Naruto © Masashi Kishimoto
Beso...
Sus ojos negruzcos brillaron con el reflejo de la noche, como si guardasen algún secreto del que no debía enterarme, y sus labios se entreabrieron unos instantes para dejarme ver su pálida sonrisa. Era malévolo, tenía algo en su aura que me advertía que si daba un paso hacia él estaría perdida, sin embargo mi cuerpo le buscaba por inercia. Me acerqué tanto como me fue posible, pegando mi cuerpo al suyo más de lo que, me repetía mi mente, debería haberlo hecho.
Era tan embriagante su aroma, delicioso, masculino... y tentador. Su sonrisa se ensancho cuando mis rodillas flaquearon ante una caricia sobre mi mejilla, estaba orgulloso de cada cosa que provocaba en mí.
-Ven. -masculló, tomándome suavemente la barbilla y atrayéndome a su rostro.
No necesitó del sharingan para doblegarme a su antojo, por supuesto que no, yo estaba estática entre sus brazos, a su merced. Y su boca no tuvo contemplaciones.
-Sasuke-Kun...
Mi voz buscó la oportunidad de detenerlo, pero con el simple hecho de intentar hablar no hizo más que permitirle un acceso más profundo y delicioso. Me abandoné a mi misma, sin importar lo que quisiera mi mente o dijesen mis labios, aquel sabor endulzaba mi paladar mientras su lengua astuta recorría todos los rincones de mi boca. Era un experto, y me encantaba.
Sus manos se aferraron sin delicadeza a mis cabellos cuando quise huir, resignada ante la falta de aire, y su cuerpo me apegó contra una pared cercana. Sentía como si fuese a devorarme allí mismo, como si aquel beso desaforado no fuese más que un vil intento de robarme el alma... y nada podía preocuparme menos.
Me abracé a su nívea espalda, deleitándome con la textura suave de su piel bajo la camisa, y maullé su nombre aun contra sus labios. Él pareció entender que lo tendría todo de mí, sin la mínima necesidad de pedirlo, y se separó lentamente cuando mis ojos se cerraron en una súplica desesperada por más.
El cuerpo me ardía por el brusco roce al que me había sometido, y mis labios palpitaban con una mezcla de insatisfacción y dolor, pareció emocionarse al verme, por primera vez, perder la cordura de esa manera.
Con el pitido en mis oídos hubiese sido imposible comprender, cuando me habló, lo que planeaba decirme, sin embargo sus labios se movieron tan lentamente que no sólo pude leerlos, sino también tentarme de ellos.
"Gané"
Eso fue lo que me dijo, y recordé agitada que alguna vez había asegurado, ingenuamente, que jamás me dejaría arrastrar por emociones tan superficiales como el deseo y la lujuria. ¡Qué equivocada estaba! Y Sasuke no hizo más que alegrarse de ello, antes de salir del callejón dejándome sola. Únicamente él podía ser tan adorable y a la vez desconsiderado.
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