Disclaimer: Después de tanto tiempo, JK Rowling no ha decidido dejar en su testamento todo su derecho sobre Harry Potter en mis manos, así que no. Nada de lo que está aquí me pertenece -ni aunque me enojara jaja-

Fic en celebración a mis dos años como escritora en , un poco distinto a lo que acostumbro, ya verán. Mi maestra me dijo que me he superado XD viniendo de ella me da miedo, pero sí, considero que me he metido en un tema más allá de los que he trabajado, pero la idea vino a mi de la nada, así que sería muy mala si la dejaba ir.

Si esto se llama fic, obviamente se verán cosas que en los libros no pasaron. Solo para aclarar dudas. Y como lo ya aclarado -esto no me pertenece- solo manipulo situaciones y personajes a mi antojo sin fines lucrativos.

¿Parejas? Yo no trabajo el romance. ¿Muertes? Oh si, ese tema me encanta. ¿Violencia? Solo la necesaria y nunca más allá de lo que mis fics anteriores tienen.

Bueno, una bienvenida un poco larga a este nuevo proyecto, pero lo vale. Disfruten la lectura :D

...Extraña Situación...

No podía quedarse ahí sin hacer nada, sin mover un solo músculo observando otra posible tragedia que se marcaría en su joven vida. Sirius le había ordenado que se fuera, pero no era algo que estuviera a discusión, su padrino debía de entender que desde hacía tiempo, él había comenzado a tomar sus propias decisiones.

Aunque Sirius se enojara, él no se perdonaría el ser un observador.

Aferró fuertemente la varita a su mano mientras se abría paso en la lluvia multi-colores. No había llegado al Departamento de Misterios para nada, era realmente humillante haber sido engañado por Voldemort y que ahora estuviera en esa situación. Y quizás lo peor de todo era que la profecía se había roto, ahora tendría que lidiar con el carácter del mago tenebroso cuando recibiera las malas nuevas noticias.

Su atención fue llamada por el arduo duelo que había comenzado su padrino contra Bellatrix. Ambos lanzando los mejores hechizos de sus repertorios y ninguno resignado a perder.

Algo dentro de él lo estaba inquietando, ese sentimiento de que algo estaba por suceder. Ese sexto sentido que no había fallado durante los últimos años.

Tenía miedo, y mucho. No quería que ese fuera otro grandioso final de año, menos como el del año pasado. No quería que nadie resultara herido por su culpa, menos que muriera. Pero su estómago se encogía cuando la posibilidad aumentaba mientras Sirius peleaba contra la mortífaga. Era bueno, claro que si, por nada era un miembro de la Orden del Fénix. Pero a pesar de ser mago, la muerte era algo que no se podía evitar o se podía dar marcha atrás.

Cuándo ni cómo eran dos preguntas que no pudo contestar hasta que se dio cuenta que estaba sobre la misma tarima que su padrino. Un mortífago enmascarado se batía contra él a duelo y manera automática contestaba cada uno de sus hechizos. Sirius no estaba muy lejos de él, casi podría decir que chocaban sus espaldas. Los hechizos hacían que de un momento a otro caminaran hacia atrás pero a la hora de contraatacar podían ganar el espacio de nuevo.

Estaba cansado, había sido un día largo que ni siquiera iba a la mitad de acabarse. Deseaba salir vivo de esa batalla pero sabía que luego vendrían las preguntas y explicaciones, sin mencionar los regaños y castigos.

Su momento de distracción causó que trastabillara y cayera hacia atrás sobre su espalda. Sirius lo notó y cometió el grandísimo error de agacharse a ayudarlo, olvidando por completo su duelo con Bellatrix. En menos de un segundo hizo que volara por los aires el mortífago que había estado peleando con su ahijado.

-¡Sirius!- el ojiverde trató de advertir al animago, pero no lo logró a tiempo. Bellatrix ya ondeaba su varita y las palabras salían de su boca.

Un chorro de luz roja se dirigía al hombre que todavía no lo notaba. Harry sintió la adrenalina recorrerlo más fuerte que nunca y con una fuerza sacada de Merlín sabe dónde, logró levantarse y empujar a su padrino fuera del camino del hechizo. Pero el tiempo no le alcanzó para quitarse él mismo. Sintió de lleno el golpe justo en el pecho, empujándolo con fuerza inusitada hacia atrás. Tal vez él no puso tanta resistencia como hubiera querido, sin embargo ya no importaba. Escuchó a su padrino gritar su nombre, pero solo sintió que atravesó unas frías tinieblas antes de que todo se volviera oscuro.


