CELOS BY KARIN

Prefacio

Desde el porche apenas se podía ver la pequeña luz que había sido encendida a esa hora de la mañana. ¿Por qué no había llegado a casa? ¿Por qué se había quedado a dormir en su departamento? La ansiedad lo invadía y la rabia cada vez se apoderaba de él. Esta vez lo iba a escuchar, si bien ya no estaban juntos, él todavía seguía siendo parte de su vida y ella debía aceptarlo. Ya basta con las niñerías de esta mujer, mas le valía tener una buena explicación por su falta. […]

[…]Eran las seis de la mañana y no había dormido nada desde que vio a su sobrino llegar un poco ebrio por la fiesta que se había dado lugar ahí, justamente ahí, donde escuchaba la alegre risa de su amor.

Sus manos sostuvieron su cabeza. «No, no esto debía ser un nuevo comienzo», si bien las cosas habían terminado mal desde la última vez que se vieron hoy podía enmendarlas. Pero es que «ella lo ponía tan difícil» […]

La Felicidad estaba solo a un paso. Pero el temor no se iba, siempre estaba ahí con una desazón indestructible ¿Porque no podía estar seguro de esos sentimientos? ¿Porque era tan exquisitamente excitante tenerla junto a él y tan irritantemente decepcionante no poseerla?

Golpeo la puerta se acomodo la camisa blanca que llevaba puesta ya más de un día. La puerta se abrió y el frio remolino helado bajo desde su cabeza hasta sus pies, subiendo inminentemente hasta llegar a grados calurosos incalculables, ¿qué demonios hacia aquí? luciendo tan ridículo un mandil de ositos y abriendo con esa sonrisa sardónica la puerta de su novia «Sí su novia» porque nunca dejaría de serlo, ella seria de él por siempre.

— ¡Maldito seas Neal!


Capitulo 1: "Confusiones"

Nueva York, marzo 1919

— ¡Oye…! ten cuidado con el cargamento, el patrón nos matará si pasa algo, no se vos pero a mi me gusta vivir.

— ¿Y que crees que a mi no?

— Mmm, con vos nunca se sabe.

— Cha…Bien sabes, si caes vos, caigo yo, así que ándate mosca y deja de decir huevadas4.

Uña y mugre eran inseparables, trabajaban como podían para sobrevivir en las inhóspitas calles del submundo de Nueva York. Un día la suerte los encontró, un hombre con modales elegantes, pero vestido extrañamente buscaba "apoyo logístico" para realizar transacciones en esa ciudad. El hombre les había ofrecido el diez por ciento a cada uno, por cada cargamento intacto recuperado del puerto. Al principio les pareció un trabajo sumamente fácil, ellos desconocían lo que cada carga contenía.

Habían estado trabajando ya dos meses con "El Vagabundo" como llamaban a su patrón, cuando descubrieron que eran traficantes de droga. Su deseo fue salirse del maravilloso trabajo que les había cambiado la vida, pero era imposible, el vagabundo los tenia amenazados y estaban hasta la punta de sus pies metidos en el negocio, ya no se encargaban solo de traer a salvo la carga, también lo expendían en el limitado y exclusivo circulo de consumidores en Nueva York.

— ¿Hasta qué hora los espero? Todavía no se si cometí un error al haberlos contratado, pero que podía esperar de un par de idiotas como ustedes.

— Uff… que susto Patrón, no lo vi… pero, ¿qué se ha puesto?

— Que te importa, ya está la carga completa en tierra.

— Si patrón, todo está diez.

— Mas les vale, tengan. – El hombre les extendió un papel. – el día de mañana irán a estos lugares con la mercancía, no se olviden dando y dando. Nada de préstamos, los quiero ver, con el dinero contante y sonante.

— Tranqui6 patrón nosotros le hacemos la vuelta. Y ahora, ¿vamos donde los actorcitos?

— No, yo voy para allá, tengo dos posibles clientes y debo primero estar seguro de que no haya problemas.

Los dos hombres asintieron a la orden de su patrón, se dieron media vuelta y se alejaron con la carreta cargada de mercancía para esconderla donde siempre lo hacían.

— Oye ¿le viste el pelo7?

— Si raro ¿no? Nunca me lo imagine con el pelo rubio además no le reconocí con la chompa esa, se le veía chistoso.

— Si jajaja ahí si parecía un vagabundo.

— Shh… cállate vaya a oírnos y ahí si… toma chango tu platanito…

El vagabundo iba caminando por las iluminadas calles de Nueva York en dirección al gran teatro de Broadway. Estaba ya entrada la tarde y los actores de la afamada compañía de Stratford estarían por salir.

