Me dijeron mis amigos que le diera un chance a esta historia, asi que vamos.

Hetalia no me pertenece.


El atardecer era sorprendente esa tarde. El cielo estaba pintado de violeta con rojo y una línea azul marina se tallaba entre medio de los dos colores que al pasar de las horas se hacía más visible. Pero, al él no le importo esa obra de arte que la naturaleza le estaba brindando en este preciso momento. La única cosa que hacía era leer el periódico con sus piernas cruzadas encima del borde de mármol del balcón. De sus labios salían palabras que ni siquiera estaban escritas en las páginas del periódico.

-¡Te odio!- grito al mar que aunque lejos se veía en el horizonte, pero de lo que no se dio cuanta era que su hermano estaba abriendo la puerta que llevaba hacia el balcón, donde estaba el sentado. -¡Te odio Feliciano!-

-Ve, Romano, ¿Qué hice yo ahora?- su voz era la mezcla de tristeza y confusión. El solo miro por el rabillo del ojo y vio la cara de su hermano. Su sonrisa era opaca y el brillo de niñez que siempre lleva en su cara había desaparecido, pero a Romano no le importo volvió su ojos oliva de nuevo a una lectura que no hacía.

-¿Romano?- con la uñas enterradas en su chaqueta color verde, Feliciano alzo su mirada lentamente hacia su hermano mayor que estaba en frente del, sus ojos aun clavados en el periódico. –Umm- fue la única contestación que tuvo de parte de su hermano Romano, que no despegaba la mirada ni siquiera para ver a su hermano menor.

-Si yo desapareciera…¿Serias feliz?- una sonrisa inocente se dibujo en el rostro infantil de Feliciano cuando vio a su hermano bajar el periódico. La luz del el sol formaban piscinas de oro en ambos ojos. -¡Si me harías inmensamente feliz!- dejo salir una pequeña carcajada y regreso su mirada al periódico.

Esa contestación fue como un balde de agua fría para Feliciano. Sintió como el corazón se rompía cada vez que esas palabras hacían eco en su mente y alma. De sus ojos color avellana caían lágrimas que suavemente bajaban las mejillas del italiano, como una suave, pero cruel caricia. Dentro de su mente veía como su reflejo frente a un espejo se rompía.

-¿No te has ido aun?- Romano se levanto de su silla y se dirigió hacia la puerta. -¡Ta vas arrepentir Romano, algo que no quiero que hagas!- se levanto de puntitas para alcanzar la cara de su hermano mayor y frunció el ceño. -¡Lo juro!-

-¡Idiota! ¡Bastardo! ¡Todo lo que tengo yo te lo has llevado tu. ¡Lárgate!- Romano grito ahogado. -¡Te vas arrepentir te lo juro!- Dijo Feliciano una vez más para ver si su hermano reaccionaba. -¿Te abro la puerta?-

-¡No! ¡Yo sé el camino!- Feliciano corrió hacia adentro de su casa y corrió escaleras arribas. -¡Gracias a Dios, porque eres tan tonto y estúpido que no sabes ni donde tienes la nariz!- Romano grito recobrando la postura que tenía hace rato.

Con lágrimas en los ojos Feliciano agarro una maleta y empezó a empacar toda su ropa. No dejo nada tirado. Recogió todos los papeles y pinturas que tenia y los echo al zafacón, con excepción de un papel que pego en el espejo. Limpiando sus lagrimas bajo las escaleras y abrió la puerta y se fue.

La hermosa tarde se desbarato para Feliciano en vez de luz era oscuridad. En vez de sol era lluvia. Camino varias horas alrededor de las calles de Verona sin rumbo fijo hasta que agarro el celular e hizo una llamada. Espero un par de segundo antes de que contestaran.

-Ciao Ludwig, soy yo Feliciano. Espero no molestarte- dijo con su voz un poco ahogada en un llanto que resumió cuando escucho la voz del alemán. Espero otros segundos. Miro hacia las calles, personas felices e inmunes a lo que le había sucedido hace ya unos instantes.

-Ve No, estoy bien, solo quería visitarte- fingió una carcajada. –Gracias, voy para ya en seguida- colgó en celular y siguió su camino.


Okay… ¿Qué creen? ¿Sigo? Review