James se lo había dicho, ¿Qué clase de profesor lleva a sus alumnos de excursión a un departamento tan peligroso? Pero los Gryffindors de quinto año estaban emocionados con la idea. Por lo menos algunos de ellos pues los demás se veían reticentes siquiera dar un paso dentro de la enorme sala circular.

-¡No se acerquen demasiado!- advirtió Sirius por lo alto para todos –Si atraviesan ese arco, yo mismo me encargaré de empujarlos- siseó peligrosamente. Si, ser maestro era difícil. Pero desde que Dumbledore se lo había propuesto no se había arrepentido ni un segundo. Una de sus más grandes alegrías era el colegio y así fuera como parte del personal o como alumno, le encantaba seguir ahí. Claro que no había tanta acción como James siendo auror del ministerio, pero de vez en cuando, el director le permitía unas escapadas con su amigo.

Volvió su vista a los Gryffindor, le encantaba trabajar con ellos. Lily le había advertido que siendo profesor no debía tener preferencias, pero la pelirroja no estaba ahí para sermonearlo.

-¿Profesor Black?- llamó una voz a espaldas del hombre que se giró con una gran sonrisa. –La idea de empujarlos al arco si lo llegasen a atravesar, es absurda- señaló la joven castaña. Un pelirrojo a su lado le dio un pequeño empujoncito con el codo.

-Relájate Hermione, Sirius… el Profesor Black solo bromea- el joven se encogió por la mirada furiosa que le dirigió su amiga por no estar de su lado.

-Ron, Hermione, tranquilícense- intentó una voz que hizo al maestro de DCAO sonreír –No es lugar para otra de sus escenas-

-Harry tiene razón- apuntó el hombre mayor orgulloso –Ahora, no los quiero separados del grupo- se posicionó tras los tres y los acercó a los demás Gryffindor que estaban observando con curiosidad el arco. Al llegar, podían escuchar los susurros de los demás.

-Es escalofriante- apuntó Seamus

Los alumnos de 5to año tenían completa libertad de rodear la sala siempre y cuando no subieran a la tarima donde estaba el misterioso arco. Se movían en pequeños grupos observando cada detalle.

-¡Tendrán que escribir un ensayo de lo que aprecien!- les advirtió Sirius bastante divertido por la ola de quejas que siguió su declaración -¡Estoy bromeando!- confesó –Pero de todas maneras hablaremos de esto en la clase de mañana- los jóvenes vitorearon contentos.

-Con este tipo de maestro no sé que esperar de los alumnos- dijo una voz entretenida que recién llegaba.

-¿Qué te trae por aquí James? ¿No se supone que estás trabajando?- preguntó con malicia el animago.

-¿Y tú no se supone que deberías estar enseñando?- ambos se miraron seriamente por unos segundos antes de reír. -¿Cómo van las cosas?- preguntó el Potter –Todavía se me hace algo increíble que Dumbledore te haya autorizado esta excursión- hizo una mueca rara pensando en su amigo pidiendo eso y el director dando un simple "si", agitó la cabeza para alejar la idea.

-No hay nada de malo- restó importancia el Black agitando su mano, James lo miró severamente.

-Sabes que Voldemort…-

-Voldemort ha estado tranquilo desde hace dos meses- interrumpió Sirius –Cuando deja de atacar por una semana, significan 4 meses de gloria para nosotros-

-No me gusta que te lo tomes a la ligera- contradijo el Potter –Sabes muy bien que cada vez que vuelve, las cosas son peores- miró a los jóvenes que discutían entre ellos sobre lo que estaban viendo. Pero su mirada se detuvo en un muchacho de ojos esmeralda y cabello rebelde color azabache. Suspiró audiblemente.

-¿Qué te pasa?- preguntó el Black al notar esa mirada de preocupación en los ojos de James. Siguió la misma trayectoria de la vista de su amigo -¿Harry?- el Potter asintió.

