Disclaimer: Toy Story no me pertenece, este fanfic esta hecho sin fines de lucro.


_Juego de niños_

- Davis, necesito que vayas al pabellón contiguo y hagas las tareas de Johnson.-Daniel, un hombre alto y escuálido, que aparentemente desconocía el significado de la sutileza y el tacto, le extendió un balde y un trapeador.

Considerando la manera en que lo mantenían ignorante respecto a todo aquello que no se interpusiera en su camino a ser el bedel de turno, Andy ciertamente no esperaba que después de catorce días alguien decidiese que era tiempo que extendiera sus horizontes en el arte de los quehaceres domésticos tan rápidamente.

-Mi turno termina en media hora y Sam me pidió que pusiera en orden los papeles y los expedientes de los pacientes que han sido internados el último mes, además otras enfermeras me pidieron que reemplazara la bombilla de la bodega.- Le explicó Andy con un dejo de irritación. A estas alturas no era más que otro conserje del hospital, solo que amablemente aun le permitían conservar un poco de dignidad al otorgarle el título como "Auxiliar".

Daniel Griff era un interno que rondaba los cincuenta años, Andy había calculado, y en el tiempo que llevaba en el hospital no recordaba una sola ocasión en que no lo haya visto sin el entrecejo fruncido. Entre sus arrugas y su interminable mal humor sus ojos daban la impresión de ser rendijas que siempre parecían bañar en desprecio a cualquiera sobre quien se posaran, dándole un aire egocéntrico y patéticamente autoritario. Había dejado en claro en reiteradas ocasiones lo mucho que envidiaba y detestaba a la juventud. En una ocasión sorprendió a Andy escuchando su reproductor de música cuando cambiaba las sabanas de una de las camas y no solo se lo arrebató sin ningún reparo, sino que le dio un sermón que ocupó dos cuartos de su turno, por ser lo suficientemente descuidado de distraerse en horas de trabajo y de las porquerías metálicas que los adolescentes se llevaban tan tranquilamente a un orificio tan delicado como lo era su oído. O en aquella ocasión en que Andy había pedido permiso para ausentarse un día y terminar un proyecto escolar en equipo y Daniel lo había reprendido al día siguiente dándole más trabajo inútil sin escuchar excusas. Justo como ahora.

-Si lo haces sin quejarte y no pierdes el tiempo por ahí seguro terminarás rápidamente. Johnson se escaqueó del trabajo reportándose enferma y no podrá asistir hoy, probablemente tampoco mañana, no dudaría que esa supuesta enfermedad se tratase de nada más que una soberana resaca. Pero en todo caso los demás auxiliares están ocupados en sus propios deberes, y ya que tú tienes el tiempo de andar charlando con "Sam" entonces seguramente lo tienes también para contribuir con las necesidades del hospital.

Andy suspiró y se masajeó las sienes, exasperado. Audrey Johnson era otra estudiante de medicina, una joven excesivamente delgada y pálida con aires fantasmagóricos y que siempre parecía estar enferma. Justo hacía dos días Andy se encontraba en la bodega, un cuarto oscuro y privado de ventanas al fondo del corredor, cuando el foco comenzó a titilar hasta apagarse por completo; había comenzado a buscar a tientas la salida cuando una linterna se encendió e iluminó el famélico rostro ojeroso de Audrey a centímetros del suyo. "Hmm, habrá que cambiar este foco y el de la Sra. Morgan" Le había hablado con voz monótona, sin percatarse que Andy aun se preguntaba si su alma había abandonado su cuerpo.

Con la condición de la chica no era ninguna sorpresa que se enfermase a menudo, ni siquiera era constante en la universidad por atraer enfermedades virales como si se tratasen de insectos precipitándose a la luz.

- ¿De verdad no hay alguien más que pueda hacerlo?

- Oh, ¿es que tienes algo importante que hacer después de tus prácticas? ¿Una junta o una reunión con empresarios tal vez?- cuestionó sardónicamente.

-No realmente, pero planeaba estudiar un poco, ya sabe, para cuando esté trabajando en un verdadero hospital. Y como fuera de la universidad nadie me está enseñando nada de provecho puede ver que tengo mucho que aprender por mi cuenta.

Daniel bufó molesto y lo instó a sostener el trapeador casi estampándoselo en el rostro.

- Si quieres que el reporte de tu contribución al hospital sea decente entonces mejor que muestres mas empeñó en tus trabajos muchacho. Johnson muestra el mismo ánimo y velocidad que un cadáver ambulante pero al menos no se queja ni falta al respeto a sus mayores, deberías aprender algo de eso.

Sin más Daniel Griff le dio la espalda y retomó su extravagante marcha a paso firme y puños cerrados rumbo a la cafetería. Maldiciendo entre dientes Andy se dirigió al pabellón al otro lado de la institución. A su madre todo el asunto le indignaría tanto como le causaría gracia, su hijo nunca había sido un amante de la limpieza después de todo. Su cuarto siempre había sido un desastre, con comida chatarra en las esquinas que parecían estar a punto de cobrar vida, ropa sucia sobre ropa limpia, pilas de bocetos hechos bolas cubriendo el piso…resultaba irónico que ahora se encontrase trapeando interminables pasillos por orden de otros.

Una vez llegó al edificio no hubo ni cambios ni sorpresas. Pasillos blancos, silencio, puertas…

…y risitas. Escalofriantes risitas agudas. En una habitación a varios metros de él, unos ojos abiertos como platos lo miraban por una rendija transparente en la puerta a la altura de los ojos. Las risitas provenían de ese lugar. "…De acuerdo, quizá si es un poco diferente" pensó mientras tomaba valor remojando el trapeador en el balde de agua, la mujer perdería interés a la larga.

