sin embargo, lo había besado, casi se había acostado con él y además, iban a casarse. Lo peor de todo era que, si bien, al principio lo odiaba con desesperación latente, ahora la hacía sentir como una adolescente tonta y enamoradiza.

—Esto no me puede estar pasando a mí –se dijo, abultando sus labios en una especie de puchero.

—No sabía que podías hacer una cara tan bonita –escuchó la voz del rubio, haciendo que alzara la mirada para verlo, él estaba sonriéndole, mientras que ella se ponía roja hasta las orejas por lo que él acababa de decirle.

—N-N-Naruto, ¿no te habías ido? –la ojiperla bajó la mirada, le daba vergüenza que él se diera cuenta de que su cara estaba roja, aunque Naruto lo había notado con claridad, pero decidió no hacerla sentir aún más avergonzada ignorando el tema.

—Uhm, no, estaba esperándote.

Ella continuaba viendo al piso, sentía que le temblaban las piernas, ¿qué clase de estúpida sensación era esa?

—Ah…

Naruto no sabía qué más decirle, ciertamente, él se sentía igual de nervioso que ella, después de descubrir que tenía verdaderos sentimientos por la Hyûga, las cosas habían cambiado drásticamente para él. Era cierto que en un principio no podía ni verla, que la despreciaba y detestaba como su peor enemiga, pero con el paso del tiempo, con irla conociendo, las cosas habían cambiado. Todavía podía recordar lo estúpido que fue al momento de asegurarle a Sasuke que él sería capaz de enamorarla y luego dejarla, tan sólo para verla sufrir; ahora no podía ni siquiera imaginar hacer llorar a Hinata.

—Vamos –dijo tomándola de la mano, jalándola. La chica intentó replicar, pero el rubio no le dio tiempo de ello, llevándola al ascensor.

Las puertas automáticas se cerraron frente a los rostros de ambos, los cuáles, incómodos, miraban al piso.

—Naruto… –le llamó Hinata, apenas con un hilo de voz, pero lo suficientemente alto como para que él la escuchara—. ¿Podrías… podrías soltarme, por favor?

El ojiazul se dio cuenta de que aún sostenía su mano, pero no quiso atender a su petición, en su lugar, la apretó más fuerte.

—No quiero –respondió, provocando que Hinata lo observara con el ceño fruncido; ahí estaba nuevamente su actitud engreída, aquella que, aunque él lo negara como un obseso, le encantaba.

—¿Por qué? –cuestionó la joven, notando cómo él volvía el agarre un poco más fuerte, haciéndola estremecerse por dentro como una chiquilla que se enamora por primera vez.

Naruto se paró justo frente a ella, sosteniéndola la mirada fijamente, mientras sentía que los latidos de su corazón se aceleraban nuevamente, ¿cómo era posible que con sólo estar cerca de esa chica sintiera que le iba a explotar el pecho de pronto?

—Perdóname, Hinata –susurró de pronto el rubio, acercando su rostro al de ella—. No tuve suficiente con sólo uno…

—¿Sólo uno de q…? –antes de poder terminar su pregunta, Hinata entendió a lo que Naruto se refería cuando sintió sus labios sobre los propios. Abrió un poco sus ojos, sorprendida, mientras sentía las manos masculinas rodeándole la cintura, pegándola a su cuerpo. La chica cerró lentamente sus ojos perlados, mientras poco a poco correspondía a los suaves movimientos de los labios contrarios.

Cuando se dio cuenta, ella se había guindado del cuello de Naruto, quién era visiblemente más alto que ella, haciéndola pararse de puntitas, mientras ambos se besaban con pasión y desesperación a la vez, dejando que todo el deseo que sentían se hiciera ver, permitiendo que sólo sus instintos gobernaran en aquel momento.

Cuando Naruto estaba a punto de intensificar todavía más el beso, las puertas del ascensor se abrieron, indicándoles que habían llegado ya al primer piso. Ambos se separaron exaltados, respirando agitados, con el corazón acelerado y el rostro enrojecido.

—Y-yo… tengo que irme –dijo Hinata, quién salió corriendo, mientras Naruto sólo se quedaba en su lugar, dentro del ascensor, observando cómo las puertas volvían a cerrarse y le cortaban la visión de la chica.

Naruto se echó contra la pared del pequeño lugar cerrado en donde estaba, alzando la mirada mientras suspiraba hondamente.