— Lois amigo que gusto verte, espero me tengas el dinero que me debes.

— Si, por supuesto que lo tengo. ¡te ves bien!

— Yo siempre, ten – vagabundo extendió el pequeño paquete envuelto en papel. – ¿hablaste con tu compañero? Con ese que estaba interesado en el "energizante".

— Jajaja energizante, buena palabra jajaja y sí ten, me envió el dinero. yo me hare cargo de hacerle llegar el "energizante".

— Allá tu, yo cumplí con el encargo, no me responsabilizo de nada.

— Si ya sé, tú no existes.

— Exacto.

Vagabundo entrego la mercancía a Lois, un nuevo actor de la compañía, seguro de que había estado realizando una transacción privada y satisfactoria. Pero lastimosamente estaba siendo observado por otro actor, uno ya reconocido en el séptimo arte y a quien ese tipo de comportamiento le era imperdonable, ese consumismo no solo malograba y dañaba el buen nombre de lo que tanto adoraba, sino que ponía en tela de duda le reputación de cada miembro de la compañía, « ¡Que alguien se apiade de él!» si la noticia se esparcía y llegaba hasta Europa y más ahora que lo inevitable estaba por llegar. Por esta razón, había estado tratando de averiguar por todos los medios quien era la manzana podrida del lugar. Se acerco más a la puerta, quería reconocer al individuo que estaba proporcionando esa porquería a los jóvenes e inexpertos actores de la agrupación, pero solo logró ver a un hombre alto con cabello rubio largo hasta los hombros, con apariencia corpulenta, estaba de espaldas y solo alcanzaba a oír débilmente su voz, era conocida para él, pero no lo identificaba claramente.

— Gracias Al… la otra semana nos vemos aquí, a la misma hora.

« ! Al! … ¿así se llamaba el narcotraficante?»Terry se apego mas al marco de la puerta, debía saber quién era.

— Has silencio ya te dije que no quiero que digas mi nombre, alguien puede oírnos.

— Tranquilízate, no hay nadie aquí, y si hubiera, Al es un nombre común.

— Puede ser común, pero no quiero que lo repitas. ¿Está claro?

— Si, tranquilízate, no lo olvidare.

— Listo la otra semana uno de mis hombres vendrá para proporcionarte lo que necesites. Viajare a Chicago debo arreglar algunas cosas allá.

— Ya sé… ¿una mujer?

— ¡Bingo! la he tenido descuidada… ¡mi dulce Candy! ya es hora de que vuelva.

— Jajaja ¡Ah las mujeres! esa si es una adicción mayor. Perfecto, visita la próxima vez que vengas. Hasta luego.

«De Chicago, Candy… Al… ¡Imposible! Albert. »


Florida, marzo 1919

Septiembre 12, 1918

Candice White Andrew la Heredera del antiguo Clan escoses convive clandestinamente con un narcotraficante apodado el Vagabundo.

Sobre la elegante mesa de cedro lacado repiqueteaban constantemente unos dedos añosos pero con una manicura impecable. En el simple tronar de dedos se denotaba preocupación, decepción e impotencia. ¿Cómo fue que llego a tales magnitudes la situación? Años de mantener el buen nombre de la familia, el prestigio de generaciones enteras, ahora todo ese esfuerzo estaba tirado por los suelos. Estados Unidos en toda su extensión estaba enterado del incidente y ya no había nada más que hacer que bajar la cabeza y resignarse. No había manera de acallar el rumor, a menos que William le permitiera tomar cartas en el asunto. Pero no solo eran los rumores, que por descontado solo eran eso… rumores, chismes mal intencionados, conocía a Candice lo suficiente como para saber que ella no cometería semejante locura, y menos haría algo que perjudicara al Tío Abuelo William, había algo que no cuadraba del todo en este asunto, Candice era un muchacha impulsiva, ¡Sí! pero era una dama.

Elroy Andrew se paseaba de un lado a otro con nerviosismo por el gran salón de la mansión Leegan. Después de enterarse que Candy había cuidado desinteresadamente al patriarca del clan, le había tomado un gran cariño, arrepintiéndose por completo de todos los maltratos infringidos a la muchacha, le estaba agradecida, por fin se le había caído la venda de los ojos a la cual había estado sometida durante años.

Arrepentida y avergonzada había decidido viajar a Escocia para descansar y pensar con frialdad, había llegado a la conclusión de que la única engañada todos estos años había sido ella, había estado cegada por las mentiras y chismorreos de sus nietos. Ahora tenía una visión más amplia de lo sucedido y sobretodo había llegado a apreciar sinceramente a Candy. Volvió a los Estados Unidos para hacer las paces con la protegida de William y con ¿qué se encuentra? con el prestigio de la familia tirado a la basura.

