¡Buenas!

Saludos a todos mis lindos y lindas lectoras y lectores, les traigo un nuevo fic ¿Qué? Se deben estar preguntando, es que no lo pude evitar, con tantas ideas que tengo, tengo que escribir o sino me odio a mí misma xDD

Tenía al NaruHina muy tirado, casi casi lo he cambiado por el GaaMatsu y los fics NaruHina los he actualizado muy poco, por eso es que hoy mientras veía mis fics se me ocurrió escribir este nuevo, lo que no quiere decir que vaya a abandonar ninguno de mis otros fics, que eso quede muy claro, todos se seguirán actualizando como siempre ^^

Ahora, sin más que aclarar que estos personajes no me pertenecen, les dejo el primer capítulo, espero que les guste.

Capitulo 1: ¿Comprometidos?

¿Amor? Eso era una palabra muy grande y Naruto Namikaze lo sabía a la perfección. Desde que había comenzado a salir con Shion todo parecía perfecto, pero pronto, cuando la chica rubia le dijo esas palabras a las cuales tanto temía, todo acabó de la peor manera.

Naruto, es la decimoquinta vez que te llamo ¡Contéstame maldita sea! ¿Cómo puedes hacerme esto? ¡Eres un maldito y donde te encuentre te juro que te asesinaré y te cortaré los hue…! – El joven desconectó el cable del teléfono, pues no le interesaba seguir oyendo los mensajes amenazadores de Shion, su ex novia.

—Demonios ¿Cuándo se cansará? – Se preguntó con voz fastidiada, y es que verdaderamente no tenía ánimos de volver a saber nada de ella, pues esa insistente mujer le tenía hasta más arriba de la coronilla.

Alcanzó su teléfono celular de encima de su mesita de noche, estirando su mano para marcar. Lo acercó a su oreja, oyendo el tono de marcado mientras se pasaba una mano por su rubia cabellera, echándola hacia atrás. Sus ojos azules como el mismo cielo se abrieron, observando los rayos del sol que entraban por su ventana.

Se talló los ojos y en ese momento alguien habló del otro lado.

¡Naruto! ¡Por fin te dignas a llamarme mocoso malcriado! – Le gritó un hombre algo alterado, pero Naruto sólo bufó ¿Tan temprano y ya le estaba gritando?

—No jodas papá ¿Quieres? Apenas son las siete de la mañana, al menos salúdame como se debe – Se quejó echándose de espaldas sobre su cama, pero un grito proveniente de su teléfono le hizo alejarlo de su oído.

¡Como puedes hablarme así Naruto! ¡Soy tu padre no un viejo cualquiera! – Le gritaba su padre ahora aún más alterado, pero se calmó al cabo de unos segundos en los que Naruto oía desde lejos sus insultos, ya que había alejado lo suficiente el aparato como para que no se le reventaran los tímpanos -. ¿Y vendrás hoy a la agencia? Tenemos algo que conversar y es importante.

—Claro papá, iré apenas me levante ¿Pero de que quieres hablar? – Preguntó el rubio con curiosidad, recibiendo sólo un silencio de parte de su padre, cosa que lo extraño -. ¿Papá?

Será mejor que te lo diga cuando estés aquí, no demores ya que tenemos una junta con los nuevos socios – Le recordó el hombre para luego colgar la llamada. Naruto sólo suspiró sintiéndose de pronto, algo abrumado ¿Qué cosa tan importante sería esa?

De verdad se comenzaba a sentir intrigado, pero fuese lo que fuese, esperaba que no fuera nada relacionado con ese tema.

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—No me puede estar pasando esto a mí – Se dijo una joven de larga cabellera negro azulada y que tenía unos hermosos ojos color perla, casi imitando a la luna llena. Se encontraba de pie junto a un auto, en medio de la calle mientras un montón de autos detrás de ella le tocaban la bocina.

—¡Muévete del camino preciosa! – Le gritó uno de los sujetos, por lo que ella rápidamente se sonrojó ¿Cómo se atrevía a llamarla así en medio de la calle?

Dando un taconazo al suelo, la joven se encaminó hacia el que le había lanzado tal comentario, estaba muerta de rabia, sobre todo porque se había quedado sin gasolina en mitad de la calle y no estaba de humor para que algún pervertido le dijera lo que debía o no hacer.

—Disculpe señor ¿No le parece de muy mala educación tratar así a una dama? – Preguntó de forma cortés, pero con el ceño fruncido, mientras pensaba en por que no le había hecho caso a su padre cuando le dijo que se fuera en la limusina junto con él. Ahora se sentía como una tonta, varada en la calle y habiendo causado un taco enorme, mientras le reclamaba a un hombre que le pareció fue muy grosero.

—Perdone señorita, pero sólo dije la verdad ¡Es usted preciosa! Pero debería moverse ¡Que no ve que está haciendo tremendo taco!

—¡No es mi culpa que ese maldito auto se quedara sin gasolina! – Gritó la chica alterada, porque sinceramente ya estaba harta de la situación ¿Es que le podían salir peores las cosas?

