Ufffff! O_OU me costó trabajo pero al fin pude traerles un capitulo de tamaño decente XD. =W= está lleno de jugo de limón para su disfrute BD y digamos que …es un pago por mi retraso.

Ya, sin más preámbulos, pasen a lo bueno.

-.-.-.-.-.-comenzamos!-.-.-.-.-.-

Capitulo 8: Relatos de amores prohibidos.

-su majestad…- el domador una improvisada reverencia.- el príncipe Ulqui.- anuncio tratando de no reír.

-vizconde.- le corrigió el joven pelinegro. –Ulquiorra Cifer, mi familia les prestó el terreno.

El asombro creció entre los cirqueros, al igual que la tensión que caía sobre el domador y el joven Ulquiorra.

-no habrá problema, verdad maestro Nnoitra?- el pequeño tesla fue el que rompió el silencio. –verdad? – sus ojos se entornaron para el mayor.

El devorador de espadas levanto los hombros despreocupado.

-yo no lo cuidare, así que me da igual.-

Grimmjow alcanzo a percibir el cuchicheo de los hermanos Grantz, les volteo a ver y los dos trapecistas le sonrieron con malicia.

-ustedes mantenga sus garras quietas.- les amenazo con un gruñido.

-no prometemos nada.- Il Forte ladeo su cabeza con inocencia.

-pero tal vez podríamos llegar a un acuerdo.- el sensual pelirrosa le ronroneo insinuante. –ya sabes cómo, no?- pero antes de que continuara, aquellas orbes azules le hicieron callar con una mirada.

Ulquiorra escuchaba atentamente sin saber qué hacer. Delante de sus ojos, los detalles de la fiesta comenzaban a surgir, los trabajos y deberes se repartían entre propuestas y protestas.

-listo!- al terminar, cuando todos habían recibido sus tareas y se iban ya, Grimmjow volvió a depositar toda su atención en el pequeño aristócrata. –aun quieres ir a montar?-

con rapidez el ojiverde movió la cabeza para asentir.

Grimmjow monto de un brinco sobre el lomo de su dócil animal, se acomodo en la silla y tendió la mano a su invitado. El aristócrata le sujeto con fuerza pero aun no veía como podría subir…cuando de un tirón, sin ningún esfuerzo, el domador le jalo y le sentó atrás de él.

-agárrate.- le advirtió, Ulqui obedeció y poso sus manos en los hombros del peliazul.

-así no.- Grimmjow acomodo las manos del aristócrata rodeando su pecho. –No vayas a soltarte o te caerás.- golpeo con el talón a su caballo y este comenzó a andar. –te mostrare lo que puede hacer un jinete experimentado.

El joven de ojos verdes dudo un poco, sentía extraño el tener su cuerpo pegado a la espalda de alguien, sentía la respiración pausada y sutil del domador, expectante como el de una fiera al acecho.

-a donde vamos?- Ulquiorra se asomo por sobre el hombro del domados, mientras con un trote elegante el caballo los llevaba lejos del circo.

-vamos a recorrer tu propiedad.- Grimmjow volvió a espuelear al equino y el paso de este se hizo más veloz. –puedo apostar a que no conoces ni la mitad de tus terrenos.

El joven vizconde no respondió, se escondió a espaldas del peliazul bastante apenado; Grimmjow tenía razón, el no conocía ni el 10% de sus propiedades.

-je, creo que adivine.-

De pronto el caballo comenzó a galopar como si lo siguiera el diablo.

-ah!- Aquel movimiento tan brusco hizo que Ulquiorra sintiera muy cerca la posibilidad de caer, y el instinto le hizo aferrarse al cirquero, acercándose más, si eso era posible.

Grimmjow no se molesto, pues esto le permitió percibir mejor al ojiverde. Podía sentir el miedo y la emoción que recorrían el cuerpo de aquel joven. Mientras Cheret corría brincando setos y rodeando arboles, parecía que desbocaría. Pro el jinete lo tenía bien controlado, cada movimiento de su cuerpo estaba coordinado con el del equino.

Ulquiorra se comenzó a sentir un tanto cómodo, con el viento que pasaba a su alrededor y se sentía tan bien. El cuerpo que sujetaba era cálido y su latido…su latido era reconfortante.

Al poco rato llegaron a un claro, Grimmjow detuvo al fin la carretera y dio un merecido descanso al caballo

-no sabía que tuviéramos un lago.- Grimmjow bajo al noble del equino y sujetando de las riendas a Cheret le llevo a beber a la orilla del cristalino lago. Ulquiorra miraba aquel fértil terreno sin poder creer que fuera parte de los terrenos de su casa, nunca lo había visto.

