Capítulo 7

Justo entonces la diosa Erix ya no pudo aguantarse más y decidió tomar cartas en el asunto.

—Mucho me temo, señoras y señores, que están todos ustedes muy equivocados— espetó la diosa mientras reía a carcajada limpia.
—¡Oiga!, ¿y usted quién es?— preguntó la reencarnación del dios del mar.
—¡Qué tío más formal que tengo!, ja, ja... —se le acercó y le pellizcó una mejilla—. ¿No me reconoces, tito Pose? Soy tu sobrina, Erix.
—¡Vaya!, la diosa de la discordia en nuestra humilde morada. ¿Qué os trae por aquí, Alteza?— dijo Shion muy cortésmente pero sin perderla de vista.
—¡Deje de hacerme la pelota, amiguito!— le contestó ella con sumo desdén y se apartó unos pasos de Julián.

La cara de Shion permaneció impasible pero la procesión le iba por dentro especialmente tras haber oído tal impertinencia; a pesar de todo se las arregló para preguntar amablemente qué podían hacer por ella antes de que Saori pudiera abrir la boca.
—Vengo a decirles que quiero que me devuelvan mi propiedad inmediatamente.
—¿Tu propiedad? —preguntó Saori cuando por fin pudo reaccionar visiblemente molesta.
—Sí, querida. ¡Mi propiedad! —espetó recalcando el posesivo—. La manzana de oro.
—¡Sobre mi cuerpo muerto!—interrumpió impulsivamente la sacerdotisa de Odín—. La manzana me... esto... pertenece al guerrero de Delta.
—Querida, ¿acaso el rubio melenudo de los ojos cerrados no dijo que estaba descalificado? —dijo aquella belicosa mujer a la representante de Odín, cuya cara tomó una expresión que parecía que se la estuvieran llevando todos los demonios de Surt.

La situación se iba poniendo de cada vez peor, aunque en cierto modo el Patriarca se sintió aliviado al conocer la identidad exacta de la entidad que había causado todo aquel pitote porque al menos eso le daría una mejor idea de lo que iba a hacer antes de que todo se saliera verdaderamente de control. Se pasó una mano por sus largos cabellos verdes y preguntó a la diosa intrusa qué proponía para que pudieran cerciorarse que de verdad la manzana era suya; la diosa le lanzó una mirada asesina y simplemente le gritó "¡si le digo que la manzana es mía, es porque lo es!". Saori se acercó a ambos y alzó la mano, al igual que un guardia de tráfico deteniendo a los coches, para hacer callar a su representante.

—¿Y cómo llegó hasta aquí entonces?, y más importante aún, ¿por qué?
—Porque todos los presentes sin excepción alguna me habéis insultado terriblemente —la miró de frente echando sapos y culebras y dejó que transcurrieran varios segundos para dar mayor dramatismo a su discursito—. Todos los dioses menos yo fueron invitados a esta fiestecita y ese es un insulto imperdonable, hermanita.
—Así que tienes que colarte sin permiso. ¡Muy inteligente!... —respondió Saori con gran sarcasmo.
—Por desgracia deposité mi confianza en uno de mis caballeros que ha resultado ser un auténtico patán —refunfuñó mientras lo buscaba con la mirada—. Por si les interesa saberlo, es un antiguo ateniense y uno de los que estaba compitiendo en el certamen: Maya de Flecha.

El aludido se sonrojó cuando Shion le hizo señas para que se les acercara.
—Maya, ¿eso es cierto? —le preguntó el representante de Atena.
—Así es...
—Y el muy imbécil no se las ha podido arreglar para entregarla a quien debía —interrumpió Erix.
—¿A quién? —preguntó Shion, que dirigió su atención a la diosa.
—Pues a ti, querido, o ... —le respondió en tono sumamente irrespetuoso señalando con su índice a la otra diosa— a mi dulce hermanita.
—¿A mí? —le preguntó mirándola con los ojos abiertos como platos a causa de su creciente furia.
—¡Claro, boba!, quise provocar la discordia entre ustedes y destruir el Santuario. Pero como el estúpido de mi caballero ha fallado en su misión quiero que me la devuelvan.

Mientras seguía aquel tira y afloja, Alberich, que hasta entonces no había osado decir "esta boca es mía", se hartó y se puso en pie temblando de furia, dispuesto a tomarla por la fuerza. La ambición de poseer aquella manzana le había afectado tanto que ya le importaba un pimiento el mantener su reputación como un magnífico estratega. Al cerebro de Asgard se le habían alterado las neuronas de mala manera.

—¡Ni lo sueñen!, ¡es mía! —gritó antes de recibir un fuerte empujón por parte de dos caballeros que se estaban peleando detras suyo y que lo dejó en estado de semi-inconsciencia.

