I want to be naughty
Capítulo 5
Había olvidado el inicio de esta historia...
Itachi se estremeció ante la petición del rubio y apartó la mirada pensativo en un acto inconsciente que violaba todas las reglas de etiqueta y buenas costumbres que en su casa le habían inculcado.
-Bien, solo será por un tiempo, lamento tener que hacerlo sin embargo se que le tienes… -titubeó un poco buscando las palabras correctas - que te llevas bien con Deidara, y veras, él es un poco difícil con las personas. No he logrado que se interese en nada.
Itachi movió su mano apenas unos milímetros en la superficie de la mesa, totalmente rígido, como si temiera hacer un movimiento por mínimo que fuera, temiendo que todo a su alrededor desapareciera como una simple ilusión.
No le extrañaba que Deidara con su pobre intelecto se interesara realmente en algo, era tan básico como un bistec; por supuesto que no diría algo así en aquella situación aunque estuvo tentado varias veces.
-No creo que me prefiera antes que a usted –dijo irresponsablemente y casi al momento arrepintiéndose que aquella frase sonara tan… extraña.
Minato sonrió abiertamente.
-Casi podría apostar lo contrario –Itachi alzó ambas cejas incrédulo y estaba seguro que de haber estado tomando algo lo hubiese escupido en su cara-. Sé que Deidara tiene mal carácter y por supuesto, sé que es mi responsabilidad por estar demasiado ocupado para hacerme cargo de él, incluso mi esposa está muy ocupada para atenderlo, y ahora con Naruto que está tan pequeño… por favor, Itachi –Lo miró directo a los ojos con sus extravagantes ojos azules, atravesándole con ese par de zafiros. Itachi sintió un vacio en el estomago, dudaba en hablar pero en su interior ya la decisión estaba tomada, tenía la sensación de que nunca podría dar una negativa a una petición de ese hombre que te compensaré por ello.
Compensarlo. De haber sido otra persona Itachi quizá le hubiese retado consecuencia de su respuesta, sin embargo, aquella persona era diferente al resto, y aunque a Itachi no le hacía nada de gracia que su "ídolo" le estuviera pidiendo que se hiciera cargo de su insoportable, engreído y extraño hijo, el que por cierto lo odiaba a muerte, sentía que tenía una poderosa arma en sus manos, se sentía tan importante y orgulloso…
-Le diré a mi padre –musitó levantándose con su porte recto, pero aceptando implícitamente, cosa que el mayor entendió al instante ya que sonrió amablemente- y justo cuando Itachi pensó que podría marcharse con la cabeza erguida llena de dignidad- lo estrechó en sus brazos en un gesto lleno de agradecimiento.
-Gracias.
Se puede decir que en ese momento comprendió que había un fuerte lazo que lo unía al Namikaze desde el día en que lo conoció, y que luego dejó de ser un lazo para convertirse en un grillete, que le pesaba, que lo hería pero no podía romper.
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El timbre de su teléfono que había establecido como recordatorio le anunciaba que eran pasadas las ocho de la mañana. Despertó terriblemente cansado y adolorido por causa de la extremadamente suave cama y el olor a una exótica fragancia, el sentimiento de que estaba fuera de su casa y más que eso, en un lugar en que no debería estar no lo dejó descansar ni un poco. Alargó la mano con suma lentitud y tomó su teléfono a unos cuantos centímetros de él para silenciarlo. Recorrió la pantalla divisando unos pocos mensajes con el mismo destinatario: "Akasuna Sasori" y solo hasta el final un par de mensajes de su padre.
Chasqueó la lengua, y se incorporó con dificultad fijándose por primera vez que le habían cambiado la ropa y que vendajes envolvían varios lugares de su cuerpo: su abdomen, su brazo derecho y muñeca y su tobillo izquierdo; y por supuesto que solo vestía en ese momento ropa interior, cosa que por cierto notó que también habían cambiado, sin embargo en la mesita de noche al lado de la amplia cama estaba muy bien doblado su uniforme, limpio y planchado. Se deslizó por la cama hasta quedar sentado a un lado de esta y estiró la mano para alcanzar sus prendas.
-Ah, Estas despierto –la aseveración había sido expresada con algún deje de sorpresa, al mismo tiempo él también se había sorprendido un poco de no haber escuchado la puerta abrirse para develar la nueva llegada.
Deidara frunció el ceño y los labios en muestra de evidente desagrado.
-Engendro –nombró sin poder recordar el nombre del vástago menor Uchiha el cual le caía como una patada en el estomago. Tenía su uniforme del instituto a medias, en ese mismo instante se terminaba de abotonar la chaqueta y rectificar el buen estado de su corbata. - ¿Qué se supone que haces ahí parado como un imbécil?
