Buenas! Alguien se acuerda de mí? No? Bueno si alguien me recuerda… Hola! :) Siento el descomunal retraso pero… a parte de los estudios, los trabajos, la sele, la manca de inspiración, que nunca m'he passaba ja por , etc. Se le debe añadir un bajón hetaliano. Traducción: que prácticamente me he salido del fandom :( ¡Pero! Tengo a una amiga que me va recordando de este fic… así que cuando me lo recordaba escribía… y casi lo tengo terminado. Tengo todos los que faltan empezados (4 como máximo cinco si parto alguno).

No voy abandonar este fic :)

Bueno aquí un capitulo que me trajo quebraderos de cabeza desde el principió con un toque de otras parejas y sin aparición de Mattew, sorry.

Nos leemos más abajo!


En una de las consultas de la capital, Emma se movía inquieta sentada en su escritorio. Movía rítmicamente los dedos sobre la mesa e intentaba distraerse con cualquier cosa. Observó por enésima vez su reloj de pulsera. Empezaba a plantearse el rogar a ese aparatejo que funcionara más lento.

-Venga relojito… Dame más tiempo.

Pero no, las agujas se movían por más que les suplicará. Se sintió estúpida por unos momentos. ¡Que tontería acababa de hacer, por Dios! Cansada de esperar sentada, se levantó. Quizás un café le vendría bien.

Salio de la consulta preocupada. Hoy tenia que atender a Yekaterina. Le había costado mil y una suplicas que su mejor amiga desde la universidad aceptara venir a verla.

Suspiro con preocupación. Con lo que su amiga había sufrido, no se merecía nada malo. Merecía que un rico y guapo hombre se enamorara de ella y viviera una vida de lujos, sin preocupaciones… no terminar con un niñato de secundaria que se aprovecha de su pobre e indefensa Yekaterina.

Emma estaba más que segura en ese aspecto. Haría como la gran mayoría. Huir.

Y romper le el corazón a alguien que no se lo merece. Había visto muchas chicas destrozadas por esos capullos y no quería que su amiga acabara como ellas.

Cuando llegó frente a la maquina de café volvió a mirar el reloj. Las manecillas se habían movido.

Se dirigió hasta la máquina de café aun con su amiga en la cabeza. En la universidad eran uña y carne, eran "las chicas", Emma y Yekaterina. Muchas veces echaba de menos esos días. Trabajos, exámenes, la pandilla, salir por allí… La universidad fue difícil pero también una de las mejores épocas de sus vida…

Si le quitabas el incidente.

Emma se peinaba, observándose en un pequeño espejo. Le encantaba como le quedaba el pelo de color castaño, por mucho que todos le dijeran que la preferían rubia, y el piercing en la nariz. Vash la observaba mientras se arreglaba. Estaban esperando en uno de los bancos del parque a que sus amigos hicieran acto de presencia. Guardo el espejo en su bolsa, para moverse nerviosa en el banco. Tenían una gran noticia que darles a sus amigos.

-No hagas eso con esa falda, no es de señorita.

-Oh venga Vashii~-Respondió ella con una sonrisa gatuna.- Si estas disfrutando de verme así.-Ella le guiño un ojo y él no supo como contestarle. Solo atino a sonrojarse cuando la chica se inclino para darle un pequeño beso.

Ese día, los primeros en aparecer fueron los gemelos Heravetia, Gari y Dimitri, como siempre peleando. Luego llegaron el noruego y el alemán charlando con su habitual seriedad.

-Ambos siempre tan serios, correctos y calmados.-comentó Gari al verlos llegar.

-Pero hermano, eso se solucionaba con un par de jarras de alcohol.-Remató Dimitri.

"Oh, sí." pensó Emma. "Si todo sale como lo hemos planeado esta noche beberán a nuestra salud." La chica ya podía imaginarse la escena. El húngaro empezaría a gritar los chismorreos de toda la universidad y el rumano buscaría alguna chica idiota para beber con nosotros y luego 'hincarle el diente'. Beberían hasta que Lukas sonriera y Ludwing se pusiera a cantar viejos éxitos de la radió o canciones que inventaba en su borrachera.

"Oh si… Será… Legendario."

