Pues ¿que hago aquí? saliendo poco a poco del hoyo en dónde me había sumido con esta historia. Confieso que tenia pensado abandolarla e inclusivo borrarla de pero los Hannys Awards y los reviews que me dejaban en otras historias preguntandome por esta, hizo que volviera a pensar ¿que más? ¿como le hago para avanzar si la cabeza no quiere trabajar? pero en fin... ya le tomé el hilo a la historia, ahora solo falta tiempo para escribirla.
Tal vez muchos ni se acuerden de que se trata y lo entiendo, pero éste capitulo y sobre todo, éste fic va para todas aquellas personas que me escribieron preguntandome y animandome a seguir escribiendo.
Mil gracias a todos!
Desde que se había ido la señora Weasley, Hermione no dejaba de pensar en Ron de una manera diferente. Ya no era solamente el Ron tierno con quien platicaba largas horas y se ayudaban mutuamente en la tarea, sino que ahora sentía unas ganas enormes de desgarrarle la ropa y besarlo hasta dejarlo sin oxigeno. Era una pasión que llevaba dentro que jamás había sentido. Definitivamente Ron había cambiado su vida. Muchas veces Sirius tenía que tronarle los dedos en la cara para que despertara cada vez que se quedaba en el limbo, ajena a todo y a todos.
-¿Tienes problemas mentales?
-¿Qué? – preguntó Hermione frunciendo el ceño.
-Ya decía yo que tanto tiempo buscando horrocruxes iba a dejar secuelas.
-No seas tonto, Sirius ¿te pasa algo, Hermione? – le preguntó Remus.
-No, nada, estoy bien.
-Pues no parece – le dijo Sirius terminando su desayuno – cada vez que está aquí Ron, te quedas embobada viéndolo y ni que decir cuando se va, me recuerdas a Lockhart cuando le preguntas quien es.
-Sirius, mas respeto – le dijo Remus negando con la cabeza.
-Estoy bien, ya me tengo que ir a la universidad – se levantó Hermione tomando sus libros de la mesa – me despiden de Ginny.
-No, que va, yo a ese demonio ni lo quiero ver, más vale que se quede dormidita donde esta hasta que yo me vaya al cuartel.
-¿De quién hablas, Sirius? – preguntó Ginny con los manos en la cintura desde la puerta de la cocina.
-De ti ¿de quién más?
-¿Ya se fue Ron? – llegó Harry detrás de Ginny muy apurado.
-Si, dijo que ya te había esperado mucho – le contesto Remus – vas a volver a tener otro retardo en la academia, Harry.
-Lo sé, lo sé. Adiós mi amor – le dio un beso rápido a Ginny en la mejilla y salió corriendo rumbo a la chimenea.
-¿Ahora que le hiciste? – le preguntó Sirius a Ginny – o no, más bien ¿ahora que se te antojó a las tres de la mañana?
-Que te importa.
-Nos vemos más tarde – se despidió Hermione caminando rumbo a la chimenea donde momentos antes había desaparecido Harry.
-Me voy a volver loca – bufó Ginny sentándose a un lado de los dos adultos.
-No, cariño, ya lo estas.
-¿Qué te pasa, Ginny? – Remus ignoró el comentario de Sirius.
-Estoy aburrida. No trabajo, no salgo, no hago nada – dijo Ginny dándole una gran mordida a un pan tostado que había dejado Hermione en la mesa.
-Comes – dijo Sirius – y vaya que si comes.
-Ustedes me pueden ayudar – le brillaron los ojos a Ginny, haciendo que Sirius y Remus se vieran extrañados – puedo acompañarlos a…
-Olvídalo – negó Sirius.
-Puedo ayudarte en el cuartel o, Remus, puedo ayudarte en la academia.
-Ginny, recuerda que Dumbledore recomendó que no te expusieras.
-Pero…
-Pero nada, ya tienes esa pancita, nadie debe verte embarazada y mucho menos dar a entender que el padre de ese bebé es Harry Potter. Por si no sabes, él aun tiene muchos enemigos escondidos - Ginny bufó – lo siento pelirroja.
