Zaluiito00sss a tooss! Gracias por leer y disculpen la demora…. Ya saben, hay dias en los que una pierde totalmente la inspiración ^^

El regalo

No había olvidado el día en el que estábamos. Nadie lo había hecho. En realidad todos lo recordaban por lo acontecido el año pasado en esta misma fecha. Hoy es el cumpleaños de mi Bella.

Hace dos días Alice, como es de suponerse, había convencido a toda la familia de celebrarlo pero Carlisle, gentilmente, insistió en que a Bella no le haría ninguna gracia la idea de celebrar el hacerse dos años "mayor" que yo. Emmett pensaba en que sería mejor no celebrar, no vaya a ser que a mi esposa le diera un ataque se nervios y termine rompiendo todo a su paso. Yo gruñí ante su opinión pero también creía que Bella se comportaría como una neófita común y silvestre.

Alice, después de mucho insistir, había logrado que los demás le dijeran feliz cumpleaños a Bella. Rosalie deseaba darle un regalo que de verdad agradeciera ─ pude ver en su mente de que se trataba y si hubiera podido me habría sonrojado ─, de solo pensarlo Emmett estalló en carcajadas. Esos dos eran, sin duda, el uno para el otro.

Esme estaba dichosa de poder dar a Bella el obsequio que le había preparado con tanto amor pero tenía el silencioso temor de que fuera destruido rápidamente. Suspiraba una y otra vez al imaginarse su hermoso regalo destruido.

Me tense al entender que los pensamientos de todos ellos giraban alrededor de mi vida sexual. Jamás imagine que hasta Esme se inclinaría hacia ese extremo, sobretodo teniendo en cuenta que Bella no pensaría en eso durante mucho tiempo. Disimule muy mal el sentimiento de pesar que inundaba mi cuerpo por lo que Emmett soltó varias carcajadas anticipatorias en mi dirección. Jasper y Alice me daban ánimos mentalmente pero, aunque intentaban ocultarlo, también se imaginaban lo gruñón que estaría durante el tiempo que durara la actitud de neófita en mi esposa. Sin embargo, tanto ellos como yo, estábamos equivocados.

Me comencé a sentir realmente nervioso cuando la noche cubrió Forks. La ansiedad dominaba mi cuerpo y mi mente. Intentaba entablar una eficaz conversación con mi padre pero me era imposible mantener el hilo de sus palabras mientras vigilaba la mente de Renesmee.

"Te noto ansioso, hijo" pensó Carlisle. Hice una mueca en respuesta, no tenía caso negar o afirmar algo en mi evidente estado. Pero no era necesario explicarle a mi padre lo que estaba sintiendo, bastante malo ya es que Jasper lo sepa. Tal vez deba estar agradecido de que ese sutil don no lo posea Emmett.

Pude ver como los pensamientos de Nessie menguaban producto del cansancio y sonreí expectante. Leer su mente al menos me daba una pequeña idea de lo que había en la mente de Bella y, también, podía hacerme una idea vaga del tiempo que faltaba.

─ Por fin ─ murmure.

Fruncí el ceño al notar que mis pensamientos se estaban volviendo inapropiadamente impuros. No llegaba a ver el acto en sí ─ jamás me permitiría eso ─ pero podía vislumbrar pequeñas escenas que incrementaban mi ansia y mi odio por esta interminable y sofocante hora que se negaba a pasar.

Mire hacia afuera al oír un murmullo conocido. Un susurro familiar. Hace ya un par de horas que Jasper se había marchado por lo que pude percibir su mente acercarse junto a la de Alice, Esme y Emmett.

Bella observó a mi familia saltar el río con expresión amable ─ excepto cuando fue el turno de Emmett quién, en vez de saltar, atravesó el río chapoteando con una sonrisa pícara en el rostro; Bella soltó una cantarina carcajada ante la escena ─.

Pude ver las sonrisas cómplices que lanzaban unos a otros mientras se acercaban a la casa. La expresión de Alice de seguro hizo crecer en Bella la inevitable sospecha, era tan obvia que incluso un humano increíblemente distraído podría notarlo. Sin embargo, la de Emmett era aún más obvia; ni por asomo disimulaba lo que estaba pasando por su mente.

"Hermanito, que ni se diga después que no nos esforzamos por ti. Aunque dudo que para mañana esté todavía en pie" sentí mi cuerpo tensarse al vislumbrar las fantasías que corrían por la mente de Emmett. Fantasías muy poco decorazas si tenemos en cuenta que él jamás ha tenido ni un ápice de idea sobre el cuerpo desnudo de mi Bella. La ira relampagueó en mi interior. Ese Emmett jamás aprendería el significado de la palabra "ajeno". Su sonrisa se convirtió en una carcajada cuando notó mi escrutinio y mi mirada asesina. Se disculpo mentalmente pero, al leer los pensamientos de Rosalie supe que tendría su merecido. Ella había adivinado el motivo de mi súbita ira y se preparaba para dejar a Emmett sin su dosis diaria de sexo salvaje.