-Éste no es el tipo de mundo en el que querría que mi hijo viviera- dijo apenas audible –Harry no está hecho para esto-

-¿Y tú crees que los demás jóvenes si?- secundó de manera sombría el animago –No es justo para nadie-

-Pero Harry es como Lily…- continuó el hombre de gafas tratando de encontrar la manera de explicarse –Ambos son demasiado sensibles… frágiles para la cantidad de cosas que pasan- sintió una mano en su hombro y se encontró con los ojos grises de su mejor amigo.

-Te tienen a ti, me tienen a mí- apoyó el hombre –Conmigo bastaría, pero…- sacó una sonrisa de James –Nunca dejaría que algo le pudiera pasar a Lily o a mi ahijado-

James se sintió un poco aliviado por esas palabras, pero seguía preocupado. No podía evitarlo. Sirius comprendió que había algo más que molestaba al hombre, algo que lo tenía demasiado tenso y era lo que lo hacía ponerse tan paranoico respecto a los movimientos de Voldemort.

-¿No han encontrado, al muchacho?- preguntó Sirius volviendo su vista al frente para continuar vigilando a los alumnos. James no se giró para contestar.

-Una vez que desaparecen, solo hay una manera de encontrarlos- musitó el hombre con voz dura, Sirius suspiró.

-Otro más en la lista- comentó amargamente cruzándose de brazos, James asintió levemente a su lado. -¿Qué querrá lograr Voldemort con todo esto?-

-Es un mago psicópata- puntualizó el otro –Cualquier cosa puede estar cruzando su cabeza y no puede ser buena- hizo una pequeña pausa recordando el archivo sobre su escritorio donde llevaban ese caso.

Desapariciones: 23

Muertos: 23

Fecha de nacimiento: 1980

Rasgos en común:-

Sacudió la cabeza para alejar los datos del documento. Era un recuento de las desapariciones de los últimos años. No comprendía el por qué del secuestro de hijos de magos con esos rasgos en particular, y lo más temible era la última casilla. Esa mañana no se había atrevido a llenarla, pero las palabras faltantes revoloteaban en su mente como molestos bichos.

Rasgos en común: Hijos de padres magos. Los padres tuvieron mínimo un encuentro con Voldemort.

"Los padres tuvieron mínimo un encuentro con Voldemort" Ese pensamiento lo ponía tenso en especial. Por algún motivo no lograban comprender qué podía sacar el mago oscuro asesinando a los hijos de aquellos que se levantaron contra él en cierto punto. Por obvias razones, muchos eran hijos de aurores de todas partes del mundo. Algunos otros eran hijos de políticos y personas de distinguida clase entre los magos.

Tendría sentido que el tema fuera la venganza, que solo fuera para tratar de dar un golpe donde más le podía doler a una familia. Pero otra de las características era la fecha en la que las víctimas habían nacido. Julio 1980 no podía ser una coincidencia.

-¿Estás pensando en la fecha de nuevo, verdad?- interrumpió Sirius sus pensamientos –James…-

-Harry y Neville son de esa edad- comentó nervioso el Potter y se pasó una mano por la cara tratando de suavizar su expresión –Lily y yo, Alice y Frank…-

-Lo sé- cortó Sirius exasperado –Ustedes también se han opuesto a Voldemort- su amigo se mordió el labio inferior, pensando en terribles posibilidades. –No me permitiré que algo pueda pasarle a mi ahijado- repitió el animago tratando de que esta vez quedara claro.

Pero no hubo una réplica de James cuando las luces en la cámara se atenuaron aún más y todo se oscureció. Los gritos de sorpresa de los alumnos no esperaron y el miedo comenzó a recorrerlos. Una fría risa irrumpió entre todos, callando de inmediato a los jóvenes que se agazaparon asustados.

-¡No se separen!- ordenaron James y Sirius al mismo tiempo y sacaban sus varitas. No sabían qué estaba pasando, eso no lo esperaban.

Todos quedaron en silencio en la lúgubre oscuridad de la cámara. Apenas y se podía ver. Pero el momento de calma fue lo suficientemente extenso para poder escuchar gritos que provenían de fuera.

-¡Están atacando el ministerio!-

-¡Son mortífagos!-

-¡Deténganlos!-

Los sollozos asustados de los jóvenes volvieron a la realidad a los dos hombres que tomaron sus posiciones de duelo.