-Hola, hola, hola – llegó Tonks cantando como niña pequeña, Sirius rodó los ojos y Remus sonrió tiernamente una vez que la chica de cabello rosa le dio un beso en la boca – hola, hola, hola…
-Ya te escuchamos.
-Hola, Tonks – sonrió Ginny, adoraba que Tonks fuera a visitarlos porque siempre traía alegría y eso era justo lo que necesitaba Ginny cada vez que se quedaba sola cuando todos se iban, ya sea a trabajar o a la escuela.
-Hola elegida, hola mi amor, hola primo amargado.
-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar con los aurores recién ingresados al cuartel?
-Jefecito, lindo y precioso – todos sonrieron menos Sirius – llegué al cuartel muy temprano y ya les asigne a cada auror quien será su mentor en los próximos tres meses como me lo habías ordenado.
-Te ordené que tu también fueras un mentor ¿Dónde está tu auror?
-Lo mandé a comprarme unas tortas para yo venir a darle un beso a mi novio.
-Dora – negó con la cabeza Remus a modo de regaño.
-Debería suspenderte – le dijo Sirius.
-No lo vas a hacer porque soy tu prima y la novia de tu mejor amigo, agregándole que te soy muy útil en el cuartel.
-¿Vas a entrenar a un nuevo auror? – le preguntó Ginny emocionada.
-Siempre lo hacemos, son chicos recién egresados de la academia y todos los aurores tenemos que llevarnos a uno a nuestras misiones para que se vayan entrenando.
-Espero que tu alumno de éste año no se ponga a cantar en medio de las misiones – la previno Sirius.
-Eso es para relajarse y pensar con claridad.
-¿Y es guapo? – le preguntó Ginny levantando la ceja mientras que Remus le fruncía el ceño.
-Pues ¿Qué te diré? – Tonks se quedó pensando – sí.
-¿Si? – preguntó Remus.
-Sí, tiene unos ojos negros muy expresivos y una mirada muy seductora – Ginny soltó una carcajada al ver la cara de Remus – es un chico muy agradable. Se llama Godric.
-Que nombre tan original, no me digas que estuvo en Gryffindor.
-No lo creo, estudió la academia de aurores en Albania.
-¡A Gryffindor, donde habitan los valientes! – dijo Ginny e hizo como si blandiera una espada, Tonks simuló que ella también tenía una espada y empezaron a jugar, mientras que Sirius y Remus bajaron la mirada algo tristes.
-¿Qué les pasa?
-Es la edad, ya están viejos – dijo Tonks simulando que se guardaba la espada en el cinturón.
-James hacia eso – dijo Sirius en un susurro y se levantó de golpe caminando hacia la chimenea sin despedirse.
-¿Qué cosa? – dijo Ginny confundida.
-Nada. Tonks ve a trabajar – le ordenó Remus con voz tranquila dándole un beso en la frente – hasta la tarde, Ginny – se despidió.
-No entendí.
-Yo menos. Bueno, elegida, me voy a ser la niñera de un nuevo auror.
-Tonks, estoy aburrida ¿Cuándo puedo acompañarte a algún lado?
-¿Estás loca? Harry me mataría, no quiere que ni te dé el aire.
-Estoy harta de que me cuide en todo. Anda, puedo acompañarte, nadie se va a enterar.
-¿Será un secreto entre amigas?
-Lo prometo.
-Está bien, me encantan las aventuras. Yo te aviso con tiempo.
Ron, cada vez que salía de la Academia, pasaba por Hermione a la universidad, ya se les había hecho una costumbre hacerlo. De ahí pasaban a comprar lo que a Ginny se le antojara, y caminaban juntos hasta Grimmauld Place Doce. La idea de Ron era llevar las cosas tranquilamente. Conocía a Hermione y sabía que era una chica muy tradicionalista, como su madre, así que no quería cometer ningún error al querer acelerar las cosas. Pero lo que no sabía Ron es que Hermione ya no quería ser mas una chica conservadora y tradicionalista, y eso él era el único culpable.
-Pasa todos los días por mí, me toma de la mano, me trata como una reina ¡Hasta me cela!
-¿Y te quejas?
Ginny comía un gran helado que le habían comprado Ron y Hermione esa tarde después de la escuela. Estaban en la habitación de Hermione, donde ella se quejaba el porqué Ron no daba el primer paso.