Sonreí para mi mismo y para mi Bella. Expectante, ansioso y, más que todo eso, enamorado.

Alice irrumpió en la casa antes que todos los demás con una impaciencia casi tangible. Llevaba la mano estirada hacia Bella aprisionando entre sus dedos una llave de bronce con un enorme lazo rosa de satén atado.

Y he ahí su sutil regalo.

Bella recibió la llave con expresión confusa. Miro a Alice con desconfianza e, incluso, algo de miedo.

— ¡Feliz cumpleaños! —canturreó mi hermana.

Bella puso los ojos en blanco.

—Nadie empieza a contar su cumpleaños el día de su nacimiento —le recordó—. El primer cumpleaños se celebra al año de haber nacido, Alice.

La gran sonrisa de Alice se volvió petulante.

—No estamos celebrando tu cumpleaños como vampira, al menos todavía no ─ explicó ─. Hoy estamos a trece de septiembre, Bella. ¡Feliz diecinueve cumpleaños!

La expresión de Bella fue imperdible. Incluso tras la máscara de frialdad propia de su nueva naturaleza pude vislumbrar la sorpresa, el horror y luego la ira que descompuso su rostro. Emmett y Jasper rompieron a reír escandalosamente, Esme miraba con el ceño fruncido a mi hermana y Carlisle, bueno Carlisle luchaba internamente por no reír. Rosalie, en cambio, estaba disfrutando de su triunfo: había apostado con Emmett sobre el resultado y el que Bella se haya quedado muda la convertía en la flamante dueña de un abrigo de piel con incrustaciones de piedras preciosas. Hasta a mí me dolió esa derrota.

— ¡Ah, no! ¡Eso no, de ninguna manera! — Sacudió la cabeza furiosamente cuando logró articular palabra—. Eso no cuenta. Hace tres días que dejé de cumplir años y tendré dieciocho para siempre.

Me lanzó una mirada inescrutable. Parecía que la tristeza iba menguando la fuerza de su ira. Pero yo prefiero su ira a su pena. Quede totalmente desarmado ante su expresión.

—Sea como sea, vamos a celebrarlo, ¿queda claro?

Me molestó bastante el tono que mi hermanita usó con Bella. No le importo el dolor en sus ojos, ni el ligero temblor en sus labios. No le dio importancia a la mueca de horror que ahora deformaba sus facciones.

¿Cómo puede ser tan inconmensurablemente cruel? Aún a sabiendas de lo que cumplir años significaba para mi esposa va y le suelta sin más sus exigencias. Porque eso es exactamente lo que la duendecillo estaba haciendo: exigiendo.

Me removí inquieto mientras lanzaba miradas amenazantes a Alice quién no se dio por aludida.

Me relaje cuando oí un suspiro de resignación proveniente de Bella. Su rostro ya no reflejaba nada pero ahora, incluso sin leer su mente, supe que el pánico amenazaba con convertirse en la emoción predominante dentro de ella.

Alice sonrió aún más, si es posible, al leer la rendición en los ojos de Bella.

— ¿Estás preparada para abrir tu regalo? —canturreó ella.

—Regalos —la corregí mientras llevaba una de mis manos hasta mis bolsillos y sacaba de él la larga llave plateada que pertenecía al auto de "después" para mi reacia esposa.

—El mío primero —dijo Alice, y sacó su pequeña lengua hacia mí, previendo mi respuesta. —El mío está más cerca.

Rodé los ojos. Al igual que Bella, todos habíamos aprendido a no discutir contra ese monstruito. Después de todo, resultaba bastante frustrante el que ella "viera" cuales serían nuestras objeciones y supiera exactamente como contraatacar.

Vi una chispa de malicia en sus ojos cuando se volvió hacia mí en un fugaz parpadeo.

—Pero mira cómo va vestida —las palabras de Alice sonaron casi como un gemido—. Estoy sufriendo desde que la vi por la mañana. Está claro que la mía es una cuestión prioritaria.

Entrecerré los ojos al vislumbrar cuales eran sus planes. Con que de eso se trataba.

Mientras inspeccionaba su mente para sonsacarle más información de la quería mostrarme me encontré con algo que no esperaba. Tuve el irrefrenable deseo de ruborizarme y agradecí a lo que fuera porque eso no sea posible. Me quede rígido clavado al suelo mientras examinaba la última visión que Alice había tenido sobre Bella. No es que no le agradeciera a mi hermana por su constante preocupación pero, creo seriamente que esto es pasarse de la raya.