Además, dentro de media hora tenía una importante reunión y tantas bocinas juntas no la dejaban pensar en ninguna solución.

—¡Por favor cállense! – Gritó desesperada, pero justo en ese momento sintió un potente grito.

—¡Estoy en un taco! ¡¿De acuerdo? ¡No me grites maldita sea no es mi culpa, es por la culpa de una estúpida mujer que no sabe conducir! – Gritó de forma desaforada un tipo que se encontraba unos autos más atrás.

La joven abrió los ojos como platos ¿Acaso ese imbécil le acababa de llamar estúpida mujer? ¡Y además que no sabe conducir! ¡¿Pero quien demonios se había creído que era?

Nuevamente golpeó el suelo con el taco de su zapato y se encaminó a reclamarle a ese hombre, porque él no tenía el derecho de llamarla estúpida.

—Disculpa – Dijo en tono de mala gana, notando como ese sujeto estaba hablando por su celular. Lo miró fijamente, detallándolo por completo.

Su cabello era rubio y desordenado, era tan rubio como el sol. Su piel era tostada y bastante linda, ese color le combinaba perfecto con ese cabello. Vestía de traje, al parecer era un ejecutivo, pero ella no lograba divisar sus ojos pues llevaba puestos unos lentes negros.

Él se volteó a mirarla sin alejar el aparato telefónico de su oreja, arqueando una ceja al instante y mirándola como si no tuviera la mayor importancia, aunque no pudo evitar reparar en lo hermosa que era aquella joven enfundada en un sexy traje negro de ejecutiva, con una falda que dejaba ver bastante de sus piernas largas y contorneadas y por supuesto, aquellos enormes bustos que aunque estaban cubiertos por la blusa casi sin escote se notaba que eran grandes. Pero sin duda su mayor atractivo eran esos hermosos ojos perlados, grandes y que en ese momento sólo demostraban enojo, pero aún así eran preciosos.

—¿Sucede algo? – Preguntó el rubio en un tono bastante seductor, lo que sin duda cumplió su cometido ya que la joven se sonrojó levemente. Él sonrió y volvió a hablar -. Señorita ¿Se le ofrece algo?

—Y-yo… - Ella se había quedado helada ¿Acaso ese era el mismo que había gritado tal insulto hacia su persona? Era tan guapo…

¡Pero en que estaba pensando! Tenía que gritarle unas cuantas cosas.

—Sí, se me ofrece algo – Dijo volviendo a fruncir el ceño y mirándole muy molesta -. Usted ¿Cómo se atreve a decirme que soy estúpida y que no sé conducir? ¡Para su información sólo me quedé sin gasolina!

—Así que es usted quien ha provocado semejante taco – Dijo el rubio en tono de molestia, pues al parecer todo el atractivo de la chica ya no le importaba al saber que era una tonta. Miró a la joven una vez más y sonrió con sarcasmo -. Bueno ¿Qué se puede esperar de una mujer? Si no recordó llenar el tanque es lo mismo que no saber conducir.

—¿Acaso usted tiene problemas con las mujeres? Es un machista de lo peor, hoy en día las mujeres pueden hacer lo mismo que los hombres – Aseguró ella enfadada, pero él sólo volvió su vista a su teléfono.

—Bueno, nos vemos en la agencia, que sí, ya llegaré sólo tengo que solucionar unos problemas y ya – Habló para luego colgar, volviendo a mirarla a ella -. Será mejor que usted se busque una solución, señorita poco lista.

—¡Es usted un idiota y no tiene nada de caballerosidad! – Le gritó la ojiperla. Se dio la vuelta y se fue indignada, mientras que Naruto sólo sonreía.

—Que mujer tan pesada – Se dijo soltando un suspiro. Miró hacia atrás por el vidrio retrovisor y volvió a suspirar -. A este paso llegaré mañana – Murmuró con fastidio.

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—¡Es increíble como está la gente hoy en día! ¡Son todos los hombres unos patanes, por eso jamás me casaré! – Gritó la chica bajando de su auto y dándole un portazo. Después de un rato de estar parada como una loca otra chica le había pasado un poco de combustible, claro, a ninguno de los hombres que estaban reclamando se les ocurrió ¡Eran hombres! ¿Qué iban a saber de ayudar al desvalido?

Se arregló un poco sus ropas y luego su cabello, alzando su vista para encontrarse con un imponente edificio. Junto a la entrada había un enorme cartel que decía "Agencia de publicidad Namikaze".

—Por fin llegas Hinata – Escuchó la voz masculina de alguien detrás de ella. La peli azul se dio la vuelta, encontrándose de frente con un joven de larga cabellera castaña y ojos perlados como los de ella, quien era nada más y nada menos que su primo.

—Neji nii-san – Dijo la chica soltando una sonrisa de alivio -. ¿No he llegado demasiado tarde verdad? Es que me pasó algo horrible en el camino – Trató de explicar, más su primo sólo suspiró.

—Es obvio, sea como sea siempre consigues llegar última a todas las reuniones que tío Hiashi organiza, pero alégrate, ésta vez alguien se ha atrasado más que tú – Le dijo Neji. Hinata arqueó una ceja sin comprender ¿Quién podía llegar más tarde que la reina de la impuntualidad? Porque sí, así había sido apodada.