Sasuke ladeó una sonrisa. No supo si reírse de aquella pregunta tan maleducada y fuera de lugar o indignarse. Era un hecho que el chico le desagradaba, aunque no podría asegurar que le era del todo indiferente, había algo en su vulgar comportamiento que le inquietaba.
-Me sorprendió ver a una bestia en la cama de mi hermano. Eso es todo.
Y no mentía, curiosamente luego que había llegado la noche anterior a su casa se había desentendido del chico malherido y se había ido directamente a su habitación; realmente nunca le había interesado nada que no estuviera directamente relacionado con él y aquel chico le daba igual. En la mañana se había despertado con la ligera impresión de que se olvidaba de algo importante y era que aquel chico rubio que la noche anterior había estado al borde de la muerte era precisamente el hermano mayor del chico que más había llamado su atención por aquellos días, así que había ido a preguntar sobre su situación a Itachi y se encontraba con el rubio perfectamente acomodado entre las sabanas de su aniki.
Deidara chasqueó la lengua sin darle importancia, no quería hablar con nadie, y menos con alguien tan borde, sin embargo la última frase lo había tomado por sorpresa. ¿La cama de Itachi?
Bajó su vista a las sabanas que tapaban su cuerpo semidesnudo y al instante las lanzó prácticamente al otro lado de la habitación como si estas quemaran, cosa que por cierto, a Sasuke le dio mucha gracia.
-Bueno, de todas formas, no tengo tiempo para esto –quiso zanjar el tema el azabache – ¿Dónde está Itachi? –preguntó con semblante aburrido.
Deidara alzó una ceja confundido, sintiendo una extraña emoción al ver al otro mirando alrededor, como esperando que Itachi saliera en cualquier momento del baño, del closet o mas sencillamente, de debajo de las sabanas; así que como intuyendo lo que el Uchiha pensaba frunció el ceño con enfado.
-¿Por qué tendría que saberlo?
-¿Qué? ¿No durmieron juntos?
La pregunta dejó en blanco a Deidara que ni siquiera podía coordinar lo suficiente como para cerrar la boca. Sasuke miró toda la gama de colores en la que se tornó la cara del Namikaze y cómo por unos segundos no fue capaz de argumentar nada.
-Pero ¿Qué demonios estás pensando? ¡Engendro degenerado!
Sasuke alzó los hombros sin atinar a decir nada más. No sabía el por qué Itachi lo había dejado dormir en su cama, porque decir que era porque estaba bastante herido no era motivo suficiente para Sasuke. Bien sabía que su hermano era un ser despiadado, cortés pero malvado.
-Lo siento, no sabía que eras una chica virgen –espetó con saña para hacerlo explotar pero en vez de eso, el chico rubio tornó sus mejillas de un intenso rojo imposible de ocultar.
La verdad es que Deidara no tenía nada de casto, y si había algo en el mundo que le gustaba eso era las chicas, y más las chicas lindas, con grandes atributos, y si eso quería decir que él era el hombre más básico del mundo, entonces eso era. Sin embargo se sonrojaba porque no podía hacer otra cosa que enlazar imágenes de Itachi y él, imágenes en las cuales hacían cosas que no se deberían hacer entre dos chicos; había estado con muchas chicas, pero si se refería a chicos, entonces sí, era un completo virgen.
-No seas estúpido –murmuró rodando los ojos dando por terminada aquella conversación, desviando la mirada, indefenso. Esa mirada tan parecida a la de Itachi le hacía sentir desnudo, bueno, más de lo que estaba físicamente.
Sasuke lo evaluó lentamente y le miró de arriba abajo, cosa que hizo sentir mas incomodo a Deidara, que no sabía el por qué de aquel escrutinio. El pelinegro miró la extensión de la piel expuesta, desde sus piernas, hasta el comienzo del cabello sobre sus arqueadas cejas. Y se detuvo en el cabello rubio brillante, que caia libremente a los lados del malhumorado rostro del Namikaze. Le llamaba tanto la atención que era imposible para él desviar la mirada de las hebras de oro. Ahora que lo miraba bien, este chico se le parecía tanto a Naruto, que le atormentaba, después de todo, eran hermanos.
-Entonces si lo eres –afirmó malignamente.
-Bastardo –gruñó determinado a no seguir escuchando aquellas idioteces.
Sasuke rió con ganas, como hace bastante tiempo no lo hacía.
-Si tanto te molesta, puedo ayudarte con eso –pronunció serio de pronto, como si quisiera darle la máxima veracidad a sus palabras, cuestión que hizo enojar mas a Deidara, aunque dentro de él ese tono tan serio le había logrado estremecer.
-Otouto.