Se formó una terrible batalla campal con los representantes de las diferentes órdenes, que se liaron a golpes y se pusieron a destrozar el local. Mesas y sillas eran usadas tanto como defensas como de proyectiles, había fragmentos de cristales esparcidos por doquier e incluso las diosas se estaban tirando de los pelos las unas a las otras y discutían con fiereza y a grito pelado acerca de quién se llevaría el premio.
Varios caballeros lograron escabullirse de allí antes de que las cosas fueran a peor: Shaka, Aioria y Shura se salieron por la puerta delantera sin que nadie los viera y se dirigieron a sus respectivas casas. El canceriano y Maya también lograron escaparse un poco más tarde y se pusieron rumbo a la cuarta casa.
Mu y Shion tuvieron que subirse a una tarima y ponerse a gritar para llamar la atención de los presentes.
—¡Ya basta!

Todos se quedaron perplejos momentáneamente, sobretodo cuando se dirigió a las tres mujeres.
—Diosa Erix, como no tenemos pruebas conclusivas de que la manzana sea suya, no se la daremos; señorita Saori, ¡compórtese como es debido!, se supone que usted es la reencarnación de una diosa y la anfritriona. Señorita Hilda, su guerrero está descalificado por ser tan impertinente.

Antes de que cualquiera de ellas se recuperara de la sorpresa que les causó el oír a Shion, Mu susurró algo a su oído que hizo que su maestro sonriera. Aquella era la señal para poner en marcha la fase final del pequeño plan que había estado urdiendo antes con su pupilo y Shaka.

—Sin embargo, —comenzó a hablar en un tono casual y se llevó rápidamente su índice a los labios para pedir a la reencarnación de Atena y a Hilda que guardaran silencio— si la diosa Erix contesta a esta pregunta correctamente la manzana será suya.
—Está bien, viejete. ¡Dispara! —dijo con un descaro increíble la diosa del caos.
—¿Qué hay inscrito en la manzana?.
—Ja, ja... ¡Eso está chupado! La manzana dice "Al más inteligente" —le respondió medio muerta de risa.
—¡Incorrecto! —dijo Mu de Aries.
—¿Qué? —gritó la diosa con los ojos abiertos como platos mientras elevaba su cosmos.
—Lo que oye. Mire la inscripción.

"A la más bella" decía la manzanita de marras que Mu le tendió y aquel fue el momento clave que hizo que la discusión se reanudara con mayor animosidad y violencia que antes.

Durante el transcurso Shion se llevó un ojo morado y le llamaron pervertido por sugerir en plan de broma que se hiciera un concurso entre las tres diosas, a lo que "las damiselas" se negaron rotundamente y en adición de pegarse entre sí se liaron a golpes contra el Gran Patriarca. El pobre parecía haber perdido la capacidad de teletransportarse para defenderse, para usar el Satán Imperial y por si fuera poco, tuvo que pedir ayuda a Mu, que ¿quién sabe cómo diantres lo haría? se las arregló para esconderle en la casa de Aries antes de que aquellas tres fieras lo dejaran más maltrecho de lo que ya estaba.

Mientras tanto en la Casa de Cáncer, su caballero guardián y Maya estaban sentados en el sofá haciéndose arrumacos. Estaban mirando por uno de los ventanales desde donde se podía ver la casa del Patriarca en la distancia y de la que emanaban chispas de varios colores provenientes de los cosmos de quienes se habían quedado en ella.
—¿Cuánto tiempo pasarán así? —preguntó el italiano.
—Creo que unas veinticuatro horas, los hechizos de la diosa no son muy buenos que digamos —se rio Maya.
—¿Y eso?
—Ya la has visto, tiene un ego del tamaño de un avión tipo airbús y le debe haber pasado como al Quijote tras leerse los libros de caballería, sólo que en su caso se leyó los de Harry Potter. Lo único que se me ocurre es que debe creerse que es tan poderosa como Voldermort —Maya dejó escapar una larga risotada al contarle ciertas cosas que nunca se había atrevido a decir a nadie más—. Mi querido MM, Erix sabe tanto de magia como el sr. Filch, por eso a escondidas mis compañeros y yo la llamamos la Bruja Piruja. Ya verás, seguro que mañana ni se acuerda de lo de esta noche. La pobre es muy desmemoriada.

Máscara de la Muerte dio una enorme risotada al oír aquel comentario y sonrió al caballero fantasma.
—En lo que a mí concierne todo ha salido a pedir de boca.
—¿En serio?
—Se suponía que era mi noche libre para irme de marcha por Atenas con el caballero de Piscis.
—Oh... —repuso un cabizbajo Maya.
—No te preocupes, hombre, él y yo sólo somos buenos amigos, nada más.
—¿Qué pasó para que se te truncaran los planes?
—¡La maldita fiesta pasó! y Shion me prohibió salir de aquí.
—Todavía no has salido...
—Cierto, pero tengo mejor plan que el de antes —le dijo en plan seductor a Maya.
—Bueno, espero que la próxima vez no necesitemos algo tan drastico.
—Yo también lo espero.

Una hora más tarde mientras los demás hacían la guerra, ellos hacían... otras cositas en el dormitorio del cuarto guardián del Santuario que será mejor dejar para la imaginación.

En aquellos momentos lo único que importaba a aquellos dos era lo siguiente:

"La noche es joven y mañana será otro día".

FIN