EL COLOR DE LOS MILAGROS

Shoujo Kakumei Utena, su historia y sus personajes no son de mi propiedad.


Capítulo 6: Si la vida te da limones,…

Los días pasaron con tranquilidad. No hubo más sorpresas ni desagradables noticias. Toda la ira contenida ya había sido liberada, lo que le permitía seguir adelante sin muchos altercados. Los asuntos con su familia no habían terminado aún, pero pese a ello no dejo que la desanimara…al menos más de lo que ya estaba.

Avance de tres pasos…

Tocado…

Para su sorpresa, la compañía de Kozue había resultado de gran ayuda, ya que la distraía tanto con sus "trivialidades" que ya no tenía oportunidad de pensar en lo injusta que estaba siendo la viada con ella. Quien pensaría que hablar de temas tan vánales podía calmar hasta las mente más turbulentas.

Contraataca…

Retrocede…

y lo esquiva…

Desayunaban juntas, compraban juntas, almorzaban juntas, paseaban junta y dormían…juntas. Desayunaba juntas…otra vez.

Eso pasaba por los siguientes dias hasta que la "niña salvaje" decidiera ponerle un alto. Talvez por aburrimiento a la rutina o por temor de llegar mas lejos con la esgrimista, Kozue había optado por actuar de esa manera y, ahora, que ya había satisfecho sus necesidades mas básicas con la mujer de cabellos naranjas, era hora de regresar a la vida cotidiana.

Probablemente no quería que se la considerara "oficialmente" como su pareja. No le gustaba las etiquetas

Avanzo tres pasos más…

El sable toca su pecho…

Tocado…

Uno de los contrincantes se quitó la mascareta.

-Estas algo distraída… -dijo la mujer de cabellos negros. –Ya son tres veces que voy tocándote. ¿Qué sucede?

-Nada. –Contestó Juri. -Creo que has mejorado, eso es todo.

-Vamos. Ese tipo de halagos no me gusta, Juri. –Contestó Shizuka con un puchero. –Te conozco bien amiga, hoy no eres tú.

Juri sonrió mientras se quitaba los guantes y tomaba un respiro. Shizuka era muy observadora. Esa era una virtud muy extraña, ya que se encontraba distraída. Recordó cuando la conoció por primera vez. Ella se encontraba rellenando un pupiletras y cuando la mujer de cabellos naranja se presentó, Shizuka no contestó. En su lugar se limitó a decir "palabra de tres letras".

Al principio la considero grosera y un tanto engreída, pero tan pronto se dio cuanta, ella le correspondió el saludo de una manera tan afectuosa que no podía creer que era la misma persona.

Pese a ser tan distraída, cuando practicaba la esgrima, era una mujer distinta. Sus movimientos eran rápidos y precisos. Tenía una agilidad sorprendente y una fortaleza que hacía que la propia Juri tuviera envidia. Todo eso sin mencionar la persistencia que poseía. No se daba por vencido tan fácilmente.

Juri estaba satisfecha de haberla conocido.

-Si fuera un combate real, ya estaría muerta. –dijo Shizuka con una sonrisa confiada y recordando las tocadas que había hecho en el pecho de Juri.

-Entonces debo agradecer que no sea esto real. -la mujer de cabellos naranjas contestó mientras abría la botella de agua y bebía de ella. Se sentó en una silla mientras miraba a otros deportistas practicar.

-Bueno…-Shizuka se sentó y secó su rostro con una toalla. - ¿Por qué tan preocupada?

Juri sonrió melancólicamente. –No lo estoy. Es solo que estoy algo aburrida. No estaba de humor para contarle

-¿Aburrida dices? –observó la mujer de cabellos negros. –¿De la rutina?

Juri sonrió. La estaba analizando.

-¿Problemas en casa?

-Algo asi…-confesó.

-Espera…-dijo anticipándose. Sentía que ya conocía bien el tema que iba a tocar su compañera de prácticas. –Es sobre ese…trabajo familiar que tienes? –diciendo esto último en tono dramático.

-Sí. –la esgrimista no pudo evitar sonreir.

