Bien, bien, todo esta bien, no pasa nada, esto no cambiaria nada.
¡Que demonios! Claro que cambiaria todo, esto cambiaria toda mi vida, y estaba decidida a lograrlo, yo no era tan cruel como para librarme de esto, esto era amor, amor puro, porque él me amaba y yo lo amaba, así que no había vuelta atrás.
¿Pero qué pasaría con Edward, con todos sus sueños? Ha estado planeando su futuro desde que tiene doce años, soñando con la universidad de Londres, donde por fin con mucho esfuerzo le dieron una beca, y el estaba feliz, se podía ver en sus ojos, estaba ilusionado con sus planes, y por fin hoy se iría.
Llevaba saliendo con Edward dos años, nos conocimos cuando mi familia se mudó a Los Ángeles, él era el capitán del equipo de futbol, el más inteligente dulce y caballeroso chico del instituto y yo quedé enamorada de él a la primera, además era muy guapo, el hombre mas hermoso que he visto en mi vida, era alto y tenia músculos marcados, su piel era pálida, hacía un contraste perfecto con su cabello cobrizo despeinado y sus ojos verdes, simplemente perfecto.
Llevábamos una relación seria, él era mi todo y lo amaba con locura, él había prometido que luego de sus cuatro años de universidad volvería por mi.
Pero yo sabía que si le decía esto a Edward el rechazaría la universidad y se quedaría conmigo, dejando atrás todo su futuro, y yo no quería eso, yo quería verlo feliz.
Así que no le diría nada y todo seguiría como debió haber pasado…al menos para él.
—Bella amor, ya es hora, mi vuelo sale en una hora—dijo Edward desde el otro lado de la puerta del baño, en el que llevaba metida como media hora con el test de embarazo, llevaba toda la semana sintiéndome fatal.
Respiré hondo y sali del baño encontrándome con su perfecta mirada estudiándome atentamente.
—¿Todo está bien?—preguntó acariciando mi mejilla.
—Sí, todo está bien—dije simplemente evitando mirarlo a los ojos.
—Bien—dijo simplemente.
—Vamos, que se te hace tarde—dije tratando de cambiar de tema, el me miró de pies a cabeza, recorriendo todo mi cuerpo con adoración, deseo y un poco de nostalgia, recordé lo que llevaba puesto, un tope tirantes que resaltaba mis pechos, en color azul, el preferido de Edward en mi, y un short de jean. Me tomó por la cintura y me acercó hacia él, besando mi cuello.
—Ojalá no fuera tan tarde—susurró y su aliento hizo que me estremeciera.
—Sí, ojalá—dije en voz baja—pero va a salir tu vuelo, así que vámonos.
Edward suspiró, tomó su maleta y subimos a mi auto, nos mantuvimos en silencio durante el trayecto, yo con la vista enfrente, pero sentía su mirada clavada en mi, algo que me ponía sumamente nerviosa.

.

—Te prometo que vendré para vacaciones, te llamaré siempre—dijo mientra me abrazaba fuertemente—Te amo.
—Yo también, no lo olvides—le dije tomando sus mejillas en mis manos mientras su ojos tristes me miraban.
—No lo olvidaré.

Última llamada para pasajeros con destino a Londres.

—Ya es hora—me dijo y se inclinó a besarme suavemente en los labios, tomé su nuca y lo atraje hacia mi, besándolo desesperadamente, nos separamos y me sonrío, una sonrisa que no llegó a los ojos, se dio la vuelta dirigiéndose hacia las puertas del avión.
—¡Edward!—grité, queriéndole decir que no se fuera, que no me abandonara, que estaba embarazada y que se quedara a mi lado, el se dio la vuelta y me miró—¡Te amo!
El sonrío feliz y recordé porqué le ocultaba esto, yo quería verlo feliz y que sus sueños se cumplieran, murmuró un "yo más" y desapareció por las puertas.
Me quedé parada ahí sin hacer nada, con lagrimas en los ojos y me dirigí a mi auto. Manejé sin rumbo fijo por las calles de Los Ángeles, sabiendo y preparándome mentalmente sobre el que sería mi siguiente paso, pero tan solo de pensarlo me daba terror, mis padres no eran nada comprensivos,y y ya tenía que decirles, pues estaba a punto de cumplir tres meses aproximadamente.
Cuando llegué a casa y me estacioné en la entrada, respiré hondo y me levanté la blusa, dejando al descubierto mi vientre aún plano, pero se podía ver que se estaba formando una pequeña bolita, me llevé una mano a mi vientre y lo acaricié.
—No te preocupes cariño, yo te cuidaré, te sacaré adelante en lo que papá vuelve.
Me adentré en la casa y me dirigí a la sala, donde mis padres estaban revisando unos documentos, ambos vestidos con sus trajes caros de persona de negocios, no se percataron de que estaba ahí hasta que me aclaré la garganta y me miraron.
—Tengo que decirles algo—dije con la voz temblorosa.
—Habla rápido, qué no ves que estamos ocupados—suspiré.
—Estoy embarazada—dije en un susurro, mamá se puso roja y se levantó de un salto.
—¿QUÉ? ¿CÓMO PUDISTE SER TAN ESTUPIDA?—gritó molesta.
—Yo…—me cortó.
—¿Acaso no te detuviste a pensar en nosotros? Ya me imagino lo que dirá la gente, una cría de diecisiete años embarazada, no puedo creerlo ¿cómo pudiste ser tan estupida?
—Mamá yo…
—Cállate, quiero que te deshagas de él, ahora mismo haré una cita para que te lo saquen. No hundirás nuestro buen nombre.
—Te equivocas madre, jamás me desearé de él, voy a tenerlo—le grité, ahora si ya enojada y con lagrimas de rabia derramándose por mis mejillas.
—Pues entonces largo de mi casa, no me arrastrarás con tu vergüenza—exclamó señalando la puerta—YO ya tenía planeado un buen futuro para ti, no pienses ni por un segundo que cuidaré de tu bastardo.