La decisión estaba tomada regresaría a Chicago inmediatamente y vería con sus propios ojos en que se había convertido la pequeña enfermera que con tanta abnegación había cuidado a su sobrino, deseaba saber de primera mano la verdad. Sabía que ella actuaba de buena fe en todo lo que hacía y no se le quitaba de la cabeza que todo esto solo eran rumores sin fundamento. Llego hasta la mesa estilo Luis XV ubicada cerca al ventanal que proporcionaba una maravillosa vista al mar, fijo la vista en la colección de ejemplares de los periódicos más leídos del país y volvió a leer la nota de ya hace tanto tiempo había estado agobiandola.

— Sara voy a volver a Chicago, dile a la mucama que recoja mis pertenencias, parto ahora mismo.

— Elroy ¿está segura?, no debería preguntarle al Tío abuelo.

— Yo no tengo que pedir permiso a nadie. Además es mi obligación estar allá.

— Esta bien, se hará como usted diga. Por cierto me olvidaba, llegaron estas cartas desde Francia y hay una para Candice.

— ¿Para Candice?

— Si es de un Doctor el Coronel Michael Lampert.

— No sabía que Candice conociera a los Lampert.

— Ni yo, pero de seguro lo conoce muy bien.

— ¿Que quieres decir?

— Que a ella se le da muy bien la relación con los hombres.

— Sara te recuerdo que estas hablando de la heredera de William.

— Si tía disculpe.

Sara Leegan no llegaba a comprender por que Elroy Andrew defendía con tanta vehemencia a la recogida de Candice. Sí, si era cierto que cuido a su primo en su enfermedad pero eso no la libraba de ser lo que era, una trepadora y recogida. Sara Leegan estaba completamente segura que el decaimiento de su hijo se debía a ella e intento por todos los medios poner en su contra a la Tía abuela pero no lo había logrado, a ella también la había embrujado. Ajena a los escrutinios de su sobrina Elroy miraba detenidamente la misiva que tenia en sus manos, «Sería posible…»

— Tía si desea alguna cosa más, solo tiene que pedírmelo, me retiro a mi habitación todo este problema me ha causado una jaqueca.

— Ve y descansa lo que necesite te lo hare saber.

— Con su permiso.

— Propio.

Esta vez la anciana tenia un as bajo la manga, si sus presentimientos eran correctos el Coronel Lampert seria la solución ¡No podía haber llegado en el mejor momento! Esa era la salida a todo ese embrollo. Reviso toda la correspondencia y que extraño también tenia una carta del Doctor Lampert pero estaba dirigida a ella.

La abrió y mientras leía la misiva, los ojos se le iban iluminando con cada línea absorbida. Su plan iba tomando cada vez mas forma «Si esta es la solución correcta» pensó. Con esto lograría acallar a varios rumores y limpiar el buen nombre de la familia. Solo tenía un problema «William» ¿cómo lo tomaría? si sus sospechas eran ciertas, no permitiría que nadie se acerque a Candice, debía averiguar como estaba la relación entre ellos dos, debía saber que sucedía dentro de cada uno de ellos y una vez que verifique o borre cualquier duda terminaría con cualquier limite auto impuesto entre los dos.

Si eso debía hacer. Y lo haría.


Nueva York, marzo 1919

Terry por más que le daba vueltas a la información recibida, no terminaba de creer que Albert era un narcotraficante ¿Cómo es que su mejor amigo se vio envuelto en esa basura? Ahora la nota que había leído en el periódico y de la cual no creía una sola palabra tenia sentido, él seguía viviendo con Candy y para variar se mantenía de lo que conseguía con la venta de esa porquería.

— Terry, Terry.

— Si.

— ¿Donde estas? seguro que aquí no, Robert te esta buscando necesita hablar contigo sobre la obra.

— Eh, si disculpa en este momento voy.

— Terry ¿estas bien?

— Si ¿porque lo dices?

— Te veo un poco distraído, incluso cuando estábamos practicando la escena te sentí distante ¿seguro estas bien?

— Si, estoy bien como tengo que decírtelo para que dejes de molestar.

— Uy… disculpe su majestad, veo que eso del reinado lo tiene por el cielo.

— Mira Karen metete en tus asuntos quieres.

— No, no quiero, soy tu amiga y quiero ayudarte.