—Debo haberme vuelto loco… –se dijo a sí mismo, llevándose una mano a los labios, en donde delineó su forma con la yema de sus dedos, como si la sensación del anterior beso aún siguiera ahí—. En serio estoy loco –aseguró.

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Hinata corrió hacia el estacionamiento, en donde había dejado su auto, estaba roja y su corazón no paraba de latir a mil por hora. Se sentía un poco estúpida por haber huido así de Naruto, pero es que simplemente era demasiado para ella, sentía que, de haber continuado a su lado, acabaría desmayada o algo peor.

—Eres una tonta, Hinata –se regañó a sí misma, metiendo la mano a su bolso para buscar sus llaves, necesitaba ir a casa, tomar un relajante baño y dormir, dormir toda la noche.

Finalmente consiguió sus llaves, se subió al auto y emprendió camino, sin olvidar ponerse el cinturón de seguridad. Mientras conducía fuera del estacionamiento del edificio, recibió una llamada telefónica de su amiga Sakura, así que contestó desde el dispositivo de manos libres del automóvil.

—¿Sakura-chan? –habló, sin desviar su mirada del frente.

¡Hinata, hola! –hablaba animada la peli rosa desde el otro lado—. ¿Será que puedo ir a tu casa hoy? Debo hablarte sobre algo.

—¿Uhm? Claro –respondió Hinata, sonriendo levemente, aunque sabía que estaba sola—. Te oyes realmente feliz, ¿sucedió algo bueno?

¡Te lo diré cuando te vea! –la alegre voz de la Haruno acompañó a Hinata gran parte de su viaje a casa, logrando calmar los nervios que antes traía de punta.

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Gaara se encontraba organizando algunos documentos en su computadora, como ya casi eran las ocho de la noche, estaba en casa, junto a su esposa e hijo, quiénes estaban dentro del baño, ya que la castaña estaba bañando a su bebé.

El teléfono del pelirrojo comenzó a sonar, distrayéndolo de sus deberes por un momento. Cogió el aparato que estaba sobre su mesa sin mirar quién le llamaba, atendiendo la llamada.

¡Gaara! –la voz de Naruto le hizo retirarse el celular del oído, sus gritos eran capaces de dejar sordo a cualquiera.

—¿Qué sucede, Naruto? –preguntó, frunciendo ligeramente el ceño. Notó de reojo que su esposa salía del baño trayendo a su bebé en los brazos, ya con su pijama puesta.

Necesito contarte algo, ¿puedes venir al lugar de siempre? No tomará mucho, es sólo que… tengo una duda y quiero consultarte.

Gaara miró a Matsuri, la cual le hizo un gesto que parecía decir "¿con quién hablas?" al tiempo que mecía a su pequeño entre sus brazos, luego se sentó en uno de los sillones para poder alimentar a su hijo.

—Es Naruto, quiere que vaya a verlo –le dijo el pelirrojo a su mujer, la cual le sonrió y asintió con la cabeza, dándole a entender que estaba bien, así que Gaara volvió al teléfono—. Naruto, te veo en treinta minutos, debo terminar unos documentos y voy para allá, sí, sí –asintió dos veces con la cabeza y colgó a la llamada.

—¿Naruto-san tiene algún problema? –preguntó la castaña, observando cómo su hijo comenzaba a beber lentamente su leche materna, amaba mucho alimentarlo y ver como sus pequeñas manitos se aferraban a ella.

—Eso creo –respondió Gaara, terminando de guardar los últimos cambios al documento que tenía abierto, para luego cerrarlo y apagar la computadora. Se puso de pie y caminó hasta Matsuri, dándole un beso en los labios, después besó la frente del bebé—. Prometo que no tardaré, no te duermas sin mí –le dijo a su esposa, la cual asintió con la cabeza.

—Está bien, amor, te esperaré despierta, te amo, ve con cuidado.

Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios del de ojos aguamarina, asintiendo a las palabras de su amada, para luego tomar sus llaves y dirigirse a la puerta para salir.

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Hinata estaba ya en su casa, en su habitación, junto a su amiga Sakura, la cual acababa de contarle las últimas cosas que había hablado con su novio Sasuke. Estaba muy emocionada mientras le relataba a su amiga lo enamorada que estaba, Hinata no pudo evitar sentir un poco de envidia, aunque Uchiha Sasuke no le agradaba del todo desde que había intentado seducirla.