Los ojos azabaches del mayor por un momento se detuvieron en Deidara antes de posarse evaluadoramente en su hermano menor.
-No debes pasearte tan desaliñado cuando hay visitantes en casa, Sasuke.
Instantáneamente el chico se llevó ambas manos a la corbata para terminar de ajustarla y se sacudió levemente la chaqueta.
-Llegarás tarde.
-Te estaba esperando.
-Aun debo encargarme de mis labores como anfitrión, además debo llevar a Namikaze a su casa.
Sasuke asintió levemente y se volvió para salir.
-Adiós, chico virgen -Dijo a modo de despedida y salió del lugar.
Itachi frunció levemente el ceño.
Deidara apartó los ojos de Itachi y se movió con algo de dificultad para tomar su uniforme decidido a vestirse, sin embargo una pisca de vergüenza cruzó su faz mirando por una fracción de segundo al Uchiha.
-¿Necesitas ayuda? –preguntó gélidamente.
-Por supuesto que no, bastardo –respondió ácidamente desviando la vista.
Hubo silencio por un instante en el cual la mirada azabache estaba clavada en los movimientos de Deidara, que si en algún momento se había incomodado por Sasuke, estaba a punto de infartarse con la mirada de Itachi.
Estaba avergonzado de mostrar su cuerpo parcialmente desnudo, así que disimuladamente tomó la única sábana que había quedado sobre la cama para cubrirse, pero apenas la tuvo en sus manos desistió de terminar la acción, puesto que sería más que obvio que la razón de su reciente timidez era la mirada insistente de Itachi, y es que le veía con tanta vehemencia, que Deidara sentía que el mismo Itachi le tocaba, y no solo sus oscuros ojos. Su corazón empezó a protestar acelerando el ritmo de sus latidos, y parecía que había decidido desviar todo el flujo de sangre hacia su rostro.
¿Por qué le ocurría eso? ¿Por qué siempre por el Uchiha?
Apretó los dientes, enojado, pensando que desde hacía varios años hasta su cuerpo le recordaba la superioridad de Itachi sobre él, y eso era algo que no podía soportar. Siempre ese lastimoso latido, siempre esa presión en su rostro, ese hormigueo en su cuerpo, y ese sudor en las manos. Era como si todo conspirara para hacerlo sentir una sabandija. Así era como se sentía ser un perdedor de seguro.
Sonaría estúpido que le dijera de dejara de verlo, ambos eran hombres además, por lo que también sería humillante mostrarle un franco débil en él.
¿Por qué le miraba tanto?
-De acuerdo, en todo caso, te espero afuera para llevarte.
Itachi salió y esperó afuera el tiempo que consideró necesario para que se vistiera, sin embargo pasó bastante rato en que no escuchaba absolutamente nada, algo ahí no le cuadraba. Algo inquieto por él, entró nuevamente a la habitación sigilosamente.
Deidara ya se había vestido y calzado apropiadamente pero estaba absorto en la imagen que se reflejaba en el espejo, había abotonado completamente la camisa y había colocado la corbata de la forma correcta (cosa que nunca hacía) sin embargo, lucia intranquilo, como si hubiera algo mal en la imagen que veía. No le costó mucho adivinar que era: tenía tantas marcas en su cuerpo que incluso en la zona de su cuello se podían ver sin ningún esfuerzo, imposibles de ocultar.
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La tensión era tan palpable para ambos que se desplegaba por todo el salón como un velo, era incluso evidente para los otros. Naruto ese día no había amanecido con ánimos de pelear y mucho menos cuando solamente esa persona conocía perfectamente la información que él quería conocer: la situación actual de Deidara; porque si bien es cierto que sabía que su hermano mayor la había pasado sumamente mal el día anterior, su padre no había sabido precisar el estado de su hermano ni mucho menos lo había visto, ni conocía con detalle lo que había pasado.
-¿Ocurre algo, Namikaze? –preguntó Sasuke con algo de saña mirándolo de reojo. Había observado desde hacía unos minutos que la mirada ojiazul estaba perdida en algún lado, y estaba tan ausente que al joven Uchiha le molestaba. De hecho, desde que llegó había estado sumamente callado y a duras penas había contestado a los saludos que sus compañeros alegremente le regalaban.
-Nada que te interese. –respondió inconscientemente. Solo escuchar la voz de Sasuke lo molestaba terriblemente.
-Eres un idiota –respondió Sasuke volviéndose con una media sonrisa bailando en sus labios.
-Tú lo eres aun más –replicó con ira girándose para mirarlo directamente al rostro.