Shizuka suspiro. -¿Sabes? Creo que ya deberías acostumbrarte a ese tema…

Shizuka tenía razón. Ya debía haberse acostumbrado a ese trabajo a hace tiempo. Pero aun asi permanecia reticente al cambio. Simplemente no se acostumbraba.

-Odio ese trabajo de oficina. –Masculló penosamente – No es para mí. No me gusta estar encerrada.

-Tendrás que encontrarle el gusto. –Dijo la mujer de cabellos negros. Parecía una respuesta tonta, pero algo cierto. No podía seguir huyendo. Era acostumbrarse a ello antes de que llegase una necesidad más grande que la llevase a asumir todo por obligación.

Pero…

-Dime, Shizuka…-comenzó Juri. -¿Te permitieron hacer siempre lo que quisiste?

-¿Hacer? –preguntó confusa. - ¿A qué te refieres?

-Me refiero a que si escogiste lo que querías estudiar y hacer…ya sabes…con tu vida. –Juri esperaba que la entendiera.

-Bueno…no es que pudiera elegir, simplemente que sabía lo que quería hacer con mi vida. –dijo pensativa. –Mis padres siempre apoyaron lo que hiciera siempre y cuando no fuera algo malo o criminal.

-Eso me refiero. –dijo suspirando pesadamente mientras se recostaba en la silla y miraba como una de las menudas gimnastas hacia una pirueta en los anillos. –Te apoyan. Haces lo que tu quieres y no te impiden hacerlo. Yo tengo que pasar horas en una oficina como si fuera una jaula.

-Si…eso apesta. –dijo Shizuka. Ya había escuchado el mismo relato antes. Pero trato de no perder la paciencia pues estaba segura que su amiga era lo suficientemente madura como para superar su dilema.

-Quizás…no sepas bien lo que quieres. –Concluyó Shizuka. Cuando terminó la frase Juri quedó pensativa.

¿Podría ser que no sabía lo que quería?

¿Sería que tan solo vivía el día a dia sin importar el futuro?

-Eres una rebelde sin causa…-dijo Shizuka sonriendo mientras frotaba su cuello.

Juri sonrió…

Rebelde sin causa ¿eh?

De repente la mujer de cabellos negros se levantó del asiento y se paró delante de ella.

-Deberías sentirte con suerte. –le dijo muy animada.

-¿Suerte dices? –contestó la esgrimista muy confusa. -¿De tener una vida miserable?

-No. –dijo entre risas. –Mira…tienes dinero, tienes una profesión, practicas esgrima, tienes tu propio departamento y eres hija de una de las familias más importantes de nuestro país.

-Está bien…-dijo Juri aún más confusa. -¿Y…?

-Y sin mencionar que también tienes otras cualidades que combinan con eso.

-Qué son…

-Eres joven, atlética, hermosa y, sobretodo, eres ardiente. –enfatizó. –Junta esto y lo anterior y puedes obtener lo que quisieras.

Disfruta un poco…

Juri trató de digerir todo lo que le había dicho.

-Entonces, según tus estándares…-comenzó Juri mientras esbozaba una sonrisa. –¿Debería ser la soltera más codiciada del país?

Shizuka se rio. –Al fin lo entiendes. -la mujer de sentó nuevamente y cogió un revista para leerla.

Finalmente dijo -¿Qué haces cuando la vida te da limones?

-¿Eh? –la mujer de cabellos naranjas tuvo curiosidad de saber. Eso definitivamente era algo nuevo

-Haces limonada. –concluyó.

La estoica mujer quedó algo confundida. Sabía que su compañera tenia locas ideas y frases trilladas pero esta era la mejor que había escuchado. Podría decir que hasta ingeniosa.

¿Habrá estado mucho en el internet?

-¿Limonada? –murmuró. -¿Qué-

-Quiere decir que sea lo que se te presente en la vida tienes que sacarle provecho sin importar cuan negativo sea.

Ver lo positivo en lo negativo.

No estaba segura si eso era lo que necesitaba en esos momentos, pero sin duda alguna era lo más inteligente que alguien pudo haberle dicho. Era una forma más positiva de ver la vida.

Si la vida te da limones…haces limonada.

