Capítulo 22

Al abrir la puerta, quedó cegado por lo radiante que estaba el día, colocó su mano en su frente, intentando reemplazar la visera de su gorra, dado que había salido sin ella esta vez. Miró confuso a la figura que estaba frente a él, apenas podía distinguirla porque se encontraba de espaldas, entonces sintió su corazón latir con fuerza al percibir que tras un sombrero de paja caían dos trenzas de color castaño. Se acercó a ella en silencio, viendo como volteaba hacia él, luciendo una falda de color celeste y una blusa con tiras rosa. Sakuno lo observó confundida ante la forma en cómo se encontraba, pero al escuchar como pronunciaba su nombre, esbozó una gran sonrisa. "Buenos días, Ryoma-Kun. Lamento haber venido tan temprano...quizás debí venir más tarde" Susurró la castaña avergonzada, pero entonces el ambarino la sorprendió estrechándola en sus brazos como nunca antes lo había hecho, diciéndole que había llegado en un buen momento.

—Ryoma-kun... ¿Está todo bien?

—Sí, nunca lo ha estado mejor. —Se separó de ella. —Siento la sensación como si no te hubiera visto en varios meses, eso es todo.

—Pero si no nos vemos hace dos días. —Sonrió la castaña. —Pero entiendo a qué te refieres, también me pasa lo mismo en algunos momentos. Sin embargo... ¿realmente se trata de eso o es que...tuviste un mal sueño otra vez?

—Ambas cosas, pero descuida, no permitiré que suceda. —Musitó, ignorando los recuerdos tormentosos que recorrían su mente en esos momentos.

— ¿De qué se trataba ésta vez?

—No tiene importancia, pero bueno, ahora que has venido ¿Quieres salir?

— ¿Eh? Eso es lo que íbamos a hacer, pero... ¿Por qué estás vestido así?

—Ah es que creí que habíamos regresado a clases. Pero es porque dormí demasiado. En fin, iré a cambiarme ahora.

—Si quieres...puedo venir después.

—No es necesario, no tardaré. —Repuso, jalando su mano hacia la sala de estar, prefería que lo esperara que volver a perderla de vista.

—E-Está bien, esperaré aquí. —Se sonrojó, Ryoma estaba actuando muy extraño. —Entonces ¿Está tu madre?

—Debería estarlo.

— ¿No la has visto?

—No, porque estaba en mi habitación cuando escuché el timbre y no había bajado antes a desayunar. Pero está mi prima.

—Ya veo.

A los pocos minutos vieron a Nanako entrar a la sala, llevando una bandeja con tazones con té y algunos bocadillos, Ryoma aún lucía el uniforme de la Preparatoria, pero ahora que su prima se quedaría con su novia, podría cambiarse. Por lo que anunció que volvería enseguida. "Descuida, yo me quedaré con Sakuno-chan" le había dicho Nanako sonriendo de oreja a oreja, ya que tenía muchas cosas que preguntarle sobre su relación con su primo.

Ryoma se dirigió hacia su habitación a zancadas y se quitó el uniforme, agradecía que el timbre no lo hubiera pillado en el baño, porque de ser así, habría salido con toalla y Sakuno se podía haber espantado, más de lo que estaba en esos momentos por las cosas que había hecho. Suspiró, no solía ser tan impulsivo, pero no había podido controlarlo, en cuanto la vio, sintió deseos de abrazarla, teniendo en cuenta que hace muchos meses no lo hacía.

Luego de colocarse unos jeans y una camiseta blanca, bajó las escaleras para caminar a la sala de estar a reencontrarse con ella. Sin embargo, una vez que llegó al pasillo, se detuvo al escuchar risas y percibió como a lo lejos Sakuno reía, mientras Nanako hablaba mal de él e incluso lo imitaba, pero eso era lo que menos le importaba en esos instantes, ya que se encontraba cautivado con la belleza de su novia...sus largas pestañas, su cabello, sus gestos, su dulce, sus sonrojos, todo era hermoso. Ahora entendía por qué se sentía tan vacío cuando no estaba con ella, teniendo en cuenta que sólo ella lograba completar esos vacíos que tenía, Sakuno era la luz de su vida, y sin ella era parecido a estar muerto.

—Qué bueno que llegaste, Ryoma. Justo a tomar desayuno, puedes sentarte junto a mí o con Sakuno. —Sonrió maliciosamente Nanako.

— ¿Eso hace alguna diferencia? —Se sentó junto a Sakuno.

—Ninguna. —Rió. —Estaba hablándole a Sakuno-Chan de muchos de tus defectos, pero parece ser inmune a ellos, porque todos los justifica.

—E-Eso es porque...

—Porque lo amas, lo sé. —Sonrió Nanako, viendo como la castaña se ruborizaba. Pero entonces tomó su mano y la miró a los ojos. —Pero sabes, estoy muy feliz que Ryoma-kun haya encontrado a una chica como tú, eres muy diferente a otras que he visto. Así si tienes algún un problema, no dudes en contar conmigo, Sakuno. Aquí estaré para ti. Además ahora somos familia.

—Gracias, Nanako-chan. —Susurró la castaña sorprendida.

—Y tú, tienes que valorarla también. —Señaló a su primo. —Sakuno es especial.

—Lo sé. —Y no lo negaba de que era distinta. Por eso, había sido capaz de regresar al pasado para evitar perderla de nuevo, porque para él, Sakuno no era como ninguna otra persona que hubiera conocido.

Tras despedirse de Nanako, Ryoma y Sakuno caminaron hacia la salida, el día estaba perfecto a pesar de que se encontraban a fines de octubre, quizás era precisamente por eso...por su encuentro con ella que todo jugaba a su favor, incluso el clima.

No sabía a dónde irían y en verdad no le importaba, sólo sabía que quería estar con ella, eso era lo único que quería hacer, después de tenerla lejos tanto tiempo. Ya que no sólo la había visto morir miles de veces en sus sueños, sino también había vivido su muerte con todo lo que eso significaba, es decir verla partir en un ataúd, ver su nombre tatuado en una lápida y su intento de tratar de sobrevivir en un mundo sin ella. Y luego la había visto vivir una vez más, mucho más joven, cuando aún no había comunicación entre ellos y sólo podía dedicarle miradas. Había vivido dos realidades que no le habían agradado, porque en ambas estaban separados, pero ahora esta vez sí era real...estaban juntos, por ello no permitiría que se volviera a apartar de su lado.

Sintió el roce de sus manos y tuvo la necesidad de tomar su mano, extrañaba esa calidez. Sakuno lo observó nerviosa como siempre, ocultando sonrojos tras su sombrero para finalmente dedicarle una sonrisa.

— ¿Dónde quieres ir? No me importa el lugar en verdad, mientras estés en él.

—Ryoma-Kun...—Susurró sonrojada ante las palabras que había dicho— ¿Estás bien en verdad?—Preguntó preocupada, sabía que algunos momentos decía cosas inesperadas, pero lo sentía raro ahora. —Por favor dime ¿Qué es lo que viste?

—Estoy bien, no te preocupes. Además no servirá de nada que te diga lo que vi...Porque no volverá a suceder.

— ¿Porqué lo dices? ¿Qué es?

—Si te dijera la verdad no me creerías.

—Si lo haría, puedes confiar en mí y lo sabes.

—Lo sé, pero no es que no confíe en ti, es que no quiero que te preocupes por ello.

—Pero

"Olvidemos eso por ahora" Le susurró, para tomarla por la cintura y besar sus labios apasionadamente para evitar que siguiera hablando, extrañaba esa sensación de estar junto a ella de esa forma, creía que nunca más tendría el privilegio de besar esos labios tan suaves. Después de todo lo que había vivido, había comprendido que aquel acto que antes consideraba tan extraño en las parejas, ahora le encontraba sentido y se había vuelto su más grande anhelo por las noches.

—Iré a donde tú desees ir—Susurró, filtrando sus ojos en ella—Cualquier lugar está bien.

—E-Esto...—Comenzó a hablar sonrojada ante lo sucedido, hace mucho tiempo que no la besaba con tanta intensidad—Habíamos quedado de ir a la playa con los demás esta mañana, pero...

— ¿No quieres ir?

— ¿Eh? N-No lo sé...

—Vamos a otro lugar entonces, sólo los dos.

—Me encantaría, pero ¿Y si se molestan?

—No lo harán—Tomó su celular—Yo lo arreglaré.

— ¿Y a dónde iremos?

—Podríamos ir al campo por el día

— ¿Al campo? ¿Ahora?

—Siempre hablas de que quieres ir a ese lugar, este es el momento—Sonrió

— ¿Seguro? Pensé que no te gustaba.

