Nota de la autora: Antes que nada pido mil disculpas por la demora. Estuve bastante ocupada estos últimos tiempos porque egresé de la secundaria y después con Navidad y Año Nuevo, además no tenía nada de inspiración.
Bueno, finalmente pude terminarlo y acá lo tienen. Quedó un poco más largo que los demás y no sé si eso es bueno o es malo para ustedes jeje. Ah, tampoco pude responder los reviews pero estoy agradecida por todos y cada uno de ellos, sepan que son mi combustible para seguir con la historia.
En este capitulo (que no es demasiado divertido pero que da pie a lo que va a pasar en el siguiente capitulo) se van a ver los pensamientos de distintos personajes, no sólo de James. Eso les va a mostrar como piensan y sienten los distintos personajes y más o menos a donde los va a llevar esta historia que no estoy segura si hacerle final feliz o no jeje.
Advertencias: Ya lo había aclarado antes pero por la dudas de que alguien no haya prestado atención o no lo recuerde, lo vuelvo a repetir. Esto es un fic slash/yaoi lo que implica que va a haber una relacion entre dos hombres, por lo tanto si a alguien no le gusta eso o le incomoda puede sentirse libre de volver para atrás y leer otros fics. Con eso aclarado, no voy a aceptar a nadie quejándose por ese tema después.
Esto no lo había dicho asi que lo digo ahora. Escribir romance no es lo mio pero voy a hacer mi mejor intento para que quede algo creible y no demasiado OC, teniendo en cuanta la personalidad de los personajes. De todas formas, no esperen nada cursi ni demasiado azucarado porque se van a decepcionar ya que odio lo cursi.
Disclaimer: Harry Potter y todos sus personajes le pertenecen a J.K. Rowling, yo sólo los tomo prestados sin fines de lucro.
Capitulo 2: "Hay dos clases de lealtad: La que viene del corazón y la de los que no les conviene ser desleales"
Suspiró por enésima vez en lo que iba de la mañana. James se caracterizaba por tener mucha paciencia pero el fantasmal profesor Binns siempre bordeaba sus límites.
A su derecha Sirius roncaba suavemente, apoyado sobre su libro y tres filas más adelante, Remus tomaba apuntes aunque no parecía poder concentrarse con la misma facilidad que en otras clases ya que la voz del profesor tenía algunos decibeles menos que la de una persona normal y eso, sumado a la monotonía con que impartía cada lección (como si ya la supiera de memoria de tanto repetirla a lo largo de los años), invitaba a los alumnos a dormir más que a estudiar.
James, que estaba con la cabeza apoyada en sus brazos por sobre su copia de "Una Historia de la Magia" de Bathilda Bagshot, suspiró una vez mas y observó en dirección a la ventana.
El día soleado de ayer, contrastaba con la espesa capa de nieve que se iba acumulando en los marcos de los enormes ventanales que adornaban el castillo. En el desayuno no se había oído otra cosa que los quejidos de los alumnos por el mal tiempo que impedía divertirse afuera.
A James, en cambio, el cambio de clima no lo había sorprendido en lo más mínimo ya que era raro tener días soleados y calurosos en invierno así que había supuesto que no iban a durar mucho. Tampoco le desagradó porque odiaba el sol y el calor y prefería enormemente los fríos y nevosos días de invierno. Además, el día hacía honor a su humor corriente…
No había tenido noticias de Tom después de haberle enviado la carta informándole que era el nuevo miembro de la Orden, la tarde anterior. No es como si hubiera esperado recibir una carta de felicitaciones por parte de él, claro que no… Tom no era de esa clase de personas que dejan ver sus emociones tan fácilmente, pero aunque sea una mínima muestra de orgullo o un "Buen trabajo James" no hubiese estado mal, sobretodo cuando hacía años que venía trabajando para llegar a este punto y al fin lo había conseguido. Aunque, pensó con esperanza, tal vez el agradecimiento se lo diera personalmente cuando se vieran y no precisamente con palabras…
Con un temblor agradable recorriéndole la espina dorsal ante ese último pensamiento, sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente a medida que el sueño se apoderaba de él.
Lo despertó Remus 20 minutos más tarde informándole que la campana ya había sonado y que la clase había terminado. Se restregó los ojos con los puños para quitarse el sueño y le dio un codazo a Sirius que todavía roncaba plácidamente. Su amigo, sin embargo, no despertó tan fácilmente y, sin abrir los ojos, murmuró algo ininteligible y siguió durmiendo.
James habría seguido despertándolo pero una repentina y poderosa quemazón en su antebrazo izquierdo lo distrajo. Cambiando sus rasgos somnolientos a unos más serios, se volteó a Remus.
─ Despiértalo tú, no tengo tiempo para esto ─ Dijo de una manera algo ruda mientras metía sus cosas en la mochila. ─ Iré a darme una ducha, los veo en el almuerzo.
Sin esperar a que Remus le contestara, salió del aula junto con los alumnos que acababan de despertarse.
Dudaba seriamente de que su amigo sospechase algo ya que no era nada raro en él despertarse de mal humor y la única manera de cambiarlo era con una refrescante ducha. Obviamente, ese no era el caso en este momento. Simplemente había necesitado una excusa para alejarse de sus amigos y había utilizado la que tenía más a mano. Mentir se había hecho una moneda corriente en su vida desde hacía muchos años y se podría decir que ya era un maestro en ese arte y las mentiras le surgían con tanta naturalidad que ni siquiera tenía que ponerse a considerarlas antes de decirlas.
Con la rapidez y la agilidad brindadas por el Quidditch y una vida de intenso entrenamiento, subió las escaleras de manera grácil y veloz hasta el tercer piso. Una vez allí, buscó la misma aula en desuso que siempre utilizaba para ocasiones como esta y entró.
Con rapidez, se quitó la capa negra de la túnica y el suéter, luego desbrochó la manga izquierda de su camisa y la dobló hasta la altura del codo.