—¿Realmente te dijo eso? –preguntó la Hyûga, observando a su amiga asentir varias veces con la cabeza con emoción.

—Sasuke-kun me hace sentir tan feliz, no te lo imaginas, Hinata, estoy enamorada como una niña –dijo Sakura, mientras tomaba las manos blanquecinas de su amiga—. Sé que crees que los hombres como él no pueden cambiar, pero en serio quiero creer en él.

Hinata bajó la mirada, mientras sus manos eran sostenidas por las de la Haruno, no pudo evitar pensar en Naruto, en los besos que se habían dado hoy, en que él le dijo que pensaba tratarla como lo merecía, que le gustaba realmente.

—Sakura-chan –habló la ojiperla, un poco avergonzada—. Creo… c-creo que me gusta Naruto Namikaze.

Los ojos de Sakura se abrieron ampliamente por lo recién escuchado, estaba sorprendida, nunca pensó que Hinata le diría algo como eso, conociéndola, era el tipo de chic que nunca confiaba en los hombres como él, que los juzgaba por su comportamiento, que los odiaba. Ciertamente no se esperaba algo como esto, pero también era cierta una cosa, era la primera vez que Hinata le confesaba su atracción por un chico, así que estaba bastante segura de que esto iba muy en serio.

—Hinata –la peli rosa esbozó una brillante sonrisa, una que le provocó calidez y confianza a recién nombrada—. Si realmente te gusta Naruto, no te acobardes y lucha por eso que sientes, yo sé que no es fácil, pero no te arrepentirás.

La Hyûga asintió con la cabeza, sus mejillas nuevamente estaban rojas y sus latidos se aceleraban, pero tenía un poco menos de miedo por lo que fuera a pasar.

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Sabaku No Gaara se sentó junto a su amigo Naruto en la barra del bar donde siempre solían verse, también Sasuke estaba ahí. Ambos lo miraron con ansiedad al notar que él se acercaba. El pelirrojo arqueó una ceja en cuanto observó aquellas expresiones.

—Muy bien, ¿qué sucede con ustedes dos? –preguntó al ver a sus amigos, parecía como si los dos necesitaran urgentemente un consejo suyo, cosa sumamente extraña en ese par, ambos solían ignorar cualquier cosa que él intentara decirles.

—Este idiota ahora si que sí se va a casar, ya tiene fecha –dijo el azabache, apuntando a Naruto con uno de sus dedos, mientras su otra mano sostenía un vaso de cerveza, el cual se llevó a la boca para darle un trago.

Naruto parecía conflictuado, Gaara pudo notarlo en cuanto sus ojos volvieron a posarse sobre él.

—¿En serio' ¿Y acaso estás llorando por eso?

A Sasuke se le salió una carcajada en cuanto Gaara hizo aquella pregunta, mientras que Naruto se revolvió el cabello con ambas manos.

—No, no es eso –respondió el rubio, mirando mal al Uchiha—. Y tú deja de reírte, idiota.

—Mph –murmuró Sasuke, no era que quisiera burlarse, pero no podía evitarlo, Naruto realmente era un tonto sin remedio.

Por su parte, el pelirrojo frunció el ceño, no entendía nada de lo que estaba pasando.

—Necesito un consejo, Gaara –habló el Namikaze, mirando con desesperación a su amigo—. Tú eres un hombre casado que abandonó su vida de mujeriego por una sola mujer –el rubio tragó saliva, se notaba que estaba nervioso—. ¿Qué se supone que haga? Realmente me gusta Hinata.

Los ojos de Gaara se abrieron ligeramente por la sorpresa, en realidad, no esperaba escuchar algo como eso.

—¿Lo dices en serio?

Naruto tan sólo asintió con la cabeza, se sentía confundido, pues habían pasado años desde que realmente le interesaba una chica, todo ese tiempo sin sentir que su corazón se aceleraba por el sólo hecho de estar junto a ella, era difícil asimilarlo, pero Hinata le provocaba más cosas de las que le gustaría admitir.

—Bueno… –Gaara se cruzó de brazos, mientras cerraba sus ojos y meditaba muy bien sus palabras—. Sólo puedo decirte que, si ella de verdad te gusta, entonces esfuérzate por cambiar, no será fácil, eso debes saberlo, pero créeme que valdrá la pena –aseguró, volviendo a abrir sus ojos para esbozar una pequeña sonrisa, mientras la imagen de su esposa Matsuri aparecía en su mente.