La media sonrisa de Sasuke le erizó por completo la piel. Apenas ahora se daba cuenta de la tez tan increíblemente blanca de su rostro y de los ojos negros tan endemoniadamente impactantes que se cargaba y ese porte de engreído que lo hacían verse más imponente que el resto de sus compañeros, era de ese tipo de chicos que sin importar donde estuviera llamaría la atención.
Estaba tan absorto mirando a Sasuke que apenas fue consciente cuando un pequeño susurro salió de sus labios y se giraba a mirar como su profesor cruzaba el umbral de la puerta.
-¿Disculpa?
Sasuke abrió el cuaderno y buscó sus últimos apuntes como si el rubio no hubiera dicho absolutamente nada, Naruto lo miraba atentamente esperando que repitiera su frase, sin embargo, después de varias segundos de esperar se volvió a mirar al profesor, un poco decepcionado.
-Tu hermano está bien –dijo como si nada Sasuke sin volver a verlo nuevamente.
Naruto volvió su rostro completamente hacia él y parpadeó un par de veces sin saber muy bien que decir. El estomago se le había contraído y se sentía fuera de lugar; realmente esas eran las ultimas palabras que pensaría escuchar de parte de Sasuke. ¿A qué se debía aquello? Y además de eso ¿Cómo podía saber qué rayos estaba pensando? Sentía la necesidad de preguntarle al respecto pero sabía qué clase de persona era el joven que estaba sentado a su lado y que no le diría mucho más que eso, sin embargo, sin saber bien por qué ese par de palabras que salieron en un callado susurro le tranquilizaron.
-Gracias, Teme –sonrió con sinceridad mirándolo aun fijamente.
Sasuke trató de no reflejar la sorpresa que le había causado el escuchar el agradecimiento, sin embargo volvió a ver el rostro moreno de Naruto quien sonreía aun, sostuvo la mirada por algunos segundos antes de sentir un frio que le recorría desde el estomago y subía hasta situarse en sus mejillas; abrumado desvió la mirada aparentando que nada había pasado.
Naruto puso nuevamente atención a lo que explicaba el profesor sin saber realmente qué decía, porque estaba concentrado en el apresurado palpitar de su corazón.
Al terminar la clase, Sasuke fue prácticamente el último en salir, sus oídos estaban prácticamente sordos, pues el único ruido que podía escuchar era el "tun-tun" de su corazón. Tenía una presión en ellos, y un nudo en la garganta, era un sentimiento muy molesto, pero endemoniadamente fuerte.
-Sasuke, ¿Ocurre algo?
Sasuke observo que Juugo se sentaba a su lado en el césped, en el parque del instituto que siempre ocupaban para comer. Karin y Suigetsu habían ido a comprar algo, dejándolos a ambos solos.
Sasuke negó con la cabeza un par de veces. Esta acción contrarió al más alto que lucía ahora más preocupado. Bien sabía que Sasuke era el tipo de personas que solo decía las cosas una sola vez, no hacía movimientos innecesarios y mucho menos se quedaba sin palabras, así que aquel acto de negar dos veces, era por si mismo, algo por lo que preocuparse. No preguntó, no porque no le interesara saber, sino porque cuando ocurría algo grave, Sasuke generalmente sacaba a relucir su yo asesino.
Juugo miró a su alrededor en busca de sus otros compañeros, pero no los encontró, pero observó que en las bancas que estaban justo en frente de la cafetería parecía haber un revuelo. Obviamente se trataba del Namikaze y su grupo nuevamente y sonrió pensando que todo el mundo parecía divertirse mucho a su alrededor, bueno, todos excepto el azabache que estaba tan concentrado en su comida, que parecía que quería desaparecerla de una solo mirada.
-Namikaze… -pronunció Juugo empezando una frase, ganándose rápidamente la atención de Sasuke –Siempre llama la atención, ¿no?
Al Uchiha la frase no le cayó en gracia en ningún sentido, no podría explicar claramente por qué. Siguió la mirada del otro y se encontró a Naruto y a su secuaces haciendo una competencia de comida o algo así. Los dos participantes eran Kiba y Naruto. A Sasuke le pareció patético. Quiso apartar la vista, pero sus ojos se empeñaban en seguir al rubio en sus movimientos: cuando se comió el último de sus fideos y cuando festejaba haciendo movimientos con las manos mientras los demás reían.
Y Sasuke arrugó el ceño.
Naruto era un idiota en toda regla.
Un idiota, patético.
Por eso no se podía explicar cómo era que podía llamar tanto su atención e incluso hacerle sentir esa taquicardia tan fastidiosa, y justo en eso pensaba en el momento preciso en que el rubio se acercó a Sakura (una de sus compañeras de clase) y sonriéndole de medio lado le dijo a todo pulmón: "Si gano la siguiente me tienes que dar un beso".
Un latido fuerte hizo que Sasuke quisiera devolver la comida que acababa de ingerir.
