*Editado 16/06/2011- para correcciones ortográficas.

Bueno chicas, y aquí va el último capítulo.

stel36, Flopi, LuluuPattinson, CuppyCaqe, lmabt, Monii-lunadawn, isa-21 y laubellacullen94. Muchísimas gracias por vuestros reviews y vuestros ánimos ¡Espero veros de nuevo!

Gracias muy especiales a Irene, la playfulgirl que inspiró esta historia. Nena, ¡eres mi musa! Te quiero.

Espero que os guste.


- Pov Irene-

Hummm, acabo de despertarme. Mantengo los ojos cerrados.

El cuerpo de mi camarero - ¡mierda! Debería haberle preguntado cómo se llama – está encajado completamente al mío. Puedo sentir cada centímetro de su piel desnuda y caliente contra mi espalda, su mano está descansando sobre mis pechos. Una oleada de deseo me sacude, erizando mi piel. Mis pezones se endurecen contra su laxa palma.

Estoy exhausta y me siento perezosa, los recuerdos de la noche anterior me abruman. Y yo no soy nada fácil de abrumar…

Al principio, cuando vi la habitación y comprendí que era lo que le gustaba, me rebelé, quise dejarle claro que no sería fácil dominarme, por mucho que la idea me excitara. Siempre me ha gustado llevar la iniciativa, hacer perder el control a los hombres.

Pero desde el momento en que él dominó la situación, desde que me desnudó, provocándome, quemándome con sus expertas manos, tentando mi piel para ponerme a mil sin llegar a tocar las partes de mí que más lo deseaban, comprendí que resistirme a su poder iba a ser difícil, que en realidad no lo deseaba. Intente hacerlo, jugué con él, me burlé, provocándolo intentando manejar también la situación.

Pero al final me abandoné a la extraña necesidad de seguir sus instrucciones sin cuestionarlas, de complacerle. Su presencia, las sensaciones que proporcionaba a mi cuerpo, me desbordaban.

Me entregué por completo. Había sido la mejor noche de mi vida. Y eso me confundía.

Ahora, mientras sentía la extraña, y nueva para mi, sensación de cobijo estando en sus brazos, luchaba contra la costumbre arraigada en mi de huir de entre los brazos de mis amantes.

Al fin me decido a abrir los ojos. Por una pequeña ventana entra la luz del día ¿Qué hora será? Y entonces la realidad me golpea, hoy por la noche tengo que coger un avión. Cierro los ojos de nuevo, y me concentro en memorizar este momento, su cálida piel contra la mía, su mano llena de mis pechos, rememoro ese momento perfecto en que su enorme polla me embestía gloriosamente mientras yo estaba atada de manos y pies... humm, mejor lo rememoro en otro momento, empiezo a sentirme húmida y palpitante e inconscientemente hago planes para quedarme un poco mas… me despido interiormente de él, tras un profundo suspiro empiezo a moverme con cuidado para salir del cepo de sus brazos y piernas, va a ser difícil escapar sin despertarlo.

Tras unos segundos de sigilosa lucha me rindo, es imposible huir de la fuerza de sus brazos, está aferrado a mí como si yo fuera una tabla de salvación en un naufragio. El continua dormido, inmóvil y con respiración acompasada… pero me doy cuenta que hay una parte de su cuerpo, presionando mi trasero, que se a desperezado rotundamente. Irene, no pienses en su polla ahora, tienes que irte. Me digo a mi misma.

Me retuerzo entre sus brazos para ponerme de cara a él.

El muy cabrón está despierto y parece divertido por mi intento fallido de escapismo.

- Bueno días, nena ¿ibas a algún sitio?

Sus ojos azules se pueblan de adorable arruguitas de la risa, y mi enfado se evapora, siento una sonrisa traidora y tonta en mi cara cuando ya es demasiado tarde para contenerla de forma natural.

- Tengo que irme, grandullón.

- No quiero que te vayas… - confiesa con dulzura, aunque sus ojos empiezan a mirarme con deseo -. Quiero jugar más contigo – presiona su polla contra mi estómago para darle más énfasis a sus palabras y sus manos se deslizan por mi espalda hasta darle un buen apretón a mi trasero.

Joder, hay una parte de mi cuerpo que está totalmente de acuerdo con él. Esto va a ser difícil.