Carlisle la miró con desconcierto pero no dijo nada, se mantuvo callado como siempre, mamá lo manipulaba, ella se dio la vuelta y salió de la sala, hacia su habitación dejándome sola con mi padre.
Salieron lagrimas de mis ojos, ¿ahora que iba a hacer? ¿A dónde iría?
—Bells—dijo mi padre.
—No te preocupes papá, no te daré problemas, ya me voy, solo…¿puedo subir por algunas cosas?
El asintió en silencio y subí rápidamente las escaleras hasta llegar a mi habitación. Tomé rápidamente una maleta del closet y metí la mayor cantidad de ropa posible, abrí el cajón en donde había guardado el cheque que la abuela Swan me dio antes de morir, y lo metí a mi bolsillo del short, caminé lentamente hacia mi mesita de noche, donde tenía un portarretrato con una foto donde Edward aparecía con su uniforme de futbol americano, él estaba un poco sucio pero sonriente, yo estaba montada en su espalda también sonriendo y en mis manos alzaba el trofeo del campeonato.
Tomé la foto mientras nuevas lagrimas salían de mis ojos y la metí en la maleta, la sostuve y me dirigí hacia la puerta, pero antes me detuvé para mirar por ultima vez mi habitación.
Miré la ventana, por la que cada noche entraba Edward a escondidas de mis padres, mi cama, donde nos quedábamos dormidos y en algunas ocasiones me hacia el amor, cuando mis padres estaban de viaje. Algo verde debajo de mi cama llamó mi atención, lo recogí y era la playera del equipo de futbol de Edward, era verde y había un gran numero 17 en la espalda, debajo de las letras blancas que decían CULLEN con mayúsculas. La acerqué a mi rostro y la olí, rápidamente ese familiar efluvio me envolvió, era el olor de Edward.
Los recuerdos de la primera vez que hicimos el amor me invadieron.

Flashback Acabábamos de ganar el partido contra el equipo contrario, todos gritaban y aplaudían a Edward, los jugadores del equipo lo cargaron en sus hombros, rápidamente yo corrí hacia él, en cuanto me vio me cargó, dándome vueltas por el aire.
—¡Felicidades! ¡Ganaron! ¡Jugaste estupendamente!—le grité emocionada.
—Todo fue por ti, tu me ayudaste a ganar—dijo abrazándome —¿me merezco un beso por tanto esfuerzo?—dijo haciendo un puchero adorable.
—Te mereces mucho más — sonreí en lo que espere fuera una sonrisa coqueta— tengo un regalo para ti.
—¿Cómo sabias que iba a ganar?—enarcó una ceja.
—Tu siempre ganas—le di un codazo y el sonrío—bueno…pasa por el a mi casa…te espero —le sonreí y me fui caminando hacía mi auto.
Cuando llegué a casa subí rápidamente a mi cuarto y me preparé, me puse una blusa del equipo sumamente ajustada, y unos shorts blancos que tenía estampado su número del equipo en ellos, peiné mi cabello en ondas y me maquillé levemente, mis manos temblaban por los nervios.
Estaba decidida, le iba a entregar mi virginidad a este maravilloso hombre. Edward ya me lo había propuesto pero yo todavía no estaba preparada, así que me dijo que no me preocupara por eso, ya que él esperaría a que yo estuviera lista. Nunca me presionó, pero yo sabía que me deseaba y ahora me iba a entregar a él.
Se escucho el ruido de mi ventana al abrirse y un golpe sordo. Edward.
—¿Bella?
—Aquí estoy Edward— Sali del baño con caminé lentamente hacia la habitación, llena de nervios.
Edward estaba parado en medio de mi cuarto, vestía un pantalón de mezclilla y la playera del equipo, su cabello estaba más despeinado y un poco húmedo, casi seco, supuse que por la ducha.
Caminé lentamente hacia él, mientras su mirada verde me recorría, tome sus manos y respirando hondo las puse sobre mis pechos.
El abrió los ojos como platos y sus manos empezaron a temblar por los nervios, él nunca me había tocado así, solo había besos y caricias tímidas, pero nunca había tocado mis partes más intimas.
—¿Bella?—su voz salio ronca-¿esto es…?—tartamudeó nervioso.
—Es tu regalo— presionó las manos lentamente en mis pechos—¿no te gusta?
—Sí, si, es solo que…—se pasó una mano nerviosamente por su cabello—¿estas segura? Quiero que esto sea especial para ti.
—¿Tu estas seguro? —le pregunté alzando una ceja.
—Sabes que sí, pero dijiste que no estabas lista, y yo enserio puedo esperar.
—Lo he pensado mucho, estoy lista, te quiero, te amo, y quiero entregarme a ti, ser tuya de todas las maneras posibles. ¿Me amas?