-¡Sirius, sácalos de aquí- ordenó James sonando asustado. No podía estar pasando, no ahora. Pero su amigo lo hizo e iluminó un poco la sala, para descubrir a dos mortífagos. –Bellatrix- siseó James, al otro no lo había reconocido.

En el momento que en el nombre de su prima fue mencionada, el Black se giró un poco para ver la desventaja con la que corría James. Dos contra uno no era justo, menos si aquellos encapuchados eran asesinos con experiencia. Juntó a todos sus alumnos detrás de él, ordenando fervientemente que no se separaran y sacaran sus varitas. Se acercó poco a poco a su mejor amigo.

-¡Te dije que te los llevaras!- exclamó el Potter mirando de reojo a todos los muchachos detrás de los dos

-¡Están atacando el ministerio, por dónde esperas que los saque!- reclamó el otro, y comenzaron sus duelos con aquellos dos mortífagos.

Mientras tanto, los jóvenes buscaban la manera de sentirse un poco más seguros. No era que no supieran lo que pasaba, sino que fuera de las barreras del castillo se sentían más indefensos. Sus hogares desde hacía tiempo debían tener múltiples hechizos, pero esa era una situación nueva a la que nunca se habían enfrentado.

-¿Qué vamos a hacer?- susurró Harry asustado a sus dos amigos, tenía miedo al ver a su padre y a su padrino pelear contra los mortífagos. Ni Ron, ni Hermione contestaron. Solo se juntaron más tomando con fuerzas sus varitas, iluminados por los hechizos multi-colores que iluminaban la oscuridad del lugar.

Por el momento estaban a salvo, los dos hombres los defendían de los dos mortífagos que había en el lugar, pero nadie les aseguraba que de un momento a otro no llegaran más seguidores del mago tenebroso e hicieran de las suyas.

Los dos duelos se seguían llevando con una habilidad sorprendente a los ojos de los muchachos. Comprendían el alto nivel de peligro al que estaban expuestos pero era sorprendente ver un verdadero duelo. Así era como se debía pelear cuando la propia vida o la de seres queridos corrían riesgo. No debían titubear ni un solo instante a la hora de lanzar sus hechizos. A pesar de que la clase había terminado de esa forma, admitían que estaban aprendiendo algo.

Harry dio unos pasos hacia atrás entre sus amigos, odiaba presenciar ese tipo de actos donde sus padres y su padrino corrían peligro. Incluso Remus y Peter. Sabía que era parte de lo que querían hacer, por algo eran miembros de la orden del fénix, pero la simple idea de que alguno resultara herido le aterraba. Y él no podía defenderse solo, odiaba ese tipo de violencia. No se le daban muy bien las clases de Defensa y todo lo que conllevaba. Se entendía muy bien con Neville.

Sintió que una mano se posó sin delicadeza en su hombro. En el instante supo que no era ninguno de sus amigos o alguien parecido. Cuando el agarre se apretó no pudo emitir sonido alguno pues otra mano tapó rápidamente su boca. La mano en su hombro bajó hasta atravesar su pecho tomando uno de sus brazos impidiendo que se moviera o lograra alcanzar la varita. Se sacudió lo más que pudo pero nadie parecía notarlo.

-Tu sigues- siseó una voz en su oído que lo hizo quedarse paralizado, quien sea que lo hubiera capturado ahora lo jalaba alejado de sus compañeros en completo silencio.

El miedo lo embargó. No quería… no podía dejar que lo secuestraran. Movió la cabeza fuertemente haciendo que la mano en su boca se moviera, apenas el suficiente tiempo para gritar:

-¡Papá!- y la mano volvió inmediatamente a su lugar, apretando dolorosamente.

A pesar del barullo que causaba el ataque fuera de la sala en donde estaban batiéndose a duelo, ambos hombres pudieron escuchar el grito desesperado del joven. El corazón de James se comprimió cuando giró y vio su peor pesadilla. Su hijo capturado por un mortífago que estaba haciendo todo lo mágicamente posible para llevárselo. Olvidó por completo su duelo y se dio vuelta corriendo de inmediato en ayuda de Harry, su respiración volviéndose violenta por la emoción que lo estaba llenando.

El hombre enmascarado retrocedió con una mano en el cuello del joven y la varita clavada en su pecho. El auror supo que no debía hacer nada tonto. Escuchó a lo lejos cómo Sirius llevaba los dos duelos él solo, pero sabía que su amigo comprendería esa situación. También se escuchaban los susurros asustados de los Gryffindor que ahora eran observadores del tenso momento. Alejó todos aquellos pensamientos para concentrarse completamente en Harry.