—No he dicho que no me agrada, sólo que no suelo ir muy seguido—Guardó su celular—Listo, les envié un mensaje. Vamos ahora.

—Está bien—Le sonrió para tomar su mano una vez más.

Sus manos encajaron perfectamente entre ellas, dando sentido a la forma en cómo eran, como si hubiesen sido creadas de esa manera con ese espacio entre los dedos, con ese propósito de encajar con otra, completando ese vacío que todos sentían en un principio.

Eran cerca de las once de la mañana, cuando tomaron un tren hacia el campo, sabía que estaría en problemas si se fugaba así como si nada fuera de Tokio, pero ya nada le importaba. El día estaba perfecto y todo se debía a que estaba junto a ella, posó su mano sobre la suya para tomarla con fuerza, no quería soltarla nunca más. "¿Cómo estuvo tu día ayer?" Preguntó el ambarino, volteando hacia ella para que le hablara acerca de todo, quería escucharla y tratar de recordar porqué se había ausentado esos días de ella. La escuchó cómo le hablaba acerca de su rutina, se había levantado por la mañana a preparar el desayuno, cuando recibió una llamada de su abuela, diciéndole que iría a almorzar con los titulares, tras dicha conversación se dedicó a hacer el almuerzo. Analizó su mirada, prestando atención a cada una de sus palabras, sin poder dejar a un lado su atracción por ella, era tan bella, que no sólo era capaz de escuchar lo que decía, sino también percibía la forma en cómo movía sus pestañas, como se ruborizaba y sonreía, como jugaba con su cabello cuando estaba nerviosa, como abría sus ojos de par en par al estar sorprendida...Todo. Era tan perfecta, que no entendía por qué había sido tan tonto de no fijarse en ella antes.

— ¿Y qué hay de ti? Ryoma-Kun ¿Qué hiciste ayer?

—No lo recuerdo.

— ¿Cómo? ¿No lo recuerdas?—Preguntó asustada, apartando su mano de él.

—Hice muchas cosas, pero creo que no fue nada importante.

— ¿Seguro?—Lo miró seriamente, esperando poder adivinar sus pensamientos por una vez en la vida, pero no encontró nada en su rostro que dijera lo contrario.

—Seguro, confía en mí.

—Siempre lo hago—Suspiró, dejando caer su cabeza en su hombro—Es sólo que...me da miedo que estés ocultando algo importante y no quieres decirme para no lastimarme.

—Aunque fuera el caso, ahora no lo estoy haciendo—Cogió su mano—Es la verdad, no estoy mintiendo. —La miró, pero sólo podía sentir el aroma de su cabello.

—Está bien...Lo siento por dudar de ti—Sonrió, para dirigir su mirada hacia él, viendo como su rostro se reflejaba en sus ojos—¿Puedes perdonarme? Ryoma-Kun.

—Lo pensaré...—Susurró

— ¿Eh? ¿Porqué?—Se apartó de su lado para mirarlo nerviosa— ¿T-Te enfadaste? —Preguntó, viendo como desviaba su mirada. —Lo siento, en verdad...no fue mi intención dudar de ti, son sólo pensamientos tontos míos.

Al percatarse que Ryoma se tocaba uno de sus ojos con la punta del dedo índice izquierdo, se sintió preocupada, quizás no estaba enfadado ¿Le había pasado algo? "Ryoma-Kun ¿Estás bien?" Susurró nerviosa. Pero entonces el ambarino volteó hacia ella para tomar su rostro y besar sus labios una vez más.

Deseaba matarlo por haberle jugado una broma de ese tipo, pero no fue capaz de resistirse a ese momento, porque no podía...lo amaba después de todo. Al separarse unos momentos, observó como él le sonreía, mientras en cambio ella inflaba sus pómulos por haber creído en sus mentiras.

—Eres malo, creí que te había sucedido algo.

— ¿Creíste que me había enojado?

—P-Pues...sí, pero ya no te creeré—Bufó

—Jamás me enfadaré contigo, Sakuno—Susurró—Ni siquiera por algo así y lo sabes.

—Sí, pero ibas tan en serio...que creí que sería la excepción.

—Lo siento ¿Puedes perdonarme tú ahora?

—No lo sé.

—Bien, entonces creo que me iré un momento, para que puedas estar tranquila—Suspiró, tomando su revista y caminó hacia el pasillo.

—¿Eh? ¿A dónde vas?

—Iré a ver si hay algo interesante en este tren. Volveré en un momento.

—Está bien, te perdono. —Bufó—Eres malvado, no pude enfadarme lo suficiente contigo. —Observó como caminaba de regreso a su lado. —Creo que no soy tan buena actriz como tú, porque en verdad... tampoco puedo enfadarme contigo demasiado tiempo. No soy tan fuerte.

—Yo tampoco—Acarició su cabello—No soy tan fuerte como crees. —Extendió su mano hacia ella—No puedo soportar por mucho tiempo estar lejos de ti, porque no me agrada.

—Pero lo que hiciste ahora, yo no fui capaz de hacer lo mismo—Hizo lo mismo para volver a sentir su calidez.

—No significa nada, no sería capaz de soportar ni siquiera un día, ni una semana...O peor aún, más allá de un mes.

—Hablas como si...lo hubieras vivido.

—Algo así.

—¿Eh? ¿Qué quieres decir? ¿Un sueño?

—Sí, pero no es como los anteriores.

—¿Cómo es eso? No entiendo...—Susurró confusa

—Era sobre el pasado.

—Ah...suelo tener recuerdos sobre el pasado con respecto a mis padres. Pero no entiendo que puedes haber soñado del pasado sobre nosotros que haya sido tan malo.

—No puedo decirte

—Pero...quiero saber.

—Ya hablaremos de ello.

—Está bien—Suspiró

El tren se detuvo en una estación campesina, todos se bajaron de él llevando maletas con rumbo a sus destinos, entre ellos caminaban ambos sostenidos de la mano, no sabían a dónde irían ni qué harían, sólo sabían que querían permanecer juntos ese día. Recorrieron el campo en silencio, sin tener un destino decidido, disfrutaban estar unidos aquella grandiosa mañana.

Tras recorrer algunos kilómetros, se detuvieron en un campo de girasoles, donde Sakuno extendió una manta que planeaba llevar a la playa para que se sentaran en ella. El día estaba precioso, el sol resplandecía como nunca, haciendo brillar los girasoles que había a su alrededor. Parecía que de alguna forma el campo siempre se mostraba hermoso, aun si se encontraban a fines de octubre, el clima siempre parecía ser cálido y agradable. La castaña tomó unos sándwich que llevaba en su bolso para entregarle uno a su novio, Ryoma quedó sorprendido con la gran cantidad de comida que había preparado, ella le explicó que los había preparado temprano con la intención de compartir con los demás, antes de enterarse que en verdad no irían a la playa. Sin embargo, por más que pasara el tiempo, no podía dejar de sorprenderse por la gran habilidad culinaria que poseía su novia, tanto Nanako como Rinko solían alabarla, diciendo que sería una buena esposa en el futuro. Y tenían razón, cocinaba tan bien, que incluso se atrevía a decir que superaba las habilidades de su madre. Luego de comer tanto, ambos quedaron satisfechos.

— ¿Cómo estaba?—Preguntó la castaña, esperando que el ambarino dijera algo tan todo lo que había probado.

—Bueno

—¿No le faltaba nada?

—No, estaba delicioso.

—Me alegro que te gustara—Sonrió —Está muy tranquilo aquí, el clima está perfecto.

—Sí, es verdad ¿Qué quieres hacer?

—No lo sé...—Susurró, lo único que deseaba hacer era estar a su lado, nada era más importante que eso. Lo miró, viendo como sus ojos se dirigían a los suyos, esperando una respuesta. Se sintió avergonzada decirle aquello que pensaba. —Por ahora quiero descansar.

—Está bien. Creo que haré lo mismo—Suspiró, apoyando su cabeza entre sus manos para lanzarse hacia atrás y mirar el cielo.

—E-Esto...si quieres, puedes apoyarte en mí.

—Estaré mejor...si me acompañas.

Sakuno se acostó a su lado, viendo como el sol provocaba reflejos en su cabello negro, logrando destellos verdes y volviendo sus ojos ámbar a rubíes intensos a ratos. No podía dejar de mirarlo, era tan guapo. De pronto se percató como su mirada dejaba de concentrarse en el cielo para encontrarse con la suya, sin saber porqué, su corazón volvió a latir como lo hacía cuando lo veía a la distancia, pero ahora era distinto. Su mano se encontró con la suya, era como si por primera vez sus miradas se comunicaban entre ellas, experimentando otro tipo de comunicación.

