Bien, alocándome ahora, me enfocado a este fandom, Hetalia.

Disclamer: Hetalia Axis Power/World Series no me pertenece, sino al gran Hidekaz Himayura. Enrique Pérez González/México tampoco es de mi propiedad, sino de KagomeKrizz, quien me dejó "secuestrarlo" para mis descabellados proyectos.

Advertencia: Mal lenguaje.

Pareja: No hay como tal. Es una relación de amistad entre México y Japón/Kiku Honda

Dedicado a: KagomeKrizz, autora intelectual de Enrique.


1985

Desde aquel desastre, en 1923, Japón comprobó una vez más la amistad que a ambos los unía desde hacía años. Ahora, era turno de regresarle el gesto que México le ha dado, y como él, sin pedir nada a cambio.


Kanto, 1923

Eran apenas las siete de la noche. Acababa de atardecer en la hermosa ciudad de Tokio. Kiku Honda, también conocido como Japón, ingresaba a su hogar después de un día largo. Apenas el lunes de esa semana, se habían festejado el Keiro no hi (1), venerado a la gente mayor de su casa. Ahora vendría el veintitrés de septiembre, así que ese jueves, diecinueve, estuvo muy ocupado con la preparación del Shubun no hi (2).

Decidió tomarse una ducha, para poder quitarse todo el cansancio acumulado. Al salir, se preparó un poco de mugicha (3), acompañado de algunos dulces. Se dirigió a la habitación que daba a su patio, para disfrutar el paisaje bañado bajo la luz de la luna.

Sin querer su mirada se posó en aquella zona de su hogar que aún estaba en reconstrucción. Suspiró, a la vez que su semblante se tornaba triste. Aún le dolía aquella cicatriz en Kanto que había dejado el temblor de hace 60 años. Junto a las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos, era la peor tragedia que pudo sucederle. Las memorias de aquel fatídico día, comenzaron a salir:

Era primero de septiembre, sin embargo, nadie, ni el mismo Japón, esperaría que algo tan desgarrador pudiera sucederle aquel día. El se encontraba en su hogar, terminando la limpieza de verano.

Era casi medio día, cuando de repente, un dolor comenzó aquejarle. No podía levantarse del piso, aunque notó que éste se movía con tal brusquedad que parte de su casa estaba derrumbándose. Escuchaba los gritos de su gente, pero el mismo malestar le impedía ir a ver que ocurría. Sin darse cuenta, el techo se le vino encima, haciendo que el japonés perdiera el conocimiento.

No supo por cuanto tiempo había estado inconsciente, pero al despertar, se dio cuenta que estaba en un camastro improvisado. Alguien se encontraba a su lado, pero el mismo dolor, ahora extendido a otras partes de su cuerpo, no le permitía distinguir la silueta de quien lo cuidaba.

¡Qué bueno que despertaste, Japón! —expresó una voz masculina, en tono de alivio.

¿Me-México-san? —preguntó, con voz pastosa el japonés.

Pos' claro, ¿A quién esperabas? ¿Al gringo? —comentó en tono de broma, a lo que Kiku sonrió. El mexicano continuó, pero en tono más serio, algo inusual en él—. ¿Qué fue lo que pasó, Kiku? —el japonés ya se había acostumbrado a que Enrique lo llamará por su nombre humano, desde que se convirtieron en mejores amigos. Empero, aún le sorprendía verlo ahí.

Recuerdo que me atacó un gran dolor en Kanto. Toda mi casa temblaba. Lo último que vi fue un montón de escombros sobre mí.

Es por eso que Inglaterra y yo te hallamos desmayado.

¿Inglaterra-san también está aquí?

No sólo él. Si vieras que Grecia y Turquía dejaron de pelearse, por tan sólo encontrarte con bien. Nos tenías preocupados.

¿Sabes que le pasó a mi gente?

No sé si sea prudente mencionarte en que estado te encuentras —suspiró el moreno. Kiku lo observó con detenimiento, a lo que Enrique preguntó—. ¿Estás seguro de que diga la neta?

¡Por favor, Enrique-san! ¡No importa lo duro que sea! —exigió el nipón.

Está bien —suspiró resignado el americano—. Verás, ese dolor tuyo se extendió hasta Yokohama y Tokio, dejando destruidas a ambas ciudades. Algunas prefecturas cercanas a ellas también quedaron hechas añicos. En otros lugares de tu casa han comenzado incendios. Algunos de tus pobladores han pensado que obra de los gemelos Soo, que han tomado venganza con la gente de ellos.

¿De Corea? ¿Pero como…?

¡Oh, que chigados! ¡No fueron ellos! ¡Al menos los jodidos reportes han demostrado que fueron incidentales, por el sismo! ¡Esos pen…! —exclamó enfadado. Pero al instante se sonrojó de la vergüenza, calmándose—. ¡Lo siento! ¡Pero sabes como me encabrona esto!

Lo sé, Enrique-san —dijo con franqueza.

Desde que conocía a México sabía que odiaba que otros países atacaran sin razón a otros, incluso detestaba la doctrina Monroe (4), la cual profesaba Alfred. También tenía en cuenta que cuando se enojaba Enrique, no había manera que se detuviera en despotricar con aquel o aquello que lo había molestado. Sería bueno que estuviera en la Sociedad de Naciones, aportaría mucho a las reuniones (5).

México, será mejor que descanses —interrumpió Arthur, ingresando a la habitación—. No has dormido en días, y sabes muy bien que no estas en buenas condiciones. Tienes heridas frescas de tu Revolución, como también recordarás tus recientes terremotos y erupciones.

