Disclaimer: Como ya saben, los personaje no son míos,.. ¡ya quisiera!,.. son de la fantástica S. Meyer, yo, simplemente , los tomo prestados para soñar con ellos….

(N/A): Cumpliendo mi promesa de subir la nueva historia en esta semana, tengo el inmenso placer de presentaros el primer capítulo de mi primer Bebe; porque.. aunque "Sólo, sígueme" a sido la primera historia en subir, es esta la que lleva gestando bastante tiempo y créanme si les digo, que estoy tan nerviosa como el día que me puse de parto de mi primera hija..

¡ Espero que la disfruten y que me acompañen a lo largo de todos sus capítulos!

IMPORTANTE: Este fanfic es rated M, porque en el, habrá escenas de sexo explícito e incluso en algún capítulo algo de violencia. Si eres muy sensible, te aconsejo que no lo leas, si lo haces, es bajo tu propia responsabilidad.


"La chica del rincón."

Prefacio.

Una suave brisa le acariciaba la cara mientras el lento vaivén de la hamaca la mantenía en un sopor placentero. El relajante murmullo de las olas que la envolvía fue interrumpido por lejanas voces y risas, lo que provocó que una leve sonrisa se dibujara en sus labios. Sabía muy bien de quienes se trataban y se empezaba a preparar para que la tranquilidad, que hasta ese momento había tenido, desapareciera. Pero no lo cambiaría por nada del mundo, por fin había aprendido a vivir y aunque ese siempre sería el sobrenombre que él , cariñosamente, le daba, ella jamás volvería a ser... "la chica del rincón."

Y es que, no siempre hubo miel en la vida de Bella…

===000===

I.

Isabella Marie Swan, era la única hija de Charlie y Renée Swan. Tuvo, lo que podría llamarse, una infancia feliz. Los Swan eran una familia humilde de clase media; Charlie regentaba una pequeña asesoría que le permitía vivir desahogadamente; no es que nadaran en la abundancia, pero no tenían problemas para llegar a fin de mes; aún así, Renée insistía en trabajar medía jornada como camarera, lo que en ocasiones era motivo de disputas en casa.

Lo cierto es que Renée era un poco vanidosa y aunque amaba a Charlie y a su hija, muchas veces se deprimía por no tener lo que sus amigas tenían.

Bella, que adoraba a sus padres, odiaba verlos discutir y desde muy pequeña soñaba con conseguir un buen trabajo para poder ayudarlos, a si que, decidió que la mejor manera sería sacando buenas nota. Se preocupó tanto en sus estudios que se convirtió en una alumna muy destacada, y aunque eso hacía sentir a sus padres muy orgullosos, no evitaba las continuas peleas.

Pero todas esas disputas se quedaron en nada cuando un día, con la mejor de las intenciones, Charlie se dejo embaucar por un Broker a quién confió los pocos ahorros, que a base de mucho esfuerzo y sacrificio, habían conseguido acumular.

Bella jamás olvidaría el día que Renée cruzó la puerta de su casa para nunca más volver; no sin antes espetarle a la cara de su padre que estaba harta de gastar su vida con un perdedor. Y es que, a pesar de que sus padres se casaron totalmente enamorados, la precaria economía de los últimos años unido al estrés de tanto trabajo, comenzó a hacer mella en su matrimonio, que no soportó tan duro golpe.

Bella tuvo que ser testigo de cómo el matrimonio de sus adorados padres , entraban a formar parte de las estadísticas de separados.

Cuando Renée se marchó, Charlie cayó en una profunda depresión, lo que obligó a Bella a tomar el control de su vida y la de su padre a unos cortos dieciséis años. Con la responsabilidad que la caracterizaba , buscó un empleo a tiempo parcial para poder ayudar económicamente en casa mientras seguía estudiando; a partir de ese momento, sus prioridades fueron trabajar, asistir a clases, atender la casa y estudiar hasta altas horas de la madrugada.

Por supuesto, Bella no tenía tiempo para socializar con amigas y mucho menos para chicos. Su carácter jovial y alocado de cuando era pequeña se fue transformando en antisocial y frió.