Al igual que en mi luna de miel, esa duendecillo había estado metiendo sus narices en mi noche con Bella. ¿Es qué acaso no conocían el pudor ni el significado de la palabra "privado"?. Me detuve cuando la visión se pasó a castaño oscuro. No es que necesitara de ella para imaginarme lo que sucedería, pero mi agotado autocontrol no necesitaba una mirada hacia lo que ocurriría. Incluso sin permitirme ver más allá mi cuerpo ya había reaccionado. Cada uno de mis músculos estaban contraídos, la ponzoña corría frenéticamente por mi cuerpo, pude sentir como mis ojos de oscurecían debido al deseo y la lujuria contenida.

Un murmullo me alejo de mis ensoñaciones. Jasper me observaba con una mueca de burla plasmada en su rostro. ¡Diablos! Obviamente Jazz había percibido mi súbito cambio de "humor".

Podía oír sus burlas mentales, y otra vez daba gracias porque ese don no perteneciera a Emmett. Al menos Jazz se limitaría a restregármelo mentalmente sin la necesidad de divulgarlo por todas partes. No estoy diciendo que Emmett sea un chismoso, solo que, incluso aunque no quisiera decir nada, sus risotadas no pasarían desapercibidas por nadie a siete kilómetros a la redonda.

Me gire hacia Alice que continuaba viendo a Bella con esa, para nada fingida, mueca de horror. Mi hermana en verdad estaba tan destrozada como el vestido que llevaba mi ángel en esos momentos.

Jasper se convulsionó en la risa que intentaba ocultar.

Mala apreciación… ¿Por qué siempre tengo que notar esta clase de cosas? ¡Se supone que los puntos de vista lujuriosos son emociones humanas no vampíricas!

—Ya sé qué vamos a hacer... nos lo jugaremos —sugirió Alice—, a piedra, papel o tijeras.

Jasper se echó a reír entre dientes mientras yo suspiraba.

— ¿Por qué no nos dices simplemente quién va a ganar? —inquirí con ironía.

Alice sonrío de oreja a oreja—Yo. Estupendo.

—De todas formas, será mejor que yo espere a mañana —convine cuando caí en la cuenta de que a Bella no le emocionaría mi obsequio. Le sonreí y apunte hacia los licántropos dormidos ─ Creo que sería mucho más divertido si Jacob estuviera despierto cuando se produzca la gran revelación, ¿no crees? Quizás así haya alguien que muestre el nivel adecuado de entusiasmo.

Ahora si podía mostrarme un poco más amable en el tema de esos perros. Si bien no me agradaba el que ese chucho haya imprimado a mi hija, me importaba menos que el que quisiera arrebatarme al amor de mi existencia. Y ahora que lo pienso con más detención, no creo que exista alguien más calificado que Jacob para estar con Nessie, no creo que alguien más la merezca. Y tengo mis serias dudas en que permita al alguien más acercarse a ella, dudo que vaya a existir otro que la ame más que él o que la haga más feliz.

Bella me sonrió para confirmarme la necesidad de que alguien amante de los autos este para recibir el entusiasmo que esperaba.

─ Bella, deja que Rosalie coja a Ness... a Renesmee ─ canturreó Alice.

— ¿Dónde suele dormir?

Alice se encogió de hombros.

—En los brazos de Rose, en los de Jacob o en los de Esme. Ya te puedes hacer una idea. No creo que se haya acostado en toda su vida. Se va a convertir en la semivampira más malcriada de la historia.

Me reí mientras leía la mente de Jasper quién estaba corroborando los sentimientos de Rosalie cuando tomo a Nessie entre sus brazos. Quede admirado y complacido ante las emociones de mi hermana. Desbordaba tanto amor que me hacía sentir aturdido. La amaba tanto como Bella. Para ella Nessie era mucho más que una simple sobrina: Rosalie se sentía, de cierto modo, como su madre. Estaba orgullosa de haber apoyado a Bella durante el embarazo, de haber impedido que le hagamos algo al bebé.

Siempre le estaría agradecido a mi hermana por eso. Siempre estaría en deuda con ella.

Además, el que Rosalie amara tanto a Nessie me concedía más momentos a solas con mi esposa y menos momentos "agradables" a Emmett, que bien merecido se lo tenía.

—También es la menos mimada de todas las semivampiras del mundo —replicó Rosalie—. Eso es lo bueno de ser única en su especie.

La sonrisa que le dedicó a Bella me confirmó que ya no sentía ningún tipo de rencor hacia ella, es más, que le quería. Que éramos una familia nuevamente.

Sin duda que Renesmee sería la semivampira más mimada del mundo. Tenía tres madres que la adoraban (Bella, Rosalie y Esme), un abuelo que sentía fascinación hacia todo lo concerniente a ella, una tía loca y caprichosa que sería su mejor amiga, dos tíos que la protegerían a costa de sus propias vidas, un padre que la amaría para siempre y que la vigilaría hasta que sea el momento en que ella forme su familia; además, también poseía un molesto can que se desviviría por ella y con él, toda su manada.