-Suéltalo- ordenó en voz alta, notó las lágrima que comenzaban a formarse en los ojos de su hijo, se estaba desesperando -¡Déjalo ir, ahora!- exigió cuando no obtuvo respuesta.

Solo escuchó la risa del hombre que estaba disfrutando con lo que hacía. Y poco a poco comenzó a caminar hacia atrás, previniendo un ataque del auror. En cierto momento se encontró sobre la tarima donde estaba el arco. A James le comenzó a palpitar ferozmente el corazón a medida que se acercaba más y más al mortífago. No podía permitir que algo le pasara a su hijo, no podía dejar que por ningún motivo se lo llevaran, porque solo habría una forma de volverlo a ver y no quería siquiera pensarlo.

Pero el encapuchado parecía temer a lo que se estaba enfrentando, James podía ver que en cada uno de sus movimientos había duda. ¿Cómo rayos no la iba a tener? El Potter quería atravesarlo con la simple mirada, con la vida de su hijo no se jugaba. Dio mas pasos hacia atrás, acercándose peligrosamente al arco. Más de uno de los jóvenes Gryffindor contuvieron la respiración por la acción del mortífago.

-¡¿Qué esperas?- gritó Bellatrix encolerizada -¡Llévate al muchacho!- Sirius atizó la llama del duelo contra ella, haciéndola callar. Pero no pudo evitar mirar de reojo cómo llevaba las cosas James, eso no se veía bien.

-¡Un paso más y el muchacho muere!- advirtió el encapuchado, James se detuvo de inmediato. Nadie en la habitación pareció mover algún músculo.

Bellatrix se estaba cansando de ese juego, debían irse, debían salir del lugar. Los refuerzos no tardaban en llegar y los atraparían. Su señor había dicho que si por algún motivo, en el más remoto de los casos, no lograban capturar por quien iban, debían matarlo. Asegurarse de que no caminara más en el mundo de los vivos. Ese era un caso extremo, sabía lo que tenía que hacer.

Dos hechizos se escucharon casi al mismo tiempo.

El primero, fue el de Bellatrix que estaba apuntado directamente al muchacho de ojos verdes. Terminaría su vida rápido, pero no contó con que el inútil principiante de mortífago -que le había tocado llevar en esa misión- se moviera e interceptara el hechizo equivocadamente. Al instante cayó su cuerpo sin vida al suelo. Pero el segundo hechizo que ella no había lanzado se convirtió en un peligro mayor que el primero. James había tratado de aturdir al captor de su hijo, sin embargo el hombre ya había caído al suelo, atrapando la completa atención de Harry. Solo cuando el joven levantó un poco la cabeza se dio cuenta de que su padre no pudo detener su propio impulso y lanzó su hechizo. No había mortífago a cual aturdir, pero…

No era del tipo que pensaba rápido. Sintió como el hechizo le atinaba de lleno en el pecho y lo impulsó hacia atrás. Trastabilló con el cuerpo sin vida del hombre y se sintió caer en el vacío.

-¡Harry!- era la voz de su padre y su padrino, luego sintió que unas frías tinieblas lo envolvían antes de que todo se volviera negro.


Quizás pasó una eternidad para James y Sirius, cuando vieron que el muchacho de ojos verdes caía accidentalmente dentro de aquel arco. Sabían por los pocos estudios que existían, que de ese lugar, no había regreso. Los segundos se volvieron largos años donde podían ver en cámara lenta como pasaba todo. Poco a poco Harry iba desapareciendo tras el arco. Bellatrix se había ido en el momento que su hechizo había fallado y no se quedó a ver lo que pasaba.

-¡Harry!- encontraron la manera de gritar desgarradoramente, ambos hombres. No podían creer que… lo que más temían, había pasado.

Y pasó otra cosa aún más extraña.

Como sería de esperarse en un arco normal, alguien caería del otro lado. Sabían que la única persona que se atrevió a cruzarlo jamás había vuelto, eso decían los libros. Pero notaron como una pequeña figura caía con fuerza del otro lado, completamente inmóvil.