─ Finite Incantatem ─ murmuró observando su antebrazo izquierdo.
Al instante unas delgadas líneas empezaron a aparecer sobre su piel, tomando la forma de una calavera atravesada por una serpiente. La marca tenebrosa.
La marca seguía ardiendo, informándoles a todos los mortífagos que Lord Voldemort los estaba llamando. Por lo general, no era prudente llegar tarde a esos encuentros sin una buena excusa a menos que quisieras sufrir la ira del Lord pero a James eso no le interesaba en este momento.
Poniendo la mano derecha sobre su antebrazo izquierdo, se concentró en todos los mortífagos que había en Hogwarts, convocándolos a donde él se encontraba mientras para sus adentros rezaba que no se hubieran marchado ya a encontrarse con Voldemort.
Ese poder de invocación mediante la marca tenebrosa sólo lo tenían Tom y él y eso hablaba con creces del lugar privilegiado que James ocupaba en el rango de mortífagos, muy por encima de Lucius Malfoy a quien, todos los que no sabían de su verdadera identidad, consideraban la mano derecha de Lord Voldemort.
El día pareció sonreírle ya que aproximadamente diez minutos más tarde se oyeron varias pisadas acercándose por el corredor hasta detenerse ante la puerta cerrada, sin atreverse a entrar sin llamar porque no importaba que James tuviese casi su misma edad o que la mayor parte del tiempo los tratara con familiaridad, si era la mano derecha de Voldemort era superior a ellos y por eso debían respetarlo como tal.
James, que ya era consiente de su presencia del otro lado, abrió la puerta mediante magia y les ordenó que entraran.
Avery, Antonin Dolohov, Mulciber, Evan Rosier, Severus Snape, Barty Crouch Jr., Narcisa y Regulus Black y Alecto y Amycus Carrow ingresaron a la habitación con rostros serios que trataban de ocultar la impaciencia que en realidad sentían. Si James no se apresuraba a decirles el motivo de la reunión, ellos llegarían tarde a su encuentro con el Lord. Temblores les daban sólo de pensar en lo que les podía ocurrir si tal cosa pasase.
El lado cruel de James sonrió con satisfacción, consiente de los pensamientos corrientes de los allí presentes. Aunque sabía perfectamente que Tom no les haría nada luego de que le explicasen el motivo de su tardanza.
Con un suspiro resignado para sus adentros, dirigió un hechizo anti-intrusos a la puerta y apoyó la cadera contra el borde del escritorio polvoriento, cruzándose de brazos y observándolos a todos con ojos fríos e impasibles.
En su mayoría, los allí presentes eran alumnos de séptimo año de Slytherin a excepción de Regulus y Barty que iban en sexto curso, aunque también pertenecían a la misma casa.
James y Peter eran los únicos mortífagos en Hogwarts pertenecientes a Gryffindor, aunque claro está, uno de ellos por voluntad propia y el otro por simple cobardía. James era el encargado desde hacía unos años de buscar seguidores de Voldemort en Hogwarts. Más precisamente, desde que iba a tercer año se había adueñado de la tarea de observar y determinar por medio de actitudes y comportamientos, quien consentiría unirse a Voldemort y quien no. Después lo consultaba a Tom y si este daba su consentimiento se lo proponía a la persona elegida para ser un mortífago. En el improbable caso de que la persona se rechazase, un simple hechizo para borrar la memoria era suficiente.
Él había aportado a las filas del Lord a personas como Gibbon, Nott, Macnair, Jugson, Rookwood, Selwyn, Rowle, Travers, Yaxley y Bellatrix Black, entre otros.
Todos y cada uno de ellos se habían sorprendido el día en que James les hizo la propuesta, ya que él era la última persona de la que esperaban ser parte del lado oscuro, aunque se sintieron complacidos de que al menos un Gryffindor decidiera tomar el "lado correcto".
Bueno, en el caso de Severus Snape muy poco había cambiado. El muchacho seguía odiando a James con la misma intensidad que antes aunque ahora se reservaba sus comentarios groseros y ataques hacia su persona. Snape aprovechaba fervientemente para desquitarse con James cuando este se encontraba con sus amigos ya que no podía decirle nada. Luego, simplemente diría que sólo estaba fingiendo para ayudar con el plan de James de engañar a Dumbledore. Después de todo, nadie podía decirle nada.
─ Veamos… Supongo que Voldemort los citó a todos─ comenzó James con aburrimiento y observándolos. Todos asintieron con la mirada clavada en él y un pronunciado estremecimiento al oír el nombre de su señor. ─ Mmmm… Los convoqué aquí para que le comuniquen al Lord que lamentablemente no podré ir a la reunión de hoy porque de lo contrario me perderé el almuerzo ─ escupió con asco y poniendo un delicado énfasis en el honorifico de Tom.
Sus palabras habían sido irónicas y eso lo sabían los allí presentes pero no se atrevieron a comentar nada. Ya estaban acostumbrados al humor cambiante de su superior. James era, por lejos, la persona de más confianza de Tom Riddle. La mano derecha de Lord Voldemort y el único capaz de faltarle el respeto al gran Lord Oscuro y vivir para hacerlo otra vez, diez minutos más tarde. Siempre había sido así, desde el momento en que se conocieron y James clavó su mirada azul desafiante en las esmeraldas de Tom. Aunque no siempre James había sido un mortífago, o quizás sí pero no había sido consiente de ello hasta los 12 años.
─ Pettigrew tampoco irá─ continuó James ─ El muy imbécil comió demasiado ayer en la cena y esta descompuesto en la enfermería─ su tono había sido de mofa y los demás dieron diferentes exclamaciones en señal de acuerdo. Peter siempre había sido el "hazmereir" dentro del grupo de mortífagos. Su torpeza y cobardía lo habían llevado a ser el blanco de bromas y burlas allá a donde iba y lamentablemente para Peter, las bromas que le gastaban los mortífagos eran mucho más crueles y peligrosas que las que recibía normalmente. ─ De todas formas, dudo que él lo haya convocado. De cualquier manera, díganle a Tom que a Peter también lo aceptaron, él entenderá.