Nessie tenía asegurada una existencia totalmente feliz.

Alice puso la llave en la mano de Bella en un intento de recuperar su atención, y también de disfrutar un tiempo más de la cara de horror de ella. Bella le dedico una mirada de resignación y apretó la pieza de metal cuidadosamente entre sus níveos dedos. Por un momento tuve miedo de que la rompiera pero el autocontrol de Bella iba aún más allá de no haber matado a los excursionistas.

Sonreí al recordar que Bella nunca había sido normal.

—Vamos, vamos — canturreo Alice.

— ¿Está fuera? ─ chilló Bella.

—Algo así —replicó Alice, mientras la empujaba hacia el exterior.

—Disfruta de tu regalo —le dijo Rosalie—. Es de todos nosotros, de Esme especialmente.

— ¿No venís ninguno conmigo? — inquirió confusa.

—Te daremos la ocasión de que lo disfrutes a solas —replicó Rosalie—. Ya nos dirás qué te parece... más tarde.

"No te preocupes hermanito, ¡mañana construimos una nueva!" pensó Emmett mientras soltaba una exuberante carcajada anticipatoria.

Torcí el gesto y observe como Alice jalaba a Bella y esta última le sonreía con ganas. Eso fue bastante extraño. ¿Por qué Bella estaría sonriendo si detesta los regalos?

"Hijo, por favor, cuiden de la cabaña" rogó Esme recordando los desastres ocasionados por Rosalie y Emmett a sus antiguas creaciones. Le guiñe un ojo y me dispuse a seguir a mi hermana y a mi esposa por el bosque.

Tras cruzar el río seguimos a Alice en dirección norte. La noche era cerrada pero eso no dificultaba mi visión. Podía ver claramente a la razón de mi existencia corriendo delante de mí mientras sonreía.

¿Se puede ser más feliz? ¿Habrá existido alguien que haya tenido más de lo que yo tengo ahora? Lo dudo. Es más, estoy seguro de que no.

Al conocer a Bella mi mundo entero cambio. Nada tiene sentido sin ella. Y ahora, tenemos toda la eternidad para amarnos, para estar juntos, para ver crecer a nuestra hija y disfrutar de sus sonrisas. Mi familia, un propósito, sueños; todo eso me lo dio ella. Mi eterna soledad y melancolía se esfumaron junto a mis temores y mal humor. Ya nunca más estaré solo. Ella siempre sostendrá mi mano, y yo siempre veré en sus ojos el porque vale la pena existir.

Bella se detuvo mientras Alice daba media vuelta y se encaramaba con la soltura que la caracteriza sobre su espalda.

—No me ataques.

— ¿Qué estás haciendo? — susurró cuando Alice cubrió sus ojos con sus manos.

—Asegurándome de que no puedes ver nada.

—Puedo ocuparme de esto sin tanto teatro —ofrecí.

—Tú la dejarías hacer trampas. Cógela de la mano y condúcela hacia delante.

—Alice, yo...

—No fastidies, Bella. Vamos a hacer esto a mi manera.

Suspiré. Alice siempre hace todo tan complicado. Camine hasta situarme a un lado de Bella y tome su mano para guiarla.

—Son sólo unos segundos más, Bella. Después, se largará a maltratar a otro ─ le aseguré, jalé de ella para que siguiera caminando. Milagrosamente no protestó.

—Podías ser un poco más agradecido —me recriminó Alice—. Al fin y al cabo es tanto para ti como para ella.

Lo pensé por un momento. En eso ella tenía razón. Este obsequio lo disfrutaría tanto o más que ella.

—Eso es cierto. Gracias de nuevo, Alice.

—Vale, vale, está bien ─ ¿es que a todos se les había pegado la forma de hablar de ese perro? ─ Detente aquí. Vuélvela un poco hacia la derecha ─ obedecí ─. Sí, vale, así. Estupendo, ¿estás preparada? —chilló emocionada.

—Sí, lo estoy — aseguró.

Alice y yo liberamos a Bella para que viera el obsequio que mi familia había hecho para ella.

Era una cabaña hecha de piedra gris lavanda restaurada de tal manera que parecía pertenecer a la pequeña pradera en la que estábamos. La madreselva cubría una de las paredes, una celosía subiendo hasta llegar a cubrir las gruesas tejas de madera. Unas rosas tardías de verano florecían en un jardín del tamaño de un pañuelo bajo las oscuras ventanas profundamente incrustadas en la pared. Había un caminito de piedras planas que refulgían en la noche con un reflejo de color amatista. Conducía a la pintoresca puerta de madera en forma de arco.