Qué curioso…

Esto hace mi vida más agria que antes…

Suspiró. Tal vez miraba el vaso "medio vacío" en vez de "medio lleno", tal y como lo harian aquellos analistas que realizaban esa clase de pruebas para saber si una persona podría ver las cosas negativas o positivas de una situación. Quizás eso era lo que Shizuka estaba tratando de decirle: Ver lo positivo en lo negativo

La mujer negros permaneció callada mientras seguía leyendo la revista. Ya quería terminar con el tema.

-¿Qué es lo que lees? –preguntó Juri reponiéndose de sus pensamientos.

-Esta revista de modas. –decía mientras pasaba las páginas de una revista sumamente conocida por muchos. –A veces tienen buenos artículos.

-Esas revistas nunca tienen nada bueno que leer. –refutó Juri mientras se levanta y volvía a colocarse los guantes. –Lo único que hay son fotos enormes de modelos sumamente delgadas.

-Piensa lo que quieras. –dijo Shizuka mientras se levantaba. –Pero algunas veces publican algunos artículos interesantes que deberías leer. –dijo esto mientras estiraba la revista con la esperanza de que Juri cambiara de opinión.

Juri frunció el ceño ligeramente ofendida.

-Si leo una de esas cosas, se derretiría mi cerebro. –contestó seriamente mientras se colocaba la mascareta y cogía su sable.

-¿Lista para seguir?

Shizuka se encogió de hombros y dejó a un lado la revista. –Bueno no sabes lo que te pierdes. –se encogió de hombros y se rindió ante la obstinación de Juri.

-No sabes lo que te pierdes...


7:00 am el reloj se encendió y comenzó a sonar la alarma.

Un pequeño cuerpo comenzó a moverse en la cama mientras lentamente las cortinas se abrían. Sus ojos pronto recibieron la luz de día.

Pretendió quedarse unos minutos más en cama, pero la alarma continuo y esta vez más fuerte.

-Está bien… ya escuché. –dijo mientras estiraba su mano y apagaba la alarma. Permaneció quieta mientras intentaba volver a dormir, sin éxito.

Finalmente la mujer se levantó pesadamente. Dio un leve bostezo y luego se froto los ojos intentando despertarse lo mejor.

Ya amaneció…

Otro día más de trabajo.

Miró hacia fuera, a través de los grandes ventanales, y vio el movimiento de las calles. A lo lejos podia ver el mar que poco a poco comenzaba a brillar gracias a luz del sol.

Sería un dia soleado sin duda alguna.

Miró nuevamente su reloj.

7:10 am.

¡Se hacía tarde!

Rápidamente salió de la cama y se dirigió al baño. Cuando llegó se quitó la ropa y entró a la ducha.

-¡Dios esta fría! –exclamó levemente al sentir el agua en su piel. Luego de un rato salió secándose y caminando apresuradamente para cambiarse.

Un traje saco negro y falda corta del mismo color se ceñían a su cuerpo mientras ella aplicaba maquillaje sobre su rostro. Con mucho cuidado cada uno de sus atributos faciales empezaron a resaltar con el maquillaje que aplicaba. Luego comenzó a preparar su portafolio con una serie de documentos y fotografías que debía llevar para la reunión de aquel día.

Caminó por la casa mientras revisaba las cosas que debía llevar. Entonces, el teléfono comenzó. A sonar e inmediatamente la maquina contestó.

-¿Estas lista para brillar, muñeca? –se escuchó la voz campante de un hombre.

-¿Qué sucede, Hiro? –dijo la mujer con una sonrisa mientras se colocaba unos aretes y miraba al espejo con cuidado.

-La Gran Jefa ya llegó, querida. –explicaba el hombre. –Solo faltas tú, cariño.

-¿Llegó? ¿Tan temprano? –contestó algo extrañada mientras se colocaba un collar.

-Tu sabes cómo es...-dijo el hombre en todo aburrido. –Quiere ser la primera en recibir a nuestros invitados.

-¿Los fotógrafos…-preguntaba mientras acomodaba su cabello. –¿Han llegado también?

-No, querida. Pero tardaran en llegar. – dijo el hombre tras un pausa continuó. –La limosina estará por llegar dentro de unos minutos.

-Ay, cariño no te hubieras molestado. –contestó con una sonrisa mientras daba los últimos toque a su apariencia –Sabes bien que puedo manejar e ir sola por mi cuenta.