Con los chicos reunidos solo faltaba por llegar Yekaterina. Nadie la culpaba por llegar tarde nunca, ni Vash, ya que todos sabían que la situación familiar de ucraniana no era la mejor. Por suerte el tío de la eslava estaba de descanso esos días por la ciudad.

Yekaterina tardo más de una hora en aparecer y Emma no pudo evitar horrorizarse cuando la vio.

Un escalofrío le había recorrido entera cuando la vio llegar ese frió febrero. Y a día de hoy, Emma sentía esa misma angustia por la espera oprimiéndole el pecho. Volvía a temer por su amiga.

Tomo un trago de café tratando de tranquilizarse. Hace unas semanas la belga se había levantado en medio de la noche gritando. Estaba sudada y tenía frió. Mucho frió. Su novio la abrazó preocupado y le preguntó que le sucedía. En ese momento Emma no supo qué contestar, ella solo temblaba, muerta de miedo por esa pesadilla, que en verdad solo eran fragmentos de recuerdos y miedo.

Miedo a que la historia se volviera a repetir.

Las pesadillas no la abandonaron en lo que había durado esa semana. No pararon hasta llamó preocupada a Yekaterina. Su amiga le aseguro que no tenía nada que temer, pero aun así Emma insistió. Debían verse de inmediato.

Yekaterina no vivía en la capital ni tenía coche. Recuerda que se negó siempre a sacarse el carné y no le gustaba subirse a los autos. Emma comprendía su opinión, después de todo sus padres murieron en un accidente de tráfico, y ella misma tampoco se había apuntado nunca a un curso de conducir, pero desde que vivían separadas se arrepentía que ninguna de ellas se sacará el carné, ya que su novio la quería mucho, las quería mucho, pero no estaba dispuesto a ir cada fin de semana hasta la ciudad donde vivía Yekaterina.

Emma tardó en convencerlos a ambos, pero lo consiguió. Debían verse hoy. Pero llegaban tarde. Normalmente él era muy puntual. Su novio le había prometido que iría por la ucraniana y que estarían a tiempo para su descanso, el cual, pensó observando el reloj, acababa de terminar. Su novio era un reloj suizo. Le extrañaba mucho el retraso.

Soltó un suspiro y decidió volver a su consulta. Debía volver al trabajo, por mucho que a esas horas de la mañana casi no tenía visitas. Entró a su salita de espera y se paró para observar orgullosa la decoración. Había valido la pena ese domingo perdido en arreglar esa sala, que brillaba llena de gente. Pero ahora estaba casi vacía. Solo había una chica.

Emma frunció el ceño al verla. Era joven, muy joven, no debería tener ni los dieciocho. "Una adolecente" pensó. No le gustaba tratar con adolescentes. La ponían triste.

Con paso decidido se acerco a ella, si era una paciente la tendría que hacer pasar. Cuando estaba a un par de pasos de la muchacha, Emma se percató que estaba llorando.

-¿Te encuentras bien?-le preguntó la rubia con la voz más dulce que pudo.

-¿Eh?-La chica se sobresalto.- ¿Por qué no debería estar bien?

-Estas llorando.-Saqué un pañuelo del bolsillo y se lo entregue.- ¿Qué te pasa?

-¡Yo no estoy llorando! Y no me pasa nada, joder.

-Tranquila.-la doctora se rió provocando el enojo de la otra.

-¿De qué te ríes Barbie?

-Te pareces mucho a un amigo mió. Y no soy una Barbie.-le tendió la mano en señal de saludo. La adolescente se la quedo mirando unos segundos con desconfianza.- Encantada de conocerte. Soy la Doctora Emma, trabajo aquí. ¿Y tú?

La chica pareció dudar unos momentos pero termino aceptando la mano de la belga.

-…Chiara.

-Que nombre más bonito. ¿Es italiano verdad?-la italiana asintió con la cabeza un poco avergonzada.- ¿Quieres tomar algo mientras me cuentas por que estas aquí?

-¿Porqué cree que estoy aquí?

La pregunta no le sorprendió a Emma. Ella sabía porque la chica estaba aquí. Solo debía mirar la sala para saber que necesitaba.

-Estas aquí para verme. Ven, entremos en mi consulta.