Diez minutos después Andy aun podía sentir las miradas intensas de la mujer que soltaba esporádicas risotadas a su gusto y de lo que parecía ser un hombre viejo a dos puertas de la mujer. Él no se reía, pero murmuraba cosas con temor y enojo, en una ocasión Andy creyó escucharlo decir "Oooh, es nuevo" y luego continuar hablando como si no estuviese sólo en su habitación. Estaba comenzando a ponerse tan nervioso que el mango del trapeador se le resbalaba por el sudor de sus manos.

"Al demonio el informe, no hay manera en que vuelva a poner un pie en este sitio" Pensó un Andy que tallaba incansablemente la misma mancha en el suelo en un intento por prolongar su llegada a la puerta del hombre que murmuraba. Hubo un momento en particular en el que ambos, la mujer y el viejo guardaron silencio al mismo tiempo y simplemente lo miraron de una manera que Andy no supo explicar. Quizá era malicia, lastima, diversión…quizá estaban planeando algo…

- Andrew…-Una mano se posó en su hombro y Andy soltó un grito mientras trastabilló lejos del agarre cayendo miserablemente sobre su trasero.- Woah, ¿estás bien?

Dos enfermeros lo veían con extrañeza y la mujer y el viejo comenzaron a carcajearse abiertamente.

-¡C-casi me matan del susto! –balbuceó sonrojado y se levantó del suelo sintiendo que su orgullo discrepaba y se quedaba descansando en él.

-Es nuevo -Le explicó la primera enfermera a su compañero que intentaba contener una sonrisa- Andrew, Daniel me dijo que estarías reemplazando a Audrey por un par de días y quería pedirte de favor que cambies el foco en la habitación de la Sra. Morgan, ha estado titilando seguido. Lo haría yo pero ahora mismo debo hacerme cargo de otro paciente y va a tomarme un rato. ¿Aun te quedan diez minutos no es así?

-Sí, pero gracias al Sr. Griff no terminé un par de favores que Sam me había encargado y...

- Por favor Andy, no te tomará mucho rato, sólo es cambiar un foco –dijo su compañero restándole total importancia al asunto con un gesto de la mano.

-Bien, pero así sean cinco o quince minutos los que pase de mi turno espero que los descuenten de las horas que aun me faltan a completar.

-Claro.- sonrió falsamente la enfermera.

Los vio abrir una puerta que se encontraba frente al viejo que murmuraba. Primero entró el hombre y la enfermera lo siguió segundos después, dejando la puerta entreabierta. Andy intentó retomar su antigua labor pero no pudo evitar sentir curiosidad por saber qué clase de paciente se encontraba allí, sobre todo cuando escuchó un breve intercambio de palabras entre el interno y el paciente de la habitación. La diferencia en los timbres de voz le pareció completamente…distinta. Segundos después escuchó un sonido metálico tintinear. Cediendo a la incertidumbre, Andy se asomó momentáneamente.

Le sorprendió descubrir dos cosas: La habitación, siendo que no había nada en ella, estaba completamente acolchada. Y que el paciente en cuestión resultaba… inusual a los que había visto.

La figura que reposaba al fondo de la habitación se trataba de un hombre, que se hallaba cabizbajo e inmóvil. Andy creería que estaba dormido de no ser por que escuchaba responderlo a las indicaciones que le daba el enfermero. No podía verle el rostro gracias a la posición en la que se encontraba, pero por el timbre de voz que alcanzaba a escuchar parecía tratarse de alguien joven. En ese momento se percató que el sonido tintineante era el producido por la enfermera que se encontraba desabrochando un chaleco de fuerza que Andy había fallado en notar.

La enfermera se levantó y Andy se alejó de la puerta. Segundos después las tres personas salieron de la habitación y los enfermeros escoltaban al paciente que, ya en el pasillo, comenzó a estirar placenteramente los brazos por encima de su cabeza. Discretamente, Andy lo observó no sin cierto nerviosismo. Grande fue su sorpresa al descubrir que había estado en lo cierto.

El paciente se trataba de tan solo un muchacho. No podía tener más de veintidós años. Era no solo el paciente más joven que había visto en todo el hospital, sino también al único que había visto utilizar un chaleco de fuerza. Sintió temor, pero también, Andy descubrió que sentía una extraña fascinación. Pacientes más grandes y más viejos no requerían el chaleco, ni eran mantenidos en una habitación como aquella. Sin duda, aquel chico debía ser potencialmente peligroso.

Como si leyese sus pensamientos, el muchacho se encontró con su mirada y Andy inmediatamente la desvió fingiendo estar limpiando los pisos. Los tres desaparecieron a la vuelta del pasillo y Andy inmediatamente soltó un suspiro de tranquilidad. Permaneció mirando la habitación que había sido desocupada. ¿Que podría haber hecho aquel joven para que lo trataran así?

Cuando recordó que probablemente ya habían terminado sus horas al día rápidamente hizo memoria de los deberes que le faltaban.

-Debo cambiar el foco de la Sra.… ¿Morgan, había dicho? –Andy no había escuchado de ella, pero quizá se encontraba en el primer edificio.

La mujer de las risas lo veía nuevamente y atrajo su atención con un interminable "Psst". Entonces acercó un dedo a su ojo y lo señaló repetidas veces para después estrellarlo contra la pequeña rendija.. Andy simplemente levantó una ceja en confusión. Ignorándola, se agachó a levantar el balde de agua y cuando levantó la mirada vio un letrero pequeño centímetros más debajo de la rendija.

-No puede ser…

La mujer comenzó a carcajearse mientras Andy palidecía una vez más. El letrero rezaba:

" 214

Elizabeth Ann Morgan"


N/F: A veces uno simplemente se nace sin suerte Andy D:

ó