Eso era una señal para el Potter que no pensó dos veces en echarse a correr en esa dirección. Cuando llegó, no podía soltar el aire de sus pulmones, no mientras no comprobara eso último que le estaba exprimiendo el corazón. A primera vista, ese era su hijo. Y pasó por alto el hecho de que el joven no estaba vistiendo el uniforme del colegio, ni siquiera lo notó. Todo lo que le importaba era que despertara, que sus ojos verdes idénticos a los de su esposa lo miraran y le sonriera, diciendo que todo estaría bien. Estiró su mano temblorosa hacia el pecho de su hijo y aguardó. El mundo entero cayó en absoluto silencio, esperando.

Sintió levemente el movimiento, arriba y abajo, Harry estaba respirando. Rápidamente se acercó más y lo tomó en sus brazos abrazándolo fuertemente, había estado tan cerca de perderlo. Con la mano que tenía libre acariciaba su rebelde cabello para terminar de convencerse de que era real.

Escuchó el eco de pasos en la cavernosa sala, sabía que por el momento solo podía ser su amigo, pero las voces de más personas se escuchaban cada vez más cerca. Sintió la presencia de Sirius a su lado.

El animago contuvo la respiración al estar a escasos metros de su ahijado, pero cuando vio que el padre no estaba hecho pedazos, sabía que no había pasado nada malo. Nada que no se pudiera arreglar, por el momento. Aunque tampoco entendía eso, estaba demasiado agradecido por esos casos especiales en la historia. Suspiró audiblemente y se hincó junto a James, examinando a su ahijado con una mueca confundida.

-¿Y esa cicatriz?-


Sirius no podía creer que había descuidado algo tan importante. ¡Había dejado que un hechizo tocara a su ahijado! Y lo peor de todo, era que en el momento que lo vio retroceder al misterioso arco, no había nada más que hacer. A pesar de haber intentado que sus piernas se esforzaran por recorrer esa corta distancia en un tiempo imposible, su cerebro ordenó que no perdiera el tiempo, su corazón al mismo tiempo se endureció dolorosamente.

Todos en la sala contuvieron sus respiraciones esperando algo que parecía imposible, que Harry cruzara aquél misteriosos arco solo aturdido. Rogaban a Merlín por aquello, aunque supieran que no fuera posible. Aunque Harry no era un muchacho ordinario.

Como si la respuesta a sus súplicas hubiera sido correspondida, los ojos de cada uno de los presentes se agrandaron al ver una joven figura caer del otro lado con un sonido sordo. Nadie se movió, por lo menos hasta que uno recuperó el control de sus pensamientos y bajó la tarima en un tiempo record. No le importó tirarse al suelo de rodillas con más fuerza de la necesaria pero no quería prolongar más ese momento de agonía.

Tomó a su ahijado en sus brazos con vigor y lo sacudió un poco.

-Harry… ¡Harry!- intentó infructuosamente. Pero se sintió un poco aliviado por al menos verlo respirar. Sin embargo no pasó desapercibidos varios cambios significativos y extraños.

Su ahijado vestía el uniforme del colegio, según recordaba, ni él ni los demás lo llevaban esa noche. Lo revisó detenidamente, su rostro no tenía ningún rasguño. Y quizás lo más importante de todo, la curiosidad lo llevó a remover un poco de cabello de la frente del joven. Aspiró aire violentamente al ver un elemento faltante, algo que no podía haber desaparecido así como así.

-¿Y la cicatriz?-


Decir que el ministerio era un caos, era decir mentiras. Todo el lugar era el punto cero de un desastre, desastre que habían causado los mortífagos. Y las personas corrían en distintas direcciones donde la ayuda era requerida. Heridos, muertos, personas desaparecidas o escondidas por su propia seguridad. De lo único que estaban seguros, era del descontrol que había causado esa visita improvisa y de los problemas que conllevaría un poco más adelante.}

No todos podían estar donde se les necesitaba al mismo tiempo, y a pesar de todas aquellas llamadas que había recibido el Potter, el se negaba a alejarse del grupo de quinto grado de Gryffindor.

-James…- Sirius había intentado una vez más en vano, porque el hombre no parecía responder a nada a su alrededor que no fuera algo concerniente a su hijo. El animago suspiró, pensando que eso había sido su culpa.