Bella se quedo observándola sin denotar ninguna emoción, sin moverse siquiera. A Alice comenzó a entrarle los nervios ante su silencio. Se removió inquieta mientras revoloteaba cerca de Bella esperando su opinión.

"¿Por qué esta tan callada, Edward? ¿Es que no le ha gustado? ¡Ayúdame!, ¡Di algo!"

Negué con la cabeza. Debíamos dejar que ella decidiera sin presionarla para que aceptase. La duendecillo frunció el ceño ante mi negativa y se paro frente a Bella que solo era un par de centímetros más alta que ella.

— ¿Qué te parece? —inquirió Alice con voz suave.

Silencio.

—Esme pensó que nos gustaría tener un lugar para nosotros solos durante un tiempo, pero no quería que nos fuéramos demasiado lejos —murmuré para apoyar a mi hermana—. Y ya sabes que le encanta tener cualquier excusa para renovar cosas. Este sitio, tan pequeño, llevaba casi un siglo cayéndose a pedazos.

Silencio.

— ¿Te gusta? —la expresión del rostro antes animado de Alice se vino abajo—. Quiero decir que, si quieres, podemos arreglarla de otra manera completamente distinta. Emmett quería que le añadiéramos unos cientos de metros, con un segundo piso, columnas y una torre, pero Esme pensó que la casa te gustaría más si mantenía el mismo aspecto que se suponía debía tener —empezó a alzar la voz y a acelerarse—. Si estaba equivocada, podemos ponernos otra vez manos a la obra, no creo que nos llevara mucho...

— ¡Chist! — exclamó Bella.

Alice se mordió el labio por la preocupación (un gesto aprendido de Bella). Casi sentí pena por ella. Esta era la primera vez que Bella la castigaba con su silencio, yo entendía bien el sentimiento que la embargaba, era el mismo que se apoderaba de mí cada vez que ella se negaba a revelarme sus secretos, la razón de su ira o dolor. Pobre Alice.

— ¿Me estás regalando una casa por mi cumpleaños? —susurró al fin.

—Todos nosotros —le corregí—. Y no es más que una cabaña. Creo que la palabra «casa» implica algo más de espacio.

—No te metas con mi casa —me instó.

Alice sonrió a más no poder. Me pregunto en que punto su rostro se va a romper.

—Te gusta.

Bella sacudió la cabeza.

— ¿Te encanta? ─ insistió.

Bella asintió levemente con la cabeza.

No necesité a Jasper para sentir el regocijo de Alice. Parecía que emanaba de su cuerpo y llenaba todo el lugar.

— ¡No puedo esperar a contárselo a Esme!

— ¿Por qué no ha venido ella?

"¡Ayúdame! ¿O prefieres que sea yo la que le explique porque no vinieron?"

Sonreí. De esta tendría que salir solita.

Titubeo escabulléndose de su mirada.

—Bueno, ya sabes... Todos se acuerdan de cómo eres con los regalos. No querían presionarte mucho para que dijeras que te gustaba.

—Pero si me encanta de verdad. ¿Cómo podría no gustarme?

—A ellos sí que les va a gustar —le dio unas palmaditas en el brazo—. De cualquier modo tienes el armario hasta arriba. Úsalo con cabeza, y... creo que esto es todo.

— ¿No vas a entrar?

Apretó los labios para no reírse.

"No necesito estar ahí para saber lo que va a pasar"

Esto sin duda es el colmo. ¿Cuándo mi familia, en especial mi hermana consentida, se transformó en un grupo de fisgones?

Mire a Alice con gesto severo mientras apretaba con fuerza la mandíbula.

"Esta bien, Edward. Es solo que la última vez "vi" que ella necesitaría ayuda, así que… ya sabes… quise asegurarme de que todo saldría bien. Me perdonas, ¿cierto?"

Asentí imperceptiblemente.

Alice comenzó a retroceder alejándose de nosotros en dirección al bosque.

—Edward conoce bien todo esto. Ya me pasaré... más tarde. Llámame si no sabes cómo conjuntar la ropa. Jazz quiere ir de caza. Nos vemos.

Salió disparada entre los árboles.

"Buena suerte, hermano"

—Qué extraño. ¿De verdad soy tan mala? No tendrían que haberse quedado atrás. Ahora me siento culpable. Ni siquiera le he dado las gracias de forma adecuada. Vamos a volver, a decirle a Esme...

Bella, Bella, Bella. ¿Cómo es posible que no se haya dado cuenta?

—Bella, no seas tonta. Nadie piensa que seas tan irrazonable.

—Entonces, qué...

—Su otro regalo es que podamos tener un poco de tiempo para nosotros solos. Alice intentaba sugerirlo de forma sutil.

—Ah ─ musitó en un susurro apenas audible.

Mis músculos reconocieron la situación mientras la ponzoña nadaba en mi boca.

—Déjame que te enseñe lo que han hecho — le insté, tirando de su mano.