Naruto y Sasuke le miraron atentamente, asintiendo con la cabeza.

—¡Pero eso no me ayuda en nada, Gaara! –exclamó el ojiazul, a lo que Gaara simplemente suspiró.

—Oye, no puedo hacer todo el trabajo por ti.

—Tsk –Sasuke chasqueó la lengua, mirando también al pelirrojo—. Creo que entiendo un poco lo que dices, estoy intentando dar lo mejor con Sakura, aunque tener una novia no se parece en nada a lo que he hecho antes.

—Ni siquiera me imagino diciéndole a una chica cosas románticas o dándole un regalo del día de los enamorados –comentó Naruto, a lo cual, Sasuke asintió indudablemente con la cabeza.

Gaara tan sólo observó a ambos, poniendo una expresión de increíble sorpresa, para luego sólo reírse a carcajadas, simplemente no había podido aguantarse.

—Ustedes son un par de idiotas –aseguró, siendo mirado mal por sus dos mejores amigos.

Mientras Gaara continuaba burlándose de ambos, Naruto recibió un mensaje a su celular, al abrirlo, se dio cuenta de que se trataba de Kankuro, el abogado; había olvidado por completo aquel tema.

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Temprano por la mañana, Kankuro Sabaku No se encontraba sentado en una cafetería cercana a su trabajo, había quedado de verse ahí con Naruto, así que mientras le esperaba, se estaba tomando un café.

Naruto se acercó a aquella mesa que estaba fuera del local, sentándose frente al castaño apenas llegó a lugar.

—Ya estoy aquí, ¿qué es eso importante que debías decirme? –cuestionó el rubio, estaba intrigado, pues el abogado había asegurado que el tema en cuestión era sumamente delicado y que no podía esperar más para hablarle de ello.

—Finalmente puedo verte, te haces de rogar –bromeó Kankuro, a lo que Naruto sonrió, pero enseguida ambos se pusieron serios, sobre todo el abogado—. Escucha, estuve indagando sobre lo que me pediste, averigüé algo extremadamente interesante sobre la familia de tu prometida.

—¿A qué te refieres? –le preguntó el intrigado cliente.

—El contrato dice que, mediante su boda, ambas familias fusionarán sus bienes en conveniencia de la empresa –comenzó a hablar Kankuro, sacando aquel papel para poder mostrarle la sección específica a Naruto, el cual asentía con la cabeza ante cada palabra—. Bueno, pues he investigado y he descubierto que, en realidad, la familia Hyûga se encuentra al borde de la bancarrota.

Los ojos de Naruto se abrieron un poco por la sorpresa, no lo podía creer.

—¿En serio? Pero eso es…

—Eso constituye una violación del contrato, pues la familia Hyûga no tendría ningún capital que aportar, eso quiere decir que puedes cancelar la boda –el castaño guardó los papeles en una carpeta, para después beber un sorbo de su café con toda tranquilidad—. Claro que, al hacer eso, el padre de Hinata Hyûga acabaría en la cárcel por violación del contrato al dar expectativas falsas.

Naruto se había sentido ligeramente emocionado al escuchar que quizás podría impedir la boda, pero en cuánto supo cuáles serían las consecuencias de ello, ya no se sintió tan seguro. Incluso si le gustaba mucho Hinata, la idea de casarse con ella tan pronto era abrumadora, pero no había forma de que hiciera tal cosa, de que enviara a la cárcel a su padre, ella jamás lo perdonaría, ¿o sí?

—¿Qué pasaría con Hinata?

Kankuro volvió a poner su taza de café sobre el platillo, mirando a Naruto seriamente.

—Dependiendo de las circunstancias, ella podría o no acabar tras las rejas también.

El rubio apretó los puños tras la respuesta, no era lo que esperaba. Quizá antes lo hubiera hecho sin siquiera meditarlo un segundo, pero ahora las cosas eran muy diferentes, no podía hacerle algo así a Hinata, no podía.

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Hinata había llegado temprano al trabajo aquel día. Todavía seguía un poco nerviosa por todo lo sucedido el día anterior, tanto la fecha de la boda ya decidida, así como los besos de Naruto, que la tenían realmente ansiosa. No sabía qué haría cuando lo viera, la noche anterior él la había llamado y ella apagó su celular, estaba demasiado nerviosa.