—con todo mi corazón —El sonrío dulcemente.

Acarició mi cabello y me tomó de la cintura, acercándome más a él, paseó su mirada desde mis pies hasta mi cabeza, deteniéndose en mis pechos, me miró a los ojos y se acercó a besarme suave y pausado. Subió las manos hasta los lados de mis pechos indeciso, tomé sus manos y las posé nuevamente sobre estos, el los masajeo dulcemente sobre la blusa yo solté un gemido, el gruñó y aceleró el ritmo del beso.
Con mis manos lo empujé hacia mi cama y el callo sentado en ella mirándome con los ojos oscurecido por el deseo. Me senté a horcajadas sobre él y lo besé con desenfreno mientras él acariciaba y apretaba mi trasero, fue entonces cuando recordé y me levanté de su regazo, el me miró confundido.
—¿Te gusta?—pregunté mientras le daba la espalda y lo miraba sobre mi hombro, el puso sus ojos en mi trasero y sonrió de lado.
—me encanta—me agarró de las caderas y me puso nuevamente sobre su regazo, besándome apasionadamente, metiendo las manos debajo de mi blusa y apretando mis pechos, pellizcando mi sensible pezón, yo gemí fuertemente en sus labios.
Llevó sus manos al borde de mi blusa y me la sacó por la cabeza, dejando mis pechos desnudos, ya que no llevaba sostén, el los miró con lujuria y rápidamente se llevó uno a la boca succionándolo deliciosamente mientras masajeaba el otro. Arqueé mi espalda por el placer, me agarró con una mano la cintura para evitar que me cayera y gimió.
Le quité su playera y la aventé por la habitación, pasé mis manos por sus pectorales, bajando hacia sus abdominales y el se estremeció, llevé mis manos hacia su cinturón y lo desabroché, al igual que su pantalón, lo empujé para que se recostara sobre mi cama y le saque sus pantalones y tenis, me fije en sus boxers y sonreí, eran de Marvel. Lo miré a los ojos y él se sonrojó.
—son adorables—me paré de la cama y me quité el short, quedando en unas pantis color verde metálico, él me miró ensanchando sus ojos y tragó saliva audiblemente.
Me senté a horcajadas sobre sus torneadas piernas y baje un poco sus bóxers, él me ayudó al ver mi nerviosismo, dejando libre su miembro que saltó erguido, sorprendiéndome su tamaño y lo perfecto que era.
—20 centímetros nena—sonrío con arrogancia.
—Eres un presumido—reí.
Llevé una mano hacia su pene y lo masajee torpemente desde la base hasta la punta, haciendo un poco de presión en su glande, el cerró sus ojos y soltó un fuerte gemido.
Acerqué mi boca a su hinchado miembro, había oído que a los hombres les gustaba, pero antes de que la metiera a mi boca me detuvo.
—No tienes que hacerlo amor.
—Pero quiero hacerlo—él se apoyó en sus codos para poder mirar mientras pasaba mi lengua por todo lo largo, el soltaba fuertes gemidos.
—MIERDA—gritó y me tomó de la cadera, situando mi intimidad justo enzima de su boca.
Gemí por la sorpresa, sorprendida ante la idea de un 69.
Hizo a un lado el hilo de mi húmeda tanga y paso su lengua por mis pliegues mientras acariciaba mi trasero, y succionaba mi clítoris, seguí succionando su miembro, el se detuvo y antes de que pudiera quejarme metió lentamente un dedo, haciéndome estremecer de placer, y llevó un ritmo, dentro fuera dentro fuera hasta que me vine es su boca, sorprendida por las sensaciones. Poco después su pene estaba palpitando dentro de mi boca, y pude saborear el liquido pre seminal que estaba saliendo, ya estaba cerca, lo sabía , pero el me detuvo.
—Quiero llegar dentro de ti—me dijo en voz ronca.
Se quitó sus boxers y me quitó mi tanga, ambos quedando completamente desnudos, me puso debajo de él, y me miró a los ojos, los suyos brillaban como nunca los había visto brillar, entonces pareció recordar algo.