Cuando cruzamos la puerta de la cabaña sentí como mi cuerpo se tensaba por el deseo. Aun no comprendo como ella no notó el temblor que se había apoderado de mí. Tuve la feroz necesidad de olvidar la casa y todo lo demás pero también quería que Bella disfrutara a tope su regalo. Así que, haciendo uso de mi agotado autocontrol, intente reprimirme y contenerme de saltar sobre ella para descubrir cada rincón de su nuevo cuerpo.

Ella estaba usando mi camisa aun. Lo que debilitó de forma importante mis defensas. Tener la seguridad de que debajo de la delgada tela su piel estaba cubierta solo por un desgarrado vestido de seda azul ahogó mi cuerpo en un frenético sentimiento lujurioso, en un deseo ligeramente saciado. Estaba hambriento de su cuerpo, el monstruo y yo por primera vez estábamos de acuerdo en algo: debí decirle a Esme que la cabaña fuera más pequeña…

Mi mente comenzó a nublarse mientras le explicaba a mi esposa los detalles de la casa. Al llegar a la habitación mis desobedientes manos la sostuvieron por la cintura pero ella no dio señal alguna de desearme, al menos no en esos momentos, lo que me decepcionó. Generalmente era yo quién debía apartarla pero ahora, cuando sus hormonas no trabajaban en su mente me rechazaba inconcientemente. ¿Es que acaso no se daba cuenta de la corriente eléctrica que emanaba de mi cuerpo? ¿No notaba que mi piel había subido considerablemente de temperatura? ¿Qué mi respiración era ahora un jadeo?

Trague saliva para deshacer el nudo de mi garganta. No podía pronunciar palabra alguna mientras obstruyera mi respiración. Juro que desee besar su cuello y probar su cuerpo en ese mismo momento. Anhelé que se diera cuenta, que los recuerdos de la gigantesca cama blanca tuvieran algún efecto en ella.

—El armario está detrás de esas puertas dobles. Te lo aviso... es más grande que esta habitación –le dije mientras soltaba una risita nerviosa.

Pero ella se volteó súbitamente hacia mí. Rodeó mi cuello con sus níveos brazos mientras enredaba sus dedos entre mis cabellos y acercaba mi rostro al suyo.

—Le vamos a decir a Alice que salí disparada a ver los vestidos y también que me pasé horas jugando a probármelo todo. Mentiremos.

Le sonreí mientras mi cuerpo se estremecía ante la expectativa. El deseo nubló mis ojos y no pude más que tomarla con fiereza y besarla sin reparos, sin contenerme, nunca más.

Mi lengua acaricio su boca reconociéndola a pesar de todo. La soldé a mi cuerpo para que notara mi erección y la sentí estremecerse ante el contacto. Mis dedos repasaron su espalda una y otra vez. Sus uñas se incrustaban en mis hombros provocando temblores en mi ya inestable cuerpo. Con la yema de los dedos acaricie su rostro, su cuello, sus hombros, sus pechos bajo mi camisa.

La oí gemir levemente en mi boca. Una sonrisa tonta se dibujo en mi rostro al oírla gemir para mí. Eso y su respiración entrecortada sonaban como música ante mis oídos.

En ese momento vi que la camisa me molestaba. Con un movimiento la quite del camino de mi boca que había abandonado los labios de mi amada para recorrer su cuerpo. Bese su mejilla, seguí su clavícula hasta la base de su garganta, lamí sus hombros disfrutando de sus gemidos y jadeos. Bese y lamí sus pechos uno a uno mientras acariciaba sus piernas.

Ella gimió bajo mis manos encorvando la espalda para mí. Liberé sus piernas para acariciar sus pechos, sus pezones endurecidos por el deseo que, pude sentir, dominaba su cuerpo.

Su respiración se aceleró hasta convertirse en un frenético jadeo. La sostuve con uno de mis brazos cuando comenzó a temblar sin embargo, yo no pude dejar de degustar su cuerpo. Continué besando su abdomen, lamiendo, mordisqueando todo a mi paso.

La sentí tensarse cuando me arrodille frente a ella y comencé a besar su sexo. La sujete de las caderas con ambos manos para evitar que se alejara. Su sabor no había cambiado. Seguía siendo ese elixir dulce que me enloquecía.

Puso sus manos en mis hombros mientras murmuraba mi nombre. Levante la cabeza para mirar sus ojos que mantenía fuertemente cerrados. Acaricie sus muslos suavemente mientras me llenaba de la nueva fragancia de su cuerpo. Ya no solo eran fresias y lavanda, ahora otra esencia embriagadora se había mezclado con las primeras: almendras. Si, esa era. Por un momento me pregunte que hubiera ocurrido si este olor lo hubiera poseído como humana. Me tense al descubrir que no habría sido capáz de controlarme. Ahora su esencia carecía del característico calor sanguíneo que poseen los humanos, por eso es indefensa; pero, si además de percibir este olor escuchara los latidos de su corazón o la alocada carrera de su sangre por sus venas ¿Qué hubiera ocurrido? Una mesa rota no habría sido suficiente para mantenerme en mis cabales.

