Mi período oscuro ha pasado. Estoy mejor. Me siento mejor. Les agradezco todo el infinito apoyo que he recibido por parte de ustedes, en verdad quiero que sepan que son las mejores. Quizás, si hubiera escrito durante todo el año pasado, hubiera terminado matando a cada personaje con una nueva bomba atómica en Japón… Y eso no hubiera sido justo para ustedes. He descubierto que extraño escribir y, ¿qué mejor forma de hacerlo sino escribiendo sobre CCS?

Les traigo una nueva historia, con un viejo título.

Disfruten.

Sakki

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"My Sweet Bodyguard"

Por Sakki-chan

Teaser

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"Eriol, eres un maldito."

Cuando Shaoran Li había decidido dejar sus días de detective atrás, por una u otra situación desagradable que no valía la pena recordar, nunca esperó terminar haciendo esto. De hecho, ser policía era todo lo que sabía hacer, así que no se alejaba mucho de su rango de habilidades… pero esto seguramente era considerado abuso en algún lado del mundo. Había creído que la Escuela Militar había sido una violación a sus derechos humanos, pero en comparación a esto aquello había sido una linda caminata en el parque, con un daiquirí en la mano y una mujer en su regazo.

Y ahora estaba al límite.

Y Eriol, su jefe y el que supuestamente se llamaba su "mejor amigo" estaba detrás de su miseria.

"¿Qué sucede?" Preguntó el implicado, con esa maldita sonrisilla que siempre lo había caracterizado, incluso cuando su teniente los había levantado con una cubeta de agua helada en mano. Pero Shaoran no estaba dispuesto a soportar su sonrisa de satisfacción mientras él se embolsicaba todo y él…sufría.

Consideró a Eriol por un momento, mientras respiraba para intentar calmarse. Pero había un distintivo olor a incienso que hacía que sus intestinos bailaran tap—y un mal tap, por cierto— y que bilis se agolpara en su garganta. "Mierda, ¿qué diablos es esa pestilencia?"

Pero Eriol sólo se encogió de hombros. "Incienso, por supuesto."

A lo que Shaoran, tuvo que apretar sus dientes y encoger los puños debajo de la lujosa silla para evitar atravesársela entre los cuatro ojos que lo miraban…

"Tú sabías a lo que me metía desde un principio, ¿no?" Le reclamó, pasándose una mano por los cabellos desordenados… tan desordenados como había sido su vida desde que había tenido la desgracia de conocerla a… ella.

"No sé de qué diablos me estás hablando," Bostezó Eriol, escondiendo sus narices detrás del periódico, mientras se reclinaba en la comodidad de su silla de cuero, en su elegante oficina del centro de Tokio. Oficina, que seguramente había conseguido, no trabajando con esfuerzo, sino más bien a expensas de los incautos como él, que habían caído en su juego.

Shaoran suspiró. No tenía a nadie más a quien culpar de su desgracia de no ser sí mismo.

Pero era muy tarde para lamentarse.

Shaoran frunció el ceño. No. No era muy tarde para lamentarse. Sí, tenía deudas qué pagar. Sí, tenía un estómago que alimentar—el suyo—. Pero, probablemente, las deudas podían ser apiladas por un par de meses. Y gracias a su entrenamiento, probablemente podría sobrevivir por un par de semanas a punta de agua. No que no pudiera gastar algo de sus ahorros en comida. Pero quizás esos tendrían que irse con el alquiler del mes. ¿Y si no pagaba? ¿Podría vivir en su auto? Sí… quizás si podría. Podría asearse en los baños públicos…aunque el pensamiento le trajera pesadillas.

Sí. Podría hacer todos esos sacrificios. Sin embargo, lo que no estaba dispuesto a hacer era aguantar un día más bajo el servicio de Kinomoto.

Ni. Un. Día. Más.

"Renuncio," Soltó de repente, y las palabras lo sorprendieron a él mismo, pero extrañamente, le trajeron un sentimiento de bienestar y placer que no había percibido en meses. Para ser más exactos, dos meses.

Eriol estudió al hombre sentado detrás de su escritorio y no pudo evitar fruncir la nariz en disgusto… y decepción. Si Shaoran Li, el hombre más fuerte que él conocía, lucía ojeras debajo de sus ojos, no se había afeitado en probablemente una semana y estaba seguro que no se había cambiado de ropa en un par de días; entonces el caso era uno totalmente perdido. Tendría que romper el contrato con los Kinomoto inmediatamente, sea cuales fueran las consecuencias.

Y devolver el depósito de cien mil que había recibido por sus servicios.

Sabía exactamente lo que estaba pasando. Shaoran estaba a punto de quebrarse, como tantos otros habían hecho antes que él, los más débiles en un par de horas… y Li había alcanzado el mayor récord, que seguramente otorgaba un Guiness.