Por varios minutos se observaron sin decir una palabra, no sabía por qué, pero no era capaz de formular nada, sentía como si fuera parte de un hechizo, no podía dejar de mirarla...era tan hermosa, su cabello castaño se volvía pelirrojo bajo los rayos de sol, volviendo sus ojos miel intensos. Deseó tocar su rostro, obligando su mano a moverse para cumplir su deseo, su piel parecía brillar como si fuera un ángel, tan suave. No quería perderla de nuevo, no podría vivir una vida tan triste y sola como aquella una vez más. Dirigió su cuerpo hacia ella, para acercarse más a ella, viendo como sus mejillas se teñían de rojo al sentir el contacto con su piel. Sintió su aliento a tan sólo centímetros de él, respiraba agitadamente, lo que le hacia comprender que estaba nerviosa. Acarició su cabello en silencio sin dejar de mirarla, para besar sus labios con timidez y luego con decisión. Fue entonces, cuando ambos comprendieron que no necesitaban ir a ningún otro lugar, estaban bien ahí.

El amor que sentían iba en aumento, los besos que en un principio eran sólo una muestra simbólica de afecto o más bien, un simple acto que solían hacer como rutina, ahora se había vuelto una droga a la que eran totalmente adictos. A pesar de que sabían las consecuencias que traía consigo dicha droga, como dejarlos sin aliento o incluso con el corazón agitado, no eran capaces de dejar de hacerlo.

Se separaron silenciosamente, la castaña se sentó avergonzada ¿Porqué de pronto se sentía así? ¿Cómo que deseaba estar siempre de ese modo? Sintió la mano del ambarino sobre la suya, lo escuchó pronunciar su nombre preguntando si se encontraba bien, a lo que ella asintió con una leve sonrisa.

—Lo siento por no detenerme...

—No tienes la culpa, yo tampoco quería que terminara—Se sonrojó, aceptando que se había dejado llevar, pero en verdad no había sucedido nada de lo que tuviera que lamentarse.

— ¿Quieres ir a caminar? —Preguntó en contra de su voluntad, porque creía que si seguían estando de ese modo, sus besos lo llevarían a explorar un terreno que aún no quería forzar.

—Está bien.

Se levantó, dejando la manta en el suelo, sabiendo que nada le sucedería a sus cosas, por ser los únicos por esos lugares. Tomó su mano para caminar por el campo de girasoles, no se cansaba de decir lo maravilloso que estaba el día. Su sueño siempre había sido recorrer esos lugares y ahora lo había cumplido, pero lo mejor era que no lo hacía sola, sino con él...la persona que más amaba en el mundo. Le dedicó grandes sonrisas, diciendo que esperaba que la tarde se volviera eterna para que nunca tuvieran que marcharse y separarse.

La tarde se aproximo hacia ellos tan sigilosamente que no se percataron de su llegada, comenzó a hacer frío y supieron enseguida que era hora de volver a la realidad, debían regresar antes que se hiciera tarde. Guardaron todo, para caminar hacia la estación. Vieron como el sol comenzaba a esconderse en medio de los cerros, volviéndose anaranjado, tiñendo todo el cielo.

Al ver temblar a la castaña, Ryoma le entregó su chaqueta, sabiendo que la necesitaba en esos momentos, Sakuno la aceptó con una leve sonrisa, él realmente estaba preparado para todo. Una vez que regresaron a la estación, abordaron el tren con el resto de los pasajeros y se ubicaron en un asiento junto a la ventana para percibir como el hermoso paisaje en que habían estado se extinguía poco a poco. Rodeó sus hombros, para protegerla del frío, percibiendo además como se mostraba cansada.

—Se ha hecho tan corto el día...—Susurró triste

—Sí, es verdad.

—Sin embargo, lo he pasado de maravilla—Sonrió la castaña, apoyando su cabeza en su hombro una vez más.

—Yo también, deberíamos venir de nuevo.

—Sí, estoy de acuerdo. Me encantaría repetirlo. Ojala se pueda...

—Si se puede y lo haremos.

Los brazos de Morfeo la envolvieron sigilosamente, haciendo que entrara en un sueño profundo. Acarició su cabello con una leve sonrisa, aquel día había sido el mejor de su vida, porque había estado con ella. Había sido un día tan perfecto, que le aterraba la idea de que se tratara de un sueño. Si era así, esperaba no despertar nunca...prefería morir si se trataba de eso, que saber que en algún momento despertaría y todo fuera mentira. Ya no era capaz de distinguir la realidad de la fantasía, era todo tan confuso, todo lo que había vivido en los últimos días que se sentía aturdido con el presente.

Al llegar la noche, caminaron por las calles de Tokio cansados, había sido un día muy largo, pero ya era hora de que cada uno se marchara. Tomó su mano para conducirla hacia su casa, ya que finalmente había llegado el momento más difícil de todos...la despedida. Odiaba ese tipo de cosas, deseaba más que a nada que nunca experimentarán ese tipo de circunstancias, pero debían hacerlo...por más que lo deseara, no podía estar con ella las 24 hrs. Sí todo saldría bien, algún día podrían hacerlo, pero aun faltaba mucho para eso.

Se detuvieron frente a la entrada de su casa, sus manos se apartaron para seguir su destino. Le entregó la chaqueta para mirarlo una vez más, podía ver en sus ojos suplicantes el mismo miedo que sentía él en esos momentos...separarse. No quería hacerlo, pero estaba consciente que no podía detenerla, se verían mañana, sólo debía esperar hasta el día siguiente. No obstante, después de haber vivido tantas decepciones, debía que ese mañana jamás llegara ¿Y si algo sucedía al día siguiente? ¿Y si no volvían a verse jamás? ¿Qué sucedería entonces?

—Es hora de irme, gracias por hoy...Lo pasé increíble—Sonrió la castaña de ojos carmesí—Hasta mañana, Ryoma-Kun.

—Espera...—Tomó su mano, evitando que se marchara.

—¿Qué sucede?—Volteó, siendo aprisionada por sus labios.

No podía dejar que se marchara así como si nada, primero debían despedirse, aun sabiendo que si la besaba sería la despedida más eterna de todas, porque no podría dejarla ir fácilmente.

La castaña se aferró a sus brazos para dejarse llevar por ese dulce beso, había olvidado completamente despedirse, o más bien había querido evitarlo para no sentir un vacío cuando se separaron. Se distanciaron un momento para tomar aire, entonces se abrazaron en medio del frío que los amenazaba.

—Nos vemos mañana, Ryoma-Kun. Que duermas bien.

—Lo mismo digo. Nos vemos mañana.

—Gracias.

Se miraron por última vez, para caminar cada uno a su casa, la observó por unos minutos hasta que desapareció en el umbral de la puerta. Satisfecho, regresó a su casa agotado por haber salido todo el día, temeroso de dormir.

Al llegar a su casa, saludó a todos de lejos para subir las escaleras a descansar, ignorando las preguntas de todos, caminando sin dar ningún detalle sobre su paradero todo aquel día. Se sentía increíblemente cansado. Se acostó con Karupin a su lado, para pensar en todo lo que había vivido ese día, había algo extraño que no comprendía. Sí Haruka no había muerto, entonces Kyo no se había vengado de él y si eso había pasado, él no habría hablado jamás con Sakuno, porque sus sueños no tendrían significado alguno. Sí era todo así, entonces ¿Por qué seguía Sakuno a su lado? ¿Cómo podían ser novios si no habían pasado por todo eso? Algo no calzaba en todo eso. Sí no existía venganza por parte de Kyo, no existía coherencia alguna con lo que estaba pasando... ¿Qué ocurría? ¿Acaso le había sucedido algo a Haru? No comprendía nada.

Agotado, se dejó vencer por el sueño que lo invadía, rogando porque no soñara nada relacionado con la castaña, no quería que corriera peligro otra vez.

A la mañana siguiente, despertó confuso, no había tenido ningún sueño relevante o más bien no recordaba ni con quién había soñado. Apenas se levantó, caminó hacía el calendario, esperando no haber retrocedido o avanzado en el tiempo. La fecha decía claramente 01 de Noviembre. Es decir que no había avanzado nada, tan sólo el día que le correspondía. Eso quería decir que estaban a salvo por ahora.

Para cerciorarse que estaba en lo correcto, tomó su celular que estaba a un lado y buscó dicho contacto. Llamó nervioso, esperando que ella le contestara. No tenía idea de que horas eran, pero no tenía tiempo para ver averiguarlo.

—¿Ryoma-Kun...?

—Sí, soy yo... ¿Te desperté?

—P-Pues sí, es muy temprano ¿Sucedió algo?

—No, sólo te llamaba... para saber cómo estabas.

—Estoy bien ¿Porqué lo preguntas? ¿Otro sueño?