Claro que ahora nada de eso importa. Cada célula de mi cuerpo la reclamaba, me exigían que entre en ella pero yo necesitaba reconocer cada centímetro de su nuevo cuerpo, lentamente.

─ Edw...ard

La observe algo atontado ante su llamado que sonó varias octavas por sobre lo normal. Sus pensamientos ocultos eran claramente visibles en su rostro: deseo, necesidad, súplica y amor.

─ ¿Qué sucede? ─ dije con voz suave, aunque el tono no fue el que deseaba debido al estado en el que me encontraba.

─ Por favor…

Sus ojos eran negros como la noche pero brillaban como el mismo sol, porque Bella es mi sol. Un sol que sabe claramente como manipularme, al parecer.

Al ver sus ojos suplicantes mi autocontrol cayó al suelo. Mi miembro erecto vibro con impaciencia. Yo no podía esperar más. ¿Por qué siempre me exigía a mi mismo fuera de mis límites? Ya no había necesidad y aún así, aquí estaba, alargando el momento previo como un masoquista.

Me erguí con una sonrisa en el rostro. Bella me lanzó una mirada especulativa mientras se mordía el labio inferior. ¡Oh, Dios! ¡Como amaba ese gesto!

La tomé velozmente alzándola en mis brazos apoyando su espalda contra la pared. Ella ronroneó complacida mientras me besaba ferozmente. Alzó sus piernas y las enroscó alrededor de mis caderas mientras lanzaba suspiros en mi boca.

Mis fuerzas menguaron considerablemente cuando sus uñas arañaron mis espalda fuertemente. De seguro eso dejaría una marca pero en ese momento, cuando mi razón yacía en cualquier otra parte menos aquí, sentí un placer desconocido provocado por el dolor de la carne.

Me negué a seguir perdiendo el tiempo por lo que me separé levemente de su cuerpo, acerqué mi erección a su entrada y la penetré completamente en una sola embestida. Bella gritó por la sorpresa y se quedó mirándome con los ojos abiertos como platos, ni siquiera estaba respirando; en cambio, yo jadeaba al percibir como su interior se distendía para acogerme, como el calor del cuerpo de Bella aumentaba a la par del mío.

Me retiré lentamente para embestirla de nuevo. Bella cerró los ojos con fuerza mientras gemía sensualmente y se mecía sobre mi erección. El calor de mi cuerpo siguió aumentando hasta ponerme casi frenético. Ella tomo mi cabeza y la acercó para besarme los parpados, las mejillas, la comisura de mi boca, el mentón… pero nunca la boca ¡¿Es qué acaso esperaba que soportara tanto? Atrape sus labios y los mordí mientras seguía penetrándola.

Caímos al suelo pero no nos quejamos. Bella susurró en un momento algo sobre que era de mala educación despreciar la gran cama blanca pero yo creo que entera se ve mejor que destrozada. Además, el suelo era tanto o más suave que la cama (sugerencia de Alice, ¡para variar!).

Pude sentir en un instante como sus dedos repasaban mi rostro una y otra vez. Me tensé al entender que ella no me conocía, que era un desconocido el que se enredaba entre sus piernas y le hacía el amor. Claro que yo tampoco conocía a esa mujer de piel dura como el mármol, sin embargo, sabía que era ella, los temblores de mi cuerpo me lo recordaban, la electricidad que atravesaba mi piel mientras me estremecía, igual que en aquellas noches que velaba sus sueños y anhelaba este momento. El momento en el que la oiría gemir ante mis caricias, llamándome, pidiendo más.

Su cuerpo comenzó a temblar y sus gritos subieron de tono, aumente la velocidad de mis embestidas y lamí sus hombros mientras sentía como el placer propio del orgasmo consumía mis sentidos.

Gritamos a la vez mientras ambos nos descargábamos en el otro. Bella me miro intensamente y me sonrió. Se veía tan hermosa, así, con los ojos oscurecidos por el deseo y el cabello alborotado cayendo sobre sus hombros y sus pechos. La bese de nuevo dejándome absorber por toda esta felicidad que se desbordaba de mi cuerpo, ya que no cabía tanta en mi interior, y acaricie su costado rozando con el pulgar sus senos, ella jadeó en mi boca a lo que mi cuerpo respondió endureciéndose otra vez.

La noche se pasó rápidamente entre besos y orgasmos. Cuando el cielo se volvió gris una alondra comenzó a cantar dulcemente armonizando con los suspiros y gritos de Bella.

