Título: LAS CINCO VECES QUE TE OLVIDE
Autor:
Sanacham
Pairing: Alaric/Damon
Rating: NC-17.
Spoilers: Hum... A penas, algo de la primera temporada.
Sinopsis: "La vida de Alaric nunca será normal, no desde el momento en que se cruzo con un vampiro y llamó su atención. Se encontrarían cinco veces antes de que olvidarale por completo y en esas cinco veces no podría apartar la mirada de esos ojos azules."
Disclaimer: los personajes que aparecen en éste escrito no me pertenecen.
NOTA: Una pista sobre el número de capis: leer el título :p Cortitos, algunos apenas duran una pagina.

LAS CINCO VECES QUE TE OLVIDÉ

PRIMERA VEZ: 1988

Alaric odía jugar en ese parque. En cualquier parque en realidad.

No es que él sea un niño de ocho año poco sociable, al contrario, siempre le ha resultando muy fácil entablar amistades con otros niños. Sin embargo, prefiere estar solo y quizá conseguir un nuevo libro para leer.

Su madre no está de acuerdo con dejarle en el partió de su casa, sentado en los escalones de entrada y devorando página tras página de algún texto que, de seguro no es recomendable para alguien de su edad. Ella ni si quiera está segura de que él comprenda todo lo que lee. Es muy pequeño.

Y es por eso, que casi todas las tardes su madre le arrastra hasta ese lugar y le obliga a jugar con otros niños. Está bien, no es una gran tortura. Es sólo una cuestión de preferencias.

Hoy, no parece un día distinto a los anteriores. Un sol brillante difuminado por las sombras de los frondosos y gigantescos árboles, niños corriendo de un lado a otro, imaginando que son piratas enfrentados entre ellos en una búsqueda del tesoro. Él se ha inventado el juego y por eso, le han asignado la misión de custodiar el tesoro. Lo prefiere. Desde esa posición puede dedicarse a observar su entorno.

Y a observarles a ellos.

Ahí está el hombre de siempre en el mismo estado de siempre. Le calcula unos veinte años y está seguro de que es lo que se suele llamar atractivo, al menos podría serlo si no estuviera tan borracho. No necesita olerle el aliento para notar ese detalle. Lo sabe. Sabe que siempre está recostado en ese mismo banco, medio dormido por los efectos del alcohol que consume para dejar de sentir que su corazón está roto. Alaric lo sabe con sólo verle, aunque no podría explicar cómo.

Normalmente le dedica horas de escrutinio, no por pasatiempo o curiosidad, sino por impotencia. Quiere… No está seguro de lo que quiere, pero sea lo que sea le impide respirar.

Pero hoy hay otro hombre en el parque al que debe examinar con cautela… Porque es peligroso. Bueno, los dos lo son, pero el borracho no va a hacerles daño, el otro sí.

Es nuevo o el no recuerda haberle visto antes. Camina despacio con una bolsa de gusanitos en la mano y un cachorro de labrador en su regazo. Se sienta en uno de los bancos que están en la zona de juegos de los niños y se entretiene mirándolos…

… De forma rara.

No le gusta. De nuevo, sabe que algo anda mal en ese tipo, pero no puede contárselo a su madre, porque no podría explicarle cómo lo sabe. Es sólo algo en sus ojos y en como mira a los niños.

No le quita la vista de encima ni un solo segundo, por eso le ve interactuar con una niña pequeña que se acerca fascinada por el cachorro. También les ve marcharse con ella agarrada de la mano.

Su primer instinto es girarse para comprobar si alguien más lo ha visto. Nadie, salvo él. El hombre borracho.

Preferiría decírselo a su madre, pero ella le dirá que seguramente eran familia y que se deje de inventar historias absurdas.

Ella no le creerá, pero ese hombre sí. Él también sabe que el señor del perro es malo.

- Ayúdala.- Le dice casi sin aliento cuando llega a su lado. Él clava unos impresionantes ojos azules en los suyos unos instantes y después, mira en la dirección por la que aun se divisan a los otros dos.- Por favor.

- …- Deja escarpar una risa sarcástica y se recuesta del todo sobre el banco.- Tú también eres un niño muy mono, ve y proponle un intercambio.