—No, nada de eso. —Se sentía un tonto por haber hecho esa llamada, debido a sus paranoias—Bueno, no te molesto más...hablamos más tarde.

—No me molestas, es sólo que me sorprendió tu llamada a estas horas.

— ¿Tienes planes para hoy?

—P-Pues...creo que no.

— ¿Quieres salir?

—Bueno...

—Si no quieres, no hay problema.

—No estoy diciendo eso, es sólo que pensé que te acomodaba que nos viéramos día por medio. Por eso, me sorprende que desees que nos veamos hoy también.

—Pues creo que he cambiado de opinión...por mi te vería todos los días. Pero no quiero incomodarte.

—No lo haces, para nada. Al contrario, me encantaría verte siempre... Es sólo que me preocupa que hayas cambiado de opinión por algo en particular que no me quieras contar.

—No es por nada en especial, no te preocupes—Habló seriamente, no podía decirle la verdad, eso sólo lograría asustarla.—Te iré a ver en la tarde, por ahora duerme.

—Está bien, nos vemos más tarde.

Tras colgar, se percató que eran cerca de las siete de la mañana, en verdad era muy temprano. Volvió a acomodarse en la almohada para tratar de dormir y descansar un poco más. Karupin lo acompañaba ronroneando en su estómago. Lo acarició un momento para tratar de analizar lo que estaba viviendo, la última vez que sus sueños habían desaparecido, Kyo le había mencionado que se debía a causa suya, pero ahora nada tenía sentido para él.

Despertó a mediodía, se levantó a darse una ducha para luego bajar a comer con los demás. Al menos en su familia nada había cambiado, seguían las mismas discusiones de siempre, los mismos lazos y los mismos personajes.

Tal como había prometido, fue a buscar a la castaña por la tarde, para que fueran al cine a ver una película. Sakuno amaba las de romance, aunque él prefería las de acción, pero por una vez en la vida debía complacerla, así que aceptó ir a ver una película que estaba en cartelera que era drama/Romance. Salieron alrededor de las seis de la tarde, Sakuno como siempre había llorado, sintiéndose conmovida por las escenas que había percibido, mientras él sólo se dedicaba a consolarla.

Los días pasaron rápido, cada día despertaba con el temor de que fuera el último junto a ella, pero por más que pasaban las horas, nada ocurría, todo seguía siendo normal. Pero lo más extraño aún, era que no era capaz de soñar nada ¿Qué estaba pasando? ¿Y qué tal si el destino nuevamente se la arrebataba sin darse cuenta? Gracias al temor que sentía, aprovechó cada día como si fuera el último, disfrutando su compañía y divirtiéndose como nunca junto a ella.

Incluso cuando regresaron a clases, durante su tercer trimestre, seguían viéndose constantemente. A diferencia de los errores que había cometido en el pasado de aislarla del mundo y evitar que saliera sin él, esta vez permitía que lo hiciera, sin dejar de estar alerta. A veces llegaba a pensar que quizás el destino jugaba con él y en verdad le estaba dando la oportunidad de aprovechar de estar con ella cada día, para que cuando llegara diciembre no se sintiera tan nefasto como la otra vez, ni culpable por haberse distanciado. Pero no podía, jamás se sentiría completamente complacido de tenerla durante sólo unos meses, siempre quería más...deseando estar a su lado por toda la eternidad, si fuera posible.

Momo como siempre, solía adivinar sus pensamientos e incluso sus estados de ánimo, percatándose que no se encontraba bien, por ello un día decidió interrogarlo, si las cosas estaban tan bien con Sakuno ¿Porqué se mostraba inquieto? No lo comprendía. Ryoma miraba al cielo acostado en la terraza, cuando sintió una presencia a su lado. No fue necesario ver de quien se trataba, lo sabía muy bien.

—Echizen, tenemos que hablar.

— ¿Sobre qué? Momo-Sempai

—Sobre ti, has estado actuando extraño últimamente ¿Te sucede algo?

—¿Porqué todos me preguntan eso? —Bufó. —No me sucede nada, sólo estoy cansado.

—No pareciera ser que sólo sea cansancio, porque ha durado mucho ¿Hay algún problema con Sakuno? ¿O acaso problemas familiares?

—Nada de eso.

—Entonces... ¿Tiene relación con tus sueños? ¿Has soñado algo extraño de nuevo?

—Sí...pero es diferente a los otros, es más complejo de explicar—Suspiró, había olvidado por completo que le había contado todo a su mejor amigo.

— ¿Más complejo que todo aquello que me contaste? ¿Qué puede ser peor que eso?

—Ni siquiera puedo decirte si fue un sueño o en verdad sucedió, es demasiado confuso. —Se sentó, para apoyar su espalda en un muro.

—¿A qué te refieres? Me estás asustando.

—Vi...morir a Sakuno—Presionó su puño—L-La atropellaba un camión, incluso sé el día exacto en que sucedió y cómo fue todo.

—¿Cuándo fue...?

—Un sábado...10 de diciembre.—Susurró temeroso.—Pero no fue un sueño, siento que lo viví...Recuerdo cuando estábamos todos en el hospital esperando un milagro, cuando la enterramos y cuando los días se hacían eternos. Viví meses de ese modo, era incapaz de dormir...Hasta que un extraño día, regresé al pasado y entonces retorné al año 2007.

—¿Se puede hacer eso? ¿Volver al pasado?—Preguntó confuso, todo lo que le estaba contando le causaba escalofríos.

—Al parecer sí...Entonces cambie las cosas, logré incluso salvar a Haruna Otani.

—¿Quién es ella? Me suena ese nombre.

—Es la hermana de Kyo Otani, un chico con el que jugamos tenis ese año.

—¿De verdad? Tengo mala memoria, pensé que incluso tú eras bueno olvidando nombres.

—Lo soy...Pero ellos son la razón del porqué tengo sueños de este tipo.

—¿Porqué? ¿Es una maldición?

—Ella tenía cáncer, decían que no iba a sobrevivir...por ello, me pidieron que le ayudara a jugar tenis.

—Ya lo recuerdo, me sorprendí ese día que aceptaste hacerlo.

—Como veo tus recuerdos están alterados—Susurró, viendo como lo observaba confuso—Porque, en un principio no había aceptado hacerlo y por lo mismo, Kyo me odiaba. Dado que, debido a eso...provoqué la muerte de su hermana.

—¿Cómo es eso? ¿Por qué?

—Altere su enfermedad, por eso él se vengó de mí con este don que tengo, ya que los Otani desde pequeños nacieron con poderes especiales. No creía en ese tipo de cosas, hasta ahora. —Recordó que en un principio rechazaba todas esas teorías que decían que habían ciertos niños que venían al mundo con ciertos dones— Cuando volví al pasado, fui capaz de enmendar mis errores y cambiarlo todo.

—Entonces ¿Qué ocurrió con ella?

—Se hizo más fuerte y venció su enfermedad...Creí que viviría por siempre en esa época, donde Sakuno y yo no éramos nada. Pero extrañamente, volví a este tiempo.

—Eso quiere decir que te encuentras de este modo tan extraño, porque temes que le vuelva a ocurrir lo mismo ¿Verdad?

—Sí, lo extraño es que si ella no murió, no debiera existir venganza por parte de Otani y yo no debería tener estos sueños, por ende Sakuno y yo no seriamos nada, incluso tú habrías olvidado todo. Pero no es así.

—Qué extraño, tampoco lo comprendo. Pero si esos hermanos tenían esos poderes, quizás hicieron algo para que mantuvieran los recuerdos o algo así ¿O no?

—No lo sé...Pero en los últimos meses, no he sido capaz de soñar nada, ninguna pista que me guíe hacia la verdad.

—Que difícil ¿Y qué hay de Sakuno? ¿No le has dicho nada?

—No, ella no puede enterarse de nada...Porque sí lo hace, sentiría temor y eso alteraría aún más las cosas. No quiero preocuparle.

—Es verdad—Suspiró, admiraba la fortaleza que tenía su mejor amigo para soportar todo aquello que estaba viviendo, siendo capaz de seguir adelante a pesar de todo. Pero sabía que hasta la persona más fría y fuerte, podría caer por el estrés por lo vivido.

—Lo peor es saber que se acerca esa fecha, mañana ya es fin de semana.

— ¿Y si buscas a Kyo Otani?

—¿Qué caso tendría? El sólo puede manejar esos dones, pero no puede cambiar el destino...ya me lo dijo una vez. —Sintieron el sonido del timbre a sus espaldas, sabiendo que era hora de regresar a clases. —Así que, yo lo haré.

— ¿Eh? ¿Qué quieres decir? ¿Lucharás contra el destino una vez más?

