Nota: Esta pequeña historia es sobre Kanon y Sorrento.

FAQ: ¿KANON Y SORRENTO? ¿POR QUÉ NO LA CONTINUACIÓN DE IRRESISTIBLE? ¿DÓNDE ESTÁ IRRESISTIBLE? No pierdan las esperanzas, todo llega en esta vida.

Esta historia tiene un año, estaba perdida en el fondo de un foro y la pongo acá para Postaza que expresó interés en Twitter.


Invitación.

Con su esplendoroso verde adornado por las flores de la primavera, el lugar indicado por la invitación que había recibido le resultaba extraño. Durante años, su vida había transcurrido entre sombras: la sombra de su hermano, la del rencor, la de una ambición que había estado a punto de destruirlo. Los vestigios de ese pasado impregnaban su presente, aferrándose a él como criaturas rabiosas que convertían todos sus sueños en pesadillas.

Casi podía olvidar esos terrores ahora, cuando las horas de la noche se sentían lejanas. No había oscuridad en el camino que se abría ante él, sino un sol suave que se colaba entre las hojas de los árboles frutales, invitándolo a avanzar. Creyó escuchar voces alegres al acercarse a la mansión donde se celebraba la fiesta, y luego llegó la melodía, dolorosamente dulce y familiar. La música lo atravesó sin darle tiempo a defenderse de los recuerdos que traía con ella, obligándolo a detenerse.

"Sorrento, por supuesto", pensó, mientras apretaba la misteriosa invitación en su puño. La música de Sorrento estaba cargada de un poder que podía ser tan sanador como letal. ¿Qué buscaba Sorrento, convocándolo allí? ¿Reconciliación, o venganza?

La celebración se realizaba en un jardín, en el centro del cual se levantaba una fuente coronada por la estatua de un dragón. Un mayordomo le dio la bienvenida, ofreciéndole un trago que Kanon rechazó. Su llegada pasó desapercibida para los invitados, cuya atención estaba centrada en el escenario del cual llegaba el hechizante sonido de la flauta. La melodía estaba cargada de melancolía. No era la primera vez que Kanon la escuchaba.

Sorrento levantó la vista, y su mirada se encontró con la de Kanon, quien la sostuvo con firmeza. La canción llegó a su fin poco después. Sorrento apartó la boca de la embocadura de la flauta, y sus labios se cerraron con un suave chasquido. Desviando la vista de Kanon, sonrió, y agradeció con una leve reverencia el aplauso del público.

Kanon, por su parte, se alejó de la pequeña multitud, y buscó refugio bajo la sombra de una estatua de Poseidón que se levantaba en uno de los rincones del jardín. Sorrento, como imaginaba, no tardó en llegar.

—Espero que no vayas a irte sin saludarme, luego de que me tomara la molestia de invitarte —dijo.

—Claro que no. No me culpes por alejarme, tú encajas mejor con este tipo de ambiente elegante que yo —respondió Kanon. Sorrento meneó la cabeza, aunque aquello fuera verdad—. ¿Qué quieres conmigo, entonces? ¿Matarme? —preguntó.

—No, ¿por qué querría eso? —preguntó Sorrento—. ¿Y por qué vendrías si crees eso?

—Imaginé que no sería una mala manera de morir. Siempre has sido virtuoso, en todo sentido. Pensé que de todas las personas a las que he decepcionado, nadie me odiaría tanto como tú.

—Te equivocas.

Kanon respiró hondo. No podía distinguir si el aroma que le llegaba pertenecía a las flores del jardín o a Sorrento, que se había acercado a él hasta que la frontera entre ambos se había vuelto mínima. Si aquello era una trampa, era la más dulce de las todas. Si era una ilusión, era una tan delicada y detallada como para poder engañarlo incluso a él. Si era un sueño, se sentía tan real como cualquier momento de vigilia. Quizás Morfeo se había apiadado, y había decidido dejarlo descansar de las pesadillas.

Cuando Sorrento sonrió, Kanon se preguntó qué estaría viendo en él que le resultaba tan divertido. Pero si aquello era un sueño, no habría problema en ir un poco más allá. Buscó sus labios con delicadeza, deteniéndose a esperar si su avance era bienvenido. La respuesta llegó trayendo consigo la resolución de la duda acerca del origen del aroma agradable de momentos antes. Provenía de Sorrento, que respondió a su beso con un suave gemido y una caricia que descolocó a Kanon lo suficiente como para hacer que se apartara.

A su alrededor, la brisa movía las copas de los árboles, el agua de la fuente fluía entre los recovecos de las piedras, los pájaros cantaban, y a lo lejos se escuchaban las risas de los invitados, enfrascados en sus conversaciones triviales. Sorrento lo observaba con la misma expresión intrigada de antes, excepto que ahora sus mejillas estaban rojas, y su cabello un poco alborotado. Kanon bajó la vista y vio que la mano de Sorrento apretaba la suya. La sintió suave, a diferencia de la suya propia.

—No es un sueño —dijo Kanon.

—Claro que no.

—¿Por qué me pediste que viniera? —preguntó Kanon, extendiendo hacia Sorrento la arrugada tarjeta de invitación que le había sido enviada.

—Quería verte, y saber qué es lo que hay realmente en tu corazón.

—¿Y obtuviste tu respuesta?

—Tú dime.

Kanon no estaba preparado para aquella pregunta, y se quedó callado mientras Sorrento tomaba la tarjeta de su mano y la guardaba en su bolsillo. Lo observó mientras alisaba el traje que llevaba puesto, y acomodaba su cabello hasta devolverlo a su estado original.

—Sorrento… —dijo, cuando el flautista comenzaba a alejarse.

—No te preocupes. No tiene por qué ser ahora mismo.

Esa noche, y por primera vez en mucho tiempo, Kanon no tuvo pesadillas. Soñó con la melodía de Sorrento, armoniosa y envolvente, llena de una compasión infinita. Despertó con el sol sobre los ojos, y una nueva invitación bajo su puerta.

Fin.


Siempre quise escribir algo con Sorrento, que es de mis personajes favoritos pero sobre el que nunca escribí nada (aparte de sus dos apariciones en Fiebre). Mi ship favorita para Sorrento es Julián, pero Kanon quedaba mejor para esta idea.