— Y claro tener un cargo en la corte…

— Desde luego, como iba a desaprovechar la amistad con un miembro de la realeza y no tener mi parte…

Karen en los últimos dos años había estado trabajando con Terry en casi todas las obras presentadas en la compañía, tenían una muy buena química en el escenario, además de una gran amistad. Karen sabia de primera mano que su amigo no era feliz, lo veía sufrir cada vez que interpretaba Romeo y Julieta o cualquier obra de Shakespeare y cada vez que podía lo distraía y lo sacaba de su encierro. Todo había funcionado maravillosamente hasta que Susana empezó a presionarlo para que contraigan matrimonio lo mas pronto posible, alegando que pronto llegaría el día de su muerte y que quería cumplir su último deseo « ¡Menuda arpía!». Por supuesto, Terry sabia como salir de la situación, pero realmente su amigo estaba regado por la sal y ahora todo se había revuelto con la muerte del Duque de Grandchester, como heredero debía asumir sus responsabilidades con el ducado y eso implicaba contraer matrimonio para tomar posesión de lo que por derecho le pertenecía. Susana al saber de la condición estaba más que insoportable.

— Terry ya veraz que encontraremos una solución a eso del ducado.

— Karen ya te dije que eso es lo que menos me importa.

— No te creo.

— Peor para ti.

— Terry porque eres así conmigo, dime que te pasa, sino es por el ducado, entonces ¿por qué?

— Hoy supe quien es el traficante que ha estado trayendo esa porquería al teatro.

— De verdad y ¿como los descubriste? ¿que hiciste? ¿Lo denunciaste, lo atrapaste? ¿que?

— Nada.

— ¿Nada? – Karen miro a su amigo con incredulidad que le pasaba.

— Si.

— ¿Por que?

— Porque es un amigo y primero quiero descubrir como se metió en esto, y quiero saber si Candy también esta metida en este lio.

— ¿Qué? ¿cómo? ¿Candy? – ahora si que no comprendía nada, que tenia que ver la ojiverde aquí.

— Si.

— ¿Terry?

— ¿Qué?

— Dime… – Karen conocía muy bien a Terry como para saber que hacer cuando se comportaba de esa manera, lo miro con carita de por favor y haciendo un pucherito fijo su vista en el azul intenso de él.

— Ya te dije, ¿qué más quieres?

— Detalles…

— No me vas a dejar en paz ¿verdad?

— No.

— Esta bien el narcotraficante es Albert.

— ¿Quien? ¿él que vive con Candy?

— Si justamente él.

— Estas seguro.

— Si.

— Vaya. Entonces lo del periódico… Vaya. ¿Y que piensas hacer?

— Voy a viajar a Chicago para averiguar ¿Por qué? y ¿Cuándo? se metió en esto.

— ¿Estas seguro?

— ¿Lo dudas?

— Si.

— ¿Por que?

—Porque vas a viajar a la ciudad donde vive el amor de tu vida, vas a verificar si sigue viviendo con ese hombre, además de comprobar si es un narcotraficante. Vas a ir a ciegas, no te has puesto a pensar que es posible que vivan como pareja. Ya son años que viven juntos.

— Si lo he pensado.

— ¿Y?

— No importa.

— Masoquista.

— ¿Tú crees?

— Desde luego.

Terry miro a su amiga, desde luego que era un masoquista, pero no le importaba, por alguna razón quería ir ha Chicago, si bien quería saber la verdad, también quería verla a ella, comprobar si ya lo había olvidado o a su vez, buscar la oportunidad de tenerla en su vida nuevamente. Ya estaba cansado de la vida que había llevado hasta ahora. Ya había llegado el momento de abrir los ojos y aun más hacer algo por su vida y su felicidad.


Chicago, abril 1919

— Preciosa, realmente estuviste fantástica esta noche.

— Me agrada que me digas todas estas cosas.

— ¿De verdad?

— Si…

— ¿Por qué te agrada?

— Me gusta… es que… no sé… me gusta.

— ¿Amor debes tener una razón?

El hombre acariciaba lentamente el dorso de su mano con su pulgar… ¿Sería posible que esto sea un sueño? Hace unos instantes llegaron a una fiesta siendo solo amigos y ahora llegaban a su hogar como… ¡novios!, mirándola fijamente la atrajo a hacia él para enfocar su vista en sus facciones.

— Eh, no sigas…

La proximidad del rubio dejaba sin aliento a la muchacha, sus cuerpos estaban en contacto, ella sentía el calor de su carne firme, musculosa y aun más percibía el familiar aroma embriagante de su piel. Consciente de esa duda Albert entro en el juego.