¿Un beso?
Se sentía engañado, se sentía desplazado, ignorado, se sentía traicionado, y quiso levantarse y hacer algo, pero por primera vez en su vida estaba experimentando algo nuevo: impotencia. Él que era un Uchiha que todo lo podía, se sentía de manos atadas, se sentía un completo idiota al que le era arrebatado su… su…
Se dio cuenta que no sabía cómo calificarlo, ni sabía por qué sentía la necesidad de hacerlo.
Y también supo que incluso le gustaba que Namikaze peleara con él porque en ese momento no podía ignorarlo, en ese momento tenía toda su atención. Le gustaba cuando le hablaba porque le gustaba su tono de voz. Le gustaba cuando sonreía porque…
En su mente sonó un pequeño "click".
¿Le gustaba?
¿Namikaze? ¿Gustar?
Juugo siguió los movimientos de Sasuke, que parecía tener una lucha interna en esos momentos, al menos con mil demonios internos. Fruncía el ceño y miraba los protagonistas de aquel revuelo. Apretaba los puños aunque casi imperceptiblemente y la línea de sus labios se curvó ligeramente hacia abajo.
No le sorprendía que ese chico tuviera la atención del Uchiha, de hecho, debería ser obvio, sobretodo porque eran polos totalmente opuestos. Pero… esos gestos del Uchiha con él… no pareciera que quisiera precisamente mostrar su magnificencia con él, incluso, no parecía que quisiera tampoco una amistad…
De pronto el azabache se volvió hacia su dirección y Juugo miró a otro lado con toda la calma que pudo, para que Sasuke no se diera por enterado de que había sido brevemente estudiado por su acompañante.
No se inmutó cuando Sasuke sin mediar una palabra se puso de pie, y mucho menos cuando empezó a caminar justo hacia donde estaba Namikaze. Miró hacía el suelo preguntándose si lo mejor era seguir a su líder, aunque éste pareciera estar fuera de sus cabales. La respuesta debió haber sido negativa, pero Juugo como buen amigo, decidió ir tras él, para evitar cualquier contratiempo.
Echó una última mirada a su bento intacto, y se lamentó no haber podido ni siquiera haber podido comer la mitad.
Cuando le alcanzó, ya el azabache se había hecho lugar entre sus compañeros, y todos lo miraban entre sorprendidos y contrariados.
Una rubia ceja se enarcó dejando a simple vista un gesto de sorpresa.
-Quiero hacerlo.
La frase resonó en el sitio, sin embargo nadie se atrevía a preguntar, después de todo, era un Uchiha el que había hablado, podría tomarse como una ofensa incluso no saber a lo que se refería la oración.
El rubio contra todo pronóstico ladeó una sonrisa zorruna.
-¿Quieres que te haga papilla? –pronunció lentamente sin dejar de sonreir.
Y aquellas palabras le sonaron a Sasuke como una invitación indecente, se le erizo la piel, y su corazón latió fuertemente.
-Como si pudieras, usuratonkachi –respondió altivo aunque por dentro fuera un caos total.
Naruto miró a Kiba –Dale un tazón al teme y veremos que es lo que puede hacer- pronunció con voz potente.
Kiba los observó alternativamente y accedió a lo que el Namikaze le pedía. Sasuke tomó el tazón de plástico con sorna; nunca había probado comida instantánea, así que esa sería una desventaja, pero tenía mucha confianza en sí mismo, por lo que aun sin empezar la competencia sabía que iba a ser el ganador.
-Si gano –empezó a decir Naruto sonriente –Aun quiero ese beso, Sakura-chan.
Sasuke apretó los dientes enfadado. El usuratonkachi incluso le importaba madre si esa era la única oportunidad de hacer algo contra él; prefería el beso de esa nadie.
La aludida se sonrojó al máximo, sin saber que decir, pero sabía que lo mejor era asentir, y eso hizo, y más si tenía la oportunidad de besar a Sasuke también.
Naruto y el resto del grupo miraron impacientes a Sasuke, esperando escuchar que quería a cambio de su victoria. El azabache por otro lado, no sabía que decir, no había pensado que quería. En realidad solo se había metido en esa patética competición para evitar ese beso entre Sakura y Naruto, porque le molestaba.
Lo pensó por un momento y algo absurdo cruzó su mente.
"Quizá también debería pedir un beso pero de Naruto."
Se quedo pasmado por un instante por su propio pensamiento.
-No. Eso sería demasiado evidente –pensó mirando contrariado los labios sonrientes de Naruto. Y luego se dio un golpe mental.
¿Evidente que?
Se estaba volviendo loco.
-Mi esclavo por un día.