- Créeme, a mí también me gustaría quedarme a jugar contigo, pero mañana a las 5 de la mañana regreso a Madrid, tengo que recoger las cosas de mi hotel y no tengo ni idea de la hora que es… pero teniendo en cuenta lo larga que fue la noche tiene que ser tarde.

Su preciosa sonrisa se borra de su cara, y parece triste. Me asombro de que esta mañana sus emociones se lean tan claramente en su rostro, no lleva máscaras y eso me desarma, me siento tan mal por haberle hecho perder esa sonrisa…

Su expresión cambia, pensativo y dice:

- Bueno ¿y en qué hotel estás?

- En el Stanley Hause.

Se le ilumina la cara.

- Conozco al dueño… si te parece bien, podría arreglarlo para que te permitiera recoger por la tarde y podrías traer las cosas aquí hasta la hora de irte. Las de tu amiga también, por supuesto. Y cuando cierre el bar os llevo al aeropuerto.

Le miro con los ojos entornados un momento, sopesando su propuesta, y en seguida una traviesa sonrisa se extiende por mi cara.

- Vaya… realmente parece que tienes ganas de seguir jugando.

Deslizo mi mano por su estómago hasta llegar hasta su polla. La siento palpitar contra mis dedos.

Él pega un brinco y levanta una ceja divertido.

- ¿Me tomo esto como un sí?

- Déjame consultarlo con Bella.

- Me parece bien… pero creo que buscas el móvil en el sitio equivocado.

Le dedico una sonrisa maliciosa mientras me levanto y entro al baño, en busca de mi teléfono.

- ¿Sí? – me susurra una Bella somnolienta.

- ¡Hola guapa! ¿Qué tal tu noche?

- Hummm… todavía no ha terminado ¿verdad? No quiero que sea de día…

- Pues me temo que son ya las 12, cariño – le digo riéndome.

- ¿Qué? – Exclama, su voz se despeja de repente - Tenemos que recoger nuestras cosas del hotel ¿Estás allí? – vuelve a susurrar.

- No, me quedé con… - hago una pausa, ¡mierda! Tengo que encontrar la manera de enterarme de su nombre sin tener que preguntárselo – con mi camarero grandullón.

- Hummm ya me lo imaginé anoche. Bueno, tenemos que ir para allá o llamar al hotel…

- No te preocupes, él… - interrumpo la frase - ¡Oye! ¿Estás con Edward?

- Sí.

- ¿Está despierto?

- Ahora sí, le he despertado cuando he gritado – dice con voz arrepentida, aunque después escucho una risita.

- Céntrate, Bella, podrías preguntarle como coño se llama el camarero… me gusta llamarle grandullón – o señor, pienso para mis adentros - pero estaría bien saber su nombre.

La escucho preguntárselo y a Edward reírse antes de decir su nombre.

- Ok, lo he escuchado. Pues… Emmett – me resulta extraño usar su nombre - me ha dicho que conoce al dueño del hotel, y que podía conseguir que nos dejaran ir por la tarde a recoger las cosas y traerlas a su casa, y que nos podemos quedar aquí hasta la hora del vuelo.

- ¡Oh! ¡Genial!

- Bueno, nos vamos mensajeando cuando tengamos novedades de lo que hacemos… ahora parece que tenemos la cabeza en otra parte – le digo divertida.

- humm… esto… sí, definitivamente en otra parte – dice, mientras contiene un jadeo.

Yo me río y me despido de ella. Cojo la camiseta que Emmett me dejó anoche, que descansa en la extraña silla, junto a mi ropa, y me la pongo por encima.

Salgo a la sala, no hay nadie, voy más allá y sigo el sonido y el olor delicioso que proviene de la cocina.

Tengo ante mis ojos lo que parece una aparición. La visión más sexy de mi vida, toda una fantasía sexual hecha realidad… Emmett está cocinando, parecen tortitas, y lleva puesto solo un delantal, su perfecto culo está al descubierto. Siento una contracción en mi bajo vientre, me acerco sigilosa y encajo mi cuerpo en su espalda, apoyando mis manos en su impresionante trasero.

- ¿Me estás haciendo el desayuno, cariño? - le pregunto.

Deslizo mis manos a través de sus caderas hasta llegar a su polla, que está en estado de reposo, aunque inmediatamente la siento crecer entre mis manos, al mismo tiempo que presiono mis caderas contra él.