-ni yo, Szayel lo encontró.- los dos hermanitos Grantz les gustaba merodear por ahí en busca de "lugares Divertidos", era un sutil recuerdo de su pasado, un recuerdo que no podrían borrar. –es un gran lugar, no?- una sonrisa invadió los labios de aquel hombre tan salvaje

Y Ulquiorra la miro con curiosidad, las dudas le invadieron.

-es…tu pareja?- pregunto mientras se acercaba a la orilla y tocaba con sus dedos la superficie del agua, maravillándose de sentirla fría y fresca

Grimmjow sintió como su corazón se paralizaba y su mente se lleno de la sensación de unas manos y una sonrisa particular, palideció por un instante…y Ulquiorra se vio en la necesidad de repetir la pregunta.

-es tu pareja?

-Quien?- aun sin recuperarse de aquel susto, Grimmjow trato de controlar su voz.

-el joven Szayel.- el pelinegro aparto su mirada del reflejo de agua.

aquel nombre pareció tranquilizar al domador. Grimmjow se sentó al lado del heredero y le miro con esos ojos tan fanfarrones.

-gracias a dios no, Szayel ya tiene pareja.- respiro más que aliviado. – y es su compañero ideal. Los hermanos Grantz nacieron el uno para el otro.

Aquel apellido le era familiar al joven noble, lo había escuchado antes de boca de su abuelo.

-Grantz?- Ulquiorra le miro curioso y un tanto intrigado. –como los hospitales Grantz?

-exacto.- de entre los arboles salieron los dos hermanos, sentados en una carreta que traía un tinaco. Szayel se fijo en el domador.- tomaste el camino largo, eh cariño?- le dijo mientras se acomodaba el cabello

-me gustan los paseos largos.- el domador se recostó sobre la hierba. –que hacen aquí?

Los dos hermanos rieron llenos de complicidad.

-a Cirucci se le acabo el agua en pleno baño.- Il Forte bajo de un brinco de la carreta y mostro muy orgulloso la llave inglesa con la que había arruinado el baño de la joven. -y vinimos por mas.

-ustedes son parientes del doctor Dorian Grantz?- Ulquiorra intervino.

-si, sus hijos para ser precisos.- Szayel jalo una manguera de la carreta y la arrojo dentro del lago, se acerco al pelinegro y sonrió al ver la cara de susto que tenía. -parece como si vieras a un fantasma.

-p-pero estaban muertos…- murmuro el de ojos verdes. El había asistido al funeral de los gemelos Grantz 6 años atrás, lo recordaba, sus padres habían regresado especialmente para ello.

-¿Eh? ¿Muertos?- el rubio trapecista comenzó a reír.

-al fin papá no mato.- Szayel se estremeció emocionado, estiro los brazos al cielo y con una pequeña pirueta comenzó a caminar sobre sus manos.

Ulquiorra le miraba bastante confundido.

la familia Grantz era muy reconocida por su larga descendencia de doctores, y el líder de la familia, Doriant Grantz era el docto particular de su abuelo desde que tenía memoria. Había escuchado del grave accidente que había tenido los dos gemelos, aquel accidente en la carrosa en el que habían perecido, ¿cómo estaban vivos ahora?

-no ponga cara de susto.- el pelirrosa acaricio suavemente la mejilla del aristócrata y se sentó a sus espaldas. -si gustas te cuento….- le susurro. -el por qué estamos muertos.

-.-. back-.-.-.-

-mmh no mas, ¡no!- pedía con gemidos el pelirosa, su cuerpo apresado contra los estantes llenos de componentes para las medicinas, se estremecía y se movía al ritmo de aquel falo erecto que profanaba su cuerpo. -mmh ah por favor! ¡Ya no hermano! ¡Il forte!-

-mas, suplica mas.-el rubio le mordía le lóbulo de la oreja y le jadeaba con la perversión en los labios. -dios, amo violarte. Amo tu voz rogando por piedad.-

El joven gemía tratando de no sonreír, no quería que le castigara, bueno, tal vez sí, pero no quería que le privara del placer que su cuerpo sentía

-aah!- Il Forte tiraba del cabello de su hermano.

-dime a quien quieres.- aquella lengua golosa dejaba su marca por aquella tierra tan lujuriosa. Pero el hermoso pelirrosa no podía controlarse, no era capaz de articular palabra. -¡DÍMELO!-

-¡AAH!- los dientes de su hermano se clavaron en la curva que formaba su cuello al desvanecerse en el hombro, casi arrancándole la piel, tan solo unos segundos de presión y ya se podía notar el color violáceo bajo la piel.

-¿a quién?-repitió el mayor.