Naruto dio un paso al frente protestando con el puño en alto, a lo que Sasuke sonrió con malicia.
-¿Estas tratando de decirme que estás seguro de perder?
Y eso fue suficiente para que Naruto cerrara la boca y empezara la competencia.
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Itachi miraba a Deidara y se preguntaba qué era lo que pasaba por su cabeza.
Pensó que indudablemente Deidara debía estar nervioso, él mismo estaba nervioso después de la petición de su padre de desayunar con el hijo mayor de Minato Namikaze.
Deidara mostro su confusión y se impresionó bastante cuando llegó al comedor, pues era el único sitio que estaba decorado al estilo japonés más tradicional, de hecho era un sitio casi independiente del resto de la casa, ubicada en el centro del lugar con una magnifica vista al jardín, en el centro un tatami y en él un kotatsu. Ya las fuentes estaban servidas, aunque aun una de las criadas le daba la ultima ojeada a la sopa de miso. Y justo ahí comenzaba su mal día: nunca le había gustado la comida japonesa.
Itachi al entrar en la estancia hizo una reverencia a sus progenitores, y el rubio no estuvo seguro si lo hizo a propósito, pero no lo presentó siquiera, sino que inmediatamente ocupó el puesto justo a la derecha de su padre que estaba en uno de los polos de la mesa y la madre de Itachi al lado izquierdo sonriéndole amablemente. Sintiéndose un poco fuera de lugar hizo una reverencia, no tan profunda como la de Itachi, e hizo ademan de subir al tatami solo hasta que se fijó en que ninguno estaba calzado, incluso Itachi se había descalzado y colocado algo parecido a unas sandalias. Mikoto se le quedó viendo interrogante hasta que pareció darse cuenta del motivo de su preocupación.
-Está bien, Deidara-kun, puedes sentarte.
Deidara vaciló antes de sentarse a un lado de Mikoto, justo en frente de Itachi.
-Vaya, has cambiado bastante, Deidara-kun –dijo Mikoto mirándole con ternura –Siento que hace apenas un par de años eras un niño.
Deidara que miraba la comida con recelo, asintió ligeramente. Miró con fijeza las fuentes servidas sin saber muy bien que comer, realmente no le gustaba nada, al final optó por unos pedazos de algo que parecía atún.
-Supongo que ahora te pareces mas a tu madre –murmuró pensativa.
Deidara se sonrojó ante el comentario; para él ese tipo de comentarios era como decir que no poseía nada de virilidad, ya tenía suficiente con lo que había pasado el día anterior. Itachi por su lado, emitió un sonido que el rubio hubiese apostado que era una risita.
-De hecho, soy una falla genética –dijo simplemente mientras seguía desayunando lo que causó la risa de Mikoto y una media sonrisa de Itachi.
Deidara disimuladamente rodó los ojos hasta posarlos en Itachi y no sabía realmente por qué pero estaba en parte satisfecho de la reacción que había tenido.
-No recuerdo… -pronunció de pronto Fugaku mirándolo directamente, haciendo que la atención de los demás se posara en él –Que Itachi haya mencionado que estudiaban juntos.
Itachi miró a su padre y soltó un poco de aire antes de responder, sin embargo, Deidara se le adelantó.
-Porque no lo hacemos, no estudiamos la misma especialidad, simplemente tenemos algunas materias en común.
Mikoto ladeo la cabeza sin quitar la sonrisa de su rostro.
-Ah, ¿Qué estudias, Deidara-kun?
Itachi carraspeó un poco. Sabia lo quisquilloso que podría ponerse su padre ante la respuesta, después de todo, esperaba mucho del hijo mayor de Minato Namikaze, como el resto de Japón.
-Artes.
Fugaku dejó completamente su desayuno de lado para poner toda su atención en él.
-¿Artes? No veo en que puede ser útil cuando heredes la compañía de tu familia.
-No debe serlo. No voy a heredar nada.
Un silencio inundó el lugar, mientras los tres morenos permanecían a la expectativa con los ojos puestos en el Namikaze, el cual al darse cuenta de que era el centro de atención dejó su desayuno a un lado y miró a Fugaku sonriendo ampliamente.
-Mi hermano será el que herede todo.
Itachi no se esperaba esa contesta. ¿El hermano menor el heredero? Nunca esperó algo así, aunque tampoco imaginaba a Deidara manejando la corporación Namikaze después de Minato, solo pensarlo le daba un poco de gracia. Sin embargo, lo que decía Deidara para él mismo era algo moralmente incorrecto; él nunca podría dejar en los hombros de Sasuke una carga tan pesada, aquello era simplemente inconcebible.
-Hm, debe ser duro entonces para Minato saber que ha invertido en algo que a largo plazo no dará beneficios.