Pero no todo iba a ser malo en su vida, pensó Bella, cuando una mañana el cartero le entregó una carta en el que le comunicaban que le habían otorgado la beca de estudios que solicitó. Sus calificaciones eran tan altas, que recibió una sustanciosa cantidad que le permitió ingresar en la universidad de Seattle y realizar la licenciatura en Literatura que tanto soñaba. Eso devolvió un poco de alegría a Bella que estaba empezando a sentir, que jamás tendría una oportunidad en la vida. Desde allí, tenía la posibilidad de mantener su trabajo para seguir contribuyendo en casa y estar cerca de su padre.

Charlie, a su vez, incapaz de superar el abandono de su mujer y sintiéndose culpable por todo lo que había ocurrido, se refugió en el alcohol, lo que hacía todo más difícil para Bella, ya que fueron incontables las veces que se vio obligada a buscarlo de bar en bar; y fue precisamente en una desafortunada noche, en la que Charlie manejaba totalmente ebrio, cuando ocurrió lo que definitivamente acabaría con las ilusiones de esa pequeña luchadora.

Charlie fue responsable de un accidente que no sólo lo dejo en coma, sino que segó la vida inocente del conductor del otro vehículo con quien impactó. El juicio fue rápido y su padre fue declarado culpable de homicidio imprudente. Evidentemente por su estado no pasaría a disposición judicial pero no se libró de la desmesurada indemnización que le fue impuesta y de la que tuvo que hacer frente la pobre chica.

Bella se sintió totalmente hundida y sola; ahora más que nunca, lloraba y lloraba sin cesar en la soledad de su habitación. Con sólo diecinueve años, tuvo que tomar decisiones que jamás pensó tener que tomar; pero el poco sueldo que ganaba a penas le daba para mantenerse y la beca sólo le permitía estudiar.

Vender la casa donde había pasado toda su corta vida fue un golpe muy duro pero indispensable, vendió también todas las pertenencias de relativo valor y aún así le quedó una tercera parte de la deuda que había contraído en nombre de su padre.

Si hasta entonces la vida de Bella había ido cuesta arriba, a partir de ahí, se podría decir…. que su vida perdió todo color.

Pero a pesar de todo, lo que a otros hubiera sumido en una drástica depresión, a ella la hizo más fuerte si cabe. Había aprendido a valerse por ella misma; sólo tenía que volver la vista atrás para saber que no podía deja su vida en manos de nadie. Eso fue lo que destruyó a su padre y ella no iba a cometer los mismos errores. Había aceptado que estaba en este mundo para hacerse cargo de los errores de su familia y se dijo a sí misma que sería el último eslabón.

Nunca más supo de su madre. Podría estar viva o muerta, podría haber formado otra familia o simplemente estar tan sola como ella, pero nunca se molestó en saber.

Habían pasado dos años desde que acabase la universidad. En la actualidad, Bella trabajaba doce horas al día, a demás de pasar todo el tiempo que le era posible con su padre, quien nunca despertó del coma y estaba ingresado en una residencia privada donde lo cuidaban las veinticuatro horas.

Consiguió un trabajo como dependienta en un pequeño supermercado. Su jornada allí comenzaba a las ocho de la mañana y se extendía hasta las tres de la tarde. Después, a las cinco y media, entraba en el que era su segundo empleo; su puesto era de administrativa en una pequeña editorial; y aunque había culminado la carrera con honores, lo más cerca que estaba de desarrollar su carrera consistía en atender a los montones de ilusos que creían tener capacidades para vivir de la escritura. Después de todo, tenía que agradecer que la vida la hubiese hecho madurar; a sus veinticinco años era más que conciente de que en esta vida, nadie te regalaba nada y las facturas no se pagaban solas.

Comenzó en este trabajo con muchísima ilusión. Quizás fue la primera y única vez que se permitió en soñar, que tal vez, si tendría una oportunidad para mejorar su vida. Para ella , conseguir un trabajo en una editorial, recién acabada la carrera, era todo un logro; lo que nunca imaginó, fue que su trabajo sólo consistiría en atender el teléfono, archivar documentación y como no, llevarle amablemente el café a su jefe, que para más INRI, se había encaprichado con ella a pesar de ser casado.

Para Bella era una verdadera tortura tener que lidiar con el acoso continuado de Michael, pero no se podía permitir el lujo de perder su empleo.

