Prólogo

Era un día hermoso a pesar de ser un día soleado, el aire era como una fresca brisa que golpeaba suavemente su rostro. La llegada de la primavera hacia que los árboles y el césped se tornaran verdes. Era un día perfecto para la boda que se estaba realizando.

La novia se veía hermosas y radiante, sonreía a fuera de la iglesia con un ramo de rosas blancas en sus manos, los invitados les aventaban arroz a los recién casados, solo se podían escuchar risas y algunas palabras de buenos deseos. La novia parecía tan feliz sosteniendo el brazo de su ahora esposo.

Todos se veían tan felices, todos… excepto una joven que veía aquella escena en la distancia.

No dejaba de morder su labio inferior en un intento de detener las lágrimas que amenazaban con salirse de sus ojos. Kagome sentía como su corazón se encontraba contraído, debido a que estaba viendo enfrente de ella al hombre que amaba casándose con otra.

Apenas habían pasado un par de meses en las que se había sentido la mujer más afortunada. Habían pasado el más maravilloso verano. El hombre que amaba desde que era una niña, le había dicho que la amaba. Ella había creído que el tiempo que habían pasado juntos lo habían hecho cambiar, y había podido al fin romper con la frialdad de Seshoumaru, y ella como una tonta había caído en su cama.

Le había hecho promesas falsas, como decirle que una vez que ella terminara con su carrera, se casarían. Pero solo dos semanas después el le había dicho que que regresaría después de su viaje de negocios. Ella había confiado en el como una tonta.

Y era ahora era que se enteraba que aquello solo había sido una mentira, que no había viaje… que solamente era una forma de deshacerse de ella.

Lo había oído de los labios de su mejor amigo y hermano de Sesshoumaru, cuando este le advirtió de la verdad "Él no te ama Kagome" "solamente se burlo de ti" "el se va a casar con Kagura" no quiso escucharlo, no podía creerle… definitivamente no lo creía, eso solamente debía de ser una mala broma. Él la amaba… se lo había dicho.

Pero ahora lo estaba viendo con sus propios ojos, casándose con otra mujer. Sentia morirse en ese momento, pero sabía que dentro de poco alguien necesitaría de ella.

Ahora… no podía creer que la había traicionado de esa manera.

-Que buen día para una boda ¿no lo crees?- escucho una voz junta a ella.

Miro a la anciana mujer que se acercó, tenía un rostro cálido a pesar de que se encontraba lleno de arrugas por la edad.

─Cuando yo me case, una fuerte lluvia hizo que terminara empapada y mi vestido blanco termino lleno de lodo─ continuo diciendo con una sonrisa mirándola.

Kagome se sintió obligada a sonreír.

─Ohhh…pero que hermosa pareja hacen esos novios─ dijo la mujer con una voz amable.

Sin saber que ese comentario hacia mucho más pesado la tristeza que estaba pasando. Llevo su vista a los recién casados deseando no haberlos hecho, en ese momento los novios se estaban dando un tierno beso.

Era verdad, hacían una linda pareja. Tal vez más linda que la que hacían ellos dos.

-Seguramente cuando te cases vas a ser una novia muy hermosa- dijo alegremente la anciana, a lo que ella pareció entristecer.

Desde que era una niña había soñado en una hermosa boda, pero el chico con el que había soñado llegar al altar, se encontraba felizmente casado frente de ella.

-No creo casarme nunca- pronuncio suavemente con pesar.

-No digas eso, algún día vas a desear casarte y tener hijos, solo es cuestión de tiempo ya verás-

Llevo instintivamente una mano a su vientre, sabia que todavía se encontraba plano pero estaba consiente que eso cambiaria en solo un par de meses. Su hijo era la razón por la que no podía darse por vencida, si bien su hijo no nacería con padre la tendría a ella y con eso le bastaba.

-Oh mira, la novia va aventar el ramo-escucho la voz emocionada de la mujer.

Ella volteo a ver por última vez aquel escenario, esta tal vez también seria la última vez que lo viera a él, Sesshoumaru nunca se enteraría que llevaba en sus entrañas a su futuro hijo. Él se había ido, la había abandonado sin saber que al abandonarla también abandonaba a su propio hijo, así que se había dicho que saldría ella sola con su bebe adelante.

Se dio la vuelta para alejarse ya había visto suficiente, pero el problema es que lo había visto demasiado tarde.