-No me dice nada, Ginny ¡Ni siquiera hace el intento por besarme!
-¿No me dijiste que ayer te dio un beso en la boca cuando fue por ti a la universidad?
-Sí, y hoy también. Pero yo quiero… quiero – Ginny levantó la ceja – quiero que me bese arrinconándome en la pared y que… y que me bese con pasión y que… me toque todo el cuerpo desesperadamente.
-Wow ¿Dónde está la Hermione que le daba pena usar minifaldas y escotes?
-Tu hermano tiene la culpa.
-¿Mi hermano o su trasero? – se burló Ginny.
-¿Por qué me trata diferente? – Se sentó Hermione en la cama a un lado de Ginny quitándole un poco de helado – cuando salía con Lavander la besaba así.
-Porque tú eres diferente.
-Sí, ya sé, soy fea y aburrida.
-Deja de decir eso. Mi hermano era un mujeriego de primera, andaba con una chica y con otra acostándose con ellas, pero siempre sin ningún compromiso. Contigo es diferente… contigo si quiere un compromiso.
-¿Tú crees?
-Conozco a mi hermano.
Ginny ya cumplía siete meses de embarazo. Tenía una pancita redondita, pero era lo único diferente en su cuerpo. Todos se sorprendían que no engordara de más al comer tanto. Harry la cuidaba y la consentía en todo. Estaba completamente enamorado de esa pelirroja que a veces lo llegaba a desesperar hasta volverlo loco.
Una tarde se encontraban todos viendo televisión en la sala, bueno a excepción de Ron que se había quedado dormido recargando su cabeza en una pierna de Hermione. Ginny tejía un mameluco tal como le había enseñado su madre, mientras Harry intentaba hallarle forma y sostenerle el estambre.
Sirius observaba como Harry le susurraba algo en el oído a Ginny y ella le daba un codazo en el estomago. Sin querer, soltó una risita melancólica.
-¿Qué pasa? – le preguntó Ginny.
-Nada.
Remus volteó a verlo y también sonrió de la misma manera.
-Tú también lo recordaste – le dijo Sirius.
-¿Y cómo no hacerlo?
-¿Recordar qué? – preguntó Harry.
-A tus padres. Tú y Ginny nos recuerdan mucho a ellos.
-La diferencia es que Lily sí sabía tejer – dijo Sirius burlándose de Ginny quien lo vio con los ojos entrecerrados – sin embargo, pelirroja, tienes mucho el carácter de Cornamenta: aventurero, alegre, adoraba el Quidditch y le encantaba hacer enojar a Lily, tal como lo haces tú con Harry.
Harry le sonrió a Ginny acariciando su cabello.
-¿Ya han pensado en el nombre del bebé? – les preguntó Sirius.
-No, aun no. Mañana iremos con el doctor y nos va a decir si es niño o niña – dijo Ginny emocionada.
-Seguro será niño.
-¿Porqué estas tan seguro?
Harry se quedó viendo a Ginny directo a los ojos, transmitiéndole su preocupación por el futuro de su hijo. Así como él, antes de nacer ya estaba destinado a luchar por el bien de los demás. De pronto le vino un miedo terrible ¿Y si su hijo también quedara huérfano?
-No quiero pensar en eso, Harry.
-Te entiendo, pero…
-¡Que no quiero hablar de eso! ¡Estoy feliz porque voy a tener un hijo, no quiero que me recuerdes que sólo lo concebimos por una estúpida profecía! – le dijo Ginny con los ojos llenos de lágrimas.
-Ginny, tenemos que estar conscientes…
-¡Cállate!
Ginny salió llorando de la sala dejando a todos tristes, hasta Ron se había despertado con los gritos de su hermana y entendió a la perfección porque se había puesto así.
-Voy a hablar con ella – se levantó Harry.
-No, Harry, voy yo.
Ron caminó tranquilamente hacia la habitación de Ginny. La encontró llorando viendo hacia la ventana acariciando su vientre. Ron simplemente la abrazó y dejó que ella se tranquilizara en su pecho.
-Es mi hijo, Ron.
