Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer. Yo sólo juego con ellos.

La trama es mía.


Summary:

—Disculpa —susurré bajito. —Siempre nos encontramos de este modo, debemos cambiarlo, ¿no crees? —y esa voz me sonó muy conocida, alcé mi vista y unos ojos esmeraldas me miraba expectantes.-


Canción Recomendada: Que vida la mía – Reik.


Disculpe:

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¡Dios! Me había vuelto a quedar dormida otra vez, y Charlie —mi padre—, no me había despertado. Hoy llegaría nuevamente tarde al instituto. Corrí hasta la ducha —cayéndome varias veces —, me quité la pijama y dejé que el agua caliente relajara un poco mis músculos antes de subirme a mi trasto. Cerré la llave, y me sequé rápidamente, el frío de Forks me calaba hasta los huesos.

Mire la hora y eran las ocho y treinta. Tomé la chaqueta que dejé sobre mi vieja mecedora y me la puse como pude.

Bajé corriendo las escaleras y en el último peldaño mis pies se enredaron y caí de boca. Ésta vez dolió demasiado. Me senté un momento en el escalón culpable, esperando que el dolor se fuera rápido. Luego de unos minutos, ya estaba en mi trasto dirigiéndome al instituto.

Una vez adentro corrí, está vez sin tropezar, hasta mi salón.

Abrí la puerta y todas las miradas se posaron en mí. Sentí mis mejillas arder.

—Llega tarde, otra vez, Swan —comentó el profesor Varner sin dejar de anotar cosas en la pizarra.

—Lo siento —susurré muy bajito. Él me ignoró, y siguió en sus asuntos.

Caminé rápidamente hasta mi asiento, mi compañero de clase me ignoró, y me saqué mis cosas para comenzar a copiar la materia.

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—Bella, es la tercera vez tarde —comentó Jessica mientras nos dirigíamos a Literatura —¿Problemas con el sueño? ¿Un chico? —esto último lo dijo con intenciones claras de cotilleo. Negué con mi cabeza, restándole importancia.

—No es nada —le dije encogiéndome de hombros —.Sólo he olvidado poner el despertador. Vi de reojo la expresión de desilusión de Jess al no tener un nuevo chisme que esparcir.

Llegamos a nuestra clase, y cada una se fue a sus respectivos mesones. Mi compañero era el súper popular —e insistente —Mike Newton.

Como siempre me estaba esperando con una sonrisa de oreja a oreja, solamente le faltaba mover el rabo para verse más gracioso. Me hizo un gesto con la mano indicándome su presencia. Caminé lenta y cuidadosamente hacia él.

—¿Cómo estuvo tu fin de semana Bella? —preguntó una vez que me senté. Mi fin de semana no había sido nada fuera de lo normal, hice mis deberes, preparé la comida, hice la colada, leí unos de mis libros favoritos.

—Nada —contesté luego de un momento de silencio. Si le decía la verdad probablemente me invitaría al cine o quizás a comer algo. Mike Newton era incansable. De las tantas veces que lo había rechazado, bueno no tantas, desde que llegué al instituto habían sido unas seis veces, creo que con una séptima no le pasará nada malo.

El día pasó lento, y el fin de clases llegó. Tenía que ir al súper mercado a hacer las compras para el mes, tenía mi lista en la mano, y partí a mi bello trasto.

Ya en el mercado, comencé a elegir todo lo que necesitaba. Dejé el carrito de compras a un lado, y avancé buscando el ingrediente que necesitaba mientras leía la lista, fue entonces que choqué con algo o alguien, quien me hizo caer al suelo.

Debo admitir que el golpe fue duro.

—Cuidado —dijo una voz masculina. Debo decir que era la más linda que recuerdo haber oído, era suave y a la vez aterciopelada.

—Disculpe —le dije apenada. Sabía que estaba roja como un tomate, no sé de que me avergonzaba si esto me ocurría a menudo.

En cuanto abrí los ojos, vi el rostro de un Dios Griego, pálido, cabello cobrizo rebelde, una sonrisa torcida y unos bellos ojos esmeralda que me miraban con gracia.

El extraño pero guapo chico estiró su mano en señal de auxilio, y sin dudarlo la tomé, una corriente eléctrica se extendió por todo mi brazo, obligándome a soltarle.

Ya de pie, sentía mi corazón latir a mil por hora, mis mejillas aún ardían, y no podía evitar mirar el suelo.

—Lindo suelo, ¿no? —comentó con gracia. Mi mirada se clavó en su rostro, me sonrió y estiró su mano en señal de saludo —Edward Cullen.

Sentí mis piernas flaquear, y tomé su mano por cortesía.

—Be-Bella Swan —tartamudeé. Él rió, y fue como un coro de ángeles. Se despidió de mi con un guiño de ojo, y supe que lo volvería a ver o eso esperaba.


Hola. He vuelto. Aquí les presento mi nueva historia.

Bueno, ustedes díganme si merezco o no un RR.

Avisos:

—Ustedes saben que me gustan los Edward's OcC, éste tendrá pero solo será un poco coqueto, igualmente seguirá siendo Edward de Meyer.

—Este es un MINI FIC.

Espero que les haya gustado el primer capítulo.

Besitos, Dragga.