— ¿Lo echas de menos? — me preguntó cuando terminó de cantar.

— ¿Echar de menos, qué? —murmuré.

—Todo eso: el calor, la piel blanda, el olor sabroso... Yo nada añoro, pero me estaba preguntando si no te entristecería a ti el haberlo perdido.

Me eché a reír ante su absurda suposición.

—Sería difícil encontrar a alguien menos triste que yo en estos momentos. Te diría que es casi imposible. No hay mucha gente que consiga todo lo que desea, además de otras cosas con las que ni siquiera había soñado, y encima en el mismo día.

— ¿Estás evitando la cuestión? ─ inquirió frunciendo el ceño.

Puse mi mano en su mejilla mientras susurraba.

—Eres cálida ─ permití a mis dedos descender lentamente por su mandíbula hasta la garganta y luego sobre sus pechos hasta su cintura ─, eres suave. Y en cuanto al olor, bueno, yo no diría que lo echo de menos. ¿Recuerdas el olor de aquellos excursionistas cuando salimos de caza?

Ella arrugó la nariz graciosamente.

—Estoy haciendo un gran esfuerzo para no recordarlo.

—Imagínate besando eso.

Su rostro reflejó una mueca de real dolor físico.

—Oh.

—Precisamente. Así que la respuesta es no. Estoy lleno de alegría, porque no echo nada de menos. Nadie tiene más que yo ahora.

La besé antes de que pudiera contradecirme y la sentí derretirse ante mis caricias, así como yo me derretía ante sus besos y el sabor de su boca.

Ahí, sobre su cuerpo, dentro de ella, era el lugar en el que yo tenía la posibilidad de tocar el cielo. Ya había conocido el infierno al estar lejos de ella y ahora ella misma me abría las puertas al paraíso. Yo no merecía tanto.

─ Edward ─ musitó.

─ Dime ─

— ¿Cuánto durará todo esto? Quiero decir, Carlisle y Esme, Em y Rose, Alice y Jasper... no se pasan el día encerrados en sus habitaciones. Tienen una vida pública, vestidos todo el tiempo — se acercó más a mí mientras hablaba dejando claro a que se refería ─ ¿Es que esta... ansia se acaba alguna vez?

Lo medité durante un momento para elegir las palabras adecuadas.

—Eso es difícil de decir. Todo el mundo es distinto y, bueno, tú eres de lejos la más diferente de todos. El vampiro neonato promedio está demasiado obsesionado con la sed para notar alguna otra cosa durante un tiempo. Esto no parece aplicarse a ti. Volviendo a ese vampiro medio, después del primer año, aparecen otras necesidades. En realidad, ni la sed ni cualquier otro deseo desaparecen. Es simplemente cuestión de aprender a equilibrarlos, a priorizarlos y manejarlos...

— ¿Cuánto tiempo?

Sonreí ante su impaciencia mientras seguía penetrándola suavemente.

—Los peores fueron Rosalie y Emmett. Me llevó una década larga poder soportar acercarme a ellos a menos de un radio de dos kilómetros. Incluso Carlisle y Esme tenían dificultades para digerirlo. De hecho, expulsaban a la pareja feliz de vez en cuando. Esme les construyó una casa también. Era más grande que ésta, ya que Esme sabía lo que le gusta a Rose igual que ha adivinado lo que tú preferirías…

Hice una mueca al pensar en todas las casas que mis hermanos habían destruido y que, de seguro, destruirían en un futuro cercano. Era una suerte que, gracias a Alice, el dinero alcanzará.

—Así que... ¿unos diez años, entonces?, ¿Después todo el mundo se vuelve normal? ¿Como son ahora?

Sonreí intentando no carcajearme cuando dijo "normal", al parecer Bella aun no entendía que nosotros estábamos bastante lejos de ser normales.

—Bueno, no estoy seguro de lo que consideras normal. Tú has visto a mi familia desenvolverse en una vida que casi podríamos considerar humana, pero te has pasado las noches durmiendo — le guiñé un ojo —. Cuando no tienes que dormir hay una cantidad tremenda de tiempo disponible, lo cual hace bastante fácil... equilibrar tus intereses. Existe un motivo por el cual yo soy el mejor músico de la familia, o por el cual, aparte de Carlisle, soy el que más libros ha leído, o por el que puedo hablar con fluidez la mayoría de los idiomas. Puede que Emmett te haya hecho creer que soy un sabelotodo porque leo la mente, pero la verdad es que he tenido más tiempo libre que el resto.

No echamos a reír a la vez lo que provocó que mis embestidas fueran más profundas y que Bella lanzara un grito ahogado por la impresión.

Después de eso ya no pude hablar más. Un frenesí inesperado se apoderó de mí y no pude más que embestirla violentamente mientras Bella me besaba con pasión.

Que esten bien! Pronto subiré el siguiente cap!