-Ginny ¿te has preguntado alguna vez cómo pudiste sobrevivir cuando Tom Riddle te tenia poseída? Tenías once años, eras una niña, sin embargo fuiste muy fuerte.
-Sí, claro – dijo con sarcasmo – sólo abrí la cámara de los secretos y casi muero, sino hubiera sido por ti y por Harry…
-Pero estuviste casi un año conviviendo con un libro maldito, con un ser maligno. Hermione me platicó todo sobre los horrocruxes, todo lo que tuvieron que pasar y tú, a la edad de once años, tuviste un horrocrux en tus manos.
-¿A qué viene todo esto?
-A que tú eres la única capaz de darle fuerzas a tu hijo, tú y Harry son las personas más fuertes que he conocido.
-Fuerte – soltó una risita secándose las lágrimas – claro, y estos últimos meses no he dejado de llorar por todo.
-Es el embarazo. Tu hijo debe ser fuerte pero también tiene que ser sensible, con sentimientos.
-No quiero que le pase nada malo a mi hijo, Ron, soy tan feliz con Harry que quisiera que así estuviéramos siempre, que fuéramos una familia normal. Pero esa maldita profecía…
-Por esa profecía ahora eres feliz con Harry.
Ginny suspiró viendo a su hermano. Era verdad, sin esa profecía ella jamás hubiera regresado a Londres y mucho menos vuelto a ver a Harry.
Tocaron a la puerta, Harry poco a poco la abrió mostrando su cara de preocupación y tristeza.
-Pasa – le dijo Ron – te la dejo más tranquila.
Harry abrazó a Ginny acariciando su cabello, así estuvieron un momento sin decirse nada.
-No fue mi intención alterarte.
-Tengo miedo, Harry.
-Yo también.
-¿Qué vamos a hacer?
-Apoyar a nuestro hijo, dándole amor y fuerzas. Estoy seguro que mis padres hicieron eso conmigo, aunque fuera por tan poco tiempo.
Ginny lo vio a los ojos acariciando su mejilla.
-Ojala que se parezca a ti – Harry sonrió – James.
-¿James? Siempre me llamas Harry.
-Nuestro hijo, se llamará James ¿te parece?
-¿Estás segura? – Ginny asintió – me gusta.
Como Tonks los había prometido, invitó a Ginny a una misión. En realidad era una investigación sin importancia en el callejón Knockturn, pero esa simple salida para Ginny fue espectacular. Godric, el auror alumno de Tonks, las acompaño en todo momento. De inmediato él y Ginny se llevaron de maravilla, era un chico sumamente agradable y simpático.
-No puedo creer que estés embarazada, eres muy joven – le decía Godric mientras caminaban rumbo al callejón diagon detrás de Tonks quien iba muy concentrada en su reciente investigación- me imagino que el padre de tu hijo ha de estar muy contento.
-Sí, mi esposo está feliz.
-¿También estas casada?
-Pues claro.
-¿Y dónde está tu esposo?
-Estudiando.
-¿Y te deja venir al callejón knockturn sin ningún problema?
-No, pero él no lo sabe, así que más vale que tú no digas nada.
-Yo no lo conozco.
-Todo el mundo mágico lo conoce – comentó Ginny despreocupada.
-¿Ah sí? ¿Pues quién es?
-Ginny, será mejor que te lleve a tu casa, no quiero problemas con el mal carácter de tu esposo – dijo Tonks dándose la media vuelta para estar frente a ellos.
-De acuerdo, ya estoy muy cansada.
Era un secreto entre Ginny, Tonks y Godric de salir de vez en cuando. En realidad Godric y Tonks cuidaban muy bien de Ginny y la llevaban únicamente a investigaciones simples. Godric y Ginny se llevaban de maravilla, platicaban de cualquier cosa por horas, hasta que Tonks la llevaba de regreso a Grimmauld Place 12 antes de que los demás habitantes de esa casa llegaran de sus respectivas actividades.
Era el cumpleaños de Albus Dumbledore y Hogwarts había preparado un evento especial para celebrarlo. Harry, así como el ministro Kingsley, eran invitados especiales. Ambos tenían que dar un discurso frente a todos los invitados de diferentes países.
Ginny se arreglaba frente al espejo mientras Harry resoplaba una y otra vez detrás de ella.