- Humm… estoy preparando el primer plato del desayuno, tú serás el segundo… aunque estoy planteándome cambiar el orden de los platos.

Saca la tortita que hay en la sartén y coge un cachito, se da la vuelta despacio, y me introduce la tortita en la boca.

- ¡Mmm! Deliciosa – digo.

Subo la mirada hacia su rostro, sus ojos arden en los míos, él me coge el trasero y me empuja contra su cuerpo, presiona su ya imponente erección contra mi estómago y arrasa mis labios, invade mi boca con su lengua en un beso demoledor, que hace que me tiemblen hasta las piernas. Me enciende por dentro.

Mis manos viajan por su cuerpo hambrientas por recorrer la fuerza de sus músculos, él me impulsa hacia arriba y me monta directamente sobre su polla, llenándome por completo de una sola estocada.

Gritamos al unísono.

Camina conmigo empalada en su cuerpo hasta el mármol despejado y me sienta, sin salir de mí, una vez allí se retira muy despacio, casi hasta salir, sólo para volver a envestir con fuerza. Con sus manos coge mis piernas, que estaban rodeando su cintura y las sujeta abiertas mientras continúa embistiéndome. Yo echo mis brazos hacia atrás para mantener el equilibrio.

- Me encanta ver cómo te follo – susurra con voz ronca.

- Me encanta cómo me follas – contesto entre gemidos.

Se inclina, succiona y mordisquea mis pezones, alternándolos, mientras sigue embistiendo a un ritmo lento pero rotundo, que me lleva al cielo a una velocidad de vértigo, grito cuando el orgasmo arrasa mi cuerpo de arriba abajo.

- ¡Joder! – grito sin poder evitarlo, él sonríe malicioso y se retira de mí.

Me coge de la cintura y me baja al suelo, vuelve a besarme sin dejarme recuperar el aliento.

- De rodillas - me ordena.

Yo obedezco, él sujeta su polla con una de sus manos y acaricia mis labios con ella.

- Abre la boca - dice, su tono autoritario me pone a cien -. Tú no te muevas - dice, obedezco.

Él coge mi cabeza entre sus manos, cogiéndome del pelo con fuerza, y empieza a moverse en mi boca. Yo observo su rostro, sus ojos estrechados por el placer brillan con una mirada maliciosa, sus carnosos labios están semiabiertos, mientras su respiración es entrecortada.

- ¡Dios! estás tan preciosa con mi polla en la boca.

Un escalofrío recorre mi cuerpo, poniendo mi piel de gallina.

Él coge mi pelo y empuja más profundo, su polla toca mi garganta por unos segundos, impidiéndome respirar, luego vuelve a retroceder, mientras un gruñido de placer se escapa de sus labios.

Estira de mi pelo para ponerme de pie, después me coge de las caderas me gira y me inclina sobre la encimera de la barra americana, tumbándome sobre ella, sube una de mis rodillas apoyándola en el frío mármol, mi otro pie está en el suelo, de puntillas.

- ¿Qué tenemos aquí? … - pregunta - este culo tuyo me vuelve loco, quiero verlo sonrojarse para mí. Voy a azotarte, cariño.

- Sí, por favor – susurro, lo estoy deseando.

- Sí, por favor….

- Por favor, señor.

Oigo un gruñidito de satisfacción salir de su garganta antes de que su mano caiga implacable sobre mí. Ecos de mi orgasmo anterior se despiertan, haciéndome contraerme de nuevo al tiempo que el dolor palpita en mi nalga izquierda.

Me acaricia con suavidad donde ha golpeado y luego vuelve a subir la mano y golpea en la otra nalga, lo repite tres veces más, mi culo palpita y arde. Así que cuando siento su lengua lamiéndolo la sensación es indescriptible.

- Tu culo está jodidamente precioso – susurra contra mi piel. Sigue más abajo y hunde su lengua dentro de él, mientras sus dedos juegan con mi clítoris, la sensación es abrumadora.

- ¿Alguna vez te han tomado por aquí, preciosa?

- No – susurro – aunque he probado con juguetitos… pequeños – agrego.

- Estoy deseando follarme este culo precioso tuyo… - dice mientras introduce con cuidado uno de sus dedos en él.

- ¡Aah! – grito, pero no es de dolor, si no de un placer que me quita la respiración, creo que no he estado tan excitada, y al mismo tiempo asustada, en mi vida.