Ya Inglaterra —chasqueó la lengua, en señal de reprobación—. El hecho de que esté jodido no es nada comparado con lo que le sucedió a Japón. Además, tú también estas fregado por lo de la Gran Guerra, y estás aquí, igual que yo, con nuestro cuate.

Ve a dormir, niño —le regañó. El mexicano se levantó, protestando y maldiciendo en náhuatl al inglés. Sin embargo, se volteó al japonés y expresó:

Le rezaré a mi Madre Guadalupe (6) para que salgas de ésta, Kiku. Por lo mientras, ¡recupérate pronto! —le sonrió. Al salir el americano, el europeo enunció:

¿Cómo te encuentras, Japón?

Creo que México-san ya te lo dijo. Inglaterra-san, ¿cómo lo dejó que me cuidará?

Ese niño es un testarudo cuando se lo propone. ¡Tenía que ser hermano de España y vecino del idiota de Estados Unidos! —expresó—. Supongo que México ya te comentó la situación.

Lo forcé a decírmelo —contestó Kiku.

Todo es un caos —respondió el inglés, con seriedad—. Tardarás mucho en recuperarte. Por ahora descansa.

+.-Hetalia-.+

Ya había pasado más de un mes, sin embargo Japón aún no recobraba las mismas fuerzas que tenía antes del temblor. Ahora se encontraba reparando los desastres que trajo consigo el sismo. Varios países le habían dado despensa y dinero para que se recuperara del todo.

¡Ea, Japón! —le llamó el latino, mientras se acercaba—. Sólo vengo a despedirme. Mi jefe Obregón me ha llamado porque quiere que sigamos trabajando en los campos y en la educación.

Ya veo, Enrique-san. Me ha reconfortado tenerlo aquí de visita. Gracias.

¡Bah, no fue nada! Para eso estamos los amigos. Cuando quieras y puedas, date una vuelta por mi domicilio, como ya sabes que digo Mi casa…

—…es tu casa —complemento Japón—. Espero que tenga un buen viaje.

Gracias. ¡Ah, por poco lo olvidaba! —de su maleta saca una bolsa grande, muy pesada y por lo visto, era lo que ocupaba la mayor parte de la petaca—. Esto es para ti —se la entregó.

Pero que… —se sorprendió al sentir el peso del saco. Entreabrió la boca de éste, al notar algo dorado—. ¿Oro (7)?

Tómalo como un regalo.

Pero México-san, usted apenas se está recuperando de su Revolución…

Tú lo necesitas más que yo. Y no aceptó un no como respuesta.

Pero…

— "A caballo regalado no se le ve el feo" (8), amigo mío. Si no lo quieres, puedes tirarlo, quemarlo, no sé, lo que se te ocurra.

Gracias, Enrique-san, algún día se lo pagaré.

No te preocupes, insisto, es un regalo. En fin, nos vemos.

No tenía idea como recordó la ayuda de México en ese momento. Quizás fuese por la luna creciente (9) que admiraba en ese momento. Decidió que debería ir a dormir, aunque, había algo que le decía en su interior que algo mal estaba pasando.


1. Es un festival dedicado a las personas de la tercera edad. Se celebra cada tercer lunes de septiembre.

2. Podría decirse un similar al Día de Muertos. Los japoneses van a visitar las tumbas de sus seres queridos por segunda vez en el año. Concuerda con el equinoccio de otoño, lo cual recibe este nombre.

3. Es un té que se sirve en frío, generalmente en le época de verano. En Corea también lo preparan, paro a diferencia de Japón, en todo el año.

4. México nunca aprobó esta doctrina, la cual refería en meterse en los asuntos ajenos de otros países, aún en contra su voluntad, para el bien de todos. Estados Unidos lo hace a menudo.

5. México no fue aceptado en la Sociedad de Naciones al inicio de ésta, porque, gracias a Alfred (en la cual ni quiso formar parte), se mencionaba que por nuestra Revolución éramos un país inestable. Sólo hasta 1930, se aceptó su ingreso. En poco tiempo, se observó que nuestra nación era ejemplar y muy participativo en las reuniones.

6. ¿Qué más puedo decir? Nuestra Señora del Tepeyac, la Vírgen de Guadalupe.

7. No sé si fue oro en sí, puesto no lo aclara mis fuentes de información, pero me gustó la idea. Nuestra patria fue el que dio la mayor donación a Japón en aquel entonces.

8. Refrán que significa que a lo regalado no se le ve un defecto, por lo tanto, se recibe con gusto.

9. México significa en náhuatl "en el ombligo de la luna".


Lechucería Hiwatari

—En fin, ya me dirán ¡termina en beyblade! Pero, es que ¡Hetalia es mi nueva obsesión!

—Bueno, al menos ya nos vas a dejar en paz.

—Ni lo creas, hermanito. Bien, no me he podido resistir escribir de este fandom, y más porque el pasado 19 de septiembre, se celebró 25 años del terremoto del 85. Así pues, este fic lo acabo pronto…

—Sería un milagro…

— ¡Kai! Aprovechando que no tuve clases y de un dinerito extra (porque estoy en un ciber por falta de compu), ando como loca. Quería hacer un one-shoot, pero en este momento ando falta de glucosa.

—Entiéndase no ha comido

—Gracias, hermano —lo miró con rencor—. Mientras les dejo este cap. Y claro, me he documentado para esta historia.

¡Nos leemos después!