—No tengo condón—dijo en voz baja, tensándose.
—No importa, me cuido—le respondí.
—De acuerdo…¿estas lista?—me preguntó nervioso.
—Solo estoy nerviosa—contesté.
—Si te sientes mejor confesaré que yo estoy más nervioso que tu.
—Pero creí que ya no eras virgen—le dije confundida —No lo soy, he tenido sexo, pero nunca he hecho el amor, y eso es diferente—sonreí — espero que tu también quieras Hacer el amor conmigo, no quiero ser para ti simple sexo—dijo tristemente.
—Edward te amo, tu no eres para mi simple sexo—sonrío feliza—ahora hazme el amor.
—como tu ordenes—y me besó apasionadamente, con una mano me apretó un pezón y gemí en su boca.
Nos seguimos besando hasta quedar sin aliento, su cabello estaba húmedo por el sudor y sus mejillas estaban rojas al igual que sus labios, por los besos.
Abrió un poco mis piernas y se sitúo entre ellas, y con una mano dirigió su miembro a mi entrada hasta que entró el glande, se apoyó en sus codos a cada lado de mi cabeza y fue entrando poco a poco en mi, lentamente, hasta que se detuvo un poco y me miró atónito.
—¿eres virgen?—preguntó exaltado.
—Sí —¿Porqué no me lo habías dicho?
—Nunca lo preguntaste, además ¿porqué crees que no estaba lista?
—Bueno, yo creí que no estabas segura de hacerlo conmigo.
—Ahora ya lo sabes, así que sigue—dije mientras movía mi cadera en círculos.
El sonrío y rompió mi barrera, sentí un poco de dolor y Edward se quedó inmóvil, después de un rato comenzó a moverse y el dolor se transformo en placer. Cerré los ojos disfrutando de la sensación mientras escuchaba los gemidos y jadeos de Edward.
Edward me beso dulcemente mientras entraba y salía cada vez mas rápido de mi, pero con cuidado, ahogando sus gemidos en mi boca.
—Mi Bella, mía, solo mía—decía con voz entrecortada.
Sentí una sensación de apretamiento y como con cada embestida el placer aumentaba, Edward recargó su frente en la mía mirándome a los ojos.
—Te amo—murmuró y solo eso bastó para que mi fuerte orgasmo llegara, mordí mi labio inferior ante la sensación de tanto placer, Edward se siguió moviendo más rápido hasta que sus perfectos labios formaron una o y salía un muy sexy gemido de su boca, fue entonces cuando sentí su semen derramándose dentro de mi, el jadeaba en busca de aire, cansado por su intenso orgasmo, atraje su cabeza hacia mi pecho y se dejó caer sobre mi cuerpo, respirando entrecortadamente, acaricié su sudoroso cabello y el me abrazó fuertemente por la cintura.
—Gracias, TE AMO—me dijo y me dio un tierno beso en el cuello, volvió a acomodar su cabeza en mi pecho, aún acostado sobre mi, y aún dentro de mi.
—Yo también te amo Edward,— seguí acariciando su cabello hasta que su respiración se acompasó, y yo, al igual que él, me quedé dormida.
Fin del flashbacks.

Era la camisa que el traía aquella vez, el mejor día de mi vida hasta ahora, la vez que me entregué a él, y también la vez que había quedado embarazada ya que la pastilla no la había tomado en la mañana de ese día, y yo, pensando que no afectaría, no le tomé importancia. Grave error.
Tomé la camiseta y la guardé en la maleta, bajé las escaleras y subí a mi BMW M3 , miré una vez más mi bultito y aceleré, dirigiéndome a un lugar lejos de aquí, donde estaba la única persona que podía ayudarme.

Aquí estoy con una nueva historia que, según yo, va a estar interesante.

Dejen reviwes por favor.
Me inspiran y así actualizo más rápido Ojalá les guste esta nueva idea para fic.
Nos vemos pronto en el segundo capi.