Apenas ingresó al edificio, se miró al ascensor, pensaba correr hacia su oficina y así mantener al mínimo las posibilidades de encontrarse con el rubio por los pasillos. Como siempre, antes de entrar, debía acercar su tarjeta de identificación a la pequeña máquina, parecida a las que hay en las estaciones de trenes. Estaba en ello, cuando fue sorprendida.

—Hey, Hinata –la voz de Naruto le pegó el susto de su vida, haciéndole dar un salto y que se le cayera la tarjeta de identificación, el rubio sonrió al notar aquella respuesta.

—H-hola –dijo Hinata, agachándose para recoger la tarjeta.

Ella y Naruto ingresaron, pero Hinata no decía nada, obviamente, su plan estaba arruinado y no sabía ni qué hacer. Se subió al ascensor en completo silencio, mismo que también guardaba Naruto, continuaba un poco confundido por la conversación que había tenido hace un rato con el abogado.

El ascensor se llenó de varios trabajadores, los cuales obligaron al rubio y a la ojiperla a quedar muy cerca el uno del otro, ninguno podía creer su mala suerte.

—Oye… –Naruto le habló en voz baja, procurando que nadie más oyera—. Te llamé anoche, no respondiste.

Hinata desvió la mirada, con las mejillas ligeramente sonrojadas.

—Me quedé dormida temprano –mintió, aunque no fue capaz de engañar a Naruto, quién sabía bien que ella había apagado su celular para evitar responderle.

El ascensor se vació en cuanto llegaron al último piso, Hinata empujó a Naruto para apartarlo de ella y caminó para salir, mientras el chico le seguía sin poder apartar la mirada de ella.

—Ah, Naruto, Hinata, qué bueno que llegan, les quiero presentar a alguien –dijo Minato, notando a los dos recién llegados y sonriéndoles a ambos, mientras señalaba con su mano a una persona que se encontraba dándoles la espalda—. Él ha sido enviado desde la compañía Akatsuki, espero que logren llevarse bien, ya que estará con nosotros un tiempo.

Naruto desvió sus ojos de la Hyûga tan sólo para ver a ese tipo, cuyo cabello entre color blanquecino y grisáceo claro no dejó de llamarle la atención, al igual que a Hinata, quién parecía un poco sorprendida en cuanto éste se dio la vuelta para verlos a ambos. Era un hombre joven, con ojos claros y una expresión serena en el rostro, pero apenas vio a la ojiperla, sonrió.

—¿Hinata? –habló sorprendido, pero como si estuviera realmente feliz de verla. Naruto, al notar aquello, no pudo evitar fruncir el ceño.

Hinata también sonrió, aunque el rubio, quien estaba detrás de ella, no podía ver su cara.

—¿Eres realmente tú, Toneri?

Sin siquiera responder primero, el hombre se paró frente a Hinata, estrechándola entre sus brazos ante la mirada absorta de Naruto, e incluso la de Minato.

—No puedo creerlo, te he extrañado tanto –dijo él, mientras estrechaba a la ojiperla fuertemente, como si fuesen viejos amantes que no se veían hace mucho, mucho tiempo.

Continuará…

Avance:

Toneri ha aparecido y parece ser alguien bastante cercano a Hinata, lo que saca a relucir los celos de Naruto. El rubio sigue confundido con respecto a lo que ahora sabe, sin poder tomar una decisión sobre ello. Los preparativos para la boda comienzan a hacerse, mientras Naruto y Hinata pasan un momento a solas que podría cambiar su relación.

Próximo capítulo: Viejo y nuevo amor.

…..

¿Qué opinan sobre Toneri? A mí, personalmente, me parece un personaje interesante, además está bastante guapo, jajaja. Yo sé que todos pensaron que usaría a Yahiko como el rival de Naruto, pero lo cierto es que no, simplemente lo usé para mostrar que Naruto podía sentirse celoso de cualquiera que se acerque a Hinata, pero creo que, si Naruto ha tenido un rival por el amor de Hinata, ese es Toneri, ya sabemos que estuvo a punto de casarse con ella, jajaja. Ahora, ¿por qué creen que la haya abrazado? ¿Qué es él de Hinata? Bueno, tendrán que esperar para saberlo. Sólo les puedo decir que él viene a fastidiar en serio a nuestro rubio que cree que lo tiene todo seguro, jojojo.

Como sea, nos estamos leyendo pronto, muchas gracias a todos los que leen mis locuras, los quiero un montón.