-Si lo sé, pero la Jefa quiere asegurarse de que llegaras sin problemas y a tiempo.

La mujer sonrió. No le tenían mucha confianza.

-Te veré haya.- concluyó y la llamada terminó. Finalmente se miró al espejo por última vez.

Estaba lista.

Se acercó a la entrada del departamento y apretó un botón. Se escuchó un ligero pitido y esta se abrió dándole paso al interior de un ascensor. Cuando llegó a la entrada del edificio, el portero abrió la puerta.

-Gracias. –dijo con un sonrisa y siguió caminando hasta llegar a la pista. Ahí ya se encontraba la limosina negra, esperándola.

El chofer del coche le abrió la puerta y ella ingresó con cuidado al vehículo.

El hombre cerró la puerta con cuidado y subió al automovil también.

-¿Dónde la llevo, Srta. Takatsuki? –dijo el hombre mirando en el espejo retrovisor a la hermosa mujer.

-Al centro. –dijo. Y tan pronto dijo esto, el carro se puso en marcha.


Apenas bajó de la limosina, caminó rápidamente hacia la entrada del edificio donde se encontraban las oficinas de una muy conocida revista a nivel internacional. Cuando ingreso la recepcionista la recibió con una leve reverencia a la cual esta contestó.

Siguió caminando y llegó a los ascensores. Adentro de este, encontró más empleados quienes al verla hacían una reverencia

Salió apresuradamente del ascensor y caminó entre los distintos escritorios de los trabajadores y personal administrativo de la revista. Cada vez que caminaba a su oficina, tenía que ir esquivando a los trabajadores que llevan los trajes o vestidos que usarían las modelos en las sesiones de fotos o cargando los equipos que los fotógrafos necesitaran. A veces encontraba en el camino a las modelos que eran las estrellas de las fotos. Muchas de ellas la saludaban pero trataban de no interrumpirla ya que sabían que tendría una reunión importante.

Cuando finalmente llegó, dejó su portafolio encima del escritorio y dio un leve suspiro. Necesitaba recuperar el aliento.

-Al fin llegaste.-Dijo el hombre. Era el mismo hombre con quien había hablado por teléfono. Era de cabellos negros de contextura delgada y ligeramente alto. Vestia un traje ligeramente ceñido que hacían ver al joven bastante simpático. Llevaba un corte de cabello muy estilizado lo que la hacia verse muy atractivo.

Shiori se aseguro de que siempre estuviera vestido a la moda. Esa era la única condición para el fuera su asistente. Una condición que casi todos debían cumplir, ya que por algo no eran una revista cuyo negocio eran las tendencias en moda.

-Hiro…-dijo ella mientras buscaba un vaso para tomar algo de agua. -¿Ya llegaron todos?

-Acaban de llegar. –le contestó el mientras se acercaba y esboza una sonrisa emocionada. –Solo faltas tú, querida

Dio otro suspiro esperando tranquilizarse. -¿Cómo me veo? –Shiori dijo finalmente.

-Magnifica. –dijo el Hiro acomodándole el traje. –Como siempre.

Ella sonrió y dio unos pasos antes de salir.

-Sorpréndelos, cariño. –dijo el joven de cabellos negros.

-Gracias. –dijo y siguió su camino.

Nuevamente, las demás personas la saludaban...

Cuando llegó a la sala de reuniones, suspiró con aras de calmarse antes de ingresar. Coloco su mano sobre la perilla y luego entró.

-Shiori…-dijo una de los presentes. Era una mujer de cabellos cortos y castaños. Estaba vestida de manera distinta a la de Shiori. Lleva un saco a azul y una falda corta que le llegaba por encima de las rodillas. A su lado se encontraban tres hombres quienes parecían ser los fotógrafos que esperaban. –Estábamos esperándote.

-Disculpe, Sra. por la tardanza. –dijo mientras se acercó y saludo a los presentes.

-Bien creo que ya podemos empezar dijo la mujer.

Y así empezaba otro día más.

Cuando todo había terminado y los invitados se habían retirado, Shiori fue detenida por la Jefa de la revista.