-Ni siquiera lo pienses- susurró James sin despegar la mirada del rostro apacible de su hijo. Desde que todo había acabado, se había negado siquiera a soltarlo. Sin embargo, a pesar de estar preocupado por el hecho de que Harry no despertara, no pasó por alto el hecho de que su amigo ya estaba culpándose por lo pasado. El silencio de Sirius solo le dio la razón –Tú no sabías que esto pasaría- añadió.

-Pero yo fui el de la idea de venir- contradijo el Black mirando al suelo como un niño regañado –No sé en qué estaba pensando- suspiró. Podía haber perdido a su ahijado por una simple excursión escolar. Aunque la idea del principio era buena, el hacer que los jóvenes magos se despejaran un poco de las trágicas noticias que a diario azotaban el mundo mágico. Poder salir de los muros de la escuela sin preocuparse.

Cuando James preparaba su sermón, tres personas irrumpieron con rapidez en la –por el momento calmada- sala. Ambos merodeadores solo alcanzaron a ver un rayón de mechones pelirrojos de cabello y luego a Lily de rodillas junto a su esposo con una expresión indescriptible.

-Harry… ¡Harry!- intentó ella asustada, sacudiendo un poco al muchacho en los brazos de su esposo. Las lágrimas se empezaban a formar en sus ojos esmeraldas, pero un leve quejido incómodo la hizo sonreír aliviada y abrazar a su esposo y a su hijo con fuerza. Cuando le dieron la noticia había estado tan asustada de perderlos.

-Tranquila, amor- susurró James a su oído, por fortuna él mismo se había logrado tranquilizar antes de que llegara su esposa. Ella asintió dejando escapar el aire que sus pulmones habían retenido.

Sirius mientras tanto se había mantenido como un mero observador ante la escena, sintiéndose como un extraño que no tenía derecho a estar ahí. Y la pelirroja notó su incomodidad porque lo atrajo en un abrazo, agradecida y con grandes lágrimas en los ojos.

-No fue tu culpa…- aseguró ella palmeándole el hombro -… por lo menos esta vez- el animago rodó los ojos con una pequeña sonrisa.

-¿Se supone que eso me debe hacer sentir mejor?-

Ella asintió. El Black se sintió un poco mejor, eso le quitaba un peso de encima.

Ahora tenían que regresar al colegio.


En el momento en que todos recuperaron sus sentidos, se movilizaron. No esperarían la aparición de más secuaces de Voldemort o el mismo mago oscuro, así como los aurores del ministerio e inútiles políticos como el ministro. Dumbledore había ordenado a su orden que se retirara y se llevaran a los jóvenes con ellos, el director les hizo un traslador que los llevara directamente a la enfermería. El anciano hombre todavía tenía cosas que hacer ahí, como el hecho de mostrar al mundo, que durante todo el año, Harry y él habían tenido la razón en todo.

Así que sin perder tiempo, algunos tomaron el traslador y otros conectaron la red flu con la oficina del director momentáneamente. Al final todos reuniéndose en un punto del colegio.

Sirius no podía estar tranquilo a pesar de que nada parecía estar mal con su ahijado. La señora Pomfrey no había comentado nada, solo ocasionales regaños para todos los que estaban presentes, pero nada grave. Pero no podía hacer a un lado esa pequeña diferencia que lo estaba torturando desde hacía rato.

Desde siempre, Dumbledore consideraba imposible que esa marca que la magia tenebrosa había dejado, desapareciera. Que sería en vano buscar una forma, incluso, de romper con la conexión que unía a su ahijado con Voldemort. Y ahora todo era tan extraño. La cicatriz que había marcado la vida de Harry aquella noche de Octubre, ya no estaba. Había desaparecido por completo sin dejar rastro alguno, o huellas de que alguna vez había estado ahí. Absolutamente nada.

Y no sabía si debía preocuparse, o no, por eso. No era ciego como para no notar que la enfermera ya se había percatado de este detalle faltante. Aún así la mujer no se había alarmado.

La señora Pomfrey cambió el uniforme del colegio que Harry vestía, por un pijama de la enfermería. Eso hizo a algunos torcer el gesto, pensativos. Harry no llevaba el uniforme cuando peleaban en el ministerio. Otra incógnita más a la lista, según Sirius. Sin embargo nadie dijo nada, haciendo más largo el mutismo. Ni mencionar que era tarde, y Dumbledore no se aparecía para dar ciertas explicaciones que debía a todo el mundo.