James había supuesto que la reunión organizada por Tom era para informar a los demás que a él lo habían aceptado en la Orden del Fénix. Cómo ya sabía el motivo, entonces se había tomado la libertad de darse permiso para no asistir. Además, de repente no tenía ganas de verle la cara a Tom. Ni siquiera le interesaba que desde que iniciaron las clases, hace ya tres meses y medio, no se veían a la cara y sólo las cartas los habían mantenido comunicados. Si Tom no se dignaba a mostrarle por lo menos una mínima muestra de orgullo o agradecimiento, podría ir dejando de contar con él para sus propósitos.
─Pueden retirarse ya─ les dijo. ─Yo vigilaré que nadie los siga y que tengan el camino despejado─ Los demás lo observaron extrañados pero James los ignoró y clavó su mirada en la gris de Narcisa Black ─ ¿Aún tienes el espejo que te regale para tu cumpleaños?
Narcisa lo observó de manera neutral. Para su cumpleaños que había sido hace unas semanas, había recibido de James un pequeño espejo de mano ovalado. En un principio se había sentido desconcertada y un poco molesta. Es decir, los Potter eran una de las familias más adineradas de Inglaterra y siendo James el único heredero de una fortuna incalculable, supuso que podría haberse esmerado un poco más con su regalo. Luego había decidido contentarse con el hecho de que por lo menos la mano derecha de Lord Voldemort la había considerado de suficiente importancia como para darle algo. Un pensamiento un algo patético pero que sirvió para levantarle un poco el autoestima.
─ Sí ─ contestó, sacándoselo del bolsillo de la túnica y enseñándoselo al resto que parecían perdidos en la conversación.
En la tarjeta que venía con el regalo, James había puesto "Llévalo siempre contigo", algo que le había parecido por demás extraño pero que sin embargo había obedecido. De todas formas, a su lado femenino le resultaba muy práctico siempre tener un espejo al alcance de la mano así que tampoco se había quejado.
James sonrió secamente y sacó uno idéntico del bolsillo de su pantalón. Los demás los siguieron observando sin comprender.
─ Espejos comunicadores─ explicó James reboleando los ojos.
El entendimiento se vislumbró en la mirada de todos los demás y alguna que otra risita se oyó. James no pudo evitar negar con la cabeza divertido.
─ Supongo que no habrás creído que era un simple tributo hacia tu belleza─ le sonrió con satisfacción a Narcisa que no pudo evitar sonrojarse y fulminarlo con la mirada. Por lo menos eso era lo que habían pensado los amigos de James cuando una tarde, por casualidad, se le cayó el espejo del bolsillo ("Sí, ustedes saben...Soy tan bello que no puedo evitar admirarme a mí mismo" les había dicho en tono de broma). Para su fortuna, ellos no habían adivinado su verdadera función aunque a juzgar por sus reacciones, la rubia prima de Sirius tampoco.
─ Idiota… ─ murmuró Narcisa entre dientes, mientras trataba de recuperar la compostura. Trató de no sentirse abrumada al darse cuenta de que tenía un espejo que le permitía comunicarse con James en cualquier momento y lugar, a pesar de las distancias. El sueño de cualquier estudiante de Hogwarts.
Los demás rieron, incluido James que una vez más los apremió a que se retiraran. Los Slytherin cayeron en cuanta de que se les estaba haciendo tarde para su reunión con el Lord y, borrando las sonrisas de sus caras, se apresuraron a marcharse.
Una vez que se fueron, James sacó el mapa del merodeador de su bolsillo, pronunció la contraseña y cuando hubieron aparecido el mapa y todos los integrantes del castillo, se puso a tantear el camino.
A pesar de que el mapa había sido creado con el resto de los merodeadores, la mayoría de los pasadizos los había descubierto James en alguna de sus tantas expediciones nocturnas. Al resto de los mortífagos sólo les había enseñado el camino de la bruja tuerta para salir de Hogwarts aunque tampoco les había mostrado el mapa del merodeador. De cierta forma, eso era algo entre sus amigos y él, que no tenía nada que ver con su otra faceta.
Para ocasiones como esta, siempre se aseguraba de llevar el mapa con él para prevenir el hecho de que alguno de sus amigos se le ocurriese abrirlo inoportunamente y lo viese reunido con varios Slytherins y además le facilitaba para guiar al resto de los mortífagos fuera del castillo sin ser descubiertos. Ahora con los espejos comunicadores sería todo aún más fácil.
─ No tomen el pasillo de la izquierda porque Filch se dirige hacia allí ─ le comunicó a Narcisa por el espejo que lo observó extrañada. Siempre les resultaba llamativo y un poco espeluznante que James estuviera tan seguro de donde estaban cada uno en Hogwarts. ─ Suban hacia el cuarto piso y luego bajen por las escaleras que conducen directamente hacia el segundo… el camino será un poco más largo pero mas seguro porque no hay nadie en esas zonas.
James guió a los Slytherin hasta que estuvieron fuera del castillo. Una vez en Hogsmeade, se aparecerían cerca de la Mansión Potter que era utilizada como la nueva guarida del Lord. Luego de pasar todos los sistemas de seguridad instalados allí, irían directamente con Voldemort a saber el motivo de la reunión.
Ahora tenía que ir a darse una ducha rápida y luego reunirse con sus amigos en el almuerzo… y otra vez a fingir…
A pesar de recién ser la mañana ya se sentía agotado emocional y mentalmente. Suspiró una vez más y se frotó los ojos con cansancio.