—Por supuesto, no permitiré que vuelva a ocurrir lo mismo. —Se levantó, presionando su puño. —Si quiere llevarse a alguien, entonces me ofreceré...Pero que no se meta con Sakuno.

—Echizen ¿Qué estás diciendo? ¿Prefieres morir?

—Sí es por ella, lo haré.

—P-Pero...si haces eso, no volverás a verla nunca más ¿Estás consciente de eso?

—Sí, pero al menos ella vivirá. A veces preferiría que no me recordará..Que viviera de la misma forma que en el pasado, si eso evitara su muerte.

—Entiendo que la ames, pero igual debes cuidarte, Echizen.

—Lo sé, pero si algo me llegara a suceder...Cuida por favor a Sakuno.

— ¿Eh? No digas eso...

—No te preocupes, Momo-Sempai. Estaré bien, sólo te pido ese favor.

—Está bien.

Lo vio como caminaba en silencio hacía su destino, sintiendo frustración por no ser capaz de ayudarlo, si él no buscaba a Kyo Otani, él lo haría. No permitiría que el destino también se llevara a su mejor amigo, eso nunca.

Ryoma observó a lo lejos a la castaña que sonreía con su amiga de dos coletas, quedaba tan sólo un día para ese fatídico momento. Sus miradas se encontraron en medio del pasillo, Sakuno le dedicó una sonrisa y lo saludó con un gesto de mano, mientras él hacía lo mismo. No podía mostrar debilidad, debía ser fuerte para no preocuparle.

De regreso a casa, caminaron juntos sostenidos de la mano, viendo como el sol se escondía, tiñendo el cielo de naranjo una vez más, advirtiéndole que pronto anocheceria. Un día más que se iba...significaba que menos tiempo quedaba para cierta fecha.

Escuchaba como la castaña sonreía, orgullosa de haber mejorado en sus calificaciones y feliz de haber mejorado en tenis. Se acercaba navidad y estaba ansiosa por todo lo que se venía. Hace meses que había dejado sus temores atrás con respecto al futuro, olvidando los sueños de Ryoma y lo que él destino le tenía preparado, sólo quería vivir cada día. A veces sentía como si estuviera junto a Haruka, pero cuando pestañeaba se percataba que en verdad no se encontraba con esa pequeña niña positiva, sino con su novia Sakuno que había cambiado su forma de ver las cosas, dejando la negatividad de lado y siendo feliz con todo.

—¿Qué vas a hacer para navidad? Ryoma-Kun.

—No lo sé, creo que lo mismo de todos los años.

—Podríamos hacer algo diferente, considerando que se viene tu cumpleaños. Pronto tendrás 16 años, queda tan poco. —Esbozó una gran sonrisa—Que suerte tienes de haber nacido un día tan hermoso.

—Ya veremos que hacemos para ese día—Susurró, no quería soñar con ese día aun, primero quería saber que pasaría el fin de semana. Envidiaba su sencillez para ver las cosas, quería ser como ella por una vez y dejar de preocuparse por todo.—¿Tienes algo que hacer este fin de semana? ¿Con Osakada?

—¿Eh? No, Tomo-Chan dijo que saldría con sus hermanos, así que no hemos planeado nada.

—Ya veo...

—Pensaba quedarme en casa mañana ¿Porqué lo preguntas?

—Por nada, en verdad—No podía decirle la verdad, aunque sintiera la necesidad hacerlo. Tan sólo la atormentaría.

—¿Y qué hay de ti? ¿Qué harás?

—Aun no lo sé.

Era cierto, no tenía idea que haría ese día, ni tampoco podía decidir por ella sobre qué podrían hacer. Sí ella se quedaba en casa sería lo mejor, esperaba que cambiara sus planes y saliera al exterior, al menos por ese día quería que no lo hiciera. Al llegar a la casa, se detuvieron para despedirse como lo hacían todos los días. El momento más difícil de todas las noches, cuando deberían decir adiós hasta un nuevo día.

El manto de oscuridad se extendió por el cielo, tiñéndose de negro para anunciar la llegada de la noche. Comenzaba a hacer frío, como se encontraban a inicios de diciembre, era normal que el clima fuera más húmedo. Se abrazaron para decirse "Hasta Pronto", sabiendo que no sería la única vez que lo dirían, ya que tardaban horas en despedirse. Desde que habían descubierto la droga que había en los besos, no podía distanciarse fácilmente. Además de que estando abrazados, podían evitar sentir frío y sentir la calidez. Agradecían que la nieve aun no llegara a importunarlos, porque entonces la noche húmeda conseguiría que pescara un resfriado.

Media hora después, se separaron para cada uno caminar a su destino, se despidió de la castaña que le sonreía agitando la mano "Hasta mañana" Le gritó. Caminó en sentido contrario, para dirigirse a su casa. Parecía que los meses pasados, se hubieran desvanecidos más rápido de lo que creía, permitiendo que diciembre llegará antes de lo esperado.

Aquella noche no fue capaz de dormir, sus pensamientos lo invadía a ratos, escuchando el nombre de su novia como eco en su cabeza. Parecía ser que por primera vez en mucho tiempo, tenía sueños normales, sueños que duraban tan sólo minutos en los que se veía reflejada su preocupación por ella y despertaba asustado. Con su alma colgada de un hilo, taquicardia y malos pensamientos, terminó desvelándose hasta cerca de las 03:00 am. Le ardían los ojos tanto mantenerlos abiertos y se sentía agobiado. Sin saber cómo ni en qué momento, pudo dormir profundamente hasta el día siguiente.

Al despertar, miró la hora confundido y se percató que no había dormido tanto como pensaba, iban a ser cerca del mediodía. Pero entonces, recordó el mensaje que le había enviado aquel día, había sido recibido a las 15:00 hrs, eso quería decir que ya estaba en el centro en aquel entonces. Se apresuró para darse una ducha y vestirse, almorzó cerca de las 13:30 pm para salir inmediatamente. Aunque quería dejarla en paz y no preocuparle, no podía quedarse en su casa viendo como las horas avanzaban.

Caminó hacía su casa asustado, eran las 14:00 de la tarde, parecía ser que los minutos volaban sin darse cuenta. Tocó el timbre, esperando tener una respuesta, pero no escuchó nada ¿Acaso había salido? Escuchó pasos acercarse en el interior de la casa y vio como la manilla giraba, esperanzado miró esperando verla a ella, pero sólo se trataba de Sumire que le sonreía.

—Ryoma, ¿Qué tal? ¿Qué te trae por aquí?

—¿Se encuentra, Sakuno?

—No, ella ha salido...—Murmuró, recordando hace cuánto exactamente se había marchado—Creo que como hace veinte minutos.

— ¿A dónde fue?—Preguntó asustado.

—Creo que iba a ir al centro.

—¿Fue sola?

—Sí, debía comprar unas cosas ¿Porqué tienes esa cara? ¿Acaso se iban a juntar?

—No, gracias por la información. Adiós

Ryoma se marchó dejando a la anciana de cabello castaño confusa ¿Por qué se veía tan alarmado? ¿Habían peleado? Ignorando el comportamiento del ambarino, volvió a sus quehaceres rutinarios en el salón.

Caminó a zancadas hacia el centro, recordando el accidente y todo lo que había vivido, eso no podía estar pasando de nuevo. No entendía por qué había salido justo en un momento como ese. Su corazón latía a mil por minuto, se maldecía por no haber salido antes, por haber dormido tanto y no haberle advertido sobre los cuidados que debía tener ese día.

El centro de Tokio era tan grande, que las posibilidades de encontrarla antes del accidente entre las miles de tiendas que había, era muy baja. Pero debía hacer la excepción, debía encontrarla y lo haría antes de que fuese demasiado tarde. No permitiría que volviera a pasar, no otra vez, verla marcharse sin él. Intentó recordar en qué lugar la habían encontrado ese día. El mensaje que recordaba haber recibido, decía que se encontrarían en el cine. No obstante, Sakuno no iría al cine sola, no era de ese tipo de personas. Así que esa posibilidad estaba descartada. Debía pensar rápido ¿En qué otro lugar podría estar? De las tantas tiendas que existían, no tenía claro en cual estaría.

Odiaba diciembre ¿Porqué había llegado tan rápido? "Eso es...diciembre" Pensó, recordando que la castaña hablaba de que pronto se acercaba su cumpleaños "¿Acaso ella estaría buscando un regalo para ese día?" Pensó aturdido. Si era así, ya tenía claro por donde debía ir. Según las pocas indicaciones que Momo le había dado sobre ese día, había dicho que el accidente ocurrió en una esquina, justo al frente de una tienda deportiva, lo que le había llamado la atención por no haber relacionado su cumpleaños con esa fecha. Él conocía bien todas las tiendas deportivas que habían, así que no se perdería, eran las 14:30 pm, el tiempo volaba. Debía apresurarse en recorrer cada tienda. Si llegaba a estar en lo correcto, entonces él tenía la culpa del accidente...Si había sido el motivo por el cual había ido a ese lugar aquel día.