-Deja de hacer eso.
-Ginny, ve la hora que es, ya todos se fueron a Hogwarts.
-No me apures.
-Es que llevas horas arreglándote.
-Cuando quieras arreglarte y cargar con éste vientre, me avisas y te lo paso.
-No lo puedo creer, fuiste la primera en entrar a bañarte y ya todos están en Hogwarts menos tu y yo.
-¿Sabes lo difícil que es verse bien con ésta panza que tengo? ¡Ningún vestido me queda! Los de maternidad solo me hacen verme más gorda.
-Así te ves hermosa.
-Mentiroso, eres un mentiroso ¡Soy una vaca! Todos se dan cuenta de eso pero nadie se atreve a decírmelo. Por más que me maquillo para no verme tan cachetona, no resulta. Mis dedos están hinchados, ningún anillo me entra, y ni que decir de mis pies – empezó a llorar – ¡mis pies! No tienen forma ¡Soy una deforme!
Harry suspiró hondo para armarse de paciencia. Al menos dos o tres veces por semana era lo mismo, Ginny lloraba desconsolada por todos los malestares que le venían con el embarazo. Revisó de nuevo su reloj, ya tenía quince minutos de retraso, se suponía que él tenía que recibir a algunos invitados especiales y además iniciar el evento con su discurso.
-Mi amor, pequitas – le habló cariñosamente mientras ella se limpiaba la cara con papel higiénico, haciendo que todo el maquillaje que ya tenía se manchara sobre todo su rostro – jamás podré estar en tu lugar y sentir lo que ahora estas sintiendo, pero lo que sí puedo hacer es decirte que para mi te ves hermosa, y si nadie te ha dicho nada, es porque todos ven en ti a una mujer que va a dar vida a un ser humano y estoy seguro que te admiran por eso.
-¿Tú crees?
-Claro. Conoces a Sirius, sabes lo burlón que es y jamás te ha dicho gorda.
-Dice que como mucho.
-Pero es porque estas alimentando a nuestro hijo. Además, siempre has comido mucho y jamás habías estado gorda. Estoy seguro que si no comieras, él sería el primero en decirte que tendrías que comer más.
-¿Me veo bien? – le preguntó mostrándole su vestido de gala.
-Te ves hermosa.
-Hermione le hizo unos arreglos.
-Pues lo hizo de maravilla. Ahora ¿ya nos podemos ir?
-Claro, solo dame unos minutos para volverme a maquillar.
Harry puso los ojos en blanco pero asegurándose de que Ginny no lo viera.
Habían llegado directamente a la oficina de la profesora McGonagall por la red flu. Como ya tenían bien entendido, nadie debería dar a entender que Harry y Ginny eran pareja, mucho menos en un evento tan grande y con gente extraña. Deberían desconfiar de todos.
Harry fue el primero en llegar al gran comedor donde ya estaba bastante concurrido. Para su buena suerte, aun no empezaban formalmente el evento. Ginny bajó lentamente las escaleras recordando su único año que había vivido ahí, un año bastante difícil para una niña de once años. Sin embargo, también tenía buenos recuerdos.
Ron le hizo compañía a Ginny, Harry había sido muy especifico con él para que no la dejara sola en ningún momento, ya que él tendría que tener distancia con ella. Pero Hermione no podía estar mucho tiempo alejada de Ron, así que después de saludar a las personalidades importantes que la conocían como "la amiga de Harry Potter, quien lo acompaño a destruir horrocruxes" se dirigió a la mesa de Ginny y Ron para estar con ellos.
Harry veía de lejos a Ginny platicando animadamente con Hermione. Moría por estar a un lado de ella y bailar toda la noche, sin embargo, tenía que soportar a todos esos magos de gran renombre y sus conversaciones aburridas.
-Señor Potter – le dijo un hombre prendiendo un puro casi en su cara - ¿Qué opina de la nueva ley de transportes mágicos?
Harry soltó un pequeño bufido para que no lo escuchara ese hombre. Lo había interrumpido viendo a Ginny ¿Qué acaso no entendía que quería ver a su esposa? Se comportó de lo más educado como venía haciéndolo desde que había derrotado a Voldemort.