Él continua acariciándome, hasta que olvido hasta donde estoy, solo soy consciente de las sensaciones de mi cuerpo.

Cuando creo que no lo resistiré más siento su glande apuntando a la entrada de mi trasero, empuja despacio, mientras me coge de las caderas para dar impulso.

- ¿Estás preparada, nena?

- Sí – susurro entrecortadamente.

Una de sus manos baja hasta mi vagina, introduciendo dos dedos en ella, cuando los retira empuja con su polla, despacio sigue con ese ritmo hasta que consigue penetrarme del todo, entonces también hunde sus dedos hasta el fondo. Estoy completamente llena.

Él recupera el ritmo, embistiéndome con sus pene y sus dedos alternativamente, dentro de mi vagina presiona el sitio exacto, mi punto G, no puedo más, no puedo resistir tanto placer, parece que estoy apunto de correrme, pero la liberación no llega, y me siento imposiblemente más excitada. Me tiemblan las piernas y mi interior es más sensible de lo que lo ha sido jamás, cada roce es un suplicio de placer y anhelo, la sensación es tan abrumadora que pienso que no podré soportarla, o estallo, o me desmayo.

- No puedo... no, es demadiado - gimo entrecortadamente.

- Un poco más pequeña... aguanta un poco más, te juro que vas a correrte como nunca.

Finalmente baja su otra mano hasta mi clítoris, y lo acaricia mientras sigue penetrándome por todas partes, yo grito su nombre mientras estallo en un orgasmo desgarrador, que hace que pierda todas las fuerzas mientras mi cuerpo se convulsiona y mis líquidos bajan por mis piernas a borbotones. Él se corre también, colapsándose dentro de mí.

Estoy agotada.

Él me coge con sumo cuidado y me deja con cuidado en el sofá, yo me hago una bola. Deposita un suave beso en mis labios y me deja sola un momento, oigo un grifo a lo lejos, pero me siento semi-inconsciente, cuando vuelve deja el plato sobre la mesita de centro y con una toalla húmeda me limpia. Después se sienta en el suelo y me da de comer.

- Eres increíble, nena. Odio la idea de que te marches esta noche…

Yo sonrío y abro la boca, para comer el pedazo de tortita, cuando la cierro, me da un dulce beso, después coge otro pedacito para comérselo él.

Cuando terminamos el plato él se coloca detrás de mí y me abraza, yo me acomodo en su pecho.

- Has dicho mi nombre - dice bajito en mi oído - pensaba que no lo sabías.

Yo sonrío, pero él no puede verlo. Antes de quedarme dormida oigo como susurra en mi oído:

- Descansa, Irene. Todavía no he terminado contigo.

Caigo en los brazos de morfeo, cobijada en el cuerpo de mi grandullón, satisfecha con su promesa.


EPÍLOGO:

Irene y Bella miran por la ventana del avión que está acelerando para despegar.

Una vez en el cielo contemplan la hermosa ciudad, sintiendo que dejan en ella un pedazo de su alma.

Los chicos les han llevado al aeropuerto, y las han despedido con besos y promesas de volverse a ver.

Bella apoya su cabeza en el hombro de su amiga, Irene la rodea con sus brazos y suspira. Después de unos minutos las dos se quedan profundamente dormidas.

~0~

Edward y Emmett toman una cerveza en el bar del aeropuerto, ven despegar los aviones contra la pálida luz del amanecer, pero no saben en cuál de ellos vuelan sus chicas.

En un momento dado se miran y sonríen algo incómodos.

- Esto es un poco extraño – dice Edward.

- Te diría que siento haberme quedado con una de tus chicas… pero realmente no lo siento, estoy loco por ella.

Edward sonríe.

- Yo siento lo mismo por Bella… Hagamos como si no hubiera pasado…

- ¡Me parece perfecto! – dice Emmett, realmente la situación es incómoda, pero así es como han ido las cosas.

- Así que nos han dejado tocados… - dice Edward -. ¿Sabes? yo tengo todavía un mes de vacaciones ¿Podrías tomarte unos días libre? No he visitado nunca el museo del Prado y me han dicho que es impresionante.

Una sonrisa se extiende por la cara de Emmett.

- Dame una semana para prepararlo ¡Nos vamos a Madrid!

FIN