Sólo espero Tom, que sepas apreciar todo lo que hago por ti…
Lord Voldemort paseó su mirada rojiza por los rostros de los allí presentes.
La sala de reuniones de la mansión Potter era muy espaciosa, con una larga mesa rectangular de cristal en el centro y sillas de estilo Louis XVI rodeándola.
Cómo cada habitación en la ostentosa morada, estaba decorada de manera lujosa y sofisticada. Una de las paredes era completamente de cristal y daba una hermosa vista del jardín trasero de la mansión que en ese momento ofrecía una maravillosa estampa navideña con el suelo y las copas de los árboles cubiertas de una fina capa de nieve. Aunque la calefacción mantenía cálido el interior de la sala.
En otra de las paredes había una enorme pantalla de LCD especial para magos ya que funcionaba mediante magia.
El suelo se encontraba cubierto en su totalidad por una alfombra de color beige muy clarito y por sobre las cabezas de los mortífagos se cernía un enorme y delicado candelabro de cristal y oro que iluminaba toda la habitación a pesar de ser de día, ya que la tormenta de nieve impedía que se filtrara mucha luz solar.
Tom, desde luego, se encontraba sentado en la cabecera de la larga mesa rectangular. A su izquierda se encontraba Lucius Malfoy y la silla de su derecha estaba vacía… por ahora.
El resto de la mesa estaba ocupado por sus mortífagos de más confianza aunque había varios lugares vacios.
A pesar de la hermosa estampa que brindaba toda la habitación y la bonita vista del gran ventanal, el ambiente era tenso.
Voldemort estaba molesto, quizás no furioso aún, pero su molestia era suficiente para intimidar e incomodar a todos los allí presentes.
La reunión aún no comenzaba porque faltaban algunos integrantes, más precisamente todos los mortífagos de Hogwarts.
El Lord siempre les permitía a ellos llegar con algo de retraso ya que entendía las dificultades por las que tenían que pasar para salir del castillo y llegar hasta el lugar de reunión, pero hacía poco más de veinte minutos que los había invocado a todos y eso, incluso para ellos, era muy tarde.
El resto de sus seguidores tembló de sólo pensar lo que les ocurriría al llegar.
Pasaron algunos minutos más hasta que Voldemort sintiera la presencia de varias personas del otro lado de la puerta. La impaciencia trató de cubrir su molestia pero lo controló. Con magia abrió la puerta de un portazo y quienes estaban fuera ingresaron en la habitación arrodillándose al instante ante su presencia.
Inmediatamente supo que James no estaba allí ya que él jamás se habría arrodillado y la decepción casi se hizo visible en su rostro. Casi. Enseguida se sintió furioso. Él podría tolerar que llegaran tarde siempre y cuando James viniera con ellos pero llegar tarde y sin James, teniendo en cuenta que desde que iniciaron las clases no lo veía cara a cara, lo ponía furioso.
─ Mi Lord, sentimos profundamente la tardanza─ se excusó Mulciber con la cabeza gacha al igual que el resto.
El silencio reinó en la sala.
─ Denme un motivo para no lanzarles un cruciatus ahora mismo ─ La voz de Voldemort había sido calma y distante pero a su vez helada y de alguna manera fue peor que si hubiese gritado. Un escalofrío de terror puro recorrió la columna de todos los mortífagos, en especial los que se encontraban arrodillados. Tom seguía sentado y sin mover un musculo, con las manos entrelazadas por arriba de la mesa. Su mirada rojiza estaba clavada sobre los recién llegados.
─ N-no fue nuestra intención llegar tarde Señor, p-pero James nos convocó y luego tuvimos varias complicaciones en el camino ─ explicó entre tartamudeos Antonin Dolohov.
El Lord prestó más atención al oír el nombre de su joven pupilo aunque su expresión siguió siendo estoica.
─ Así que James los convocó… Y díganme ¿Por qué no está James aquí? ¿Y por qué motivo los convoco? ─ siguió con una pasividad espeluznante.
─ É-él dijo que lo disculpara y-y que lamentablemente no podía asistir a la reunión de hoy ─ se apresuró a añadir Narcisa.
Tom los observó fijo. Dudaba muy seriamente que esas hubieran sido las palabras exactas de James ya que él jamás se disculparía ni lamentaría no poder asistir a una reunión. Sus mortífagos sólo estaban utilizando el instinto de preservación ya que de seguro las excusas que James les había dado para no venir eran demasiado groseras para que ellos las repitieran sin ganarse un castigo a cambio. Ya había pasado antes.
Él sabía que si su joven pupilo de cabellos rebeldes hubiese querido estar ahí, nada lo habría detenido. Eso sólo le dejaba con la conclusión de que James no quería verlo. Ahora sólo tenía que averiguar el por qué. Suspiró mentalmente y volvió a centrarse en los allí presentes. Ya se encargaría más tarde de James.
─ Tomen sus asientos antes de que me arrepienta de haberlos dejado ir sin un castigo. Hoy me siento clemente pero eso puede cambiar con mucha facilidad─ Los recién llegados no necesitaron oírlo dos veces y en un instante cada uno ocupó su lugar en la mesa que estaba casi completa…casi ─ Y que no se vuelva a repetir, la próxima vez no aceptaré ningún tipo de excusa.
El silencio reinó una vez más en la habitación.
─ El motivo por el que hoy los he citado es por un avance muy importante en nuestro propósito de deshacernos de Albus Dumbledore y facilitar el camino hacia la pureza de la sangre─ Su mirada se paseó por los rostros inexpresivos de sus seguidores─ Este es quizás el paso más importante que teníamos que dar y por suerte lo hicimos limpiamente.
La curiosidad empezó a aparecer en el rostro de muchos pero aún así no se atrevieron a preguntar nada.
─ De ahora en adelante podremos tener información inmediata y segura de los movimientos de Dumbledore y de todos sus planes porque James ha sido aceptado como miembro de la Orden del Fénix.