Mikoto miró a su marido alarmada.
-Fugaku –le llamó con advertencia.
-Debe serlo. Aunque no le he preguntado a ciencia cierta. Hago lo que puedo para no depender de su apellido.
Itachi meditó sobre ello. Así por eso el Namikaze dependía de la beca del programa de escultura, por eso no había dejado de participar activamente, no importa que tan atareado se encontrara con otras actividades.
-Pero no lo has logrado, ¿cierto? Hasta donde se vives con tu padre.
Era incomodo, aunque no lo exteriorizaba, Itachi se imaginó que al mirar a Deidara lo encontraría sumido en un gesto de ira o algo por el estilo, pero muy al contrario se hallaba picando unos trozos de pescado en su plato y su expresión era de lo más relajada, de hecho, se movía con tanta tranquilidad como si en realidad nadie le hubiese hablado. Definitivamente eso no podía ser un buen augurio, miró que su padre esperaba silenciosamente una respuesta de Deidara pero al parecer el rubio encontraba más emocionante un trozo de comida que la conversación con su padre.
-En todo caso –empezó Itachi mirando a su padre con actitud solemne –Namikaze ha sido uno de los estudiantes más destacados en su departamento y en todo el instituto en general. No creo que esté siendo vanidoso en querer independizarse.
Deidara abrió los ojos con sorpresa.
-Oh, ¿en serio? –Preguntó interesada Mikoto -¡Vaya! Seguramente serás tan bueno como Kushina-san.
Deidara bajo un poco la cabeza y dejó escapar un suspiro.
-En realidad me gusta la escultura. No quiero estar mucho tiempo más bajo la sombra de mis padres. Sr. Uchiha, debe imaginarse lo difícil que es salir bajo el ala de la inmensa compañía de mi padre. –puso la servilleta sobre la mesa y se levantó bruscamente –Gracias por hospedarme este día, ahora debo irme, mi padre debe estar preocupado.
Fugaku asintió sin verlo y regresó a su comida. Milkoto se puso también de pie y asintió un poco apenada.
-Espero realmente verte por aquí nuevamente. Itachi, por favor, asegúrate de traerlo más seguido. Saluda a tu padre de parte de nosotros.
Deidara imagino que con "nosotros" se refería a Fugaku y a ella. Hizo un nuevo asentimiento y salió del lugar sin querer escuchar nada más.
Itachi hizo una reverencia antes de salir.
-Itachi. –Llamó su padre –Estoy seguro que podrás arreglar esta situación.
El joven no respondió, solo salió de la habitación por el mismo lugar por donde había salido Deidara.
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-Terminaremos el proyecto después, Namikaze –musito sin siquiera mirarlo.
Deidara a su lado en el asiento del copiloto del auto no hizo ademan de bajarse, mantenía su mirada fija en la entrada de su casa, preguntándose si a esa hora su padre estaría aun ahí.
Itachi enarcó una ceja mirándolo fijamente.
-¿Necesitas mi ayuda?
Deidara dio un respingo y lo miró alarmado.
-No, ni antes; ni ahora; ni nunca. –gruñó de malas maneras, cogiendo su bolso y sacando el seguro de la puerta.
-Es curioso que lo digas –contraatacó afectado.
-No sabes cuánto deseo verte muerto.
Itachi endureció su mirada.
-Las capacidades se miden de acuerdo a lo que se hace, no a lo que se dice.
Deidara abrió la puerta rudamente y salió del auto hecho una fiera.
-Namikaze –llamó el otro desde dentro del auto.
-¿Qué diablos quieres, bastardo?
Itachi lanzó una bolsa que le golpeo en el rostro –No debes ser un estorbo para Minato-san -y antes de que pudiera decir algo ya el auto de Itachi había daba la vuelta en la esquina.
-¿Qué mierda…
Y no pudo decir más. Se quedó de piedra al mirar como una muy elegante bufanda gris y negra reposaba dentro de la bolsa. La tomó entre sus manos y mirando a ambos (para cerciorarse que no hubiera nadie cerca) la puso alrededor de su cuello. Odiaba al Uchiha y a aquella odiosa prenda que despedía su olor.
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Itachi había alcanzado a llegar a la junta del consejo estudiantil por lo menos, y aunque era la primera vez que faltaba a clases, ese día no se preocupaba por ello.
-Y con respecto a los informes del director con respecto a los presupuestos…
El vicepresidente del consejo estudiantil era, sin duda alguna, un estudiante destacado y bueno en todo lo que realizaba, incluso en simpatizar con la gente, e Itachi debía admitir que a veces quisiera que en la Corporación Uchiha hubiesen personas tan eficientes, aunque le faltara aun mucho por madurar. Generalmente los asuntos que por una u otra razón el no pudiera atender, Hakku se hacía cargo y siempre tomaba una decisión bastante acertada con respecto a lo que él mismo decidiría.