—Bueno, será mejor que entremos, además que no conozco esta agencia y no me quiero perder – Dijo Hinata. Su primo sólo asintió con la cabeza y ambos entraron al edificio.

Justo en ese momento, cuando ellos ya habían entrado, en el estacionamiento se aparcó un auto color rojo, demás está decir que era último modelo y estaba reluciente y hermoso.

De él bajó Naruto, mirando el lugar con cierto fastidio, ya que por culpa de esa tonta mujer había llegado tarde y de seguro su padre le gritaría hasta de lo que se iba a morir, porque eso era lo que siempre hacía Minato, de hecho ya le estaba gritando por celular en el camino hacia allá.

—Demonios, papá debe estar furioso – Se dijo mientras se encaminaba hacia el interior de la agencia de su familia; hoy habría reunión con los nuevos socios, los Hyûga.

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—Oh, así que tú eres la linda Hinata – Le dijo un hombre rubio a la Hyûga apenas esta entró a la oficina de reuniones. Ella miró a toda la gente; su padre Hiashi Hyûga ya estaba ahí, además de una hermosa mujer de cabellera rojiza y muy larga, la cual sonreía con amabilidad.

—Hinata, él es Minato Namikaze – Le dijo su padre, un hombre de mirada seria y de ojos iguales a los de ella y su primo -. Desde ahora trabajarás con él y con su hijo.

—Mucho gusto Minato-san – Saludó cordialmente Hinata, después de todo y aunque hubiera tenido una mañana horrible, debía ser respetuosa con los viejos amigos de su padre, sobre todo porque a partir de éste día ella trabajaría en la agencia Namikaze para representar los intereses de su familia.

—El gusto es mío Hinata, me complace conocerte ya que tenía muchas ganas de saber como eras – Le dijo Minato con una sonrisa un tanto extraña. Hinata arqueó una ceja, preguntándose de que se había perdido.

Después de eso tanto ella como su primo –encargado de los papeles y las firmas legales, por el hecho de ser el abogado de la familia- se sentaron en la gran y ovalada mesa de la oficina de reuniones.

Hinata juntó sus manos, al parecer estaban esperando a alguien más ¿Quién podría ser?

—Bueno, mientras esperamos ¿Qué les parece comenzar a revisar los papeles que vamos a firmar? – Preguntó Minato de pronto. Hiashi sólo asintió con la cabeza y Neji sacó unos papeles de un par de carpetas, comenzando a leerlas en voz alta, mientras que Hinata no quitaba su vista de la puerta, pues de alguna manera sentía que tarde o temprano alguien inesperado iba a entrar por ahí.

—Y eso es todo, entonces las cosas están listas, a firmar – Terminó por decir Neji, quien miró a su prima un momento -. Supongo que estás de acuerdo Hinata, como verás es un trato que nos beneficiará a ambas familias.

—¿Eh? Ah, claro que sí – Dijo la joven, sin saber si quiera que demonios era lo que estaba aceptando, pues estaba demasiado distraída como para poner atención, nunca pensó que había cometido el peor error de su vida al firmar aquel papel.

Al dejar el lápiz sobre la mesa, la puerta se abrió de pronto, dejando ver a un joven rubio. Los ojos de Hinata se abrieron por la sorpresa al ver entrar al mismo idiota que la había insultado en la calle.

—Ya estoy aquí ¿Qué es eso tan importante que tenemos que hablar papá? – Preguntó Naruto irrumpiendo en el silencio del lugar, mientras que Hinata lo observaba con expresión descolocada, sin embargo antes de que ella pudiera decir alguna cosa Minato se acercó a su hijo y poniendo una mano sobre su hombro le contestó.

—Naruto, hijo te presento a Hinata Hyûga – Le dijo con una sonrisa alegre -. A partir de hoy ella es tu prometida.

—¿Mi que? – Se preguntó Naruto con asombro, observando a aquella chica que se encontraba en la misma o en peor situación que él.

—Tú lo firmaste hace dos días, ella lo firmó ahora, desde este momento ustedes están comprometidos en matrimonio – Les anunció Minato Namikaze, cosa que ninguno de los dos podía creer.

¿Pero que rayos era lo que habían firmado?

Seguro que su sentencia de muerte.

Continuara…

.…

Bueno, espero que les haya gustado esta loca idea que se me acaba de ocurrir, es que me dije ¿Por qué Hinata y Naruto siempre deben tener lindas historias de amor? ¿Acaso no pueden odiarse un poquito? Y fue así como esta historia nació, es raro verlos pelear, pero eso no le quita que es gracioso ¿Verdad?

Bien, gracias por haberse tomado la molestia de leer mi historia ^^

PD: Si me preguntan si pienso poner más parejas, la verdad intentaré poner un poco de las de siempre, pero este fic será mucho más NaruHina que todos los otros, por lo que habrá poco de las demás parejas, pero de que habrá, habrá ^^

¡Bye!