Sakuno caminaba por las calles de tokio, llevando bolsas en sus brazos, gracias a las grandes ofertas que había en esas fechas, aprovechó de comprar los regalos de navidad para todos. Pero aun así, le faltaba el más importante de todos los regalos...para la persona que más amaba en el mundo. Conocía una tienda muy famosa por tener los mejores productos en tenis que se encontraba cruzando la calle.

Desde un principio había planeado ir de compras, pero no podía decirle a su novio, porque entonces su oportunidad para comprarle el regalo indicado se arruinaría por completo. No solía esconderle cosas, no había secretos entre ellos, pero esta vez era necesario mantener en silencio sus planes para ese día. Miró su celular en silencio, percatándose que tenía una llamada perdida de él. Si le decía, arruinaría la sorpresa que planeaba darle. Pero no podía preocuparlo más, escribió un mensaje rápido y se lo envió, diciéndole que había salido, pero que no se preocupara, porque volvería pronto a casa.

Se ubicó junto al resto de los peatones, esperando que el semáforo les diera la señal indicada para cruzar la calle. Suspiró, a pesar de las ofertas que había, no podía negar que había muchas personas aquel día. Aún no sabía bien que comprarle, pero esperaba que esa tienda iluminara su camino para poder encontrar algo que le subiera el ánimo al ambarino, porque notaba que no se encontraba bien, por más que quisiera demostrar lo contrario.

Luego de recorrer todas las tiendas que conocía de tenis, siguió corriendo esperando encontrarla pronto. Fue entonces cuando se percató que su celular tenía un mensaje perteneciente justo a dicha castaña "Lamento no haber podido contestar, pero salí un momento al centro para comprar algunas cosas. Estaré pronto en casa. ". El mensaje era distinto al otro, eso lo tranquilizó un momento, pero no cambiaba las cosas, se encontraba en la misma situación. La última tienda en la que pensaba era la más famosa de todas, una que había sido inaugurada hace apenas unos meses, pero era reconocida por las mejores marcas en deportes. Esperaba que fuera esa, corrió lo más que pudo, esquivando a todo ser que se cruzara en su camino. Pero entonces, sin verlo venir chocó con alguien, provocando por el impacto que ambos cayeran al suelo. Al levantarse un poco aturdido, pidió disculpas sin darse cuenta de quien se trataba.

—Lo lamento, fue mi culpa.

—No hay problema—Habló una voz familiar

—Espera...tú eres—Susurró, mirando a un chico de cabello gris que le sonreía.—Kyo Otani.

—Así es, parece que me recuerdas.

—Por supuesto...

—Te ves perturbado ¿Qué te sucede?

—¿Cómo está tu hermana?

—Muy bien, es más pienso verla dentro de unos minutos.

—mmm si ella está bien, entonces hay algo que no comprendo.

—¿Qué cosa?

—¿Cómo es que sigo teniendo este don? Además si no cobraste venganza, entonces...Sakuno y yo no deberíamos ser novios—Entonces sintió un escalofríos correr por su espalda, recordando el motivo por el que había chocado con él. —Debo irme, tengo prisa. Hablamos en otro momento.

Pero entonces a lo lejos escuchó el sonido de un auto frenando y su corazón comenzó a latir de temor. Sin pensarlo, corrió hacia dicho lugar pensando en la castaña, esperando con todas sus fuerzas que no fuera ella a quien el auto había golpeado. "Sakuno...Sakuno" Pensaba nervioso, ojala hubiese sido un error o quizás sólo un auto que había resbalado sin dañar a nadie. No obstante, su rostro palideció, cuando se percató que una gran multitud rodeaba la calle, pidiendo que una ambulancia se acercara, precisamente frente a la tienda que quería llegar. "No de nuevo..." Susurró asustado, abriéndose paso entre la gente para ver qué había sucedido. Vio a lo lejos un camión alejándose a toda velocidad, mientras una ambulancia se acercaba al lugar de los hechos. Finalmente logró avanzar en medio de todos para poder bien que sucedía, había sangre en el piso y unos hombres se llevaban a una chica de cabello castaño en una camilla. Sintió como le oprimían el pecho, temiendo que fuera cierto ¿Había sucedido otra vez? Un policía se acercó a él para preguntarle si conocía a la víctima, pero no fue capaz de formular una palabra, cayendo de rodillas al piso.

— ¿Se encuentra bien? Le estoy preguntando si usted conoce a la víctima.

—S-Sí...

—Al parecer era una estudiante—Comentó el policía viendo como el ambarino asentía. —¿Qué relación tenía con ella?

Por más que oía la pregunta del policía retumbar en su cabeza, no era capaz de decir nada, no quería hablar de ello."Ryoma-Sempai" Gritó una chica a la distancia, esa voz...la conocía muy bien, sólo había alguien que lo llamaba de ese modo. Se levantó confuso ¿Acaso Haruna estaba ahí? Volteó en silencio, percibiendo como una chica delgada de cabello gris ondulado se acercaba corriendo a su lado. Quien pensaría que en un momento como ese se encontraría con los hermanos Otani, justo en un momento como aquel. El destino era tan despiadado.

—Ryo-Sempai pensé que jamás volvería a verte—Sonrió

—Pensé lo mismo, menos en estas circunstancias.

—A eso he venido...Ella está bien.

— ¿Eh? ¿De quién hablas?

—De Sakuno-Chan, por supuesto.

— ¿Cómo es que sabes de ella?—Preguntó confuso—Además ella, acaba de...

—No le ha sucedido nada, la chica que acaba de ser trasladada al hospital no es Sakuno-Chan.

— ¿Qué? Pero si yo la vi...

—Llevaba el mismo cabello, pero no era ella. Era una niña de secundaria. —Susurró, viendo como el policía los miraba—Sakuno está bien, se encuentra dando declaraciones ahora, dado que ambas fuimos testigos de lo sucedido.

— ¿Dónde está?

—Sígueme...—Sonrió.

La siguió en silencio, no entendía como Haru con Sakuno se habían conocido, pero saber que estaba a salvo aun no podía creerlo, era persona que había visto en la camilla...era tan similar a ella, que por un momento había sentido que todo estaba perdido. Debía ver, para creer primero.

A lo lejos sintió aquella voz que tanto sonaba en su cabeza, una voz dulce que siempre lo llamaba por su nombre, su corazón latía a medida que escuchaba esa voz más potente. Entonces la vio, hablando con unos policías que ponían atención a cada palabra que mencionaba. Sus mejillas se mostraban rojas, podía percibir su nerviosismo por estar siendo entrevistada por tantas personas, pero lo importante es que estaba viva.

Cuando los policías se alejaron de ella, Haruna se acercó a ella para decirle lo popular que era. Pero Sakuno tan sólo se sentía triste por aquella chica que se habían llevado, todo había ocurrido tan rápido, justo frente a sus ojos. Si no hubiese sido por Haruna que apareció en el momento preciso, entonces quizás ella sería la que hubiese sido trasladada al hospital. "Sakuno..." Habló Ryoma tras de ella, al voltear sus ojos se encontraron con los suyos, no esperaba verlo allí, ni mucho menos en un momento así. Le sonrió para caminar a saludarlo, pero él fue más veloz, llegando a ella antes, sorprendiéndola con un inesperado abrazo.

—Ryoma-Kun

—¿Te encuentras bien?

—Sí, lo estoy.

—Por un momento pensé que eras tú...Me alegro que no haya sido así.

—Todo es gracias a Haru-Chan. Si no hubiera sido por ella, habría sido yo la del accidente.

—¿Qué quieres decir? ¿Cómo es posible?—Se separó de su lado para mirarlas.

—P-Pues llegué justo a tiempo—Sonrió Haruna

Cinco minutos antes del accidente, se encontraba la castaña pensando en cuáles serían los posibles regalos que le podrían gustar a Ryoma, había tantas cosas en esa tienda, pero no sabía con certeza cuál sería el indicado. Como no era capaz de mirar el semáforo, decidió que avanzaría cuando los demás lo hicieran. Había una gran multitud de gente a su lado, todos preocupados por sus planes para navidad. Delante de ella, había una chica de cabello castaño largo que llevaba el uniforme de Secundaria, le llamó la atención la forma en cómo que se veía, llevando audífonos y mostrando una postura indiferente. La había visto en una tienda, hablando mal de la gente que la contradecía y juzgando a personas por ser diferentes. Se preguntaba por qué sería así con los demás. Había leído una vez que todos somos el reflejo de nuestro pasado, por ello si alguien se mostraba distante, era porque algo que le hubiesen hecho en su infancia lo había vuelto así.