Exclamaciones de incredulidad y satisfacción recorrieron la mesa de punta a punta. Tom los dejó ser. Era una gran noticia, la mejor que habían tenido en los últimos tiempos y algo que habían trabajado mucho para conseguir. Toda la farsa montada por James era con este único objetivo. Ganarse la confianza de Albus Dumbledore, ingresar a la Orden y conocer cada uno de sus movimientos. Y el chico había realizado un trabajo impecable y digno de admiración. Tom se recordó que tenía que felicitarlo cuando lo viera. En realidad, había pensado hacerlo durante esta reunión y delante de todos pero James había decidido no asistir. Eso lo sorprendió de sobremanera ya que había calculado que el chico iba a estar igual de contento que él por esta gran noticia y no se iba a perder la oportunidad de festejarlo juntos. Obviamente se había equivocado.
─ ¡Bien por el niño! Y yo que había creído que nos iba a traicionar algún día… ─ exclamó con voz gruesa el hombre lobo, Fenrir Greyback que por su aspecto sucio y desarreglado, desentonaba con el resto de la habitación y los mortífagos. No era extraño que las sillas a ambos lados de la suya se encontraran prudencialmente a medio metro de la de él. De todas formas, no es como si a él le preocupara.
─ ¡Eso es fantástico! ¡Los asquerosos sangresucias tienen los días contados! ─ sonrió Bellatrix Lestrange. ─ Y mándale mis saludos y más sinceras felicitaciones a James ─ le dijo Bellatrix a su hermana Narcisa que la ignoró.
Tom que hasta ese momento sonreía con satisfacción ante la alegría de todos, estrechó sus ojos rojizos.
No era ningún secreto la obsesión de Bellatrix por James. Siempre buscaba que le tocaran misiones en conjunto con él y no perdía oportunidad de tirársele encima cada vez que podía. Tom desde luego se encargaba de mantenerla lo más alejada posible de su joven ¿amante?, pero aún así había veces que no le quedaba más remedio que enviarlos juntos a alguna misión ya que, a pesar de todo, Bellatrix era una mortífaga muy fiel y eficiente. Aunque James no parecía compartir el mismo interés por la chica, algo que él agradecía, ella no se rendía y no es como si pudiera castigarla por algo así pero no perdía oportunidad de desquitarse con ella cada vez que cometía un error por mínimo que fuese.
─Mi señor ─ interrumpió Narcisa la alegría de todos ─ James nos dijo que le entregáramos un mensaje "A Peter también lo aceptaron" supongo que se refería a que…
─Sí, a que Pettigrew también fue aceptado en la Orden…─ la interrumpió el Lord con parsimonia ─ Me pregunto como pasó eso aunque seguramente Dumbledore lo hizo como última opción ya que lo más probable es que los tontos amigos de James, Black y Lupin, también hayan ingresado a la Orden.
Tom suponía que Dumbledore había pensado que si no aceptaba a Pettigrew en su grupo selecto, hubiese sido muy probable que le pequeño inútil se pasase al lado oscuro o que se pusiera en su contra ya que el hecho de que todos sus amigos menos él hayan sido aceptados suponía claramente que sus escasas habilidades como mago no eran apreciadas en la defensa del "bien". La ley del último recurso, algo tonto pero eficaz ya que Pettigrew era una persona muy cobarde (cómo había hecho para quedar en Gryffindor aún era un misterio para todos) y cuya lealtad era muy voluble, es decir que Tom no dudaba que fuera a traicionarlos si en el futuro era necesario. Él, desde luego, no lo había convocado a la corriente reunión ya que sólo era para sus mortífagos de más confianza.
Como era de esperarse, los comentarios de burla inundaron la mesa. Era surrealista y casi milagroso que el pequeño Peter Pettigrew tuviera una buena noticia que dar. El animago tenía el increíble don de arruinar hasta lo más simple y por eso nadie esperaba nunca nada de él.
Después de eso, la reunión continuó con el Lord informando de nuevos planes teniendo en cuenta las noticias recientes, algunos mortífagos dieron sus informes semanales sobre magos reclutados y lugares atacados. O también sobre pérdidas y planes frustrados.
Cuando concluyó la reunión y cada uno se fue a hacer lo suyo, Tom, que había quedado aún en la sala de reuniones con Lucius Malfoy, llamó a los estudiantes de Hogwarts antes de que se retiraran y les entregó un sobre sellado.
─ Dáselo a James ─ le ordenó con un siseo a Narcisa.
─ Por supuesto, mi señor─ Se inclinó la aludida.
Cuando proseguía a retirarse, su mirada gris se encontró con una similar, perteneciente a su futuro cónyuge.
Lucius la observaba inexpresivamente y sus ojos eran fríos y distantes como siempre. Aún así le dedicó una media sonrisa que se veía fuera de lugar en su atractivo pero intimidante rostro.
Sus padres los habían comprometido en el transcurso de las últimas vacaciones en uno de sus tantos intentos de preservar la sangre pura en su familia. La boda estaba planeada para después de que ella terminara el colegio.
Narcisa entendía que no había sido fácil para sus padres tener tres hijas mujeres y ninguna que pudiese conservar el apellido una vez casada, pero eso no era su culpa. Desde luego, no había protestado ni dicho nada que pudiese evitar la consumación del enlace pero eso no quería decir que hubiese estado de acuerdo. De todas formas, de nada le habría servido quejarse ya que desde que Andrómeda se fue de casa con un simple muggle, sus padres se habían vuelto más intolerantes y exigentes que antes y de ninguna forma iban a permitir que ella pudiese llegar a deshonrarlos con alguna "elección equivocada como la de Andrómeda".
No es que ella no estuviese de acuerdo con los ideales de la pureza de la sangre y de la preservación de las familias de sangre pura. Pero su pensamiento era un poco más liberal y menos antiguo que el de sus padres por lo que creía que era una exageración casarse a tan corta edad y más si el matrimonio era arreglado.