-Parece que ha sido todo un éxito, Shiori. – dijo la mujer mientras colocaba una mano sobre su hombro. –Las ediciones de este año serán esplendidas.

-Si. –dijo algo abrumada. Estaba satisfecha que las cosas hubieran salido bien.

-¿Qué sucede? –le preguntó al preocupada.

-Nada, Sra. Minamoto. –contestó. Estoy algo cansada, eso es todo.

-Te he dicho que si quieres puedes tomar algunas vacaciones. –comentaba la mujer mientras se apartaba. –Todavía tenemos unos días de adelanto antes que empiece la temporada.

-N-no…no quiero vacaciones. –refutó mientras comenzó a caminar. –Creo que me sentiría mejor si esto queda concretizado.

La mujer sonrió.

-Tu siempre tratando de hacer que todo sea perfecto. No te fuerces demasiado. No quisiera que mi vice editora enfermara en un momento tan crucial.

Shiori solo sonrió.

-Le aseguró que no pasara. No descuido tanto mi salud.

-Bien. –dijo la mujer. –Nos vemos.

Cuando finalmente la mujer se fue, la mujer de cabellos purpura regreso a su oficina.

-¿Qué tal te fue? –preguntó Hiro al verla entrar.

Shiori se sentó pesadamente en su silla.

-Bastante bien…solo que ahora tendremos mucho trabajo que hacer. La Sra. Minamoto desea que esta edición lista dentro de dos meses.

-¿Dos meses? Imposible! –dijo dramáticamente. –Tendrás que multiplicarte si quieres hacer eso realidad, cariño.

-Lo sé…-trágicamente, la semana que le esperaba iba a ser muy atareada. Se levantó y miró a través de los ventanales de su oficina.

Las personas se ven como hormigas…

Lista para ser aplastadas.

-Bueno, estaré cerca si me necesitas. –dijo el hombre mientras salía. –Come algo.

-Si…-respondió enfáticamente. Se preocupada mucho por ella.

Volvió su mirada a los ventanales.

Las calles llenas de gente no le daban ningún ánimo. Tenía muchas cosas que hacer y tan poco tiempo. Debía preparar sesiones de fotos así como preparar el vestuario que usarían las modelos para esa edición. Las ubicaciones eran lo de menos, eso se encargaban los fotógrafos, ella solo debía asegurarse de que se hicieran en lugares indicados. También tenía que ir a visitar las casas de modas conocidas e ir investigando sobre prometedores diseñadores, cuyos diseños aparecerían en la edición.

Era mucho, pero no se molestaba. Le gustaba lo que hacía. Agradecía a los dioses por haberle dado lo que tenía. No podía pedir más.

Excepto…una cosa.

Se volteó sobre su eje y abrió la gaveta de su escritorio. Dentro de él se encontraba un bolígrafo. Un fino bolígrafo de color negro y plata. Ella lo cogió con mucho cuidado y lo observó con detenimiento. Fue entonces que comenzó a recordar. A recordar aquella noche en el que su única amiga, y hasta recientemente, hasta ese entonces amante, la había dejado…


Flashback:

Aquella noche la luna brilla. La luz de la estrella iluminaba cada rincón del instituto. Los pocos estudiantes que quedaban a esas horas de la noche, iban a refugiarse a sus respectivas habitaciones antes de que los superiores o, peor aun, cualquiera de los miembros del consejo estudiantil, los encontraran andando por los pasillos tan tarde.

Ella misma hacia lo mismo. Regresaba a su habitación después de haber terminado sus deberes. Ya había empacado todas su cosas y se iria recién por la mañana, como todos lo harian, de seguro. Había dado aviso a sus padres que llegaría pronto a casa y se reuniría con ellos tan pronto como llegara el coche que la recogería.

Además, tenía que hablar con Juri antes de irse. Tenía que decirle en donde se encontraría tan pronto esta dejase ese instituto que más que alegrías le habría traído varios problemas.

Tenía que darle la noticia que finalmente había recibido una beca para estudiar en una muy conocida universidad del país. Estaba segura que tan pronto la esgrimista lo escuchara la noticia, quedaría sorprendida, ya que esta vez sería algo que construiría ella misma por su propia cuenta. Sin ayuda.

Finalmente.