-Mamá…-

La simple palabra sacó a todos de sus pensamientos, aunque fuera solo un susurro. Y todas las miradas fueron dirigidas a la cama que ocupaba el joven Potter. ¿Había dicho mamá? Sirius se acercó especialmente preocupado de que su ahijado delirara, pero la señora Pomfrey lo detuvo.

-Está bien- aseguró ella, restando importancia a la palabra. Todo se lo atribuía a una memoria o un sueño.

Eso no dejó tranquilo al convicto de Azkaban. Escuchar a Harry decir eso, no era algo frecuente, para su desgracia.

Y el muchacho continuó moviéndose levemente en la cama de la enfermería, aparentemente luchando contra alguien invisible, tratando con una mano de quitar algo de su cuello.

El "¿Eso es no pasa nada?" se leyó perfectamente en la cara del animago cuando la enfermera conectó su vista con él, aunque seguía creyendo que era solo un juego de la mente del pobre muchacho.

-Potter… POTTER- intentó sacudiendo uno de sus hombros levemente. No logró nada más que otro susurro desesperado.

-Papá…ayúdame- y comenzó a moverse más violentamente.

Remus y Sirius de inmediato se acercaron. No entendían que tenían que ver ahora Lily y James con lo que estuviera pasando en la cabeza de Harry, pero lo mejor que podían hacer por el momento era despertarlo de tal sufrimiento.

-¡Harry! Soy yo, Sirius- el hombre pasó una mano entre mechones de cabello rebeldes de su ahijado, logrando que se aplacara un poco. Aunque las incoherencias, según todos, continuaron.

-¿Sirius? ¡Tienes que ayudar a mi papá!...-

-¡Calma, Harry! Estás a salvo, todo está bien…- continuó un poco más desesperado el merodeador, en verdad no lograba comprender. Aunque no tuvo el tiempo de analizarlo.

Un par de ojos esmeraldas se abrieron de golpe, mirando hacia todos lados con miedo, pequeñas lágrimas formándose. Nadie se atrevió a decir nada. Así que el joven se sentó mirando a todos los presentes, reconociendo a todos ellos pero mirándolos con algo de sospecha. Había algo distinto.

-¿Harry?- habló tentativamente Sirius, moviéndose sigilosamente a su lado sin comprender por qué.

El joven de ojos esmeraldas se giró de inmediato ante la voz de su padrino, pero hubo algo en él que dejó al convicto sin palabras. Además de sus brillantes y puros ojos verdes, lo que dijo no era lo que el hombre esperaba escuchar.

-Sirius, te ves viejo ¿Qué te pasó?- ese no era definitivamente el hola, que esperaba. Pero le preocupaba el hecho de que Harry dijera eso.

¿Acaso no se habían visto en los últimos dos años para saber lo que Azkaban le había hecho? ¿No se habían visto hacía pocas horas en el departamento de misterios? Era una oración muy desconcertante viniendo de Harry y aún no acababa.

-Sirius… ¿Dónde está mi madre y mi padre?- urgió el muchacho realmente desesperado, buscando con la mirada por toda la enfermería. Eso desconcertó a todos e hizo que al animago se le formara un nudo en la garganta, de un momento para otro.

¿Qué rayos estaba pasando por la cabeza de Harry? Era la pregunta general. Sin embargo el Potter parecía estar tan convencido de lo que decía que les era difícil a los presentes el contradecirlo. Más para su padrino que se había quedado a su lado mudo y sin moverse, sin saber qué hacer.

-¡Sirius!- volvió a reclamar el joven -¿Dónde-está-mi-padre? Lo último que recuerdo es haberlo visto peleando contra un mortífago y después… todo se volvió negro- terminó en un susurro ¿asustado?


¿Se explica bien a donde quiero llegar con ésto? :D Espero que si.

A todos, gracias por este segundo año. Lo aprecio muchísimo, en verdad. ¿Nuevos lectores? Les aseguro que nunca pueden esperar lo predecible.

Y como a todo autor, me encantan sus comentarios. !Se vale hacerme feliz! ¿Quién quiere segundo capítulo?

anypotter

p.d. Poll en mi profile y fiesta en la madriguera -por segundo año consecutivo- lleven pastel de chocolate! :D