-a-a… ¡a ti!- Szayel se estremeció mientras le recompensaba, la mano de su hermano le mimaba. -¡aahm! mmmh te… ¡te amo!- su miembro erecto rozaba contra los fríos frascos haciéndole enloquecer de puro placer.

La puerta resonó, una enfermera llamaba desde afuera, golpeando suavemente sus nudillos contra la madera.

-¿doctor Szayel?- llamo con su voz terciopelada.-la señora carlota de Ruit está aquí.- le informo; aguardo un poco y pregunto. -¿le hago pasar?-

-ah…- Szayel trato de recuperar su respiración, su cordura y la voz. -no, deme un minuto, saldré por…ella ensegui-da.- Il Forte le robo un último beso y se aparto de su hermano.

El mayor de los hermanos jadeo y se dejo caer, sus piernas temblaban y le había sido imposible mantenerse en pie. Con trabajo se estiro para tomar sus pantalones, sus manos temblaban mientras subía la tela por su cuerpo.

Il forte se arreglaba, acomodando su camisa y moviendo su largo pelo, sus ojos observaban la fragilidad momentánea de su hermano y trataba de contenerse.

Szayel se sujeto de los estantes para poder ir a la puerta y quitar el seguro, agradecía a dios por su bata blanca, le permitía esconder la urgencia que no le habían permitido calmar.

-bienvenida, madame Ruit.- saludo cordialmente al abrir. La mujer, una señora ya mayor, le tendió la mano y Szayel se la beso como saludo. -me alegra verla tan fuerte y mejorada.

-oh gracias.- la mujer le miro.- espero no haberlo interrumpido.

-claro que no madame, solo platicaba con mi…- Szayel levanto la vista, pero no encontró ni rastro del rubio. -¿hermano?...-

-¿Il Forte?- la señora sonrió. -no ha cambiado nada, aun desaparece como fantasma.- lentamente la señora se acerco al escritorio y Szayel le escolto para evitar que le mirara a detalle.

-sí, es bastante escurridizo.- Szayel le ayudo a sentarse y se dirigió al otro lado, esforzándose por no flaquear. Se sentó frente a la mujer y le sonrió. -¿que puedo hacer por usted?.-

-vengo por mi medicina, me termine la solución ayer.- aquella mujer de canos cabellos era clienta habitual del pelirosa.

-¿y como se ha sentido?- Szayel comenzó tomar algunos de los elementos para el compuesto, frascos que se encontraban sobre el escritorio y en el librero que estaba tras él.

-bien, muy bien.- la señora le respondía amablemente.

Algo comenzó a deslizarse por la pierna del doctor, el chico se estremeció y se hizo un poco para atrás tratando de ver que ocurría, pero no lo logro, por su otra pierna subió algo mas y se dirigió inmediatamente a su entrepierna.

-ah…- el galeno no pudo contener aquel gemido, aun estaba muy sensible y el maldito de su hermano, que estaba escondido bajo el escritorio, se estaba aprovechando de ello.

-¿Ocurre algo?- la dama se acomodo los anteojos.

-me pase de árnica.- murmuro, respiro profundo mientras bajo el escritorio el rubio comenzaba a bajar el cierre del pantalón. –Quedara un poco amargo.- le comento a la señora.

-oh no se preocupe doctor, al diluirla en el te pierde el sabor.- aun con su cansada visión, carlota de Ruit podía apreciar es temblor en las manos de su médico. -¿como les fue en el viaje?- pregunto esbozando una sonrisa. -se tomaron más tiempo del esperado eh?-

-si.- Szayel se acomodo en su elegante silla, tratando de obstruir el paso a las perversiones de su hermano, pero il forte era muy hábil, conocía a la perfección los puntos débiles del cuerpo humano. -perdimos la noción del tiempo.-

-¿durante dos años?- bromeo la mujer.

Crash! El matraz medidor se cayó de manos del galeno.

-¿doctor Szayel?- la mujer se preocupo y se levanto tratando de saber que había pasado.

El doctor se encontraba en shock, sus labios entreabiertos temblaba sutilmente mientras sus ojos se perdían ene l fondo del consultorio, como si le hubieran arrancado el corazón.

-¡señor Grantz!- clamo la mujer tocándole el rostro.

-¡ah! -el joven regreso a la realidad, miro el matraz en el piso y sonrió nervioso para la dama. -lo siento, me…maree un poco.- mintió.

Podía sentirlo perfectamente, bajo el escritorio su hermano había comenzado a lamer su miembro aquello labios se deslizaban por su piel lentamente.

-esta sonrojado, ¿se siente mal?- su mente se desviaba de la realidad para sumirse en el placer de su cuerpo, su cabeza callo suavemente tratando de ocultar aquella sonrisa placentera, aquella cara de deseo.