Llegó a su habitación y abrió lentamente la puerta. Apenas ella ingresó notó que había pisado algo. Encendió la luz y vio que se trataba de un sobre blanco. Ella lo recogió con cuidado y lo volteó para ver quien lo enviaba.

No había el nombre de remitente, tan solo el suyo.

Y conocía bien la letra…

SHIORI

Su corazón dio un salto cuando leyó. Se sintió confusa en un principio. ¿Por qué Juri le dejaría una carta cuando podía verla cuando ella quisiera? Si quería hablarle podía venir a visitarla o podía ella misma podía ir a verla. Si era algún secreto dudaba mucho que la esgrimista usara una forma tan impropia para contar un secreto.

Aun confusa, comenzó a leer la carta. Pronto su rostro cambió.

Apenas, terminó salió corriendo de la habitación sin importar si dejaba abierta o no. No le importó si se cruzaba con algunos profesores o si se cruzaba con alguno de los compañeros de Juri. Los apartaría si era necesario. En su mente solo había una cosa.

No puede ser…

No puede ser…

Cuando llegó a su destino, tocó la puerta de la habitación.

-¿Juri? –preguntó. No había respuesta. Siguió tocando la puerta, pero nadie contestó. Shiori empezaba a perder la calma.

-¿Juri? ¿Estás ahí? –Aun sin respuesta, Shiori intentó abrir la puerta. Para su sorpresa, esta no estaba cerrada con llave. Cuando ingresó a la habitación notó que todas las luces estaban apagadas. Lo único que iluminaba la habitación era la luz de la luna que penetra a través de las ventanas que estaban abiertas y que también permitían el paso de la brisa de la noche.

No puedes hacerme esto…

Shiori no lo dudó dos veces y salió corriendo nuevamente. La carta había sido escrita recientemente, así que la esgrimista no podía haberse ido. Aun debía estar por los alrededores. Sus ojos buscaron por todos lados deseando poder encontrar a la esgrimista y detenerla. Le obligaría a que la escuchara con detenimiento por primera vez y le confesaría lo que había estado ocultando por tanto tiempo. Trataría de resolver todas sus dudas y buscaría consolidar su amor por ella.

Sin embargo, no la encontró.

Si estuvo alguna vez esperando, ya no importaba. Se había marchado.

Regresó a la que había sido el dormitorio de la esgrimista, con la esperanza de encontrar algo sobre su paradero, pero no encontró nada. Todos los muebles de la habitación estaban cubiertas con sábanas blancas. Sin embargo, Shiori pudo notar que bajo la luz de la luna algo comenzó a brillar. La joven se acercó y vio lo que se trataba.

Un bolígrafo…

Era el bolígrafo con el que Juri había escrito la carta. La joven de ojos verdes debió haberlo dejado cuando se iba.

Lo único que dejó con la carta…

Y ahí lo comprendió…su amiga nunca regresaría. Y, probablemente, tampoco la volveria a ver…

Fin Flashback.


La mujer suspiró pesadamente mientras sus ojos se cerraban con fuerza. Era un recuerdo que no quería volver a revivir…no después de tanto tiempo. Todo se resumía a los motivos de la partida e Juri.

La esgrimista tenía miedo. Miedo del amor de la mujer cruel…

Tienes razón. Tengo miedo…

Shiori sonrió ante la ironía…Juri la mujer que muchos consideraban más fría que el hielo , tenía miedo.

-¡Qué cobarde! –pensó.

Te amo, y por eso no puedo quedarme…

-Si realmente me amaras.- murmuró. –No hubieses huido.

Gracias ese evento ella juro que no dependería de nadie, jamás. Si quería obtener algo, lo obtendría con su propio esfuerzo. Ya no necesitaría estar en la sombra de nadie para demostrar que podía lograr lo mejor en la vida. Todo lo que poseía y lo que faltaba aun por conseguir, lo había logrado palmo a palmo. Sola. Ni Juri ni nadie impediría que saliera adelante.

Ya no era una niña débil. Podía luchar por si sola.

Shiori sacudió su cabeza y volvió a dejar el bolígrafo en su lugar, prometiendo que malos recuerdos la volverían a invadir.

Al menos…eso esperaba.


DuranDuran