-Yo… Yo no debería estar aquí.

Emma no se sorprendió al oír esa frase. No era la primera ni sería la última vez que la oiría. Se sentó a su lado y la abrazó un poco, mostrándole algo de apoyo.

-¿Entonces por qué estás aquí?

-Mi novio… vive en otra ciudad. Yo tengo… no… Los dos tenemos un problema y él creyó oportuno pedir consejo a la enfermera de su centro.-La chica bajo la cabeza y apretó los puños contra su falda.- Esa mujer le recomendó este hospital. Decía que tenían una doctora muy buena.

-Así que tu novio te pidió que vinieras aquí. -Asintió.- ¿Y has venido sola?-ella volvió a asentir con los ojos llorosos.- Menudo capullo.

-Lo es. Es un bastardo de mierda.

-¿Cual es vuestro problema Chiara?

La chica tembló en su asiento mientras las lágrimas salían de sus ojos e inconscientemente miraba hacia abajo. Sabía cuál era, por supuesto, pero ella debía reconocerlo. Era el primer paso. Pero después de unos minutos, Emma optó por volver a preguntar.

-¿Cuántos años tienes?

-Diecisiete… dentro de unos meses dieciocho.

-¿Desde cuándo lo sabes?

-Ara un par de semanas.

-¿Qué tenéis pensado hacer con él?

-Yo… yo quiero tenerlo. Por mucho que Antonio sea un bastardo… lo quiero y es nuestro. Quiero tenerlo porque está vivo.-se abrazó el abdomen.- Y yo… si Antonio me deja… Al menos si lo tengo a él… no me sienta tan sola.

-Chiara.-reunió todo su valor para confortar a esa chica.- Si ese chico te deja es porque es el más grande los idiotas por no ver la chica maravillosa que hay en ti. Aún eres una niña y no deberías pensar en estas cosas. Pero si es tu decisión todo el mundo debe respetarla. ¿Quieres pasar a mí consulta y…?

-¡Chiara!

Ambas se giraron sorprendidas ante los recién llegados. Chiara se levanto de golpe, deshaciendo el abrazó de la belga, y se dirigió a un muchacho moreno que la abrazó con fuerza. Detrás del chico, se encontraba el novio de Emma, con una disculpa en los labios por el retraso.

-¿Que haces aquí?-pregunto la chica llorando en el pecho del recién llegado.- ¿No tenias clases, bastardo?

-¡A la mierda las clases!-gritó el moreno levantando a su chica y dando vueltas con ella en brazos.-Tú eres más importante para mí. ¡Amore mio!

-No hables italiano… que lo estropeas con tu acento bastardo.-Ella no pudo evitar sonreírle y le respondió toda roja.-Y es siempre mejor decir ti amo, Antonio.

-Ti amo! Ti amo!-Respondió el con una sonrisa besando los labios de su chica.-Ti amo, Chiara.

Por extraño que pareciera, Vash, el novio de Emma, sonrió complacido por la escena. "Quizás si había sido buena idea traerlo" pensó, aunque aún era pronto para darlo por hecho. Miro de reojo a su novia, quien parecía a punto de estallar.

Con,estupide,conard!-Grito Emma a todo pulmón con un tic en el ojo. -¿¡Has dejado a una chica embarazada! ¡Frechdachs!

La recién reencontrada pareja se giro sorprendida y el risueño español palideció de golpe al verla. Y por mucho que no supiera francés podía imaginar que esas palabras no eran precisamente halagos.

-¡Pri-pri-prima Em-em-ma!

Se acercó a la pareja y le pidió amablemente a Chiara que entrara en la consulta. Ella obedeció y Emma se llevó al tonto de su primo… arrastrándole de la oreja.

-¡Mira que dejar embarazada una chica! Ahora te tendrás que responsabilizar.

La belga se masajeó las sienes pidiendo a Dios algo de paciencia. "Tengo la mejor suerte del mundo." Pensó sarcástica la rubia. "No todos los días una tiene la cabeza con un bombo por los problemas Yekaterina, el trabajo y el dinero, que para rematar tu suerte te aparezca en la consulta una adolecente embarazada de tu primo."


Pov Vash.