Tal vez si ella hubiese conocido a Lucius Malfoy en otras circunstancias, la cuestión habría sido diferente. Pero simplemente un día aparecieron sus padres y le dijeron "Muy bien querida, te presentamos a Lucius Malfoy. El será tu futuro esposo" y a ella no le había quedado más remedio que agachar la cabeza, tragarse su orgullo y aceptar. Callar y aceptar.
Con el correr de los días habían llegado a conocerse un poco más. Lucius era un hombre atractivo, rico y poderoso. El sueño de cualquier mujer… de cualquier mujer que no conociera bien a este hombre.
Era una persona agradable cuando estaban a solas y la trataba de manera muy respetuosa y educada siempre. Era de la clase de personas que te corrían la silla para que puedas sentarte cuando salían a cenar y que se te aparecía con un ramo de perfectas rosas rojas cuando la ocasión lo ameritaba. Pero no era nada más que eso. Nunca un "te quiero" o alguna palabra agradable. Nunca una broma o reírse de algún chiste y nunca jamás algo que él considerara "inadecuado para una dama de su estirpe". En definitiva, nunca nada demasiado emocional.
Al final, ella se había dado cuenta que esto, para Lucius, no era más que un simple trámite. Un gran negocio que tenía que llevar a cabo y que seguramente le traería grandes beneficios. Pero no más que eso. O quizás se debiera a que ella apenas tenía 16 años a diferencia de los 22 que Lucius tenía y su grado de madurez era muy diferente y por eso ambos tenían diferentes expectativas de su matrimonio. Pero se inclinaba más por la primera opción.
Narcisa no estaba segura de que Lucius la quisiera y no es como si él hiciera muchos esfuerzos para disipar sus dudas.
Sólo espero… pensaba mientras abandonaba la sala de reuniones sin siquiera contestar a la falsa sonrisa de su prometido… Sólo espero ser feliz…
─ Querido Padfoot, cualquiera que hubiese presenciado esa situación, habría pensado lo mismo que yo, es innegable ─ se burló James pasándole un brazo por los hombros a su mejor amigo.
─ Claro que no─ contestó molesto Sirius, sacándose el brazo de su amigo de encima. Un leve rubor cubría sus mejillas. ─ Tú sólo quieres molestarme pero no lo vas a conseguir. Además, es la primera vez que la utilizo y en mi defensa, resultó ser muy eficiente.
James estaba a punto de hacer un gran comentario al estilo "¿Y entonces por qué te sonrojas?" que seguramente habría conseguido humillar más a Sirius cuando se encontraron con Remus que venía cargando con una gran montaña de libros.
─ ¿Moony?
─ ¿Ehm? ¿Sí? ─ contestó con algo de esfuerzo.
─ ¿Se puede saber que haces con todos esos libros un viernes por la tarde? ─ preguntó Sirius con incredulidad y olvidándose por un momento de su propia vergüenza. James asintió en señal de acuerdo aunque Remus no podía verlo por detrás de los libros.
─ Por si no lo notaste, para la semana que viene tenemos un montón de tareas que entregar. Sin ir más lejos, el lunes la profesora de Adivinación nos pidió un ensayo completo con predicciones sobre nuestro propio futuro ─ contestó Remus cómo si fuera algo obvio.
Sirius fingió darse la cabeza contra la pared y James rió.
─ Mi querido e ingenuo Remus ¿Cuándo aprenderás? ─ suspiró James como si se estuviese dirigiendo a un niño pequeño ─ Adivinación es una asignatura muy inexacta e imposible de comprobar. Por lo tanto, hay que cortar por lo sano…
─ ¿Y eso seria? ─ quiso saber Remus con escepticismo y algo molesto, como cada vez que sus amigos se metían con él por ser responsable.
Sirius le sonrió a James con complicidad y luego miró a Remus.
─ Inventar.
─ ¿Perdón?
─ Inventar ─ repitió James las palabras de su amigo y ante la mirada insultada de Remus se dispuso a aclarar ─ Obviamente nada demasiado exagerado, sólo cosas simples como "Un asteroide pasará cerca de la Tierra, eso significa victoria y tal vez quiera decir que ganaré el próximo partido de Quidditch contra Slytherin" y tonterías de ese estilo que es probable que sucedan pero que uno nunca sabe.
Para este punto Sirius se desternillaba de la risa y Remus observaba a los dos por entre sus libros con incredulidad.
─ ¡Ustedes son imposibles! ¿Así que eso es lo que vienen haciendo todos estos años con sus tareas de Adivinación? ¡Y yo que creía que estaban volviéndose responsables! ─ Remus no sabía si estaba más molesto con los dos animagos por engañarlo o con él mismo por haberles creído.
James y Sirius lo dejaron seguir con su monólogo y esperaron a que terminara.
─… malditos irresponsables… y seguramente también arrastraron a Peter en esto…
─ ¡Ey, ey, ey! Frena el carro un momento ─ interrumpió Sirius con indignación ─ ¿Por qué siempre crees que somos nosotros los que lo influenciamos mal? ¡Él también es una mala influencia para nosotros y nunca le dices nada!
─ ¿Peter? ¿Mala influencia? ¡Lo único que hace es seguirlos a ustedes!
James estaba a punto de hacer otra gran observación del estilo "Tú también perteneces a nuestro grupo de malas influencias por si no lo habías notado" cuando el siguiente comentario de Sirius lo dejo helado.
─ ¡Ey! ¡La rata es diabólica! Yo te lo digo y algún día te darás cuenta…
Y por más que supiera que su amigo sólo bromeaba, no pudo evitar ponerse serio de repente. Cuánta razón tienes…
─ Bien─ dijo Remus rendido al hecho de que este par ya era así y que si no los había logrado corregir en todos estos años que llevaban siendo amigos, menos lo iba a hacer ahora. De todas formas, le agradaban así y de poder hacerlo, los volvería a elegir tal y como eran. ─ Visto y considerado que no están haciendo nada provechoso de su tiempo libre, bien podrían ayudarme a cargar con estos libros que ya me dejaron los brazos acalambrados.