Estaba pensando en ese libro, cuando vio como cruzaba la calle sin ni siquiera mirar, quizás era porque el semáforo había dado una señal. Por ello, Iba a cruzar junto a ella, cuando de repente alguien la tomó del brazo. Al mirar hacia atrás se encontró con una pequeña chica de cabello gris ondulado que le advertía que el semáforo aún se encontraba en rojo, es decir que no podían cruzar porque sería peligroso.

Oh es verdad...No me había percatado, gracias—Sonrió

No es nada...Tú eres Sakuno-Chan ¿Verdad?

¿Eh? Sí ¿Por qué?

Mi nombre es Haruna Otani, fui estudiante de Ryoma-Sempai. Me enseñó tenis hace unos años.

¿Conoces a Ryoma-Kun?

Sí, por ello he oído hablar mucho sobre ti.

¿De verdad?

Al sentir el sonido de un auto frenando en la calle, les hizo prestar atención a lo que estaba ocurriendo, fue cuando vieron el momento preciso en que un camión arrolló a la castaña que iba delante de ellas, dejándola inconsciente. Y acto seguido, vieron como el vehículo huyó, dejando a la joven con grandes heridas en el cráneo, todos corrieron a ayudarla. Mientras Sakuno cogía su celular para llamar a una ambulancia.

Ryoma escuchaba la historia, sintiéndose aliviado de que Haruna justo llegará en ese instante, pero aún tenía muchas dudas al respecto ¿Cómo sabía en el momento preciso en que iba a ocurrir? Además ¿Cómo había podido evitarlo? Y no lograba comprender mucho menos como podían mantener los recuerdos. Kyo apareció a los pocos minutos, ahora que todos estaban a salvo, tendrían tiempo para conversar. Ya que, sabía que Ryoma tenía muchas dudas al respecto con todo lo que estaba sucediendo y debía saberlo para quedar tranquilo.

De camino hacia la casa de los Otani, Sakuno charlaba con Haruna sobre diversas cosas, descubriendo que tenían muchas cosas en común, a pesar de la diferencia de edades que tenían, eran muy similares entre ellas.

Mientras Kyo con Ryoma caminaban adelante hablando sobre algunas cosas, no podía adelantar nada hasta que estuvieran allí, porque el ambarino no quería que la castaña se enterara de lo que había soñado, sin antes saber bien la raíz del asunto.

Pero con tan sólo escuchar reír a la castaña, sentir su voz a tan sólo centímetros, lo hacía muy feliz...el saber que ella estaba bien, sana y salva.

Luego de recorrer varias cuadras, llegaron a la casa de los hermanos Otani, Haruna le enseñó a la castaña su habitación para poder distraerse durante unos momentos, para que Ryoma pudiera conversar lo que debía con Kyo. Se ubicaron en la sala, como no estaba su madre, no debían ser discretos y podrían hablar tranquilos sobre el asunto.

—Bien, ¿Qué es lo que quieres saber primero?

—Lo de la venganza.

—Con respecto a eso, efectivamente no debí ejecutarla si mi hermana sobrevivía. No obstante, no estaba al tanto de lo que te había sucedido, hasta ese momento en que me dijiste que habías perdido a alguien. Hablé con Haruna sobre lo sucedido y juntos decidimos que te debíamos un favor, por habernos ayudado.

—¿Un favor? Pero habías mencionado que no eran capaces de cambiar el destino ¿No?

—Es verdad.

—¿Entonces? No comprendo cómo lograron hacerlo.

—Lo que hicimos no fue cambiar el destino, sino ver el futuro. Sabíamos que si yo no me hubiera vengado, tú jamás hubieras estado con tu novia, por ello decidimos que no cambiariamos eso.

—Es decir...¿Tomaste venganza?

—No fue como venganza, pero sí, se podría decir que dejé las cosas como estaban en ese sentido, para que no se alterara la relación entre ustedes.

—Si es así ¿Porqué ya no tengo sueños que pueden ver el futuro?

—Porque no te los di para siempre, sino por un cierto tiempo...Por ello, ha llegado su fin.—Suspiró—Después de todo, ya no los necesitas.

—¿Por qué lo dices? Pero si necesito proteger a Sakuno...

—Porque ya no tendrás que protegerla.

—No comprendo ¿No le sucederá nada?

—Yo no puedo manejar el destino, lo sabes. En general, nadie puede hacerlo, las cosas suceden porque sí. Pero curiosamente hemos investigado lo que sucederá en el futuro y al parecer, el destino no se la llevará por un largo tiempo.

—¿Largo tiempo? ¿Cuánto?

—Cuando llegue su hora, como la de todos. No vivirá para siempre, pero se podría decir que vivirá lo suficiente.

—¿D-de verdad?—Preguntó incrédulo, es decir que ya no deberían huir del destino nunca más. Sino que los dejaría en paz de una vez por todas.

Sí, es difícil de creerlo...Incluso para nosotros fue sorprendente. Mi madre que está enterada de todo este asunto, dijo que se debía a que habías salvado a Haruna. Porque al parecer todo tiene relación, ya que salvando una vida, se salva otra. Algo así, como si les hubiese dado una nueva oportunidad.

—Ya veo...

—Así que al fin podrás descansar en paz, disfruten su vida juntos y deja de preocuparte por lo que pasará más adelante. No puedo adelantarte nada, eso alteraría las cosas, pero al parecer tendrán una vida plena juntos. —Sonrió

—Gracias por todo.

—No me debes dar las gracias, al contrario yo debería hacerlo. Me hiciste darme cuenta de que mi hermana es lo más importante en mi vida y debo cuidarla. Además, te debo una disculpa por todo el daño que te causé.

—Betsuni, no te disculpes, ya que de cierta forma...gracias a tu venganza, pude conocer realmente a Sakuno y darme cuenta de muchas cosas.

—Qué bien, ambos aprendieron la lección—Sonrió Haruna, apareciendo en el pasillo—Después de que me enteré que mi Onii-chan había sido capaz de vengarse por mí, me sorprendí mucho...porque creí que no éramos tan cercanos. No obstante, me di cuenta que estaba equivocada. Lamento todo el daño que te causamos, Ryoma-Sempai.

—No te preocupes por eso ahora. Pero por cierto ¿Cómo supiste en qué momento llegar precisamente?

—Lo vi a través de mis sueños, me alegro haber llegado a tiempo...Sakuno-Chan es muy agradable—Esbozó una gran sonrisa.

—Sí, lo es. Te lo agradezco por haber llegado a tiempo.

—No es nada, Ryo-Sempai. Por cierto podríamos jugar tenis algún día, me he vuelto muy fuerte. Al igual que Kyo-Kun.

—Está bien, cuando quieran. No tendré compasión esta vez—Sonrió—Tengo otra duda ¿Cómo es que sabían que estaríamos ahí?

—Tu amigo me contactó.

—¿Quién? ¿Momo-Sempai?—Preguntó confundido

—Sí, había ido a mi Instituto para encontrarme...Me habló sobre todo lo que estaba sucediendo y le dije los planes que tenía. Por ello, hoy cuando eran cerca de las dos de la tarde, me llamó para avisarme que había visto a tu novia por esos lugares, que coincidía con el lugar del accidente. No quería preocuparte, por eso no te mencionó nada sobre el paradero de ella.

—mmm no imaginaba que haría algo así. Hablaré con él, más tarde.

Sakuno bajó a los pocos minutos, diciendo que debía marcharse, ya que era tarde y no le había avisado a su abuela. Por ello, ambos se despidieron de los hermanos Otani, para caminar de regreso a casa. Esperaba verlos prontos, después de todos les debía la vida por haber logrado cambiar las cosas.

Tomó su mano en medio de la neblina con fuerza, pensaba que nunca jamás sería capaz de sentir esa calidez de nuevo. Ahora que sabía toda la verdad, debía contarle todo, ya que le había prometido que no guardaría secretos, más considerando que debía dar la noticia de que su vida ya no estaría en riesgo nunca más. Al fin le había ganado al destino en su lucha constante.

—Me agradó Haru-Chan—Sonrió—Y Kyo-Kun también es agradable ¿Desde cuándo se conocen?

—Hace dos años...es un larga historia, pero después tendrás tiempo para oírla—Suspiró, no sabía cómo explicarle que debido a Kyo, tenía sueños de ese tipo.

—Por cierto ¿De qué hablaron?

—Sobre muchas cosas...No sé si Haru te contó, pero ellos tienen poderes sobrenaturales.

—No me contó ¿Cómo los tuyos?

—Exactamente, por ello...Haru logró evitar que cruzarás la calle ahora.