Patee la maquina de café indignado. La estúpida masa de chatarra se había tragado su moneda y no le servía su chocolate caliente. Resignando se temporalmente puesto que, fuera de un modo u otro, ya obtendría su moneda luego. Cansado, se sentó a esperar.

Ya le había dicho a Yekaterina que no era buena idea llevar a ese chico, que Emma se le tiraría a la yugular cuando se enterara de por que estaba allí. Pero la ucraniana tenía una extraña habilidad para converse lo. Solo necesitó una de esas miradas llorosas suyas para que Vash obedeciera todas sus órdenes. Sonrió con nostalgia al recordar que le pasaba lo mismo cuando aún iban a la universidad.

-¿No ibas a tomar un chocolate?

Me sobresalté al oír a la muchacha a mi espalda. Ella solía disfrutar mucho en la facultad asustándonos cada cinco minutos. Debió de pensar lo mismo que yo pues soltó una pequeña risita. La observe de cerca preocupado. Ahora tenía mejor color de cara que antes de echar a correr hasta el baño más cercano.

-¿Te encuentras bien?

-Si tranquilo. Llevo unos días con mi estomago revuelto.-se sentó a su lado rendida pero con su sonrisa de siempre.- Además llevo un par de días sin dormir y levantando me temprano.

-Deberías ir al médico.

-Ya estoy en el médico. ¿De verdad crees que Emma me a citado en su consulta solo para recordar viejos tiempos?

-No deberías haber dejado que pasara esto.-le agarré la mano mostrándole mi apoyo.-Debiste llamarnos para protegerte.

-Para protegerme tengo la semiautomática que me regalaste.- Me miró con ternura.-Él no es ningún violador, Vash.

-¿Aún la conservas?

-Claro… nunca sabes cuando te puede entrar un ladrón a casa.

La miré serio. Más de lo usual. Ella me devolvió la mirada sin sonreír.

-Yekaterina. ¿De verdad lo quieres? ¿Más que lo quisiste a él?

-Lo amo Vash. Solo se que lo amo.

-¿Sabe de… de tu situación?

-Él lo sabe… Y también Annya, aunque no quien es...-su voz se quebró un poco.- Por eso… Tengo miedo Vash.

-Todos tenemos miedo. Te protegeremos.-Abrazó a la ucraniana y no pudo evitar recordar ese último café que tomaron todos juntos.

Entre en el café un poco agobiado por el calor, que por fin llegaba junto con el verano. Ese pequeño local le traía tantos buenos recuerdos. En este mismo local, fue donde quedaron por primera vez los que algún día formarían su "pandilla" para hacer un trabajo de Biología y también fue donde se besó por primera vez con Emma. Era su pequeño punto de reuniones, llenos de recuerdos calidos y felices.

-Vashiiito~! ¡Estamos aquí!-El rumano lo llamó desde una de las mesas del fondo.-Llegas puntual como siempre~

-No me gusta que me llames así Dimitri.-saludo a los demás y se sentó al lado del alemán quién ya disfrutaba de una buena cerveza.-¿Tan temprano bebiendo?

-Me emborrachasteis demasiado durante la universidad. Ahora nada me sube hasta la quinta ronda.

-No nos des la culpa a nosotros Lud.-El noruego lo miró con su típica pasividad.- Te vi el otro día por la tele defensando al presidente.

-Es el líder de mi partido.-El alemán tomo otro sorbo de la bebida.-Por eso tengo de defensar a ese incompetente.

-Hasta que puedas quitarle el puesto.-Gari levanto un momento la vista de su revista de cotilleos.- Se rumorea que un alto cargo en la industria farmacéutica esta ganando adeptos para destituir al presidente. ¿Me darías una primicia, querido?

-Nunca entendí como es que terminaste siendo paparazzi Gari.

Nos giramos sorprendidos hacía la nueva voz.

-Sigues siendo más discreta que el hombre invisible.-comento el húngaro al ver aparecer a la ucraniana. Los demás la miramos divertidos. En verdad echábamos de menos sus sustos. Ella se quitó la fina chaqueta que llevaba y el pañuelo con una sonrisa traviesa.- Y me volví paparazzi porque era mi vocación… y estaba mucho mejor pagado.