Si tuviera más tiempo le gritaría algo a ese tipo. El hombre y la niña están desapareciendo un camino poco transitado del parque por lo que no se entretiene con nada más y él se lanza a correr en esa dirección.

Los encuentra en un recoveco, al lado de un ancho tronco de árbol. Ella lloraba e intentaba zafarse del agarre al que la somete el monstruo.

- ¡Ey! Déjala en paz.- Grita intentando poner voz de adulta para darle miedo.

- Regresa a jugar, esto es cosa de adultos, mocoso.- Le dice cuando repara en su presencia. No parece preocupado porque les haya pillado.

- Creo que ella también quiere venir a jugar conmigo y mis amigos.- La sonrisa de él es retorcida y fea. Le provoca un escalofrío que le recorre todo el cuerpo.

- Podrías quedarte a jugar con ella y conmigo. Me sé algunos muy divertidos.

- ¡Oh, por favor! Esa frase está tan usada, ¿no te da vergüenza?

Todo se convierte en una sombra, algo ha hablado justo a su lado, pero al mirar sólo le una mancha que se mueve en dirección al hombre y lo empotra contra el árbol. Al ver su brazo liberado, la niña corre deshaciendo el camino.

Alaric no la sigue.

Observa la escena que ocurre delante de él.

El borracho del parque tiene la boca pegada al cuello del hombre malo y unas gotas de sangre se escapan por sus hombros hasta manchar la camisa. Cuando se separan, cae al suelo como si estuviera muerto, de hecho lo está. Y el hombre del banco tiene en la cara restos del líquido carmesí, los ojos oscuros y lo que parecen venas, dilatadas entorno a ellos.

Peligroso.

- ¡Buuh!- Le dice saltando en su dirección y flexionando una pierna para quedar a su altura. Él sólo parpadea.- ¿No deberías estar corriendo a por tú mami?

- ¿Por qué?

- ¿Eres tonto u algo? Los niños tienen miedo en estas situaciones… Aunque, tú has corrido directo hacia el pervertido. Muy normal no eres.

- Tú tampoco eres normal.- Le escucha soltar una carcajada tras abrir los ojos inmensamente.

- Me agradas mocoso, ¿cómo te llamas?

- Alaric Saltzman.

- Vaya, alguien te odia mucho si te han puesto ese nombre.

- ¿Y tú cómo te llamas?

- Damon.

- A mi si me gusta el tuyo.- Le dice saboreando el nombre en su cabeza.- ¿Eres un vampiro?

- Si dijo que si, ¿te podrás a gritar?

- No lo sé, ¿vas a hacer algo para que grite?- Pregunta confuso y otra vez, el hombre se ríe abierta y ruidosamente como si le pillara por sorpresa la risa, como si no esperara poder reír otra vez. Ese pensamiento le trae de vuelta la sensación de asfixia que aparece cuando piensa en él.- Me gusta tú risa.

- Eres rematadamente raro.- Unas voces de adultos enfadados se escuchan acercándose, no tiene tiempo de decir nada cuando unos brazos le rodean y le elevan. El mundo se desfigura unos segundos hasta que todo vuelve a tomar forma y descubre que está al lado del banco.- Sería difícil explicar qué hacíamos al lado de un hombre muerto.

- Es verdad.- Ve a su madre de pie, buscándole con la mirada, probablemente preocupada por el revuelo que se está armando y por no verle.- Tengo que irme con mi madre.

- ¿Le dirás algo?- No pregunta a que se refiere.

- No.- Da unos cuantos pasos antes de detenerse y volver a mirarle dudando sobre si hablar o no.- Tú tienes el corazón roto.

- … ¡Vaya con el mocoso! Supongo que no lo sabes, pero los vampiros no tenemos corazón, por lo menos, yo he escogido no tenerlo.

- Me has ayudado…

- Tenía hambre.- Se encoge de hombros y se deja caer sobre el banco, recuperando la misma postura de siempre.

- Tal vez… Pero quiero que sepas que todas las heridas se curan.

- Aish… que mono, ¿eso te ha dicho tú mamá?

- Eso te lo dijo yo a ti.- No espera respuesta, sabe que él no va a añadir nada más y no tiene tiempo para insistir. Su madre está preocupada.

CONTINUARÁ...