Cuando terminó de hablar por un buen tiempo con ese hombre, volteó de nuevo hacia la mesa de Ginny y ya no la encontró. Caminó disimuladamente por el gran salón buscando donde podría estar, ella o Ron con Hermione, pero no los encontró a ninguno de los tres. Diez minutos después, que para Harry fue como una hora de estar caminando y siendo saludado por personas que no recordaba bien sus nombres, los vio entrando al salón. Hermione alcanzó a verlo y de inmediato supo que había estado preocupado por la cara que tenia.
-Voy con Harry – le dijo a los hermanos pelirrojos.
-Mándale un beso de mi parte y dile que se ve guapísimo, que esta como para comérmelo.
Hermione rodó los ojos, Ginny siempre con sus comentarios.
-¿Dónde estaban? – le preguntó Harry a Hermione fulminándola con la mirada.
-Ginny quería ir al baño.
-¿Está bien?
-Claro que está bien. Por cierto, ella y Ron quieren dar un paseo por el colegio.
-¿Qué? No, no quiero perder de vista a Ginny.
-Pero…
-Pero nada, Hermione, vayan tú y Ron, Ginny no puede andar por el colegio como si nada.
-¿Qué le puede pasar?
-No sé, la puede asustar Peeves, o una mandrágora, la pueden marear las escaleras cuando se muevan – Hermione puso los ojos en blanco – la puede golpear el sauxe boxeador…
-Por Merlín, Harry – le dijo Hermione exasperada – pero le voy a decir que fuiste tú él que no quiso que fuera y a ver cómo te va.
-Dile que la amo – le dijo Harry ya cuando Hermione se había dado la media vuelta alejándose de él.
Como era de esperarse, Harry vio de lejos a Ginny echar chispas y dirigirle una de las peores miradas que jamás había hecho. Sabía que llegando a casa, la cosa se iba a poner muy fea. Ya podía escuchar sus gritos y rabietas por ser tan sobreprotector con ella. Le cerró el ojo con una sonrisa coqueta y se fue a buscar a Remus y a Sirius.
Habían pasado unos minutos en que Harry platicaba con Remus y Sirius, y según él también cuidando a Ginny de lejos, cuando la vio platicar con un hombre que jamás había visto en su vida. Se le hizo de lo más extraño, él conocía a mucha gente, sin embargo, ese hombre no se le hacía para nada conocido. Todo lo contrario a Ginny, quien reía junto con él como si se conocieran tiempo atrás.
-¿Conocen a ese hombre que esta con Ginny?
Tanto Sirius como Remus vieron en dirección hacia donde veía Harry.
-Es Godric Coulson, un nuevo chico en el cuartel – le contesto Sirius.
-Oh, sí, lo he visto con Dora, creo que es su alumno – comentó Remus.
-¿Y qué carajos hace platicando con Ginny?
-No lo sé.
Vieron como los dos se reían y después Godric acariciaba con ternura el vientre de Ginny.
-Pero qué demonios…
-Harry, cálmate – lo detuvo Remus del brazo.
-Pero… ¿Quién se cree ese para tocar a Ginny?
-No puedes hacer un espectáculo aquí – le dijo Sirius muy serio viendo alrededor – mucho menos que tenga que ver con Ginny.
-Sirius tiene razón. En la casa le preguntas a Ginny que tiene que ver con Coulson – Remus soltó lentamente el brazo de Harry.
Harry se acomodó su traje de gala sin dejar de ver a Ginny y a ese hombre.
-¿Te traigo algo de tomar? – le preguntó Godric a Ginny.
-No, después voy a tener que ir mucho al baño – Ginny suspiro – como me gustaría bailar.
-¿Y porque no lo haces?
-Creo que no me vería muy bien bailando yo sola.
-Pues aquí estoy yo. No seré el mejor bailador, pero me defiendo.
-Olvídalo, con esta panza, a los dos minutos estaría agotada. Además – Ginny lo vio con la ceja levantada - ¿no se supone que Tonks te tiene en una misión?
-Sí, vigilar la fiesta, y eso hago.
-Claro que no, llevas como quince minutos platicando conmigo.
-Bueno te hago compañía. Además ¿a quién le molestaría que estuviera platicando contigo?