"¿Y si te doy un bono de diez mil? ¿Con eso sería suficiente?" Eriol levantó sus cejas, intentando ser persuasivo. Sí, era un maldito como Shaoran le había acusado, pero negocios eran negocios, sin importar si tu mejor amigo no había dormido en semanas o peor, no había disfrutado de compañía femenina… a excepción de su cliente.

El pensamiento de Shaoran con Kinomoto le trajo una oleada de carcajadas que prefirió suprimir a beneficio del hombre. Y de que aceptara la propuesta, por supuesto.

Pero Shaoran estaba decidido.

"Es peor que prostituirse. Es perder cada pedazo de dignidad, honor y hombría que me queda Eriol, así que puedes meterte los diez mil por el…"

"¡Eriol!" La puerta de cerezo se abrió intempestivamente para dejar pasar a su esposa, Tomoyo Daidouji-Hiiragizawa, una de las diseñadoras más famosas en todo el país, no sólo por su línea de ropa interior sino también por su carácter. Shaoran estaba demasiado ocupado echando dagas por los ojos como para reconocer la interrupción. Conocía a su mujer—llevaban diez años casados— y el ceño fruncido nunca podía significar nada bueno.

Se pasó los dedos por la sien, sintiendo un dolor de cabeza que se aproximaba con rapidez. "¿Qué pasa ahora?"

Tomoyo entrecerró su mirada. "Pasa, pasa marido mío, que vas a tener que elegir. He llegado a mi límite. Y créeme, si te he soportado a ti durante diez años de matrimonio y dos más de noviazgo, eso es decir bastante." Se sentó a lado de Shaoran, como si formaran una asociación secreta en su contra.

Estupendo.

"Decide. Es Kinomoto o soy yo," Soltó ella, entrecerrando los ojos. Eriol tuvo que recordarse que su mujer era dulce, muy, muy dulce cuando ella así lo deseaba. Pero, a decir verdad, no lo era tanto cuando algo se interponía en su camino. Su pequeña pitbull, por supuesto. Y esta vez quien se interponía entre lo que ella quería, traía nombre y apellido.

"Hablaré con Fujitaka Kinomoto para ver qué se puede hacer…"

Ante eso tanto ella como Shaoran levantaron la cabeza. "¡No!"

Eriol frunció el ceño. Dios. ¿Qué podía ser difícil sobre manejar a una mujer? A él le había parecido agradable. Más que agradable, de hecho.

Fue Shaoran quien interrumpió sus ponderaciones. "¿Te hizo buscar su dentadura?"

Tomoyo lo miró agitada. "No. Me hizo ponerle mis diseños. Y allá abajo hay una selva bien podada si entiendes a lo que me refiero." Se estremeció delicadamente.

Shaoran no fue tan agraciado. Su cara se tornó verde, como si quisiera…"Creo que voy a vomitar,"

"¿Vas a renunciar?" Le preguntó ella, mientras le daba una palmadita de simpatía en el hombro.

"Sí. ¿Tú?"

Tomoyo suspiró. Lucía culpable. "Ya lo hice,"

"Oh, por Dios. ¡Son unos flojos! ¿Qué tan difícil puede ser una anciana de 89 años? Es una anciana ni más ni menos. No importa que tenga más dinero que lo que pueda gastar en todo lo que le queda de vida."

"¡Es que Sakura Kinomoto se te mete debajo de la piel, Eriol! ¡Es en serio! ¿Sabes que no recuerdo la última vez que pude dormir con tranquilidad? 'Li, pedazo de incompetente. Mueve el trasero. Necesito ir al baño.' 'Li, toma mi remedio. Creo que intentan librarse de mí.' '¡Li! ¡Alguien robó mi dentadura!' '¡Li, Li, Li!' Estoy volviéndome loco. ¿Y quién no intentaría librarse de ella? ¡Diablos, yo haría el trabajo y de gratis! ¡Esa mujer no necesita un guardaespaldas, necesita un loquero!"

Eriol esperó a que se lo sacara del pecho. "¿Y tú, Tomoyo? ¿Cuál es tu excusa? Apenas y si ves a la mujer cada dos semanas y por un par de horas,"

Tomoyo se encogió de hombros. "La vida es muy corta para aguantar a alguien como Sakura Kinomoto."

Eriol sintió la necesidad de un cigarrillo. O de un whiskey. O de ambos. Pero como había jurado dejar sus vicios atrás, respiró profundo para intentar encontrar una solución al gran problema que representaba una anciana que no quería ser resguardada… Y cuyos familiares le habían pagado más que diez trabajos en conjunto por adelantado y en efectivo.

Debería haber sospechado que no sería nada fácil lidiar con ella, dado el pago. Nadie en sus cabales pagaría tanto por seguridad, además del hecho de los cuantiosos contratos con su esposa por el diseño de ropa interior atrevida… en una línea geriátrica, para esconder los defectos y resaltar… la madurez. Dios. Ni siquiera quería entrar en el tema.