James y Sirius se quejaron pero al final cedieron y lo acompañaron hasta la Sala Común de Gryffindor.
Una vez que dejaron los libros, se pusieron sus bufandas y guantes y llevaron… más bien arrastraron… a Remus hacia los terrenos del colegio.
─ No es como si se pudiera hacer algo divertido con esta tormenta de nieve… ─ protestaba sin cesar aunque ya no oponía resistencia a que lo arrastraran.
─ Siempre puede hacerse algo─ respondió Sirius que iba sujetando uno de los brazos del licántropo ─ Y James… por lo menos podrías haberte puesto una bufanda o un par de guantes. Vas a congelarte.
James se encogió de hombros mientras llevaba a Remus por su otro brazo. Sólo tenía puestos la camisa y el suéter del colegio para protegerse del frío pero como le encantaba el clima así, odiaba abrigarse. Se sentía asfixiado cuando lo hacía.
Sirius lo sabía pero sin embargo siempre le recordaba que debía llevar más ropa encima cuando hacía climas fríos.
─ ¿Por qué mejor no visitamos a Peter en la enfermería? Eso sería más productivo y menos dañoso a la salud que estar aquí afuera. ─ rezongó Remus.
─ Peter ya no está en la enfermería─ contestó Sirius algo distraído mientras buscaba el mejor lugar para sentarse lo cual era algo difícil considerando que todo se hallaba cubierto de nieve.
─ ¿A no? ─ se sorprendió Remus ─ Pero antes de ir a la biblioteca pase por la enfermería y aún se encontraba allí, y eso no fue hace mucho… bueno, eso creo…
James suspiró, mientras se acercaban a los lindes del Bosque Prohibido.
─ Ese es uno de tus grandes problemas Moony. Cuando te vas a la biblioteca, te pasas horas allí y te parece que sólo fueron unos pocos minutos. Por eso no te enteras de nada.
─Bueno, lo lamento genio ─respondió Remus molesto mientras se soltaba de sus amigos y se quedaba de pie fulminándolos con la mirada─ Tal vez tu tengas el dinero necesario para continuar los estudios universitarios una vez que salgamos de aquí pero yo no. El Ministerio sólo me dará un sustento económico si sacó notas altas y para eso necesito estudiar y por consiguiente, ir a la biblioteca porque en el dormitorio es imposible con ustedes cerca. ─ rezongó cruzándose de brazos ─Así que discúlpenme por tratar de ser responsable y pensar en mi futuro.
Los aludidos, lejos de ofenderse, compartieron una mirada y una comprensión tácita pasó entre ellos porque al unísono dijeron:
─ Luna llena.
Remus gruñó.
─ ¿Cuando es? ─ Su amigo sólo tenía esa actitud irritable y defensiva cuando la luna llena estaba cerca. Además, tenía las ojeras bastante pronunciadas y la palidez de su piel había adquirido un tono enfermizo.
─ En una semana ─ suspiró rendido.
─ Bueno─ musitó James tratando de mostrarse positivo ante la situación ─ Mira el lado bueno, para las vacaciones de navidad vas a estar bien.
Remus reboleó los ojos y se dirigió hacia un árbol caído cuyo tronco haría un excelente asiento si no estuviera cubierto de nieve.
Desde luego, para tres magos eso no era un gran problema. Mediante magia derritieron la nieve y luego se sentaron.
─ ¿Qué harán para la navidad? ─ preguntó James de repente. Se encontraba entre medio de sus dos amigos y durante los pocos minutos pasados, habían estado observando los terrenos silenciosamente.
Sirius le miró el rostro por un momento pero luego encontró la nieve más interesante porque desvió la mirada hacia allí.
─ Había pensado quedarme aquí en el castillo durante las vacaciones ─ admitió. Por el tono de su voz sus amigos sabían que esa opción ya había sido descartada. ─ Pero luego Dró me mandó una carta, invitándome a pasarla con ella y su novio.
─ Y aceptaste ─ terminó James por él.
Sirius se encogió de hombros.
─ En un principio me rechacé ─ su voz ahora era vacilante, cómo cada vez que tenía que hablar de su relación con cualquier persona que llevara su misma sangre. ─ Es decir, ya suficiente con que soy una carga para ella y su novio durante las vacaciones de fin de curso… pero ella insistió y terminé por aceptar.
Era increíble como una persona que para los ojos de todo el colegio era muy segura y bastante arrogante, cuando de asuntos familiares se trataba, se veía tan vacilante e insegura. Sirius no podía concebir la idea de que alguien en su familia verdaderamente lo apreciase. Había crecido siendo la oveja negra y ahora, que ya no tenía que convivir con sus padres, era difícil quitarse ese papel.
Su prima, Andrómeda, lo había invitado a vivir con ella y aunque Sirius había aceptado, aún le costaba aceptar que alguien de su familia se preocupara verdaderamente por él. De todas formas, Andrómeda también había sido desheredada cuando se escapó con su novio muggle, Ted Tonks. Ambos eran exiliados así que comenzaba a aceptar el cariño de su prima como verdadero.
─ Tú no eres una carga para nadie Sirius ─ le dijo James clavando sus ojos azul eléctrico en los grises tormentosos de su mejor amigo. ─ Si tus padres no te supieron apreciar son ellos los del problema, no tú… Así que, por favor, deja de hablar como si fueras una carga con la que nadie quiere lidiar.
En otra ocasión, habría defendido la decisión de Sirius de alejarse de sus padres por sus ideales enfebrecidos con la pureza de la sangre. Pero hoy tenía ganas de ser completamente sincero con él, y decirle eso habría supuesto tener que mentirle. Ellos no compartían los mismos ideales, pero Sirius no tenía porqué saberlo.