Ginny abrió los ojos asustada, lo había olvidado: Harry, si Harry la viera con…
-Buenas noches.
Escuchó Ginny a su espalda. Su corazón empezó a acelerarse de inmediato.
-Buenas noches – saludo Godric volteando y sorprendiéndose de quien era la persona quien había llegado a saludarlos.
-¿Interrumpo?
-Harry Potter – se levantó Godric emocionado – es un gusto conocerlo – le ofreció la mano – soy Godric Coulson, trabajo en el cuartel de aurores.
-Mucho gusto – le correspondió Harry el saludo de mano, pero con una mirada seria.
-¿Le puedo servir en algo?
-En realidad – Harry vio a Ginny que en ningún momento había levantado la mirada para verlo a la cara – estoy buscando a mi amiga Hermione Granger ¿la han visto de casualidad?
-No, yo en realidad acabo de llegar.
-Vaya, que suerte ha tenido señor Coulson, llegando a la fiesta y conociendo a una mujer muy hermosa – dijo Harry con una sonrisa falsa señalando a Ginny –aunque supongo que ya está ocupada – dijo viendo el vientre abultado de Ginny - ¿Dónde está su esposo?
-Oh… no ha podido venir – sonrió Ginny y empezó a tomar de un solo trago su agua mineral.
-Disculpen si interrumpí – dijo Harry fingiendo inocencia – se notaba que la estaban pasando de maravilla.
-Solo platicábamos, Ginny no quiere bailar, piensa que soy un mal bailador.
Ginny sonrió de lado y pidió otra agua mineral. Si no estuviera embarazada, seguro en esos momentos pediría whiskey de fuego.
-Realmente es un gusto conocerlo, señor Potter, creo que todos los que estudiamos para aurores, lo vemos a usted como un ejemplo.
-Gracias – dijo Harry viendo a Ginny como se devoraba su agua mineral.
-Yo sé que usted es un hombre muy ocupado, pero realmente me encantaría conocerlo un poco más para…
-¿Ustedes se conocen? – lo interrumpió Harry.
-No – dijo rápidamente Ginny casi ahogándose con el agua.
-No, en realidad no – dijo Godric en complicidad con Ginny.
-Nos acaba de presentar Tonks.
-Cierto, yo trabajo con Tonks, es mi mentor en el cuartel.
-Ah vaya. Entonces se acaban de conocer – dijo Harry analizando a las dos personas que tenía delante de él.
Se hizo una tensión en el ambiente. Ginny estaba nerviosa porque la descubriera Harry de que conocía a Godric. Era obvio que le iba a preguntar cómo, dónde, porque y sobre todo ¿en qué diablos estabas pensando? Por otra parte, Harry y Godric trataban de encontrar una lógica de lo que estaba ocurriendo, cada uno con diferente propósito.
-Esta fiesta es de lo más lujosa – llegó Tonks despreocupada tomándose una copa de vino.
-Hola, Tonks – dijo Ginny haciéndole gestos con los ojos para que se diera cuenta de la situación, cosa que la auror captó al momento.
-Godric ¿podrías ir a dar un recorrido al campo de quidditch? Al parecer el whisky de fuego les ha caído de maravilla, tanto que hasta quieren volar y jugar un partidito.
-Claro.
Godric caminó unos pasos con el ceño fruncido. Se detuvo un momento escondido entre unas personas simulando levantar una servilleta, pero estuvo lo suficientemente cerca para poder escuchar:
-¿De dónde lo conoces?
-Harry…
Harry levantó la mano para que Tonks no dijera nada, él tenía la vista fija en Ginny.
-Contesta.
-No lo conozco.
-Harry, te llama Kingsley – dijo Tonks nerviosa.
Harry volteó hacia donde le señalaba Tonks, en efecto, Kingsley y Dumbledore tenían la vista fija en él, y a un lado, Sirius y Remus. Era obvio que los cuatro habían presenciado la escena y temían que llegara a mayores cosas.
-Hablamos en la casa – le dijo Harry a Ginny caminando hacia los cuatro adultos y dejando solas a Ginny y a Tonks, sin percatarse de que Godric estaba observando y sobre todo, cuestionándose lo que acababa de ocurrir.