Pero era la facultad de Tomoyo renunciar, así como era su facultad continuar con el resguardo.

"¿Turnos rotativos? ¿Horas extras? ¿Un mes de vacaciones? ¿Qué puedo hacer para convencerte, Shaoran?"

Pero el ex detective mostró una sonrisa de satisfacción, cruzándose de brazos.

"Nada."

Mierda. Eso podría ser problemático. Kaho, Yamazaki, Yue y Yukito, además de Chiharu y Naoko, todos habían pasado por las manos de Sakura Kinomoto… y regresado suplicando por mami.

Shaoran era el último. Y también la última esperanza.

"¿Y si te despido?" Había intentado persuadirle por las buenas. Quizás la intimidación funcionara.

Shaoran levantó una ceja. "No puedes despedirme. Ya renuncié,"

Era cierto. Diablos. Ahora sólo le quedaba el último de los recursos.

Rogar.

"Por favor, Shaoran. Viejo, en verdad te necesito. Eres la última persona que tengo disponible,"

Shaoran se encogió de hombros. "¿Si? Pregúntame si me importa. Ahora Chiharu está en mi reemplazo y apuesto que la está sacando de quicio, así que ya date por vencido, no habrá quien tome en mi lugar y tenga algo de cordura. Además si te sirve de consuelo, la mujer no necesita un guardaespaldas, eso de que existe una conspiración en su contra sólo existe en su senil cabeza. Y si paso un minuto más con ella, será tan real como su crema para hemorroides,"

Eriol y Tomoyo lo miraron. "No me digas que…"

Shaoran escondió la cara entre sus manos. "Sí. No quiero hablar del tema. Es una etapa oscura de mi vida que prefiero…"

El teléfono timbró. Eriol levantó el auricular.

"Hiiragizawa habla. Chiharu, te escucho. Cálmate, cálmate. ¿Qué, qué?"

Tanto Tomoyo como Shaoran miraron a Eriol palidecer y soltar el teléfono.

"¿Eriol, amor?"

"Eriol, reacciona. ¿Qué está pasando?"

Pero Eriol no dijo nada. Parecía encerrado en su propio mundo y lo único que lo delataba de no encontrarse paralizado, eran sus ojos, que parpadeaban con incredulidad.

Shaoran se levantó para tomar el auricular. "Chiharu, ¿qué te hizo la bruja?"

Del otro lado de la línea, Chiharu, una mujer que probablemente estaba tan bien o mejor entrenada que él mismo, prorrumpía en llanto.

"¡Oh, Li! ¡Lo siento mucho!"

Shaoran suspiró. Era de esperarse. No podía dejar a la anciana ni dos segundos. Más valdría que Eriol cumpliera con esos diez mil. Diablos, ¿qué era un poco de crema para hemorroides en comparación con diez de los verdes?

"Tranquila, Chiharu. Pásamela al teléfono, yo la pondré en su sitio."

Pero Chiharu estaba histérica. "Está bien, tranquilízate. Ella se comporta así, pero creo que en el fondo si tiene alma. Digo, si su familia aún la quiere. Ya voy para allá, y dile a la deschavetada que no le gustará haberte ofendido." Shaoran colgó, sin que su compañera le pudiera decir otra palabra más… o perforarle los tímpanos con sus chillidos.

Sheesh.

"Está bien, tonto con suerte. Regresaré con Sakura. Digo, si cumples con tu palabra, porque caso contrario…" Shaoran se frunció al ver que su jefe, aún no reaccionaba. Tomoyo y él intercambiaron miradas furtivas de preocupación.

"Ok, Eriol, no es para tanto. No es como si fuera la primera vez que Chiharu ha llorado por algo que ella le ha hecho…"

"Ella está muerta."

Shaoran frunció el ceño. "Oh, vamos, Eriol, no es para que despidas a Chiharu. Sé que es un poco una reina del drama, pero es buena en su trabajo. Además, ¿a quién convenceré de que me reemplace si no es a ella? Los demás…"

Pero lo que salió de la boca de Eriol en forma de susurro, lo detuvo en su retahíla. En seco.

"Sakura Kinomoto está muerta, Shaoran. Alguien le disparó cuando se dirigían al salón de belleza. Está muerta,"

Continuará…

N/A:

Sí, algo súper cortito, pero de eso se trata un teaser, ¿no? En fin, espero que les haya gustado. La historia se me presentó un rato en la cabeza… y dije, ¿por qué no? Espero que aún se acuerden de mí.

Me olvidaba, ¿alguien quiere ser mi beta? ;) Necesito una con urgencia, así que se receptan carpetas…

Un beso,

Sakki.

PD: ¡Dejen review! Siempre es lindo escuchar su opinión.