— Qué… ¿te pongo nerviosa?

— Ay Albert ¿Otra vez con eso? Ya te dije que no.

— Es decir; que si te pongo nerviosa ¿verdad? es más, otra vez estas así. – Albert se sabía vencedor y la acorralo contra la baranda de las escaleras.

— Así ¿cómo?

— Nerviosa.

— Ay Albert… eres… eres increíble.

La muchacha logro zafarse de su abrazo y subió rápidamente los escalones para entrar a su cuarto pero no alcanzo a llegar. Él la tomo de la cintura y luego la aprisionó contra la puerta de madera lacada de su habitación para impedirle el paso.

— Albert nos van a ver – decía Candy muy nerviosa casi en un susurro « ¿Cómo podía este hombre ponerla tan nerviosa?» su abrazo la estaba quemando menos mal estaban completamente a oscuras.

— Quien nos va a ver son más de las 12 de la noche, todos están durmiendo – Albert tampoco estaba muy seguro de esto, pero no pudo evitar decirlo muy cerca de su oído.

— Cierto… pero estamos en la puerta de tu habitación y no es bien visto.

— Mmm entonces… – él titubeo pero con la voz ronca por todas las sensaciones que estaba experimentando y dijo inevitablemente. – ¿vamos a tu habitación?

— ¡Albert! – ella intentó regañarlo pero sintió su aliento muy pero muy cerca de la comisura de sus labios.

— Dime.

¡Por el amor Dios! este tira y afloja lo estaba volviendo loco, no veía la hora de comérsela a besos y hacerla suya, la urgencia hacia presa de su cuerpo y cierta parte de su anatomía lo estaba manifestando, tanto tiempo había estado esperando por ella, por su amor y ahora que la tenía a su lado, solo para él, no sabía cómo empezar. Sensualmente y conteniéndose a más no poder se pego más a su cuerpo, oleadas de calor intenso pasaron a través de la tela de su camisa al sentir la suavidad de sus pechos.

— ¿Qué haces? - dijo Candy con un hilo de voz.

— ¿No es lógico? – contesto Albert rosando levemente sus labios.

— Eeeh….

— Estoy intentando darle un beso a mi novia.

— ¿Ah sí?

—Si

— ¡Albert…!

— dime

— …

Sin aviso Candy sintió los cálidos labios de Albert sobre los suyos; a pesar de ser el segundo beso que se daban, Candy sentía que todas sus extremidades recibían descargas eléctricas con cada movimiento preciso, suave y penetrante de los labios de Albert, « ¡Dios! » él sabía cómo besar ¿donde lo aprendería? Eso la molestó un instante y sus labios se paralizaron por medio segundo. Decidió no darle importancia y agradeció su experiencia, ahora ya no tenía caso, él su gran amor era suyo. Albert la mantenía aferrada con su brazo por si trataba de huir «no la dejaría». No, no en estos momentos que tocaba el cielo con la sedocidad de sus labios, el aroma de su cabello y la fragilidad de su cuerpo. Él creía que la tenía dominada, pero Candy sin control alguno le rodeo el cuello con los brazos aprisionándolo y pidiendo un beso más profundo, «Mmm… era inexperta pero ¡como le encantaban sus impulsos!» Albert con sus manos aferradas a la delicada cintura de la joven reaccionó inmediatamente a sus deseos, estaba a su merced.

— ¿William?

«Oh, oh»

Continuara…


EXPRESIONES PROPIAS DE LA CALLE

1 vos: tu.

2 Cha: Ay.

3 Ándate mosca: estarse atento.

4 huevadas: estupideces.

6 Tranqui: tranquilidad.


Buenas noches...

Si ya se... se preguntaran .. terminare el otro y este tambien .. jejejej si si esa es la idea...=)

Celos es... Es el tipico Fic... solo que espero que en los primeros tres capitulos.. logre ubicarlo como quiero.. de alli para el frente si mis calculos son precisos sera muy intenso... pero bueno .. jejeje creo que las confundi... ya lo veran... solo les dire... que nada de lo que escribo se parece a lo anterior asi que .. no se sorprendan si salgo con cosas raras jajaaja... espero les guste este primer comienzo... y veamos como la historia se instala y absorve a estos personajes... Chicas un Abrazo y la contestacion a un review privado... si si tengo mas trabajos y aca va uno de ellos, esta en proceso .. asi que si me demoro.. por fa... paciencia... pero siempre si actualizare.. GRacias Anonima tus mensajitos...Rony si lees esto.. si es cierto.. buena idea poner como publico los reviews... Gracias amiga.