-… departamento de Deportes se incrementó el 12% por el pase a los nacionales del club de beisbol…
Si, definitivamente tenía mucho talento en lo que hacía pero era extremadamente parcial, y eso no es bueno en el mundo real.
Itachi bajó la vista.
-¿Qué pasa con el presupuesto del Departamento de Arte para el programa de escultura?
Hakku de pie enfrente del resto del consejo estudiantil sonrió nervioso mirando a Itachi.
-Está en la tercera página del informe, presidente.
Itachi asintió.
Aun le daba vueltas en la cabeza lo que le había dicho su padre. Su padre siempre había estado muy atento al movimiento de los Namikaze, y no lo culpaba, quería recobrar a toda costa lo que les habían arrebatado, inclusive él quería lo mismo, pero él era realista, y por mucho que trabajara era difícil lograr algo al paso que iba. La corporación iba muy bien, incluso había logrado la inversión de la corporación Namikaze en uno de sus productos, pero sabía bien que aquello no sería suficiente, no era como si lograra una fusión o una inversión en la propia empresa, pero la confianza que habían perdido con la corporación Namikaze era una pared muy complicada de rehacer. Sabía sin embargo, que aquella información que había obtenido de Deidara le venía como anillo al dedo, lo mismo había notado su padre, aquella mañana solo le había insinuado a través de sus palabras que tenía que hacerse un espacio entre el grupo de amigos de Deidara –cosa que no le agradaba en lo más mínimo– y ver que entrara en razón con respecto a hacerse cargo de la empresa, ya que después de todo, se encontraba más cerca de Deidara que del otro chico, el cual hasta donde sabía, vivía en Nueva York con su madre.
Revisó el informe.
Quizá debería pensar en darle un ligero empujón al Namikaze.
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Ese día era un buen día. Se había despertado temprano (incluso más que Itachi), había estado listo primero, había comido su desayuno favorito, incluso, su planta de tomates estaba prosperando increíblemente.
Cuando llegó al instituto le pareció que incluso el sol parecía más brillante que de costumbre. Suspiró y pidió al buda y a todas las deidades conocidas por él, que el dia fuera magnifico. Entrando al aula notó que quizá estaba siendo egoísta al disfrutar ese momento como lo hacía, cuando Naruto, con la cabeza apoyada en la mesa, parecía tener una nube negra individual, con relámpagos y todo.
Tomó asiento.
-Namikaze, buenos…
-Jódete.
En el rostro de Sasuke apareció una sonrisa como por arte de magia.
-La primera orden del día es que te dirijas a mí con respeto, esclavo.
Naruto levantó el rostro y lo miró con odio profundo. Sasuke casi sintió unas dagas salientes de los ojos azules del chico.
-Disculpe, majestad.
Sasuke acentuó más su sonrisa.
-¿Crees que soy así de arrogante? Me subestimas. Puedes llamarme Sasuke-sama.
Al pronunciar la frase, Sasuke ocultó su intención verdadera de hacer que el rubio recordara su nombre.
Naruto sintió el deseo de darle una nueva forma al rostro de Sasuke a punta de puñetazos, pero sabía que él mismo había dado su palabra de que si ganaba en la estúpida competencia seria esclavo del idiota ese.
-De acuerdo, Sasuke-sama.
El azabache no supo si era un relámpago de la nube negra individual de Naruto el sonido estridente que había escuchado, pero se mantuvo muy tieso en su lugar y la sonrisa se le derritió en la boca, sus manos se pusieron frías, y sintió que se le ponían calientes las orejas. Escuchar a Naruto pronunciar su nombre fue impactante, de hecho, aun si hubiera querido decir algo sarcástico o burlesco no habría podido, pues sentía que la lengua se le había quedado pegada al paladar. El rubio por el contrario no había notado la reacción de Sasuke, porque había dirigido su mirada azul al frente para advertir la llegada del profesor; en todo caso, para Naruto el decir el nombre de pila de un compañero no significaba nada importante, pues había sido criado en el extranjero aunque sus padres eran japoneses y le habían legado muchas de sus costumbres.
Fin del Capitulo
No tengo excusa a esta tardanza de unos cuantos días… unos 1000 días... perdón, pero bueno, con este capi comunico que esta historia esta activa, activa, ativa... xDDD
Este capítulo en realidad es más largo, pero preferí dejarlo hasta aquí por lo menos hasta el momento. Disculpen una vez mas y espero que disfruten esta capitulo como yo me he divertido escribiéndolo. Gracias por su apoyo en esta historia, han sido de gran ayuda.