El joven animago asintió compungido y le dedicó una sonrisa agradecida a su amigo. No dijo nada, pero el brillo en sus ojos era una respuesta en si misma.
─ ¿Y tu Moony?
El hombre lobo que hasta entonces no había participado de la conversación (Sirius ya sabía que él pensaba lo mismo que James por lo tanto no había creído necesario intervenir), levantó la mirada y se encogió de hombros.
─ Lo mismo de casi todos los años─ respondió con una sonrisa leve─ En mi casa con mis padres y tíos.
James asintió.
─ Saben que son bienvenidos en mi casa para lo que necesiten…
Obviamente, no habría realizado esa oferta si no hubiese sabido de antemano que sus amigos no iban a necesitarlo. Sus planes para aquellas navidades no eran precisamente los más inocentes.
Sirius y Remus asintieron.
─ Al final no me dijeron qué pasó con Peter ─ dijo Remus recordando el inicio de la conversación.
─ Ah─ en el rostro de Sirius apareció una sonrisa ─ Está en nuestra habitación en la casa Gryffindor. No quiso venir porque dijo que la poción que le había Madam Pomfrey para curar su estómago lo hacía sentir somnoliento.
─ O simplemente tenía ganas de quedarse durmiendo y utilizo su dolor de estómago como excusa ─ se encogió de hombros James, ganándose una sonrisa por parte de sus amigos.
─ A decir verdad…─ bostezó Sirius ─ Yo también comienzo a sentirme cansado…
─ Claro─ comentó James con burla ─ Esa mascarilla facial de pepinillo rejuvenecedora de piel debe haber sido tal lucha…
Tal y cómo lo esperaba, su amigo reaccionó al instante.
─ ¡Ah no! ¡Esta vez si te la ganaste!
Sin perder un segundo, se arrojó encima de su mejor amigo, provocando que este cayera de espaldas sobre la nieve.
─ Ahora si mi querido James… ─ le dijo con una sonrisa vengativa, sentado a horcajadas de James ─ Vas a lamentar no haberte puesto más abrigo…
Con eso dicho, una lucha juguetona comenzó entre los dos. La lucha en algún punto se convirtió en una batalla de bolas de nieve.
Remus los observó todavía sentado en el tronco con una sonrisa enyesada sobre su rostro.
Esos dos eran así y nunca iban a cambiar y él estaba agradecido por eso. Sirius y James podían ser personas serias para hablar de temas importantes como la familia de Sirius y al momento siguiente parecerse a dos niños de 5 años queriendo ganar una tonta batalla de bolas de nieve.
Algo frío y helado estrellándose contra el costado de su rostro interrumpió sus pensamientos.
Fulminó con la mirada a los dos gamberros que lo observaban juguetonamente y a una distancia prudencial.
─ Ahora si me encontraron… ─ gruño amenazadoramente, levantándose de su lugar en el tronco. El tono de su voz quitó seriedad a sus palabras.
Sirius hizo una muy buena imitación del grito agudo y aterrado de una niña y ambos salieron corriendo.
─ Bueno ─ pensó Remus con sorna mientras juntaba nieve en sus manos e iba en busca de aquellos dos ─ Yo también puedo ser como ellos…
Una hora más tarde, los tres entraban al castillo muertos de frío, con los cabellos empapados y la ropa húmeda pero con una sonrisa de felicidad pegada en el rostro.
Iban bromeando y dándose golpes juguetones como acostumbraban mientras se dirigían a su sala común a darse una ducha caliente hasta que James divisó algo que le hizo desviar su atención.
─ Adelántense ¿Si? Yo iré hasta las cocinas por algo de chocolate caliente y luego los alcanzo ¿De acuerdo?
Sin darles tiempo a responder, comenzó a descender las escaleras de manera rápida pero elegante.
Revisó una vez por sobre su hombro para ver si sus amigos lo habían seguido y al verificar que no, doblo en un pasillo desierto y se metió en la sala de trofeos.
Algunos segundos más tarde, alguien entró después de él, cerrando la puerta tras de sí.
─ ¿Para qué me buscabas? ─le preguntó a Narcisa Black.
Ella trató de no distraerse ante la extraordinaria vista que presentaba James con todos los cabellos despeinados y mojados adhiriéndose a la pálida y húmeda piel de su rostro.
─ El Señor Tenebroso te envía esto─ dijo entregándole un sobre negro.
James la observó un momento más y luego tomó el sobre con algo de escepticismo mientras se preguntaba porque diablos Tom no se lo había enviado mediante Marcus, el ave fénix, que seguramente era más rápido.
─ Supongo que él quería asegurarse de que no te iba a interrumpir en un momento inoportuno─ le dijo Narcisa adivinando sus pensamientos.
James hizo una mueca desdeñosa. No le gustaba cuando los demás leían correctamente las expresiones de su rostro. Además, estaba seguro de Tom sólo se lo había enviado con ella para asegurarse de que iba a leerlo.
Con un suspiro resignado abrió el sobre y sacó de adentro un pequeño pergamino blanco escrito en negro.
"Mañana a las 16:00 hs en el mismo lugar de siempre. Tom"
James no pudo evitar sonreír con satisfacción.
─ Ya puedes retirarte Narcisa─ dijo en un tono más amistoso que el de antes, pero sin prestarle atención a la muchacha ─Gracias.
Así que después de todo, Tom no era tan indiferente a sus emociones.
Bueno, acá concluye este capitulo. Espero que les haya gustado y que dejen reviews XD jeje. En el siguiente capitulo se va a producir el encuentro cara a cara entre James y Tom, siempre y cuando James decida asistir ¿O no?
Espero no demorar tanto en subir el siguiente capitulo. Hasta entonces.
Byee