« Hey. Cassandra Clare, yáyáyá.
Para Analu porque lo pidió. Y porque la quiero. Aunque se fuera a misa (¡lo sé! Es loco, pero así la amo yo).
Wild
«Eres el amor en estado puro,
si sabes de qué amor hablo»
(—Bonitas piernas.
—Bonita entrepierna.)
Al principio no es más que un juego, el constate tira y floja de dos personas hermosas y perfectas, una sonrisa velada y una melena sacudidad. Isabelle camina, (ella gatea, como un felino), él se desliza, (como un ángel). Se tocan las manos casi sin querer al pasar juntos en el pasillo, Jace se para más derecho e Isabelle se arregla el pelo. (Pero no se miran). No se admiten. Que nadie cae, es un paso en falso y (romperte por completo, morir y resbalar de la cuerda floja). O al revés.
El orden no importa, a estas alturas.
(—¡Pero qué feliz llegas esta mañana, Jace!
—No te pongas celosa, Izzy, no tenía tu encanto.)
Celos colándose como hilos de sangre entre cada letra y palabra, (tintineantes). Cuando lo empiezan no se dan rodeos, Jace lee sobre ménades recostado en un sofá de la biblioteca e Isabelle abre las puertas con determinación. Un par de pasos (piernas perfectas, piernas largas, piernas blancas), y está frente a él. Jace se sienta, (ella lo empuja y se besan). Así, sin más, como un baile incompleto y delicado, (decaído). Decadente. Isabelle se mueve y empuja, le mete la mano dentro de los pantalones y, como por accidente, los dedos de Jace encuentran el camino dentro de sus bragas.
(—Oh... ¡Ay, mierda!
—No seas grosero mientras follamos, Jace. Maleducado.)
Ella se finge inalcanzable con los labios entreabiertos, morados por el frío de un beso que no llega, rojos por miles de mordidas que no dejan marca (y no curan), blancos (cuando las mentiras se deslizan y se rompen entre ellos). Jace tiembla porque casi llega pero no, (entre los muslos etéreos de Isabelle), porque algo arde dentro de él y porque su piel fría lo está quemando. (De-vo-ran-do).
(—Isabelle, ¿no quieres ir conmigo y, no sé, hacerlo en mi habitación?
—Por supuesto, espera que me pongo los zapatos.)
Isabelle rasga la ropa de Jace y Jace rompe los vestidos de Isabelle. (Pedazos desperdigados de recuerdos en el suelo, tras la puerta, bajo la cama. Cuatro botones en un cajón). Se empujan el uno al otro contra la pared, como animales, disfrutando del olor a sexo y chico, chica, a él y a ella. (A perfección). A pares (algo impares). Isabelle más alta y Jace más bestial. Y aunque no son ni remotamente el uno para el otro, se atraen. Encajan, sin espacio para un «por siempre» o algún «te quiero».
(—No significa nada.
—Absolutamente nada.)
Entrecruzan miradas sentados en la cama, (tocándose las manos bajo las sábanas). Piernas abiertas y algo que se llama sexo cruel porque hace daño, aunque deja el cuerpo feliz. (Exta... siado). Un jadeo entrecortado. Salvaje.
(Un amor que no es amor). Y podría serlo, sino les matara cada vez que se miran.