Como cada noche al terminar su jornada laboral, acudía a su cita diaria con su padre en la residencia; allí se quedaba hasta las once de la noche, horario en el que acaba la hora de visitas; para finalizar su rutina, regresando a su frío y solitario cuarto que tenía alquilado con el poco dinero que le quedaba después de hacer frente a los gastos.

Cada noche llegaba tan cansada que apenas se llevaba algo a la boca, se daba una rápida ducha y caía rendida en la cama.

El único lujo que Isabella Marie Swan se permitía, era pasar las dos hora que mediaban de un empleo a otro, en un café-bar, tomando un buen café acompañado de un buen libro.

Como cada tarde, Bella entraba a su oasis particular, inspiraba profundamente mientras cerraba los ojos permitiendo que el aroma del café la invadiera; con paso lento pero seguro, se dirigía a la mesa que, casualmente, siempre estaba libre para ella en el rincón más alejado y que se había convertido… en su rincón preferido. La pequeña y redonda mesa para dos estaba situada bajo el ventanal que, adornado con un traslucido visillo , le permitía ver lo que ocurría en la calle, pero a la misma vez, le daba privacidad.

El local tenía la decoración típica de los pub ingleses. Sus paredes estaban forradas de maderas nobles de un color oscuro y en ellas colgaban los típicos adornos, fotos en blanco y negro de Londres, escudos deportivos y otras particularidades del lugar. La iluminación era tenue pero suficiente, cada mesa era sutilmente iluminadas por pequeñas pantallas que pendían del techo y la música era suave y relajante..

Pero lo mejor de todo , a parte de su exquisito café, era que a esa hora apenas había clientela por lo que no se oía ese fastidioso murmullo.

Bella, como cada tarde, se quitó su chaqueta y la dejó sobre el respaldo de la silla; tomó asiento y sacó de su bolso el libro que estaba leyendo en esos momentos. Como siempre, giró su cara hacía el escaparate y se quedó mirando por un rato a los transeúntes que pasaban por delante; a veces, cuando veía algo que le llamaba la atención, como un niño tirando de la falda de su madre llamándole la atención o una pareja cogida de la mano cariñosamente mientras esperaba para cruzar la calle, una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios, pero que nunca llegaba a sus ojos que eran opacados por la tristeza; una honda, profunda y dolorosa tristeza, producto de la soledad que la acompañaba desde aquel fatal accidente.

Justo después del tiempo necesario para preparar un buen café; una mano grande y bien cuidada , que ya le era conocida, depositaba una humeante y aromática taza de café delante de ella. Bella, con los ojos cerrados, inspiraba el agradable aroma y con una pequeña sonrisa, le daba las gracias al camarero. Como era habitual , cuando los volvía a abrir, él ya había desaparecido y ella volvía a centrar su atención en la placentera lectura dando pequeños sorbos al exquisito y caliente café.

Ese era uno de los motivos por el cual seguía yendo a ese lugar. Desde el primer día en el que pidió su café, ya no tuvo que hacerlo más; cada día y desde hacía más o menos un año, esa cálida mano le servía el café tal como lo pidió aquella primera vez. Pero lo que más la motivaba a ir, era que jamás le llamaron la atención por ocupar una mesa durante tanto tiempo, con la simple consumición de un café y que jamás se acercaron a ella para mantener conversaciones vanas; parecía como si supieran lo importante que era para ella ese rato de paz.

Continuará…


(N/A): Quiero daros las gracias a todas y cada una de las que habéis tomado un ratito para leer mi primer Os; a todas y cada una de las que habéis dedicado un minuto de vuestro tiempo en escribir... que tal os ha parecido; a todas y cada una que la habéis añadido a vuestra lista de favoritos; y a todas y cada una que, a demás, me habéis añadido como autor favorito a mí. ¡GRACIAS DE TODO CORAZÓN!

Y ahora también, os doy las gracias a las que habéis leido hasta aquí.

Espero que os haya gustado...aunque, la única forma de saberlo es mediantes vuestros comentarios.

Un beso a todas y hasta el próximo capítulo. Habéis conocido a Bella..¿queréis conocer a Edward?...