Disclaimer: Esto es ficción. Tanto Bella como Edward son personajes que pertenecen a Stephenie Meyer. (Y junto con ellos algunas características propias de la historia Twilight.)
Los labios de Isabella eran intoxicantes, demasiado tentadores teniendo en cuenta que estaban bañados por su sangre. Me alejé de su boca, y de todo lo que pudiera representar una amenaza para mi autocontrol, antes de hincarle los dientes.
Sus brazos se enrollaron en torno a mi cuello, formando una débil presa que resultaba fácil de romper. Me había enamorado de una muchacha caprichosa, que se mostraba enfurruñada en este mismo instante. Sonreí ante la ironía de la situación.
Últimamente se me daba bastante bien esto de la ironía, sobretodo con ella cerca. El pasar los años observando la estupidez humana termina dándole a todo un toque sarcástico, sólo que no todos opinan del mismo modo… Sin embargo, su estupidez me había fascinado.
Parecía ser que siempre sabía qué necesitaba. El calor de las yemas de sus dedos sobre mi cara calmaba mi sed y me proporcionaba una de las mejores sensaciones del mundo; tras años de estar muerto y vivir entre la oscuridad de un día nublado, o de una noche sin luna, aprendes a apreciarlo. Así que suspiré, en satisfacción, porque me sentía casi humano en ese momento, sentía que mi pecho se comprimía y que me faltaba el aire, y porque quería comunicárselo a ella de alguna forma sin romper esa fracción del espacio.
Abrí los ojos, queriendo volver a verla, y me encontré con su ceño fruncido y sus ojos confusos. Entonces comprendí qué sucedía, pero me tragué mi risa, sabiendo que de lo contrario me echaría en este mismo instante de su cuarto y no me permitiría regresar hasta la noche, cuando comenzara a extrañarme en su cama.
–Tus labios –Le expliqué –Están partidos –Agregué cuando no pareció entender lo primero. Era una chica realmente inteligente, pero en algunas cosas resultaba tan despistada. Como en su seguridad…
–Pues claro, aquí hace frío todo el tiempo, ¿qué esperabas? Aunque no entiendo que tiene eso que…
–Tu sangre.
O tal vez sólo fuera demasiado inocente. De todos modos la visión de ella mordiendo su labio inferior, lamiendo cualquier resto que pudiera quedar de su sangre en sus labios fue demasiado hipnotizante. La acorralé contra la almohada, excitado por su sangre, incitado como vampiro a compartir con ella una parte de lo que era.
–Siempre puedes detenerme –Le advertí antes de, armado con toda mi concentración, acercarme nuevamente a su boca.
Sus labios ardían en contacto con los míos, y su sangre se extendió a través de ellos, luchando por ingresar en mi boca. Tragué con fuerza toda la ponzoña acumulada en mis mejillas. Y finalmente dejé que mi lengua barriese cada gota de la esencia entre nuestros labios.
Ella en ningún momento se movió, sino que permaneció muy quieta, pero sin rechazarme. A la única conclusión que podía llegar era que intentaba hacer las cosas más fáciles para mí.
Entonces sus labios quedaron libres de cualquier sustancia que no fuera mi saliva, y me hallé succionándolos en busca del elixir que emanaban. Me obligué a mí mismo a detenerme, pues no tenía idea de cuánta sangre había tomado, y no me arriesgaría a que se enfermase por una anemia o algo parecido. Sin embargo el sabor que me llegó en ese instante era muy distinto del que esperaba.
Con todos mis sentidos sensibilizados, y enfocados tan sólo en su sangre, no me hallaba preparado para el sabor que tendrían sus labios. Y este arrasó con la poca cordura que me quedaba, rugiéndome por que la tomara allí mismo. Eres un maldito pervertido, me obligué a pensar, es sólo una niña. Golpeé la cama con frustración, era preferible que destrozara el plumón a sus ropas. Al menos lo primero no incluía hacerle daño. Así que me aferré a esa opción con toda mi fuerza de voluntad.
Abrió los ojos sorprendida; mas en su mirada no había reproche, lástima, ni consternación. Sólo amor, comprensión, y una sonrisa con las palabras:
–Todo está bien.
Le devolví la sonrisa automáticamente. Sus palabras me convencían de que ella vino sólo para estar conmigo. Después de todos estos años, por fin se sentía correcto.
N.A.: Al fin, luego de un mes de noches en vela por escribir esto para luego borrarlo al amanecer, o de estar sentada toda la mañana frente a la pantalla mirando el reloj avanzar y sin ninguna idea en mente, he tenido una tarde inspiradora y subo esto. Lo que vendría siendo la misma historia anterior, pero desde el punto de vista de Edward, ya que anabel94 me pidió que la escribiera. Así que este capítulo está dedicado a anabel94; porque tú lo pediste, y también a EvaCullenPattinson; por ser la primera en apoyarme. ¡Gracias, chicas!
Y, también, muchas gracias a aquellas que me agregaron a favoritos. Me encantaría poder poner sus nombres aquí, pero están en mi viejo correo, y por alguna extraña razón se bloqueó. Así que estaría muy contenta de que, de alguna forma, me hicieran llegar sus nombres.
Antes de terminar, quería preguntar algo: ¿No les parece que está narrado de forma muy cursi? Porque estoy teniendo ese problema con el capítulo. Y sobre el anterior, creo que debería editarlo; está muy corto y muy mal relatado. En fin, necesito opiniones respecto a esos dos temas, sería de mucha ayuda...