—Entonces...si ella no hubiese llegado a tiempo ¿Yo habría...?—Preguntó atónita

—Sí, pero ya no te sucederá nunca más.

—¿Por qué? ¿Cómo lo sabes?

—Porque ellos vieron el futuro y nada te sucederá, por supuesto hasta que llegue nuestra hora...como todo el mundo, cuando seamos mayores.

—¿En serio? Eso quiere decir que el destino por fin nos dejará en paz—Sonrió, intentando contener unas lágrimas que recorrían sus mejillas. Aunque fingía estar bien todo ese tiempo o incluso mostrarse positiva, en el fondo siempre temía por su fin, no podía dejar de pensar en eso. Pero intentaba convencer a su novio y a sí misma que lo estaba.

Al ver su reacción, se detuvo viendo como luchaba por no llorar, pero no era un buen momento para contenerse. La estrelló contra su cuerpo para abrazarla con fuerza, se sentía aliviado, entendía la emoción que sentía "No te contengas, puedes llorar si deseas hacerlo" Le susurró. Parecía haber dicho palabras mágicas, porque consiguió calmar a la castaña, siendo capaz de dejar de resistirse y llorar con ganas. Quería vivir, hace mucho tiempo que se había dado cuenta, antes no tenía motivos para valorar su vida, pero ahora que estaba él junto a ella, todo tenía sentido y quería pasar el resto de su vida a su lado, lo había decidido. Se sentía tonta, por estar llorando de felicidad, pero no podía evitarlo.

—Lo lograste...Por fin, venciste al destino.

—No lo hice, aun no sabemos lo que nos tiene preparado para el futuro. Pero sí logré burlarme de él.

—Es verdad, pero pase lo que pase...te seguiré amando. Mientras esté contigo, no me importa saber qué es lo que vendrá a futuro.

—A mi tampoco...contigo es suficiente.

—Eres increíble, Ryoma. No sólo te burlaste del destino, también cumpliste el juramento—Sonrió.

—Todo es gracias a ti.

—Después de todo, la leyenda es verdadera...Hemos logrado acabar con los planes del destino.

—Tienes razón, lo hemos conseguido.

Se miraron en silencio, sintiendo que ese día no sólo era el final de las desgracias, sino también el comienzo de sus vidas juntos. Aun con el frío que hacía, se besaron como nunca, demostrando lo que sentían bajo el manto de oscuridad. Sakuno siempre solía temerle a la oscuridad, pero parecía ser que aquella que estaba experimentando era distinta, ya que a pesar de la neblina amenazante que los rodeaba, las estrellas eran capaces de brillar en el cielo tan intensamente que la noche se tornaba agradable. De alguna forma, Ryoma sentía que Sakuno era como una estrella que brillaba en medio de la nada, cuando todo estaba perdido, y pensaba rendirse, ella sonreía, iluminando su camino, motivándolo a seguir adelante.

Luego de dejar a la castaña en su casa, caminó en dirección hacía unas canchas de tenis cercanas, ya que tenía algo que hacer antes de retornar a su hogar.

Bajo la fuerte brisa que corría aquella noche, se encontraba jugando un chico de cabello negro frente a una pared, concentrado en sus movimientos, dejando caer gotas de sudor por su arduo esfuerzo durante toda la tarde. Había recibido un mensaje de Kyo, diciendo que todo estaba calmado ahora, eso lo había tranquilizado. Esperaba que Ryoma y Sakuno se encontraran bien.

—Sabía que estabas aquí, Momo-Sempai.

—Echizen—Susurró sorprendido, volteando a verlo.—No esperaba verte hoy ¿Ha sucedido algo con Sakuno?

—He venido porque Haruna, me ha contado lo que hiciste. —Se aproximo hacia él, viendo como Momo aprovechaba de coger una toalla para descansar.

—Era lo mínimo que podía hacer, debí haberte avisado en primer lugar, pero te veías tan alterado el otro día que no podía hacerlo.

—Lo sé, no te preocupes—Se sentó en una banca cercana junto a él. —He venido por eso, Thank You.

—No fue nada—Sonrió— ¿Se han calmado las cosas ahora?

—Sí, ya nada malo le sucederá.

—Eso es bueno, me alegro por ambos. Al fin, podrás estar tranquilo.

—Es un verdadero alivio—Suspiró—Por cierto ¿Quieres ir a comer? Yo invito.

—¿Eh? ¿Me estás invitando? Echizen—Preguntó confuso ¿Lo estaba engañando? Jamás había escuchado una invitación por parte de él.

—Sí, lo estoy haciendo...Sin embargo, si no te decides pronto—Se levantó para caminar hacía la salida—Podría arrepentirme.

—No lo hagas, porque iremos a comer ahora mismo—Sonrió.

Juntos caminaron hacía una tienda de hamburguesas cercanas, para comer como en los viejos tiempos, hasta quedar completamente satisfechos. Aprovechando de charlar sobre las actividades del club, dado que no estaba enterado con las recientes noticias, por haber estado ausente por un largo tiempo.

Parecía ser que todo estaba cambiando para ellos, se venían cosas buenas para todos. Horio había conseguido conquistar el corazón de Tomoka, haciendo que olvidara a Ryoma de una vez por todas.

Las semanas avanzaron rápidamente, llegando el día tan esperado por todos, nada menos que la navidad. Como todas las navidades, en la casa de los Echizen realizaron una cena familiar, en la cual por primera vez en la vida, habían invitado a Sakuno con su abuela. Sumire disfrutaba la compañía de todos, hace mucho tiempo que no vivían una fecha tan inolvidable así, con la calidez de otras personas. Era emocionante hacer algo nuevo, incluso para la castaña de dos trenzas lo era. Pero sabía muy bien, que no sólo era un día importante por la blanca navidad, sino también porque era el cumpleaños números 16 de su novio.

Después de lo sucedido en el accidente, no había podido comprar lo que deseaba en la tienda de deportes, por ello se había dedicado a hacerle un regalo a mano, nada menos que una bufanda de color azul. Que planeaba entregar cuando estuvieran solos, pero al sentirse presionada por toda la familia, decidió hacerlo cuanto antes. Era una bella bufanda de lana, perfecta para esos momentos de frío intenso. Iba a abrir sus otros regalos, cuando inesperadamente sonó el timbre a sus espaldas. Confundido, se levantó a abrir la puerta mirando a todos interrogantes, esperando que la dieran una respuesta ante ese sonido, pero nadie dijo nada. Al abrir la puerta se encontró con todos sus sempai que le sonreían llevando regalos, iba a cerrar la puerta como siempre solía hacerlo, pero Tezuka apareció ante él, dejándolo boquiabierto. Entonces los dejó pasar, viendo como en pocos minutos, su casa se invadía de personas.

Todos se sentaron alrededor de la mesa para cantarle "Feliz cumpleaños", mientras todos cantaban, miró a cada uno, Nanjiro estaba sentado junto a Rinko sonriendo, mencionando lo grande que estaba, Nanako sostenía el pastel, al lado de ella se encontraba Momo rodeando sus hombros, gritando tanto que llegaba a quedar sordo. Detrás de él, seguían todos los demás con gorros de navidad. Incluso al final de la fila se encontraba su capitán mirándolo en silencio, dejando en libertad una pequeña sonrisa. Y su lado derecho, se encontraba Sakuno la persona más importante para él que sonreía, cantando de la misma forma que los demás. De cierta forma, no necesitaba nada más que eso, porque no estaba interesado en saber el futuro de todos, ni siquiera quería recordar el pasado, más bien sólo deseaba vivir el presente...junto a sus seres queridos.

¿Qué era el destino? ¿Tendría vida propia? Quién sabía realmente, eran preguntas que siempre rodeaban su mente, pero jamás fue capaz de responderlas. El destino era impredecible, necesario e injusto a veces. Pero con el tiempo había comprendido que cada persona en el mundo poseía un destino distinto de otro y aunque era difícil de controlar, no por eso era el fin de la batalla.

Shakespeare decía que si bien el destino era el que barajaba las cartas, somos nosotros quienes vamos a jugar con ellas. Es decir, el destino nos pone a prueba constantemente, pero depende de nosotros demostrar que somos más fuertes que él.

The End

Hola! ¿Cómo están? Espero que bien :D Espero que les haya gustado el final de Fight of destiny, decidí no modificar el final a como lo había hecho antes, sólo algunas acciones de Ryoma y un poco la redacción.

Gracias a todos los que han comentado este fic y han insistido que siguiera subiendo capítulos, la verdad pensaba subir éste en unas semanas más, pero pensé que como era el último capítulo podía hacerlo antes.

Mi página de facebook es Hinata-sakuno fanfiction

Qué estén bien!

Saludos :D