Disclaimer: Nope, no me pertenece KHR. Thanks freaking goddess for that.

Advertencias: Spoilers del Arco del futuro. Yaoi. ¿Posible OoC?

Notas: Lo seguí más que nada producto de tomar pastillas sospechosas, delirar a altas horas de la noche y cosas por el estilo, que muestran que no estaba en mis completas facultades mentales (?). En resumen, ¿no debí escribirlo? Realmente creo que no. Pero lo hice, y bueno :D. Este pairing es amor creo yo, merece un poco más de cariño~ (?).

Esta vez sí.

Cuando Lambo regresó de su viaje al futuro (al que había ido con esperanza de salvarse de una paliza), casi le da un infarto al ver que Hibari estaba acorralándolo contra una pared, y que una de sus tonfas estaba levemente presionada contra su cuello, con la amenaza permanente de estrangularlo si su dueño lo hallaba adecuado. El Guardián de la Nube frunció el ceño evidentemente disgustado al ver aparecer a la versión adolescente de Lambo. No era ese niño idiota quien le interesaba.

Luego de darle una pequeña paliza al herbívoro molesto (aún no comprendía cómo en diez años iba a convertirse en una persona interesante para él), le arrebató de sus manos la Bazooka de los Diez Años, y la estampó con fuerza contra el piso. Con el tiempo había aprendido algunas cosas acerca de aquella curiosa arma. Especialmente, los distintos efectos que podía tener si la rompías.

Lambo observó la escena sorprendido y algo preocupado por la Bazooka, a pesar del dolor que sentía por los recientes golpes (maldición, ¿ni siquiera su versión adulta podía contra aquel hombre?).

—Ah, Hibari-san, no creo que… —Pero se interrumpió a mitad de la frase, estremecido por la mirada escalofriante que el otro Guardián le dirigió.

Por eso siempre evitaba acercarse a esa persona.

Hibari levantó la bazooka posiblemente rota del suelo, y la apuntó hacia Lambo, quien nuevamente se estremeció. No comprendía qué estaba pasando por la mente de aquel hombre (como si alguien, además de Dino, lo comprendiera…), pero definitivamente no era bueno para él. Cerró los ojos, y no tardó en sentir el disparo del arma, y el repentino cambio de aire a su alrededor, indicadores de que estaba en el futuro.

Por su parte, su versión adulta apareció frente a Hibari, y parpadeó con sorpresa. Ya se había resignado a que sus cinco minutos de diversión se habían acabado, pero aparentemente no era así. El Guardián de la Nube volvió a acorralarlo contra la pared, en la misma posición en que habían quedado antes de que el efecto de la bazooka terminara.

—No creas que vas a escaparte tan fácilmente, herbívoro.

Aquella versión de Lambo sonrió pícaramente. Oh, él no tenía ningún problema con disfrutar de algunos minutos más en aquel tiempo que tanto extrañaba, mucho menos si estaba con Hibari.

Tomó la tonfa que tenía contra el cuello, y con total calma, como si aquello no supusiera ningún esfuerzo, se liberó del aprisionamiento del otro, esquivando rápidamente el ataque de la otra tonfa que iba dirigida a su cabeza. No se quedó allí; con un rápido movimiento empujó a Hibari hacia la pared, intercambiando posiciones con él, y siendo ahora Lambo quien acorralaba al otro.

Aunque quería sonreír triunfante, no perdió el tiempo en algo así. Sabía que darle un segundo al Guardián de la Nube sería perder la temporal ventaja que había ganado, y con eso perder también su oportunidad (la cual podría ser la última que tendría para hacer algo que, durante su juventud, el miedo le había impedido realizar). No vaciló; en un instante cerró la ya de por sí escasa brecha que quedaba entre ambos, besando casi imperiosamente a Hibari, como hacía mucho tiempo había deseado hacer.

Claro que cuando, un par de minutos después, la necesidad de esquivar un nuevo ataque del hombre lo obligó a separarse de él, no se arrepentía ni remotamente. Porque estaba completamente seguro de que un minuto después desaparecería para siempre de allí, y en aquella ocasión no pensaba que fuera a volver.

¿Y cómo podía arrepentirse sabiendo lo que ocurriría después en esa época, sabiendo que por divertido que se viera todo en ese instante, nunca más volvería a tener aquella oportunidad?

Nunca se imaginó que cuando los cinco minutos terminaran, él iba a seguir allí durante un largo rato más.

Pero Hibari lo sabía, y sonrió con malicia ante la idea.

—Voy a disfrutar mucho morderte hasta la muerte, herbívoro asqueroso —dijo con un inmenso odio reflejándose en su voz (sólo que realmente no era odio ni nada remotamente parecido, pero Lambo no iba a notar la diferencia), mientras se preparaba para atacar nuevamente.

Y de la misma forma en que el italiano no se había imaginado del "sabotaje" intencional a la bazooka, tampoco imaginó que las palabras de Hibari aquella vez realmente significaban algo más que lo usual.