-No te ofendas Yaky~ Pero has ganado peso desde la última vez.-dijo divertido Dimitri señalando a la mujer, antes que esta se pudiera ni siquiera sentar. No tardaron a lloverle golpes de todos lados de alrededor de la mesa.

-¡Eres un bruto!

-Eso no se dice a una mujer.

-Yekaterina no se lo tomes en cuenta…

La mujer ni nos hacía caso. Su rostro mostraba confusión pero miraba con ilusión a su barriga. Todos los hombres nos quedamos helados.

-¿Yaky?

-¿Ya se me nota? Tendré que empezar a andar con cuidado para que no descubran aún el embarazo. Guardadme el secreto que mis hermanos aún no lo saben.

Ese fue el día en que Yekaterina anunció su embarazo a la pandilla.

Y una sombra flotó sobre esa reunión durante toda la velada.

Una sombra del recuerdo de esa noche.


Pov Emma.

Después de despachar a mi primo con un par de bofetadas y quedar con Chiara para tomar un café al día siguiente, por fin fui libre para charlar con Yekaterina. La encontré en la cafetería, abrazada a Vash.

-Esta vez te protegeremos.-susurro en hombre.

-Hola chicos.-Me sabia un poco mal interrumpir el emotivo momento, pero no podía esperar más a encarar a su amiga. Ambos se separaron sobresaltados. Yekaterina se levanto para darme un abrazó.

-¡Emma! Siento haberte traído a tu primo. No sabía que erais familia. Lo siento. Pero es que el fue tan insistente y parecía tan desesperado por venir que… ¡Lo siento!

-No te disculpes mujer.-le lancé una mirada asesina a mi novio, que entendió el mensaje como un "Largo de aquí. Esto es un momento solo para chicas."

-Bueno yo voy a reclamar la moneda que se me ha tragado la maquina.

Me dio un beso y se encamino a reclamar su dinero. Cuando le perdí de vista, me giré hacía mi amiga.

-¿Vamos para allá?

Ella asintió y me siguió hasta la sala. Tenía la maquina de la ecografía ya encendida al haber tratado a la joven italiana antes. Le indique a Yekaterina que se subiera la camiseta, que íbamos a hacerle una ecografía. Al levantar se la, pude ver como la barriga ya estaba bastante abultada, señal que el útero ya empezaba a tener un tamaño considerable. Le aplique el gel y ella soltó una pequeña risita.

-Perdón. Hace cosquillas.

Le sonreí para darle ánimos y empecé a buscar el feto por la barriga de mi amiga observando la pantalla en blanco y negro.

-Me darás una copia de la ecografia? En mi cuarto tengo enmarcada la del segundo mes.

-¿Eh? Si claro…

Un silenció incomodo llenó la sala. Ninguna se atrevía a hacer el primer movimiento. Y me sentí un poco mal cuando Yekaterina hablo. En teoría, era ella quién la mandó a venir, y ahora se quedaba sin palabras.

-Perdón.

-¿Por que me pides perdón? ¿Por quedarte embarazada?

-Por haber asistido a otra ginecóloga. Pero es que vives muy lejos.

-No pasa nada.-Por fin lo encontré. Los ojos se me humedecieron.

-Es precioso.-la voz ilusionada de la ucraniana me sorprendió. Sus ojos se veían brillantes y parecía feliz.-Mi hijo… Mi hijo y el de Mattew.

Ella soltó una suave risa y no pude evitar sorprenderme. Parecía feliz. Pero aún no se fiaba de ese chico. Además…

Yekaterina no tenía un buen pasado con los bebes.

Y quizás la ucraniana podía aparentar ser tan o más fuerte que años atrás, pero en el fondo seguía siendo la frágil chica lloró en sus brazos esa noche, rota y ensangrentada.


Bueno, gracias por leer :D No sé cuándo estará arriba el siguiente (esta vez centrado en Mattew y sus amigos Cuba y Vietnam(el par comunista)) pero espero no tardarme mucho. Este fic fue durante mucho tiempo mi pequeña obsesión… lástima que no le he podido dedicar el tiempo que se merece ):

Bueno, si hay alguien bueno por aquí que quiere dejarme un rewiew, se agradecerá con una enorme sonrisa y un abrazó para la barriguita de Yekaterina :)