-a-aun no me recupero.- murmuro mientras su mano abría un cajón y sacaba otro frasco para medir. -el cambio de altura me afecto d-demasiado.-

-ya veo.- aquello tranquilizo a la dama, tenía miedo de quedar contagiada por alguna enfermedad que los hermanos hubiera traído de su viaje por toda Asia.

-hay…mucha di-diferencia entre el convento y nuestra casa.- murmuro el doctor con dificultad, estaba alcanzando el límite de su cordura. -tal vez no debí…a-acompañar a mi hermano.- titubeo al hablar.

-¿no disfrutaron el viaje?- Szayel rebusco en el cajón de su escritorio y tendió un paquete de fotos a la mujer, eran algunos recuerdos de sus viajes, solo algunas, había otras que no podía mostrar a nadie.

-pues…il forte se la paso entrenando.- dijo con fastidio el joven de rosado cabello, mientras con su pierna trataba de alejar a su hermano. -pero, mientras aprendí mucho con los médicos orientales.- Szayel le acerco un pequeña caja de madera muy fina, adornada con algunos dibujos de garzas.

-¿esto qué es?- la mujer aparto un poco las fotos y miro la cajita abriéndola con cuidado, dentro las agujas de acupuntura resplandecían felices de ver la luz del día.

Szayel le entretenía tratando de disipar su atención, que no viera como su cuerpo se tensaba lentamente.

-mmh…- Szayel se sujeto la frente, cubriendo sus ojos con su mano, ocultando aquel gesto de sádico placer. - s-son agujas de acupuntura, u-una milenaria técnica de curación. Co-menzaremos a usarla muy pronto.

-ya veo.- la señora miraba con curiosidad las finas molduras de aquella cajita palpando la fina seda en sus marchitos dedos.

Szayel se estremeció, su hermano jugaba lamiendo la punta de su miembro con lentitud, besándolo y mordiendo con suavidad.

-a…ah.- Szayel apretaba los labios, esforzándose por no soltar un gemido, esforzándose por no venirse en la boca de su hermano, no le daría el gusto. Con la mano aun temblorosa, terminaba de preparar el medicamento de su paciente. La mujer miraba las fotos intrigada.

-mmh…- el gemido de su hermano llego a sus oídos.

Ya no mas, Szayel no pudo contenerse y se estremeció, por sus labios corrió un sutil rio de sangre, se había mordido la lengua para no gritar. Su cuerpo se tenso hasta casi tronar los huesos de su espalda y se dejo caer en la silla riendo complacido.

-¿doctor?- la dama le miro sin entender lo que pasaba.

-ah, los siento.- se disculpo el doctor. Trato de normalizar su respiración y se aclaro la garganta. -aun me siento mareado.- con suavidad tendió el frasco de medicamento a la señora. -perdone que no le acompañe, pero no creo poder pararme.- le murmuro enderezándose un poco y dejándose caer sobre la silla.

-oh no se preocupe.- la dama se levanto y agradeció, podía ver que el doctor no se encontraba del todo bien. -espero mejore, no me gustaría perder a mi doctor favorito.

Szayel se despidió agitando su mano y en cuanto la puerta se cero, dio una fuerte patada a su hermano.

-¡qué demonios te pasa!- le regaño con la cara roja, sintiéndose libre de expresar sus emociones.-¡¿tu quieres que me ejecuten por faltas a la mora?-

-de que te preocupas, te gusto mucho.- le dijo el rubio aun relamiéndose y limpiando de su rostro las gotas de tibia leche.

-¿tenias que hacerlo frente a la presidenta del club de la moral?- insistió el pelirrosa arreglándose el pantalón.

-ay, esas señoras se persinan todo el día, pero son de lo mas pecadoras.- le aseguro el rubio sentándose en la silla del escritorio. -ni siquiera se dio cuenta.-

-¡jo!-Szayel se sentó en la mesa y sonrió, al final no podía negarlo, había disfrutado todo el juego. –tch! Al menos avísame antes de meterme mano! –se quejo.

Il Forte se levanto y fundió sus labios con los de su hermano buscando que con aquel beso le perdonara. Pero algo les interrumpió… la puerta del consultorio se abrió de par en par, exponiendo el amor prohibido de los hermanos.

-p-padre? – pregunto Il Forte al ver entrar a un hombre de cabellos rubios platinados

-.-.-.-.-.-.-.- fin del octavo capítulo-.-.-.-.-

BD kukukuku soy mala, que será de los lindos Grantz? Esto es solo la mitad de su pasado en el próximo capítulo….se revelara su misterio.

si ya leyeron esto y no dejan un review…Aizen-sama se encargara de censurar todo el lemon que seguirá XD