Los personajes de Katekyo Hitman Reborn! No me pertenecen.
Te amo Hibari.
Hibari Kyouya suspiro mientras veía a Tsunayoshi Sawada abrazar el cuerpo sin vida del guardián de la Lluvia. Apretó ligeramente los dientes.
Los demás guardianes miraron la escena con tristeza, y el que se hacía llamar la mano derecha del Décimo parecía otra persona.
Después de todo, pensó Kyouya con burla, ese guardián amaba a Yamamoto Takeshi.
…
Se quedó a solas con el cuerpo sin vida del guardián, miro la máquina que él mismo había desenchufado, una que mantenía con vida el cuerpo vegetal de él.
Desanudo un poco la corbata que lo asfixiaba, y centrándose en la cara de Takeshi recordó lo que ese rostro ahora sin expresión expresaba por él cuando estaban solos.
Él miró con furia a Takeshi, mientras él reía con alegría propia de él mismo.
― ¡Yo, Hibari! ―saludo con alegría. Hibari le frunció el ceño y se alejó. ―Ma, ma, no te vayas. ―pidió el guardián. El antiguo prefecto le miro y cruzo los brazos.
― ¿Qué quieres Yamamoto Takeshi? ―preguntó con resignación, sabiendo que él no le dejaría en paz después.
Yamamoto sonrió y se froto la parte de la nuca.
―Quería preguntar si querías ir a cenar conmigo.
Fue todo lo que dijo antes de que Hibari resoplara y diera media vuelta.
―Ma, Hibari. ―llamo. Kyouya siguió caminando con tranquilidad. ― ¿Por qué no te dejas amar? ―pregunto con voz neutra el beisbolista. Hibari paro en seco y giro el rostro.
― ¿Qué?
―Siempre que voy a por ti tú me evitas. Sabes lo que pasara y prefieres negar lo obvio. ―acuso con una sonrisita mientras su ceño se profundizaba.
¿Podría ver expresión más tonta que esa? Sí, pensó Hibari, cuando el idiota le decía que lo amaba en medio de las sabanas.
Gruño irritado y negó.
―Eres idiota Yamamoto Takeshi. ―finalizo al fin, cansado y molesto girándose.
―Pero aun así sé que me quieres.
Hibari giro con más rapidez el cuerpo, enfoco la vista al sujeto que tenía que estar ahí, pero por curioso que fuera no estaba. Mascullando algo entre dientes empezó a buscarlo por la mansión.
Hibari miro el cuerpo de Yamamoto de nuevo e hizo una sonrisa burlona en los labios.
―Eres idiota Yamamoto Takeshi.
Era idiota, claro que lo era. ¿Decir que él lo amaba? ¡Por favor! ¡Él no amaba a nadie!
Ni siquiera sabía cómo tendría que sentirse si estuviera enamorado, era, para eso, un completo idiota.
Apretó los labios e irguió la espalda, soltó un suspiro.
Ah, joder. ¿Por qué Yamamoto Takeshi tenía que ser un amante genial en la cama? ¿Por qué coño no podía ser como esos asquerosos tipos que solo le interesaban llegar dejando a su pareja en la estacada?
Pero no, ese idiota le hacía llegar, le hacía temblar y le hacía tener unos de los mejores orgasmos de su puta vida.
Hibari apretó la mano en su cara y suspiro con resignación.
―Hibari… ―volvió a llamar el idiota. Él miro a otro lado. ―eso fue sorprendente. ―expreso con alegría en la voz.
No me digas, se burló Hibari ocultando el rostro.
―Podemos hacerlo de nuevo, pero esta vez tendrás que mirarme a la cara…
Basto la última palabra para que Hibari se levantara de la cama y le diera una patada en las costillas, para luego vestirse con calma sacudiendo motas de polvo invisible.
―Eres idiota. ―replicó sin emoción en la voz. Takeshi sonrió.
―Pero aun así me quieres. ―repitió la frase que Hibari, espero con ansias, haber borrado de su memoria, pero al parecer no, ya que lo recordaba a la perfección.
Salió de la habitación y cerró la puerta con un sonoro portazo.
Si lo pensaba bien, pensó Hibari con hastío, esa fue la primera vez que deseo en verdad morder hasta la muerte a Takeshi. Por decirle antes aquellos sentimientos que no había encontrado.
¿Pero en verdad lo amaba?
Tsk.
―Hibari~ ―llamo el guardián, él miro al lado del hombre y alzo una ceja. ―Te amo.
Hibari apretó más los papeles que tenía en las manos, luego formó una mueca.
―Herbívoro im―bé―cil―paladeo con burla.
Takeshi en vez de sentirse ofendido volvió con esas sonrisas idiotas.
¿Cuántas veces le había dicho que lo amaba? ¿Cuántas? ¿Y en cuentas él no había respondido con una afirmativa o negativa?
Muchas.
Era hora de responderle.
¿Verdad?
Sus ojos se centraron en el cuerpo luego en la cara.
Pero primero tienes que volver a decirlo, idiota, pensó burlándose.
…
Te amo Hibari.
… Hn…